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Concepto de Estética en Fernando González Una experiencia singular de lo bello (página 2)


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"La juventud es bella aunque no se bañe". Fernando González. Dedicatoria.

Juventud: primer adjetivo de Belleza en "El Hermafrodita Dormido" que se repetirá a lo largo del libro y que guarda estrecha relación con las obras preferidas por el autor. Más adelante me referiré, por ejemplo, al Hermafrodita Dormido escultura que representa una juventud inmortalizada que ha cautivado a nuestro autor, síntesis de una belleza que toca la perfección.  Fernando González ama la juventud: ¡Maldito sea este amor infinito que tengo por la juventud, por la juventud dura, pecosa, vibrante, amor mucho más grande que por la verdad esquiva, burlona, casi, casi aparente! (p.41) tanta belleza intuye en la juventud que la eleva por encima de la verdad, la juventud para él es más real y menos aparente que la verdad, es bella.  Nuestro autor añora la juventud  y lo más sorprendente es que no convierte esta añoranza en trauma sino en sentimiento de admiración y reconocimiento que le permite hacerla renacer sin complejos, en cada experiencia vital en l que nuestro autor se deja conmover hay un retorno a la juventud, me atrevería a decir que Fernando González es eternamente joven, "Por esos viñedos y por esas ruinas y entre muchachas de Roma palpitó en mis arterias el santo ardor de los veinte años; tornó a mí la juventud de sentidos e inteligencia pictórica", (p.44) juventud de sentidos que estuvo siempre patente en cada descripción de las obras de arte con las que creó un vínculo estrecho cuyo templo fueron los museos y su extensión, el mundo y las personas, los espacios que amaba, la tierra, las personas que tanto admiró y todos los espacios que captaron su atención. Al acercarse a cada obra de arte, nuestro autor va en busca de la juventud, se hace libre de complejos y se adentra en una experiencia sin moral y sin juicio que sabe conservar muy dentro de sí como experiencia vital que da un sentido estético a su existencia y concretamente a sus visitas a los museos; "Yo creo que se debe ir en busca de la juventud.  Correr, por ejemplo, por las Termas de Diocleciano o por el Vaticano, entre pedazos de mármol, y sarcófagos y bustos, hacia los cuartos en donde están las Venus de Cirene y el Apolo de Belvedere.  Llega uno, los contempla, se conmueve, toca, piensa en la juventud y en la bellezaဦ" (pp.46-47) "Es un milagro prodigioso la primavera para un hombre del trópico; por eso me volvió la plena juventud, el encontrar milagroso cada instante de la vida". (p.51) Definitivamente la juventud es lo más bello para Fernando González, eso es lo que más admira de la obra de arte, de la vida y del hombre mismoဦ "el día está mejor que yo. Tanta luz y tanto azul, en vez de alegrarme, me intranquilizan, brotan múltiples deseos: Estar en Ostia, solo, en vestido de baño, bocarriba al sol y rodeado de juventud". (p. 88)ဦ "Hay que ir a la orilla del mar a asolear pechos y falos, espaldas y vientres; acumular rayos de sol para el invierno. ¡Cómo huyes, agradable juventud!" (p.102). "ဦdesde el balcón que domina el mar, seguiré las costumbres del hombre y pensaré e invocaré a Dios para que me envíe juventud. ¡a cambio de todos los goces sensuales, dame, Señor, sabiduría y belleza!" (p.132).

 Esta última invocación hace suponer que además de la evidente admiración de la belleza en sentido físico, Fernando Gonzáles ha aprendido a atraparla con una actitud interior, de tal modo, que la juventud se convierte en una virtud, en un don que cuando se pierde su expresión física se conserva su valor en lo más íntimo del ser, de este modo, nuestro autor parece descubrir un elixir de la juventud y el único proveedor es Dios, por eso considera que lo más digno de ser obtenido de Dios es, justamente, la juventud, como sabiduría y belleza.

