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La reproducción asistida: Valoración Tecnocientífica y Consideraciones éticas

Enviado por jlfguajardo


    1. Bioética y reproducción asistida
    2. La Reproducción Asistida en la ciencia médica
    3. Consideraciones éticas de la reproducción asistida
    4. Conclusión
    5. Bibliografía

    Introducción.

    La biomedicina, entendida como el desarrollo de la ciencia médica en favor de la vida, se ha desarrollado de manera sorprendente desde los últimos años. Ha sido considerada uno de los principales campos de éxito del hombre. La manipulación genética, la reproducción asistida, la misma clonación, son algunas de las direcciones que han tomado los avances tecnocientíficos.

    Las técnicas de reproducción asistida, hoy en día y cada vez más, abren al hombre la posibilidad de la obtención de la procreación superando cualquier limitante. En muchos países se brindan este tipo de servicios médicos y cada vez aumenta más el número niños nacidos bajo la intervención de algún tipo de reproducción asistida.

    Este es un hecho innegable, que ha abierto un extenso debate sobre la moralidad de estos actos. Dado que es un hecho que afecta directamente a la persona humana, urge poner en claro los fundamentos de una correcta antropología que sustente la valoración ética. En este trabajo pretendemos abordar la moralidad de las técnicas de reproducción asistida. Comenzamos por un breve acercamiento sobre lo que se entiende por bioética y un breve recorrido histórico del uso de este tipo de técnicas. En un segundo momento describimos las principales técnicas de reproducción asistida para concluir con la respectiva valoración ética.

    Cabe destacar que la antropología y la ética desde la que abordaremos este trabajo será la denominada personalista, por ser, para nuestro punto de vista, la que mejor salvaguarda la naturaleza humana, y la mejor expuesta hasta este momento.

    I. Bioética y reproducción asistida.

    1.1 Qué es la bioética.

    La palabra bioética es un vocablo compuesto de bios, que significa vida, vida y ética. El doctor Marsich la define nominalmente como la ética de la vida, pero agrega que es la ciencia que estudia la vida a partir de los principios universales morales. Una idea más desarrollada sobre lo que es la bioética es la que la concibe como una ciencia que reflexiona sistemáticamente sobre las intervenciones y problemas que se ponen en el campo de la biomedicina con la finalidad de establecer criterios y límites entre lo lícito y lo ilícito.

    Estamos, por tanto, ante una ciencia que trata todo lo relacionado con el mundo de la medicina y la vida, la tecnología y las investigaciones que se hacen en este campo. Pero es una reflexión ética, es decir, sobre la moralidad de estas acciones. Por eso, podemos hacer notar el objeto material y formal de esta ciencia. El objeto material son los problemas biotecnológicos. El objeto formal es establecer criterios de lo lícito y lo ilícito.

    Ampliamente y en algunos sectores de la comunidad científica, se discute sobre si la bioética es una disciplina independiente o tan sólo una rama de la ética. También se discrepa sobre el lugar exacto en el que se deba estudiar : estudios de leyes, estudios de medicina, estudios de filosofía. En ambos casos no hay aún una idea unánime.

    1.2 Qué es la reproducción asistida.

    Hasta fechas muy recientes, los matrimonios infértiles se veían obligados a tener que aceptar su suerte o recurrir a la adopción. La ciencia y la técnica no ofrecían solución alguna a sus deseos de descendencia cuando la naturaleza se revelaba hostil. Sólo quedaban los remedios populares en las diversas culturas : religiosos, mágicos, etc. En la actualidad, los avances científicos y técnicos han permitido reactivar la esperanza a estos matrimonios, sin conseguir siempre satisfacer sus aspiraciones.

    Por reproducción asistida se entiende todo proceso tecnocientífico en el que, no de manera natural y en relación directa con el uso de la ciencia y la tecnología, se logran obtener resultados de reproducción de seres vivos de manera artificial. Obviamente en este trabajo nos estaremos refiriendo a la reproducción asistida en humanos, pues también la ciencia, y con mucha más ventaja en cuanto a años y desarrollo tecnológico, ha logrado este tipo de resultados reproductivos en animales. El término de reproducción asistida también ha sido llamado reproducción artificial, entendiéndose lo mismo aunque sólo haciendo mayor relevancia al lugar de trabajo : el laboratorio. Artificial o asistida, el caso es que el hombre, con su ingenio y desarrollo científico, interviene en procesos que deberían ser naturales, pero que por alguna razón no pueden ser así. La técnica, la ciencia y el ingenio humano se conjugan y traen por consecuencia resultados idénticos al de la reproducción natural.

