INTRODUCCIÓN
La economía española, hasta la incorporación a la CEE, se había abierto tímidamente, pero a partir de este momento emprendió un rápido ritmo de apertura, en un contexto de creciente internacionalización, teniendo como referente dos proyectos centrales europeos: el inmediato Mercado Único y la futura Unión Económica y Monetaria forjada tras los acuerdos de Maastricht.
América Latina estaba inmersa en un proceso de amplios cambios, se salía de una negra época política, donde las dictaduras, una tras otra, fueron cayendo, y con ellas llegó la instauración de la democracia», dando paso a nuevos gobiernos que iniciaron la consolidación del Estado de Derecho, adoptando como sistema económico la economía de mercado; y por ende, reconociendo a la iniciativa privada y a la empresa como motor del desarrollo económico y social, y redefiniendo de esta manera el papel del Estado.
I. LAS INVERSIONES ESPAÑOLAS EN AMÉRICA LATINA
La opción latinoamericana
En términos de historia económica comparada, Cuba era diferente (también lo fue para los pioneros independentistas de principio del siglo XIX). La importancia en términos absolutos de Cuba como comprador y vendedor en el mercado internacional eran únicos en América Latina.
Durante estos años de crisis coloniales, hacia finales de siglo (1898), España es un país dominado por el capital extranjero, que depende cada vez más estrechamente de las grandes potencias para asegurar su equilibrio económico. Desde hace mucho tiempo ya no es más que una potencia de segundo orden. Sin embargo, y contra toda evidencia, sigue manteniendo el mito imperial. De donde el desarrollo del americanismo, que no hay que confundir con las preocupaciones cubanas. La pérdida de Cuba en 1898 no es más que un episodio particularmente doloroso de una descolonización comenzada mucho tiempo antes. Sin embargo, los militares españoles sufren profundamente la humillación de la derrota.
España no es ajena a la globalización, sino todo lo contrario, se ha incorporado en tiempo y espíritu, logrando de esta manera, no perder el tren de la historia y sintonizar con las coordenadas competitivas de la economía global: tamaño y dimensión internacional. Seriamente decididas a ser parte activa y protagonistas de primer nivel en esta economía, que definitivamente se dirige hacia la configuración de un único espacio para competir, el mundo, nuestras empresas han elegido aquél que le resulta más próximo en lo cultural, en lo psicológico, en lo afectivo: América Latina. Estos referentes, sin duda, los considero vectores determinantes de esta expansión, pero adviértase, que la extraordinaria posición alcanzada en este continente ha sido posible gracias a nuestro venturoso aliado; el idioma, que nos confiere toda la proximidad y vinculaciones con el mundo latinoamericano.
En el grafico 11, se muestra la evolución desde 1960 hasta el año 2000, de la economía mundial, y la situación en cada uno de los períodos de la expansión española en Latinoamérica. Asimismo, España como todos los países, incluso los desarrollados, tiene una interdependencia económica que aunque no es comparable con la de Latinoamérica por condiciones históricas, económicas y geográficas, diferentes, facilita también una mutua comprensión. Todo esto permite, dando fin a la teoría del pasado, que se establezcan las bases de una cooperación, relaciones económicas comerciales, que fortalezcan lazos históricos.
Evolución de la económica mundial y expansión española en América latina.
La economía española y el PIB
España contribuye con el 1.75% de lo que se produce cada año en el mundo, muy lejos del líder indiscutible, Estados Unidos, cuyo peso en la capacidad de generar riqueza es enorme, nada menos que el 21.66% del PIB mundial en términos de poder de compra (datos del FMI correspondientes a 1998).
El gran desarrollo que se ha dado en la riqueza nacional es consecuencia de factores como el crecimiento de la población activa pero, sobre todo, por el aumento de la productividad del factor trabajo. La población total en 1960 era de 30 millones de personas, pasando en el 2000, según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), por primera vez, la barrera de los 40 millones de españoles. De esta cifra, 16,94 millones componen la población activa6 (ocupados y parados), lo que supone cuatro millones más que en 1970.
La productividad, del mismo modo, ha avanzado notablemente debido a las nuevas técnicas de producción, la incorporación sistemática de las nuevas tecnologías y la organización más eficiente en términos económicos del factor trabajo. Respecto a la productividad por persona ocupada, ésta ha pasado de 1,4 millones de pesetas durante 1970 a 4,25 millones en 2000, lo que significa multiplicar casi por tres el valor de lo producido por un mismo trabajador en menos de 30 años. Este aumento productivo ha sido especialmente relevante en sectores como el agrícola, que pese a tener actualmente casi la cuarta parte de los ocupados en 1970 (un millón frente a 3,7 millones), aumentó su capacidad de crear riqueza debido a la mecanización que han sufrido las tareas agrícolas.