BELLO ES LO QUE VIVE

"No es bello sino lo que vive y en cuanto vemos la vida, la palpitaciónဦ" (p. 152).  El filósofo de Otraparte llega a esta afirmación después de la descripción que hace de la Venus de Cirene. Evidentemente la Venus de Cirene es una escultura sin cabeza que data del siglo II después de Cristo una obra inerte si se le lanza una mirada fugaz, pero Fernando González logra arrancar de ella una expresión vital imprescindible para la valoración estética, sólo es bello lo que vive y en cuanto vemos la vida, la Venus de Cirene para nuestro autor es palpitación, en ella hay vida y tanto en esta escultura como en las otras que son objeto de toda su admiración un aspecto fundamental a la hora de comprenderlas y de abordarlas desde una visión hermenéutica, es la participación de los sentidos, en especial el tacto como llave que abre la puerta a una comprensión más íntima, nuestro autor lee la obra de arte con sus manos, con sus caricias, de este modo la hace hablar; "Pasaba las horas en las Termas de Diocleciano, esperando a que el custodio del cuarto de la Venus de Cirene estuviera descuidado, para acariciar el mármol.  La tengo aquí, mi Venus, en las manosဦ" (p.87) así manifiesta el autor la importancia del contacto, tocar lo que admira, lo que encuentra bello. Y en esta obra como en las demás siempre hace una referencia a la juventud "es la mujer en el segundo preciso; es la virgen en el instante preciso de la plena juventudဦ" (p.151). "Esta mujer vive realmente; por eso los cristianos creían que allí estaba Satanás. Se olvida uno de que es una piedra y tenemos centuplicada la vitalidad, nos sentimos poseídosဦ" Por lo tanto, vitalidad, es otro sinónimo de lo bello en Fernando González y esta vitalidad la descubre en todas las obras que admira, ejemplo perfecto, la descripción de El Hermafrodita Dormido: "Ahí está acostado con la frágil cabeza entre los brazos, el busto retorcido, apoyado sobre un pecho que parece un lirio, por lo efímero, y las piernas atormentadas para no oprimir demasiado el pene y los testículosဦPues así está el pálido, atormentado y frágil Hermafrodita, adormecido en el valor del vago deseoဦEs un cuerpo pecado; que atrae y repele.  Cuerpo que nos explica cómo los atenienses enviaron a Alejandro un efebo, en premio de sus batallas sublimesဦTodo ese cuerpo pecaminoso nos atrae, hasta el pequeño y suave pene.  ¡Atracción maligna! De todo él resulta el complejo de emociones que forman el infierno de la bellezaဦEs delgado, femenino y masculino.  Quisiera llevarlo y pegarle y besarlo, y adorar a Dios en él" (pp. 121-122)

Esta descripción podría ser entendida como una proyección de los más perversos deseos de Fernando González, algo así como una confesión en la que el autor muestra claramente su perfil psicológico bajo una represión que se hace manifiesta en la admiración de una obra de arte como el Hermafrodita Dormido, pero en realidad es una descripción muy realista que da vitalidad a la obra y que le permite relacionarse eficazmente con la dimensión interior de nuestro autor que muestra aquí su libertad sin prejuicios y sin prevenciones morales, hace honor ala verdad y se muestra como un ser humano profundamente sensible y una vez más vivencial. Y precisamente en El Hermafrodita Dormido, Fernando González encuentra la máxima expresión de la belleza en el arte; "El Hermafrodita constituye el summum de la conquista en el arte: ¡Reunir en la creación humana las bellezas de la mujer y del hombre, unificar la Naturaleza en el mármol!ဦSólo puedo decir que desde mi encuentro con el Hermafrodita que duerme en el segundo piso del Museo Nacional de Roma, comprendo muchas cosas que antes ni sospechaba. El reino de nuestro padre que está en los cielos tiene muchas moradasဦEl Hermafrodita griego no es la sucia inversión, sino la unificación de las bellezas, Dios padre y Dios madre. En el fondo de la inversión yace el ansia de perfecciónဦEstá adormecido, pero emana de todo él, de todas sus células, el sentimiento de que aprieta el pecho duramente, que siente placer-dolor en apretarlo y que pronto se pondrá bocabajo para comprimir también el sexoဦserá por ahí de dieciséis años.  Parece que siempre tendrá esa edad, porque si envejece, muere!" (pp.123-124) Atrae la descripción del autor antioqueño por la lucha de contrarios cuando esta visión estética se convierte a su vez en una valoración moral que no admite condiciones, un juego entre la bueno y lo malo, lo virtuoso y lo pecaminoso, lo divino y lo humano, la fortaleza y la debilidad, la castidad y la satisfacción de los deseosဦ" "Así, el efebo que duerme en el Museo Nacional tiene como alma el pecado.  Cada una de sus formas indica el tormento de todos los deseos humanos, pero que no pueden realizarseဦ" (pp.123-124).

