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Políticas culturales en la "glocalización". La televisión local como punto de partida para reducir la brecha digital


     

     

     

    ABSTRACT

    El desarrollo tecnológico es un elemento que ha dinamizado el crecimiento de la sociedad, aunque también se muestra como causante del aumento de la brecha entre los info-ricos y los info-pobres; por lo que se refuerza la estratificación social y cultural. Aplicar políticas culturales se muestra necesario para equilibrar la situación mediante la regulación y evitar que las diferencias continúen aumentando en un panorama internacional en el que lo global y lo local están interconectados. La televisión local es un motor de desarrollo que aparece como primer eslabón de la producción audiovisual y podría ser la que introdujera a los pueblos en la Era Digital, gracias a las nuevas posibilidades que ofrece la oferta multicanal y al impulso de los servicios locales de información y comunicación.

     

    1. PRESENTACIÓN

    1.1 Objetivo: el objetivo de este estudio es afirmar que la distancia producida por la brecha digital está aumentando, por lo que se plantea la utilización de políticas culturales y partir de la televisión local para reducir el desequilibrio producido por las nuevas tecnologías.

    1.2 Interés para el grupo de trabajo: el interés para el grupo de trabajo viene marcado por ver como se está efectuando la relación entre lo local y lo global, y las nuevas posibilidades que la entrada en la Era Digital puede aportar para conseguir una función de representativa de nuevas voces que fomenten el pluralismo y la defensa de las identidades locales.

    1.3 Metodología: el área disciplinar desde el que se elabora la comunicación esta enmarcada en la línea de investigación "El cambio en los medios de comunicación ante la tecnología digital" de la Universidad de Extremadura y más en concreto dentro de una Tesis doctoral que está analizando la televisión local en Extremadura, en el que estamos realizando un trabajo de campo en el que censamos y visitamos toadas la televisiones locales de la extensa región extremeña.

     

    2. EL DESARROLLO TECNOLÓGICO

    El desarrollo tecnológico es uno de los principales agentes que han propiciado la evolución de la sociedad actual para convertirla en la que hoy conocemos. Una sociedad que recientemente ha cambiado su conducta y sus formas de pensar, debido a la capacidad que tienen los medios de comunicación de incidir de forma directa en el funcionamiento de la sociedad y de modelar las identidades (SHOHAT & STAM, 1994: 25). De los diferentes medios de comunicación de masas, la televisión es el instrumento más activo en la formación de conciencia personal y colectiva, y destaca como elemento central de ocio de las clases populares en las sociedades industrializadas, la televisión se instaura también como temática preferente y recursiva del diálogo cotidiano entre el individuo y su medio familiar, escolar y laboral (GIORDANO & ZELLER, 1999: 20-21).

    El desarrollo tecnológico y el acceso a los medios de comunicación e información, como la radio, el cine, la televisión e Internet, son factores que impactan y modifican ya sean las conductas y los sentimientos, ya sea también las maneras de pensar y las aspiraciones de quienes consumen y usan los mensajes de los medios audiovisuales. Todos ellos y sus contenidos son productos culturales, que circulan de un lugar a otro de diferentes formas. Éstos afectan a su vez de diferentes formas tanto en el país que los produce como en los extranjeros (MÁRQUEZ ELENES, 2002: 59).

    El desarrollo tecnológico también está considerado como el elemento que posibilita la aparición de las grandes corporaciones en la era de la globalización. La actual industria comunicacional y los gigantes transnacionales vienen acompañadas y posibilitadas por el avance y las transformaciones tecnológicas.

    La importancia de las tecnologías es cada día mayor y se debe a un doble movimiento (MARTÍN BARBERO & REY, 1999: 21-22):

    • se instala en cualquier país o región como elemento exógeno a las herencias culturales y demandas locales;
    • se convierte en conector universal en lo global, en dispositivo estructural de conexión a escala planetaria.

    El desarrollo tecnológico es el que facilita el crecimiento, pero hay que ver si únicamente nos lleva a aumentar la brecha digital o si hay posibilidades para todos dentro de la nueva Era Digital.