La productividad por ocupado en el campo español se ha multiplicado por 5,3 veces en los últimos 30 años, pasando de 383.800 pesetas a los 2,09 millones del año 2000.
Evidentemente, el aumento del PIB durante estos años se ha producido en un contexto de cambios radicales en su composición. Situada la economía española, en sus grandes cifras, con su vector más destacado como es el PIB, puede comprobarse, lo importante y trascendente de la posición en términos económicos y empresariales que España ha tomado en América Latina.
Evolución del PIB en España, cuarenta años de historia económica PIV en moneda nacional a precios corrientes. Billones de pesetas.
Presencia Española en América Latina
Durante la pasada década, los flujos de inversión extranjera directa (IED) hacia Latinoamérica y el Caribe registró un crecimiento sin precedentes, pasando de los 9.200 millones de dólares de 1990 a los casi 100.000 de 1999. Esto ha significado que más del 65% del actual acervo de IED durante el siglo XX se haya acumulado durante la década de los noventa.
Efectivamente, durante esa década la inversión extranjera directa ha manifestó un extraordinario dinamismo, tanto a nivel internacional como en Latinoamérica. México, el primer receptor de IED en importancia durante 1990-1995, fue desplazado desde entonces por Brasil, donde la IED aumentó de niveles inferiores al 1% del PIB durante la década de los ochenta hasta situarse en el 3% del PIB durante la década de los noventa. Su impacto no sólo ha sido considerable desde una perspectiva macroeconómica, sino que también ha permitido la generación de una nueva estructura productiva y de organización industrial, paralelo a un significativo proceso de modernización económica.
El caso de México, además, es particularmente interesante debido a que el destino de la inversión extranjera hasta 1993 se había concentrado en la compra de activos estatales durante su proceso de privatización. Posteriormente, y con elevados montos, la IED ha cobrado una nueva modalidad, y se ha orientado de manera creciente a la adquisición y fusión de empresas, así como a la creación de nuevos activos y participación en las privatizaciones de bancos (2000), como fueron la adjudicación de Bancomer y Serfin, segundo y tercer banco mexicano respectivamente a los bancos españoles BBVA y SCH, así como Banespa, tercer banco brasileño, al SCH.
El dominio generalizado de las empresas estadounidenses ha sido neutralizado por la masiva llegada de firmas europeas, principalmente de España, Reino Unido, Francia y los Países Bajos.
A pesar de que el interés de los inversionistas extranjeros se concentró en las mayores economías de la región, se aprecia un incremento gradual de la atención por los países más pequeños, pero Brasil por sus privatizaciones de banca y telecomunicaciones, y México, por sus cambios en sectores como el bancario y comercial, como el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea son los más dinámicos a la hora de recibir las grandes inversiones, especialmente por parte de bancos y empresas españolas con la crisis argentina, México se hace más atractivo para los inversionistas españolas.
La compra de activos existentes, ha sido la modalidad más utilizada por los inversionistas extranjeros para entrar o expandir su presencia en la región. Primero, a través de los masivos programas de privatizaciones y, posteriormente, mediante la adquisición de firmas privadas locales.
Características de la inversión extranjera directa en Latinoamérica
Los volúmenes de inversión, que durante los últimos tiempos han llegado a la región, tienen su origen en los países desarrollados. Esto es así, porque la mayor parte de los flujos netos de inversión extranjera directa en los años recientes nacieron en estos países. De estas naciones, el Reino Unido superó a los Estados Unidos como principal país inversor mundial en 2000, generando inversiones directas equivalentes a casi 200.000 millones de dólares.
Ese mismo año, Estados Unidos fue el segundo mayor inversionista global, al originar flujos de IED por unos 150.000 millones de dólares, seguido de Francia, con una cantidad cercana a los 108.000 millones. Otros inversionistas importantes de la Unión Europea fueron Alemania, con unos 50.000 millones de dólares, los Países Bajos con casi 46.000 millones y España con, aproximadamente, 35.000 millones de dólares. Fuera de Europa, Japón11 alcanzó los 23.000 millones de dólares.