POSEER LO CONTEMPLADO

"Cuando pronunciamos ante algo la palabra bello, manifestamos un hecho emotivo, la tendencia a poseer lo contemplado.  En este impulso de posesión de lo bello y lo bueno, está lo que constituye el instinto de propiedad". (p.91) Esta tendencia a poseer lo contemplado es muy importante en la visión estética de Fernando González que asumía como suyas las obras de arte que contemplaba, le pertenecían al admirarlas, al tocarlas y acariciarlas al hacerlas vibrar y quería llevarlas consigo, creo que lo logró, se apropió de un sentido y logró uno de los grandes triunfos de la hermenéutica: llegar al sentido de la obra y dar mejor razón de ella que la que podría haber dado el autor.. la comprensión de la obra de arte de Fernando González en posesión, se adueña de un sentido que no agota la obra, la conserva tal como es pero se adentra en ella, no le quita lo esencial pero lo atrapa. "Al Hermafrodita no se le puede describir; hay que poseerlo. No hubo tarde que yo no estuviera allá, durante dos meses, acariciándolo cuando los guardianes se descuidaban.  Sonaba la campana alas cuatro para cerrar el Museo y salía con el pecho oprimido". (p.125) esto es apropiación, posesión de la obra de arte, que se logra cuando se encuentra en ella lo bello como apertura a la esencial. "Belleza. -Se tiene esta cualidad en cuanto uno se posee a sí mismo". (p.156).

BELLEZA EN LA ESCULTURA

En las siguientes citas Fernando González nos da testimonio de su admiración por la escultura en su vínculo con el autor a quien se le debe la vida que se intuye en ella, considera al artista un creador, lo asemeja a Dios en cuanto a que es capaz de producir algo que genera vida que se expresa en sus formas. Es fácil demostrar en El Hermafrodita Dormido la admiración de Fernando González por la escultura sobretodo en su capacidad para describirla y relacionarse con ella hasta crear una experiencia estética vital, son muchos los ejemplos, el mismo Hermafrodita Dormido, pero como ya ha sido citado, tengamos en cuenta su descripción de el Galo suicida: "En el patio menor, a la derecha, en un ángulo, está de pies, suicidándose, el galo a quien derrotaron las tropas de Atalo I.  Las piernas poderosas, algo separadas para el esfuerzo, pues acaba de matar a su mujer, que cae con mucha decencia, sostenida por la mano izquierda del bárbaro; gira la cabeza a la derecha para descubrir bien el espacio entre la clavícula y la garganta, en donde hunde la espada corta.  Cuerpo de humanidad divinizada.  Pequeño bigote galo, o sea, que sigue la curva del labio; pelo en crenchas, grasoso, y al cuello lleva un collar, el torquis.  El mármol de una pantorrilla tiene una veta rojiza". (p. 135)

"El color del mármol es de tiempo. Esto es esencial.  El blanco de cal de las estatuas nuevas es insoportable.  En el arte hay la consagración del tiempo. Es un elemento psíquico de la belleza, la antigüedad." (p.135) Esta consagración del tiempo en el arte es uno de los aspectos esenciales de la valoración hecha por nuestro autor envigadeño, el arte tiene esa propiedad de inmortalizar los instantes y de crear un arco entre la obra de arte y el artista con el contemplador, con el que observa en una distancia en el tiempo  evidente, pero que permite viajes a través del tiempo favoreciendo un encuentro personal de tres vías, la obra de arte con el artista y con el sujeto que admira e interpreta, nuestro autor es un hermeneuta del arte.

