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Las setenta semanas de Daniel


Partes: 1, 2, 3

  1. Desarrollo profético
  2. Las siete visiones de Daniel
  3. Revelaciones progresivas
  4. Tiempos proféticos cada vez menores
  5. Los tres periodos de tiempo en las siete visiones
  6. El sabio y revelador de los misterios
  7. Antecedentes y conceptos básicos de las setenta semanas
  8. El concepto de mesías príncipe o príncipe ungido
  9. El pueblo y la Santa Ciudad
  10. El pimpollo o retoño y la principal piedra
  11. La batalla de los seres angelicales
  12. El enfoque correcto: el Mesías y su obra
  13. Las Setenta Semanas Proféticas
  14. El misterioso adjetivo plural "a muchos"
  15. Comienza el misterio del evangelio a todas las naciones

En este capítulo daremos un rápido repaso a las siete visiones que recibió Daniel para introducirnos a las que tratare con más detalle en este libro, a saber, las dos últimas visiones, capítulos 9 y 12. Nos enfocaremos en las setenta semanas, y en la visión del tiempo del fin. Demos pues un vistazo general al libro y a su autor.

Daniel fue el hombre usado por Dios para interceder por el pecado de su pueblo cuando se cumplían 70 años del exilio en Babilonia. Él fue testigo de la trasmigración y también del retorno que habían sido profetizados por Jeremías. Siendo muy joven y en tierra extraña, Daniel se destacó por su fe, convicciones y por su vida disciplinada. Él fue el vidente entre sus compañeros; le vino de Dios el entender toda visión y sueños (Dn.1:17). Daniel recibió profecía sobre los cuatro imperios mundiales, sobre el mesías y su obra redentora, y sobre el advenimiento del reino de Dios a la tierra. Las visiones que recibió, han valido a su libro el título de "El Apocalipsis del antiguo testamento".

Desarrollo profético

(Dn.2:9)"Si no me mostráis el sueño, una sola sentencia hay para vosotros".

Daniel aprendió desde el principio a no tomar livianamente su ministerio. Él no podía profetizar livianamente, pues le iba en ello la cabeza; desde el primer enigma profético, se puso a prueba la fe de Daniel y de sus compañeros. Se trataba allí de recibir una correcta y precisa revelación de Dios, o de lo contrario, él y sus amigos morirían junto con los sabios de Babilonia. La primera experiencia profética de Daniel fue un asunto de vida o muerte. Declarar cual era el sueño del rey y su interpretación era algo humanamente imposible, y no se trataba solo del prestigio de un profeta. Fue necesario un periodo de ayuno y clamor a Dios para resolver el asunto. Muy pocas personas comprenden que el ministerio profético es un asunto muy delicado, y que los profetas, a causa de su ministerio, están expuestos a la muerte, por muchas razones. (Dt.18:20, Jer.28:15-16, Ex.4:24, Num.22:22-33).

En este trance seguramente Daniel comprendió la importancia del ayuno y el clamor a Dios para moverse en el ámbito profético. Podemos decir que, por las circunstancias, Daniel tuvo un excelente inicio en su carrera ministerial.

Hoy día se ejercen con ligereza y se pervierten los dones de revelación en las congregaciones. Nos conviene pues examinar atentamente cual fue el camino de los grandes profetas, y abstenernos de pretender ser lo que no somos, de hablar lo que no sabemos, o de proclamar en público lo que no nos ha sido mandado. Si nosotros estuviéramos bajo peligro de muerte, seguramente no actuaríamos ni hablaríamos a la ligera.

Las siete visiones de Daniel

Fueron siete las ocasiones en que vino a Daniel la revelación de Dios. Sabemos que el número siete en la biblia nos habla de plenitud, de modo que, en estas siete visiones, se consuma su ministerio. En otras palabras, Daniel recibió en estas siete visiones toda la parte profética que a él le correspondía. Estas siete visiones son:

1.- La imagen con cabeza de oro (Dn.2)

2.- El árbol grande cortado (Dn.4)

3.- Las cuatro bestias y el reino de los santos (Dn.7)

4.- El carnero y el macho de cabrío (Dn.8)

5.- La escritura en la pared (Dn.5)

6.- Las setenta semanas para el pueblo y la ciudad (Dn.9)

7.- EL tiempo del fin y el destino final de Israel (Dn.10, 11 y 12)

Estas siete visiones abarcan la historia de las civilizaciones que habrían de levantarse y caer, desde el antiguo imperio Babilónico hasta la era moderna. Se destaca en ellas la muerte del mesías príncipe y el destino de Israel, llegando finalmente a instaurarse en la tierra "el reino eterno el cual será dado al pueblo de los santos del altísimo" (Dn.7:22,27).