    1.3 Recorrido histórico de la reproducción asistida.

    Los avances de la biomedicina que hacen referencia a la reproducción asistida comienzan en el año de 1777 cuando el científico Spallanzini intentó la inseminación artificial de reptiles. Pocos años después, en 1785, Hunter realizó la primera inseminación artificial humana con el nacimiento de un niño en ese mismo año. Entre 1850 y 1900 se publican varios trabajos sobre inseminación artificial. En 1890 se realizó la primera inseminación con donante de semen. En 1954 se publica el primer trabajo realizado con semen congelado, consiguiéndose cuatro embarazos. En 1973, después de varios años de práctica privada, se recomienda en Inglaterra que la inseminación con donante se realice dentro del sistema de salud pública. Todas estas técnicas de reproducción asistida que han sido descritas hasta aquí, se refieren a la técnica denominada in situ, o lo que es lo mismo, dentro del cuerpo de la mujer.

    El primer intento de fecundar in vitro óvulos de coneja y cobaya fue realizado en 1878 por el biólogo alemán Schenck, sin éxito. En 1930, Gregory Pincus publicó el primer experimento con éxito de fecundación in vitro en conejos, consiguiendo fecundar óvulos y transferirlos a la trompa de Falopio, pero no logró ningún embarazo. En 1959, Chang consiguió la primera fecundación in vitro con embarazo en una coneja, y también demostró que los espermatozoides se podían capacitar en medios sencillos. En los años setenta, diversos métodos de fecundación in vitro se pusieron a prueba, con el fin de aplicarse en veterinaria. En 1972, el francés Jackes Testard obtuvo el primer nacimiento de una ternera, cuya fecundación se originó in vitro.

    En humanos, la primera fecundación in vitro la intentaron en 1944 Rock y Menkin. En 1960 se realizan nuevos ensayos de este tipo de fecundación con ovocitos humanos. En 1965, Robert Edwards consiguió fecundar in vitro ovocitos de mujeres, pero no logró la división celular al ser óvulos inmaduros. En 1969 se realizaron los primeros estudios con embriones humanos en cultivo, y en 1971, con el uso de la laparoscopia que permite obtener grandes cantidades de ovocitos, se empezaron a transferir a mujeres infértiles embriones obtenidos in vitro, sin alcanzar la implantación.

    E 25 de julio de 1978 nace mediante fecundación in vitro Louisa Brown, en Manchester, trabajo realizado por Patrick Steptoe y Robert Edwards. La noticia tuvo resonancia mundial, conmovió a la humanidad y desató polémica. Para lograr este resultado, Steptoe y Edwards habían realizado más de cien intentos fallidos, y el último intento se realizó en 79 mujeres, obteniendo 4 embarazos, con dos abortos y dos nacimientos, primero Louisa Brown y posteriormente un niño. El tercer humano en donde se empleó la fecundación in vitro nació unos meses más tarde. Fue una niña que nació en Australia, con el equipo de Lopata y Johnston, que estaban también tratando de realizar esta técnica. En Francia, la primera niña nacida con esta técnica fue Armandie, en mayo de 1981 ; en EEUU fue en diciembre de 1981 ; en España fue Victoria Anna, nacida en Barcelona el 12 de julio de 1984. Los primeros gemelos del mundo obtenidos bajo esta técnica fueron obtenidos en junio de 1981 en Australia, y en 1984 nacieron los primeros cuatrillizos.

    En 1984 nació en Australia la primera niña procedente de un embrión congelado, Zoe ; y el 22 de julio de 1987 en España. La primera vez que se utilizó este método para la selección del sexo en enfermedades ligadas al sexo fue en 1990, en Londres ; y en España, el uso de este método para evitar la transmisión de una enfermedad ligada al cromosoma X nació en Madrid en marzo de 1994.

    Los últimos pasos del desarrollo científico de esta técnica ha sido la microinyección de espermatozoides, que se logró por primera vez en 1966 con ratones, y con humanos en 1981. El primer ser humano nacido mediante esta técnica fue en 1988.

