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Acercamiento a la obra literaria de Sor Juana Inés de la Cruz (página 2)

Enviado por giselle_repeluco


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En el caso de la Carta athenogórica: La considero un reflejo natural y propio del genio vivo de la autora ante la muestra de autosuficiencia del jesuita Antonio Vieyra, confesor del Emperador de Portugal y de la Emperatriz de Suecia. Esta carta se erige como una crítica aguda al sermón de este, pasando por encima del criterio de santos y doctores de la Iglesia para tratar de sensibilizar a los demás con sus teorías. En dicho documento sor Juana utiliza los mismos principios y estructuras que Vieyra, recreando el pensamiento silogista, las leyes de la casuística, y las de la mitología de conceptos inmutables. A través del dominio de estas estructuras descubro un pensamiento personal y vigoroso que toma forma en una prosa de expresiva precisión, enérgica y sencilla sin abandonar la elocuencia, donde el ritmo me recuerda el acompasado movimiento de la prosa de los primeros clásicos de la Edad de Oro en la literatura española.

En este escrito revela toda su fuerza teorética, constituyendo dicho documento un ejemplo de valentía y autodeterminación ante un criterio no compartido, sabiendo en los marcos de la educación y el buen gusto con que se educó, refutar cada uno de los postulados del eminente teólogo siendo una simple monja.

Se le conoce además la carta dirigida a Sor Filotea de la Cruz, que es un escrito publicado en respuesta a las recriminaciones que le hiciera el Obispo de Puebla con el objeto de reducirla al orden, con motivo de la carta escrita contra cada uno de los postulados de las teorías de Vieyra; pues le parecía que una mujer no debía tocar ni tratar ciertos temas filosóficos con el desenfado con que lo hacía sor Juana y menos aún si eran cuestiones censuradas por la Iglesia.

En mi opinión en esta respuesta se destaca la libertad de criterios, la originalidad y la agudeza de las ideas de la autora; acercándose a un nuevo tipo de literatura personal y dinámica, que se apoya en la vida del escritor, donde los rasgos estilísticos y los recursos dialécticos son simples instrumentos secundarios en función de la necesidad de expresar su propia realidad.

Encuentro novedoso en este escrito el hecho de que convierta la defensa de su caso en una cuestión general; referente a los derechos de la mujer con respecto a la vida intelectual académica y cultural de las mismas, que hasta entonces y aún por varios siglos se encontrarían subordinados a los del hombre, cuando no marginados completamente. Defiende con naturalidad su posición a favor del sexo femenino, lo que constituiría una anticipación de las primeras ideas revolucionarias y emancipadoras con respecto al tema. Este documento reincorpora a las letras de los pueblos hispánicos notas perdidas de gracia, insinuando un leve humorismo, y con la confesión y el examen introspectivo, constituye un documento autobiográfico escrito con magistral soltura y sinceridad, desde donde nos podemos acercar a la mujer profunda y especial que fue sor Juana Inés de la Cruz.

Escribió obras de menor trascendencia entre ellas: ejercicios, ofrecimientos, oraciones, explicaciones y protestas de fe. Incursionando incluso en el mundo del teatro de corte religioso sin obtener méritos relevantes, entre sus principales obras tenemos: El Divino Narciso, El Mártir del Sacramento y el Cetro de San José, además de dos obras de teatro profano, tres loas y nueve letras sagradas, cuatro letras profanas para cantar, once villancicos en forma dramática y tres villancicos deliciosos fuera del teatro con rimas de una fineza exquisita.

POESÏA

Considero que el mérito excepcional de sor Juana consiste en hacer del arte una expresión de su ser y de la relación que establece con el mundo en que vive; para ello se auxilia de la poesía comúnmente llamada lírica en su sentido más estricto, asociando la expresión de lo personal a la tendencia filosófica o a la expresión satírica.

Sor Juana Inés tiende a fundir lo intelectual con lo emotivo, matizando conceptos de: inquietud, ansiedad, incertidumbre, placeres y amarguras con la necesidad de conocimientos.