     

    2.1. La tecnología como dinamizadora del cambio

    Lo que parece quedar claro es que la tecnología puede ser considerada como un elemento catalizador, es decir, un factor capaz de dinamizar la unión de otros elementos, o entenderla como acelerador de reacciones sociales culturales y de comunicación que originan nuevas propuestas ideológicas.

    Este efecto catalizador o acelerador del desarrollo tecnológico ha propiciado una disminución del pluralismo, ya que se va acrecentando la concentración de la información, cada vez en menos manos y la ampliación cuantitativa de canales y opciones alternativas crean un espejismo de pluralidad, tras el que se alberga el referido proceso de concentración (DÍAZ NOSTY, 1996: 50). Es desde estas posiciones donde más claramente se observa como tras la sensación de pluralidad lo que se esconde es una mayor concentración a la que parece llevarnos la entrada en la Sociedad del la Información. Si bien, la tecnología es un factor intensificador de los procesos globalizadores, de las relaciones sociales y de la interrelación de países, también es cierto que cada herramienta que nos proporciona la tecnología es una extensión de la personalidad humana, por lo que "toda herramienta implica que su usuario sea diferente" (LEJARZA, 2002: 81).

     

    3. DISTANCIA DIGITAL: INFO-RICOS E INFO-POBRES

    Las sociedades de nuestro planeta se caracterizan porque sus miembros no comparten la misma jerarquía de valores. Las tecnologías contemporáneas los obligan a cohabitar y a cooperar. Un tema a tener en cuenta, por tanto, es la diferencia que estas tecnologías van a producir entre info-ricos e info-pobres, ya que

    "si esta brecha aumenta, pero mejora la situación absoluta tanto de los ricos como de los pobres, puede que no sea un gran problema, a menos que tengamos un principio general abstracto de que tiene que haber una mayor igualdad en la sociedad" (NOZICK, 1996: 106)

    Lo más preocupante de la situación actual es que la entrada o no en la Cibersociedad pueda aumentar la diferencia entre info-ricos e info-pobres, es decir, que los últimos vieran reducido su nivel de bienestar en términos absolutos.

    Manuel Castells habla de la importancia de la tecnología dentro de lo que el llama "sociedad red" y señala que su efecto cultural más importante podría ser el reforzamiento de las redes sociales culturalmente dominantes (CASTELLS, 1998: 396).

    La "brecha" que se produce por la Cibersociedad o "sociedad red", va a aumentar las diferencias entre ricos y pobres, según sus posibilidades de acceder a la información: "la convergencia entre sociedad de mercado y racionalidad tecnológica disocia la sociedad en sociedades paralelas: la de los conectados a la infinita oferta de bienes y saberes, la de los inforricos, y la de los excluidos cada vez más abiertamente tanto de los bienes más elementales como de la información exigida para poder decidir como ciudadanos" (MARTÍN BARBERO & REY, 1999: 22).

    Encontramos problemas para asegurar que los beneficios de la Sociedad del Conocimiento lleguen a todos. Parece más fácil asegurar que las Nuevas Tecnologías de la Información –NTI-, refuerzan la estratificación social y cultural. Las autopistas de peaje empujan a una sociedad de grandes desigualdades y, por supuesto, a un distanciamiento con el Tercer Mundo. (ÁLVAREZ MOZONCILLO 1997: 124).

    Sin perder de vista estas posturas pesimistas sobre los beneficios de la Sociedad del Conocimiento, hay que tener en cuenta que el desarrollo de las nuevas tecnologías que abren las puertas a la Cibersociedad ofrece numerosas posibilidades. La defensa de políticas culturales y la actuación de los diferentes gobiernos en colaboración con las empresas del sector se muestra necesaria para conseguir una alfabetización tecnológica que eviten que un elevado número de la población que de excluido de los beneficios que la entrada en la Era Digital o en la Sociedad del Conocimiento puedan aportar.

