5. El Estado debe bastarse a sí mismo. Debe apuntar hacia la autarquía económica. Esto se plantea para evitar que los magistrados dependan de los comerciantes o peor aún, que ellos mismos se conviertan en comerciantes.
A pesar de este claro enfoque totalitario, algunos autores creen que la doctrina de Platón se distingue netamente del totalitarismo moderno por los objetivos de búsqueda de la felicidad para los ciudadanos e imperio de la justicia.
Popper, por el contrario, considera que el programa político de Platón lejos de ser moralmente superior al del totalitarismo, es fundamentalmente idéntico al mismo y considera, que la anterior consideración se basa en el antiguo y arraigado prejuicio de idealizar a Platón. Según Popper esa idealización impregna, no sólo las interpretaciones sino también las traducciones. La tesis popperiana sobre las ideas platónicas del Bien, la Justicia, la Verdad y, en general, las que se manejan dentro del programa político de Platón, reflejan un estilo totalitario.
La idea de justicia según Popper
La opinión de Popper es que se debe entender por justicia un concepto que englobe:
1. Una distribución equitativa de la carga de la ciudadanía, en aquellas limitaciones de la libertad, necesarias para la vida social.
2. Un tratamiento igualitario de los ciudadanos ante la ley siempre que:
2.1. Las leyes mismas no favorezcan ni perjudiquen a determinados individuos o grupos o clases.
2.2. El tratamiento por parte de los tribunales de justicia sea imparcial para todos los individuos.
3. Una participación igual tanto en las cargas como en las ventajas que pueda presentar para el ciudadano el ser miembro del Estado.
La idea de justicia de Platón
En "La República", Platón utiliza el término "justo" como sinónimo de lo que interesa al Estado perfecto. Al Estado perfecto le interesa detener todo cambio, mediante el mantenimiento de una rígida división de clases y un gobierno de clases.
Para indagar la naturaleza de la justicia, Platón trata de buscar primero esta idea en el Estado y sólo después es que intenta aplicar el resultado al individuo.
La ciudad se funda en la naturaleza humana, sus necesidades y sus limitaciones. Cada hombre debe hacer un sólo trabajo, el que le corresponde de acuerdo a su clase. Cada uno debe ocuparse de sus propios asuntos. Todo cambio o interferencia entre clases debe ser injusto, y lo contrario es, por tanto, justo. Según Platón, la ciudad es justa si cada clase atiende a su normal labor. Vemos como Platón identifica la justicia con el principio del gobierno de clase y de los privilegios de clase.
Simplemente, el Estado es justo si gobierna el gobernante, el trabajador trabaja y el esclavo obedece.
La justicia popperiana vs. La justicia platónica
El concepto de justicia de Popper es totalmente opuesto al de Platón. Platón considera "justo" el privilegio de clase, en tanto que Popper cree que lo justo es, más bien, la ausencia de dichos privilegios; cierta clase de igualdad en el tratamiento de los individuos. Platón no considera la justicia como una relación entre individuos, sino como una propiedad de todo el Estado, basada en la relación existente entre las clases. El Estado será justo si es, a la vez, sano, fuerte, unido y estable. De acuerdo a esta concepción de justicia se establece la idea de un gobierno de clase totalitario.
Popper analiza la posibilidad de que la razón por la cual Platón sostuviera esa idea de justicia estuviera en el uso que se daba a ese concepto en la época que al filósofo griego le tocó vivir. Dice textualmente: "Pero, ¿tendría quizá razón Platón?… No correspondería, tal vez, su idea de justicia a la forma griega de emplear este término" (Popper, 1984)
A estas interrogantes responde que no. El uso griego de la palabra "justicia" era similar al empleo actual del término, individualista e igualitario. El mismo Platón en el "Gorgias" (anterior a "La República") sustenta el concepto de justicia en cuanto igualdad y hace mención que eso era lo que pensaba la mayoría de la gente y que concordaba con la naturaleza misma. La palabra "justicia" mantiene en la actualidad el mismo contenido antiguo y universal.