    II. La reproducción asistida en la ciencia médica.

    La reproducción asistida o artificial, se ha desarrollado en la biomedicina a partir de tres técnicas que a continuación veremos por separado : la reproducción asistida in situ o intracorpórea, que se refiere al proceso de reproducción que se lleva a cabo dentro del cuerpo de la mujer, la reproducción asistida in vitro o extracorpórea, que se refiere al proceso de reproducción que cuya fecundación se lleva a cabo fuera del cuerpo de la mujer seguido de la transferencia del óvulo fecundado al cuerpo de la mujer, y la clonación, entendida con fines reproductivos artificiales. Además, algunas fuentes mencionan la subrogación del útero como una alternativa, aunque no propiamente una técnica de reproducción asistida.

    Así mismo, debemos mencionar que la reproducción asistida puede ser homóloga o heteróloga. La homóloga es cuando se realiza con semen del esposo, mientras que la heteróloga cuando se realiza con semen de un donante. Este semen puede proceder de un donante conocido o de un banco de esperma ; en ambos casos el padre biológico es distinto del padre que se hará cargo de él.

    2.1 Técnicas de reproducción in situ o intracorpóreas.

    1. Inseminación Artificial

    La inseminación artificial (IA), propiamente dicha, consiste en introducir artificialmente, no por el acto sexual, el semen humano en el organismo de la mujer. Puede ser intravaginal, intracervical o intraperitoneal, siendo la más frecuente la intracervical. La inseminación se realiza un poco antes de la ovulación, dado que la presencia de progesterona determina que el moco cervical sea denso, lo que impide la penetración espermática. Esta ovulación puede ser estimulada en pacientes con ciclos irregulares que presentan ovulación esporádica.

    Primeramente se obtiene el semen, que puede ser por masturbación, por estimulación eléctrica testicular, o con una técnica postcoital, mediante un preservativo perforado en una relación conyugal normal. También, en el caso de esterilidad del varón, se puede recurrir a semen donado, fresco o congelado, en el caso de no encontrarse donante.

    Antes de introducir el semen en el cuerpo de la mujer ha de ser preparado convenientemente en el laboratorio, preparación que conlleva exigencias diversas según los casos. Igualmente, es necesario conocer el momento en que la ovulación está próxima a realizarse. La IA no precisa anestesia.

    Las razones por las que se acude a la IA son variadas : la azoospermia, oligospermia, vasectomía del varón, impotencia sexual (que imposibilita al varón depositar el semen hasta el fondo de la vagina o en cualquier parte de ella), esterilidad idiopáticas, presencia de anticuerpos contra el esperma, malformaciones congénitas del aparato sexual masculino o femenino, ausencia de condiciones adecuadas para la fecundación en el semen del varón (escasa vitalidad o movilidad) así como causas genéticas, como la hostilidad cervical, enfermedades genéticas del varón, transmisibles a la descendencia.

    El hecho de ser una IA homóloga o heteróloga únicamente difiere del varón del que procede el esperma, pues todo el proceso es el mismo. Este hecho, sin embargo, trae distintas complicaciones éticas que en su debido momento se comentarán.

    1. Transferencia intratubárica de gametos

    Esta técnica de transferencia intratubárica de gametos, comúnmente abreviada GIFT, es una técnica desarrollada en 1984 por el médico argentino Ricardo ASCH y por Nicola Garcea. Consiste en la obtención de espermatozoides y ovocitos, para después ser depositados cada uno por separado, es decir, no fecundados, en las trompas de Falopio por medio de un catéter y es utilizado cuando hay subinfertilidad, endometriosis, anovulación, etc.

    Los espermatozoides se obtienen por técnica postcoital por medio de un preservativo perforado, por masturbación o por estimulación eléctrica testicular. Por su parte, los ovocitos se obtienen induciendo la ovulación y aspirando varios ovocitos por laparoscopia. El proceso total dura unos 45 minutos, y suele ser más efectivo que otras técnicas, además de que la fecundación es en su ambiente natural. Comúnmente se recurre a esta técnica debido al fracaso de la IA, pero existe un considerable riesgo de embarazo extrauterino.

    1. Técnicas de reproducción in vitro o extracorpóreas.

    Como su nombre lo dice, este tipo de técnicas se desarrollas fuera del cuerpo de la mujer, in vitro, en materiales de laboratorio.

