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Influencia del Género en las relaciones profesionales de ayuda psicológica (página 2)


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Precisamente este ultimo aspecto ha sido enfatizado por diferentes teóricos, por la repercusión, que tiene, esta "especie de fascinación que ocurre en el cliente respecto al profesional" (Calviño, 2000,Pág 14), y viceversa.

El primero en trabajar este aspecto es Freud, al aportar el concepto de transferencia. Para Freud la transferencia es "el proceso en virtud del cual los deseos inconscientes se obstaculizan sobre ciertos objetos, dentro de un determinado tipo de relación establecida con ellos y, de un modo especial, dentro de la relación terapéutica. Para Freud se trata de una repetición de prototipos infantiles, vividos con un marcado sentimiento de actualidad.

Más tarde impactado por sus vivencias personales con el caso Dora (1905), Plantea la noción de contratransferencia que designa el conjunto de reacciones inconscientes del terapeuta frente al paciente y especialmente, frente a la transferencia de este. En la contratransferencia Freud ve el resultado de la influencia del paciente sobre los sentimientos inonscientes del analista o terapeuta, Señala que: "Ningún analista va más allá de lo que permiten sus propios complejos y resistencias internas; lo cual tiene como colorario la necesidad del analista de someterse a sí mismo a un análisis personal". (Freud, 1915, citado por Laplanche, J, 1993).

Otro autor Jacobo Moreno nos presenta su noción relación tele, que no es otra cosa que el complejo de sentimientos que atrae a una persona hacia otra y que es despertado por los atributos personales de esa forma. (Colli, A, 1991).

Diversos terapeutas, Jung, Mira y López, Prinzhorn, Rogers, Lacan, etc. han sustentado la idea de que las condiciones o características personales del terapeuta son las facilitadoras del cambio o éxito en las relación profesional de ayuda psicológica. Existe suficiente evidencia empírica que apoya esta tesis (Fiedler (1950); Heine, (1953); Truax y Carkhuff, (1967); strupp Etall, (1978), Sander, Larger, Tausch, Bastine, (1973); (Colli, A, 1991, Pág 101); por lo que diferentes escuelas psicológicas se han interesado en enfatizar en aquellas características personales del terapeuta que pueden facilitar o entorpecer el proceso de ayuda psicológica profesional, en aras de tener estos aspectos en cuenta durante el proceso de formación profesional de los futuros terapeutas.

En cuanto a las características personales del terapeuta que pueden influir en la relación de ayuda profesional psicológica, los autores señalan diversas motivaciones facilitadoras de la eficacia de dicha relación. Algunas de ellas serían:

  • Curiosidad y carácter inquisitivo: Interés natural por la comprensión de la vida y experiencia humana.
  • Capacidad de escuchar.
  • Empatía y comprensión: tener la posibilidad de adentrarse en el mundo de los demás a partir de la comprensión de el significado y motivación de la conducta de los demás y de sí mismo.
  • Capacidad de conversar.
  • comprensión emocional: tolerancia ante una amplia gama de emociones humanas tanto propias como ajenas. Esto promueve la naturalidad y legitimidad que propicia el desarrollo y la curación psicoterapeutica.
  • Introspección: capacidad de autoexploración.
  • Comprensión de sí mismo: Dado que la personalidad del terapeuta es el utensilio principal, es importante llegarla a conocer bien. La personalidad es el prisma por el que se ve la realidad, por eso el terapeuta debe conocer sus tendencias sistemáticas de sus percepciones hacia las comunicaciones del cliente (Roger. C.)
  • Capacidad de autonegación: El interes de la relación terapeutica se centra en las necesidades y conveniencias del cliente, por lo que el terapeuta esta obligado a contenerse y dejar a un lado sus necesidades personales.
  • Autenticidad o acuerdo interno: implica ser coherente con nuestras representaciones conscientes tal como aparecen en la conciencia, no necesariamente como se experimenta.
  • Conocimiento del contexto socio – cultural. (Bustamante, J. A. 1957; Zaldivar D. 1991).