Revelaciones progresivas

Las visiones de Daniel van en aumento en cuanto a tipo y contenido. Primero fueron visiones de noche (sueños), luego visiones en éxtasis, cuando estaba orando, y al final "visiones de día" o para describirlas mejor, llamémoslas apariciones corporales de ángeles mensajeros, incluyéndose el contacto físico con el profeta. En cuanto a su contenido, las visiones van haciéndose cada vez más específicas y se van revelando cada vez más detalles. Un estudio atento del libro de Daniel revelara que hubo un crecimiento paulatino en su ministerio, y que no faltaron las pruebas y aflicciones, intercaladas entre cada experiencia profética; Daniel recibe mayores revelaciones, en medio de pruebas cada vez más duras. Asimismo, notamos en los relatos un aumento en el nivel de consagración del profeta, especial mente para poder recibir las últimas dos visiones. En los últimos relatos se destacan los ayunos y las oraciones, relacionadas con la guerra entre seres angelicales para poder recibir las últimas visiones (Dn.9:3-4, y 10:1-3). Evidentemente Daniel creció en su carácter y en su ministerio, hasta que por fin recibió la plenitud profética que de Dios le correspondía. Este doloroso proceso es el verdadero camino de los genuinos profetas de Dios.

Tiempos proféticos cada vez menores

Los tiempos proféticos en las siete visiones de Daniel van de lo macro a lo micro, es decir, se van enfocando cada vez en un espacio de tiempo menor, y van revelando cada vez más detalles.

La primera visión, que es el sueño de la estatua con cabeza de oro, abarca los cuatro imperios, y el reino eterno. Se destaca en esta visión la roca, (Cristo) que viene a destruir el cuarto y último imperio de los hombres; El reino de Dios finalmente triunfara sobre la civilización o sobre "el reino de los hombres".

La segunda visión, que es el árbol cortado, indica que el Señor del cielo señorea sobre los reinos humanos, y los da a quien él quiere. Se resalta la soberbia del hombre, y el mensaje es: El cielo siempre domina sobre la tierra.

La tercera visión retoma los cuatro imperios y el reino eterno, pero ahora se enfoca en la cuarta bestia y los detalles de su enfrentamiento y su derrota ante el reino de Dios. Los detalles aumentan. Se nos habla del tiempo del fin, "tiempo, tiempos y la mitad" (3 1/2 años) donde se enfrentara el reino del mal contra el reino de Dios en la batalla final. Se nos habla de un rey que encabezara la batalla contra los santos del altísimo, siendo al final completamente derrotado. Finalmente tomara el reino "el pueblo de los santos del altísimo", que será eterno, y todos los reinos se someterán a él.

La cuarta visión se trata del enfrentamiento entre el imperio medo-persa y el imperio Griego, y la victoria de este. También se nos dan muchos detalles. Se habla de Alejandro el Grande y sus cuatro generales, etc. Se nos dice que se levantaría un rey altivo que hará guerra contra el pueblo santo y aun se levantaría "contra el príncipe de los ejércitos" y "suprimiría el continuo sacrificio, y profanaría la verdad". La visión se refiere al rey seleúcida Antíoco IV epífanes, quien en 167 AC impuso a los judíos el culto a Zeus, y luego profano el lugar de los sacrificios. La posterior purificación del templo dio origen a la fiesta judía de Anuca.

La quinta visión que es la escritura en la pared, trata de la soberbia del hombre. Los reyes de la tierra son pesados, juzgados y sentenciados por Dios. Se da la sentencia de la caída del imperio babilónico, y en la misma noche toma el poder el imperio medo-persa.

La sexta visión es la respuesta a las anteriores visiones, especialmente a la tercera. En esta se le explican a Daniel las causas de la derrota de su pueblo, (la prevaricación, haber traspasado la ley de Dios) y se le habla del Mesías príncipe como el final y total remedio para la trasgresión y el pecado del pueblo santo. El mesías príncipe será muerto y la ciudad y el templo serán destruidos de nuevo.

En la séptima visión se enumeran los maravillosos y extraordinarios eventos del "tiempo del fin", los cuales a Daniel no le es permitido entender, sino solamente anunciar. Se le aclara que no le corresponde a él comprender esta parte, por lo que estos tres años y medio (tiempo, tiempos y la mitad) y sus terribles eventos quedan envueltos en misterio; se le dice a Daniel que estos eventos y tiempos son para ser comprendidos en el futuro lejano, una vez llegado en el tiempo de su cumplimiento.