El lirismo refleja el drama de su vida y su entorno social. El marco de la poesía que hace es la sociedad colonial mexicana en que vive. Sus figuras: damas, caballeros, letrados, estudiantes, pastores o indios, generalmente aparecen envueltos en su fino lirismo sin perder en ningún momento el significado y carácter social de la clase a la que pertenecen. Esto se aprecia maravillosamente en su poesía eminentemente romántica donde emplea modos de expresión de su época, dándole tratamiento al amor de tres maneras diferentes: Como íntima experiencia personal, como asunto de fino examen psicológico, o como tema que propicia el juego de conceptos o puramente satírico. Esta variedad de formas de abordar el amor nos descubre la diversidad de sus aptitudes poéticas, la multiplicidad de su personalidad, de su inteligencia, de su espiritualidad vivaz e ingeniosa que se complace en el análisis de conceptos y observaciones psicológicas; así como en los ejercicios de la argumentación.

Para abordar de tan diversas maneras este tema tan controversial, la poetisa utiliza cambios de voces y tonos poéticos así como la pluralidad de formas de la versificación para reforzar determinados episodios; por ejemplo emplea el soneto, por su forma grave y difícil, para cantar acerca de los momentos culminantes de la pasión amorosa; se vale de imágenes poéticas construidas mediante el uso de metáforas delicadas que nos transportan, empleando gran número de verbos y usando mesuradamente los adjetivos con la función de complementar equilibradamente cada verso y transmitir un mensaje sin complejidades que atenten contra la calidad de la obra.

Por ejemplo:

…Detente, sombra de mi bien esquivo,

imagen del hechizo que más quiero,

bella ilusión por quien alegre muero,

Dulce ficción por quien penosa vivo…

Así mismo utiliza la lira por su amplia libertad y armonía acompasada para expresar la exaltación, el dolor, o la ausencia, a continuación un fragmento:

…Amado dueño mío,

Escucha un rato mis cansadas quejas,

Pues del viento las fío,

Que breve las conduzca a tus orejas,

Si no se desvanece el triste acento

Como mis esperanzas en el viento…

En otras oportunidades emplea la redondilla y si el verso es de humor o de ingenio entonces el mismo se acomoda y la autora recurre a otras estrofas de artificios.

De esta manera se consigue la concordancia entre el pensamiento y la forma en la poesía singular y amena de sor Juana Inés de la Cruz, que nos acerca a la sensibilidad femenina de esta mujer extraordinaria., que nos hace pensar cuando disfrutamos de sus mejores versos, que se refiere a seres reales y concretos, palpablemente humanos, que aman, gozan, sufren, piensan, sienten o sueñan como cualquiera de nosotros, ejemplo de ello lo tenemos en los siguientes versos:

…Si ves que triste llora

su esperanza marchita, en ramo verde,

tórtola gemidora,

en él y en ella mi dolor te acuerde,

que imitan, con verdor y con lamento,

él mi esperanza y ella mi tormento…

donde se observa algo natural y vital, insinuándose, que la hace olvidar los elementos puramente formales, los artificios, pues en ella lo propio y lo real ya sea vivido o soñado vale más que lo creado artificialmente.

Utiliza la lira cuando escribe sobre temas aunque amorosos más flexibles por su musicalidad y armonía acompasada, y deja el empleo de la redondilla y el romance que ofrece innumerables posibilidades expresivas para cuanto se le ocurre transmitir.

En los poemas de amor como pasión vivida, observo que se combinan la fuerza con la naturalidad, la intensidad de la emoción con la delicadeza, dando una impresión de realidad que ha propiciado diferentes lecturas a lo largo de todos estos siglos para quienes han intentado biografiarla. Lo cierto es que el amor está presente en las etapas de la vida de sor Juana Inés de la Cruz en que perfectamente tuvo oportunidad de florecer, dándole a su poesía un realismo poético admirable surgido de las necesidades del espíritu, en ocasiones vacilante y sin un objeto preciso, por ejemplo:

Al que ingrato me deja, busco amante;

Al que amante me sigue, dejo ingrata;

constante adoro a quien mi amor maltrata;

maltrato a quien mi amor busca constante…

Así como cuando la pasión es frágil y fluctúa entre la realidad y la fantasía: Detente, sombra de mi bien esquivo…, cuando está llegando el ocaso del amor por indignidad del sujeto amado: Cuando mi error y tu vileza veo… Otra de las características de sor Juana es que vivió en la tensa oposición entre la razón y la pasión:

En dos partes dividida

tengo el alma en confusión:

una, esclava a la pasión,

y otra, a la razón medida.

Se observa en una de sus redondillas los efectos irracionales del amor a través de la musicalidad de las rimas asonantes:

Este amoroso tormento

Que en mi corazón se ve,

Sé que lo siento, y no sé

La causa porque lo siento.

