El crecimiento y la maduración de las telecomunicaciones, la disminución de los costos reales de los servicios, y el aumento en disponibilidad, confiabilidad, seguridad y conectividad de los servicios ofrecidos, no han sido producto de desarrollos aislados y espontáneos de las comunicaciones como áreas científica y tecnológica independiente; han sido resultado de avances muy importantes en diversos campos del conocimiento como la ingeniería espacial y la aeronáutica, pasando por la ciencia de materiales y la física, hasta la tecnología digital, o sea, la electrónica y la computación. Muchos de estos avances, como ya ha sido mencionado, se lograron a partir de fines y propósitos militares, pero muchos otros, tuvieron sus orígenes en aplicaciones civiles; específicamente, en el caso del teléfono, la meta original ni siquiera fue resolver un problema de telecomunicaciones, sino que fue producto de experimentos conducidos por Bell para ayudar a su esposa, quien tenía problemas auditivos. De hecho, lo que Bell pretendía era obtener un sistema que permitiera visualizar las señales de voz para auxiliarlo en sus labores de enseñanza a personas sordomudas.
Se puede observar una evolución paulatina que tiene su origen en los sistemas más rudimentarios, los cuales hoy nos parecen obsoletos. Incorporando de manera sistemática los adelantos permitidos por los avances científicos y tecnológicos se generan nuevos sistemas y servicios que con frecuencia dejan asombrado no únicamente al lego en la materia, sino también a ingenieros y usuarios familiarizados con sistemas de "otras generaciones" tecnológicas.
Las telecomunicaciones se han convertido en un satisfactor de necesidades cotidianas de un importante número de habitantes y corporaciones de este planeta. Pero a pesar de esto, solamente unos cuantos se habrán preguntado cómo opera algún sistema en especial. Asimismo, pocas personas están conscientes de cuáles han sido los verdaderos fundamentos de las comunicaciones, los cimientos sobre los cuales se han construido las telecomunicaciones de fines de este siglo.
Con objeto de estudiar con cierto detalle algunos conceptos importantes de este fascinante mundo de la transmisión de información a distancia, iniciamos este capítulo presentando de manera esquemática los sistemas tradicionales de las telecomunicaciones, desde el punto de vista más sencillo, aclarando que los adelantos fueron introducidos lentamente, mejorando poco a poco todo lo existente hasta ese momento, conforme la ciencia y la tecnología lo iban permitiendo. Se explicará el funcionamiento del sistema telegráfico más simple, el del teléfono, el de la radio y el de la televisión monocromática (blanco y negro). Sin estas experiencias no se hubiera podido evolucionar al sistema global de telecomunicaciones con que hoy se cuenta, y que permite establecer prácticamente de manera instantánea y automática la comunicación entre dos aparatos telefónicos cualesquiera del planeta. Tampoco se contaría (o se hubiera contado, en su momento) con el servicio de télex, ni existirían ahora el correo electrónico, la televisión cromática, las transmisiones de FM estereofónica, las transmisiones de televisión de alta resolución con sonido de alta fidelidad, o el facsímile. Por supuesto, no podríamos pensar ahora tampoco en las redes de computadoras.
El telégrafo
La telegrafía eléctrica, iniciada hace un siglo y medio, fue durante largo tiempo una buena alternativa para el correo, puesto que ofrecía una transmisión prácticamente instantánea, aunque limitaba su uso a mensajes cortos. Como intervenían operadores, no era posible transmitir información confidencial o secreta. Utilizaba una codificación del texto a símbolos que pueden llamarse "puntos" y "rayas" eléctricos u ópticos, realizada por alguien en forma manual. Si bien la transmisión de las señales telegráficas ocurría entonces a la misma velocidad que las transmisiones de datos con las redes de informática de hoy (¡la física no ha cambiado!), la diferencia entre un sistema del siglo pasado y uno de fines del siglo XX radica en la cantidad de información que se transmite en el tiempo: antes eran unos cuantos símbolos por minuto, mientras que los sistemas de ahora son capaces de transmitir millones de símbolos por segundo.
