Crecimiento expansión de la materia
El crecimiento-expansión de la materia, o su contrario, la concentración decrecimiento, son relativos a la multiplicidad de unidades fragmentarias y su cuantificación en la simetría lineal-curva. Los cuantos suponen unos límites que no pueden traspasarse en la acumulación sino como factores de dichos cuantos. Las relaciones cuantitativas establecen unos topes para la simultaneidad de los hechos, de tal forma, que en la interacción entre espacios tiempos coincidentes siempre se origina una reversión, cuando tras igualar sus velocidades-energías el uno domina al otro.
En resumen: la coincidencia en el espacio tiempo de distintas dimensiones materiales, se saldará con el progreso o regresión de ciertas partes según unos topes en la cuantificación, consecuentes a la geometría curva.
Dado un medio, las velocidades son inversamente proporcionales a las masas, de forma tal que las dimensiones en el "vacío" han de ser tanto más veloces cuanto más fragmentadas. Lo contrario ocurre en las grandes estructuras cuya inercia es muchísimo mayor.
Supongamos dos partículas de masas diferentes que son impulsadas con igual energía.
Ante la densidad del medio, la masa mayor, con más inercia, avanzará más lentamente que la menor.
Podemos decir, que a mayor velocidad la partícula es más onda y menos corpúsculo.
No es posible medir cualquier velocidad "antecedente", porque no lo es mensurar el grado de fragmentación en su posibilidad ilimitada. Sólo podemos constatar el movimiento relativo, no el absoluto. Dentro de nuestras limitaciones (nuestros márgenes de dimensión), es en la velocidad de la luz donde está la frontera y a efectos prácticos nos sirve satisfactoriamente, no necesitamos ser más precisos. Más allá de ahí, C como tope no nos vale. ¿Cual sería realmente la velocidad de expansión si tomásemos como referencia una base dimensional tendente al infinito profundo?, y ¿cuánto valdría C? Pero sí que es posible la comparación en presente entre magnitudes. Hay un valor absolutamente constante porque va inmerso en la geometría curva, el valor de p. De él arrancan todos los cuantos (como comprobaremos), pues en el movimiento, base de la energía, sólo pueden existir la trayectoria casi recta o la curva, con sus variaciones.
Los cuantos de masa y de energía provienen de la transformación del movimiento libre a confinado y viceversa.
En relación a la materia bariónica, las energías oscuras (versátiles e ilimitadas) suponen la base material más abundante y uniformemente repartida. Lo mismo ocurrirá con éstas en relación a sus dimensiones invisibles. Es de suponer que la espuma cuántica emerja de forma "constante", de ese "vacío" energético que lo inunda todo, según una probabilidad de interacción entre sus partes. Tal constancia supondrá, que existen unos procesos igualitarios para todas las estructuras materiales y que constituyen sus bases de
partida. Las variaciones emergentes en la progresión material a partir de esa "dimensión primera", siempre fragmentaria, bien pueden ser transitorias, y reversibles casi al cincuenta por ciento, dada la probabilidad de expansión y de reconcentración. Igual pudiera decirse de una materia supermacro, muy por encima de nuestro estatus dimensional. Pero dada "la moda expansiva" de nuestro universo, bien poco podría afirmarse.
Discernir que más allá de "lo oscuro", dimensionalmente, no haya nada, sólo sería una conjetura. Quién puede afirmarlo. En base a qué.
El nacimiento de las partículas a partir de otras subsistentes más pequeñas supone una ganancia de espacio (expansión): el dominio que engloban y que antes no existía sino como un espacio infra. Para la nueva estructura, es ese su recinto "intocable" que el resto han de respetar. Por el contrario dicho dominio desaparecería si se fragmenta o aniquila.
Pero hemos de distinguir entre las dos grandes familias de elementos: fermiones y bosones. Mientras los fermiones siempre requieren su propio espacio (se abren, debido a sus espines fracción, n·½·h), los bosones avanzan longitudinalmente y en un sentido (espines enteros, n·h).
Los elementos libres, díganse corpúsculos-onda, o su equivalente, pequeñas energías-masa, circulan en el mal llamado vacío (el ámbito de los ámbitos), según trayectorias abiertas rectilíneas o "cuasi curvilíneas", al menos mayoritariamente, sin circunscribirse a un dominio concreto más allá del suyo estricto. Su ámbito es indeterminado y difuso, que no obstante no dejará de ser expansivo, aunque de forma inconcreta. Sustancialmente no modifican el espacio; vagan por él sin un lugar cerrado-curvo donde recluirse como el dominio para su energía. Este dominio ha de ser tanto más amplio cuanto menores sean las masas de sus elementos. Tal vez pueda decirse, que interconexionen toda la materia y el espacio a velocidades cada vez mayores, tendentes al infinito. Es por ello que se habla de campo de vacío, o de una sustancia límite, imprecisa y sin masa. Sin embargo los movimientos ondulatorios corpusculares también procuran su ínfimo incremento de espacio y masa. Globalmente, para la expansión juegan en su provecho el inmenso número de elementos y sus intrincadas redes interactivas y consecuentes choques. Se suele decir que, cómo es posible que dada una fragmentación tan disipada, las energías profundas puedan ejercer su acción hasta alcanzar a lo macro, pero se olvida la gran velocidad de sus componentes y el espacio que abarcan.
Nosotros siempre nos referiremos a la sustancia cuántica como ondas corpúsculo, por muy infinitesimales que puedan ser.
Onda corpúsculo.
La resultante de las resultantes entre movimientos de giro y traslación se decanta a una trayectoria ondular de los subelementos.
El supuesto corpúsculo "se abre" y circula como una línea ligada de subpartículas.
Toda partícula que se mueve sufre un alargamiento o elongación en el sentido de avance, tanto más acusado cuanto mayor sea la velocidad. De tal manera la conformación de los elementos que la constituyen (según orbitaciones) se hará en forma de onda. Una onda de características variables según el medio y sus campos. No hay un modo de trayectoria prefijada, pues depende del espín, de las velocidades y la interacción de campos, magnético eléctrico y gravitatorio. No lo confundamos con el acortamiento relativista con la velocidad que depende del sistema de referencia.
Maneras de conformación.
La interpretación de la masa
Cuando los elementos interaccionan, se aproximan, chocan y se pueden fragmentar, para reconvertirse, según la resulta de materiales y movimientos, en otros diferentes, si no se aniquilan (la vuelta a una dimensión inferior).
La puesta en común también propugna su ligazón mediante los típicos hilos gluónicos (o f. fuerte), cuando no sea por los campos electromagnéticos y gravitatorios, para rotar en círculo, como en un corro que orbita al aglomerado resultante del medio que circunvalen (orbitación con arreglo a densidad del nuevo ET). Es el origen de la nueva estructura, un anillo de subpartículas. Se trata de un movimiento cerrado y envolvente pues, pensamos, rota a su vez en sentido transversal según concepto de espín y su valor, viniendo a conformar lo que se dice una nueva masa, es decir, una barrera de energía, un enrejado de las líneas de acción de los subelementos que patrullan incansablemente una superficie. Es dicha barrera la que se opone a la acción del medio. Éste sería el concepto de masa. Una probabilidad de encuentro o choque, mayor o menor, con los componentes mediáticos, según la relación de magnitudes. El área de este enrejado probabilístico según frecuencia de líneas de energía ha de ser la de un esferoide para el caso de la partícula que se mueve con un sistema inercial, o según, un cilindroide, si avanza veloz con respecto al medio; la vertiente genuina de onda de onda-partícula.
