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Oportunidades del sector ganadero vacuno (página 2)

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Análisis de equilibrio parcial

Puede ilustrarse lo anterior a través de un análisis de equilibrio parcial. En el gráfico puede observarse el impacto del incremento de la demanda acontecido entre 2001 y el período 2002-2004. En efecto, ante una oferta de carne inelástica (por razones que más abajo se estudiarán), el desplazamiento de la demanda genera un pequeño impacto sobre la producción pero uno fuerte sobre los precios. Esto es lo que se observa: entre 2001 y 2003, la producción de carne aumenta un 6% mientras que su precio al consumidor doméstico lo hace en más de un 80%.

4- Síntesis.

En resumen, de este análisis se extraen las siguientes conclusiones.

En primer lugar, el aparente boom en las exportaciones de carne no ha sido tal pues luego de la crisis aftósica del 2001, el sector ni siquiera logra reestablecer el volumen de exportaciones hasta los niveles de la década del 90. Por otro lado, si bien existían condiciones extraordinariamente favorables para un gran crecimiento hacia afuera (tipo de cambio real alto y apertura de mercados externos) el aumento de las exportaciones ha reposado, no en la propia capacidad del sector, sino en la retracción del mercado interno. Como ilustración, se observa que el indicador de exportaciones sobre producción salta de 6% durante 2001 hasta 12% durante 2002. Es decir que las exportaciones crecen más que la producción y esto sólo es posible si al mismo tiempo se produce una contracción del consumo interno de carne. Por lo tanto, durante el período inmediatamente posterior a la devaluación, no se ha cumplido el criterio exigido para hablar de un aprovechamiento de las oportunidades.

A continuación se examinará el segundo criterio planteado más arriba: la sustentabilidad de la expansión exportadora.

B) La insustentabilidad del "boom exportador"

Para el año 2004, se estima un volumen de ventas de carne de entre 450.000 y 500.000 toneladas, una cifra entre un 30 y 40% más elevada a la registrada en 2002 y bastante superior al promedio entre 1992 y 2001. Entonces, una observación apresurada de estas cifras podría sugerir que en este período sí se ha logrado una inserción exitosa en el mercado internacional. Sin embargo, a continuación se demostrará que el fuerte aumento de las exportaciones durante 2003 y 2004 no sólo se debe a factores coyunturales sino que ha inaugurado una peligrosa tendencia a la liquidación del stock ganadero que, de no revertirse pronto, no sólo comprometerá seriamente la posibilidad de negocios futuros sino que también hará que la producción argentina resulte insuficiente para abastecer al mercado interno. Para fundamentar esta afirmación, se dividirán los destinos en dos grandes grupos: el circuito aftósico y no aftósico.

1- Oportunidades del circuito no aftósico.

Dentro de este circuito se encuentran los mercados más apetecibles para los exportadores de carne pues sus integrantes adquieren cortes de elevado precio y calidad. Aquí se encuentran los Estados Unidos, Japón, la Unión Europea y los países del Sudeste Asiático.

Para establecer claramente la importancia de estos destinos se utilizará el ejemplo de la cuota Hilton de 28.000 toneladas que la Unión Europea otorga a las carnes frescas argentinas. En 2003, se exportaron 28.000 toneladas a un precio promedio de 6.300 dólares, generando divisas para la Argentina por un valor de 176 millones de dólares. Entonces, si bien las "exportaciones Hilton" representaron apenas el 7% del volumen de embarques totales de 2003, significaron el 31% del valor de las exportaciones de carne vacuna en ese mismo año.

Por lo tanto, mientras la Argentina pueda acceder a estos destinos, también denominados "mercados de valor", el precio del novillo no será más que una de las tantas variables dentro de la ecuación de los frigoríficos pues la rentabilidad resulta tan alta que, incluso con un precio de la materia prima más elevado que el actual, las exportaciones seguirán siendo lucrativas.

En efecto, si bien el novillo argentino es más barato en la actualidad que en la década del 90, las exportaciones hacia la Unión Europea no son más elevadas hoy que en esa época (siempre comparando con años en que la Argentina gozaba del estatus sanitario que le permitía acceder a dicho mercado). Entre 1995 y 1996, el promedio de exportaciones de carnes congeladas hacia ese destino era de unas 30.000 toneladas mientras que en 2004 (con un tipo de cambio favorable) apenas si alcanza las 15.000 sin que esto pueda justificarse por un cambio en las condiciones de acceso. Por lo tanto, este ejemplo muestra claramente cómo la competitividad vía precios no resulta un factor importante en los mercados del circuito no aftósico.

Sin embargo, la carne argentina tiene ciertos problemas de calidad que le impiden acceder a los "mercados de valor". Generalmente, éstos exigen que los países de origen de sus importaciones se encuentren libres de aftosa sin vacunación durante uno o dos años según el caso, un requerimiento que nuestro país no cumple. La Argentina había alcanzado el estatus de país libre de aftosa sin vacunación en el año 2000 para perderlo al año siguiente al registrarse un nuevo brote.

