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Técnicas de inseminación artificial en ovinos (página 2)


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Es importante mencionar varios descubrimientos. Cada uno eleva la inseminación artificial a una nueva plataforma.

La primera vágina artificial que se usó fue para colectar semen de perros y la diseñó Amantea, un profesor de fisiología humana de la Universidad de Roma Amantea empezó sus investigaciones en semen de perro en 1914. Después los científicos rusos diseñaron váginas artificiales para garañones, toros y borregos.

El desarrollo de la vágina artificial para grandes especies puede muy bien ser el desarrollo más importante en la historia de la inseminación artificial y aún se prefiere la vágina artificial cuando se colecta semen de toros, borregos o garañones en forma regular. El electroeyaculador se desarrolló a finales de los años cuarenta. Ha sido una innovación útil para la colección en toros y borregos que se muestran renuentes.

Los investigadores y muchos criadores reconocieron a finales de los años 30 que la inseminación artificial representa un tremendo apoyo para el progreso genético. Una limitación era que el semen tenía que ser utilizado para que diera buenos resultados. Cuando Phillips y Lardy de la Universidad de Wiscolnsin descubrierón un medio nutritivo amortiguador para diluir el eyaculado, se dio el primer paso para corregir el problema (Bearden y Fuquay, 1982; Foote, 2002).

Ellos desarrollaron un diluyente fosfatado de yema que protegía a los espermatozoides durante el enfriamiento a temperaturas de 5°C, los proveía de una fuente de energía para su metabolismo y prevenía el cambio de pH. Con este diluyente los espermatozoides permanecían viables y capaces de fertilizar óvulos por tres o cuatro días. Salisbury y colaboradores mejoraron este diluyente al substituir el citrato de sodio por los fosfatos usados por Phillips y Lardy.

La ventaja del diluyente de citrato-yema era la visibilidad del espermatozoide bajo el microscopio, permitiendo una determinación más exacta de la motilidad después de la dilución.

El problema de la diseminación de enfermedades aún persiste. Se hicierón esfuerzos para coleccionar semen de toros sanos; sin embargo, ocurrieron varios brotes de enfermedades de la reproducción. La enfermedad que se transmitía más comunmente era la Vibriosis. Después de la segunda guerra mundial ya había penicilina disponible para la industria ganadera. Almquist, de la Universidad Estatal de Pensylvania, fue el primero en comunicar el uso de esta "droga maravilla" para el control de los contaminantes bacterianos del semen. La industria de la inseminación artificial. La adoptó casi inmediatamente, con una marcada mejoría en los índices de concepción (Bearden y Fuquay, 1982; Foote, 2002).

Las primeras inseminaciones se llevarón a cabo simplemente depositando el semen en la vágina. La técnica se refinó más tarde con el uso de un espéculo y un tubo de vidrio para inseminación. El espéculo se colocaba dentro de la vágina y con una fuente de luz (primero una lámpara de pilas en la cabeza y más tarde una lámpara del tamaño de una pluma) se hacía visible la parte posterior de la cérvix.

El tubo de inseminación se insertaba en la apertura y se depositaba el semen aproximadamente 2 cm. dentro de la cérvix. En 1937, los veterinarios daneses desarrollarón el método de inseminación rectovaginal (o de fijación cervical). Se introduce una mano en el recto para manipular la cérvix, en tanto que se inserta un tubo de inseminación por la vágina y se pasa a través de la cérvix. Luego se puede depositar el semen en la cérvix anterior, en el cuerpo del útero o en ambos sitios. Esta técnica aún se usa en la actualidad (Bearden y Fuquay, 1982; Foote, 2002).

A finales de 1940, había muchas organizaciones de inseminación artificial que servían a vacas en todo el país. Se tenía que enviar al técnico una dotación fresca de semen cada 2 ó 3 días, pero la inseminación artificial se estaba utilizando con buenos resultados. Dos ingleses fuerón responsables del siguiente descubrimiento de importancia. Parkes y Polges desarrollarón un exitoso método para congelar y almacenar espermatozoides a temperaturas muy bajas (Bearden y Fuquay, 1982; Hafez y Hafez, 2000; Foote, 2002).

Descubrieron que el glicerol protegía los espermatozoides del gallo durante los procesos de congelación y descongelación. Inicialmente este método no tuvo éxito con los espermatozoides de mamíferos. Sin embargo, encontraron que si se permitía a la mezcla de espermatozoides con glicerol permanecer sin proceso por una noche antes de la congelación, el método funcionaba (Bearden y Fuquay, 1982; Foote, 2002).