    1. Fecundación in vitro.

    Las estadísticas revelan que es la técnica predominante en cuanto a su uso. Consiste en obtener primeramente ovocitos y espermatozoides. Los primeros por laparoscopia o vía transvaginal, con la previa estimulación hormonal, siendo esta última la más común debido al bajo coste y a la no necesidad de anestesia. Con la aspiración, hay ocasiones en que los ovocitos se dañan y se altera su capacidad de fertilización o de división. Los espermatozoides suelen obtenerse por masturbación.

    Los espermatozoides se añaden a los ovocitos y se incuban a 37ºC durante un número variable de horas, según el grado de maduración de los ovocitos, hasta que se identifican los dos pronúcleos y se completa la fertilización. No siempre los ovocitos consiguen ser fecundados. Un problema significativo es que se desarrollan con mucha frecuencia embriones con anomalías cromosómicas. La razón es muy sencilla, y es que la misma naturaleza, en su función ordinaria, lleva a cabo un interesante mecanismo de selección. Por una parte, los espermatozoides contenidos en el semen son unos doscientos millones y sólo uno logrará fecundar al óvulo, será el más rápido y el más capaz. Por otra parte, los folículos de los ovarios que son los encargados de producir los óvulos son unos dos millones y tan sólo unos cuatrocientos, los más perfectos, son los que ovulan, y en cada ciclo, sólo uno de ellos. Sin embargo, en la fecundación in vitro (FIVET) no se lleva a cabo esta selección.

    Los ovocitos fertilizados se cambian a otro medio de cultivo para eliminar los espermatozoides que degradarían el medio ; los embriones se desarrollan in vitro durante dos a cinco días antes de la transferencia al útero. Primero que nada, no todos los cigotos formados logran dividirse. De los que sí lo hacen y comienzan a desarrollarse, algunos presentan anomalías por las causas ya mencionadas. Por ello, se hace una selección según criterios morfológicos, eliminando los embriones deteriorados y utilizando los mejores para ser transferidos, habitualmente tres o cuatro, al útero de la madre. Los restantes que estén en buenas condiciones se crioconservan para posteriores intentos, o se donan a otras parejas, o para la experimentación.

    Después viene la implantación, que es la fase más complicada. Sólo el 10% de las transferencias son exitosas. Por esta razón, se suelen transferir al útero tres o cuatro embriones simultáneamente, aunque con ello aumente la probabilidad de embarazos múltiples. Las razones por las que casi el 90% de las implantaciones fracasa suelen ser : las aberraciones cromosómicas de los embriones por la falta de selección ; la indisposición de los endometrios para la implantación, afectados por la hiperovulación y el daño sufrido por los embriones durante la congelación. Si no resulta embarazo, se repite el proceso. En las doce primeras semanas de embarazo hay una elevada tasa de abortos espontáneos. Más tarde, se realiza un examen prenatal, y si existe alguna probabilidad de malformaciones se practica habitualmente el aborto.

    1. Técnicas de microinyección de espermatozoides

    Esta técnica consiste en la microinyección de espermatozoides o de sus núcleos en el ovocito con ayuda de un microscopio, y si hay fecundación, se transfiere al útero siguiendo el mismo proceso que la FIVET. La microinyección se realiza en casos de esterilidad masculina severa, siendo imposible la FIVET clásica. Con esta técnica, se pueden conseguir fertilizaciones de ovocitos con muy pocos espermatozoides, dando como resultado una tasa mayor de embarazos que con la FIVET y la razón es que superan las barreras físicas y químicas que pueden impedir la fecundación normal de óvulo in vitro.

    1. La clonación como técnica de reproducción asistida.

    Aunque para algunos la clonación es algo totalmente distinto a las técnicas de reproducción asistida, para otros es una extensión de éstas. Lo cierto es que comparten muchos puntos, y es un hecho que la clonación es una alternativa en la procreación artificial de niños. Tantos las técnicas de reproducción asistida como la clonación se pueden utilizar con fines eugenésicos, de selección de sexo o para combatir la esterilidad del varón o de la mujer. Una ventaja sería que al utilizar la clonación como técnica de reproducción asistida, en casos de infertilidad del varón o de la mujer, no hay necesidad de recurrir a un donante, y se puede conseguir un embrión con los genes del padre o de la madre.

    Por otra parte, hay quienes argumentan que la clonación no es técnica de reproducción asistida, pues las que así suelen llamarse se realizan con dos gametos, del padre y de la madre, mientras que la clonación permite la reproducción a partir de un sólo gameto, es decir, una reproducción asexual. Dejando a un lado la discusión sobre si la clonación es o no es propiamente una técnica de reproducción asistida, pasaremos a ver brevemente de qué manera se lleva acabo la clonación en estos términos.