La telegrafía se originó antes de que la física y la electricidad alcanzaran la madurez para explotar cabalmente los beneficios de este invento. Existe documentación acerca de telégrafos ópticos, basados en sistemas similares a los semáforos, que operaban en 1794 en la primera República Francesa, y en Gran Bretaña en 1795. En 1793, C. Chappe desarrolló un telégrafo óptico que permitió la transmisión de mensajes por medio de señales obtenidas con la ayuda de brazos articulados y cuyas posiciones indicaban el símbolo de que se trataba. Incluía torres repetidoras de la señal, separadas de 5 a 10 km entre sí. Con ello, si había buena visibilidad, se podían transmitir entre Tolón y París, a través de 120 torres, aproximadamente 50 símbolos por hora, y se requerían 40 minutos para que un mensaje cubriera la distancia citada. Esto fue un enorme logro, puesto que eran transmisiones cuyas velocidades eran 90 veces mayores que las de los mensajeros con cabalgaduras. Para apreciar de nuevo la importancia de las comunicaciones en el aspecto militar, cabe mencionar que precisamente por medio de un telégrafo de semáforos se transmitieron las noticias acerca de las victorias francesas sobre Austria en 1794. En menos de una década proliferaron telégrafos tipo Chappe en Rusia, Suecia, Dinamarca, Prusia, India y Egipto.
Sin embargo, para que el sistema telegráfico fuese explotable por medio de sistemas eléctricos, fue necesario dominar primero la electricidad. Tuvieron que pasar muchos años para que Morse, alrededor de 1844, hiciera las primeras demostraciones, enviando mensajes entre Baltimore y Washington, y después entre Boston y Nueva York. Más tarde, ya con la posibilidad de la electricidad, es decir, enviando los mensajes por medio de cables metálicos, el servicio penetró cabalmente en el mercado. Los cables fueron instalados en forma paralela a las vías de los ferrocarriles, fundamentalmente para facilitar su mantenimiento y para reparar las líneas dañadas (situación que se presentaba con bastante frecuencia). En las transmisiones alámbricas se envían señales eléctricas utilizando para ello el código Morse, representando los "puntos" y las "rayas" con diferentes valores de voltajes.
En el primer año de este siglo, se introdujo la telegrafía inalámbrica, siendo el pionero G. Marconi, quien logró transmitir exitosamente señales telegráficas a través del Atlántico. Con ello se estableció la posibilidad de sustituir los cables metálicos por emisiones electromagnéticas, dando así a este sistema una mayor libertad de acción, y, sobre todo, la posibilidad de cubrir mayores distancias a un costo mucho menor por no tener que instalar postes ni líneas metálicas entre los lugares que se deseaba comunicar. La mayor ventaja de la telegrafía inalámbrica sobre la alámbrica reside en que la primera se realiza por medio de transmisiones tipo punto a multipunto, encargándose el medio atmosférico de transportar la información desde la fuente al destino.
Por otra parte, la desventaja de este sistema consiste en que, por estar la señal en el canal atmosférico disponible para todos, se pierde privacía en la comunicación, ya que todo aquel que así lo desee y que cuente con los equipos específicos, puede recibir e interpretar la señal. Esto creó la necesidad de proteger la información que sería transmitida por este medio, utilizando sistemas de criptografía.
El paso del lenguaje escrito al "código" Morse, tal como lo indica su nombre, es precisamente una etapa de codificación, en la cual a cada símbolo del alfabeto escrito se asigna una sucesión de símbolos binarios (lo cual quiere decir que únicamente existen dos posibilidades, que en este caso son "puntos" y "rayas"). Este concepto, aunque rudimentario, es la primera versión estructurada, según los conceptos modernos, de un sistema de comunicaciones digitales. Para ejemplificar esta idea, asígnesele un "uno" al punto eléctrico y a la "raya" eléctrica, un "cero".
Entonces, la palabra "COMUNICACIONES" se codifica con la clave Morse en el conjunto de puntos y rayas
Nótese que si tanto el transmisor como el receptor conocen los símbolos que serán usados, la información codificada es independiente de dichos símbolos y sólo depende de sus posibles combinaciones. De hecho, si cambiamos todos los puntos por rayas y viceversa, la estructura de la palabra codificada no cambia; si el receptor hace lo mismo, la comunicación puede llevarse a cabo sin ningún problema. La palabra consistente en unos y ceros, de hecho, también es una versión codificada con el código de Morse de la palabra "COMUNICACIONES"; más específicamente, es una versión que utiliza un código digital binario (es decir, que sólo utiliza dos posibles símbolos digitales binarios).