A este periodo se le conoce en la actualidad como de equilibrio y en este tiempo los espermatozoides absorben parte del glicerol para reemplazar cierta cantidad de agua en la célula. El glicerol actúa como anticongelante para evitar la formación de cristales de agua durante la congelación. Estos investigadores utilizaron hielo seco como refrigerante y almacenaron los espermatozoides a -79°C (Bearden y Fuquay, 1982; Foote, 2002).

En 1957, el Servicio de Reproductores Americanos inició el uso de nitrógeno líquido como refrigerante para la congelación y almacenaje de semen (Bearden y Fuquay, 1982; Foote, 2002).

La Corporación Lende fabricó grandes tanques al vacío de acero inoxidable. Esto hizo práctico el transporte de semen a largas distancias y su almacenamiento en la granja. Los tanques disponibles en la actualidad necesitan ser rellenados de nitrógeno líquido sólo cada 60 ó 90 días (Bearden y Fuquay, 1982; Foote, 2002).

El Centro de Procesamiento de Registros de la Leche de la USDA empezó a recopilar y publicar resúmenes sobre progenitores en 1961, los cuales ayudaron a evaluar el potencial genético de dichos progenitores. Antes de esa fecha, algunos estados y cada semental en particular tenían su propio procedimiento de recopilación de información genética (Bearden y Fuquay, 1982; Foote, 2002).

La introducción de la pipeta, que es un tubo de plástico de menor diámetro y que sirve para almacenar el semen en congelación, no es el último capítulo en la historia de la inseminación artificial, pero probablemente sí sea el último desarrollo de importancia.

Sorensen introdujo el uso de las pipetas de plástico para el almacenamiento de semen, en 1940. Los informes sobre semen congelado en pajillas, por Pares en 1953 y más tarde por Friis lakobson en 1956, con algunas mejoras de Adler en 1959 yen 1961, han creado el suficiente interés como para mantener activos a los investigadores.

Se da crédito a los Cassous de L' Aigle, padre e hijo, en Francia, por el desarrollo de pipetas para la aplicación en tres etapas. La primera fue en 1964, con 1.2 mI. de semen, y mostraba una alentadora mejora con respecto a la ampolleta de vidrio de 1 mI. Al darse cuenta que el coeficiente de congelación de la superficie era el principal factor que determinaba la supervivencia, los Cassous cambiaron la pipeta por una de la mitad del diámetro, y con capacidad de 0.5 mI (Bearden y Fuquay, 1982).

Esta pipeta dio excelentes resultados y se le ha llamado "pipeta intermedia". Es el tipo de pipeta que se usa casi exclusivamente en Estados Unidos. Los Cassous desarrollaron en 1968 una pipeta aún más pequeña, con capacidad de 0.25 mI, lo que significó un mejoramiento de la supervivencia de los espermatozoides. A esta pipeta se le llamó la "minipipeta" (Bearden y Fuquay, 1982; Salomón, 1990)

Las organizaciones y los investigadores sobre inseminación artificial en Estados Unidos empezaron a realizar algunas pruebas con esa pipeta a finales de la década de 1960. Estas organizaciones cambiaron de ampolletas de vidrio a pipetas, alrededor de 1972. La mayor parte del semen que se produce en Estados Unidos se almacena en pipetas. Además de lograr una mayor supervivencia de espermatozoides, las pipetas requieren sólo un tercio del espacio para almacenamiento.

Esto ha hecho que se rediseñen los tanques de almacenamiento de nitrógeno líquido logrando unidades únicas de campo que requieren menos nitrógeno y retienen por más tiempo el nitrógeno. La congelación de semen de verraco se hizo una realidad en 1975 (Bearden y Fuquay, 1982; Foote, 2002).

VENTAJAS DE LA INSEMINACIÓN ARTIFICIAL

Mejora genética

Los ganaderos, por lo general, están muy interesados en el mejorar las producciones de sus rebaños y para ello seleccionan los animales de calidad superior. Como un macho produce más crías que una hembra se hace especial hincapié en la selección de aquellos (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Chemineau et al., 1991; Hafez y Hafez, 2000; Foote, 2002).

La utilización de sementales superiores puede tener un beneficio directo sobre la producción de la progenie resultante y esto puede que sea todo lo que el ganadero precise. También existe un efecto a más largo plazo sobre la producción de las generaciones futuras si esos programas se continúan. Naturalmente, los progresos genéticos se aceleran al utilizar sementales mas superiores siempre y cuando se evite el que aparezcan problemas de consaguinidad (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Chemineau et al., 1991; Hafez y Hafez, 2000; Foote, 2002).