En realidad las siete visiones de Daniel forman un mismo mensaje, solamente se nos dan en cada una diferentes vistas panorámicas y acercamientos, datos y explicaciones cada vez más concretos sobre los puntos más importantes. Lo que hablaron los antiguos profetas se va confirmando y esclareciendo de un profeta a otro, de una visión a otra, hasta llegar al clímax, con el inicio del ministerio del mesías príncipe y su muerte. El mesías príncipe es el centro de toda la profecía bíblica (Efe.1:10). Las siete visiones de Daniel llegan a una magnifica conclusión del plan divino, con la final redención del pueblo santo, "todos los que se hallaren escritos en el libro".

Los tres periodos de tiempo en las siete visiones

Hay tres periodos de tiempo muy bien definidos en las últimas dos visiones de Daniel: Primero una suma: "siete semanas y sesenta y dos semanas…hasta el mesías príncipe" (Dn.9:25).Luego, "en otra semana"… donde actúa y muere el mesías príncipe (Dn.9:26-27). Leemos: "Y la mitad de la semana"… es decir, la semana setenta es partida a la mitad. Y en la séptima y última visión del libro de Daniel, se nos habla específicamente de la última media semana, que constituye "el tiempo del fin" (Dn:12:7).Los tres periodos son:

Primer periodo: Una suma:7+62=69 semanas

Segundo periodo: La primera mitad de la semana setenta, que es partida a la mitad por el cese definitivo de los sacrificios y ofrendas rituales del templo.

Tercer periodo: La última mitad de la semana setenta, "tiempo, tiempos y la mitad", referida en el capítulo 12, que constituye "el tiempo del fin".

EL TIEMPO DEL FIN: TIEMPO, TIEMPOS Y LA MITAD

Esta frase significa tres años y medio: Tiempo (un año), tiempos (dos años), y la mitad, (medio año). Un tiempo es un año en la biblia (Dn.4:16,23). La duración del tiempo del fin ("tiempo, tiempos y la mitad") es dada en la séptima visión bajo un juramento angelical (Apoc.12:7).

Esta misteriosa media semana es el único periodo de tiempo que podemos encontrar al final del libro de Daniel (Dn.12:1,6-7) y también al final de la biblia, en el libro del Apocalipsis. (Apoc. 11:2-3, 9,12:14,13:5,7). Esta media semana también se encuentra representada en los tres y medio años de sequía en tiempos de Elías profeta, y dicha figura fue mencionada por Jesucristo (Stgo.5:17, Lc.4:24-26).

En el capítulo sexto tratare sobre esta misteriosa media semana profética que constituye el periodo de la gran tribulación; un tiempo terrible, incomparable e irrepetible.

El sabio y revelador de los misterios

Daniel ha quedado en la Biblia como uno de los más grandes sabios y como "aquel que conoce los misterios de Dios" (Dn.2:48,4:9). Hay en la biblia una alusión en figura al ángel caído, (satanás) donde se le dice … "tú eres más sabio que Daniel; no hay secreto que te sea oculto" (Eze.28:3).Traigo a colación este comentario, porque es muy importante recordar que había un gran misterio el cual ningún profeta sabia, y que ni siquiera los principados y las potestades de los cielos lo conocían: El hecho de Dios salvaría por la sangre derramada del mesías príncipe no solo a Israel sino que también salvaría "a muchos" de entre los pueblos gentiles. Ni siquiera el sabio Daniel conocía el propósito eterno, porque era "el misterio escondido en Dios" desde siglos sempiternos.

ESTUDIANDO A LOS ANTIGUOS PROFETAS CON EL MISTERIO YA REVELADO

Si nosotros hemos estudiado el mensaje del Apóstol Pablo y ya conocemos en que consiste el gran misterio que había estado escondido en Dios, entonces tenemos la gran ventaja de poder leer y estudiar al profeta Daniel de forma retrospectiva. Es decir, podemos estudiar el libro de Daniel conociendo la parte que le estaba vedada a él y a todos los antiguos profetas. El solo hecho de conocer lo que los antiguos profetas no sabían en aquel entonces, nos da la excelente oportunidad de entender mejor el mensaje profético entregado a Daniel. Comprenderemos, entre otras cosas, el por qué este fue frenado y vedado en su séptima y última experiencia profética. En pocas palabras, las partes más difíciles del libro de Daniel y de todos los profetas, pueden comprenderse a la luz del "misterio oculto" que ya nos fue explicado por el apóstol Pablo.

"El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán…" (Dn.12:4, 8-10).