En la telegrafía más simple se transmiten las señales por medio de cables metálicos inyectando en ellos voltajes de distinta duración para el punto y la raya. En el receptor, es necesario detectar la presencia de esas señales así como su duración para poder diferenciar entre ambos posibles símbolos. En la telegrafía inalámbrica la codificación se realiza igual que en la alámbrica, pero en lugar de tener conductores metálicos (cables) que realizan la función del canal de comunicaciones, se inyectan las señales, en este caso electromagnéticas, a la atmósfera, siendo ésta el canal de comunicaciones.
Con el desarrollo del telégrafo eléctrico se dispuso, por primera vez en la historia de la humanidad, de un sistema de telecomunicaciones que, a diferencia de los telégrafos ópticos que lo precedieron, estaba disponible 24 horas al día, independientemente de las condiciones climatológicas y de la hora del día. Si a esto se le agregan aspectos de tipo económico y el hecho de que el nuevo sistema podía prestar servicio al público en general, se puede ver el impacto del nuevo servicio: a través de él se instauró la presencia de las telecomunicaciones en la vida cotidiana de la sociedad.
El teléfono
Este sistema, tal como se conoce en la actualidad, fue producto de muchos trabajos desarrollados de manera paralela, fundamentalmente en Europa y en Estados Unidos. Tiene sus orígenes en los experimentos de J. Fourier (1768-1830) y R. Willis (1800-1875) sobre la naturaleza de las señales de voz, y de C. Bourseul (1829-1907), quien concibió la posibilidad de transmitir voz por medio de cables, usando una membrana metálica para generar corrientes eléctricas (señales eléctricas con contenido de información similar al de las señales de voz). La factibilidad de este concepto fue demostrada experimentalmente por P. Reis (1834-1874), quien dedicó su vida a estudiar las propiedades mecánicas del oído humano. En Europa, a pesar de haberse realizado demostraciones exitosas de estas innovaciones, se juzgó que el sistema, si bien novedoso, no tendría mayor aplicación y por tanto no tuvo el impacto que debió haber tenido.
Sin embargo, A. G. Bell, quien en 1876 patentó en Estados Unidos un invento similar, tuvo mayor tenacidad (y los recursos económicos suficientes) para llevar su invento hasta sus últimas consecuencias. A pesar de que al ofrecer en venta su patente a la Western Union Telegraph Company en 100 000 dólares, la reacción fue similar a la europea, Bell siguió adelante con sus trabajos. Presentó su invento en la Exposición Mundial de Filadelfia en 1876, y poco tiempo después la misma Western Union le ofreció 25 millones de dólares por la patente. Bell declinó la oferta y fundó su propia empresa (Bell Telephone Company), que se convertiría en una de las empresas más grandes y poderosas del planeta (tan sólo en los primeros tres años de su operación instaló más de 50,000 aparatos telefónicos).
El sistema telefónico consiste fundamentalmente en tres elementos: 1) El aparato telefónico, que consta a su vez de circuitería electrónica, un sistema que convierte voz en señales eléctricas para su transmisión y un sistema que convierte señales eléctricas en señales acústicas. Los circuitos electrónicos del aparato telefónico son los encargados de hacer la señalización, es decir, de activar el timbre a la hora de recibir una llamada, o de seleccionar el número al cual se desea hacer una llamada. Esta última operación se realiza en México, y en países con tecnología similar, enviando pequeños pulsos eléctricos que permiten a la central seleccionar al destinatario. La manera en que esto ocurre es la siguiente: a cada número del disco dactilar le corresponde el mismo número de pulsos eléctricos. En otras palabras, al seleccionar el número 123-4567 con el disco dactilar, se envían del aparato a la central 7 sucesiones de pulsos separados cada uno por el mismo intervalo de tiempo, y cada sucesión a su vez está separada de la precedente y la sucesiva por un intervalo más largo; en este ejemplo se tendría un pulso, seguido de dos pulsos, tres, y así sucesivamente. No hace mucho la selección del número por medio de pulsos fue sustituida por una selección por medio de distintas frecuencias, donde a cada número le corresponde un tono distinto. Con esa información se establece un circuito eléctrico entre los aparatos de ambos usuarios, es decir, el del que marca el número y el del que recibe la llamada. 2) Un sistema de transmisión, por medio del cual se hacen llegar las señales de voz convertidas a eléctricas de uno a otro de los usuarios. En el trayecto entre ellos hay una gran cantidad de conductores eléctricos (aunque también contienen fibras ópticas, enlaces satelitales, canales de microondas, cables submarinos) y de dispositivos electromecánicos o electrónicos que garantizan la continuidad de la trayectoria de los dos aparatos entre los que se desea sostener la conversación. 3) Un sistema de conmutación, por medio del cual se seleccionan las rutas que debe seguir una llamada para llegar de la fuente al destino. La información acerca del número seleccionado es proporcionada a la red por medio del usuario (al "marcar" un número), para posteriormente ser procesada en las centrales telefónicas ubicadas en los extremos de los canales. De esta manera se selecciona la ruta que debe seguir una llamada.