De tal manera que -según Popper- la interpretación holista y anti-igualitaria de la justicia contenida en "La República" era una novedad. Platón procuraba presentar como "justo" su gobierno de clase totalitario, a pesar de que la mayoría de la gente entendía por "justicia" exactamente lo contrario. A partir de ese momento el igualitarismo era su enemigo acérrimo y debía destruirlo (probablemente por el convencimiento sincero de que constituía un gran peligro).
Dice Popper: "… pero su ataque contra el igualitarismo no fue honesto, pues no se atrevió a enfrentar abiertamente al enemigo" (Popper, 1982).
Platón en "La República" eludió el concepto igualitario de justicia y se dedicó a formular su concepto totalitario, expresando abiertamente sólo las ventajas que éste representaba para el Estado y ocultando las desventajas que conllevaba para el individuo.
En ningún momento menciona en su examen ninguna teoría acerca de que la justicia es igualdad ante la ley. Es poco probable que Platón, gran conocedor de la cultura de su época, las hubiera ignorado. Lo más seguro es que las eludió deliberadamente. Platón no sólo debió hallarse perfectamente familiarizado con la teoría igualitaria, sino que debió tener plena conciencia de su importancia cuando escribió "La República" (I).
El movimiento igualitario, tal como lo conoció Platón, representaba todo aquello que él más aborrecía. Su obra "La República" y todas las obras posteriores fueron una especie de respuesta al poderoso desafío de las nuevas tendencias igualitarias y humanitarias, que se formulaban cada vez más convincentemente.
Los principios de la teoría igualitaria y los opuestos platónicos
La teoría igualitaria se sustenta en los siguientes principios:
a. El principio igualitario propiamente dicho, que establece la eliminación de privilegios naturales.
b. El principio general del individualismo.
c. El principio de que la tarea y la finalidad del Estado deben consistir en proteger la libertad de los ciudadanos.
A cada uno de estos principios le corresponde un principio opuesto en el programa platónico:
a.1. El principio del privilegio natural.
b.1. El principio general del holismo y colectivismo.
c.1. El principio de que la tarea y finalidad del individuo debe consistir en conservar y fortalecer la estabilidad del Estado.
Revisemos a continuación cada uno de estos principios:
a. El principio Igualitario (II): el igualitarismo exige que los ciudadanos sean tratados con ecuanimidad, que el nacimiento, los nexos familiares o la riqueza no sean factores de influencia para aquéllos que administran la ley. No reconoce ningún privilegio "natural".
El principio platónico de la justicia es diametralmente opuesto a esto. Platón exigía privilegios naturales para los jefes naturales. ¿Cómo rebate el principio igualitario para fundamentar sus propias afirmaciones?
Dice Popper que Platón no tardó en descubrir que el naturalismo (III) era un punto débil dentro de la doctrina igualitaria y trató de sacarle el mayor partido a esta debilidad. Decir a los hombres que son iguales despierta un fuerte sentimiento de solidaridad, pero este sentimiento es pequeño al compararse con el que se produce si se les convence que son superiores a otros hombres, o los demás inferiores a ellos. ¿Cómo convencer a un noble que es igual a su sirviente? La propaganda que lo induce a sentirse superior causa un mayor efecto.
Platón nunca subestimó la teoría igualitaria (IV).En "La República" se limitó a no considerarla, atacándola sólo una que otra vez, pero nunca abiertamente.
En "La República" establece su anti-igualitarismo a través de varios argumentos. Algunos de los más interesantes son los siguientes:
Trata de demostrar que el anti-igualitarismo puede deducirse de la opinión igualitaria de que la justicia es imparcialidad.