    La brecha que se ha producido entre los países más poderosos y los que están en vías de desarrollo, y que ha venido acelerada por la innovación en el campo de las tecnologías, es responsabilidad de todos. La entrada de los info-pobres en la Cibersociedad debería estar potenciada por los países desarrollados aunque sea por su propio interés, ya que

    "deberíamos asegurarnos de que los países pobres y los sectores marginados de las sociedades occidentales tengan acceso a este mundo, porque si no se producirá una revolución a medio plazo" (DERTOUZOS, 1996: 42)

     

    4. DE LO LOCAL A LO GLOBAL (Y VICEVERSA)

    Las políticas que quieren reparar la fractura digital no parecen estar teniendo mucho éxito. En tiempos de globalización en los que se implica un doble concepto en el que lo global y lo local interaccionan parece que las soluciones más efectivas podrían tomarse con políticas que desde lo local consigan introducir a los pueblos en la Era digital. Partir de local pero sin olvidar que lo global y lo local son complementarios porque:

    "la articulación entre sociedad y economía, tecnología y cultura en nuestro sistema puede realizarse más eficaz y equitativamente a partir del reforzamiento de la sociedad local y de sus instituciones políticas. Lo global y lo local son complementarios, creadores conjuntos de sinergia social y económica" (BORJA & CASTELLS, 2001: 14)

     

    Esta dicotomía entre lo local y lo global tiene importantes consecuencias a la hora de observar como se va definiendo la nueva "comunidad" que se está creando. Los cambios pueden llevar a una sociedad menos localista y más globalizada, al sustituir los lazos basados en la proximidad física por una proximidad "virtual" generada mediante la utilización de las nuevas tecnologías (LACALLE 2001: 36).

    El relato de la globalización es entrecortado por la irrupción de intereses locales insatisfechos, unas "luchas por la significación", que se muestran con la capacidad de algunos países latinos y europeos para generar cine y televisión, potenciada por programas de coproducción endógena y leyes que la protegen, evidencia el lugar que existe en los mercados globalizados para culturas que no se producen en inglés y que no están habituadas a reducir la simbolización a mega espectáculos (GARCÍA CANCLINI, 2002: 50).

    Lo local y lo global se encuentran entrelazados, unidos en un equilibrio de fuerzas en el que están permanentemente retroalimentándose, e intrínsecamente, el uno no tendría razón de ser sin el otro. Si desde el punto de vista global parece que nos dirigimos hacia una uniformización dirigida por el liderazgo privado, normalizado mediante la autorregulación que llevaría a la universalización de las redes y servicios mediante la concentración de capitales; lo local serviría de contrapeso para fomentar el pluralismo, en la que se haría necesaria la intervención pública, que llevaría a la complementariedad de soportes y modelos manteniendo la descapitalización (ÁLVAREZ MOZONCILLO, 2000: 37).

    La interrelación entre lo local y lo global, la retroalimentación comentada anteriormente, es entendida y justificada mediante el concepto de flujos. Pero la economía global y la sociedad de los flujos se muestran como un sistema extraordinariamente excluyente.

    El hecho de que exista una producción local no se convierte en una solución directa para proteger la identidad de los pueblos y su entrada en la Cibersociedad, debido a que el intercambio no se va a realizar en igualdad de condiciones a las que lo realizan los patrones dominantes (SINCLAIR, 2000: 138); pero si que se convierte en un contrapeso que defiende la posibilidad del pluralismo. Lo que parece claro es que la producción local se convierte en nuestros días en un nuevo terreno de disputa cultural y de conflictos de representación política, que aporta la posibilidad de darle a la televisión un carácter de producción etnográfica, es decir, hecha desde dentro, en la que las propias comunidades ofrecen la visión que tienen de ellas mismas.

    Esta creación y fomento de la identidad propia, hecha desde dentro, es lo que puede hacer desarrollarse a las diferentes sociedades, lo que estará potenciado por el hecho de que los propios pueblos empiecen a tener una visión positiva de si mismos al verse representados dentro del contexto global.

    4.1. Glocalización

    La sociedad está construida en términos de flujos -flujos de capital, dinero, tecnología, información, interacción organizacional e imágenes-. En esta situación el "espacio de flujos" es el soporte material de estos procesos, y tiene tres estratos: la tecnología electrónica de las redes de comunicación e información; los nodos y los ejes, y los flujos de personas.