El elemento de transmisión junto con el de conmutación podrían llamarse también red de transmisión o red telefónica.
El sistema de conmutación consiste en un conjunto de centrales telefónicas enlazadas por medio de canales. La función de las centrales consiste en establecer un circuito o canal ininterrumpido entre los dos aparatos en que se sostiene una conversación. Es evidente que no es posible tener un canal de comunicaciones entre cualquier par de usuarios del servicio telefónico. Por ejemplo, para comunicar a cuatro usuarios entre sí, con canales dedicados (es decir, un cable que sale de las instalaciones de uno de ellos y llega a las instalaciones del otro), se requerirían seis canales dedicados, lo cual sí parece factible; para enlazar a 200 usuarios, el número de canales sería de 19 900, lo cual tampoco parece imposible; pero para enlazar a 1000 usuarios el número de canales requeridos es de 1000 x 999/2, es decir, cercano a 500 000. Si se considera que en México hay actualmente más de 8 millones de usuarios del servicio telefónico (hogares o empresas), y que, además, en el mundo existen cerca de 1000 millones de usuarios, el número de canales que se requerirían es exorbitante.
La solución que se instrumentó para resolver este problema es la siguiente: considerando que se requiere un enlace dedicado entre todas las posibles parejas de usuarios, para hacer llegar la llamada proveniente de ese usuario desde su hogar u oficina hasta la red telefónica, se establece un canal entre el usuario y la central más cercana. Entre las diferentes centrales existen suficientes canales para que un buen número de usuarios puedan sostener conversaciones simultáneamente. Estos canales se asignan a conversaciones, de acuerdo con el orden en que se solicitan por los usuarios. Es decir, al "descolgar" el aparato telefónico, uno recibe la invitación a marcar (lo que se conoce como "línea"), se transmite el número al que se desea hablar, y la central se encarga de buscar un canal para establecer la llamada. Si el usuario fuente escucha el tono de "ocupado", esto puede deberse a que el aparato destino está en otra llamada, o bien, a que en algún segmento de la ruta seleccionada no se pudo encontrar un canal disponible para la conversación.
Las llamadas de larga distancia por selección automática reciben un tratamiento similar. La diferencia está en que, al seleccionar lo que se conoce como el acceso de larga distancia, la central busca una ruta hacia una central que está enlazada a otras centrales de larga distancia. Estas rutas, a diferencia de las locales, que están basadas principalmente en cables de cobre, son vía satélite, o usan enlaces de microondas, y recientemente se basan en cables de fibra óptica. Al llegar la llamada a la ciudad destino, se entrega la llamada a las centrales locales, para completar la llamada localmente.
La primera central telefónica comercial fue instalada en 1878 (tan sólo dos años después del invento del teléfono) en Connecticut, y daba servicio a 21 aparatos telefónicos. Sin embargo, el número creció de manera muy acelerada, al grado de que en 1880 ya había 138 en Estados Unidos, las cuales enlazaban más de 30 000 usuarios. Diez años después de la patente de Bell ya había en Estados Unidos más de 150 000 suscriptores; 12 000 en Canadá; 26 000 en Gran Bretaña; 22 000 en Alemania; 12 000 en Suecia; 9 000 en Francia, y 7 000 en Rusia.