En el grafico 15, se aprecia cómo durante la última década se ha abierto la brecha entre flujos de IED hacia países desarrollados, donde el crecimiento es casi exponencial, y flujos de IED hacia países en desarrollo, con una tendencia al alza mucho más moderada. Por su parte, los países en desarrollo recibieron durante el 2000 un total estimado de casi 200.000 millones de dólares en inversiones extranjeras directas, cantidad similar a la de 1999. Los países asiáticos, especialmente China, y los latinoamericanos, destacado como principales receptores Brasil y México, concentraron casi el 95% de los flujos de IED hacia las regiones en desarrollo, y se encuentran, por tanto, entre los más favorecidos.
Flujos mundiales de inversión extranjera directa 1991-2000.
Tras triplicarse entre 1994 y 1999, los flujos anuales de IED hacia América Latina y el Caribe, sin embargo, cambiaron de tendencia durante el primer año de la nueva década. De este modo, los volúmenes de IED que llegaron a la región alcanzaron los 86.000 millones de dólares en el año 2000, lo que representa una caída de más del 22% con respecto a los casi 100.000 millones recibidos durante 1999.
A pesar de la caída anual, los flujos que han entrado en la región durante el 2000 han triplicado, con suficiencia, el promedio de los recibidos en el período 1990-94. Además, si del total de recursos entrantes en 1999, se descontasen los correspondientes a tres operaciones muy relevantes (la adquisición de YPF en Argentina por Repsol y las compras de Endesa Chile y Enersis en Chile por Endesa España) la diferencia prácticamente desaparece.
Razones de la elección de América latina como principal destino inversor Español
Las razones de por qué Latinoamérica como centro casi exclusivo de los flujos de capital español, son muy variadas, y unas y otras están frecuentemente ligadas. En su conjunto, lograron que, durante la década de los noventa (especialmente en su segunda mitad), los países emergentes de América latina se configurasen como un excelente destino para los capitales españoles, ayudado por un clima económico internacional favorable, y sin olvidar la ventaja competitiva derivada de una comunidad cultural compartida.
Uno de los grandes determinantes de la opción estratégica latinoamericana, y que no ha perdido fuerza en ninguno de estos años, es su calificativo como región emergente. El potencial de fuerte desarrollo poblacional es una solución al embudo demográfico que sufre nuestro país. Al enorme crecimiento poblacional previsto en América Latina hay que añadir el también aumento de los stocks de capital y de productividad totales, cuyos índices, actualmente en niveles muy bajos, permiten grandes mejoras. La posibilidad de concluir exitosamente reformas Estructurales futuras, es, indudablemente, un incentivo inversor muy destacado, así como las posibilidades generales de crecimiento, pese a la desigualdad, también creciente, del mismo.
Argentina fue el país en ir más lejos a la hora de aplicar políticas habituales en el resto de países latinoamericanos durante esos años, y especialmente en la reducción del papel del Estado en el ámbito productivo y de provisión de servicios. Junto a la privatización de empresas, principalmente las del sector servicios, y dentro de un marco de políticas de liberalización comercial y financiera, se llevó a cabo la desregulación de mercados estratégicos y la implantación de planes de incentivos para la localización nacional.
Esto favoreció la llegada de capitales extranjeros, especialmente españoles, que aprovecharon la compra de empresas a precios bajos, con rentabilidades crecientes e importantes márgenes para el desarrollo de su tamaño empresarial, lo cual favoreció la constitución de posiciones muy fuertes para nuestras empresas en muy poco tiempo, y con ello la posibilidad de una fácil defensa ante ofertas públicas de adquisición hostiles.
En síntesis, algunas economías latinoamericanas, y especialmente la argentina, se convirtieron, de una forma veloz, en las más transnacionalizadas del mundo, gracias a medidas de corte liberalizador, y dentro de condicionantes políticos y económicos estables. Las empresas españolas fueron agentes más dinámicos no sólo a la hora de su volumen de inversión, sino también para la reestructuración de las economías domésticas, dada su necesidad de apoyo mutuo.
Características de la inversión española latinoamericana
Esta introducción dinámica en el mercado mundial, actúa como catalizador de su expansión, adquiriendo estos aspectos una especial relevancia dentro de los mercados latinoamericanos, donde, como venimos expresando, se han conseguido cotas de inversión verdaderamente significativas, con presencia en prácticamente todos los sectores de actividad: destacando especialmente los de industria, energía, banca, telecomunicaciones, infraestructuras, y más importante aún: la capacidad competitiva está resultando ser de primer nivel, por lo cual es de prever que estas inversiones, además de permanecer, se incrementarán, salvando situaciones de corto plazo (como es el caso argentino).