    Una vez situados en el concepto de globalización, con la creencia de que la nueva sociedad es a la vez local y global, en la que se producen continuos flujos -de personas, de información, de dinero, de servicios, de tecnologías,…- , nos encontramos ante la definición de un nuevo concepto que es el de "glocalización". Jordi Borja y Manuel Castells, lo definen simplemente como "la articulación entre lo global y lo local", y señalan que esto "hay que aplicarlo tanto a la economía como a la cultura" (BORJA & CASTELLS, 2001: 328).

    Mientras, John Sinclair, concluye la siguiente definición de "glocalización": "es una estrategia para ocultar el modo de producción multinacional, en la medida en que un producto global es presentado en el mercado como un bien local por medio de su posicionamiento a través de la mercadotecnia o marketing". (SINCLAIR, 2000: 75).

    Con respecto a los flujos de comunicación, la expansión de los medios de comunicación es cada vez más difícil de controlar, debido también a la perdida de fuerza por parte de las soberanías nacionales.

    Es precisamente la perdida de soberanía por parte de los Estados donde se amplían las posibilidades de conceptos como el de megaciudades. Un concepto que es el de ciudad global y que se define como:

    "una red de nodos urbanos de distinto nivel y con distintas funciones que se extiende por todo el planeta y que funciona como centro nervioso de la nueva economía (…). El sistema urbano global es una red, no una pirámide. Y la relación cambiante respecto a esa red, determina, en buena medida, la suerte de ciudades y ciudadanos" (BORJA & CASTELLS, 2001: 43)

     

    5. INTERVENCIONISMO PARA REDUCIR LA BRECHA DIGITAL

    5.1 Consumo cultural

    En esta cultura global interconectada regida por el control de los grandes grupos internacionales también encontramos que el control de las corporaciones estadounidenses sobre los anchos de bandas de la comunicación masiva no implica la obediencia automática de las audiencias (GARCÍA CANCLINI, 2002: 42). Lo que suele pasar con las audiencias es que "tenemos nuestras ideas" y en las representaciones de los medios de comunicación podemos encontrarlas, en varias medidas, confirmadas y desconfirmadas; por lo tanto, no estamos vacíos ni somos pasivos, sino que tendemos a buscar algo que nos confirme en nuestra manera de pensar (BUONANO, 1999: 80).

    Nos encontramos en una situación actual, en la que si bien es cierto que no se espera una "obediencia automática de las audiencias", si hay que tener en cuenta el entorno en el que se recibe el mensaje. Esto nos lleva a un concepto activo de la audiencia y de su contexto que implica que pasemos de una Sociedad de la información a una Sociedad de la Comunicación.

    Entendemos que

    "la comunicación no es una mera transferencia de contenidos del emisor al destinatario, un pasaje lineal de significados que pertenecen al texto de modo intrínseco. Por el contrario, la comunicación es también un intercambio entre sujetos destinado a coproducir sentido. Ello significa que el texto no es sólo el objeto que se transmite, sino el objeto entorno al cual se actúa" (CASETTI & DI CHIO, 1999: 281-282).

     

    En este entorno global en el que los sujetos son parte activa aparece el concepto de consumo y teniendo en cuenta que cualquier práctica de consumo es considerada en sí un acto cultural, podemos entender el consumo cultural como: "el conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de uso y de cambio, o donde al menos estos últimos se consideran subordinados a la dimensión simbólica". (GARCÍA CANCLINI, 2002).

    Una vez que hemos considerado que todo consumo es un consumo cultural, hay que ver cual es la importancia de la cultura en nuestra sociedad, ya que la cultura es una fuerza motriz en la sociedad y la economía de hoy. Podemos considerar a la cultura como un factor de identidad, de confianza y de cohesión social para los individuos y los territorios.

    Entendemos por cultura:

    "el conjunto de expresiones colectivas propias de una sociedad, expresiones que comprenden desde lo político hasta lo folclórico, que encierran la complejidad misma del ser humano. La cultura es todo aquello que los habitantes de los pueblos tienen en común, y lo que es común a un pueblo no lo es a los demás" (HERRERA, 2002: 2).

