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Más grande que el techo del cielo


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    Más grande que el techo del cielo

    Homenaje a un sentimiento, a un amor

    Más grande que el techo del cielo es un resumen de un sentimiento, es la capacidad de hacer que las nubes sean más que un simple humo suspendido en los aires; es lograr ver en cada una de ellas un solo rostro, una sola figura. Es ver a la luna como lo que no es, verla más allá de un simple satélite natural, es verla como la cuna de los deseos nocturnos de esas noches arrancadas del alma. Es la descripción de una historia, de un sentimiento, de un amor como pocos.

    No hace falta decir que este texto nació en varios días de soledad, de tristeza, de desesperanza y nostalgia; nació como nacen las cosas que no se saben que van a nacer. Algunas veces, estuvieron plasmadas unas líneas en servilletas comunes y corrientes, otras veces en algún teléfono celular, en la memoria de mi cerebro o simplemente nacieron así por así, de un momento a otro. Después de cientos de días de razonamiento, creo no se puede definir la felicidad ni el amor; así como tampoco la tristeza y el odio; pero si hay algo muy cercano a la felicidad y el amor, es compartir eso (el amor) con la persona a la que uno realmente ama, es la verdadera manera de ser feliz, realmente feliz. He allí la forma de no tener la necesidad de fingir sonrisas delante de amigos, que muy en el fondo saben que son sonrisas para las fotografías o por el chiste del momento, cuando en realidad el alma anda en por el suelo. Es justo en ese momento cuando nos damos cuenta lo valioso que es el tiempo y lo maravilloso que es tener en nuestro interior ese indescriptible sentimiento llamado amor.

    Este pequeño boceto textual es un homenaje a un amor, al amor más grande que el techo del cielo.

    Si alguna vez alguien me preguntara cuánto mide el amor que le tengo, sin duda alguna le diría que es más grande que el techo del cielo, y de eso estoy totalmente seguro, así lo siento. Que despertar y saber que existe es la manera más segura de ser feliz, realmente feliz. Pero despertar y saber que a mi lado no está, es la manera más difícil de vivir, de seguir. Si, ella es lo más lindo que hay de Norte a Sur y de Este a Oeste, no hay un lugar más maravilloso en el planeta que sus brazos, donde existe calor para cualquier frío; no hay lugar más colorido que su mirada, hay tanta belleza acumulada. Quisiera que cada día soñáramos los dos en la misma almohada, despertar de madrugada, mirarla allí, dormida, darle un beso en la mejilla, abrazarla y seguir durmiendo. O hacer que abra los ojos y decirle que la amo, acariciando su cabello y besando sus labios, escuchando esas dos palabras de vuelta con su tierna voz, y al día siguiente saber que fue real y no un sueño. Saber que la vida con ella no se mide en años, que la vida con ella es la eternidad, saber que con ella no hay nada imposible, que pudiera hacer fuego frotando dos bloques de hielo, que por verla pudiera ir a la luna en triciclo y regresar; saber que su espíritu es tan bello como el suspiro de un bebé, que la vida sin su presencia es tan vacía que no se llamaría vida, sino "vacida". No exagero al decir que es lo más lindo que vive en el mundo, tampoco miento al decir que es la única que me roba los suspiros a cada momento; por aquello y todo esto, sé que lo que por ella siento es más grande que el techo del cielo.

    A ella la conocí bailando, yo muy poco me movía y ella estaba danzando, ella con un cielo en sus manos y en sus ojos; yo con un desorden en mi vida y en mi rumbo. Pero todo empezó a cambiar cuando por vez primera pude sus labios besar, no teníamos nada en común, hoy quizá lo único que tengamos en común sea la distancia. Hoy ella es lo que nunca quise que fuera y yo soy lo que ella nunca supo que fui, hoy somos dos extraños, dos desconocidos, dos seres más; lo único que nos une son los miles de recuerdos que cosechamos, pero cada noche nos une la luz de la luna, la amplitud del cielo, una que otra canción de la radio, lo eterno pero implacable del tiempo, ese tiempo que se está llevando todo lo que entre ella y yo quedó.

    Lo de nosotros no fue un rompimiento, fue un punto final que se veía venir pero que nos negábamos a aceptar, lo de nosotros fue una ida sin retorno, un cuento a medio contar, lo de nosotros fue un "boom" interno, por lo menos así lo veo. Éramos eso que todos quieren ser, éramos los que jugaban a ser niños siempre, los que se hacían muecas, jugando a ver quién era el más fuerte; éramos los que jugaban al escondite solo para encontrarse a besos; éramos los que se llamaban por teléfono para decirse un "te amo" y colgar, dejando al otro con esa sonrisa marcada de Este a Oeste. Éramos los que se sentaban a verse sin hablarse porque las palabras estaban de más, éramos tan inseparables como arena y mar, éramos, si, éramos. Hoy pasamos a ser una historia, un cuento, una despedida, hoy ya no somos, hoy éramos.

    Cuando pienso en todas las cosas que vivimos, muchas veces siento las lágrimas rodar por mis mejillas, cada una de ellas gritan que regrese, que la vida sin ella es un momento eterno de oscuridad, que las calles sin ella van en sentido contrario. Después de todo no creo que tenga el corazón partido, lo tengo compartido, una mitad para mí, para sobrevivir y la otra como siempre, para ella, para vivir. Siento el alma rota y puedo notar como la sangre me corre por las grietas, y es cuando duele más la carrera.