Entonces, por el momento, sólo la Unión Europea ha reabierto su mercado a las carnes argentinas mientras que el resto de los destinos de alto precio (Estados Unidos, Japón y el Sudeste Asiático) siguen vedados al aplicar medidas sanitarias de "riesgo cero".

Por lo tanto, un importante problema de oferta que impide el aprovechamiento de las oportunidades del mercado externo radica en que la calidad de la carne argentina no se encuentra al nivel de los estándares sanitarios exigidos por los países del circuito no aftósico. En la actualidad, ciertos analistas del sector estiman que nuestro país recuperará el estatus de país libre de aftosa con vacunación en los primeros meses de 2005. Y, si bien es aún demasiado pronto para realizar una previsión con alto grado de certeza, de no registrarse nuevos focos de la enfermedad, posiblemente la Argentina recupere el estatus de país libre de aftosa sin vacunación en 2007.

Por lo tanto, puesto que las oportunidades del período en cuestión no se han presentado en los mercados de valor, a continuación, el análisis se centrará en las oportunidades del circuito aftósico, principal destino de las ventas argentinas entre 2002 y 2004.

2- Oportunidades del circuito aftósico.

El precio de las exportaciones de carne a este circuito, si bien existen grandes diferencias según los años y los cortes, suele oscilar entre los 1.000 y 1.500 dólares por tonelada, valores muy inferiores a los que habitualmente se pagan en el circuito no aftósico.

Por lo tanto, es en estos mercados donde cobra plena relevancia el problema del aumento del precio del novillo, la reducción del stock y la escasa productividad del sector. A diferencia de los "mercados de valor", en estos destinos la competencia no se produce vía calidad sino vía precios. Entonces, para mantener la porción de mercado es imperativo ofrecer un producto barato.

En la composición de los nuevos destinos abiertos entre 2003 y 2004, se destacan los espacios recuperados en Chile (20.000 toneladas de carnes frescas), Argelia (22.000 toneladas), Israel (10.000 toneladas más que en 2002), Rusia (25.000 toneladas). Por otro lado, se ha obtenido la apertura del mercado de Egipto (35.000 toneladas).

La mayor parte de estos mercados se encontraban abiertos durante los años noventa. Sin embargo, las exportaciones argentinas eran muy inferiores debido al atraso cambiario. A título de ejemplo, las ventas a Bulgaria ascendieron a 12.100 toneladas en 2003 (con un novillo a 0,65 U$S y bajos salarios en frigoríficos) contra 1.300 toneladas en 1997 (con un novillo a 0,80 U$S y altos salarios en dólares de los frigoríficos). Las ventas a Rusia sumaron casi 24.000 toneladas en 2003 contra 3.700 en 1997 por los mismos motivos. Aquí es de notar la diferencia con el caso de la Unión Europea en que no se registra un aumento de las ventas entre los años noventa y 2003. Por lo tanto, puede inferirse que la devaluación ha sido la clave para ganar mercados del circuito aftósico donde el precio es la variable relevante para la competitividad.

3- Tendencia al desaprovechamiento de las oportunidades.

Ahora bien, la competitividad dentro de los mercados del circuito aftósico sólo puede mantenerse siempre y cuando se mantenga bajo el precio del novillo lo que, sin embargo, no ha sido el caso (el precio ha subido de 0,50 dólares por kilogramo en 2002 a 0,66 dólares en 2004). Por lo tanto, se observa que los efectos benéficos de la devaluación se pierden lentamente. De mantenerse dicha tendencia, es razonable esperar que en un futuro no muy lejano, los precios de la principal materia prima regresarán a los valores del período anterior a la devaluación lo que sin dudas complicará la inserción exportadora pues se estima que los frigoríficos locales encuentran serias dificultades en competir en el circuito aftósico cuando el precio del novillo supera los 0,80 dólares (este punto será examinado más abajo).

En una comparación con Brasil, un importante competidor en los mercados aftósicos con ventas por 1.175 millones de toneladas en 2003, se observa que en 2004, el precio del novillo argentino ya supera al brasileño (0,66 dólares contra 0,56 dólares). En otras palabras, la Argentina ya no puede seguir fundamentando su inserción internacional en base al precio de su novillo pues sencillamente, éste ya no resulta lo suficientemente barato.

Por lo tanto, a través de este análisis del destino de las exportaciones argentinas de carne durante el período 2003-2004, puede concluirse que el sector ha basado su inserción en dos datos coyunturales: el bajo precio en dólares de su novillo y los bajos salarios en dólares de sus frigoríficos. Es decir, no ha logrado establecer las bases necesarias para un crecimiento sustentable de sus exportaciones.

A continuación, se identificarán las causas del aumento del precio del novillo y del achicamiento de las posibilidades de aprovechar los mercados externos.