E · t = línea de acción por un tiempo.
O lo que es lo mismo, el efecto de avance de una línea de acción.
Para una velocidad cualquiera, v:
Dado su sometimiento a un espacio curvo, puede decirse que la masa es la acción enrocada en un dominio, ya sea cerrado o abierto en el sentido de avance.
Cuantificarla, significa mensurar una barrera de energía o su sumatoria para cuerpos llenos o macizos.
La masa elemental suele presentarse según distribuciones esferoidales, ovoidales o toroidales. Mención aparte merece la onda corpúsculo en cuanto que onda, cuya masa se concreta según cilindroides.
La masa macro.
Primigeniamente, o de primeras, la ganancia de espacio con la lógica formación continua de estructuras, ocurre, como es lógico, desde elementos del "vacío", de dimensión más baja, en el seno de lo que se ha dado en llamar la espuma cuántica. Pero la dicha espuma lo inunda todo, el espacio libre y las estructuras materiales, y es inagotable. Realmente, las grandes masas, cualquier masa, no serán otra cosa al fin y al cabo sino la acumulación recombinada de espuma cuántica, una estructura de glóbulos particulares que aumenta y aumenta, o disminuye y disminuye, como resultado del movimiento indeleble en su seno y las interacciones según cierta uniforme probabilidad aleatoria. Si nos ceñimos a la distribución de la materia en la actualidad: espuma cuántica-materia oscura-materia normal, es lógico colegir que el substrato energía oscura viene a ser el criadero para la materia oscura y ésta para la materia normal; es una cuestión de escalonamiento en las dimensiones. También es comprensible que los "tres" estadios materiales coexistan entreverados en el mismo espacio tiempo.
Aparte la presión por el movimiento entreverado de los componentes libres o cuasi libres que en gran medida la constituyen, la tal espuma cuántica será el origen de la inflación (ganancia de espacio), en cuanto que mayoritaria y base combinatoria "primera"; actuando, inmersa, o sobre otras partes, por la sencilla razón, de que sus elementos son a la vez constituyentes y competidores. El verdadero "origen" si se considera la forma ascendente inflacionaria.
Esta inflación define el sentido positivo del tiempo, la existencia como movilidad de ensanche, el ser de la materia como su trasiego de la pequeña a la gran dimensión, pues, en principio, el movimiento consiste en recorrer y abarcar espacio, salir de sí mismo, de su localidad, y extenderse. Pero también ocurre a la inversa con la acreción fragmentaria, cuya validez existencial es la misma (tiempo y movimiento se considerarían negativos).
¿Pero, de los dos, cual será el mayoritario? ¿Es determinable?
Si nos ceñimos a la apariencia expansionista, consecuente a ella ocurre un incremento de escala. Caso contrario sería la concentración (decremento de escala) si llegado a un equilibrio el proceso se invierte hacia el agujero negro, o mejor que se diga, hacia un universo negativo. Pero el número de agujeros, negros o blancos, grandes o pequeños, bien podrían estar equilibrados, como ocurre con la carga o con la materia-antimateria.
Pero si las estructuras no rebasaran ciertos límites y todo se acrecienta en proporción, su relativo estatus próximo en el tiempo no ha de cambiar de manera drástica. No obstante, tal persistencia sólo ocurriría si la materia fuese uniforme, lo que no ocurre, aun si la proporción se mantiene. Es lógico que las grandes masas crezcan más cuanto menos ligadas, y que los grandes espacios lo hagan en mayor cuantía que los pequeños. Puede decirse que a más radio más expansión. Sin embargo, los valores de densidad juegan en su contra pues las fuerzas de ligazón son más fuertes. Todo eso aparte, la velocidad de crecimiento, o decrecimiento, ha de ser auto acelerada como corresponde a su progresión exponencial.
Con lo antes dicho para el crecimiento no nos referimos sólo al aumento de volumen sino a su "engorde". No es lo mismo el inflado que el relleno. ¿Con sólo la inflación, las constancias materiales persistirían? ¿Las estructuras seguirán siendo las mismas? Lógicamente no, si al aumento de volumen no le acompañan las demás
dimensiones, en especial masa y energía. Pero al fin y al cabo, masa y energía se reducen a lo mismo: a un número de elementos que se mueven; un escalar, espacio, y tiempo. Hablar de inflación o de crecimiento viene a ser casi lo mismo. Con la salvedad de que una masa inflaciona si hay un aporte superior de energía-materia. Llamaremos crecimiento a la expansión de las partículas y expansión al inflado inter componentes.
Al igual que un astro, una galaxia, el cosmos las partículas también son espacio tiempos. ¿Por qué no habrían de expandirse o crecer? Claro que su expansión crecimiento sería más retringido. Pensemos por tanto en una inflación o reconcentración integral como la forma lógica de evolución de la materia.
Que los componentes ínfimos de las partículas, en cuanto que ondas corpúsculos, puedan interaccionar con otros de su medio oscuro interior que les sean compatibles, es lo propio. De tal manera existirá una sumatoria o acumulación resultante, entre otras, que engrose las distintas subpartículas onda, les incremente o decremente la velocidad y por tanto sus orbitaciones; con ello la partícula crecerá, o engordará, ordenadamente.
Si suponemos que la materia se compone de una acumulación fraccionaria e ilimitada de elementos: infrapartículas sub-subpartículas, subpartículas y partículas, hemos de conjeturar que cada dimensión inferior (tamaño o amplitud de onda) sea soporte de la inmediata superior según un asociado o superposición de ondas corpúsculo.
A nadie se le escapa que tal engranaje acumulativo ha de poseer estabilidad y constancia en el tiempo o la partícula en cuestión no sería. Ahora bien, un concatenado de ese orden, sin un límite definido hacia atrás, se constituye como una sólida transmisión en su movimiento, y como ocurre a un engranaje mecánico multiplicador cualquiera, la máxima velocidad corresponde a la rueda de engrane más pequeña. Siendo así, el movimiento de las subpartículas actuales en vigor viene dado por la acumulación en el tiempo de su ilimitada genética.
El "motor" del movimiento (consecuente a la infinitud, como ya vimos), es achacable a la energía acumulada en el espacio-profundo-fragmentario, que no ha de ser restringido sino extenderse a todo el cosmos. Debido a la relación inversa entre masa y velocidad, ésta última se verá incrementada hacia las dimensiones profundas y decrecerá hasta el valor de macro presente. No ocurre así para su producto, la energía, que con relatividad, globalmente se conserva.
Energía de una masa en movimiento
Entendiendo que la masa se concentra fundamentalmente en la superficie de los glóbulos de materia elementales, la acción sobre cualquier punto del medio se realiza según la barrera másica en esa dirección y sentido, lo que significa que cara al exterior la masa sólo opone su mitad. Ello es válido para la inercia, el choque o la fuerza gravitatoria.
La mitad dirigida en el sentido de avance apantalla a la otra mitad. Esto será igualmente válido para una partícula que para una gran masa de gas (o una estrella en difusión).
La fragmentación material supone un escalonamiento en el dimensionado de las partículas. Tal dimensionado dista mucho de ser continuo pues obedece a la cuantificación universal; una consecuencia de la geometría curva.
Los rangos de dimensiones suelen ser muy distantes entre sí, como lo son los tamaños propios de sus partículas. En la combinación de elementos el ámbito total de una masa es exageradamente mayor que el que correspondería a sus componentes aislados.