    En el momento en que todo empezó a terminar le pedí que me disculpara, le dije que me había dejado llevar por el momento, que algunas cosas no estaban bien, le dije que me ayudara a cambiar un poco mis actitudes, mis celos desenfrenados, que problemas como el de ese lunes no volverían a pasar, y en efecto, tenía razón, nunca volvieron a pasar, ella se fue, se cansó. Con los ojos chiquiticos vi su espalda moverse al ritmo de su caminar, con un jeans de leopardo y una camisa a cuadro de botones, con un lazo en el pelo y cientos de emociones, la vi alejarse, llevándose en sus manos los sueños y la vida que habíamos construido. Muy decepcionado de mí porque algo me decía que no volvería, allí me quedé, parado, en la acera, con un nudo en la garganta y en el pecho una extraña sensación, viendo como se desvanecía todo lo que habíamos creado, con miles de argumentos contra sus razones, y me sentí abandonado, muy triste y solo, tal cual como estaba antes de conocerla.

    Sencillamente sin fecha de vencimiento, así es el amor que le tengo, ese amor que día a día sembró en mi corazón, la amo desde la primera hasta la última letra de su nombre, deletrear las seis letras de su nombre es la forma más sencilla de llegar a la perfección, sé que si tuviera la oportunidad de tener una hija con ella, así la llamaría, y en honor al amor más grande que el techo del cielo, su segundo nombre sería, "Teamo", sin espacios, para saber y entender que no hay espacio en tan grande y bello sentimiento. Hoy suena inaudito quizá, por ser otra la realidad, cruel realidad. Hoy siento no poder ver nada, siento la mirada vacía, o tal vez estoy viendo la nada. Hoy sé que "vida" es una palabra vacía, y que ella es todo lo que le falta por dentro, su relleno.

    Estoy muy consciente de que no existen palabras en el mundo para describir lo que siento por dentro, pero sé que es más grande que el techo del cielo. Me gusta recordar cómo la conocí, me gusta recordarla de una forma tan bella, así como se recuerda a un buen amor, a un verdadero amor. Me gusta recordarla como esa persona que llenó mi vida de tantas sensaciones y emociones. Confieso que aunque suene extraño, a veces no me gusta extrañarla, porque hacerlo no valdría la pena, solo se extraña un recuerdo, y para mí, ella no es un recuerdo, para mí ella lo es todo, si, todo. Ella es muchísimo más que momentos de melancolía tras escuchar alguna canción o pasar por algún lugar visitado, para mí ella es más que todo. No merece que la extrañe, ella merece que la viva. Que viva su recuerdo aunque vivirla ahora me duela. Y es así, la vivo a cada momento, porque vivirla vale la pena, porque su cuello es el tallo de la rosa más hermosa, así la vivo, como a la mujer más linda del planeta, la más preciosa.

    Las gotas del hielo del cielo van cayendo lentamente por la ventana de mi cuarto. Me estoy dejando llevar por mi sexto sentido, aunque los otros cinco ya no tengan sentido. Las ovejas se fueron a otra habitación, dejaron de saltar, me dijeron que nos las siguiera contando, que no hay manera de quedarme dormido. Los 11:11 no se han cumplido. Ha pasado mucho tiempo, y el silencio del teléfono me duele, me duele mucho, y cuando por fin suena una llamada, volteo a ver y no es la persona que quiero, no es a quien quiero contarle sobre la película que vi anoche y decirle que la parte que menos me gustó fue no verla a su lado, no es ella quien llama para decirle que la amo, para contarle sobre cómo van mis cosas, ni sobre el libro que estoy leyendo o escribiendo, no es la voz que quiero oír, no es el "aló" que me puede hacer temblar en este momento, es una llamada más, de alguien más, para decirme algo más, para hacer nada más, es una llamada más. No se me hace cursi decir que la amo, lo siento, muchos no lo sienten y lo dicen; no se me hace cursi decir que la extraño, es la realidad, no puedo negarlo. Para mí nunca ha sido cursi hablar tan bien de ella, pues solo ella me hizo sentir eso que llaman felicidad, eso que llaman amor, eso que llaman todo, esas ganas de pasar el resto de los días con alguien. Ella me hizo sentir que vivir vale la pena.

    Quisiera saber dónde no está, en qué parte puedo no verla, dónde puedo vivir sin recordarla o recordar sin que me duela su ausencia. Saber por dónde puedo andar sin ver sus pasos, dónde puedo sentarme sin pensarla. Quisiera saber cuál es el cielo que no tiene la luna que siempre le regalé. Saber cuál es el sitio en el que no dejó su silueta modelando como en pasarela. Quisiera saber cuál es la parte de mi almohada que no tiene impregnados sus recuerdos, su sonrisa, su mirada, su voz. Quisiera saber en cuál sueño no aparece con su pantalón de tela marrón. O por el contrario, quisiera saber dónde botar esta maldita tristeza y tomar sus manos, en que parte del mundo volver a encontrar su hombro y descansar sobre él mientras siento su mano en la parte de atrás de mi cuello. Quisiera saber dónde está el botón de "fin" para acabar con esta pesadilla sin ella. Confieso que a veces no quiero vivir porque la extraño, pero no quiero morir porque la amo. Confieso que a veces hablo con la luna, ella suele ser mi compañera, mi amiga incondicional, nadie en este momento me puede entender mejor que el silencio y ella, la luna, por eso le hablo cuando se me derraman las palabras por la boca.