Siento una grave agonía

Por lograr un devaneo

Que empieza como deseo

Y para en melancolía…

En otras estrofas aprecio su visión del aspecto agónico del amor que le obligan a recurrir al testimonio de los que lean sus versos y amen:

Si acaso me contradigo

En este confuso error,

Aquel que tuviese amor

Entenderá lo que digo.

Cuando me adentro en la lectura de su obra distingo que los versos destilan naturalidad en una época donde imperaba en las letras castellanas el amaneramiento de las formas, siendo expresión en lo psicológico del combate interior padecido por su autora, entre la razón y la pasión. Los considero eminentemente autobiográficos.

Sor Juana se encuentra influenciada por los mejores líricos españoles( Garcilaso, fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Góngora o Lope de Vega), asimilando creadoramente sus estilos, fundiendo en una fórmula única y renovadora sus elementos para darle vida propia a emociones muy suyas.

Como bien había dicho con anterioridad, en su obra poética encontramos una actitud filosófica, que se concreta en algunos poemas en los que el afán de saber y el empeño de interpretar la realidad universal y reducirla a un lenguaje que se pueda explicar, eran el objeto de la poetisa. Esto lo podemos apreciar en el poema: Primero Sueño. Esta obra resulta la que más se acomoda a mi juicio, a la personalidad de la autora, necesitada de interpretar la realidad y de reducir su interpretación a símbolos poéticos y filosóficos que su inagotable fantasía creaba y enlazaba en complejas estructuras. Cuenta con 975 versos, escritos probablemente entre la edad de los treinta y cinco y cuarenta años de edad, cerca de 1690. Publicado por primera vez en 1692.

Su estilo es una versión del gongorino, donde se reconoce el espíritu independiente de sor Juana Inés de la Cruz y se satisface las exigencias clásicas de una poesía de contenido, siguiendo un orden para exponer sus ideas. Se observan en él el uso acertado de un léxico culto, de latinismos léxicos, abundante erudición mitológica e histórica, cuidadoso cultivo de la imagen y de la metáfora, regido por el despliegue de conceptos y no por la mera búsqueda de lo altisonante y brillante del lenguaje.

La sátira no era el fuerte dentro de los intereses que despertaban su vocación poética, pues existe un tono de gravedad en todo cuanto escribe, aunque noto que su inconformidad con lo injusto o absurdo desde su punto de vista y valores, despierta una crítica mordaz que se percibe como comentarios humorísticos, con suaves notas de ironía, propias de su forma de vida.

Carece sor Juana de las características específicas del poeta epigramático, por esta razón predomina en este tipo de poesía un fondo ideológico, siendo más razonadora que divertida y chispeante, en su función de subrayar contrastes, errores y contradicciones, ejemplo de ellas son sus famosas redondillas donde sale en defensa de las mujeres, arguyendo de inconsecuente el gusto y la censura de los hombres que en las mujeres acusan lo que causan:

Hombres necios que acusáis

a la mujer sin razón,

sin ver que son la ocasión

de lo mismo que culpáis

si con ansia sin igual

solicitáis su desdén,

¿Por qué queréis que obre bien

si las incitáis al mal?…

Aunque el mejor ejemplo lo constituye su difundido Ovillejo, que ridiculiza la falta de originalidad de la literatura amanerada y sin contenido que se escribía en la época de la autora, definiendo así sor Juana, su versión acerca de la originalidad literaria que censura y la frase hecha y el lugar común, doscientos años antes de que apareciera el modernismo hispanoamericano.

Por todas estas razones considero a Sor Juana Inés de la Cruz una autora clásica. Poeta de la inteligencia, del concepto y de la razón. Ejemplo de constancia y autodeterminación en cuanto a su desarrollo personal, en un momento histórico en el que la mujer carecía de derechos. Coincido con los críticos que a través de los siglos se han complacido en seguir reconociéndola como la primera poetisa de Hispanoamérica, distinguiéndola con el título bien merecido y otorgado en vida de Décima Musa.

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Realizado por:

Giselle Invernón Ducongé

Estudiante de tercer año de Estudios Socioculturales.

Universidad de Pinar del Río

Hermanos Saíz Montes de Oca.

Asignatura: Cultura Latinoamericana y del Caribe

San Cristóbal, Enero del 2005.

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