III) Causas de las restricciones de oferta.

Ya se ha visto que el aumento del precio del novillo es el principal factor que atenta contra la posibilidad de aprovechar las oportunidades brindadas por la reapertura de mercados del circuito aftósico, no sólo en lo referido al período bajo estudio sino también en un futuro próximo. A continuación se examinarán las causas de ésta y otras restricciones de oferta que han limitado el aprovechamiento de las oportunidades brindadas por el mercado internacional.

A) Competencia por el suelo.

El primer factor tendiente a deteriorar la competitividad internacional del sector de la carne vacuna se deriva de la denominada "competencia por el suelo". Una de las principales causas de la reducción del stock vacuno se encuentra en el juego entre el precio de los cereales y oleaginosas con respecto del precio del novillo. Durante buena parte de los años noventa, los valores de los productos agrícolas superaron a los del novillo (principalmente a causa de la mejora de condiciones externas para el complejo de oleaginosas). Entonces, la actividad agrícola tendió a ser más rentable que la ganadera vacuna. Dicho fenómeno dio lugar a una reasignación de tierras desde actividades pecuarias hacia la agricultura que derivó en un sacrificio de existencias y un desplazamiento de ganado a terrenos de menor calidad, donde la reproducción es más lenta.

En efecto, al mismo tiempo que se registra la reducción del stock ganadero, se observa un espectacular incremento de la superficie sembrada con oleaginosas. De las 4.966.600 hectáreas de soja en la temporada 1990/1991 se pasa a 6.011.240 en 1995/1996 y al nivel récord de 12.606.845 hectáreas en 2002/2003, un 253% más que en 1990. El aumento del área sembrada con soja responde al fuerte incremento del precio internacional de este producto registrado a partir de 1996. En efecto, de los 207 U$S por tonelada de soja que se pagaban en enero de 1995, se pasa a 272 U$S en el mismo mes de 1996 y luego a valores que superan los 300 U$S en 1997 y 2003/2004.

Este es uno de los factores que explican que el stock vacuno, que en 1995 ascendía a unos 53 millones de cabezas adquiera una tendencia a la baja a partir de 1996, cuando se produce una fuerte reasignación de tierras en favor de la agricultura. Por lo tanto, este análisis indica que el eslabón de criadores ya ingresó al período 2002-2004 con el nivel más bajo de existencias de la década lo que constituyó uno serio problema para el aprovechamiento de las oportunidades de los mercados externos.

Elaborado con datos de SAGPYA

B) Caída en el peso de faena.

En el sector ganadero vacuno, la productividad se mide en función de la cantidad de kilogramos de carne extraídos de cada cabeza faenada. Entonces, suponiendo constante la eficiencia de los frigoríficos, la competitividad externa de la cadena depende del peso del animal que vende el criador.

En años de cierre de mercados y baja demanda, el precio del novillo es bajo y por lo tanto, el costo de oportunidad de mantener el ganado en el campo también es bajo.

Al productor le resulta más rentable engordar su stock para venderlo cuando se registre un aumento de precios. En 2001, cuando el descubrimiento de un brote de aftosa causa una brusca reducción de la demanda externa (a lo que se suma un mercado local deprimido por la recesión), se registra un salto en el peso de faena, es decir, un aumento de productividad. Considerando las categorías de novillos y vacas, se observa que en 2000, el peso medio de faena se ubica en 441 kilogramos por animal para subir a 444 en 2001 y trepar hasta 455 en los primeros meses de 2002 (antes de la reapertura). Justamente, se observa que este aumento en el peso de faena coincide con una baja en el precio del novillo (en 2000 es 0,90$ por kilogramo, en 2001, 0,78$ y en los primeros meses de 2002, 0,70$).

Por el contrario, se observa que en los períodos de alta demanda, cuando suben los precios del novillo, el peso medio de faena tiende a caer. Los precios del kilogramo vivo de vacas y novillos trepan de 0,70 $ a principios de 2002 a 1,63$ en 2004 al ritmo del aumento de la demanda generado por la reapertura de mercados externos. Al mismo tiempo, el peso medio de faena cae de 455 kilogramos a principios de 2002 hasta 434 kilogramos en 2004.

El razonamiento es simétrico al caso anterior. En tiempos de alta demanda y aumento de precios, el costo de oportunidad de mantener el ganado en el campo es alto. Entonces, los criadores se desprenden rápidamente de su ganado incluso a un peso menor mermando la productividad del sector (pues se extrae menor cantidad de carne de cada animal).

En base a este mecanismo, la mejora de las posibilidades de acceso a mercados a partir de 2002 repercutió negativamente sobre el stock a través de dos canales: el aumento de demanda de carne ya de por sí requiere un mayor sacrificio de ejemplares (lo que tiende a aumentar el precio del novillo) y, por otro lado, al extraerse menor cantidad de carne de cada animal, es necesario un mayor sacrificio de ejemplares para obtener el mismo nivel de producto.