    Cada noche es el amanecer de la luna, y es allí cuando mi voz susurra entre tanto silencio.

    Luna, por favor dile que la amo, que tengo rota el alma, que lo que estoy sintiendo nunca lo había sentido. Luna, por favor dile que sus besos eran para mí lo mejor, que es algo que extrañaré por el resto de mis días. Luna, por favor dile que amarla mucho era lo que siempre hacía, que cada centímetro de su piel recuerdo. Luna, por favor dile que la quería solo para mí, no para poseerla como a una cosa sino para vivirla como a la vida, eso ella lo sabía muy bien, dile que me duele mucho y que nunca la dejaré de pensar. Luna, por favor dile que nunca la olvidaré, que en las noches, como siempre, te busque en el cielo y un beso mío guardado le vas a tener. Luna, hermosa pero no más que ella, dile que la amo, que a nadie he amado, solo a ella, que la amo y eso nunca nada ni nadie lo podrá cambiar. Luna, por favor, tú que eres la cuna de deseos, la luna y la cuna, de esos sueños que por la noche lanzo a descansar sobre tu forma de hamaca, a veces flaquita, a veces gordita, luna por favor dile que no pasa una noche sin que te mire y mil besos le lance. Besos más grandes que el techo del cielo.

    Yo no pienso que la amo, el amor no se piensa, el amor se siente y se siente muy bien. Sentir es lo más importante que nos puede suceder, así sabemos que estamos vivos, no que solo respiramos y caminamos, sino que vivimos. Muchas veces, cuando creo poder dormir, al despertar mi primer pensamiento es ella, no, no es obsesión, es amor, un amor más grande que el techo del cielo. Y cuando llueve sin cesar en algún lugar del mundo, sería capaz de darle un beso por cada gota de lluvia que cae, de darle un abrazo por la espalda, como le gustan, decirle al mirar a alguna niña caminar, que así será la nuestra cuando la tengamos, darle un beso justo al lado de su boca, como siempre me gustó o abrazarla tan fuerte hasta quedarme adentro de ella. Alguna vez le comenté a alguien sobre su existencia, y me dijo que era la mujer de mis sueños, pero no es así, es la mujer de mi realidad, aunque hoy la realidad sea otra.

    Es

    Ca

    Le

    Ras

    Abajo voy caminando y descubro que desde hace algunos días he querido saber de ella, saber que está bien y sigue su vida como cualquier chica normal, con días azules, tristezas, problemas y momentos de felicidad, quiero saber que le va bien en sus clases, que ha mejorado su desempeño con los números, que ha conocido a nuevas personas, que sigue siendo fanática de los trajes de baño, que ha visto las películas en cartelera, que ha vuelto a practicar Yoga, quisiera saber si aun me piensa, si las fotos siguen detrás de su puerta. Quiero marcar su número y llamarla, o enviarle un mensaje, pero realmente no me atrevo a decirle ni "hola". Me gustaría saber si aun me recuerda, y si me recuerda como eso que no pudo ser pero que sabíamos que podría haber sido, como esa felicidad, como ese hombro, ese abrazo, ese beso, o simplemente me recuerda por lo que fui; alguien que tantas veces le dibujó a mano alzada tantos besos, tantas caricias, tantos "te amo", sin calcar, a mano alzada todo lo que le di; ella quizá no sabe es que yo la dibujé para siempre en mi alma. Quisiera saber si me recuerda como el hombre que la amó, que la ama como nunca nadie en este mundo ha amado, como nadie nunca podría amar. O por el contrario, si simplemente ya no me recuerda, aunque me duela saberlo.

    Se avecina otro final, se desvanece febrero entre mis dedos, acabo de despertar y quiero hacerle el amor. ¿Por qué todos piensan en sexo cuando decimos esa frase? Yo pudiera hacerle el amor con tan solo mirarla, abrazarla y sentir su respiración muy cerca de mí, sentir como entra su olor por mi grande nariz. Podría hacerle el amor con tan solo decirle "te amo" y que sepa que ese amor no tiene fecha de vencimiento y saber que es más grande que el techo del cielo. Sé que si ella pudiera poner su mano en mi pecho, sentiría como cada latido de mi corazón pronuncia su nombre. A veces no entiendo, a besos lo entiendo mejor, pero a veces no entiendo cuando me quedo dormido y siento que la amo, sin embargo al abrir los ojos lo sigo sintiendo, no sé nunca si estoy dormido o despierto, lo único que sé es que la amo en todo momento.

    Entre cada parpadeo supongo que lo mejor de los momentos pasados es que lo puedes tener a la hora que quieras, cuando lo necesites y nunca te dirá que no quiere o no puede estar allí. Lo mejor del mundo fue pasar tantos días a su lado, tantos momentos de felicidad, minutos de tantos sentimientos. Verla dormida, verla despierta, verla correr, verla llorar, verla y no verla; ya ni la veo, en retratos solamente. Y me pregunto, ¿Qué será de ella? Y otras veces me pregunto, ¿Qué nos pasó? Y entiendo que no pudimos o supimos cuidar la historia, que íbamos por el camino equivocado y no nos dimos cuenta, que de nada sirve lamentarse pero resignarse tampoco ayuda mucho, que las culpas no son para despertarlas sino para dormirlas. Que realmente existe un abismo entre aquel último día de nuestra historia, y el día que quizá ella pueda leer esto, para ella, para mí, para los dos.