En "La República", Sócrates pregunta a los gobernantes y jueces de la ciudad, si no es su propósito evitar que ningún hombre tome lo que pertenece a otro. Su interlocutor, Glaucón, responde afirmativamente que eso sería lo justo.
Sócrates concluye que entonces deberemos entender que la justicia es la conservación y usufructo de lo que nos pertenece. Conservar y usufructuar lo que es de uno constituiría el principio de la jurisdicción justa. Este argumento llega a la conclusión de que la justicia consiste en conservar el puesto que nos corresponde de acuerdo a la clase o casta a la que se pertenezca.
Si debemos conservar lo que nos pertenece, debemos, entonces, conservar el puesto que ocupamos que es el que nos pertenece.
Platón induce a sus lectores a extraer la siguiente inferencia:
Es justo conservar y usufructuar lo que es de uno, lo que le pertenece
Me pertenece mi lugar, mi puesto
Es justo que yo conserve mi lugar, mi puesto
Según Popper esta inferencia no es más que un burdo juego de palabras en torno al significado del concepto "ser de uno". Este juego de palabras es el recurso a través del cual Platón intenta conectar su propia concepción con el sentido corriente del término.
En otro argumento Platón recurre al principio del holismo o colectivismo relacionándolo con el principio de que la finalidad del individuo consiste en mantener la estabilidad del Estado.
b. El principio general del individuo
El término "individualismo" puede emplearse con dos sentidos diferentes: en oposición al colectivismo y en oposición al altruismo. El sentido utilizado por Popper está tomado del primero, de oposición al colectivismo, ya que el segundo sentido puede definirse como egoísmo.
Establece la siguiente comparación:
Individualismo | es lo contrario de | Colectivismo |
Egoísmo | es lo contrario de | Altruismo |
El colectivismo no se opone al egoísmo ni tampoco es idéntico con el altruismo. Existen, por ejemplo, el egoísmo colectivo o de la clase.
Según Platón la única alternativa fuera del colectivismo es el egoísmo, pues identifica el altruismo con el colectivismo y cualquier tipo de individualismo con egoísmo. Platón sólo reconoce dos posibilidades en lugar de cuatro.
Esta equiparación que hace Platón del individualismo con el egoísmo le proporciona un arma poderosa para defender el colectivismo y, al mismo tiempo, para atacar el individualismo. Platón conoce a ciencia cierta que el individualismo constituía un verdadero bastión en la defensa del nuevo credo de la humanidad; por esta razón, es que aprovechamos cualquier ocasión para atacarlo. La revolución espiritual que condujo al derrumbe del tribalismo y al advenimiento de la democracia no fue sino la emancipación del individuo.
El individualismo formaba parte de la antigua idea intuitiva de la justicia.
Ese individualismo, que no prescinde del altruismo, se ha convertido en base de nuestra civilización occidental y constituye la doctrina central del cristianismo.
Nadie atacó jamás tan vehementemente al individuo como Platón. Esta hostilidad se halla profundamente arraigada en el dualismo de su filosofía. Rechaza, por un lado, al individuo y a su libertad exactamente del mismo modo en que odiaba las cambiantes experiencias particulares y la variedad del mudable universo de los objetos sensibles. En el campo político, el individuo es su mayor enemigo.
Para Popper resulta paradójico que esa actitud haya sido sistemáticamente idealizada, reputándosele de humana, generosa, altruista y cristiana. Según algunos platónicos, el antiindividualismo supone de suyo generosidad. Esta engañosa equiparación -dice Popper- ha elevado a Platón al pedestal de maestro de moral, señalándose que su ética constituye el sistema más próximo al cristianismo antes de Cristo; cuando, por el contrario no hace sino abrir las puertas al totalitarismo y especialmente a una interpretación totalitaria y anticristiana del cristianismo.