Con el uso de la inseminación artificial se puede incrementar el número de crías por semental al año. Utilizando un sistema de cruce convencional, en un rebaño normal puede cubrir de 50 a 100 hembras por año. Cuando se utiliza semen fresco diluido, con inseminación cervical, un semental de ovino o caprino puede ser utilizado para inseminar más de 1000 hembras en un periodo de 2-3 semanas (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Hafez y Hafez, 2000; Foote, 2002).

Depositando intrauterinamente semen conservado mediante congelación se pueden inseminar bastantes ovejas con el semen recogido de un solo semental, en un año. Aunque se tenga en cuenta la baja de fertilidad que se observa, en ocasiones, utilizando inseminación artificial, el número de crías por semental supera con creces al que se obtiene mediante la inseminación natural (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Hafez y Hafez, 2000; Foote, 2002).

Otro uso de la inseminación artificial es el cruzar nuevas estirpes o genotipos de animales. Un ejemplo de esto es el uso de sementales de Angora en rebaños de cabras salvajes. Esto se obtiene por cruce de cada generación de hembras con sementales de pura raza Angora. La utilización de sementales destacados tiene un campo de aplicación mas amplio con la inseminación artificial permite un uso mas amplio de sementales selectos con el propósito a los requisitos del mercado (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Hafez y Hafez, 2000; Foote, 2002).

Fácil transporte de material genético

A menudo, los criadores desean introducir sangre nueva en sus rebaños y el transportar el semen es mucho mas barato que transportar a los sementales y, de esta forma, se evita también el riesgo de extender posibles enfermedades. La inseminación artificial ha posibilitado la importación de nuevos genes, procedentes de otros continentes, a países que no permiten la entrada de animales vivos.

Es suma, la inseminación artificial ha hecho posible el intercambio internacional de semen. La utilización de semen congelado ha facilitado, también la operación de producción cooperativa y el uso de esquemas de sementales de referencia por cuanto los mejores sementales, de esta forma, pueden mantenerse en los centros de reproducción desde los cuales se envía el semen a los dueños de los rebaños. . (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Chemineau et al., 1991; Hafez y Hafez, 2000).

Conservación prolongada de semen

El semen procedente de sementales valiosos se puede conservar para utilizarlo en años venideros, incluso después de muerto aquel. Algunos ganaderos conservan el semen de sus mejores sementales para prevenir el trastorno que ocasionaría una muerte temprana de los mismos. Los bancos de semen se pueden utilizar también para conservar semen control en los programas de selección a largo plazo. En este caso, el semen se conserva para uso futuro. Con lo que los animales producidos después de varios años de selección se pueden comprar con los animales básicos como monitores de los progresos genéticos (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Chemineau et al., 1991; Hafez y Hafez, 2000).

Aumento de eficacia reproductora

Los carneros subfertiles pueden identificarse con facilidad y eliminarlos del grupo de sementales. La inseminación artificial puede asegurar el que se inseminen todas las hembras, evitándose así problemas relacionados con las preferencias macho-hembra que a menudo se manifiestan en algunos estros de hembras. Si se utilizan inseminaciones secuénciales, las hembras podrán cubrirse así cuando no presenten comportamiento estral (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Hafez y Hafez, 2000).

Reducción o eliminación de sementales en la ganadería

Los pequeños ganaderos no precisan mantener sementales en sus explotaciones siempre que puedan obtener el semen de otros lugares. El costo y los inconvenientes de mantener los sementales quedan eliminados. Por otro lado, existen razones de tipo estético ya que en los rebaños de cabras no es necesario mantener a los machos malolientes, sobre todo en aquellos rebaños que estén próximos a zonas urbanas (Salamón, 1990; Hafez y Hafez, 2000).

Prevención y control de enfermedades

La inseminación artificial elimina el contacto directo macho-hembra con lo que se controla o previene el propagar enfermedades venéreas u otras enfermedades. Es conveniente advertir que la inseminación artificial es una medida profiláctica, pero no curativa, de la enfermedad (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Hafez y Hafez, 2000).

Utilización de machos incapacitados

En muchas ocasiones machos de estimable valor no pueden ser utilizados para cubrir por sufrir lesiones o por razones de edad. Si su semen es de calidad suficiente con la inseminación artificial se pueden seguir utilizando (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Hafez y Hafez, 2000).

Mantenimiento de registros seguros

La utilización de la inseminación artificial permite mantener unos registros de reproducción muy seguros. Estos registros se pueden utilizar para aumentar la seguridad de la selección o para eliminar caracteres indeseables en un rebaño (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Hafez y Hafez, 2000).

DESVENTAJAS DE LA INSEMINACIÓN ARTIFICIAL

Consanguinidad

Cuando la intensidad de la selección es muy alta pueden surgir problemas de consanguinidad. De hecho en la industria lechera, ha sucedido lo contrario. La utilización de inseminación artificial ha permitido el uso de más machos, sin parentesco con lo que el nivel de consanguinidad ha descendido.