Daniel ignoraba por completo que no todos los Israelitas recibirían al mesías sino que solo "el remanente" lo haría, y que había un tiempo de gracia escondido, no revelado todavía, pero pre-ordenado por Dios desde siglos eternos, durante el cual los gentiles también entrarían a la salvación por la sangre del mesías de Israel. (Rom.11:7,11).

La elección de gracia en Israel (los elegidos), y la participación de los pueblos gentiles en la salvación por la obra del mesías príncipe, eran sucesos insospechado para todos. Nadie sabía que solo una parte ("confirmara el pacto a muchos") de Israel aceptaría al mesías, y que la total salvación de Israel quedaría suspendida por amor de los pueblos gentiles, y que solo al cabo de los tiempos, Israel finalmente seria redimido de sus pecados. El misterio oculto en Dios, explico Pablo, estaba diseñado "para tener misericordia de todos", tanto de los judíos, como de los Gentiles. (Rom.11:30-33).

¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

Puesto que este libro está orientado a descifrar la parábola de la higuera, la cual tiene que ver con la final redención de Israel, ocuparemos nuestra atención en la sexta y la séptima visión de Daniel. La visión de las setenta semanas nos habla del advenimiento del mesías, su muerte y los beneficios que esto causaría, y se esconde en ella el tiempo de gracia para los gentiles. Y en la séptima y última visión de Daniel, se nos revela cual es la duración del tiempo del fin y los eventos que sucederán en él, una vez que se haya terminado el tiempo de gracia para los gentiles; entonces se dará el desenlace de la historia mundial, donde la tierra entera experimentara la terrible gran tribulación y donde Israel será finalmente redimido de sus pecados.

Dejare pues la séptima visión (Daniel12) para el siguiente capítulo, y en el presente nos enfocaremos en la introducción a las setenta semanas de Daniel, la revelación que sido llamada por los estudiosos como "la espina dorsal de la profecía bíblica".

Antecedentes y conceptos básicos de las setenta semanas

Antes de entrar de lleno a las setenta semanas examinemos algunos antecedentes y conceptos básicos que nos agilizaran su estudio.

EL NUMERO SIETE Y SU SIGNIFICADO

(Dn.9:24) "Setenta semanas están determinadas." El número siete en la biblia nos habla de plenitud; significa "la consumación de algo; hasta que se cumpla todo". Veamos algunos ejemplos:

"y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas" (Dn. 4:32) Nabucodonosor necesita siete años de castigo para reconocer el señorío de Dios; será castigado hasta que se le acabe la soberbia.

"Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. (Mt.18:21-22).

El múltiplo de siete, "setenta veces siete", enfatiza aún más la plenitud o la consumación de un asunto. En este caso se instruye a Pedro sobre la necesidad de un perdón pleno; Lamec por su parte, hablaba de venganza plena (Gn.4:24).

(Apoc.15:1)"Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios."

Estas siete copas en la visión apocalíptica constituyen la ira consumada, o completa, de Dios. El siete en la biblia significa "la plena consumación de algo".

El número siete es el más representado en las sagradas escrituras. Ningún otro número y sus múltiplos aparecen tantas veces. Hay en la biblia siete días, siete parejas de animales, siete altares, siete vacas, siete espigas, siete corderas, siete carneros, siete becerros, siete años de trabajo, otros siete años de trabajo, siete cosas abominables, siete castigos, siete zambullidas, siete hijos, siete abominaciones en el corazón del hombre, siete ojos, siete veces siete años del jubileo, setenta ancianos, setenta semanas, setenta veces siete venganzas, setenta veces siete perdones, siete vueltas, siete rociamientos de sangre, siete iglesias, siete estrellas, siete candeleros, siete copas, siete ángeles, siete trompetas, siete plagas, siete espíritus de Dios, siete cabezas, siete diademas, siete montes, y la lista puede aumentar si escudriñamos la biblia; pero el número siete siempre significa plenitud; la consumación de un asunto.

LOS MULTIPLOS ENFATIZAN MAS LA CONSUMACION

El castigo decretado de Dios para Israel, dijo jeremías, seria de "setenta años" (Jer.29:10). Cumplido el plazo o la consumación del castigo para Israel, Daniel ora por su pueblo, y recibe las "setenta semanas" como el plazo total para el remedio para del pecado y la ruina de su pueblo. (Dn.9:1-3,23-24).La frase "setenta semanas" es similar a la frase "setenta veces siete". En otras palabras, en estas setenta semanas se cumple todo el plan de Dios para el pueblo de Israel y para la santa ciudad, Jerusalén. El plan de Dios, según las escrituras, termina con la redención final de Israel.