     

    5.2 Intervencionismo

    Siguiendo entonces, la línea que señala que todo consumo es un consumo cultural, deja también claro que los bienes culturales no pueden ser tratados como cualquier otro bien o servicio. Hay que hacer un tratamiento que se refleje también en los acuerdos comerciales internacionales y en las demandas de marcos reguladores sólidos para redefinir las políticas culturales y para centrarse en la promoción y en el desarrollo de las industrias culturales.

    La cultura, "el capital cultural", necesita recibir un trato diferente al de cualquier otra mercancía por lo que se pide una regulación especial que permita la accesibilidad de los productos culturales al consumo popular y que el Estado pueda contrarrestar la segregación comercial producida en el acceso a los bienes y mensajes entre quienes tienen y quienes no tienen recursos económicos y educativos para obtenerlos y disfrutarlos.

    El Estado –y los gobiernos a las diferentes escalas- puede equilibrar mediante la regulación la tendencia a esta separación entre ricos y pobres, porque aunque nos encontramos en u mundo globalizado en el que se produce la paulatina pérdida de poder de los Estados, cada sociedad todavía ejerce algún tipo de política cultural, con mayor o menor efecto.

    Esta tendencia que defiende el intervencionismo del Estado se produce porque se considera que el mercado por si sólo no es adecuado para evitar que aumente la brecha entre las elites y las masas.

    Parece necesario mantener una actitud crítica para evitar algunos de los efectos negativos de la globalización cultural, ya que esta, especialmente mediante la televisión "refuerza y refleja la incultura de las mayorías" (MARTÍN BARBERO & REY, 1999: 19). Pierre Bourdieu, sobre la televisión insiste en el hecho de que los grupos peor situados en la jerarquía social y con menor escolaridad son los más indefensos frente a los efectos negativos de la televisión. (BOURDIEU, 1997; cit. GIORDANO & ZELLER, 1999: 28)

     

    6. LA TELEVISIÓN LOCAL COMO PUNTO DE PARTIDA

    Uno de estos nuevos actores es la televisión local que puede ayudar a reafirmar la identidad de los pueblos con una mayor autodeterminación,

    "así, contradictoria y complementariamente, y desde una diversidad de lugares, las culturas locales y regionales se revalorizan exigiendo cada día una mayor autodeterminación, que es el derecho a contar en las decisiones económicas y políticas, construir sus propias imágenes y narrar sus propios relatos" (MARTÍN BARBERO & OCHOA GAUTIER, 2001: 115)

     

    Podemos considerar a la televisión local como "motor de desarrollo global de la sociedad" (MORAGAS, 1996; cit. BUSTAMANTE, 1999: 152) y especialmente del sector audiovisual, ya que es el primer escalón dentro de la organización de las industrias culturales que tienen como principal elemento representativo a la televisión. Esta televisión local sería la que posibilite la toma de contacto con los consumidores –clientes/espectadores-, gracias a la credibilidad y confianza que otorgan la cercanía. Con las nuevas posibilidades promete la digitalización nos encontramos con que los

    "nuevos soportes […] dan además la oportunidad para generar una nueva prosperidad del audiovisual local y regional que, más allá de la programación televisiva, impulse un rico abanico de servicios locales de información y comunicación" (BUSTAMANTE, 1999: 152)

    Esta trascendencia de lo local-regional se va a ver especialmente potenciada ante la llegada de la era multicanal que se prevé necesite de nuevos contenidos para completar la amplia oferta que requerirá el amplio número de nuevos canales, por lo que es fácil pensar que necesite de la producción local, ya que la alimentación del elevado número de canales temáticos y de servicios exigirá también una fuerte producción local, vinculada a la proximidad cultural de los clientes espectadores que sería crecientemente demandada cuando los mercados ganen sean más estables.