La separación entre los órdenes dimensionales es inmensa (millones de veces). Así, en la materia normal, materia oscura y lo que se ha dado en llamar energía oscura, aún de seguir un escalonamiento más o menos progresivo en los valores promedios de cada orden, los estatus mayores son penetrables por los menores sin interferirse apenas. Por ello, aparte las características propias de cada uno, no es extraño que no exista prácticamente interacción entre estamentos materiales distintos, como no sea en sus límites, allá donde los ordenes se tocan o se solapan. Así, por ejemplo, en el caso del neutrino que suele considerarse como supuesto referente del estamento superior de la materia oscura, en estado libre puede traspasar nuestro planeta de un lado a otro limpiamente. Claro que no debe olvidarse la cierta neutralidad en esos componentes libres.
Cualquier partícula o masa de partículas de una dimensión superior "deforma el campo de dimensión inferior" como algo ajeno que lo estorba, pero no el de otra más alejada que las traspase y que sólo actúa sobre el primero "de carambola" a través del segundo. Aunque ha de hacerse una distinción: una partícula no se compone sólo de las subpartículas principales, sino que en su vacío interno pululan las correspondientes a dimensiones inferiores, aquellas que pueden penetrarla. Por otro lado las propias subpartículas se constituyen como acumulación de las inferiores.
Considerada la energía como movimiento suma de corpúsculos onda, en cuanto que tales su masa es insignificante y su velocidad muy alta. Lo que no va en su masa va en su movimiento:
Así, en cuanto que los componentes de una dimensión sean más libres, sus partículas, menos ligadas, han de ser más veloces (como la corriente de agua que arrastra los objetos en su seno). No podemos admitir por tanto ningún límite de velocidad absoluto. No existe la partícula de masa cero ni la de masa infinito, que corresponderían a velocidad infinita o cero respectivamente. La velocidad de la luz no puede corresponderse a fotón con masa cero pues habría de ser infinita y no concreta como lo es. 299.792 km/sg será la velocidad correspondiente a la dimensión fotónica en las mejores condiciones
ambientales. El comportamiento de las ondas-corpúsculo oscuras posiblemente sea parecido al del fotón donde las cargas internas se anulan. Puede tratarse de pequeñas cuerdas de elementos ligados electromagnéticamente que se combinan de forma similar a los segmentos de los campos fotónicos.
Pensemos en un espacio tiempo ilimitado donde el valor de las ínfimas masas componentes decrezca con arreglo a una fragmentación sin límite. En la energía, supuestamente compuesta de ondas corpúsculo, la onda se constituye como el movimiento ondular o vibratorio del gránulo de energía enrocada como tal corpúsculo y que por tanto le supone una masa. El valor de ésta es insignificante en comparación a su velocidad. Lo que no va en masa va en movimiento. Difícil distinguir lo uno de lo otro, pues la energía enrocada viene a constituirse a su vez de otros corpúsculos onda, energía cautiva al fin y al cabo, que no por ello deja de ser ondular dentro de su pequeño dominio.
La existencia de tales corpúsculos, por ínfimos que sean, requiere alguna forma de acreción. Si hemos de referirnos a la gravedad como el resultado de la presión expansiva de una energía-materia libre o cuasi libre (semejante a un gas), cualquier estatus de corpúsculos ha de obtener su gravedad práctica de la presión expansiva de otro estatus anterior (dimensión más baja). De no admitir el infinito hacia abajo habría que suponer un límite de elementos iguales cuya presión mutua les mantuviese en su conformación. Una falacia, pues serían compactos.
No obstante, también se da la presión de una dimensión alta hacia una baja como ocurre en la concentración material, un universo negativo sojuzgado por otro mayor positivo, en expansión.
Sin embargo la unión permanente de los elementos como partículas no puede obedecer a la simple acreción o no serían estables con la variabilidad del medio. Así, se habla de hilos gluónicos y partículas transmisoras de fuerza. Al fin y al cabo, una aglutinación en base al movimiento y sus "remolinos" o ciclones como una virtualidad de pequeñas partículas.
Cualquier masa o grupo de masas se verá rodeado de las materias "inmediatamente" inferiores debido a que no pueden penetrarlas sino parcialmente. Una agrupación de estrellas por ejemplo se encuentra amalgamada por materia oscura, de las que son su origen, y la presión dimensional inmediata actúa sobre el conjunto procurándoles la gravedad de agrupación.
PENETRABILIDAD-YUSTAPOSICIÓN DE LAS TRES DIMENSIONES MATERIALES QUE SE CONSIDERAN.
Para el estudio del efecto gravitatorio como resultado de la presión oscura, se ha de tener en cuenta que:
? La presión de los campos materiales es proporcional al grado de libertad de sus elementos libres, e inversamente proporcional a su grado de interacción.
? La presión efectiva actúa de las dimensiones más bajas hacía las altas de una forma escalonada. Aunque para la concentración material también puede ocurrir al contrario.
?En cada actuación el tamaño de los elementos ha de ser equiparable (para que puedan chocar o interccionar), dentro de unos límites.
? Relativamente, la presión oscura, allá donde actúe, es tanto más uniforme y extensiva cuanto menores sean los componentes.
Dichas presiones son comparables a las de un gas ideal, dependiendo del grado de acreción entre componentes.
La materia oscura que rodea a un cuerpo es proporcional a su masa, pues la presión cósmica se acumula ante cada uno de sus elementos según su barrera másica total, la externa y las internas. Desde otro punto de vista, podrá decirse que esa materia oscura sea la sobrante de la formación de la materia normal. A más masa el requerimiento de materia oscura habrá sido mayor.
Decir que una masa deforma el espacio tiempo quiere decir lo anterior, la acumulación progresiva sobre ella desde el infinito de esas dimensiones menores. Todo lo cual como consecuencia de la expansión. No podrá decirse que el ET es estático sino que todo en él se mueve conforme se expande, como un gas, cada dimensión según el grado de libertad de sus elementos; tal grado de libertad es relativo a la conformación cósmica, cuyo referente sería la inercia-masa.
FIGURACIÓN DE LOS CAMPOS DE MATERIA PRÓXIMOS A UNA PARTÍCULA
PRESIÓN OSCURA DEBIDA A LOS MOVIMIENTOS Y CHOQUES ACUMULADOS DE MATERIA INFRA.
El entrelazado de los movimientos (lo imbricado de las trayectorias) y los consiguientes choques dan lugar a una presión uniforme y acumulativa en progresión hacia las masas.
La presión cósmica y la inercia
En principio, una masa aislada se mantiene inmóvil en su relatividad, inmersa en el campo de presión infra aleatorio y uniforme que la rodea. No habrá sobre ella un empuje resultante en ninguna dirección.
Aplicar una fuerza sobre la masa significa forzar el movimiento aleatorio de los campos de materia de su entorno en el sentido contrario al de su avance, a través de ella misma. El equilibrio se ha roto. Los ínfimos elementos atraviesan en avalancha la propia partícula, de tal manera que se origina a su través un flujo inframaterial. El cerco oscuro se rompe en el sentido de avance.
Para que el nuevo estatus se mantenga, dicho flujo ha de retornar como un ciclo, de forma parecida a como lo hace un flujo magnético.
Esta corriente, como un remolino, es autoalimentado por el propio campo de infrapartículas que lo harán perdurable. Así, la masa flota y se desliza en una especie de colchón móvil, elástico y giratorio, sin rozamiento, o insignificante, siempre que no existan otras interacciones. La presión infra de atrás no varía, mientras por delante decrece. La diferencia de presiones hace que la masa se mueva, y lo hará de forma equivalente a como lo haría bajo el empuje gravitatorio. Este resultado es comparable al de la fuerza de gravitación entre la masa y una masa equivalente a la energía aplicada que se reintegra de manera constante desde el medio.