Aquellas características o motivaciones del terapeuta que podrían entorpecer su desempeño profesional serían:

  • Perturbaciones emocionales: El deseo subyacente de obtener una autocomprensión más profunda, resolver dolorosos problemas personales desentrañar traumas y/o conflictos emocionales; lo que puede conducir al terapeuta a explotar la relación terapéutica en un intento de salir al encuentro de sus propias necesidades emocionales, en detrimento del paciente.
  • Ansias de poder: La práctica de esta profesión brinda al terapeuta un sentimiento del poder personal que se basa en el supuesto saber conferido al terapeuta por el paciente/cliente . La idealización que hace el paciente del poder del terapeuta fácilmente puede dar a éste una sensación de omnisciencia y omnipotencia, creandose una situación sumamente arriesgada para el terapeuta tanto en términos profesionales como personales.
  • "Rebelión indirecta: La psicoterapia parece un modo relativamente seguro de expresar un sentimiento subyacente de rebelión. Las prerrogativas de la posición social permiten al terapeuta atacar a la autoridad y la tradición. Los que presentan conflictos sin resolver causados por prohibiciones y tabúes destructivos del propio sistema social, pueden inconscientemente activar esta rebelión latente alentando a sus pacientes a despreciar las normas, las costumbres y las convenciones sociales". (APA Colombia, 2000).

Hay que decir que estos factores, constituyen, potencialmente, motivaciones que podrían ser funcionales pero, al ser llevada al extremo, entorpecen y dificultan las relaciones personales y profesionales del terapeuta.

Influencia de la identidad de género en las RPAP.

3.1 ¿Por qué este tema?

"Lo que has heredado debes

hacerlo tuyo para que te pertenezca"

Goethe

Comencé a trabajar el tema género desde el primer año de la carrera, no muy a gusto pues había pedido trabajar el tema de la psicoterapia. Luego recuerdo que quede prendado de la perspectiva de género como instrumento de análisis de diferentes procesos psicosociales que eran de mi interés y quizás prendado de mi propia tutora.

Posteriormente, alrededor del cuarto año de la carrera, comencé a realizar mis practicas en el COAP durante un breve tiempo, junto a mi tutora en el servicio de orientación psicológica para las relaciones de pareja y la vida amorosa. Recuerdo que hubo dos momentos fundamentales que marcaron mi interés en el estudio de este tema en particular.

El primero fue el caso de una pareja que atravesaba un periodo de crisis y separación donde la mujer se presentaba fuerte, decidida a terminar la relación, buscando fundamentalmente en nosotros a un facilitador o mediador de este proceso. El hombre se presentaba deprimido, llorando, suplicando nuevas oportunidades para mantener la relación de pareja. Durante el tiempo que duró esa conducta si bien como terapeuta entendía la situación, como hombre vivencié un malestar enorme con esta escena nada tradicional del hombre deprimido, inseguro, sumiso; ante una mujer fuerte , independiente emocionalmente, segura; aún ahora me pregunto: ¿Qué hubiera pasado si yo fuera el terapeuta u orientador en vez del asistente ante esta situación?. ¿Como manejar esta "contratransferencia" negativa evidentemente relacionada a mi asunción y asignación de la identidad de género?.

Estas reflexiones fueron compartidas al finalizar la sesión con una especie de compromiso, por lo menos de mi parte, de hacer hincapié en este tema en otros casos. La situación donde la influencia del género se presentara de forma evidente no tardó en presentarse. En este caso era un joven de 20 años, que acusaba problemas asociados a dificultades en el establecimiento de relaciones interpersonales. Su conducta llamó la atención por un marcado engrosamiento de la voz (falseada), y constantes miradas hacia el terapeuta masculino (me refiero a mi), a modo de búsqueda de confirmación.

Al final de la sesión, se comento al respecto, surgiendo la hipótesis de que el sujeto vivenció cierto malestar ante la figura masculina (terapeuta), ante la cual reprodujo conductas de reafirmación masculina ante otro varón como "jurado social". Se acordó entonces para el próximo encuentro que yo saliera con cualquier pretexto antes de comenzar la sesión. De este experimento resultó que el comportamiento del sujeto cambió, fue más natural, y su discurso reveló otra problemática mas relacionada con una fuerte inclinación homosexual no aceptada en su grupo de pertenencia.

Posteriormente realicé algunas entrevistas informales, a modo de exploración, a diferentes psicoterapeutas experimentados, en búsqueda de vivencias de la influencia de la identidad de género durante la relación profesional de ayuda psicológica. Entre los entrevistados se encontraban: Aurora García, Lourdes Fernández, Ursula Hauser, Mario Colli, y el profesor Guevara entre otros. En general los resultados mostraron, que era un tema en el cual no se pensaba, pero en contradicción a esto, en general si vivenciaban la influencia de la misma en sus relaciones terapéuticas, llegando en muchos casos a dificultar dicha relación e interesar los resultados finales del proceso.