El engaño en la interpretación. Sus concepciones sobre la justicia se deben, en gran parte a la habilidad de Platón. Este supo preparar el terreno para introducir su doctrina colectivista. Suele comenzar con la cita de una noble máxima o proverbio, como por ejemplo: "Los amigos tienen en común todo cuanto poseen". Además recordemos, que en diálogos anteriores a "La República", su idea de justicia era diferente. Esto pudo provocar la creencia de que se trataba de la misma concepción, más aún si se toma en cuenta que Platón hace constantemente referencia a máximas humanitarias como la de que "es mejor sufrir que cometer una injusticia".
Lo cierto es que debido a su colectivismo radical Platón no demuestra interés ni siquiera por aquellas cuestiones que los hombres suelen denominar problemas de la justicia, como por ejemplo, la estimación imparcial de las pretensiones contradictorias de los individuos. Tampoco le interesa ajustar los derechos del individuo con los del Estado, ya que el individuo es considerado completamente inferior. Lo único que le importa es el todo colectivo como tal y la salud no es más que la unidad y estabilidad del cuerpo colectivo.
c. El principio de que la tarea y la finalidad del Estado deben consistir en proteger la libertad de los ciudadanos.
De acuerdo con la teoría popperiana el Estado debe brindar protección a los individuos. El Estado debe asegurar nuestra protección y la de los demás. Debe proteger a cada miembro de la agresión de los demás hombres. Debe reconocer la diferencia entre la agresión y defensa, y, esta última debe descansar en un poder organizado del Estado.
Cada uno se siente dispuesto a aceptar que sea algo restringida la libertad propia siempre que eso suponga la protección a la libertad restante, ya que no se ignora la necesidad de algunas limitaciones. Se exige que el Estado limite la libertad de los ciudadanos de la forma más equitativamente posible y no más allá de lo necesario para alcanzar una limitación pareja. Esta concepción del Estado es denominada "proteccionismo".
Algunas objeciones que se le han hecho a esta doctrina se refieren a que no es posible establecer un objetivo de esta naturaleza con suficiente claridad y precisión y que al reconocer que la libertad necesita ser limitada, se derrumba todo el principio de la libertad. Además, se discute la cuestión de cuáles limitaciones son necesarias y cuáles superfluas.
Popper defiende esta concepción proteccionista del Estado y alega que esos reparos obedecen a una confusión, ya que, ciertamente, es difícil determinar exactamente el grado de libertad que puede concederse a los ciudadanos sin poner en peligro aquella libertad cuya salvaguarda constituye el objeto del Estado. Pero, la experiencia demuestra que es posible una delimitación aproximada de dicho grado de libertad, y, prueba de esto se puede buscar en los actuales Estados democráticos.
El proceso de la delimitación aproximada constituye una de las tareas principales para la legislación de los países democráticos.
Así, según Popper, se trata de un proceso difícil pero no imposible y la magnitud del problema se disminuye ante lo elevado del principio de protección del individuo.
En "La Sociedad Abierta y sus Enemigos" Popper clarifica con un simple relato esta idea de protección de la libertad individual: "Y puede responderse, en principio, a la objeción de que es difícil saber dónde termina la libertad y empieza el delito, con la famosa historia de aquel matón que protestaba ante el tribunal de justicia porque, siendo un ciudadano libre, podía mover el puño en la dirección que se le antojase, a lo cual repuso el Juez prudentemente: "La libertad del movimiento de tus puños está limitada por la posición de la nariz de tu vecino" (Popper, 1982)
La cuestión de los límites de la libertad es en extremo difícil e importante y no puede llegar a resolverse mediante fórmulas secas y tajantes. Más, los extremos de la limitación no deben convertirse en un obstáculo insalvable. Sin estos extremos, sin el estímulo de los problemas políticos y las luchas de este tipo, desaparecerá la disposición de los hombres a combatir por su libertad, y con esto, desaparecería la libertad misma.