El móvil se mantendrá en movimiento uniforme mientras no halle una causa externa que se lo impida.
Podemos contemplar la deformación del espacio tiempo desde dos puntos de vista: el uno, como la redistribución de una red abstracta o campo estático debida a una masa; el otro, como la agrupación material de infrapartículas del medio que "se remansa" ante la barrera de una estructura, ejerciéndole una presión, consecuente a la expansión universal.
Cualquier estructura de dimensión superior inmersa en un campo material de elementos más pequeños, predominantemente libres, sufre por parte de estos una presión mínima equivalente a la que ejercerían en el volumen de campo que dicha estructura desplaza. Esa materia predesplazada se comprime ante la masa según una concentración descendente con la distancia.
De los dos puntos de vista el más objetivo a nuestro parecer es el segundo, pues va conforme con el supuesto de las materias oscuras infras.
Sean dos masas, cada cual en su respectivo espacio-tiempo, o campo de materia energía.
Según evidencian los halos oscuros en galaxias y astros en general (a nivel cuántico sería difícil tal observación), podemos establecer, como sugieren nuestras representaciones, que la energía-materia oscura a su torno, es proporcional a la cuantía de la masa e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia.
La aparente irregularidad en los halos galácticos no ha de verse como un resultado aleatorio en la acumulación de materia oscura sino como una consecuencia de la yuxtaposición de los campos oscuros propios de cada astro, cuyas masas sí que pueden ser "aleatoriamente" distintas, así como su posicionamiento.
Volviendo a las dos masas, supongámoslas más lejos o más cerca la una de la otra.
Como consecuencia de la yuxtaposición de sus campos,
la densidad de materia oscura entre ellas será mayor.
A menor distancia el intermedio material será aún más denso.
Dicha variación en la densidad oscura intermedia también es decreciente con la distancia al cuadrado (aunque no cumpla con exactitud meridiana).
La presión oscura en el intermedio entre dos masas siempre será menor que en sus entornos no enfrentados, porque a mayor densidad de materia oscura la movilidad decrece. La presión externa será pues superior a la correspondiente del espacio común.
La fuerza de empuje resultante irá en proporción a la sumatoria de distintas presiones, pues en el espacio intermedio la densidad oscura no es uniforme.
En el diagrama anterior ya se observa como la fuerza resultante (color verde) tiende a mover, relativamente, la masa menor hacia la mayor. Es esta resultante la que importa, el resto no se ha de tener en consideración si también se cuantifica la fuerza elemental como una resultante.
La Ley de Newton
Olvidemos las presiones cósmicas de momento y tratemos de interpretar la Ley de Newton.
¿Por qué para obtener la fuerza gravitatoria las masas se multiplican y no se suman, pongamos por caso?
Qué significa la constante G. Cómo obtenerla.
¿La variación de fuerza con la distancia al cuadrado, se cumple con exactitud cualquiera sea el grado de proximidad o alejamiento?
La atracción gravitacional es el resultado de la sumatoria de todas las atracciones entre elementos cuyo número viene dado por la cuantía de las masas. A tales componentes últimos, las unidades elementales, se les supone como cuantos irreductibles, si se piensa que más allá de esa dimensión no pueden fraccionarse. Poco importa eso, pues desde alguna referencia habría que partir, máxime si aún no es posible constatar eficientemente materias más sutiles.
Llamemos f a la fuerza elemental gravitatoria entre esos pequeños cuantos, o subpartículas últimas de una estructura primaria invariable.
? El producto de las masas representa pues la sumatoria de todas las fuerzas elementales de acercamiento.
? Dividir por la distancia al cuadrado significa la cuantificación de la suma de densidades oscuras entre las masas según su proximidad o lejanía.
A grandes distancias la concentración oscura en la línea de las masas ha de ser extremadamente pobre, lo que va en consonancia a la debilidad gravitatoria en comparación con las otras fuerzas fundamentales. Sin embargo, no por ello la fuerza de gravedad es menos garante, de esa mínima decantación entre el escape y el atrapado orbital de los planetas, por ejemplo. No se olvide que en la conformación de órbitas juegan un papel destacado los campos magnéticos, por no hablar de la importancia del efecto magno en las rotaciones.
En cuanto a G, la constante o cuanto de fuerza gravitatoria, significa eso precisamente, el valor de la fuerza mínima entre elementos que se establece como "unidad absoluta".
Intentemos obtener dicha constante, o mejor dicho, su módulo, ya que el factor 10?¹¹ viene a ser un reductor de escala.
Para nuestras pretensiones hemos de partir de lo que llamamos mórula elemental de acreción, la estructura mínima de agregación material.
La mórula elemental de acreción
Tal estructura mínima, será, aquella que consigue el máximo aprovechamiento del volumen en la acreción, considerando la esfericidad cierta de sus componentes, o lo que es lo mismo, el sometimiento de la materia energía a la curvatura del espacio tiempo.
De tratarse solamente de una acumulación de superficies (como capas de cebolla), la estructura más adecuada sería sin duda la del "panal de abeja con componentes curvos". Así ocurrirá por ejemplo en la superficie metálica. Pero esa estructura plana en el espacio carece de sentido. Espacialmente no nos serviría, pues su relleno en volumen dista mucho del de la mórula elemental de acreción, aparte que tampoco sería isótropa.
La estructura morular ha de ser isométrica para las tres direcciones del espacio y sus ángulos de crecimiento deben cumplir con la isotropía expansiva.
La mórula primaria, por lo elemental, la más simple que cumple con la acreción, sólo se compone de siete partículas: una en el centro rodeada de otras seis, dos a dos, una por cada sentido de las tres direcciones del espacio. Una estructura octaédrica regular centrada.
Hagamos una aclaración respecto al cálculo de G en nuestro anterior estudio, "Cuantos masas y energías": allí supusimos una mórula de seis partículas solamente, de forma errónea, aunque ello no influyó para nada en su obtención, ya que ésta se hizo geométricamente a partir de la constante de Planck. Vayan aquí nuestras excusas.
Como puede verse en las figuras que siguen no es lo mismo la estructura plana de siete partículas, que podría ser eficiente en conformaciones de movimientos libres según un plano, que las mismas siete según la orientación espacial requerida por la acreción.
Estructura octaédrica centrada
La visión en isometría de la estructura octaédrica elemental, coincide con la superficie mínima de acreción, lo cual implica que los ángulos isométricos serán los mismos para las nuevas direcciones en que se acumulen espacialmente.
Si la acreción se desarrollase según ángulos distintos al isométrico la discrepancia estructural sería insalvable.
El ángulo de inserción para la acumulación de sucesivas mórulas elementales es de 35,26° (el de la proyección isométrica).
En la imagen, un ejemplo de discrepancia para la acreción de no
seguir los ángulos isométricos (ángulo 0 en el caso del dibujo).
La red de acreción según el octaedro es homogénea e isótropa y va acorde con la progresión del espacio tiempo según simetría isométrica.
Según imagen, en la acumulación puede percibirse el ensamblado y sus ángulos.