En cuanto a los bancos SCH y BBVA, han invertido más de 18.000 millones de dólares en su proceso de expansión latinoamericano durante el período 1990-2000 (véase Tabla 16). Banco Santander y Banco Central Hispano (actualmente SCH), junto con el BBVA, han visto en la región una oportunidad única para alcanzar una dimensión que les permita competir más eficientemente en los exigentes mercados financieros internacionales, y de este modo mantener su identidad, defenderse de una posible adquisición hostil de un competidor, y utilizar su dimensión y dominio del mercado latinoamericano ante posibles operaciones de alianzas o fusiones transeuropeas.
Inversión Española en América Latina: 1985-2000.
Esta proximidad cultural, es clave para los mecanismos que básicamente disponen las empresas multinacionales españolas para controlar la actuación de sus filiales; como son la centralización y la formalización. La centralización se refiere al grado en que decisiones tales como la introducción de nuevos productos, el cambio en el diseño de los productos o los cambios en el proceso de producción, se adoptan en la central. Por su parte, la formalización depende de la existencia de un conjunto bien definido de reglas y procedimientos que regulen las tareas y la manera de actuar ante distintas situaciones. Este mecanismo limita la autonomía de la filial en la toma de decisiones, pero también disminuye la involucración directa de la central en las filiales, dado que se reemplaza el control directo por reglas y procedimientos.
España, sexto país del mundo en inversiones en el exterior 1999
Prevalecida la recesión económica española de 1993, los flujos de inversión directa emitida no dejaron de crecer en toda la década pasando de 1.043 millones de dólares (1993) a 4.163 (1994). En el año 1997 se produjo otro hecho de singular importancia: la inversión directa emitida supera a la recibida, y con ello nuestro país se convierte, por primera vez en un exportador neto de capitales, situándose en 5.653 millones de dólares.
Todo lo anterior resultó positivamente en el crecimiento y papel de España como protagonista de los flujos de salida de capital mundiales. Mientras que en 1995 nuestro país alcanza un 1,15% sobre el total de IDE mundial, en el 2000 este valor se había multiplicado por cuatro (4,67%). Destaca durante el año 2000 la compra de la compañía de servicios de Internet Lycos por la filial de Telefónica, Terra Networks, por importe de 12.500 millones de dólares, permite situar a Estados Unidos como el primer destino del capital español durante este ejercicio, algo singular y a tener en cuenta en cuanto a posibles operaciones en el mercado americano. El valor total de las operaciones internacionales de fusión y adquisición de empresa (F&A) durante el 2000, alcanzaron los 643.000 millones de dólares (unos 1.157 billones de pesetas).
Las inversiones extranjeras realizadas por las empresas a escala mundial se elevaron a 190 mil millones de dólares. General Electric, encabeza la lista de las 100 primeras empresas del mundo clasificadas por sus activos en el extranjero, seguida de General Motors y de Shell. El país más activo de Europa en la IED durante 1999 fue el Reino Unido, cuyas empresas realizaron el 39% de las inversiones llevadas a cabo por la UE.
En la Tabla 8, se observan los diferentes destinos geográficos de las inversiones españoles en América Latina. Puede apreciarse el crecimiento exponencial de las mismas en Argentina, el fuerte y reciente impulso de las mismas en Chile o la caída en países como Perú o Puerto Rico.
Una década de inversiones Españolas en América Latina (1) (1990-1999)
La inversión extranjera en América Latina durante el año 2000
En América del Sur, en cambio, se dirigió hacia actividades tradicionales que buscan recursos naturales o producen manufacturas para los mercados locales y, en consecuencia, la IED no generó mejoramientos significativos en la competitividad internacional de los países. Los recursos destinados a fusiones y adquisiciones de empresas privadas durante el período 1999-2000 fueron principalmente a servicios, con una participación algo menor del sector primario y una muy baja del sector manufacturero.
Según el informe UNCTAD 200023, una serie de países receptores de inversión extranjera directa, en sus ambientes económicos, políticos y en los medios de comunicación, existe la preocupación de que la entrada de esta inversión extranjera para absorber una empresa nacional no resulte beneficiosa, sino claramente perjudicial para el desarrollo económico del país receptor que la entrada de una inversión extranjera para establecer nuevas instalaciones productivas.