La naturaleza extensiva de las ovejas y las cabras nos asegura del mantenimiento de una gran masa genética con lo que es poco probable que la consaguinidad sea un problema. A pesar de todo, se debe poner especial atención cuando se utilice la inseminación artificial en rebaños pequeños y/o próximos desde el punto de vista del parentesco (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Noakes y Pearson, 1991; Hafez y Hafez, 2000).

Reproducción insegura

Cuando se emplee la inseminación artificial existen 2 posibilidades de inseguridad: 1) cuando se utilice semen fresco o congelado de sementales individuales y no se haya puesto especial atención a su etiquetado pueden surgir errores accidentales, sobre todo cuando se utilicen simultáneamente varios sementales, y 2) cuando el valor de los sementales se ha sobrestimado o determinado incorrectamente. Esto nos puede acarrear mas perdidas que ganancias. El uso de sementales con defectos inapreciables puede producir una rápida propagación de tales defectos (Salamón, 1990).

Propagación de enfermedades

Si los sementales no han sido controlados en lo que a enfermedades venéreas se refiere la inseminación artificial puede extender la enfermedad más rápidamente que la inseminación natural (Salamón, 1990; Hafez y Hafez, 2000).

Fertilidad reducida

En comparación con la inseminación natural, la inseminación artificial puede, bajo ciertas circunstancias, reducir la fertilidad, particularmente cuando no se empleen, apropiadamente, métodos de controlar el estío o en casos de poco cuidado por parte del personal auxiliar o por negligencias cuando se maneje el semen (Salamón, 1990).

Costos

Como con cualquier otra tecnología, han de tenerse en cuenta los costos a la hora de utilizar la inseminación artificial. Entre los costos se incluyen el empleo de los técnicos, equipo, fármacos y hormonas, registros y la compra de semen o selección y mantenimiento de sementales (Salamón, 1990).

PREPARACIÓN DE LAS HEMBRAS PARA LA INSEMINACIÓN ARTIFICIAL

Varias semanas antes de que comience un programa de inseminación artificial se debe poner especial atención al estado de las hembras y su preparación para la inseminación. El éxito del programa depende de la fertilidad de las hembras así como de la calidad del semen utilizado en la inseminación (BonDurant, 1979; Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Chemineau et al., 1991; Noakes y Pearson, 1991; Hafez y Hafez, 2000).

La inseminación artificial sólo tendrá éxito si se práctica en un determinado tiempo, con relación a la ovulación, o la aparición del estro. Por ello es necesario detectar el estro en las hembras que naturalmente sean cíclicas y controlar o sincronizar, el estro con el fin de que aparezca en un tiempo predeterminado. Algunos de los métodos de sincronización del estro están relacionados con un cierto descenso de la fertilidad y algunos son costosos en términos de material o laboriosidad; por ello, tiene ciertas ventajas el detectar el estro por métodos naturales.

Sin embargo la sincronización de estro tiene la ventaja de acortar el tiempo necesario para inseminar a rebaños enteros y facilitar el manejo durante la gestación y el parto. Por otro lado el control del estro hace posible el estimulo de la ovulación artificialmente, incrementándose la fertilidad (numero de hembras que conciben) y la fecundidad (numero de crías por hembra) (Quezada et al., 2004; Jiménez et al., 2004)

Cuando se utilizan gonadotropinas exógenos para estimular la ovulación existe la ventaja adicional de que el tiempo en el que ocurre la ovulación disminuye, esto es, el tratamiento aumenta la sincronía de la ovulación y de ahí el éxito de las inseminaciones a tiempo fijado. La estimulación del estro y ovulación pueden también ser efectivo en la estación no reproductora, permitiéndose la reproducción fuera de estación (Salamón, 1990).

ÉPOCA DEL AÑO PARA PRACTICAR LA INSEMINACIÓN

Las ovejas y las cabras suelen ser juntadas o inseminadas durante la época natural de reproducción. Sin embrago, cuando se induce el estro y la ovulación las ovejas se pueden inseminar en cualquier época del año, siempre y cuando se disponga de semen de calidad suficiente. Para obtener semen fresco de buena calidad en época no reproductora hay que acudir a los rebaños que presenten menos estacionalidad y en algunos es imposible tenerlo. No obstante, se puede recoger semen de buena calidad en la estación reproductora y conservarlo congelado, para su posterior uso (BonDurant, 1979; Salamón, 1990; Chemineau et al., 1991; Noakes y Pearson, 1991; Cambell et al., 1996; Jiménez et al., 2004).