SIGNIFICADO DE LA MEDIA SEMANA

Aquí surge un pregunta muy interesante: Si el número siete significa plenitud, consumación, ¿Qué significara partir el siete a la mitad? "Y a la mitad de la semana" (Dn.9:27). La última media semana profética, "tiempo, tiempos y la mitad", está envuelta en gran misterio. Cuando Daniel quiso indagar sobre esta media semana y sus acontecimientos se le dijo: "Sigue tu camino, que estas palabras están cerradas y selladas…" (Dn.12:7).

¿Por qué la septuagésima semana esta partida a la mitad? Si la semana entera nos habla de plenitud, ¿Qué significa entonces media semana? He aquí un punto muy interesante: La media semana tiene "un sentido de dilación", es decir, un sentido de "espera". Significa que la redención de la humanidad no está completa: Israel está esperando su redención final, porque exactamente a la mitad de la semana setenta comenzó el tiempo de gracia para los gentiles.

El concepto de mesías príncipe o príncipe ungido

Podemos ver en las escrituras que existe una conexión, una correlación, entre todos los profetas y su mensaje. Todos los profetas son "hermanos", una especie de gremio muy especial (Apoc.22:6,9) y sabemos que todos ellos nos hablan de la aparición del mesías y su obra de redención.(1Pe.1:10-12) Veamos ahora como es que las profecías están relacionadas y como "pasa la estafeta" de un profeta a otro, porque la profecía bíblica es un solo mensaje: El Cristo y su obra.

Isaías fue el profeta que anuncio la gran señal para Israel: "Una virgen concebirá"…y el niño será llamado "Admirable, consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, príncipe de paz". (Isa.7:14,9:6-7).

La palabra hebrea "mesías" (Mashíaj) significa "ungido", y en griego se dice "Cristo".(Jn.1:41). Se aplica al hombre lleno del Espíritu de Dios. Recordemos que los profetas, sacerdotes y reyes eran ungidos con aceite, y sobre ellos venia el Espíritu de Dios, por su ministerio. Es decir, todos ellos eran considerados pequeños ungidos (Lev.8:12, 1, Rey.19:15-16, Sal.89:20).Aunque muchos han sido considerados hombres "ungidos", el título particular "el mesías" se aplica al hombre enviado y escogido por Dios y que restauraría el reino de Dios en la tierra (Jn.4:25,Lc.3:15).

EL MESIAS TIENE UNCION SUPERLATIVA

Isaías nos describe exactamente lo que sería el mesías, o el hombre cuya unción seria mayor que todos. Sobre Jesús estaría la unción de profeta, de sacerdote y de rey.(Hec.3:22,Mt.2:2,Lc.19:38,Heb.7:17,1:9)

En el mesías principal, (o ungido principal) la unción seria superlativa; Jesús tendría "los siete espíritus de Dios" (Apoc.3:1).En Jesús habito "toda la plenitud de Dios" para los hombres. Isaías nos enumera anticipadamente estos siete Espíritus:

Isaías 11:1-2

"Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el (1)Espíritu de Jehová; (2)espíritu de sabiduría y (3)de inteligencia, (4)espíritu de consejo y (5)de poder, espíritu de (6)conocimiento y (7)de temor de Jehová."

Los siete espíritus de Dios reposarían sobre Jesús. Estos siete espíritus son a su vez "los siete ojos de Jehová" que aparecen en boca de otros profetas (Zac.3:9,4:10, Apoc.5:5-6).

Es importante señalar que cuando en el nuevo testamento se lee sobre "el Cristo", debe leerse "el mesías". El término es exactamente el mismo. Sin embargo, hay quienes emplean el término "Cristo" para desasociar completamente al pueblo judío del pacto eterno que hizo Jesús en la cruz del calvario. Por ejemplo, Un predicador alegaba con euforia que la frase "los muertos en Cristo" se refería única y exclusivamente a los redimidos gentiles.

La realidad es que esa cita debe leerse "los muertos en el mesias, resucitaran primero", y están incluidos todos los antiguos profetas y santos del antiguo testamento que esperaron y durmieron "en el mesías". Véanse los siguientes pasajes (Job.19:25-27, Heb.11:32-40,1Cor.10:1-4).

EL PRECURSOR DEL MESIAS PRINCIPE

¿Cómo podríamos hablar de las setenta semanas de Daniel sin mencionar a Isaías? Él nos describe al mesías y también nos dice que se levantaría otro profeta para identificarlo e introducirlo a Israel; este es Juan bautista, el precursor de Jesucristo. La señal para Juan seria "sobre quien vieres descender el Espíritu Santo y que reposa sobre él…" (Isa. 40:1-5, Mt. 11:9-14, Jn.1:33-34). La señal que le fue dada a Juan para identificar al mesías es un dato de suma importancia, porque este público señalamiento por un profeta autorizado por Dios, hace posible que podamos ubicar exactamente en el tiempo la frase "hasta el mesías príncipe", que dijo el ángel Gabriel. (Dn.9:25).