"La mujer es la autora, involuntaria, eso sí, de los hijos.  Nosotros los artistas no tenemos más hijos que nuestras obras, superiores a los de las madres.  El escultor es semejante a Dios, más admirable que las madres; es la madre por excelencia". (pp.137-138)

"¡Ay, caramba, que estoy completamente joven y resuelto a escribir un libro que sea como la Venus de Cirene!: Cuerpo que es sólo la idea de cuerpo materializada en mármol; un conjunto de formas hecho unidad y que arroja emoción viva al que contempla, así como una pradera emana vapor de agua cuando la acaricia el sol matutino". (p.47) La escultura que admira González es aquella capaz de producir sentimientos vitales, aquella que sin  salirse de sí misma  logra mostrar lo más íntimo, obra que habla sin hablar, que se mueve sin ser movida que muestra sus colores sin tenerlos, que llora sin llorar, que realiza tenues giros apenas insinuados obligando al que admira a moverse, tocar, acariciar, sentir el dolor y la pasión de la obra y dejarse atrapar por ella. Por eso afirma: "Sólo la escultura es arte de verdad". (p.53)

"No tiene el artista concepto ninguno que no esté circunscrito en la demasía de un mármol.  Y a esto llega sólo la mano que obedece al intelecto". (p.83) Esta cita muestra cómo Fernando González reconoce al artista como un genio que no sólo hace de la mano un instrumento que crea sino que la convierte en un puente de comunicación con el intelecto a través del cual se realiza una obra vital que captura emociones, un sinnúmero de sensibilidades, captura juventud y belleza que se eterniza en el tiempo. El artista es un genio en cuanto pone su vida en la obra, se despoja de sí mismo y le regala lo esencial de sí mismo a la obra que realiza, por ejemplo, en la Venus de Cirene se refiere al artista y dice:  "El artista debió quedar agónico, mucho más vacío que en la transfusión de sangre.  Su vida está en la piedra. Se ve la pasión que puso ahí; se ven las exaltaciones que tuvo". (p. 151)

GRECIA: CUNA DEL ARTE

Fernando González conoce el origen del arte, sabe muy bien que el arte griego ha ejercido  una gran influencia en la historia del arte en todo el mundo, de manera especial en roma, reconoce que el arte del Imperio Romano se derivó en gran parte de los modelos griegos.  Nos recuerda las conquistas de Alejando Magno que trajeron a Roma lo mejor de los artistas y de sus producciones, hasta embellecerla, en lo que se llamó un intercambio de culturas, definitivamente, nuestro autor, valora lo original desde el arte griego que sirvió de modelo al romano y, en este sentido, encuentra también belleza en el arte romano; "La belleza escultórica sólo ha existido en la tierra durante la vida del pueblo griego". (p.159) "De Grecia tenemos el arte y el razonamiento". (p.162) "Roma produjo algo cuando se robó a Grecia y se llevó sus artistas.  Lo romano digno de recordarse en letras y arte es de origen griego.  Los filósofos y los escultores fueron llevados como esclavos y embellecieron a Roma". (p. 147) "Ahí está el arte romano, el noventa y nueve por ciento de toda la cosa vieja de los museos; cuando hay algo bello, es a lo sumo copia de original helénico". (p. 147)

BELLEZA EN EL HERMAFRODITA DORMIDO

"Lo bello es lo sencillo y que arroja vida de dentro; la belleza es centrífuga". (p.47) Este concepto de belleza lo aplica a la obra de arte como producción vital, la obra de arte es entonces una vida que quiere expresarse y que de hecho se expresa en el contacto con el admirador artista.  De igual manera este concepto de belleza es aplicado al hombre mismo y evoluciona de un modo particular en la aplicación del término egoencia como autoexpresión del ser que se muestra tal como es, sin complejos, sin prejuicios, haciendo honor a la verdad, es decir como expresión de autenticidad vivida y expresada.

"¡Cuán grande es el poder de la belleza!" la belleza tiene su reino, como repetía Rosario, la negra que crió a mis hijos". (p.47) Al tener en cuenta esta cita pienso en que todos los ambientes en que se movió nuestro autor favorecieron su modo de valorar el arte y su concepto de belleza, esta se encuentra en la grandeza pero en la sencillez también, la negra que crió a sus hijos tenía un eficaz concepto de belleza validado por Fernando González que termina citándola con entusiasmo, un reconocimiento a la sencillez que se hace grande justamente por ser sencilla sin dejar de serlo, otro atributo que encuentra en la obra de arte.