Pero la importancia del tema no solo radica en un interés personal. Este estudio en sí mismo se inserta en dos temas más generales, de suma importancia y actualidad, dentro de las ciencias sociales y la psicología en particular. Estos son: los estudios de género, y las investigaciones acerca de los factores que participan en el proceso terapéutico e influyen en su efectividad.

Los estudios de género han ido ganando en importancia en los últimos tiempos, llegando a ser considerada, hoy por hoy, como uno de los temas mas importantes e interesantes a estudiar en este siglo. En el ámbito internacional ya comienza a hablarse de "Psicología del Género" e incluso diversas universidades han implantado cursos tanto de pregrado como postgrados de formación en el tema género.

Nuestras Universidades aunque muestran un gran atraso con respecto a otras, no ha escapado al "Bum del género" en las ciencias sociales realizándose a partir de los años 80 una serie de investigaciones teniendo como eje central el género. "En este contexto comienzan a crearse las Cátedras de Estudio sobre la Mujer y la Familia en diferentes institutos pedagógicos y universidades del país a partir de 1989, año en que queda inaugurada la primera en el Instituto Pedagógico de Villa Clara, hasta la constitución de la Cátedra de la Mujer en la Universidad de La Habana el 25 de septiembre de 1992." (González Olmedo, 2000).

En el área de Psicología los estudios sobre la temática género, han estado dirigidos a la exploración de la subjetividad femenina, a repensarse y reflexionar en los diversos sectores de presencia y actuación femenina, y a los roles de género como expresión de la feminidad y la masculinidad (Fernández, Lourdes. 1996*).Por lo que estudios, como el presente, en donde se incluye la masculinidad como tema a estudiar conjuntamente con la feminidad; y particularmente el estudio de la influencia de esta variable en el que hacer profesional del propio psicólogo, pueden ser considerados como estudios pioneros dentro de este ámbito investigativo.

Por otro lado, las investigaciones acerca de los factores que participan en el proceso terapéutico e influyen en su efectividad comienzan casi con el propio surgimiento de "las psicologías", como resultado de la crisis en que nació y se desarrolla nuestra ciencia. Por lo que la polémica alrededor de este tema (aunque podemos decir que no es nuevo y que la literatura nos muestra una serie de resultados), es de una gran actualidad. Solo quisiera brindar un dato que ilustra lo anteriormente expresado; según una revisión exhaustiva y completa de todos los estudios "publicados en la literatura" entre 1936 y 1983 sobre este tema en particular, realizada por Grawe y Cols la suma total de estudios publicados fue de 3.500, aproximadamente 74 "trabajos publicados" por año.

En Cuba se han realizado investigaciones teóricas al respecto, pero, a partir de la revisión bibliográfica y análisis de resultados obtenidos por investigadores extranjeros en realidades sociales muy diferentes a la de nuestro país, entre ellos destacan los trabajos realizados por Colli, 1991, y Roche 2000, ambos tutoriados por Zaldivar quien presenta diversos trabajos donde se aborda este tema (1989, 1991, 1998).

Esta investigación aun cuando solo centra su atención en explorar la influencia del factor identidad de género en las RPAP_ lo cual no quiere decir que este sea el único factor ni mucho menos el más importante _, constituye la apertura a un camino de búsqueda de referentes y resultados, sobre el tema, propios a la práctica de especialistas cubanos, con las características sociales, posibilidades materiales, temporales, y concepciones teórico-metodológicos que matizan la práctica profesional del psicólogo en nuestro país.

Además el género no es sólo un objeto teórico, también constituye una herramienta importantísima en el conjunto de las claves que nos permiten leer y operar transformaciones sobre el malestar que puede generar la condición femenina y masculina (Rosenberg, M, 2000), malestar este que usualmente esta relacionado con los problemas llevados a consulta por los pacientes. El conocimiento del como influye este factor en la RPAP, puede contribuir a una mejor preparación de los futuros terapeutas a la vez que proporcionaría nuevas herramientas de intervención que son actualmente subutilizadas o no utilizadas en el ámbito terapéutico.