    La clonación puede ser por separación embrionaria o por transferencia nuclear. La separación embrionaria consiste en extraer del útero un embrión, o bien, obtenerlo por FIVET e incubarlo a 37ºC, durante al menos 12 o 18 horas, hasta que se divida en dos. Posteriormente se sustrae el embrioblasto o masa celular interna del embrión, que tiene 32 células, y se separan las células del embrión con una microaguja con la ayuda de un microscopio y un micromanipulador. Cada célula se incuba a 37ºC y se espera hasta que se divida, pudiendo volver a separar sucesivamente las células. Por último, los embriones formados se implantan en el útero de madres sustitutivas para que nazcan individuos clónicos. La clonación por transferencia nuclear es más complicada. Consiste en la sustitución del núcleo de un ovocito no fecundado por el núcleo de una célula del organismo que se quiere clonar. El cromosoma faltante al ovocito se sustituye por el cromosoma de la célula diploide. Después de la división celular in vitro, el embrión se implanta en el útero de una madre, que será idéntico genéticamente al individuo dador del núcleo celular.

    1. Consideraciones Éticas de la Reproducción Asistida.

    Ahora veremos las consideraciones éticas de las técnicas de reproducción asistida. Antes de esto, definiremos la perspectiva desde la cual haremos la valoración ética. Por perspectiva entendemos el cúmulo de fundamentos metafísicos y antropológicos que sustentan determinada valoración ética. De la idea que tengamos de hombre y su lugar en el mundo será como se considere la moralidad de los actos humanos. La perspectiva de la que partimos es una perspectiva realista, que considera al hombre como una unidad sustancial, como espíritu encarnado, y que esta particular constitución le sitúa en el mundo material y le abre a la trascendencia. Por tanto, tenemos ante nosotros un ser que se distingue del resto de los seres, y que es ante todo persona. Es por eso que la ética personalista será la que nos guíe a través de la valoración ética de este tema. Entenderemos como lícito o moralmente bueno aquello que salvaguarde los principios y fundamentos de la persona, y le permita la plenitud humana.

    1. Fundamentos previos.

    Antes de enumerar las consideraciones éticas particulares de las técnicas de reproducción asistida, mencionaremos algunos fundamentos previos.

    Primero que nada, se debe tener en cuanta el doble carácter del acto conyugal. Por acto conyugal se entiende el acto sexual entre los esposos que se unen en intimidad. El doble carácter de este acto es el unitivo y el procreativo. El primero hace referencia al acto de unión sexual mismo, mientras que el segundo hace referencia a la finalidad misma de este acto que es el de procrear hijos. Cuando uno de los dos falta en la relación entre los esposos, o cuando uno de los dos se logra eliminando el otro, decimos que se desvirtúa la naturaleza del acto conyugal, siendo esto moralmente ilícito.

    Ni la ética ni la moral están peleadas con la ciencia y la técnica, en todo caso, reconocen en ellas una manera loable de mejorar las condiciones de vida del hombre. Las medidas científicas denominadas terapéuticas, es decir, que pueden remediar desde su origen algún malestar humano, deben ser aplicadas en todos los casos posibles. El asunto aquí es que las técnicas de reproducción asistida no son terapéuticas, sino que pretenden lograr un fin, el procrear, sin remediar el daño. Dicho de otra manera, la infertilidad del hombre o de la mujer seguirá existiendo, aún y cuando logren concebir por el uso de estas técnicas. Esto nos da pie para otro fundamento, y es que los hijos son un don, esto significa que nos son dados, y un don puede estar o no estar, no tenemos ningún derecho sobre este asunto, por lo que no podemos exigirlo. Las técnicas de reproducción asistida pretenden que la pareja conciba a toda costa, aún y cuando la naturaleza física obstaculice este proceso de manera ordinaria.

    3.2 Riesgos físicos de las técnicas de reproducción asistida.

    Para comenzar debemos hablar de los riesgos físicos que trae el uso de las técnicas de reproducción asistida. Ubicaremos estos riesgos como condicionantes éticos porque definitivamente el uso de una técnica que pone en riesgo severo a la persona es moralmente ilícita. También se ubican dentro de este apartado otros riesgos que lesionan, más que la salud, la integridad y finalidad de la persona.