    Entre tragos de algún ron añejo y música romántica, alguna vez mi mejor amiga me preguntó, ¿cuando ya no la vuelvas a ver a quién le vas a escribir? Sin tartamudear solté la copa sobre la mesa y le dije que le escribiría a los recuerdos, a tantas sensaciones hermosas que habría generado su presencia en mi vida, le escribiría a la tarde que pasamos juntos en aquel parque donde las hormigas almorzaron de mi piel, a la primera vez que la vi, a esa forma tan suya de mirarme, como si quisiera leerme el alma, a nuestro primer beso que como juego empezó, a esos abrazos suyos tratando de asfixiarme por completo, como para quedarse con el aroma de mi piel, para dormir con mi olor sobre su cuerpo. Le escribiría al sabor único y maravilloso de sus labios, a sus caricias, a su voz, su mirada, su sonrisa, a su ternura, a su pecho siendo almohada de mi cabeza, le escribiría a esa nueva historia que no tuvo inicio, le escribiría a la calma que no existe sin su permanencia. Le escribiría a muchas cosas, le escribiría a tantas cosas que podría crear un libro, le escribiría al amor que le tengo, a ese amor más grande que el techo del cielo.

    En este momento su silencio es tan fuerte, que la puedo escuchar y desde la ventana de esta casa veo como la noche sigue su rumbo, el mundo sigue girando, mientras con un estornudo siento que debo dormir, debo descansar, aunque quisiera detener el tiempo o transportarme hacia dónde está ella, sentarme a su lado y no asustarla con mi presencia repentina, apoyar mi mano en su hombro y decirle al oído que estoy ahí, muy cerca, aunque ella no quiera estar conmigo, o en el fondo puede que sí. Pero solo me queda sentarme aquí y escribir algunas cosas y ver sus fotos. Dicen que hay algo que las fotos a color jamás podrán captar, y es la esencia de las cosas o la gente. Dicen que cuando quieres conocer a una persona debes sacarle una foto en blanco y negro, no te distraerás por los colores y encontrarás lo que buscabas.

    Yo siempre la vi en blanco y negro. Era lo que más me gustaba de ella, veía cosas que jamás vi en nadie más.

    Veo sus fotos, tratando de hablar con ella, muchas veces lo hago, en incontables ocasiones he intentado conversar, hablarle, no sé si mi voz llega hasta donde está. Le hablo entre sueños, en mi soledad, cuando nadie me escucha, cuando nadie me ve, cuando el silencio de la noche hace tanto ruido, un implacable ruido. Deseando que las palabras rompan el viento, se vayan volando y lleguen hasta sus oídos. Le susurro: "Te amo", desde el fondo de mi corazón y de mi ser, se lo digo. El tiempo ha pasado, los minutos han golpeado, dicen que nunca es tarde pero siento que se nos está haciendo tarde de tantos "nunca es tarde", el reloj nos sigue marcando con sus horas, el tiempo es el único enemigo que nos golpea sin tocarnos, recuerdo su perfume, me es fácil traerla a la mente, sé que la amo demasiado, no sé cuánto exactamente, solo sé que lo que siento es más grande que el techo del cielo, suena bien, hoy puedo decir que fue lo más importante en mi vida, que la llevo por siempre en mi mente, que tiene el asiento VIP del lado izquierdo de mi pecho, que la llevo allí a cada sitio que voy, y con la mirada en alto le podría decir que no la olvidé y no he dejado de amarla, pero no la he vuelto a ver.

    Después de una larga lluvia me tomo este jueves doble y con poco hielo, le subo el volumen al tema de Arjona que nos sonaba en las madrugadas, y suavecito voy deslizando mis manos por dentro de mi mente, con mis dedos trazando algunos sueños con sentido, un sueño cada día repetido, la imagino con sus ojos bien cerrados, sé que la amo despierta, dormida, sonámbula y desvelada, la amo sonriente, inminente, la amo a las dos de la madrugada, a las tres, a las siempre. Cierro mis ojos, me siento a su lado y la invito a acompañarme al parque, a aquel parque que nunca fuimos, la invito a tomarnos de la mano y mirar al cielo. A esperar a que llegue la noche y curar, beso a beso, las heridas que el pasado nos dejó; curar con caricias lo que el tiempo nos hizo, borrar los malos recuerdos. Ser sólo ella y yo, y que mañana, al amanecer, sentir que volvimos a nacer, ella de mis costillas como Eva, yo de su vientre como Abel.

    Ese beso fue tan dulce, exquisito, uno de esos besos inesperados y tan esperados, tan grande y perfecto, no parecía un sueño, pero lo fue. Es exactamente lo que siento, después que el tic tac me anuncia que está por llegar otro día y me doy cuenta que cuando no sueño con ella no es un sueño, es una pesadilla; y que del sueño a la realidad hay un solo paso, ELLA. El tiempo se sigue llevando todos los días, se está llevando muchos momentos que podríamos pasar juntos, creando cuentos para contárselos a nuestros nietos. El tiempo es dueño del silencio y las palabras; de paciencia y desespero; no hay un árbol de donde nazca su fruto y está presente en todas partes. No tiene piernas pero corre como Forrest Gump, sin parar. Y a veces cuando te das cuenta ya no lo tienes. Dicen que el mundo da muchas vueltas, quisiera detenerlo un instante y darle mil besos, porque tengo en mi mente más de mil formas de besarle sus labios.