    En los últimos años se observa que la producción de los operadores no convencionales, dentro de los cuales se encuentra la producción local, también empieza a ser tomada en cuenta por su creciente peso económico dentro de la industria audiovisual con una cuota de pantalla y de consumo que agrupados en Otras -formado por plataformas digitales, televisiones locales, y emisoras por satélite y cable-, continúa creciendo de forma sostenida y representan ya el 10% del tiempo que los espectadores españoles dedican a ver la televisión (PÉREZ ORNIA & GÓMEZ AMIGO, 2003: 22). Además hay que destacar que la subida de Otras se sustenta en la en la progresión que mantiene la oferta local, que cuenta con 2,5% de share (TEJEDO & MARTÍNEZ LUNA, 2003: 108) y es la única de otras que prosigue su crecimiento.

    No podemos olvidar que los creadores no son, como suponían las estéticas idealistas, dioses que emergen de la nada, sino que se necesitan escuelas de cine y facultades de humanidades, y editoriales, museos, canales de televisión y salas de cine para exponer sus obras (GARCÍA CANCLINI, 2002:46). Observamos un nuevo elemento que destaca la importancia de la existencia de la televisión local, al tener en cuenta que "la televisión, como industria cultural que es, aparece ahora como un instrumento idóneo para regiones en desarrollo, por su penetración homogénea en todos los aspectos sociales y culturales, pero también por su carácter de escaparate de la creación" (VACAS AGUILAR, 2000: 130-131).

    Hay que dejar de ser meros consumidores de cultura audiovisual y debemos convertirnos en productores de cultura, lo que se consigue desarrollando un tejido de producción audiovisual que sirva para el desarrollo de la sociedad. Para ello, es necesaria la creación de una serie de infraestructuras que en las sociedades menos aventajadas se antoja imprescindible la aportación de los gobiernos.

    Quedarse al margen de la digitalización de la nueva era y de las industrias audiovisuales supone aceptar el peligro que supone la distancia digital que nos lleva a "la madre de las brechas" (HOPENHAYN, 2002). Es por esto, por lo que las regiones del sur atrasadas durante el periodo de implantación y desarrollo de la sociedad industrial deben aprovechar los cambios que en la actualidad atravesamos una época en que son de intensos y acelerados, y que afectan a la sociedad en su conjunto; circunstancias que deben aprovechar dichas comunidades para superar esta situación de menor desarrollo.

     

    7. CONCLUSIÓN

    La brecha que se ha producido entre los países más poderosos y los que están en vías de desarrollo, y que ha venido acelerada por la innovación en el campo de las tecnologías, es responsabilidad de todos. La entrada de los info-pobres en la Cibersociedad debería estar potenciada por los países desarrollados y las políticas que quieren reparar la fractura digital no parecen estar teniendo mucho éxito.

    Lo local y lo global se encuentran entrelazados, unidos en un equilibrio de fuerzas en el que están permanentemente retroalimentándose, e intrínsecamente, el uno no tendría razón de ser sin el otro.Es por esto, por lo que el hecho de que exista una producción local puede convertirse en una solución –aunque no directa-, para proteger la identidad de los pueblos y conseguir su entrada a las Autopistas de la Información.

    Para conseguir esto hay que partir de la base de que los bienes culturales no pueden ser tratados como cualquier otro bien o servicio. Hay que hacer un tratamiento que se refleje también en los acuerdos comerciales internacionales y marcos reguladores sólidos para redefinir las políticas culturales y para centrarse en la promoción y en el desarrollo de las industrias culturales.

    La cultura, "el capital cultural", necesita recibir un trato diferente al de cualquier otra mercancía por lo que se pide una regulación especial que permita la accesibilidad de los productos culturales al consumo popular y que el Estado pueda contrarrestar la segregación comercial producida en el acceso a los bienes y mensajes entre quienes tienen y quienes no tienen recursos económicos y educativos para obtenerlos y disfrutarlos. Esta solicitud de intervencionismo se produce porque consideramos que el mercado por si sólo no es adecuado para evitar que aumente la brecha entre las elites y las masas.

    La televisión local es un motor de desarrollo que aparece como primer eslabón de la producción audiovisual y podría ser la que introdujera a los pueblos en la Era Digital, gracias a las nuevas posibilidades que ofrece la oferta multicanal y al impulso de los servicios locales de información y comunicación.

     

    BIBLIOGRAFÍA

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    Joaquín A. García Muñoz