C) Faenamiento de hembras.

El mecanismo descripto en el punto anterior contiene una arista incluso más perjudicial para el aprovechamiento de las oportunidades externas. Paralelamente a la disminución del peso medio de faena, cuando las condiciones de mercado imponen un aumento de precios, los criadores responden sacrificando una mayor cantidad de hembras.

En la segunda mitad de la década del 90, la tasa de faenamiento de hembras se ubica en torno al 39%. Esta cifra, relativamente elevada debido al aumento de la superficie destinada a la agricultura, implica una tendencia a la reducción del stock que se revierte transitoriamente en 2001 con el descubrimiento del brote de aftosa.

En efecto, entre 2000 y principios de 2002 se registra un período de baja del precio del novillo en que el porcentaje de hembras en la faena desciende a 36% Sin embargo, esta reducción es sólo transitoria e insuficiente para recomponer las existencias. Entonces, a causa del elevado porcentaje de faenamiento de hembras ocurrido a fines de los noventa, el sector comienza el período 2002-2004 con un stock reducido. Y la apertura de mercados, a través del aumento de precio del novillo, lleva a la composición de hembras en la faena hasta el 49% en 2004.

Una proporción de 49% es una clara señal de que el sector sufre de una restricción de oferta pues si el stock fuera suficiente para satisfacer la demanda, los criadores no necesitarían sacrificar semejante cantidad de hembras para responder a los pedidos de los frigoríficos. Nótese también en el gráfico que un porcentaje de faenamiento de hembras casi tan elevado como el actual ocurre entre 1995 y 1996, años particularmente favorables para el sector pues la pujante demanda externa llevó las exportaciones a niveles récord. Es decir, existe una fuerte relación entre el faenamiento de hembras y las ventas externas.

Datos de Mercado de Liniers

Este elevado porcentaje constituye un dato de gran relevancia para la competitividad futura del sector pues son justamente los ejemplares hembras los responsables de reproducir las existencias de ganado. Entonces, a mayor tasa de faenamiento de hembras, más se consolida la tendencia a la reducción del stock (y, con ésta, el aumento de precios del novillo).

Sin embargo, dado que el precio del ganado es elevado (en pesos) en la actualidad, el costo de oportunidad de mantener los ejemplares hembra es alto. Entonces, los criadores se desprenden de ellos a pesar de que dicho comportamiento pueda agravar el problema de oferta futura causando un fuerte aumento de precios que minará la competitividad argentina en los mercados del circuito aftósico.

D) Estructura microeconómica del sector de criadores.

Ya se ha visto que un importante problema que enfrenta el sector de las carnes en sus posibilidades de exportación consiste en la reducción del stock registrada entre la segunda mitad de la década del noventa y durante el período 2002-2004. Ahora se demostrará que el mayor faenamiento de hembras y el bajo peso promedio registrado en la actualidad responden a la estructura microeconómica del eslabón de criadores de la cadena de la carne.

En 2002, el INDEC estimó en unos 194.000, los establecimientos agropecuarios con ganado bovino que suman 48 millones de ejemplares en total. Es decir, un promedio de unas 250 cabezas por establecimiento. Al mismo tiempo, un 90% de los criadores cuenta con menos de 500 cabezas. Estos datos indican que el sector tiene características de PYME lo que explica el alto nivel de faenamiento de hembras y la baja del peso promedio de faena en los períodos de altos precios del novillo por los motivos que siguen:

1- Dificultades para "retener vientres".

Ya se ha señalado que la principal causa de la reducción de stock es el excesivo envío de hembras al matadero. Entonces, para detener la tendencia decreciente es necesario que el productor retenga mayor cantidad de hembras en el campo para asegurar la reproducción de ejemplares. Esto se produce naturalmente durante los períodos de bajos precios cuando el costo de oportunidad es bajo (como se ha señalado más arriba).

Sin embargo, en épocas de altos precios del novillo, los productores se esfuerzan en vender cuantos animales sea posible a los frigoríficos (incluyendo hembras). Su carácter de PYME les impide gozar de la capacidad financiera suficiente para soportar el lucro cesante y cubrir sus costos fijos. Entonces, deciden faenar a sus animales aun cuando esto implique una reducción del stock futuro y acabe por generar un mayor aumento de precio del novillo que pese negativamente sobre la competitividad de las exportaciones.

Sin embargo, para los criadores, el aumento del precio es, por supuesto, un dato alentador. Su negocio consiste justamente en vender sus novillos al mayor precio posible. Por lo tanto no sería razonable esperar que se abstuvieran de vender sus animales en períodos en que las condiciones resultan ventajosas.