Radiodifusión (radio y televisión)
Las transmisiones de radio y televisión tuvieron sus inicios en las dos primeras décadas de este siglo. En este período fueron sentadas las bases para la radiotransmisión, que a la postre daría origen a las transmisiones comerciales de radio, así como a las de la transmisión y recepción de señales de video, sobre las cuales se basa la televisión moderna. En este proceso, participaron principalmente E. H. Armstrong (1890-1954), con sus trabajos en radiorreceptores; V. Zworykin (1889-1982), quien trabajó en cámaras de televisión; J. L. Baird (1888-1946), quien por primera vez logró transmitir la imagen de un rostro humano a través de la televisión, con calidad "reconocible" (en blanco, negro y distintos tonos de grises). Las transmisiones regulares de estaciones de televisión también se iniciaron en esa época: en 1928 la WRNY de Nueva York; en 1929 laBBC de Londres; la CBS y la NBC de Estados Unidos en 1931. En 1951 había en Estados Unidos más de 15 millones de televidentes.
En 1941 se iniciaron transmisiones regulares de radio con la técnica FM (modulación de frecuencia), bajo la dirección de E. H. Armstrong.
Tanto para el sistema de radio como para el de televisión (conocidos genéricamente como sistemas de radiodifusión) es necesario que las señales originales, que contienen la información que ha de ser transmitida, sean convertidas en señales eléctricas, para posteriormente, a su vez, convertirlas en señales electromagnéticas, mismas que serán depositadas en la atmósfera para su transmisión.
En el sistema de la radio este proceso se realiza de la siguiente manera: las señales que contienen la información que se ha de transmitir son señales acústicas provenientes ya sea de voz o de algún instrumento que genere música. La conversión de estas señales acústicas a señales eléctricas se realiza por medio de algún tipo de micrófono, es decir, un sistema que acepta a su entrada señales acústicas (vibraciones mecánicas del aire) y que a su salida genera señales con las mismas características en lo referente a la información que contienen, pero que ahora son de tipo eléctrico. En este caso, la información consiste en la forma de las señales, ya sea como función del tiempo, o bien, equivalentemente, en la manera en que está compuesta por señales de tipo senoidal. Es importante resaltar que para una reproducción exacta de la música es necesario conservar toda la composición de la señal, es decir, las frecuencias y las amplitudes a lo largo del tiempo, ya que esto es lo que permitirá diferenciar entre sonidos generados por una flauta, por un piano o por un coro, por ejemplo. La reproducción de las señales (es decir, la reconversión de señal eléctrica en señal acústica) se realiza por medio del proceso inverso: se inyecta la señal eléctrica en un sistema que genera, a partir de las señales eléctricas, señales acústicas (figura III.1). Normalmente esto ocurre por medio de bocinas o altavoces, los cuales tienen bobinas que mueven membranas de cartón, mismas que, a su vez, mueven el aire y generan las ondas perceptibles por el oído.
Figura III.1. Conversión de señales eléctricas en acústicas.
En el caso de la televisión, la señal que contiene la información es de mayor complejidad que la de la radio, ya que las señales contienen, además de información acerca de sonidos, información acerca de composición luminosa de imágenes. En este capítulo se explicará únicamente la televisión monocromática, es decir, blanco y negro. Los tres elementos que contienen información acerca de las imágenes son los siguientes:
—la distribución de luminosidad, es decir, la forma en que aparecen luces (blanco), sombras (negros) y las distintas tonalidades de grises;
—la composición de la imagen en función de las tres dimensiones espaciales; y
—los movimientos de los elementos mencionado
Adicionalmente se tiene, desde luego, el sonido, mismo que recibe un tratamiento similar al del caso de la radio.
A través de cámaras de televisión se integran los tres factores anteriores en una señal eléctrica equivalente, cuya amplitud varía con relación al tiempo. Esta conversión se realiza por medio de un proceso de barrido: la cámara genera un haz que se mueve horizontalmente de izquierda a derecha, detectando las variaciones en las características luminosas de las imágenes. Al llegar al extremo derecho de la imagen, regresa el haz a la izquierda, se mueve ligeramente hacia abajo, y repite el proceso hasta llegar a la parte inferior derecha de la imagen. En ese momento el haz regresa a la esquina superior izquierda de la imagen y repite el proceso (véase figura III.2)
Figura III.2. Barrido de una imagen.