    El primero de ellos es la obtención del semen. Comúnmente, por ser una forma simple, se recurre a la masturbación. Este acto es en sí mismo ilícito, aún cuando sea por fines altruistas. Existen otras técnicas que son moralmente aceptadas como la estimulación eléctrica testicular, siempre y cuando se lleve a cabo en el seno de la familia, y la fecundación se realice en el seno de la madre.

    La estimulación ovárica puede llegar a ser una medida terapéutica, y por tanto moralmente lícita, siempre y cuando se desarrolle con seguridad, en las condiciones adecuadas y con la finalidad de que la fecundación se lleve a cabo en el cuerpo de la mujer y de manera natural. El problema es que comúnmente la técnica de estimulación se utiliza como paso previo a algún otra técnica de reproducción asistida, separando el aspecto unitivo del procreativo. Una mala utilización de la estimulación ovárica puede llegar a causar el conocido síndrome de hiperestimulación, cuando las dosis de hormonas han sido elevadas o se ha repetido de manera excesiva, trayendo como consecuencia trastornos en la coagulación, hemoconcentración, hipovolemia y enfermedades degenerativas e inflamatorias que pueden llegar a causar la muerte en casos severos.

    La intervención de terceras personas, en el caso de la FIVET, haciendo que la fecundación se lleve a cabo fuera su estado natural, in vitro, priva a la persona de la dignidad que le es propia, instaurándose este acto en el dominio de la técnica, de dominio, manipulable. Además, se desvirtúan los dos aspectos del acto sexual, obteniendo a toda costa la procreación.

    A nivel obstétrico, las técnicas de reproducción asistida, como la FIVET trae siempre embarazos de alto riesgo, poniendo en peligro la salud de la madre, dado la multiplicidad que se logra al transferir varios embriones al útero. Además, esta técnica trae como consecuencia una disminución del tiempo gestacional, haciendo que una cantidad significativa de los bebés nazcan prematuros.

    1. Riesgos psíquicos de las técnicas de reproducción asistida

      Existen numerosos riesgos psíquicos que hacen cuestionable la licitud de las técnicas de reproducción asistida. Que se ubiquen en la dimensión psicológica de los individuos no significa que carezcan de importancia o validez, antes bien, deberíamos darles la misma importancia que los riesgos físicos, pues la persona humana es una integridad, una unidad fisicopsíquica.

      Estas técnicas son procedimientos complejos, que están llenos de sufrimientos, angustias y humillaciones para la mujer, al tener que sustituir el acto conyugal por una serie de actos médicos, técnicos y quirúrgicos, que la convierten, junto con su esposo, en simples dadores de gametos. Después de tan tremendos esfuerzos, lo que sigue en la mayoría de los casos es el fracaso, que repetidamente llega a causar desilusión, miedo y a veces trastornos psíquicos. Y en determinado momento, aunque parezca meramente funcional y se oculte en todos los casos su identidad, el hecho de solicitar donadores de algún gameto, hace que la pareja se sienta agredida en la intimidad.

      En el hombre los riesgos psíquicos son mucho más complejos. Si durante la gestación muchas veces el futuro padre se siente desplazado, el sentimiento es aún más intenso cuando se trata de estas técnicas ya que, por una parte, el protagonista principal es el equipo técnico, sobre todo el médico a cargo de la madre. El problema se agrava cuando existe un donador de semen, pues realmente él no será el padre del hijo.

      Aunque se habla poco de los problemas emocionales para los donadores de semen, el mero hecho de ser seleccionados simplemente por características biológicas saludables, reafirma la idea subyacente de que su valía personal se debe a su cuerpo. Estas personas sufren así un proceso de degradación personal, y ni siquiera reciben por ello la alegría del hijo concebido.