No obstante, lo que resulta perfectamente racional en el corto plazo se convierte en una "navaja de doble filo" en el largo. En efecto, la demanda de novillos sólo puede sostenerse mientras existan posibilidades de negocios para los frigoríficos. Y en el período 2002-2004, dado el bajo nivel de consumo doméstico, la apertura de mercados junto con la devaluación les ha brindado estas oportunidades. Entonces, mientras mantengan su competitividad internacional, podrán pagar un novillo a un precio en que tanto ellos como los criadores resulten beneficiados. Pero si el aumento de precios acaba por dejarlos fuera de los mercados externos habrá una fuerte contracción de la demanda que contará a los criadores entre los principales perjudicados.

Entonces, sería necesaria una política coordinada entre criadores y frigoríficos para sacrificar stock a un nivel sostenible en el tiempo. Sin embargo, un acuerdo de este estilo resulta imposible considerando el alto grado de atomización del sector.

2- Ausencia de fuentes de financiamiento.

Los problemas expuestos en el punto anterior serían sin dudas menos acuciantes si los criadores tuvieran acceso a crédito bancario a tasas razonables. En efecto, si pudieran obtener financiamiento para soportar el lucro cesante que implica retener ganado en períodos de altos precios, no se verían constreñidos a desprenderse de sus novillos más jóvenes y de menor peso sino que podrían engordarlos y, al mismo tiempo, retener a las hembras para ampliar sus existencias. Luego, podrían devolver el préstamo gracias a que sus mayores existencias les permitirían sostener un mayor volumen de ventas a lo largo del tiempo. El acceso a crédito también permitiría incorporar tecnología para mejorar la eficiencia aumentando la reproducción y la velocidad de engorde (mejores pasturas, alimentos, etc.).

Sin embargo, la tendencia a la reducción de stock registrada entre fines de los noventa y en el período 2002-2004 se explica en buena medida por las dificultades que encuentran las pequeñas empresas para acceder a fuentes de financiamiento. Es bien sabido que las asimetrías de información afectan de forma particularmente severa a las PYMES. Notoriamente, la iliquidez del mercado crediticio registrada entre fines de los noventa y el período bajo estudio ha impedido que los criadores accedan a préstamos. Y, por otro lado, la secretaría PYME no ha tenido a los productores ganaderos como prioritarios en la asignación de créditos blandos.

E) Problemas de productividad de frigoríficos.

Luego de la referencia a los problemas de oferta entre los criadores, se examinará en qué medida el eslabón de industrialización de la carne también resulta ineficiente para mantener un mayor nivel de ventas hacia una demanda externa creciente.

La competitividad de una planta a nivel internacional puede determinarse a través del análisis de tres ítems de su estructura de costos: materia prima (costo de los animales), costos de procesamiento y transporte.

Con respecto al primer punto, ya nos hemos explayado lo suficiente. Si bien se registra un aumento del precio, la Argentina sigue teniendo un novillo de menor costo que los principales países exportadores (excepto Brasil). Por otro lado, los frigoríficos argentinos presentan bajos costos laborales debido a los bajos salarios que pagan en dólares en comparación con otros países exportadores. Sin embargo, ahora se verá por qué la Argentina es en extremo dependiente del mantenimiento de estas dos ventajas para sostener sus exportaciones.

1- Atomización de la oferta.

Los frigoríficos argentinos con mayor capacidad de faena apenas alcanzan las 250.000 cabezas anuales contra los más de 2 millones que presentan sus pares de los Estados Unidos. Esto impide a las plantas nacionales aprovechar las formidables economías de escala de las que gozan sus competidores norteamericanos. Entonces, el bajo grado de concentración de la industria frigorífica tiende a deteriorar la eficiencia y contrarrestar las ganancias de competitividad externa permitidas por la devaluación.

2- Capacidad ociosa.

La capacidad instalada de los frigoríficos se estima en 20 millones de cabezas anuales mientras que en 2003, la faena se ubicó en torno a 12,5 millones. Es decir, que el sector presenta un grado de utilización de apenas un 62%.

La explicación de este fenómeno puede hallarse en deficiencias regulatorias, en lo que comúnmente se denomina "doble estándar sanitario". En efecto, los frigoríficos exportadores se encuentran sujetos a estrictas normas de higiene requeridas por los países importadores. Estas exigencias se traducen en costos más elevados que aquellos frigoríficos que sólo se dedican al mercado interno. Por lo tanto, los exportadores sólo pueden producir a un precio que no resulta competitivo para el consumidor local. Y esto les impide complementar su producción para la exportación con cortes para el mercado interno ocasionando capacidad ociosa que, considerando los costos fijos, deriva en una pérdida de competitividad.

Un segundo factor que incide en la subutilización de la capacidad instalada es el alto grado de evasión tributaria existente en el rubro. Los frigoríficos exportadores deben tener sus impuestos en regla pues se encuentran sujetos a frecuentes controles por parte de la AFIP. Sin embargo, se estima que en el país existen decenas de plantas de faenamiento clandestinas que evaden IVA y cargas sociales por unos 400 millones de pesos anuales.