"ဦy es propiedad de la belleza espiritualizar la materia". (p.50) La materia sin belleza seria una mole decompuestos una estructura sin vida que no tendría nada que decir, sería una obra, pero fea, una producción inútil.  La belleza tiene la propiedad de espiritualizar la materia en cuanto a que es la belleza la que atrae al que admira, la que capta una primera mirada que despierta una honda sensibilidad que en nuestro autor se convirtió en experiencia vital, un encuentro de tres vidas; la obra, el autor y el admirador-artista, ese es Fernando González quien da tanta importancia a la sensibilidad por la belleza "Cuando raramente encontramos un ser humano sensible a la belleza y al bien, nos consolamos, nos sentimos contentos de ser hombres". (p.52)

"Ahí me tienes otro adjetivo de los que buscaba para adueñarme de la belleza.  Pero pequeño, liviano y natural, una vez escritos, no tiene lo que yo viví al sentirlos y meditarlos". (p.53)  Pero además de estos, son muchos los adjetivos que podríamos colocar a la belleza teniendo en cuenta el aporte de Fernando Gonzáles, belleza es perfección, sencillez, emoción, vida, verdad, natural, pasión, pecado, virtud, juventud, reposo, insinuación, divinidad, incitación, vitalidad, sentimiento, sensualidad, pequeñez, liviandad, amor, sabiduría, fe, todas las virtudes tendrían una posibilidad de ser usadas como sinónimos de belleza que define, además como una tendencia "Y está en el centro del espíritu el amor, la tendencia a la belleza.  Esta es para el hombre como imán para el hierro. Es la ley de todo lo viviente, someterse a la belleza". (p.69); como inducción a hacer algo que no se reconoce aún como bueno o malo que simplemente es efecto0 de la pasión que despierta  "ဦel alma humana no puede ser violentada; ella no se mueve y crece sino por la instigación de la belleza". (p.75); belleza que sólo puede adecuarse convenientemente cuando participan todos los sentidos a los que nuestro autor da tanta importancia "Dejaré que dicten mis narices, mis ojos, mi tacto, pues también estoy repleto de belleza y podría dañar algún pequeño fresco;ဦ". (p.81)

"Cuando pronunciamos ante algo la palabra bello, manifestamos un hecho emotivo, la tendencia a poseer lo contemplado". (p.91) Lo bello en Fernando González guarda, a su vez, una perfecta adecuación con las emociones, lo emotivo es el punto de partida que le permite llegar a nuestro autor a una profundización de la obra de arte a una contemplación de la vida, del mundo, de las personas, punto de partida para la valoración.  La emoción lo mueve a tocar, experimentar y emitir finalmente un juicio que nace de su experiencia vital.

"Bello es lo que produce en el hombre un incitación a la perfección". (p. 91)

"Si hay incitación, estímulo vital, el objeto es bello". (p. 91)

"ဦpara que un objeto sea bello se necesita que sea superior al contemplador. La belleza, como fenómeno humano, es relativa. Hay objetos bellos para el vulgo". (p. 91)

"Mientras estemos incitados por la belleza, siempre, pues no tiene límites, viviremos intranquilos". (p. 91)

"Deseo belleza para mí y para mis amigos; deseo ser casado y soltero; vivir en Roma y en Colombia; hijos y soledad, viajes y monasterios, mujeres y ascetismo". (p. 91) La belleza también es deseo en Fernando González, es más que una sensación que él mismo vive y experimenta en el encuentro con la obra de arte pero que desea que todos los seres que tanto ama experimenten la misma sensación, desea la belleza para todos, pero en él la reconoce como un juego de contradicciones que le dan sentido a su vida, contradicciones que acepta y contra las cuales no lucha desesperadamente, precisamente en ellas encuentra una manera de aproximarse al arte y valorarlo.

"Belleza. – Es propiedad divina.  Subjetivamente consiste en el efecto que causa la contemplación de lo bueno.  Es un movimiento en el alma del contemplador". (p.156) La belleza como propiedad divina tiene la virtud de participar divinidad al contemplador que también la posee, de modo  que otro aspecto fundamental en la valoración estética de nuestro autor es la posibilidad que la obra de arte da de comunicarse con el artífice, no sólo con el creador de la obra de arte, más que eso, con Dios mismo, desea adorar a Dios en las obras como lo expresó frente al Hermafrodita Dormido "deseo adorar a Dios en él" expresión que podría prestarse a una crítica fuerte desde el punto de vista moral pero que nos permite llegar a algo fascinante en la obra de Fernando Gonzáles y es su concepción perversa y a la vez sublime de Belleza, en ella se conjuga lo bueno y lo malo, el pecado y la virtud, lo posible y lo imposible, lo que se niega pero también lo que se reconoce.