      Los riesgos en los hijos son mucho más trascendentes que los hasta aquí mencionados. En primer lugar, debemos situarnos en la realidad de una madre que deseó a toda costa un hijo, y que tras numerosos intentos, después de un coste físico, emocional y económico tan elevado, lo ha logrado. Esto significa que el hijo se vuelve el producto anhelado y sobre él se volcarán toda clase de atenciones. Un número considerable de las parejas que han procreado con el uso de estas técnicas presentan tendencias narcisistas y sobreproteccionistas. Más tarde, cuando el hijo conozca la manera artificial en que fue concebido, en la frialdad de un laboratorio, puede influir fuertemente en la personalidad del niño y en el sentimiento hacia los padres. Si el hijo procede de una fecundación heteróloga, existen entonces dos padres, y si al crecer el hijo desea conocer la identidad del progenitor biológico, se topa con las legislaciones que protegen la identidad del donador, lo que produce un efecto emocional debido a la desubicación real en la historia y en la procedencia. Además de todo esto, se puede dar la multiplicidad de padres y/o madres. Imaginemos el siguiente caso hipotético de una pareja que desea un hijo. El padre presenta esterilidad severa mientras que la madre anomalías físicas que la hacen incapaz de gestar un hijo en su vientre. El deseo del hijo los lleva al uso de estas técnicas, donde se necesita un donador de semen y una madre sustituta, recurriendo así a la subrogación del útero. De esta manera, el hijo tendrá dos padres, y dos madres, pues se ha gestado en otro cuerpo. Se complica el asunto si se ha recurrido a un ovocito donado.

      1. Los embriones sobrantes.

      Uno de los graves problemas de la FIVET es la acumulación de muchos miles de embriones. El destino de estos embriones sobrantes pueden ser tres : la crioconservación, la destrucción o la investigación genética.

      Se recurre a la crioconservación de embriones sobrantes con el fin de ser utilizados posteriormente en los mismos padres, o poder ser donados, a veces sin el conocimiento de los padres donantes ni de los receptores. La crioconservación atenta contra la dignidad del ser humano, pues esas personas son tratadas meramente como productos de un laboratorio, descongelados sólo hasta que sean útiles. Además, en el proceso de congelación y descongelación, muchos de ellos se dañan y tienen que ser desechados o mueren. Pregúntese a una madre si desea que su hijo, recién nacido, sea crioconservado, y se negará inmediatamente. La razón por la que se hace en los embriones es porque no han adquirido forma humana y son considerados como parte de la técnica.

      Otro posible destino de los embriones sobrantes crioconservados es la destrucción. Las legislaciones de algunos países, como las de Inglaterra y España, sólo permiten la crioconservación de embriones hasta por cinco años. Muchos de ellos ya han pasado este tiempo y esto plantea la situación de un alargamiento del periodo permitido. Evidentemente esa no es la solución. Es moralmente ilícito este proceder pues nadie puede disponer de la vida de otro ser humano de esa manera. La destrucción de estos embriones sería realmente un asesinato.

      Finalmente, el camino más recurrido para los embriones sobrantes es el de la experimentación, pues son estos embriones abastecedores de material biológico útil. En España, por ejemplo, los embriones que pasen más de dos años crioconservados, pasan a ser propiedad del laboratorio. De hecho, muchos científicos han denunciado que la verdadera causa por la que se practica en tan alto índice la FIVET, es para proveer legalmente de embriones a los laboratorios destinados a la investigación, siendo la infertilidad de los esposos un pretexto. Algunos cuestionan el aspecto ético de este asunto, a tal grado que algunos países obligan al médico a implantar todos los embriones obtenidos en el útero de la madre, siendo esto una medida reprobable pues se parte de la equivocada licitud del acto mismo de la FIVET, y además se pone en riesgo a la madre y a los embriones implantados en un probable embarazo múltiple.

      Evidentemente cualquier destino de los embriones es ilícito, porque en todos se viola la dignidad de la persona y se maneja como objeto de laboratorio utilizándolo según los beneficios de terceros, de los cuales, en todos los casos, la misma persona del embrión queda minimizada.

      1. Algunas otras consideraciones.

        El Dr. Marsich habla de dos criterios fundamentales para la valoración ética de todo tema relacionado con la reproducción humana. Parte de que la vida es inviolable pues es sagrada y licitud de la transmisión de la vida, reservada sólo en el matrimonio y de manera natural, sin nada que intervenga para obstaculizar, antinaturalmente, la procreación.

        Si cualquier método de reproducción asistida sustituye el acto sexual, entonces es totalmente ilícita. Las técnicas, como la transferencia intratubárica de gametos y la de ovocitos a la trompa de Falopio, en donde sólo se ayuda al espermatozoide a llegar hasta al óvulo, entonces no hay impedimento ético.