SELECCIÓN Y PREPARACIÓN DE LOS MACHOS PARA LOS PROGRAMAS DE INSEMINACIÓN ARTIFICIAL

El objeto de un programa de inseminación artificial para ovejas es mejorar las características de producción, principalmente la cantidad o calidad de la lana o pelo, leche o carne. La consecución de este objeto depende de la capacidad reproductora de los sementales que se utilicen. Una estimulación del valor de un semental puede sacarse de su propia producción y de las descendencias que haya tenido, comparándolas con sus contemporáneos. Se debe poner especial atención al seleccionar los sementales para los programas de inseminación artificial. Los productores deben ser genéticamente mejores que sus congéneres.

Aparte de los criterios genéticos existen otros factores que se deben considerar al seleccionar los machos para un programa de inseminación artificial. Entre estos encontramos el estado de salud y el buen estado de carnes, sin engarzamiento. No deben padecer ningún tipo de enfermedad. Los machos, particularmente los recién comprados o introducidos en el rebaño, se deben someter a un examen físico y controlar su estado de salud con el fin de asegurarnos que este exento de anormalidades o enfermedades (Bearden y Fuquay, 1982; De Alba, 1985; Salamón, 1990; Chemineau et al., 1991; Wallance, 1992; Smith y Sherman, 1994; Hafez y Hafez, 2000).

También se deben examinar los órganos reproductores poniendo especial atención en el tamaño y forma de los testículos y epidídimos, órganos que pueden ser palpados a través del escroto. Los testículos deben ser firmes y elásticos, carentes de lesiones y deformidades y moverse libremente dentro del saco escrotal. La cola del epidídimo se debe palpar con facilidad y tener igual tamaño y forma en ambos testículos. Si alguna parte del epidídimo se encuentra endurecida o alargada se debe sospechar la existencia de epididmitis.

También se debe poner atención a la integridad del conducto deferente, en el cuello del escroto, debe estar duro y fácilmente palpable. Finalmente, también se deben inspeccionar las posibles anormalidades en prepucio, péne y, particularmente, en el proceso uretral, que puede lesionarse fácilmente al expulsarse algún calculo urinario. Los animales con defectos, tales como criptorquidismo, hipoplasia testicular, espermiostasis o varioceles (dilatación de la vena espermática) deben ser excluidos de los programas de inseminación.

Una cuestión que a menudo se olvida al seleccionar los sementales es su capacidad de servicio y su vigor sexual, que se puede controlar mediante una prueba de servicio, en la que el macho se expone a una serie de hembras en estro. La falta de voluntad a montarlas puede que sea debida a un trauma físico, posiblemente como causa de artritis, mal de pezuñas o lesiones en el péne. Por otra parte, los machos difieren en cuanto a su temperamento y conducta sexual, lo que, sin duda, afecta a su capacidad de servicio.

Es importante que el macho seleccionado posea semen de buena calidad y en cantidad. Este factor se debe controlar inmediatamente antes de comenzar el programa de inseminación artificial, aun cuando se haya controlado anteriormente, por ejemplo, antes de comprarlo (BonDurant, 1979; Bearden y Fuquay, 1982; De Alba, 1985; Maxwell, 1986; Haibel, 1990; Salamón, 1990; Cambell et al., 1996; Ishwar y Momon, 1996).

PREPARACIÓN DE LOS MACHOS

Los machos pueden mostrar esterilidad transitoria como consecuencia de condiciones estresantes, por ejemplo, altas temperaturas o humedad, cambio de ambiente o de dieta, molestias por las moscas, enfermedades y otros factores. Por ello, se recomiendan tratamientos adecuados, unas 6-8 semanas antes del comienzo de los programas de inseminación. Adviértase que muchos de los manejos rutinarios que reciben los machos pueden causar estrés como, por ejemplo, el recortar las pezuñas, administrar purgantes, esquileo y baño.

Se ha demostrado que las raciones con alto contenido en proteína pueden incrementar la producción de espermatozoides por el testículo y al no ser que se trate de machos en óptimas condiciones, se aconseja mejorar las raciones unas 6-8 semanas antes de comenzar la colección del semen. Los suplementos nutritivos se suelen administrar en el campo, aunque si se les administra en los cobijos puede que se familiaricen con otros ambientes, buenos desde el punto de vista de la adaptación para recoger el semen (Salamón, 1990).

Por ello, se aconseja planear los programas de inseminación coincidiendo con la estación reproductora natural. Si se precisa utilizar semen fuera de estación y conservarlo congelado hasta precisarlo. Se han realizado varios intentos de manipular la estación reproductora de los machos utilizando luz artificial. Estos métodos han obtenido algunos éxitos, pero en la práctica son impredecibles y no se logra mantener un alto nivel de calidad del semen, a lo largo del año (BonDurant, 1979; De Alba, 1985; Salamón, 1990; Haibel, 1990).