MESÍAS PRÍNCIPE EQUIVALE A SUMO SACERDOTE

Es importante señalar también que la expresión "mesías príncipe" significa literalmente "príncipe ungido", haciendo una clara referencia al oficio de "sumo sacerdote", es decir, el hombre señalado y nombrado por Dios para entrar al lugar santísimo, más allá del velo, y hacer la expiación del pueblo:

Lev. 8:12 "Y derramó del aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón, y lo ungió para santificarlo".

En este caso, Aarón es el "Mesías principal", o el príncipe ungido en Israel (Lev.21:10-12). Este era el hombre apartado para oficiar los servicios rituales y reconciliar por los sacrificios de animales a los hombres con Dios. Entiéndase pues en Daniel 9, la expresión "el mesías príncipe" como el hombre ungido por Dios, o el sumo sacerdote señalado para hacer la expiación. De aquí la identificación que algunos proponen, diciendo que Onías III, sumo sacerdote en tiempos de los macabeos y que fue muerto, es el "príncipe ungido" de Daniel 9, que fue "cortado no por si" (Onías III, Enciclopedia judía, 1906).

Pero Jesucristo fue nombrado de Dios "sacerdote según el orden de Melquisedec" y tiene "un sacerdocio mucho mejor que estos", el cual es inmutable. (Estúdiese Hebreos capitulo siete).

(He.7:26-27)"Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; El oficio sacerdotal de Jesús, es una gran parte de "el misterio de Cristo" (Heb.5:1-11), o "el misterio del mesías", y es muy importante escudriñar este concepto y este misterio, para comprender cabalmente las setenta semanas.

El pueblo y la Santa Ciudad

"setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y tu santa ciudad". (Dn.9:24)

Como ya lo señale al principio de este libro, los dos elementos sobre los que gira la profecía de las setenta semanas son: el pueblo de Israel y la ciudad santa. El propósito divino es la redención de Israel. El elemento salvador es el mesías y su obra expiatoria. Los eventos son su muerte (aflicciones) y las glorias después de ellas; pero el escenario es la ciudad santa. Jerusalén debía ser restaurada primero para que entonces pudiera manifestarse allí el mesías. El mesías y la ciudad santa están íntimamente relacionados. La profunda relación entre el mesías, el pueblo y la ciudad se echan de ver en muchos pasajes de la biblia, pero nunca de forma tan grafica como cuando este llora sobre la ciudad, y emplea con pasión la figura de la gallina que junta a sus pollos debajo de sus alas. (Lc.13:34-35).

Isaías no solo profetiza sobre el nacimiento y la aparición del mesías y su precursor, también profetiza sobre el rey persa, Ciro II el grande, el monarca que daría inicio al movimiento para restaurar el escenario en el que se manifestaría a su tiempo el mesías príncipe. La mención del rey Ciro, hecha más de 200 años antes de su aparición, es una profecía muy notable, y es indispensable conocerla si hemos de estudiar las setenta semanas:

(Isa.44:28)"que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado."

La frase "Ciro es mi pastor", significa que este rey sería usado por Dios para hacer volver a las ovejas de Israel a su tierra, después de los setenta años de exilio. (Véase Isa. 45:1-4,13). El edicto de Ciro propicio luego la buena voluntad de los demás reyes persas. (Esdras 6:1-8 y14). Isaías también profetizo sobre los jóvenes hebreos que, siendo del linaje real, serian "eunucos en el palacio del rey de babilonia". Entre estos se destacaron Daniel, Ananías, Misael y Azarías. El destino de estos cuatro jóvenes estaba ya profetizado. (Isa. 39:5-7, Dan.1:3,9).

CUANDO SE CUMPLAN SETENTA AÑOS

Por su parte Jeremías profetizo la destrucción de Jerusalén del templo por Nabucodonosor, y el consiguiente destierro, y dijo que los transmigrados volverían en setenta años. (Jer.25:11-12). Pero cuando se cumplió la destrucción de la ciudad y llego el destierro, algunos falsos profetas entre los transmigrados se levantaron en Babilonia a profetizar que el regreso a la tierra santa era ya inmediato. Como respuesta, Jeremías advierte al pueblo que desechen esas falsas profecías y les dice que Jehová "despertaría su buena palabra" para hacerlos volver, pero que sería luego de setenta años:

(Jer.29:10)"Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar."