El hecho de que la mórula presente siempre la misma cara o inclinación en el sentido de crecimiento, el opuesto a la presión oscura, nos permite el cálculo de G o fuerza resultante de dicha presión sobre la supuesta superficie elemental. Y decimos supuesta, porque nada quita a que puedan existir estructuras aún más pequeñas. En tal caso, el módulo de G seguiría siendo el mismo, sólo decrecería el factor de escala. También puede hablarse sobre la universalidad de G para cualquier masa o densidad de masa, pues la compresión o expansión significa un modificado de la escala, en tanto la granulación material exista (¿?).
Hemos de suponer que las fuerzas oscuras sobre la estructura elemental son perpendiculares a su superficie (o tendentes a ese límite). En definitiva, se trata de calcular dicha superficie en unidades de composición, es decir, su número efectivo de componentes, identificando a cada uno con la unidad elemental de fuerza, resultante de las que recibe; la unidad patrón, como si dijéramos.
Como puede observarse en el dibujo que sigue a continuación, para el ángulo de isometría las partículas se apantallan unas a otras parcialmente (las líneas de presión oscura entran perpendiculares al plano del dibujo), con lo que las fuerzas no actúan sobre partículas enteras.
Calculemos la superficie útil total y su equivalencia en número de partículas:
Este número es, el módulo de G.
G completa, sería igual a : G = 6,67486 · 10?¹¹ N m² /kgr²
La fuerza gravitacional con la distancia.
El paralelismo entre fuerzas elementales o lo que es lo mismo la perpendicularidad sobre G podrá darse con más precisión cuanto mayor sea el distanciamiento entre las masas puestas en liza.
Hemos representado las curvas de variación de la densidad oscura, ?, con la distancia para dos masas no iguales. Naturalmente que los valores de ? son supuestos. Se trataría del producto de una constante ( o función) por el valor de la masa: ? = k m
Para comparar mejor ambas curvas, invertimos una de ellas y la volteamos hasta que queden opuestas la una respecto a la otra:
De esta forma puede apreciarse con más claridad la variación en la suma de densidades según distancia:
?² = d
Velocidad y aceleración.
Tengamos una masa M, de elementos poco ligados que pueda expandirse. La fuerza gravitacional o de acercamiento con otra masa m, viene dada por:
A los efectos sería la masa superficial lo que cuenta.
Este sería el caso de una gran nube de gas o una estrella, suponiendo que su expansión fuese uniformemente acelerada.
La velocidad de expansión-crecimiento:
De estas relaciones deducimos que dicha velocidad aumenta con la masa y decrece con la superficie, relativamente invariable la una y de variación cuadrática la otra, por lo que una aceleración constante no será posible.
Se llega a un punto de inflexión cuando M = S en que la velocidad V = 4p G t = 83,87 x 10?¹¹ m/sg es mínima.
En adelante, la superficie coge la delantera, y la masa se va haciendo difusa, hasta el extremo de que la barrera másica permite que se desinfle de materia inflacionaria. En ese punto la velocidad de expansión se hace cero.
El conjunto comienza a decrecer, presionado por el espacio tiempo exterior que continúa con su crecimiento expansivo.
Poco a poco, el medio oscuro de afuera presionará y presionará hasta reducirla con la formación de un compacto horizonte. El conjunto se cierra, sin permitir el transito a su través, o sólo ínfimamente. El inicio del agujero negro.
Es entonces cuando su radio queda reducido al radio de Schwarzschild:
La cuantificación de la masa, según G.
Hemos reiterado, y no poco, que la constante G es asimilable a media superficie esférica. Su radio es casi equivalente a ½ de la constante de Planck reducida, o radio de acción, h.
Si el valor h/2 está cuantificado como espín para los fermiones, también se cuantificará su superficie, pues los momentos se relacionan con la distancia-radio que puede darse para dichas partículas, y por consiguiente, de forma indirecta, también su masa, pues G como cuanto corresponde a la unidad elemental.
Lo que nos dice, que la cuantificación de masa según unidades de G para fermiones sería proporcional a los cuadrados de los números enteros (para aquellos elementos que existan).
Sin embargo, como dijimos antes, h no se corresponde con exactitud con el radio de una partícula equivalente con G, sino que hay una discrepancia de 0.030547. La tolerancia de acción, diferencia entre h/2 y el radio real. Dicho correctivo aparecerá como incremento de superficie:
Podríamos pensar en una cuantificación descendente considerando un sentido negativo. Para ello no nos valdría h/2 sino sus fracciones. Y el ?A iría diminuyendo en proporción. Seguramente habría saltos como ocurre con los elementos normales. Constatar la naturaleza de las estructuras por debajo de los límites de Planck, no es del todo factible por ahora (Caso del fraccionamiento del electrón o el manipulado del fotón).
La fuerza atractiva o repulsiva entre cargas se calcula de forma similar a la fuerza de gravitación donde las masas fuesen cargas y la constante G la constante K de Coulomb o fuerza elemental eléctrica.
Esta ley viene restringida a cargas estáticas y puntuales. Pero debemos clarificar lo que se entiende por carga. Nosotros pensamos que si bien una carga puede permanecer inalterable, su valor es el resultado de una acción dinámica de los componentes del campo eléctrico. Rigurosamente, la carga no puede ser estática, sino una "movida" de elementos, que pese a todo presenta una resultante cuantificada.
Ambas, la fuerza eléctrica y la gravitacional, proceden de la sumatoria de unas fuerzas elementales, provenientes, la una, de dos flujos infra hacia adentro o hacia fuera en combinación, y la otra, de dos presiones infra (flujos) siempre de sentido contrario; es ésta, conceptualmente, la salvedad.
El origen de la carga
Se suele decir que la carga es una propiedad intrínseca de la materia. Decir eso es la forma más elocuente de no decir nada, de eludir el tema. Pero tan significativa cualidad de la materia no se puede obviar en esos términos. No hay proceso o estructura en que la carga no está presente.
¿En qué radicaría una cualidad tan determinante?
¿Por qué unos elementos poseen carga distinta respecto a otros?
Se dice que la polaridad eléctrica sólo es cuestión de un superávit o déficit de electrones, y ciertamente el electrón puede decantar el signo de la carga para positiva o para negativa. Sin embargo, hay experiencias en que se consigue una fracción de carga del consabido elemento. Lo que tampoco nos esclarece mucho, pues la cuestión viene a persistir de nuevo en las dichas fracciones. Aunque si nos indica una cosa, que las cargas no tienen su origen en un elemento determinado. Así, algunos neutrinos, de dimensiones mucho más pequeñas, no son tan neutros, pues poseen cierta carga, y cierta masa, claro que sí. Cierto es que la primera puede venir enmascarada en lo que llamamos sabor, según sus subelementos, pero como fuere, y aparte eso, el neutrino tal vez sea la partícula más cercana a la materia oscura. ¿Y no ha de haber electricidad y magnetismo en esas
profundidades? Se dice que el neutrino es zurdo (también pueden ser diestros)porque la trayectoria espiral en su avance es a izquierdas. Pero eso suele ocurrir si el giro propio de la partícula lo es en ese sentido.
Es posible plantearse el signo de carga como un efecto de la rotación y según su sentido respecto al espín, sin que ello suponga incompatibilidad alguna con el resto de manifestaciones físicas. En condiciones normales, se entiende.