ENTRENAMIENTO DE LOS MACHOS PARA LA RECOGIDA DE SEMEN

El método preferido es el de recoger el semen mediante la vagina artificial. Los carneros, seleccionados, deben de ser entrenados para eyacular dentro de la vagina artificial, comenzando unas 2-3 semanas antes del inicio del programa de inseminación. Con esto se permite un amplio margen para el entrenamiento, se asegura una buena calidad del semen y, quizá, se pueden reemplazar los sementales que no satisfagan nuestras necesidades. El entrenamiento es mejor hacerlo durante la estación reproductora, cuando el deseo sexual es mas manifiesto y cuando se dispone de hembras en estro que sirven como maniquíes. Una vez entrenados a eyacular, en la vagina artificial, los machos reaprenden rápidamente cuando son requeridos en el futuro para recolectar semen de nuevo (Salamón, 1990; Bearden y Fuquay, 1982; De Alba, 1985; BonDurant, 1979; Chemineau et al., 1991).

El entrenamiento consiste en desarrollar y reforzar los reflejos condicionados del semental para servir a una hembra, en un recinto cerrado y en presencia de una persona. Al mismo tiempo esta persona llegara a familiarizarse con el temperamento y conducta de los sementales.

A menudo la recogida de semen se suele hacer en el cobertizo de esquileo, aunque cualquier lugar cubierto puede ser bueno para realizarla. El cobertizo debe tener espacio suficiente y lugar para situar la hembra maniquí y que el personal pueda desenvolverse cómodamente. La visión así como el olfato, son muy importantes en el estimulo sexual, con lo que es importante que el entrenamiento de los machos se haga de tal forma que puedan ver a la hembra e incluso que vean como la montan otros machos.

Para los propósitos del entrenamiento se precisa una hembra en estro, que puede ser cualquiera de las señaladas por los recelas en el rebaño o que presente estro sincronizado. Alternativamente, el estro se puede inducir en hembras por la inyección intramuscular de 50 mg. de benzoato de estradiol en 1-2 ml. de aceite de cacahuate. Las hembras tratadas mostraran síntomas de estro a los 1-2 días, pero el tratamiento no debe persistir mas de 5 días. Una vez los carneros y machos cabrios estén entrenados, las hembras maniquís no necesitan estar en estro, ya que los sementales están condicionados a montar a cualquier hembra que este colocada en el aparato sujetador del cobertizo. Es aconsejable seleccionar hembras maniquís apacibles, ya que los machos pueden distraerse por aquellas hembras que no se estén completamente quietas (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Arthur et al., 1991; Chemineau et al., 1991; Wallance, 1992; Cambell et al., 1996; Ishwar y Momon, 1996).

RECOGIDA DEL SEMEN

Recogida de semen por vagina artificial

La vagina artificial es una imitación de la vagina de la oveja, que proporciona el estimulo térmico y mecánico para la erección del péne del macho y que son, igualmente, necesarios para producir la eyaculación.

La vagina artificial utilizada para carneros es similar a la usada para toros. Consiste de una caperuza externa (de 20 x 5,5 cm. para el carnero y 15 x 5,5 cm. para el macho cabrío) fabricada con goma fuerte, plástico u otro material sintético que tenga propiedades aislantes, y un conducto interno fabricado de goma o material sintético apropiado. El tamaño de la vagina artificial está en relación con la longitud del péne, el del macho cabrio es mas corto. El conducto interno suele tener unos 2-3 cm. más que la caperuza externa con el fin de poderse plegar sobre ésta, sujetándolo con sendas bandas de goma, para formar una especie de depósito para el agua.

La vagina deberá estar limpia, seca y estéril, una misma vagina, sin limpiar, no se debe utilizar para distintas recogidas de semen. Después de cada uso se debe lavar, enjuagar con agua destilada y secarla profundamente; si se pasa, por el interior, una delgada película de alcohol al 70% en agua destilada, se secará, luego, mejor. A continuación se llena la mitad del depósito con agua a 48-50°, a través del tampón colocado en el lateral y con la ayuda de un embudo o jeringa de 100 ml (el calor del agua contribuirá a evaporar el alcohol). Si se llena demasiado de agua, se saldrá, cuando se deje la vagina en posición vertical. Evitar, en todo momento, que el agua penetre en el tubo interno ya que puede ser la causa de mortalidad de los espermatozoides (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Arthur et al., 1991; Chemineau et al., 1991; Wallance, 1992; Cambell et al., 1996; Ishwar y Momon, 1996).