Por lo tanto, los frigoríficos exportadores no sólo pierden competitividad en el mercado interno debido a sus mayores estándares sanitarios sino que también están sujetos a competencia desleal por parte de plantas clandestinas lo que les impide complementar su producción para el exterior con otros cortes para el consumidor doméstico. Esto tiende a generar capacidad ociosa y afectar la competitividad externa.

3- Baja capacitación y técnicas de gerenciamiento.

Otra causa de la baja productividad de los frigoríficos se debe a que sus operarios suelen ser poco calificados y las técnicas de gerenciamiento, anticuadas. Son pocas las firmas que realizan un planeamiento estratégico vinculado a la conquista de nuevos mercados. Más abajo se verá que, en parte, estas decisiones se deben a errores de las políticas públicas para el sector.

Sólo unos pocos frigoríficos han realizado inversiones en los últimos años con el propósito de avanzar en el desarrollo de productos y tecnología de procesos para bajar costos y mejorar la eficiencia.

4- Síntesis.

En vista de lo expuesto más arriba, puede afirmarse que la competitividad actual de los frigoríficos exportadores se asienta en los beneficios otorgados por la devaluación. El bajo precio en dólares del novillo y los bajos costos salariales explican la aparente posición ventajosa.

Sin embargo, el primer factor debe considerarse sólo como coyuntural (pues el costo del novillo ha aumentado notablemente desde la devaluación) y el segundo, no sólo como circunstancial sino también como altamente indeseable ya que la competitividad externa del eslabón de frigoríficos estaría siendo subsidiada por los trabajadores bajo la forma de "dumping social".

Por lo tanto, se observa que el eslabón de industrialización sigue siendo poco productivo en los factores que permitirían sostener una competitividad de largo plazo: tecnología, capital humano y técnicas de gerenciamiento. Sin inversión en estos factores no tardarán en perder los mercados del circuito aftósico pues el precio del novillo ya se aproxima peligrosamente al límite a partir del cual dejan de ser competitivos: 0,80 dólares por kilogramo.

F) El gobierno como generador de problemas de oferta.

Un factor muchas veces soslayado aunque absolutamente fundamental para el aprovechamiento de las oportunidades del mercado internacional lo constituye el rol del gobierno cuya intervención ha sido altamente insatisfactoria en los últimos años.

1- Distribución de la Cuota Hilton.

En primer lugar, la desacertada actuación del gobierno se observa en la distribución entre los frigoríficos exportadores de la cuota Hilton de 28.000 toneladas otorgada por la Unión Europea. El mecanismo de distribución es claramente ineficiente y resulta signado por múltiples hechos de corrupción y conveniencia política.

En teoría, el reparto se realiza en base a un criterio de regionalidad (6% de la cuota se distribuye entre las provincias) y un criterio de equidad con el objetivo de favorecer a los frigoríficos pequeños. Si bien este mecanismo, bien aplicado, podría tener fundamento económico, en la práctica suele ser manipulado mediante sobornos y "favores".

Y esto acaba por "judicializar" el reparto de la cuota pues los frigoríficos perjudicados interponen recursos de amparo para proteger su porción. Entonces, en definitiva, acaban siendo los jueces quienes determinan este punto tan importante de la política agropecuaria (en 2004, unas 10.800 toneladas han sido asignadas mediante órdenes judiciales).

La falta de coherencia, con continuos cambios de un año a otro, impide a los frigoríficos planificar a futuro y realizar inversiones pues su retorno dependerá, en definitiva, de la incierta voluntad del funcionario que tendrá a su cargo la asignación de la cuota. Por lo tanto, es fundamental que el reparto de la cuota Hilton (y de cualquier otra cuota que pudiera obtenerse) se realice mediante una licitación transparente que permita a los frigoríficos más competitivos acceder a mayor parte y al gobierno apropiarse de la renta de la cuota. El acceso a mercados debe encararse como un premio a las ganancias de productividad que beneficien tanto a los frigoríficos como al Estado.

2- Problema de credibilidad del SENASA.

Un segundo factor que pone de manifiesto la ineficiencia del gobierno en la dirección del sector ganadero vacuno lo constituye el ejemplo del SENASA, organismo que tiene a su cargo la supervisión sanitaria del rodeo nacional.

En los últimos años, particularmente luego del brote de BSE (mal de la vaca loca) en el Reino Unido (1997), los consumidores externos muestran mayor preocupación por la calidad de la carne. Por lo tanto, para responder adecuadamente a estos requerimientos, es de vital importancia que el SENASA sea eficiente en la prevención de enfermedades y creíble para reconocer el problema una vez que se ha detectado.

Y sin embargo, las autoridades sanitarias han actuado de modo casi diametralmente opuesto al recomendable cuando, a mediados de 2000, aparecen indicios de nuevos brotes de aftosa. En lugar de reconocer de inmediato el incidente y adoptar las medidas tendientes a solucionarlo, el SENASA niega sistemáticamente el hecho durante nueve meses para mantener el acceso a los mercados del circuito no aftósico. Sólo cuando el ocultamiento se convierte en insostenible, las autoridades sanitarias reconocen la enfermedad lo que lleva al cierre automático de los mercados de Estados Unidos, Canadá, Chile y países del Sudeste Asiático.