    Me levanto a las cinco de la mañana, de esa cama gigante y fría, llena de ausencia, llena de recuerdos. Me asomo hacia afuera y la veo al amanecer, ella dejó el balcón de su habitación en la ventana de la mía. Cierro los ojos e imagino su mano y la mía, entrelazadas, mientras damos un paseo por la orilla de la playa, al atardecer, a las 6:34, cuando el sol ya no calienta nuestros cuerpos, cuando la luna sale a decirnos que es bella, aunque nada es más bello que ella, cuando el mar nos deja ver su enorme tamaño, pero no más grande que mi amor por ella, es más grande que el techo del cielo. Me gusta este momento porque puedo imaginarnos como dos locos enamorados, locos de pasión, corazón y amor, jugando como niños, tomados de la mano, ver el horizonte, correr hacia el agua, y meternos de un brinco; darnos muchos besos con sabor a sal. Imagino una noche lluviosa, viendo una película de terror y que a cada cinco minutos la vea escondiendo su cara en mi pecho, porque sé que le da mucho miedo el suspenso, que sienta como mis manos la protegen del monstruo de la escena.

    El que espera desespera, y yo la sigo esperando, si es así, puede que sea como esperar a un barco en un aeropuerto, pero sé que por ella los barcos podrían volar y los aviones nadar. Sigo esperando, ¿en vano? No sé, nadie lo sabe, la sigo esperando para que me reconfigure muchas sonrisas, sonrisas de verdad, que borre mis lágrimas con su mirar, que deje que enrede mis dedos en su cabello y diga que lo es todo para mí, mi amiga, mi vida, mi mundo, mi calma, mi todo. Llenarla de abrazos profundos, largos y tranquilos, limpiar sus lágrimas durante situaciones difíciles, verla directamente a los ojos y decirle que todo va a estar bien. Que me inunde con besos, cortos, despacios, largos, eternos. Que lea conmigo este texto que en su honor escribí, que deje apoyar mi cabeza en su hombro y sea ella la que se quede dormida, no por lo aburrido que le parecería sino porque tantas verdades le harían entrar a este sueño, en la realidad. Yo nunca le estuve pidiendo otra oportunidad, yo lo que pedía era continuar la única que tuvimos. Nunca le pedí que volviera, porque para mí, ella nunca se ha ido, no le estuve pidiendo arrojar los errores al

    mar, no, porque la mar es para darnos los besos con sabor a sal, los besos más grandes que el techo del cielo.

    En noches como esta, oscuras y silenciosas me olvido de la rutina, del trabajo y de los momentos con mis amigos. Esta noche, la lluvia es más fuerte de lo normal, el calendario está por la mitad de abril, la habitación es cuna del frío incesante, en noches como esta, es cuando no puedo evitarlo, no puedo evitar pensar en ella, en su voz, en su piel, en su aroma, en su cabello, en los besos que tenemos pendientes, que al parecer así quedarán, pendientes. Esta noche me vino a visitar su ausencia, como siempre tumbó la puerta con una patada muy fuerte, cenamos juntos, como lo hacía con ella, conversamos de muchas cosas, y en cada minuto notaba más su presencia, la presencia de la ausencia. Hay tanto espacio en el espacio, hay tantas dudas en las dudas, hay tantos sueños en los sueños, hay tanto camino en el sendero; hay tanto espacio en todas partes. Hay un espacio en mi mente, en mi pecho, en mi alma, hay un espacio entre los dedos de mis manos. Hay un espacio en mis días, en mis noches, en mi vida, hay un espacio sin ella en mi todo, que sin ella es nada, sin ella todo es nada. Ella es como todas las mujeres, si, como todas, pero como todas juntas. Creo que todas las chicas tienen ciertos detalles que las hacen ser únicas y especiales, pero en su caso, ella no tiene ciertos detalles, ella los tiene todos, por eso digo que es como todas, como todas juntas. Muchas personas podrían tener cualquier opinión sobre lo que siento, pero ¿qué va a saber la gente qué es lo más lindo de la vida si nunca la vieron dormir sobre mi pecho? Que pueden saber si nunca llegaron a besar sus labios, ni sentir en las manos su cuello. Con ella sí que perdía la noción del tiempo, con ella claro que todo era tan perfecto, pero con ella nunca perdía el aliento, siempre los dejaba en mis visitas a su boca y nunca pude evitar hundirme en sus caderas movedizas, su forma de caminar me hace temblar las rodillas. Y después de tantas noches de dolor solo sé que no es el punto y aparte, es el aparte el que duele.

    Ella es perfecta, de las imperfecciones me he encargado siempre yo, su único defecto en este momento es la ubicación geográfica que tiene y su firme decisión de no regresar, pero siento que quiero salir corriendo, irme muy lejos, tan lejos para estar cerca de ella, porque está tan lejos que para estar cerca de ella es necesario ir muy lejos. Sentarme a su lado a ver la luna esta noche, con impaciencia caminar por el laberinto de su piel, con el mapa de su cuerpo en mi mano izquierda para asegurarme de no encontrar la salida, tomar un vaso de vodka o un beso de su boca, que sean dos, tres o todos, que sean besos más grandes que el techo del cielo.