Para Popper, la teoría proteccionista del Estado se halla libre de todo elemento historicista o esencialista. En ningún momento esta teoría establece que el Estado se haya originado por una asociación de individuos reunidos con un propósito proteccionista o que algún Estado de la historia se hubiera gobernado en base solamente a este objetivo. Tampoco postula nada acerca de la naturaleza esencial del Estado o de cualquier pretendido derecho natural de la libertad.
Igualmente, tampoco toca el punto de cómo el Estado funciona en la práctica. Lo que hace es formular una exigencia política, o dicho con más precisión, una propuesta para la adopción de cierta política.
Desde los tiempos de Aristóteles se han hecho reparos a esta teoría proteccionista del Estado. Lo que principalmente se aduce es que esta teoría representa una visión estrecha de las tareas correspondientes al Estado y que éste debe ser considerado con mayor respeto, ya que no se trata de una simple asociación de objetos subordinada a la existencia animal de una naturaleza temporaria y perecedera. Aristóteles expresaba que cuidar la virtud es la principal función de un Estado que merezca verdaderamente el nombre de tal.
Del análisis de estos reparos Popper extrae dos conclusiones: a) expresan el deseo de convertir al Estado en un objeto de adoración, lo cual constituye, más bien, un problema religioso y es a los cultores del Estado a quienes correspondería conciliar este credo con otras creencias religiosas. b) Expresan el criterio de exigir a los funcionarios que sólo se preocupen por la moralidad de los ciudadanos. Dichos funcionarios se dedicarán, más que a la protección de la libertad, a la vigilancia de la vida moral. Aquéllos que proclaman estos criterios no advierten que su adopción representaría el fin de la responsabilidad moral del individuo, y lejos de perfeccionar la moral, terminaría por destruirla, ya que la responsabilidad personal sería reemplazada por tabúes de tipo tribal y por la irresponsabilidad totalitaria del individuo. Es mucho más conveniente que la moralidad del Estado sea controlada por los ciudadanos y no a la inversa.
Expresa Popper: "Lo que queremos y necesitamos es moralizar la política y no hacer política con la moral" (Popper, 1984), con lo que se opone tenazmente a la adopción de este criterio.
En apoyo de su concepción individualista continúa diciendo que desde el punto de vista proteccionista de los Estados democráticos existentes, aún cuando estén lejos de ser perfectos, representan una considerable conquista en el campo de la ingeniería social de tipo gradual.
Principio platónico sobre la tarea y finalidad del individuo
Es tarea y finalidad del individuo conservar y fortalecer la estabilidad del Estado. Vemos como ésta es una concepción diametralmente opuesta a la teoría proteccionista del Estado. En ésta, es el Estado quien debe proteger al individuo y en Platón, es el individuo quien debe fortalecer al Estado.
En "La República", Platón establece varios supuestos acerca de por qué la ética del individuo se debe fundamentar en el deseo de fortalecer al Estado. Encontramos: a) un supuesto sociológico, según el cual cualquier fisura en el rígido sistema de castas conducirá irremediablemente al derrumbe de la ciudad; b) una reiteración constante del argumento de lo que daña a la ciudad debe ser injusto y c) la inferencia constante de que lo contrario, entonces, debe ser la justicia.
Popper admite el supuesto a) ya que, de acuerdo al ideal de Platón, consiste en detener todo cambio social y por "dañino" entiende todo lo que pueda involucrar algún cambio. El mantenimiento de un rígido sistema de castas podría ser una especie de freno a la evolución social. También admite el supuesto c) ya que lo contrario a la injusticia ha de ser la justicia.
Ahora bien, veamos cuál es su reacción ante el supuesto b), al cual considera el más interesante. Es objeto de constante preocupación para Platón el indagar sobre los factores que causarían perjuicios a la ciudad. Lo que puede dañar a la ciudad será invariablemente malo e injusto. Sólo reconoce como patrón fundamental el interés del Estado: todo lo que lo favorezca será bueno, virtuoso y justo, todo lo que lo amenace será malo, perverso e injusto.