Esta "buena palabra" que sería despertada a su tiempo, es la que había dicho Isaías sobre Ciro, el rey persa que sería usado por Dios para dar la orden de reconstruir el templo, y para que el pueblo volviera a Jerusalén. Leemos:

(2Cron.36:15-21)"Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo, y de su habitación.

16. Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio.

17. Por lo cual trajo contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada a sus jóvenes en la casa de su santuario, sin perdonar joven ni doncella, anciano ni decrépito; todos los entregó en sus manos.

18. Asimismo todos los utensilios de la casa de Dios, grandes y chicos, los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey y de sus príncipes, todo lo llevó a Babilonia.

19. Y quemaron la casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalén, y consumieron a fuego todos sus palacios, y destruyeron todos sus objetos deseables.

20. Los que escaparon de la espada fueron llevados cautivos a Babilonia; y fueron siervos de él y de sus hijos, hasta que vino el reino de los Persas;

21. Para que se cumpliese la palabra de Jehová por la boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos.

22. Mas al primer año de Ciro rey de los persas, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, Jehová despertó el espíritu de Ciro rey de los persas, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito, por todo su reino, diciendo:

23. Así dice Ciro, rey de los persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y él me ha encargado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de todo su pueblo, sea Jehová su Dios sea con él, y suba."

Esdras nos dice:

Esdras 1:1-2 "En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo…"

Daniel estaba en la corte del palacio de Babilonia cuando Ciro tomo la ciudad y le encargo el gobierno de la misma a Darío. (Dn.5:30-31). Daniel y sus amigos habían llegado a Babilonia de unos catorce o quince años de edad por palabra profética, y a la caída de Babilonia, rondarían los 80 años. Se estaban cumpliendo ya los setenta años que había dicho Jeremías, y es justo cuando Daniel fue movido a revisar los tiempos proféticos y comenzó a orar por el cumplimiento.

(Dn.9:1-3)" En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos,2. en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años.3. Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza."

El tiempo había llegado, y Daniel oraba diligentemente por su pueblo y su ciudad; a la vez, Dios despertaba el espíritu de Ciro para mandar a reedificar el templo y para que iniciara el retorno a tierra santa.

Los profetas Ageo y Zacarías también comenzaron a profetizar en el segundo año de Darío sobre la reedificación del templo. Se dijo que Zorobabel echaría la primera piedra. Estos profetas animaron y esforzaron las manos del pueblo que volvió de Babilonia, iniciándose así los trabajos de reconstrucción del templo. (Zac. 1:7-16, Es.6:14-15).

El pimpollo o retoño y la principal piedra

En las palabras de los profetas hay muchos símbolos y algunas veces los personajes reales son figuras proféticas. Zorobabel el gobernador, y Josué el gran sacerdote, son "varones simbólicos". Pero sin duda alguna, la figura más notables es "la principal piedra sobre la cual hay siete ojos". Este es también el pimpollo, o el renuevo. Estas figuras se refieren al Mesías príncipe o al principal ungido, el que tiene los siete espíritus de Dios. De nuevo, el mesías es el centro y meollo de toda profecía, y su trabajo principal es "quitar el pecado de la tierra" (Zac.3:8-9,Apoc.5:6,3:1). En las visiones y mensajes proféticos, el pimpollo se encuentra superlativamente ungido para realizar la importante obra de expiación. Siete ojos, siete espíritus, un renuevo verde, la piedra angular, etc.

Un punto muy notable sobre la "piedra principal" es, que sería sacada con "aclamaciones de gracia, gracia a ella". Se menciona aquí, veladamente, el misterio escondido en Dios: el tiempo de gracia que iniciaría con la piedra principal. Jesucristo es la principal piedra del ángulo. (Zac.4:7-9,10:3-4,1Ped.2.6-7,Mt. 21:42, Efe. 2:20).

La batalla de los seres angelicales

Sabemos por las escrituras que antes de que una nación caiga vencida ante otra, primero han caído las influencias espirituales que están sobre ella. (Dt.32:29-31, Sal.81:13-16). Dios influye en las decisiones de los reyes (1Rey.22:19-22). Es importante notar que los reyes de Persia, por influencia divina, fueron inclinados hacia el pueblo santo y su causa, en medio de gran oposición. Ciro es "despertado por Dios" e inicia el movimiento profético, y el pueblo vuelve a Jerusalén e inicia los trabajos del templo. Después, Darío y Artajerjes se apoyan en el decreto de Ciro, "siervo de Dios". (Esdras 5:3, 11-17, 6:11-12).