La emisión-recepción de fotones en la atracción o repulsión no ha de ser sino la forma de energía-materia en el trasvase, y en su conformación íntima, el campo magnético y el eléctrico participan de la rotación. Aquello de que un electrón en presencia de otro emite un fotón, requiere que el primero detecte al segundo y viceversa. No obstante, se suele decir que la acción a distancia para tales fenómenos no existe. No es acción a distancia, claro que no, sino extensiva y permanente. La pregunta es obligada: cómo "sabe" el electrón que la otra partícula está ahí. O cómo explicar la atracción repulsión estática en ausencia de fotones. Por lógica ha de haber necesariamente un flujo previo, o simultaneo, entre las dos partículas (llámese de campo eléctrico y de campo magnético). Así, posteriormente, la conjunción electromagnética, asimilable al fotón, será como la avanzadilla del tal "conflicto"
Un paso más nos llevaría, de comparar la partícula según su carga con un mini agujero negro o blanco, a calificarlas como sumideros o fuentes de materia infra. Absorbentes o emanantes. Lo que no contradice lo anterior, pues nada impide que los agujeros roten, ni puede haber otra causa para que los flujos circulen.
De ser blancos o negros, que sus movimientos de giro, parciales o totales, sean de efectos contrarios será lo propio. Igor Ninkov y Yubal Ne´eman demostraron matemáticamente, a partir de las ecuaciones de Einstein, que los agujeros negros o blancos, eran posibles. Sus mecanismos, no obstante, quedaban indeterminados. Nosotros creemos que la mecánica del pequeño agujero negro es trasplantable al mayor y viceversa.
Son éstas, dos formas de ver lo mismo, agujeros como partículas, y partículas como receptoras o emisoras de energía, la materia más sutil.
"Bajo condiciones particulares, los electrones son capaces de dividirse en espinones y holones".
No hace mucho, cientificos de la Universidad de Cambridge consiguieron constatar que los electrones pueden dividirse en subpartículas, los llamados espinones y los holones. Ello ocurre cuando son obligados a pasar por hilos muy estrechos y a muy bajas temperaturas. Ante la falta de espacio, el electrón opta por "fragmentarse" como lo haría cualquier partícula.
Ya se observa que tales agujeros negros o blancos no se comportan como tales para la carga, sino que lo absorbido o emitido, respectivamente, se emite o absorbe con el flujo magnético. Una solución más lógica. Electricidad y magnetismo son complementarios. No obstante los efectos de uno y otro campo son distintos: el uno actúa en sentido ecuatorial respecto al otro que lo hace en sentido polar, o mejor dicho, según esa pauta dentro de unos márgenes, pero siempre perpendiculares entre sí. El elemento magnético gira con el eje según trayectoria de avance, en sentido longitudinal, el eléctrico avanza perpendicularmente al anterior, con igual dirección de giro, aun balanceada según el espín. Ambos efectos no se mezclan, pero se reconvierten uno en otro en su interacción. Pueden actuar por separado pero son transformantes el uno en el otro.
La carga positiva o de emanación de materia infra, puede corresponder a una orbitación única de subpartículas o a dos o más de distintos sentidos. Para el protón, por ejemplo, con carga positiva, la acción externa de giro es predominantemente en el sentido de mover el material hacia afuera. En ambos casos (campo eléctrico entrante o saliente), ello no significa la ausencia de un flujo magnético, pues ambos, eléctrico y magnético, se complementan.
Significado de la carga
La carga no es consustancial a unas determinadas partículas, aunque unas las posean y otras no. La carga es algo dinámico y consecuente a los modos de traslación y rotación.
El vacío absoluto no existe. Cualquier partícula o ente material está sumergido en un medio de dimensión menor (corpúsculos onda). La traslación y giro de los anillos de subpartículas hacen que se muevan los componentes infra de su entorno. El efecto es semejante al de un rodete de ventilación de alabes esféricos con giro propio.
El medio oscuro se supone casi invariante, en el sentido de que los campos que afectan a partículas en mutua interacción no se ubicarán en densidades muy distintas, pues de no ser así las fuerzas entre ellas variarían notablemente.
Efectos de la traslación y el giro
Una partícula será de rotación directa cuando el sentido de traslación y el de giro propio coinciden, no importa si ambos son a derechas o a izquierdas.
Una partícula de rotación retrógrada sería aquella en que los sentidos de traslación y el de giro propio son contrarios.
En la rotación directa las subpartículas barren hacia el interior los elementos infra que hallan a su paso en la traslación. Tal efecto le procura un flujo material desde fuera hacia dentro, en lo que sería la carga negativa.
Por el contrario en la rotación retrógrada el flujo resultante irá desde dentro hacia el exterior.
Dos partículas de flujos opuestos (cargas opuestas) se atraen, porque la una absorbe el flujo que la otra emana. Por el contrario si ambas absorben o emanan no habrá acuerdo de complementación. Dos negativas atraen materia del exterior de donde la hay, no de la parte enfrentada, por lo que se repelen. Dos positivas enfrentarán sus flujos de forma directa, repeliéndose. No obstante en las atracciones y repulsiones los campos eléctricos y magnéticos se ayudan mutuamente, por lo que en realidad se trata de una interacción electromagnética.
En las partículas neutras los giros internos serán la mitad directos y la mitad retrógrados por lo que las cargas se anulan mutuamente.
Pensamos en un doble efecto para el magnetismo de la partícula no neutra: el que corresponde a su momento magnético y el provocado por la circulación de carga.
Ambos proceden del giro traslacional de las subpartículas: el campo magnético, el genuino, como resultado simple de la compresión infra y rotativa hacia el interior, y el magnético de carga, por la acción sincopada: rotación traslación de los elementos.
El número más simple de elementos para la combinación de cargas es el 3. Así, dos positivos y uno negativo dan como resultado uno positivo: dos negativos y uno positivo darán uno negativo. O fracciones con igual resultado. Los tres del mismo signo no se acoplarían.
Dos combinaciones de tres elementos se atraerán o se repelerán según sus cargas, pero también lo hacen sus componentes por separado.
Las cargas se suponen estáticas.
Para el estudio cuantitativo, consideremos la sumatoria de las fuerzas entre todos los componentes, es decir: 3 x 3 = 9.
Decir fuerzas es como decir resultantes del impulso que origina el fluido de carga entre elementos. Dichos flujos pueden ser de igual sentido, caso de la atracción, y de sentidos opuestos para la repulsión.
Para el estudio genérico nos olvidamos del signo pues sólo nos interesa el número de interacciones y como se distribuyen en el espacio.
Se observa una cierta distribución de las líneas de carga cuyas características varían según el medio.
El valor de K para un medio distinto del vacío disminuye, y por tanto las fuerzas de atracción y repulsión son menores.
El parámetro que define la mutua interacción entre el medio y el campo eléctrico es la permitividad. Para el cálculo de K en el laboratorio fue preciso introducir este parámetro.
Pasemos al estudio de la sección de los haces de fuerza.
Como hemos podido ver, se trata de nueve círculos en anillo, uno contra otro, del que calcularemos el radio.
Con este valor del radio se observa que el número de círculos que encajan en el anillo no es exactamente nueve. Hay un desajuste entre el arco-anillo y el arco-círculo.
En la nueva postura (la real) los nueve círculos se interseccionan dos a dos.
Por tanto, para el vacío K = 8,9848 · 10? N m² /C²
El valor de K se expresa con arreglo a la llamada permitividad del medio, por lo que dependiendo del que se trate, su valor difiere.
Interpretación de K.
Según lo entendemos, K representa la fuerza elemental de atracción o repulsión entre cargas.
No se debe confundir el valor de K con el de las prefuerzas elementales ya que el conjunto también origina carga y por tanto fuerza, como se ha visto.
Tales precargas y fuerzas corresponderían a holones y espinones, o a preones.