Aún cuando la influencia del género, en las relaciones de ayuda psicológica profesionales, no ha sido directamente abordado; este tema ya ha propiciado reflexiones a algunos psicólogos durante su desempeño profesional. Por ejemplo, Freud en su articulo "sobre la sexualidad femenina" (1931), dice lo siguiente durante el análisis del desarrollo del complejo edípico en la mujer:

"Todo lo relacionado con esta primera vinculación materna me pareció siempre tan difícil de captar en el análisis, tan nebuloso y perdido en las tinieblas del pasado, tan difícil de revivir, como si hubiese sido víctima de una represión particularmente inexorable. Esta impresión mía probablemente obedeciera, empero, a que las mujeres que se analizaron conmigo pudieron, precisamente por ello, aferrarse a la misma vinculación paterna en la que otrora se refugiaron al escapar de la fase previa en cuestión. Parecería, en efecto, que las analistas como Jeanne Lampl-de-Groot y Helene Deutsch, por ser del sexo femenino, pudieron captar estos hechos más fácil y claramente, porque contaban con la ventaja de representar sustitutos maternos más adecuados en la situación transferencial con las pacientes sometidas a su tratamiento. Por mi parte, tampoco he logrado desentrañar totalmente ninguno de los casos en cuestión…"(Freud, S.1931).

Esta vivencia personal de Freud en su desempeño profesional nos ejemplifica como el sexo, del analista o terapeuta y del cliente, pueden estar influyendo en el desarrollo y efectividad del proceso terapéutico, a partir de procesos transferenciales vivenciados por el cliente y, contratransferenciales vivenciados ,evidentemente, por Freud como analista. En los sexos, del terapeuta y del cliente, están impregnados todas las características socialmente construidas que constituyen la definición de lo masculino y lo femenino trayendo consigo aquellos conflictos implícitos en la relación de género; extrapolando los mismos a la relación terapeuta – cliente.

Otro autor que vivencia la influencia del género en el proceso de ayuda psicológica profesional es el psicoanalista Carl Gustav Jung. Sus vivencias al respecto pueden ser palpadas en su teoría sobre el Animus y el Animas, donde sin mencionar exactamente el termino género, hace todo un análisis y una propuesta teórica sobre la formación o construcción de la masculinidad, la feminidad y su papel en el surgimiento de conflictos personales, para hombres y mujeres, que son tratados en consulta y en la propia relación psicoterapeutica.

Para Jung el Anima es tanto un Complejo Personal como una imagen arquetípica de la mujer en la Psique masculina. Esta intensifica, exagera, falsea y mitologiza todas las relaciones emocionales con su trabajo y con otras personas de ambos sexos. Las fantasías y embrollos resultantes son obra suya. Cuando el ánima está fuertemente constelada, debilita el carácter del hombre volviéndolo quisquilloso, irritable, caprichoso, celoso, vanidoso e inadaptado.

El Animus es el depósito, por así decirlo, de todas las experiencias ancestrales de hombre que tiene la mujer. Mientras el ánima del hombre funciona como su alma, el ánimus de la mujer se parece mas a una mente inconsciente. Se manifiesta negativamente en ideas fijas, opiniones colectivas e inconscientes suposiciones a priori que reclaman ser verdades absolutas. En una mujer que se identifica con el ánimus (poseída por el ánimus), Eros generalmente está en segundo lugar con respecto a Logos. Una mujer poseída por el ánimus está "siempre en peligro de perder su feminidad".

Para Jung , entonces, el establecimiento de una adecuada relación psicoterapéutica, depende de la relación o identificación que se produzca entre las almas del terapeuta y el paciente, ánimus, o ánima en dependencia del sexo de los participantes en esta relación.

En investigaciones realizadas por Abramowitz, Roback, Corney, y Macknee en 1976, en relación a aquello factores que influyen en el éxito terapéutico, trabajaron con la variable sexo; encontrando que los hombres y las mujeres terapeutas: adoptan de alguna manera estilos diferentes en la psicoterapia; y responden de manera diferentes ante aspectos sexuales. (Colli. M. 1991).

En otras investigaciones realizadas por Beutler y Mac Nabb en 1989, concluyeron que diversos factores entre los cuales se incluía el sexo, no ejercen una fuerte influencia en el carácter de la relación terapéutica o en su impacto. (Roche, O. 2000).