El código de moral platónico es netamente utilitario: las acciones que sirven al Estado son morales; las que lo amenazan, inmorales. Es un código de utilitarismo colectivista o político. Para él, la moralidad no es más que lo que interesa al Estado.
Según esta teoría colectivista de la moralidad, lo bueno es lo que favorece al interés del grupo, tribu o Estado; "… mientras el Estado conserve su poderío jamás se equivocará. Poseerá el derecho de ejercer violencia sobre sus ciudadanos si ello redundase en el crecimiento de su poderío y, además, podría también atacar a otros Estados, siempre que esto no lleve a su debilitamiento" (V)
Sin embargo, desde el punto de vista de la ética colectivista, la teoría platónica será perfectamente correcta. La acción de conservar su puesto será la virtud civil que correspondería a la virtud militar de la disciplina. Las partes del engranaje del Estado (los individuos) manifestarán virtud de dos maneras: a) siendo aptas para la tarea que les corresponda de acuerdo a su tamaño, forma, resistencia, etc., y, b) colocándose en el lugar adecuado, que bajo ningún concepto deben perder.
La virtud de conservar el propio lugar deberá ser compartida por todos por igual y la virtud del conjunto será la de hallarse todas las partes perfectamente ajustadas entre sí, estar en perfecta armonía. Esta es la virtud universal a la que Platón da el nombre de "justicia". Si el individuo no es sino una pieza dentro de un engranaje, entonces la ética no será sino el estudio de la forma más adecuada de ajustarlo al todo.
Popper cree en la sinceridad del colectivismo de Platón, a pesar de conllevar la completa dominación de una clase sobre el resto, su ideal no se basaba en el deseo de la explotación máxima de las clases trabajadoras, sino en la estabilidad del Estado. Este deseo, también es netamente utilitario. Su interés primordial es la estabilización de la clase gobernante. El colectivismo no es amoral, su moral es la de una sociedad cerrada, del grupo, tribu o Estado; no constituye un egoísmo individual sino colectivo.
Según Popper esta teoría totalitaria del Estado trata de responder a las siguientes preguntas:
a) La pregunta historicista de ¿Cómo se originó el Estado y cuál es el principio de la obligación política?
b) La pregunta esencialista de ¿qué es el Estado, cuál es su verdadera naturaleza, su significado real?
Al dirigirse por ese sentido, esta concepción se opone totalmente a la teoría humanitaria, que más bien considera importante tratar de responder a la siguiente interrogante: ¿qué exigimos de un Estado? ¿Qué hemos de considerar como objetivo legítimo de la actividad estatal?
En la búsqueda de respuestas nos adentramos en la tarea de descubrir cuáles son nuestras exigencias políticas fundamentales, el porqué preferimos vivir dentro de un Estado organizado y no en anarquía. Sólo si sabemos lo que queremos podemos decidir si la institución se adapta bien a su función. La teoría proteccionista del Estado esgrimida por Popper se convierte en la respuesta individualista que pretende contrarrestar la posición totalitaria de Platón.
Notas
(I) En el Gorgias no sólo trató el principio igualitario, sino que llegó incluso a defenderlo.
(II) Este principio igualitario fue admirablemente expuesto por Pericles poco antes del nacimiento de Platón.
(III) Doctrina basada en la igualdad natural (biológica) del hombre.
(IV) Menos aún cuando se trataba de la teoría defendida por el gran Pericles.
(V) Popper admite lo pernicioso que representa esta concepción totalitaria para el mantenimiento de las relaciones internacionales.
Bibliografía
1. PLATÓN. 1978. La República. Ediciones UNAM, México, D.F. (México).
2. POPPER, Karl R. 1984. La Sociedad Abierta y sus Enemigos. Tomo I. Ediciones Orbis S.A., Barcelona (España).
Autor:
Orlando José Chirinos
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