Uno de los extremos del conducto interno se debe lubricar ligeramente con vaselina, en una extensión de no más de 3 cm. utilizando una varilla de plástico o de vidrio. En el otro extremo se debe colocar el tubo de vidrio estéril y calibrado, para recoger el semen, insertándolo 1,5-2,0 cm. Mientras se coloca el tubo se debe insuflar aire, por el extremo abierto, y luego se cierra, todo ello con el fin de que el tubo quede perfectamente acoplado. La insuflación debe ser de tal magnitud que ejerza presión pero que permita una fácil penetración del péne. La presión óptima para algunos machos solo puede conocerse a través de la experiencia (Salamón, 1990).

La temperatura de la vagina artificial, inmediatamente antes de recoger el semen, deberá ser de 42-45 °C, lo que se puede controlar mediante la inserción de un termómetro limpio. Si la vagina se encuentra demasiado fría, se debe rellenar con agua más caliente, que la que se utilizo con anterioridad. Con el fin de evitar el shock por frió, de los espermatozoides, los vidrios de recogida se deben calentar a 30-37 °C. En los climas fríos, donde sea difícil mantener la temperatura de la vagina a 42-45°C, puede calentarse, durante un corto tiempo, en una estufa de cultivo a 37 ° C antes de añadir al agua. Sin embargo, la exposición prolongada, a estas temperaturas, producirá cierto deterioro del tubo interior (Rishen y Rise, 1999).

El semen se debe recoger en un ambiente libre de polvo. Antes de la recogida de semen, se debe limpiar, cuidadosamente, el prepucio del macho, para evitar cualquier contaminación de aquel.

Los movimientos vigorosos hacia arriba y hacia delante significan que se ha producido la eyaculación. Se debe dejar que el macho retire el péne de la vagina antes de intentar retirar esta (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990).

Inmediatamente después de la recogida la vagina se cambia de posición, quedando el tubo de vidrio en la parte inferior, a la vez que se sujeta este con la mano. Se quita la presión al abrir la espita, teniendo la precaución de que no salpique agua cerca del tubo de recogida de semen. Luego se quita el polvo, se etiqueta, se tapa y se coloca en un baño a 30 °C (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990).

Recogida de semen por estimulo eléctrico

Existen diferentes tipos de estimuladores eléctricos, los mas corrientes son los que tienen un electrodo bipolar para el recto. El aparato mas comúnmente utilizado, en Australia y Nueva Zelanda, es el Ruakura Ram Probe. Se trata de un estimulador accionado por baterías que proporciona una salida de 10 ó 15 voltios. Cuando el recto del macho esta seco se recomienda utilizar los 15 voltios. Experimentalmente se ha utilizado estimuladores más automáticos (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Mejia y Hernández, 1996).

Para la colección de semen, el macho se debe colocar en decúbito lateral, sobre una mesa o en el suelo, siempre que este limpio. Se deben cortar el pelo o lana que bordee la vaina y el prepucio se debe limpiar correctamente. La sonda se humedece o lubrica con vaselina y se inserta en el recto a una profundidad de 15-20 cm. procurando no lesionar la mucosa (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Mejia y Hernández, 1996).

El pene se debe extender por enderezamiento de la flexura sigmoidea de tal forma que el glande del péne se pueda sujetar con la mano, limpia, y liberar el péne del prepucio. Por detrás del glande se coloca una pieza de gasa y se introduce el glande y el proceso uretral en un tubo de ensayo estéril. Lo mejor es sujetar el péne y el tubo de ensayo con la misma mano dejando la otra libre para dar masaje en el péne en dirección hacia delante entre para cada estimulo eléctrico (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Mejia y Hernández, 1996).

Un ayudante debe presionar sobre la sonda hacia el suelo de la pelvis, aplicándose luego cortos estímulos (3-8 segundos) a intervalos de 15-20 segundos. Después de unos cuantos estímulos fluirá la secreción de las glándulas accesorias y luego el semen. Cuando se obtenga inicialmente grandes cantidades de liquido claro, se deben desechar para evitar diluciones innecesarias del semen (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Mejia y Hernández, 1996).

Existe una amplia variedad entre los estímulos que necesitan los diferentes sementales hasta producir un eyaculado satisfactorio. Sin embargo, si se exceptúa lo poco confortable que debe resultar y las contracciones musculares que aparecen al aplicar la corriente, no existen efectos nocivos achacables a esta técnica (Bearden y Fuquay 1982; Salamón, 1990; Mejia y Hernández, 1996).

MANEJO Y VALORACIÓN DEL SEMEN

Dilución del semen

La dilución del semen se realiza por razones técnicas y biológicas.