    Dicen que ojos que no ven, corazón que no siente, pero entre menos la veo más la siento, la consiento, la presiento, ella es dueña de mis momentos, la musa de cada letra que sale de mi mente, su mirar y su sonrisa me mantienen viviente, a veces ausente, a veces presente, a veces presente, a veces ausente, a veces en la mente y de repente un día de suerte con algún puente desde mi pecho hacia su mente la encuentre. Y si la veo, ¿Qué hago?, ¿Me pierdo en su mirada, en su sonrisa o me encuentro en su respiración a pocos centímetros de mis ojos bien abiertos? Lo que sea que pase, una fecha cualquiera, en un lugar cualquiera, a una hora cualquiera, por un motivo cualquiera, puede pasar una cosa cualquiera.

    Y no despego los pies del suelo para subir a su cielo, sé que de vez en cuando hay que hacerle "zoom" a la vida y aceptar que ya no está, y eso me duele, me lastima, me hace sentir como un pájaro enjaulado, sin rumbo, muy encerrado. No soy su hombre perfecto, nunca lo fui, no soy ni quiero ser el príncipe azul del típico cuento, prefiero ser el imperfecto y no ser el príncipe azul que con la primera lavada se destiñe. A veces ausente, a veces presente.

    Me han preguntado muchas veces, ¿por qué escribes y la describes así, de esa manera? Me gustaría tener una respuesta, ella se vuelve poesía cuando a mi mente llega, a veces poesía, a veces realidad. Cada día se vuelve ella, como la canción y la melodía, completa y compuesta. Nació un amor de un corazón joven y sincero, joven no por la edad, sino por la actividad, él comenzó a latir cuando la conoció; y ese amor renace cada día pero quisiera sacarla de mi cabeza y traerla a la realidad, sacarla de mi mente y tenerla en frente; pasar las noches diarias en su compañía, ser una parte de su alegría; que a la hora de amanecer sea la luz de la mañana, que sus ojos sean lo primero que vea cuando abra los míos, ser testigo de sus días, que nos desvelemos conversando sobre nosotros, sobre ellos, sobre todos, sobre nada, conversar con los ojos abiertos, porque nuestras miradas siempre se han entendido más que nuestras palabras.

    Nunca se sabe cuando se aprende a caminar cuando por fin dejas de caer, mucho más difícil es saber cuándo caminan los sentimientos o el corazón, a ella la amo desde que mi corazón empezó a caminar, porque siempre intentaba gatear pero nunca llegaba a andar, gatear es querer, caminar es amar. El amor es algo complicado, duro pero bello. Su cabello es la cortina al paraíso, sus ojos el cielo y sus labios el único mar donde no me importaría mi cuerpo ahogar, su piel es el papel donde mis caricias se dibujan, sus besos son la contraseña de la puerta a la felicidad. Quisiera que dondequiera que esté, me diga si hay lágrimas en sus mejillas o si falta un héroe en sus pesadillas; que me diga si tiene frío, si siente calor, que si cuando camina siente decaer para darle la mano y ayudarla a levantarse, que me diga si aun recuerda mi mirada, si su sonrisa es la misma, si su mente está ordenada, si sus sueños han sido cumplidos, que me lo diga con una mirada que yo entenderé. Que con la mía le diré que si vuelve la cuidaré más que antes, que tendrá mi hombro para apoyarla y mis ganas para ayudarla, no como antes sino mejor.

    Me hubiese gustado besarle cada arruga, es que amo de sus caricias la ternura, la su mirada la dulzura, el fervor de sus besos, amo sus palabras bien dichas, amo los ajustes de su camisa, amo lo que es, lo que ve y lo que toca, amo lo que su existencia provoca; amo la textura de sus manos, amo la composición de su sangre, amo sus piernas cansadas al subir las escaleras, amo sobre todo su ser, su forma de ser tan sincera; la amo a mi manera, de una manera incontrolada. Amo sus uñas bien cuidadas, y su cabello liso o rizado, la amo, y eso me basta, eso me llena. Su amor me lleva a la locura, a perder la cordura, nunca nos faltó amor, nunca nos faltó nada, nos faltó todo, todo lo que no tuvimos o tuvimos y no vimos. No nos cansamos del sofá, de la cocina, del televisor; nunca nos cansamos de la playa, del parque o la montaña, nunca nos cansamos del tiempo. Pero, ¿qué es el tiempo? Es eso que no pasa en su presencia y en su ausencia se vuelve torero y yo soy el toro. Pero el tiempo me ha demostrado que este amor es enorme, más grande que el techo del cielo.

    Luego de un par de copas la noche pesa más, hay que cerrar los ojos y abrir las alas, hasta el otro "nuevo" día. Pa'l amanecer un buen beso o una buena canción. Pa'l anochecer un buen abrazo o un té con limón. Pa'l alma un sentimiento o la razón. La segunda parte de cada oración, lastima tener la segunda parte de cada oración, sin su presencia aquí, aunque esté siempre en mi mente y corazón, es una pena optar por la segunda parte de cada oración. Una canción, un té con limón y la razón; duele no poder elegir la primera opción; un beso, un buen abrazo y el sentimiento.