Posiblemente resulte difícil cuantificar los daños que la pérdida de credibilidad del SENASA haya ocasionado al sector ganadero. Pero algunos analistas suponen que, de no haber mediado esta deshonestidad, el mercado de Estados Unidos y posiblemente alguno del Sudeste Asiático ya se habrían abierto. Entonces, en este punto, el gobierno acaba actuando como un lastre sobre las posibilidades del sector de aprovechar las oportunidades externas.

A efectos de comparación, nótese la gran diferencia existente entre las autoridades sanitarias norteamericanas y las argentinas. El 13 de diciembre de 2003, el gobierno estadounidense denuncia la existencia de BSE en su propio rodeo, una enfermedad más grave que la aftosa. Y, si bien esto le ha hecho perder mercados externos, la credibilidad de las autoridades sanitarias ha quedado intacta por lo que es de esperarse que los destinos reabran de inmediato una vez superada la enfermedad.

G) Síntesis, el boom exportador de 2002-2004 como una etapa más del ciclo ganadero.

En base a la observación de los indicadores de stock, peso medio de faena, faenamiento de hembras y baja eficiencia de los frigoríficos, podemos afirmar que siguen operando en el sector ganadero vacuno las mismas restricciones de oferta que se registran desde hace años. La lógica del comportamiento sectorial se corresponde con uno de los clásicos ciclos expansivos que ocurren en épocas de aumento de la demanda. Históricamente, ha ocurrido lo mismo que entre 2002 y 2004. En los períodos de expansión y altos precios, los criadores liquidan stocks. Esto genera mayores presiones al alza hasta llegar a un precio en dólares del novillo con el que los frigoríficos ya no son competitivos en el exterior (al tiempo que el alza de precios deprime el consumo doméstico). Entonces, llega un punto en que la demanda de novillos se derrumba y el precio vuelve a caer hasta un nivel en que los frigoríficos recuperan la competitividad.

En el gráfico a continuación se observa claramente la ocurrencia de los ciclos ganaderos. Se aprecia que el nivel de exportaciones de carne presenta fuertes oscilaciones que se explican por el mecanismo anteriormente señalado. En efecto, se observa que los períodos de aumento de exportaciones se encuentran precedidos por una disminución en el precio del novillo. Luego, cuando se incrementa el precio de la materia prima, se observa una caída de las exportaciones. A título de ejemplo, nótese en el gráfico el año 1975 en que se produce el famoso "Rodrigazo". Véase cómo semejante devaluación de la moneda (con la consiguiente caída en el precio del novillo) deriva en un aumento de exportaciones de un 100% entre 1975 y 1976. Y también nótese la fuerte caída de las exportaciones de 1980, cuando el aumento del precio del novillo pone fin al ciclo de expansión.

En el gráfico, también puede apreciarse que los períodos en que el precio del novillo supera los 0,80 dólares suelen coincidir con períodos de caída en las exportaciones. Por lo tanto, en ese valor pareciera existir un límite para la competitividad. Así puede explicarse también que en la actualidad aún no se haya registrado la contracción de los embarques. Si bien el precio del novillo ha aumentado entre 2002 y 2004, aún no ha alcanzado el valor tope.

Elaborado con datos de FAO

Por lo tanto, es de esperar que en un futuro no muy lejano, cuando el precio del novillo perfore el límite de la competitividad de los frigoríficos, se dé inicio a un ciclo contractivo. Así, puede afirmarse que no están dadas las condiciones para una inserción internacional sustentable. Sin embargo, también es cierto que la ocurrencia de los ciclos ganaderos se asocia con el acceso a los mercados del circuito aftósico. Entonces, tal vez el problema no se registraría de lograr la Argentina el acceso a mercados de valor, donde el precio del novillo no es una variable relevante para la competitividad.

A continuación, se demostrará por qué aun el acceso a mercados del circuito no aftósico es insuficiente para contrarrestar los problemas de oferta del sector.

IV) Proyecciones sobre la sustentabilidad de las exportaciones

A) Comparación con Australia

Australia, primer exportador mundial, vendió 1,2 millones de toneladas de carne en el 2003, más del triple que Argentina, incluso ostentando ciertos indicadores que ubicarían su competitividad-precio por debajo de la de nuestro país.

La producción australiana asciende a sólo 1.95 millones de toneladas (unas 800.000 por debajo de la argentina), su rodeo a sólo 26 millones de cabezas (casi la mitad del argentino) y el precio de su novillo supera el dólar por kilogramo. Por otro lado, los frigoríficos australianos se caracterizan por un nivel de concentración relativamente bajo (aunque ha aumentado en los últimos años) e indicadores de productividad inferiores a los de otros grandes exportadores como los Estados Unidos.