"Belleza objetiva es propiedad que tienen las apariencias, en cuanto perfectas, y en virtud de la cual causan incitación hacia lo mejor, a la imitación, a la apropiación". (p. 156)

¿Cuál es la consecuencia de la obra de arte en Fernando González? "Purificar, ennoblecer al género humano". (p. 51)

¿Cuál es el secreto  del arte?  "lograr que la obra, estatua, cuadro, escrito o acción, sea apenas vestido bajo el cual vibre la idea como pecho de joven bajo tela". (p. 85)

CONCLUSIÓN

Ecce Homo! He ahí el fin del arte: producir emoción de grandeza y dignidad; producir el embellecimiento del género humano". H.D p. 47

"Así es mi arte, una demasía vital, desbordarse de la sensualidad". H.D p.85

"En sí misma la esencia de todo arte consiste, como formula Hegel, en que "pone al hombre ante sí mismo"[3]ဦEl hombre, en cambio, expresa estas ideas en cu propio ser, y porque es lo que esဦDesde ahora el arte podrá convertirse en un fenómeno autónomo. Su tarea ya no será la representación de los ideales de la naturaleza, sino el encuentro del hombre consigo mismo en la naturaleza y en el mundo humano e histórico".[4]

Lo más fascinante de El Hermafrodita Dormido es el original concepto de lo estético que nos presenta Fernando González, el arte en su estrecho vínculo con la belleza es una experiencia vital en la que el autor se encuentra consigo mismo. 

El aporte principal, a mi modo de ver, es precisamente la capacidad de despertar un interés por lo estético, un gusto por lo bello que nos lanza a la experiencia del arte no sólo en la obra de arte tan significativa para nuestro autor pero en la vida misma, en el mundo, en los demás, en Dios.  La belleza se integra en esta obra como una dimensión más de nuestra existencia que nos permite adentrarnos en la esencia y en el verdadero sentido de la existencia.

 El Hermafrodita Dormido no es un simple relato de las visitas de Fernando González a los museos europeos o la exposición de una crítica a los sistemas políticos como el De Mussolini en Italia, esta obra es la expresión de un sentimiento, de un gusto, una pasión que se hace vida y que adquiere rasgos característicos en el contacto con lo bello que en un primer plano se da entre nuestro autor y la obra de arte, pero que se expresa en un sentimiento vital encantador y conmovedor.  La virtud de Fernando González es hacernos partícipes de su gusto pero trascender la experiencia hasta permitirnos adentrarnos en nosotros mismos, nos da, y esto se lo agradezco a la lectura de El Hermafrodita Dormido, un gusto singular que nos apasiona, despierta el gusto por lo bello ¡Qué buen logro en medio de tanta sencillez pero profundidad a la vez!. Creo que el arte es vida y lo bello es vitalidad que se expresa continuamente, el arte es relación con Dios, consigo mismo, con los otros, con la creación entera.

BIBLIOGRAFÍA

GONZÁLEZ, Fernando. El Hermafrodita Dormido. IV Edición. Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín Colombia, 1994.

GADAMER, Hans Georg. Verdad y Método, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2005.

 

 

 

 

 

Autor:

Edison Tamayo Castaño

Seminario "Fernando González"

Docente: Pbro. Dr. César Ramírez

Universidad Pontifica Bolivariana

Medellín, septiembre 24 de 2008, Colombia

[1] GONZÁLEZ, Fernando. El Hermafrodita Dormido. IV Edición. Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín Colombia, 1994. Fragmento tomado de la dedicatoria.

[2] GADAMER, Hans Georg. Verdad y Método, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2005. p. 125.

[3] Vorlesungen ubre die Aesthetik, ed. Lasson, 57: "por lo tanto la necesidad general de la obra de arte debe buscarse en el pensamiento del hombre, ya que es un modo de poner ante el hombre lo que éste es".

[4] GADAMER, Hans Georg. Verdad y Método, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2005. pp. 82-83

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