Razones técnicas

Una de las mayores ventajas del uso de la inseminación artificial es que los sementales de gran valor pueden utilizarse para inseminar muchas mas hembras que las que podrían cubrir por monta natural. En la inseminación natural el carnero depositan miles de millones de espermatozoides en la vágina de la hembra.

Sin embargo, de ese gran número solamente unos 100-140 millones atraviesan el cérvix. Cuando se utiliza la inseminación artificial en ovejas, tanto el volumen de inseminación como el número de espermatozoides que contiene se deducen sustancialmente al compararlo con la inseminación natural. El límite inferior, generalmente aceptado como resultante de un buen índice de fertilización, tras la inseminación artificial cervical, es de 100 millones de espermatozoides por dosis inseminada. De esta forma se puede inseminar un gran número de hembras con un eyaculado (Bearden y Fuquay 1982; Salamón, 1990; Mejia y Hernández, 1996).

Un volumen adecuado para utilizar tanto en inseminación cervical, como intrauterina es el de 0,05-0,20-0,5 ml; para inseminación vaginal se debe utilizar un volumen mayor. El disminuir el volumen de inseminado, por debajo de 0,05 ml, no es practico dada la dificultad de manejar y depositar, cantidades tan pequeñas, en la cérvix o útero de la cabra. Si se utilizara semen sin diluir, este volumen contendría un número de espermatozoides superior al límite mínimo de seguridad, lo que resultaría en un método poco económico.

El problema es reducir el número de espermatozoides a la dosis requerida, manteniendo un volumen adecuado, se soluciona mediante la dilución de semen (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Mejia y Hernández, 1996).

Razones biológicas

Los diluyentes apropiados proporcionan a los espermatozoides nutrientes, sistema amortiguador a los cambios de pH y un ambiente isotónico. Además, protegen a los espermatozoides del shock por frió cuando se enfrían y conservan así o contra las injurias de la congelación cuando se congela el semen (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Mejia y Hernández, 1996).

DILUYENTES PARA UTILIZAR SEMEN EN FRESCO

Los medios más comúnmente usados para diluir el semen de carnero y, que se vaya a utilizar en fresco se clasifican en sintéticos o naturales.

Diluyentes sintéticos

Los diluyentes sintéticos más comúnmente usados para diluir semen de carnero, para inseminación artificial vaginal o cervical, contienen como amortiguador el tris o citrato, glucosa o fructosa como fuente de energía y yema de huevo para proteger a la membrana del espermatozoide contra el shock por frió (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990).

Estos diluyentes también se utilizan para el semen del macho cabrio, aunque con menor cantidad de yema de huevo, para evitar que se ponga de manifiesto una reacción enzimática, como consecuencia de que coagula la yema de huevo. La concentración de la enzima varía entre los diferentes machos cabrios y es más alta cuando se obtiene el semen mediante electroeyaculación.

El problema se puede resolver por: 1) utilizando menor concentración de yema de huevo, en el diluyente, 2) utilizando un medio que no contenga yema de huevo (leche) y, 3) descartando el plasma del semen, por centrifugación, con lo que se eliminara la enzima (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990).

Diluyentes para utilizar en inseminación artificial intrauterina (quirúrgica)

Cuando, en los programas de transferencia de embriones, se deban inseminar ovejas directamente en el útero, con espermatozoides frescos, se recomienda utilizar como diluyente, a fin de aumentar el volumen real de semen fresco, solución salina de fosfato tamponada (PBS), con antibióticos, una forma comercial de este diluyente es el Dulbecco PBS, a la que se recomienda adicionar 1.000 UI de penicilina G sódica y 1 mg de sulfato de estreptomicina por ml de solución. Si el diluyente se adquiere en forma de polvo se debe reconstituir, con mucho cuidado, con agua destilada y esterilizar haciendo pasar por un filtro de 0.22 m (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990).

Diluyente natural

En condiciones de campo el diluyente del semen más fácilmente aceptable es la leche de vaca, que se puede utilizar tanto entera, como descremada o en polvo para reconstituir, siempre que se vaya a proceder a la inseminación artificial cervical o vaginal. En algunos lugares también se utiliza leche UHT (tratada a temperatura muy alta), que tiene la propiedad de conservarse mejor. Este producto es estéril, no precisa esterilización y, a diferencia de otras formas de leche, se puede utilizar directamente como diluyente. Solo se precisa abrir cada día un nuevo envase de leche UHT (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón 1990; Arthur et al., 1991).

Si se utiliza leche completa, descremada o en polvo se debe calentar a 92-95 °C, en baño de agua, durante 8-10 minutos, para inactivar los factores tóxicos de su función proteica (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990).

Partes: 1, 2, 3
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