Otros autores que toman en cuenta el género en su que hacer profesional son los ya clásicos en la sexoterapia: Williamm Masters, Virginia Johnson y Robert Kolodny. El plan terapéutico de estos autores parte de la idea, de que el sexo del terapeuta es un aspecto importante a tomar en cuenta dentro del proceso psicoterapéutico. A partir de esta concepción, trabajan en parejas de coterapeutas de ambos sexos. En un primer momento " ocurre un breve intercambio de impresiones entre la pareja y los coterapeutas, donde se presenta el programa a seguir en los restantes días. Después se separa a los cónyuges y el terapeuta del mismo sexo que el respectivo miembro de la pareja elabora un historial personal y clínico pormenorizado. Luego de un intercambio de datos obtenidos entre los coterapeutas, se elabora un segundo historial, pero en esta ocasión se confronta a cada miembro de la pareja con el terapeuta del sexo contrario" (Masters, Johnson, Kolodny, 1987, pág. 572).

En la actualidad el tema de la influencia del género en el ámbito terapéutico, es trabajado con sistematicidad por "El Foro de Discusión de Psicoanálisis, Estudios Feministas y Género" que es integrado por autores como: Mabel Burin, Irene Meler, J.C. Volnovich y Teresa Quirici entre otros.

Partiendo de un enfoque psicoanalista, sus trabajos están encaminados fundamentalmente a analizar como el género se articula con determinados trastornos psicopatológicos. Este grupo parte del presupuesto de que "las investigaciones actuales, avaladas por los estudios de género, han indicado la necesidad de nuevos paradigmas para la comprensión de la subjetividad y de la génesis de los cuadros psicopatológicos. Se refieren, en particular, a la introducción del concepto de intersubjetividad. Si el bebé nace a un mundo simbólico que lo precede y que le es vehiculizado por sus padres y su entorno, a través de mensajes impregnados de significaciones, tenemos que pensar en una subjetividad no sólo asentada en la erogeneidad del individuo aislado sino también en la relevancia de los vínculos para su estructuración" (Teresa Quirici 2000).

Sus estudios, basados fundamentalmente por la experiencia casuística, han encontrado correlaciones significativas entre la masculinidad y feminidad, con determinados trastornos psicopatológicos.

Otras investigaciones, relacionadas con el tema y de mucha actualidad, son realizadas por diversos psicólogos norteamericanos pertenecientes a la APA (Bloom et al., 1981; Frisch & McCord, 1987; Highlen & Russell, 1980; Narus & Fischer, 1982; Petry & Thomas, 1986; Yelsma & Brown, 1985; Blier et al., 1987; Bloom et al., 1981; Feldstein, 1979; Yelsma & Brown, 1985; referido por Harvey, Jeffery, 1999). Estos estudios parten del concepto de androgínea psicológica, considerando la masculinidad y la feminidad como dimensiones diferentes, presentes en todo individuo independientemente de su sexo; usados por los mismos como habilidades conductuales para actuar con su medio. Han sido dirigidos al estudio de la influencia, en el proceso terapéutico, de la utilización de roles de género andróginos, por los terapeutas.

Los resultados muestran una cierta preferencia, por parte de los terapeutas, del uso de roles de género andróginos en las RPAP, reportando beneficios directos o implícitos al proceso. La utilización de habilidades o estilos andróginos, por los terapeutas, favorece a una elevada autoestima, mayor flexibilidad conductual, mayor ajuste interpersonal. (Blier et al., 1987; Feldstein, 1979; Nelson, 1993; Petry & Thomas, 1986; Idem.). "Dentro de la sesión terapeutica, las diferentes combinaciones de género y papel del género del terapeuta y del cliente tienen, inmensas repercusiones en la consultación terapéutica" (Freudenberger, 1990,; Reimers & Dimmock, 1990; Idem.).

Partir desde una perspectiva de género, implica pensar que toda la realidad social está atravesada por un conjunto de prácticas , ideas, discursos y representaciones sociales que generan realidad y dan sentido a la conducta objetiva y subjetiva de las personas en función de su sexo (Lamas, 1995:62), lo que genera el establecimiento de diferencias entre hombres y mujeres, e incluso dentro del mismo género, que se evidencian en el establecimiento de relaciones de poder sobre la base de estas diferencias.

La RPAP con sus características particulares es un espacio de la realidad social donde se interrelacionan dos o mas individuos portadores de una historia personal, un modo particular de percibir y enfrentar, como sujetos activos, la realidad social y una concepción del mundo, que articulan sus personalidades. Los participantes en esta relación especial, como portadores de una identidad de género, están inmersos en una relación de género, o sea en una relación de poder portadora del "carácter vivo, contradictorio y multidimensional de las … relaciones humanas" (González, R. 1997, pág. 98); dentro de otro tipo de relación muy especial que al igual que las relaciones de género, son relaciones de poder en sí mismas.