A las cargas de conjunto las llamamos cargas de colaboración porque surgen según traslaciones y rotaciones, siendo la resultante una sumatoria de la acción conjunta.
Ya se ha visto como el sentido en el que gira una subpartícula (onda corpúsculo) puede originar una absorción de materia infra del medio hacia el interior del anillo particular o por el contrario una expulsión. No pensamos pues, que se trate de agujeros negros o blancos en el sentido académico, sino más bien de la cíclica transformación del flujo infra radial (eléctrico) a flujo polar (magnético) y viceversa. La materia que entra, o su equivalente, vuelve a salir, y la que sale retorna de nuevo. No es extraño por ello que en atracción o repulsión eléctricas participe el fotón como moneda de cambio, es decir, el cuanto interactivo, el trasvase elemental de campo eléctrico-magnético.
Lo dicho no quita para que las partículas puedan ser pequeños agujeros negros o blancos, universos en miniatura en expansión o reconcentración, pero dichas cualidades no obedecerían a transformaciones electromagnéticas sino de acreción. Así carga y magnetismo sería transformaciones "superficiales" o no profundas.
ATRACCIÓN Y REPULSIÓN ELECTRICAS.
A VUELTAS CON EL FOTÓN
El campo eléctrico se asimila a una corriente de corpúsculos infinitesimales que se desplazan como onda corpúsculo. Para una partícula, en contraposición al campo magnético cuyas ondas corpúsculo poseen una trayectoria circular polar, el eléctrico posee la trayectoria radial ecuatorial que la precesión de espín se encarga de hacer extensiva espacialmente. También sufre la misma deriva en el espacio el campo magnético por la misma razón. Consecuentemente las dos direcciones, polar y ecuatorial, siempre se mantienen perpendiculares.
Si las infrapartículas del c. eléctrico se han de mover perpendicularmente a como lo hacen las del c. magnético, ello implica, que si las últimas giran sobre sí con eje la dirección de línea de campo, las primeras también lo harán, o los respectivos momentos magnéticos serían discordantes.
Ya dijimos, que los campos no son otra cosa que el caos aleatorio de "la materia-energía de vacío" organizado en una dirección. Pese a considerarlo como onda, pensar en masa cero para el fotón no tendría sentido, ni pensamos que la onda pura pueda existir. Reconocer al fotón como onda partícula supone la no negación de su masa. Aquello de que actúa como partícula o como onda, casi a gusto del experimentador, más se explica como que ambas concepciones son las dos caras de una misma moneda. En las dos, el tal sujeto es el mismo: unas estructuras de corpúsculos que se mueven como ondas. El ejemplo de la famosa cuerda que ondula tiene su validez por tratarse de una cuerda precisamente. Las olas del mar existen porque hay una superficie de agua cuya tensión superficial las procura. Un movimiento ondular transmitido partícula a partícula o molécula a molécula no podría sostenerse por mucho tiempo, se amortiguaría con rapidez; cuánto menos en el difuso vacío. Y cómo no tener en cuenta la desviación gravitatoria que sufre la luz al acercarse a un cuerpo masivo. Como ya indicamos, el fotón más se acomoda a una doble estructura de corpúsculos, que se trasvasa una en otra de manera alterna según una dirección, como cuerdas ondulantes que en su movimiento se apoyan mutuamente. No creemos que sea posible desligar onda y partícula como no sea en el reposo (¿?). Lo que pasa es, que el fotón "reposa" cuando se aniquila o pasa a formar parte de otra estructura.
Los campos eléctricos y magnéticos, como cualquier campo, son ordenaciones particulares dirigidas de la aleatoria energía de base, la del "vacío". Como tales ciclones o corrientes son realimentados por esa "atmósfera en ebullición". El rozamiento en esas dimensiones libres casi brilla por su ausencia, por lo que han de perdurar periodos de tiempo larguísimos.
No se debe confundir este resultado con el de la inercia ya que los componentes de los campos se mueven de manera autónoma. No son sino un acuerdo entre ciertas conformaciones y su medio base.
Concebimos el fotón como dos campos (eléctrico y magnético) que avanzan ensamblados y transformándose el uno en el otro. Ambos se desfasan p/2, por lo que longitudinalmente no actúan al unísono. Relativamente, cuando uno vale cero el otro es máximo. Pese a que la línea de acción para c. eléctrico y c. magnético es equivalente ( h), el resultado no se duplica. La sumatoria de ambas es siempre la mitad 2h?/2 = h?.
El cuanto de energía h viene referido a la mínima energía. No es de extrañar por tanto que la composición fotónica mínima pueda corresponderse con corpúsculos de una magnitud mínima para nuestra dimensión pero normal en su escala.
MÓDULO DE h (Constante de Planck)
(de "Cuantos Masas y Energías")
La onda fotón.
Naturalmente que estas infra partículas son más difusas y energéticas que las micro. No tendrían por tanto este aspecto sino el de una "maraña".
EL RESULTADO OSCILATORIO
TRASVASE ENTRE LOS CAMPOS
Crítica de los campos oscilantes para el fotón.
Un campo eléctrico oscilante puede producirse por el efecto vibratorio u oscilación de la carga que lo genera.
En el campo magnético también ocurre, pero el fenómeno difiere respecto al anterior por cuanto las líneas magnéticas no son radiales sino según circunferencias tangentes en el intervalo polar.
La creación de fotones precisa del enlace inicial magnético eléctrico, pues un pretendido campo oscilante aislado no siempre encontraría un medio idóneo para generar o inducir al homólogo, acorde a sus magnitudes, ya sea eléctrico o magnético. Se podría pensar en el movimiento espín de la partícula generadora como solución, para que los dos campos coincidieran en amplitud y fase o media fase, pero tampoco, pues si bien la perpendicularidad entre ellos se mantiene, no así entre los sentidos de oscilación. Como ya hemos dicho, sin la interacción electromagnética inicial sería difícil que uno de los campos pudiese inducir a otro, sin transformaciones previas, salvo en un medio propicio. Por lo demás, sin el complementario, estos campos oscilantes no irían muy lejos, pues se amortiguarían rápidamente al decrecer su intensidad.
Nosotros razonamos el inicio de tal proceso de una forma distinta, en la que cabe cualquier movimiento con aceleración de la partícula generadora por el cual el campo magnético es deformado, a la vez que un cuanto de línea eléctrica (como más elemental) gira en torno a otra magnética a la que rompe, arrastra y adecúa para que gire a su alrededor: el nacimiento de los anillos fotónicos. La partícula fotón se hace autónoma. En adelante el proceso continúa con el concatenado ondular de los campos cuyos giros se realimentan desde el medio.
El que en el avance del fotón los anillos no cierren sobre sí supone una asimetría o movimiento ondular, lo que se traduce en una rotación del conjunto. Esta rotación puede ser a izquierdas o a derechas según sea el giro propio de los elementos de los campos, que, eso sí, ha de tener igual sentido para los dos.
Si el campo eléctrico es radial, o sea, entra o sale hacia la partícula, hacer que oscile no debe anular el movimiento propio de la línea de campo. Resulta entonces que el campo o la línea de campo posee dos movimientos uno de avance según la línea y otro de oscilación, transversal al conjunto. Ambos componentes confluyen en un movimiento de avance a lo largo de la onda. La trasversalidad de los campos sólo es una entelequia.
¿Espacialmente, los campos se cruzan o se interseccionan?
¿Dónde está la 0, 626 parte de onda-partícula?