El número de líneas horizontales por imagen determina la calidad de la imagen reproducida, y existen diferentes normas internacionales al respecto. En el sistema empleado en México se usan 525 líneas horizontales por imagen. Por otra parte, al igual que en el caso del cine, para dar al ojo humano la sensación de imágenes que se mueven de una manera suave, se generan imágenes fijas a razón de 60 por segundo. Cada imagen se genera por las 525 líneas horizontales mencionadas. Es evidente que las señales que han de ser transmitidas, para no perder demasiado detalle, requieren captar y transmitir aun las variaciones más rápidas que sin la televisión podría captar el ojo humano. Esto requiere de un ancho de banda de 4.2 MHz. La parte de audio necesita una banda adicional de 25 kHz. Para evitar traslapes entre los canales, entre dos canales adyacentes (por ejemplo, el 4 y el 5), se deja un espacio libre, conocido como banda de guardia. Las transmisiones se realizan en diferentes países con distintas normas.
Además, para garantizar que la imagen en el aparato receptor sea de buena calidad, que no se mueva aleatoriamente, o que no aparezcan rayas horizontales o verticales en la pantalla, se requiere de información adicional en la señal; esta información se conoce como información de control o de sincronía, y a través de ella se garantiza que el aparato receptor interprete cada imagen recibida como una imagen completa, es decir, que no tome y reproduzca la mitad de una imagen y la mitad de la siguiente para generar una imagen en el receptor.
La reproducción se hace invirtiendo las operaciones realizadas en la conversión inicial: se toma la señal eléctrica y se inyecta en un sistema (cinescopio) en el cual se realiza un barrido en la misma forma que la descrita, generando a su paso puntos de diferente luminosidad e intensidad en la pantalla (figura III.3). Esto es lo que ve el hombre. Pero la reproducción es de la misma forma que la transmisión: 60 imágenes fijas por segundo, cada una de las cuales está compuesta por 525 líneas horizontales.
Figura III.3. Generación de imagen en el receptor.
La generación de imágenes cromáticas (es decir, de televisión a colores) está basada en los mismos principios básicos, aunque con procedimientos más complejos necesarios para el envío y la recepción de la información de los colores.
Una vez que se cuenta con las señales eléctricas equivalentes, las transmisiones tanto de radio como de televisión se realizan de una manera muy parecida. Se emplean sistemas de transmisión que consisten básicamente en las siguientes componentes:
a) Modulador: su función consiste en trasladar el espectro de la señal a la banda en que debe realizarse la transmisión. Cada canal que se transmite, tanto en radio como en televisión, tiene una distinta frecuencia portadora, y esto es precisamente lo que úbica a un canal en el sitio adecuado del sintonizador del receptor. Por ejemplo, en radio (AM) la portadora de una señal que se recibe en 600 kHz del cuadrante, tiene una frecuencia de 600 kHz.
b) Transmisor, cuya función consiste en amplificar la señal proveniente del modulador e inyectarla en la antena de transmisión. c) Antena de transmisión, encargada de inyectar en la atmósfera la señal proveniente del trasmisor.
Esto supone que la señal de entrada del sistema es la señal eléctrica equivalente a la que contiene la información, es decir, del equipo de audio o de la cámara de televisión (véase figura III.4).
Figura III.4. Sistema de transmisión de radiodifusión.
Existen muchas formas de modular una portadora, y dependiendo del tipo de modulación la información de interés estará contenida en distintas partes de la señal modulada (y por tanto, recibida). Por ejemplo, en radio de amplitud modulada, como su nombre lo señala, la modulación es de amplitud, y por tanto la información está contenida precisamente en la amplitud de la portadora modulada. En FM (modulación de frecuencia), la información está contenida en la frecuencia de la portadora; esto significa que a mayores amplitudes de la moduladora (que contiene la información original) se transmite una portadora modulada, cuya frecuencia es mayor que la frecuencia nominal de la portadora, y cuando la moduladora tiene una amplitud menor la frecuencia de la señal transmitida también es menor (a amplitudes mayores de la moduladora corresponden frecuencias mayores de la portadora modulada) (figura III.5).
Figura III.5. Amplitud modulada (AM) y frecuencia modulada (FM).
Para concluir, es conveniente resaltar que, si bien estos tres sistemas de telecomunicaciones no son los únicos que estaban disponibles durante la primera mitad de este siglo, en ellos se conjugan las bases que posteriormente serían utilizadas para desarrollar los sistemas más modernos. Como puede observarse, los principios básicos de operación de estos sistemas tradicionales de comunicación tienen cada uno de ellos sus peculiaridades, pero comparten, sin embargo, muchos elementos comunes.
Autor:
Pablo Turmero