    Y si le digo que no la espero, le miento, aunque años quinientos pasen, yo presiento que un día la tendré de nuevo en mis brazos, siendo la musa presente y no ausente, ¿pero quién dice que está ausente? Lo presente a veces no es lo presente. Presiento, siento y consiento tanto su ausencia que se vuelve más presente que la presencia; sus ojos al amanecer es lo primero que quisiera ver, un beso de desayuno que me eleve hasta otro mundo, hasta el infinito, un beso suyo es un vicio bendito. Y saltan miles de interrogantes a mi mente, ¿dónde estará?, ¿qué hará esta mañana calurosa? Y nunca le regalé una rosa, o si, creo que un par de veces, una de ellas quedó marcada en una fotografía, en una mirada, en un esplendor de sus ojos de sol, en un recuerdo, en un adiós, en sus besos de miel y locura, que me llevan hasta allá, hasta la locura; ternura y locura, sus besos son la cura; sus besos, divino tesoro, un tesoro más grande que el techo del cielo.

    Desde algún teatro municipal la noche se inicia. Pa' arriba el telón, es sábado por la noche y la función comienza, que se roben todos los aplausos su infinita belleza. Se cayó el día y se calló la noche, y aquí me encuentro, abriéndole un hueco al cielo pa' llegar hasta la luna y traer un pedazo de ella pa' adornar el cielo raso de su cuarto. Su rostro y su bella sonrisa son el papel tapiz de mis párpados. Las agujas del reloj a cada segundo me indican porque vale la pena vivir, pero a ella se le olvidó dejarme los besos para tantos días de ausencia. Cada letra de mis versos, de mis poemas, de mi todo, de mis nada, lleva su piel marcada. Ella es mi amada, mi ser incomparable, como no adorarle, como no admirarle, si con ella aprendí que el mundo es más que eso, la noche es más que oscuridad y el final del día, con ella aprendí que es más que risa la alegría, más que día el día, por esas y tantas cosas más mi amor por ella es infinito, más grande como el techo del cielo.

    Estoy bien, entre comillas. La he llegado a ver un par de veces, por casualidad, y cuando me pregunta cómo estoy, le digo que "estoy bien". Desearía poder susurrarle al oído que con ella estaría perfectamente mejor. Hoy me debato entre la vida y la suerte, entre el día y la noche, entre sus besos y la realidad. Pero hemos optado por mantenernos alejados, por "nuestro bien", pero mantener la distancia suele causar mucho mal, más mal que bien.

    ¿Y qué hago para que sepa cuánto la amo?, ¿En qué idioma le escribo para que me entienda? Necesito que sepa que hay un "te extraño" rondando su casa, rondando sus oídos, rondando sus anocheceres, un "te extraño" que quiere ser escuchado, por ella, solo por ella. El tiempo lo dirá todo, dicen todos, pero no existe la morfina para el alma, y mientras tanto me estoy dejando crecer la soledad, ya la tengo bastante larga.

    Qué ilusa suele ser a veces la realidad, uno cree que está vivo pero hay que morir para poder contarlo; y hablemos del silencio, porque en algunas oportunidades el silencio me sorprende hablando de ella, de sus ideas, de su figura, de sus pasos hacia mí que no llegan pero que serían la mejor melodía en cualquier noche fría; mi talón de Aquiles es oír sus tacones azules en su caminar. Al silencio le admito que tengo problemas de remordimiento. Me muerdo y remuerdo los labios cada vez que pienso en sus besos, en su mirada, en su todo. Le reclamo que es mentira eso que dicen que "todo cabe sabiéndolo acomodar". Porque no encuentro la manera de acomodar tantas cosas que siento, con tan solo pensarla. Hoy sé que no toda sonrisa es felicidad, no toda mirada es reflejo ni toda noche es belleza, ni todo día es comienzo, tampoco toda vida es vida, sin ella, hoy sé qué vida es una palabra vacía y ella es el relleno. En ningún momento la he dejado de amar, todo esto es la continuación de lo que vengo haciendo desde hace mucho tiempo, amarla.

    Me he vuelto un poco supersticioso, la he buscado en lámparas de genios, en tréboles de cuatro hojas, en estrellas fugaces, en cartas astrales, en ritos mitológicos, pero nada que la encuentro. La he buscado en las nubes, en el mar, en las cuevas, en la luz y en la oscuridad, en los caminos, en la mirada de un niño, la busco, la busco y no la encuentro; me siento a descansar y al cerrar los ojos aparece en la parte interior de mis párpados, como ese papel tapiz que nunca quiero cambiar. Siempre que me miro en el espejo, él me dice que sin ella a mi lado no me veo igual, aunque a veces su ausencia es una manera de estar presente, porque está en mi mente, en mi imaginación, pero así duele, duele mucho. Es un poco tarde ya, debo "dormir", fueron casi dos botellas de licor y es justo en este momento que todas las canciones de la radio me hablan de ella.

    Pasan los minutos, las horas, los días, pasan los meses, aun no pasan los años, eso creo, aunque siento que han pasado siglos, quizás sea así. Siento como corre la sangre por mis penas y me preparo porque el día estar por vencerse, me preparo porque a ella la encuentro todo el tiempo aquí, entre el anochecer y el amanecer, haciéndome saber que sus labios son la puerta hacia el mundo perfecto, que al darle un beso a quema ropa, era capaz de hacerla sentir sin ropa pero vestida. Sin duda alguna ella tiene un Post doctorado (Ph.D) en hacerme sentir el hombre más feliz del mundo. Sé que no hay diferencia entre sentir lo que escribo o digo y decir o escribir lo que siento.