Las RPAP son relaciones de poder, independientemente de la posición que asuma el terapeuta a partir de sus concepciones teórico metodológicas, ya que las diferencias entre las partes involucradas (terapeuta- paciente), descansan en un supuesto saber del terapeuta, otorgado por un paciente o cliente, que vivencia la necesidad de resolver determinados problemas cuyas soluciones son depositadas en este supuesto saber del terapeuta.

El/la terapeuta, aun cuando sea un/a especialista poseedor/a de todo un sistema de conocimientos y habilidades, teórica y empíricamente sustentados, adquiridos a lo largo de su formación profesional; al igual que el paciente o cliente; es un sujeto portador de una historia personal; de un conjunto de prácticas , ideas, discursos y representaciones sociales, como resultado de una acumulación cultural, que articulan una concepción del mundo particular, que le permite asumir una identidad personal, de la que forma parte como eje central la identidad de género, por ser nuestra sociedad, sexista por excelencia. Ambos participantes no están ajenos al surgimiento de conflictos en el espacio interactivo de la relación, vinculados al proceso de asunción- asignación de la identidad de género; "… no solo definidos (estos conflictos), por la cualidad actual de lo interactivo, sino también por la constitución histórica de la personalidad de los sujetos que intervienen en la relación , cuyos estados afectivos mediatizan activamente su curso." (ídem. Pág. 97).

En otras palabras; en los sexos, a partir de toda una historia personal del terapeuta y del cliente, están cristalizadas todas las características socialmente construidas a lo largo de un proceso de socializació-individuación, que constituyen la definición de lo masculino y lo femenino asumido por cada uno, trayendo consigo aquellos conflictos implícitos en las relaciones de género; extrapolando los mismos a la relación terapeuta – cliente.

Desde estos presupuestos considero que las identidades de género asumidas por los participantes en la RPAP influyen, en el comienzo, desarrollo y resultados de la misma. ¿Pero cómo abordar este fenómeno?.

La vivencia fue propuesta por L. S. Vigotsky (1996), como "la unidad para el estudio de la personalidad" entendiendo esta última, como "(…)la organización estable, sistémica, más integrada y compleja de contenidos y funciones psicológicas que caracterizan la expresión integral del sujeto en sus funciones reguladoras y autorreguladoras del comportamiento en las esferas más relevantes para la vida del sujeto."(Fernández Rius, 1996, pág. 12).

La vivencia es el significado particular que tiene para el sujeto, su relación con el medio; el como su personalidad significa y atribuye sentido a su relación con el medio en función de cuales son sus necesidades y motivos que se actualizan. "La vivencia es por tanto, un momento de nuestra conciencia donde se reflejan todas las particularidades de la misma (conciencia), en función de lo que un momento dado representa el medio para nuestra personalidad, para nuestros afectos y necesidades. " (Rodríguez, A. 2000).

En la vivencia se expresa la unidad funcional de lo cognitivo y lo afectivo. El carácter de la misma depende de complejos sistemas dinámicos de signos, significados y sentidos; que varían en su estructura y complejidad, cambiando sus formas y relaciones, en dependencia de la integración de lo actual, como momento de un proceso históricamente constituido, a la cualidad histórica de la configuración personológica, dentro de la que adquiere una determinada significación y sentido psicológico. (González, F. 1997). "Aún cuando los significados atribuidos de sentidos, o nuestros significados particulares sean irreales, ilógicos o fantásticos ellos producen en nosotros vivencias, ya que se desarrollan sobre una base emocional real… así la vivencia se produce independientemente de si el contenido de nuestra conciencia está en correspondencia con la realidad o no."(Rodríguez, A.2000).

A través de ella también de manifiesta nuestro inconsciente. "los procesos que empiezan en el inconsciente a menudo emergen a nuestra conciencia, y a la inversa (…) existe una relación dinámica viva, permanente, que no se interrumpe ni por un instante, entre ambas esferas de nuestra vida anímica." (Vigotsky, 1987, pág. 100).

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Autor:

Carlos Pildain Alfonso

Licenciado en Psicología.

Consultor Empresarial

Publicista.

Fecha de nacimiento 1977, Licenciado en Psicología en la Universidad de laHabana,

Consultor Empresarial y Publicista.

Ciudad de la Habana, Noviembre del 2002

 

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