Imagen central del anillo y elemento fraccionario vistos en el sentido de avance
(Esta configuración no sería lógica)
El componente fraccionario no puede pertenecer así como así al anillo eléctrico o al magnético por separado. La asimetría salta a la vista.
Tampoco puede referirse a otras unidades más pequeñas, ya que su valor no es divisible por los seis interespacios. Si se considerara "energía pura" no tendría sentido hablar de fracciones pues h sería exacto. ¿Dónde está la 0,626 ava parte de onda partícula? Por lógica ha de pertenecer a un campo y al otro y estar situada en el centro de enlace para ambos anillos. Sería el inicio de campo o punto de trasvase electromagnético en su transformación permanente, ahí donde el c. eléctrico pasa a c. magnético y viceversa. Esta fraccionaria unidad séptima sería el comodín rotativo, no permanente, ya que se turna con las otras unidades, y que una vez pasa el "mal trago" se normaliza con el resto.
Las unidades magnéticas giran como ondas-corpúsculo con eje en dirección tangente a su circunferencia-anillo, con sus oscilaciones lógicas de espín.
Dado el fotón en un supuesto reposo (¿?), las unidades eléctricas y magnéticas giran engarzadas como eslabones, las eléctricas en torno al anillo magnético, manteniendo paralelos los ejes de giro, con sus oscilaciones de espín, que se compensan.
Pasemos al estudio del porqué de esa fraccionaria unidad:
Los giros originan una tracción mutua entre los componentes de ambos campos con lo que el movimiento "polar" y "ecuatorial" se transfieren uno a otro.
Obviando los efectos de espín, que se compensan, la intersección vendrá dada sobre aquel elemento abrazado por el campo en vigor.
De considerar que los campos se interseccionan en lugar de rodearse, el número de elementos para el fotón quedaría indefinido. La interacción curva imprescindible para definir a h carecería de argumentos.
Masa del fotón.
La masa equivalente de onda partícula fotón será su densidad de energía como barrera: h dividido por la superficie que recorre, por la frecuencia con que lo hace en la unidad de tiempo. La superficie barrida vendrá a ser el producto de las componentes de velocidad de los campos, la de avance y la de deriva (transversal a la anterior).
Masa y velocidad.
Supongamos la partícula fotón, como la de p = mV.
Para masa cero, su velocidad sería infinita, ya que Mv es distinto de cero.
La pequeña masa es directamente proporcional a la frecuencia. Lo que es lógico, pues a mayor frecuencia más energía-masa o más líneas de energía en menos superficie.
La masa del fotón es una masa de tránsito pues es relativa a su velocidad; lo que se dice relativista. Y actúa respecto al medio (atracción gravitatoria) de manera transversal a su línea de avance, mayoritariamente.
El que la energía y masa del fotón sean proporcionales a la frecuencia supone que la velocidad de los campos es distinta según los ciclos por segundo de la perturbación. Ello supone, que la velocidad intrínseca de los elementos fotónicos supera la velocidad de la luz, al igual que ocurre para los componentes íntimos de cualquier partícula.
Considerada su composición como de quark y gluones, el número más factible para ambos sería de seis o múltiplo de seis (para cada campo) más otro común que actúa como fraccionario. Bien entendido que estos quark no serán estándar como los de protones y neutrones, sino de características y dimensiones variables propias.
El barrido sobre la superficie, aproximadamente cilíndrica, de la onda-partícula fotón, viene a ser la del producto de su velocidad de avance C por la velocidad de sus campos, según una evolución helicoidal.
Si las líneas de acción (h) se desplazan longitudinalmente, y dado que su recorrido sinuoso es mayor que el del fotón como conjunto, la velocidad de los campos habría de ser mayor que C. Sólo para frecuencia uno, v y c serían casi coincidentes.
En teoría, el recorrido de los campos será: h, en un ciclo, y h ?, en el equivalente al avance según C (un segundo):
Si se conociese una determinada partícula al estilo del fotón con velocidad mayor que C, sería ésta la considerada como más veloz, y en las transformaciones de Lorentz y en la fórmula de la masa o velocidad relativas ella figuraría como la constante. Seguramente no nos sería muy necesaria, pues por ahora nuestro interés dimensional no se ubica en esas profundidades. Por la presente no nos es preciso afinar tanto.
Difracción de onda partícula.
Las órbitas se retraen o se alargan al cambiar de medio
El experimento de Young para onda-partícula fotón.
La onda-partícula fotón posee al mismo tiempo las cualidades de onda y de partícula si nos atenemos a la consideración de masa-energía para los campos, pues estos no son sino pequeñas cadenas de corpúsculos que circulan o se mueven como ondas, presentando pequeñas aglomeraciones o singularidades que constituyen su esencia másica o material.
El experimento de la doble rendija puede asimilarse con el paso de los fotones por un estrechamiento que hace que se compriman, de manera que al salir se expandan en abanico. Lo que acabamos de decir es equivalente a que todo punto tocado por las ondas se convierta en nuevo centro emisor de ondas. Ello requeriría que los fotones iniciales originaran allá en lo que tocan nuevos fotones. El resultado es el mismo. Ahora bien, el material para las rendijas no sería uno cualquiera.
Para mayor sencillez, en la imagen hemos considerado la entrada de tres fotones de componentes esféricos por rendija, que son acoplables. Que un solo fotón pueda desdoblarse y pasar por ambas rendijas, pudiera ser si cumple unas características más allá del fotón elemental: tenencia o adquisición de campos, de energía múltiplo de h; su división y posterior acoplamiento pasadas las rendijas.
Demasiadas bolas, ¿verdad? Pero no tanto si sustituyésemos cada una por su correspondiente onda corpúsculo, el panorama se parecería bastante al de unas ondas matemáticas, que no libres de su masa intrínseca.
Energía del fotón
La energía de una partícula normal, es decir, aquella que se mueve a una velocidad mucho menor que la de la luz viene dada por:
Ignorar el segundo miembro para el caso del fotón, pudiera ser, porque carece de masa o porque sea tan insignificante que para los efectos se puede despreciar. Pero suponer masa cero en p significaría cantidad de movimiento nula.
hc significa la longitud que alcanzaría la onda de los campos en un segundo. Dividir por la longitud de onda fotón, que corresponde a un periodo, es cuantificarlo en un ciclo, el paquete de energía que transmite a la materia.
Para simplificar, representamos sólo una onda de campo:
El fotón comunica una traslación y un giro (momento lineal, momento angular)
Velocidad de los campos.
Los campos eléctricos y magnéticos en cuanto que flujos materiales poseen una velocidad. En el caso del fotón, hemos asimilado el valor de h a una circunferencia de radio ?. La longitud de h significa el cuanto de energía. Así la largura de la onda en un periodo es igual h, y h/T la velocidad del campo.
Introduzcamos ahora otro parámetro: la velocidad angular,?.
Para que el fotón en su interacción con la materia pueda arrancarle un electrón, por ejemplo, ha de superarlo en energía.
Como ya se dijo anteriormente, podemos establecer una relación entre la velocidad de los campos y la de la luz:
Pensamos en un doble efecto para el magnetismo de la partícula no neutra: el que corresponde a su momento magnético y el provocado por la circulación de carga.
Ambos proceden del giro traslacional de las subpartículas: el campo magnético, el genuino, como resultado simple de la compresión infra y rotativa hacia el interior, y el que llamamos magnético de carga, por la acción sincopada en rotación traslación de los elementos.
Distribución de los quarks en protones y neutrones:
Posible proceso en la creación de quarks:
Autor:
Fandila Soria Martínez
Granada, diciembre, 2010
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