    "Nada ni nadie", siempre me pregunto si alguna vez recuerda esas tres pequeñas palabras, siempre me pregunto si recuerda tantos "juntos por siempre" o aquellos, "nunca nadie nos va a separar". Tengo que estirar la vida para que quepan tantas cosas, estirar el tiempo para guardar los momentos que quedaron allí, ahí, aquí, allá, en todas partes. Y si, a todas las mujeres que conozco les hablo bonito, muy bonito, pero de ella, fue y es lo que siempre hice. Lo que siento, lo que tengo en el lado izquierdo de mi pecho es más grande que cualquier desacierto que haya habido en nuestras vidas, lo que siento en el corazón es muy grande, más grande que el techo del cielo.

    En esta parte del texto cualquier persona se pudiera preguntar si es normal que solo resalte lo bonito de ella, ¿acaso no hubo puntos negativos? Y es normal, quizás, pensar que en este preciso momento alguien está muriendo, alguien está engañando a su pareja, alguien acaba de perder a su madre, alguien está muriendo de sida, alguien tuvo un accidente mortal, alguien consumió drogas por primera vez, alguien fue secuestrado y está siendo torturado, alguien fue asesinado para ser robado, alguien se está divorciando, dos chicos se iniciaron en la delincuencia, acaban de talar un árbol, descubrir un nuevo virus o encarcelar a alguien injustamente. Pero también en este preciso momento alguien puede estar trayendo a un niño al mundo, llegando a la iglesia para su matrimonio, conociendo a un nuevo amigo, teniendo su primera vez, besando a alguien que ama, escribiendo un libro, sembrando un árbol, pidiendo perdón, sonriendo, cumpliendo un sueño, buscando la cura para el cáncer o el VIH… No nos acostumbremos a ver solo lo malo, la vida es maravillosa para quienes quieren vivir, la vida es maravillosa para quienes aman y son amados. En ese momento, mientras leías esto, todo eso pasó en alguna parte del mundo. Y si, pasaron cosas malas, pero lo positivo trajo más felicidad que lo negativo.

    Hay tantas interrogantes, ¿Será que se acuerda de mí?, ¿Recordará las veces que le besaba la nariz?, ¿Recordará cuando justo al lado de sus labios le plantaba un beso?, ¿Recordará cuando le hacía cosquillas o cuando apretaba con sutileza sus piernas?, ¿Recordará cuando al salir de sus casa, debajo del teclado de la computadora le dejaba una nota y al cruzar la esquina le escribía un mensaje de texto diciéndole, para que leyera el "te amo" de mi puño y letra?, ¿Recordará las veces que en pleno viaje nos quedábamos dormidos?, ¿Recordará cuando la llamaba solo para decirle "te extraño"?, ¿Recordará la primera vez que le dije que estaba enamorado de ella?, ¿Recordará tantas cosas que a mí no se me olvidan? Yo si lo recuerdo, pero por si ella no lo recuerda, sigo siendo el mismo flaco de ayer, el que varias mañanas desayunaba a su lado, el que no tomaba agua fría ni le gustaba mucho el helado; soy el mismo flaco de ayer, el que la acompañaba a sus citas con el odontólogo. Sigo siendo el mismo flaco de ayer, con algunas cosas más y otras menos, con un insomnio terrible que lo invierto en letras, con una soledad tremenda, con un café a mi lado, con mil historias en la mente, sigo siendo el mismo flaco, su flaco, el mismo flaco de siempre.

    He conocido a muchas personas desde que su ausencia se ha apoderado de mis días, pero no me he dejado llevar por faldas ni ilusiones, sé muy bien cómo es la realidad, me duermo pero no me lleva la corriente, estos cinco sentidos cada vez tienen menos sentido. Despierto y empiezo la escritura para terminar de abrir los ojos, ningún noticiero pronosticó esta tormenta interna en mí, esta mañana. Enciendo la televisión, no creo que existan 1.000 maneras de morir, solo conozco dos maneras de morir, una de las mejores es morir en sus labios, caer entre sus brazos y verla a los ojos, esos ojos que me matan. Y la otra, muy despiadada es despertar una mañana como esta, y darme cuenta que ya no está. Manera de morir número 1.001, su ausencia.

    Hay días, como este, en el que nada parece tener sentido, y me doy cuenta que el orden de los factores si altera el producto, alguna vez fue "…pero te amo", ahora es viceversa, "te amo, pero…" sin lugar a dudas hay muchas cosas invertidas, pero así es la vida.

    ¿Existirá un silencio tranquilo sin su presencia? Mientras tanto me miro en el espejo y noto que mi cara no anda nada bien, hay algo extraño entre mis luces faciales, no tengo ojeras, son ganas acumuladas de verla. Es que ella tiene los labios color cereza que saben a fresa.

    Acostado sobre el diván, la doctora pregunta que si tengo algún sueño. Y pues sí, sueño con estar parado en una estación del tren, mirando entre la gente y ver su mano levantarse, con su sonrisa de Este a Oeste y con su inigualable voz diciéndome "aquí estoy", acercarme y abrazarla, mientras se detiene el tiempo del reloj en ese justo momento. Sumarle besos, restar la soledad, multiplicar sueños y dividir la distancia. Darle respuestas a las preguntas para que todo esto no siga siendo igual que hasta hoy.

    Partes: 1, 2
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