Los enemigos de Israel se opusieron desde el principio a la restauración del templo y la ciudad santa. Pero a pesar de la férrea oposición y algunas suspensiones en la obra, los trabajos continuaron bajo los reyes persas, Darío y Artajerjes.

Esto explica la febril actividad angelical de Gabriel sobre los reyes de Persia, y los enfrentamientos contra las potestades malignas que dominaban este imperio. Al inicio del cumplimiento de la palabra profética sobre la caída de Babilonia, fue Gabriel mismo quien ánimo y fortaleció a Diario el medo, durante la invasión medo persa (Dn.11:1-2).

(Dn.10:13)"Más el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia".

Era imperativo que la palabra profética traída por Gabriel llegara al profeta Daniel, es decir, que le fuera revelada. Se trata de una ley espiritual que se debe satisfacer para que se active en la tierra el cumplimiento de la profecía. (Amos 3:7). De allí la gran oposición en las regiones celestes al ministerio profético de Daniel. Dice Gabriel: "y yo quede allí con los reyes de Persia". ¿Qué significa esto? En otras palabras:

"fue vencido el ángel malo que dominaba los destinos de Persia por su influencia sobre los reyes y…después de la lucha, cuando Miguel me ayudo, yo quede instalado con los reyes de Persia, para influenciarlos con la palabra de Jehová y así modificar el curso de la historia".

Esto es algo importante, porque la escritura nos dice que en el tiempo del fin, Miguel se levantara a derrotar al dragón y a sus ángeles. Satán y sus ángeles serán derribados y consignados a la tierra; entonces comenzara la "angustia insólita cual nunca fue ni será".

JERUSALÉN ES LA REFERENCIA PROFETICA

Debemos puntualizar que en la profecía bíblica, y por ende en las setenta semanas, la referencia explícita a la reconstrucción no es al templo de Salomón sino a la ciudad y el muro (Dn.9:24-25). Es Jerusalén (y no el templo) la clara referencia de la palabra profética. También es así en el Nuevo Testamento; el pueblo santo no habita en el templo, sino en Jerusalén. Jesucristo siempre actuó y se refirió primordialmente a la ciudad santa y no al templo; así mismo, el énfasis de todos los profetas está puesto, no en el templo, sino en la ciudad santa.

Fue finalmente en el reinado de Artajerjes, cuando después de mucha oposición e interrupciones en la obra, se comienza a edificar la ciudad y el muro bajo Nehemías en "tiempos angustiosos". El decreto de Artajerjes fue emitido en el año 457 AC. (Neh.1:1-3, 2:1-13,4:6-23). Allí "salió la palabra para restaurar y edificar a Jerusalén".

El enfoque correcto: el Mesías y su obra

Recordemos el esquema de trabajo de los antiguos profetas: "Primero el propósito de Dios…al final, los tiempos". Si hemos de escudriñar las profecías de Daniel y de los antiguos profetas, nos conviene saber cuál es el centro y el propósito de la profecía bíblica. Hagámonos esta pregunta: ¿De qué nos hablan las setenta semanas de Daniel? ¿Cuál es el tema principal? Sin duda alguna el tema principal es el Mesías príncipe y su obra redentora, y no solo de las setenta semanas sino de toda la biblia. ¿De qué nos serviría entrar en los tiempos proféticos cuando aún no hemos captado cual es el propósito divino?

El propósito divino de las setenta semanas es la redención de Israel por la sangre del mesías príncipe. "Y nosotros esperábamos que él (el mesías príncipe) había de redimir a Israel" (Lc.24:2,). El pueblo de Israel esperaba (y aun espera) la redención por el mesías (Lc.2:25-33,36-38).

DE ESTE DAN TESTIMONIO TODOS LOS PROFETAS

(Hec.10:42-43)"Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre".

Todos los profetas testifican de Jesucristo y su obra expiatoria, pero ya en la revelación del evangelio, en tiempos del apóstol Pedro, Jesucristo no solo fue identificado como el mesías príncipe que fue muerto, sino que Jesús, habiéndose mostrado a los apóstoles después de resucitar, y habiendo ascendido a los cielos, "fue declarado hijo de Dios con potencia por la resurrección de entre los muertos". (Rom.1:1-6). La designación de "hijo de Dios y juez de vivos y muertos" traspasa toda barrera de nacionalidad, lengua y cultura. En la revelación del evangelio, la obra expiatoria del mesías príncipe ya no es algo exclusivo para el pueblo de Israel. Más aun, la salvación de los hombres está supeditada a la fe, es decir, creer en el hijo de Dios es la única vía para salvarse. (1Pe.2:4-10).

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