Si las empresas adquirientes son grandes multinacionales, pueden perfectamente llegar a dominar el mercado interior. Además, las fusiones y adquisiciones (FAS) transfronterizas pueden utilizarse deliberadamente para reducir la competencia en el mercado interior. La preocupación por los efectos de las FAS transfronterizas en desarrollo de la economía del país receptor, surge incluso cuando la fusión o adquisición da buenos resultados desde el punto de vista empresarial.
Pero también suscita preocupación la posibilidad de que la fusión o adquisición no llegue a dar buenos resultados. Esto se aplica tanto a las IED en fusiones y adquisiciones, como las IED en nuevas instalaciones. La razón principal es que los objetivos comerciales de las empresas multinacionales y los objetivos de desarrollo de las economías receptoras no coinciden necesariamente.
Factores determinantes de la inversión extranjera 1990-2000
Si España destaca en su determinación inversora frente al líder histórico en la región; Estados Unidos, es necesario señalar que existen diferencias asimétricas y estratégicas clave. Por lo general, la inversión estadounidense se centra en el sector de los bienes comercializables como automóviles o industria electrónica, mientras que la inversión española se orienta mucho más hacia los servicios: banca, telecomunicaciones, y energía (electricidad, gas y petróleo).
Entre los factores determinantes que animan y hacen posible a las empresas españolas invertir en la zona, está la posibilidad de diversificación cíclica que ofrece la región. Los ciclos económicos entre América Latina y España han estado negativamente correlacionados en los últimos 15 años, mientras que la correlación cíclica de la economía española con la de los países de la Unión Europea ha sido positiva y creciente en el tiempo.
Otro factor, es que los gestores de las empresas españolas están, en gran medida, acostumbrados a operar y hacer negocios en entornos volátiles. Hace diez o quince años, los fundamentos de la economía española no eran tan diferentes de los actualmente existentes en América Latina.
Consolidación y expansión de la inversión española
Las estrategias inversoras de las grandes compañías españolas pretenden que nuestro país mantenga su hegemonía como primer inversor extranjero en la región al menos durante los próximos tres años: 2000-2003. El año 1999 consolidó a España como el primer inversor mundial en este continente y el 2000 lo reafirmó.
Igualmente se deben tener presentes las interesantes perspectivas que abre el Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y México, que ha comenzado a potenciar aún más, el interés de las compañías españolas por este país, que constata cómo la banca española «participa activamente en el proceso de fortalecimiento y capitalización del sector bancario mexicano».
El considerable agravamiento de la situación económica en Argentina, las posibilidades de contagio a sus vecinos, como lo sucedido en el caso de Uruguay, unido todo a la espera de que se despeje la situación en Brasil, producida más por el lado político (elecciones generales del 6 de octubre de 2002) que por los fundamentos económicos, junto a la desaceleración de la economía mexicana, perjudicada en gran medida por la caída y no recuperación de la economía americana, ha determinado que la inversión española y la del resto del mundo se haya frenado radicalmente durante el 2002 y sus perspectivas no sean tan optimas como en los últimos años.
Por consiguiente, cabe enfatizar en la idea de que: la presencia española en América Latina es muy reciente; por consiguiente, extraer conclusiones y realizar estimaciones constituyen una labor investigadora arriesgada, ya que nos encontramos muy cerca del origen, y aún lejos de los horizontes de maduración de estos importantes desembolsos de capital.
En definitiva, los hechos han demostrado, tal y como han recalcado empresarios y banqueros, que las inversiones en América Latina son a largo plazo, es decir, de carácter permanente. Ello será así con una salvedad: que surjan impredecibles que no hagan posible ni económica ni financieramente permanecer en dicha región. Situación que evidentemente puede darse, como de hecho les ocurrió a empresas y bancos americanos en los años ochenta cuando debieron de replegarse, pues el golpe de la crisis de la deuda externa fue demasiado duro.
RAMON CASILDA BEJAR, LA DECADA DORADA. ECONOMIA E INVERSIONES ESPAÑOLAS EN AMERICA LATINA 1990-2000. UNIVERSIDAD DE ALCALA. SERVICIO DE PUBLICACIONES
Autor:
Siomis Coa
Talisa Griffit
María C. Pérez
Virginia Basanta
ASESOR ACADÉMICO:
MSc. Ing. Iván J. Turmero Astros
República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior
Universidad Nacional Experimental Politécnica
"Antonio José de Sucre".
Vice-rectorado Puerto Ordaz
Departamento de Ingeniería Industrial
INGENIERÍA FINANCIERA
CIUDAD GUAYANA, JUNIO DE 2017