        El debate ético surge al considerar el estatuto del embrión, es decir, la discusión que surge en torno a la definición de si el embrión es o no humano, es decir, a partir de qué momento se es humano. Decimos, desde una antropología y una ética personalista, que desde el momento de la fecundación hay otro ser distinto a las células progenitoras, y es ya una persona. El hecho de que no se valga por sí misma, su diminuto tamaño y la forma indefinida, no son argumentos para decir que el embrión no es persona. Fundamentados en la metafísica, si ese pequeño ser, el embrión, puede llegar a ser un humano como lo entendemos todos, es que en su ser posee la potencialidad de ser hombre. Por tanto, si ese aglomerado de células es potencialmente humano y posee las condiciones necesarias para serlo, entonces recibe la dignidad humana y es persona.

        Por otra parte, es evidente que hay diferencias entre los mismos científicos cristianos y el magisterio al tratar de definir la licitud o ilicitud de los medios de reproducción asistida. Algunos califican de moralmente lícita la inseminación artificial homóloga. El fundamento del que se parte es el siguiente : se entiende el acto conyugal en una doble vertiente, como acto de la persona y como acto de la naturaleza. El acto de la persona consiste en la unión sexual de los esposos como encuentro afectivo, mientras que el acto de la naturaleza es el proceso natural, físico, de la unión sexual (entiéndase eyaculación, ovulación, fecundación, etc.). Si el acto conyugal, sostiene el Dr. Marsich, es un verdadero acto de la persona, pero hay una falla en la naturaleza que impide que todo se desarrolle como debe ser, ¿por qué no ayudar a la naturaleza a funcionar perfectamente ? Moralmente es más grave que una pareja, sin razones, tengan actividad sexual y obstaculicen la concepción, que una pareja que se aman inmensamente recurran a la técnica para solucionar un desperfecto de la naturaleza.

        Conclusión.

        Las técnicas de reproducción asistida son hoy frecuentemente practicadas. La recurrencia de su práctica, la soledad y desesperación de los padres imposibilitados para procrear, el desarrollo de la ciencia genética, no son razones para dar carta de ciudadanía a este tipo de actos.

        Vemos de fondo dos aspectos importantes que debemos tener presentes. El primero, claramente expuesto en este trabajo, es el de la valoración ética. Debemos de definir bien nuestro punto de partida, pues desde él la ética podrá manifestar la licitud o ilicitud de determinado acto. Es por eso que la ética debe ser profundamente antropológica, realista y personalista. Podría ser redundante, pero es necesario insistir que somos personas. Al auge personalista de la filosofía contemporánea no es más que la reivindicación de hombre como sujeto libre, autotrascendente, individualmente social, espiritualmente encarnado.

        El otro aspecto está relacionado con el desarrollo de la ciencia contemporánea. El hombre ha descubierto su extraordinaria inteligencia y habilidad técnica que le hacen avanzar a pasos agigantados. En los últimos años se ha investigado e innovado en mayor proporción que en todo el resto de los años que tiene la ciencia y la tecnología. En la biomedicina se observa lo mismo. Ante esta situación, y en un intento de síntesis entre la ética y el desarrollo científico, surge la cuestionante sobre la supremacía de la ética sobre la ciencia. Aunque no nos guste debemos decirlo : la ciencia debe subordinarse a la ética. La ciencia no tiene que desarrollarse ilimitadamente, pues entonces estaríamos perdiendo en muchos de los casos el sentido último del hombre. La ciencia debe estar al servicio del hombre, y si observamos que su desarrollo y su práctica comienza a afectar lo esencial en el hombre, es el momento de detenernos.

        Esta investigación nos ha permitido conocer, por una parte, la capacidad del hombre para lograr desarrollos científicos inimaginables hasta hace algunos años. Pero por otra parte nos dimos cuenta que ante todo debemos considerar lo que el hombre realmente es y ordenar hacia ese fin todos los actos humanos.

        Bibliografía.

        D’AGOSTINO, Francesco. Bioética. Estudios de filosofía del Derecho. Ediciones Internacionales

        Universitarias. Madrid. 2003

        ELIZARI BASTERRA, Javier. Bioética. Ediciones Paulinas. España. 1991

        MARCÓ, Javier ; TARASCO, Martha. Diez temas de reproducción asistida. Ediciones

        Internacionales Universitarias. Madrid. 2001

        MARSICH, Humberto Mauro. Curso de Bioética impartido en el IMDOSOC, en el verano del 2003.

         

         

        José Luis Fernández Guajardo

        Materia: Ética Filosófica Aplicada.

        SEMINARIO DE MONTERREY.

        INSTITUTO DE FILOSOFÍA.

        Cd. Benito Juárez, N.L. a 26 de enero de 2004.