Entonces, estos datos demuestran que no es condición necesaria contar con un gran stock ni con frigoríficos demasiado eficientes para insertarse con éxito en el mercado internacional. Aun careciendo de todo esto, Australia se ha convertido en el primer exportador mundial.

En efecto, su gran ventaja radica en la extraordinaria calidad de su carne que ha estado libre de enfermedades por años. Por lo tanto, se observa que el grueso de sus exportaciones se dirige a países del circuito no aftósico como Japón (289.000 toneladas), Estados Unidos (374.000 toneladas), Corea (67.000 toneladas), Taiwán (31.000 toneladas), y Canadá (30.000 toneladas). Australia exporta nada menos que unas 791.000 toneladas a "mercados de valor", una composición de ventas externas de calidad notoriamente superior que las argentinas (que si bien tienen un mercado importante en la Unión Europea, se dirigen principalmente a Argelia, Bulgaria, Rusia y Egipto). Entonces, un país con costos sustancialmente superiores a los argentinos se ha convertido en líder mundial del mercado de las carnes vendiendo cortes de alto precio a países del circuito no aftósico.

A diferencia de la Argentina, Australia goza de condiciones muy ventajosas de ingreso a los mercados externos. Por ejemplo, posee una cuota de casi 400.000 toneladas otorgada por los Estados Unidos así como condiciones de acceso preferenciales a otros mercados de alto valor donde las carnes argentinas se encuentran prohibidas por motivos sanitarios (Japón, Corea, Canadá). Las razones que explican estos privilegios son diversas. Pero entre ellas se destacan una estrategia coherente de inserción en el comercio internacional de la carne, estrictas políticas sanitarias y, desde luego, un mayor poder de negociación en los tratados internacionales (gracias a su mercado interno de alto poder adquisitivo).

Este último factor se encuentra por fuera de las posibilidades argentinas. Sin embargo, los otros dos podrían imitarse y se han hecho progresos en los últimos tiempos. Luego del escándalo del 2001, el SENASA parece encontrarse en manos de dirigentes más responsables. Y, por otro lado, en los últimos tiempos se han hecho esfuerzos por posicionar las carnes argentinas en el exterior a través de campañas publicitarias y estrategias de marketing para diferenciar el auténtico "Argentine Beef" de las carnes de otros orígenes.

Por lo tanto, entre productores y frigoríficos se ha extendido la creencia de que tal vez pueda lograrse una definitiva inserción en el mercado no aftósico. Hoy en día, los empresarios del sector apuestan fuertemente a la apertura de los mercados de valor como destino para sus exportaciones y, entre tanto optimismo, ha quedado eclipsada la necesidad de implementar políticas para recomponer el stock y fomentar la productividad.

A continuación, se planteará un ejemplo hipotético de lo que posiblemente ocurriría de cumplirse estas expectativas. Y se demostrará que, aunque se ampliaran las tan esperadas oportunidades, el sector no se encuentra en condiciones de aprovecharlas.

B) Proyección de corto plazo, acceso al circuito no aftósico

1- Metodología y supuestos

En este punto, al menos a título ilustrativo, se supondrá que se cumplirán las expectativas optimistas de los productores y la Argentina logrará acceder en buenas condiciones al circuito no aftósico. Luego, se demostrará que esto no implica que deban descuidarse los factores que inciden en la productividad y que, de no hacerse caso a esta advertencia, el sector podría sufrir una profunda crisis que conduciría a la quiebra a cientos de establecimientos.

En primer lugar, debe advertirse que el cumplimiento de las previsiones de la siguiente proyección es difícil de saber a priori pues depende del curso que tomen las negociaciones que hoy se están llevando a cabo con los países integrantes del circuito no aftósico. Sin embargo, el objetivo no es predecir con absoluta certeza lo que ocurrirá sino tan sólo poner de manifiesto los problemas de oferta que en la actualidad afectan al sector. Se ha decidido realizar esta proyección en base a una comparación con Australia por ciertas similitudes con la Argentina en cuando al tipo de inserción externa al que se pretende llegar.

A continuación, se supondrá que la Argentina gozará del estatus de "país libre de aftosa sin vacunación" para el 2007 y que logrará acceder a los mismos mercados del circuito no aftósico en los que hoy Australia es el principal proveedor.

A los efectos de reflejar en la estimación las mejores condiciones de negociación australianas, supondremos que, en los casos en que este país posee una cuota, la Argentina sólo recibirá un 25% de esa cantidad. En los casos en que no exista cuota (o que no se haya podido hallar la información), supondremos que la Argentina contará con un acceso irrestricto a ese mercado aunque sus exportaciones serán el 20% de las australianas hacia ese mismo destino. Este porcentaje tiene por objetivo reflejar la actual inserción exportadora de ambos países. En efecto, en la actualidad, la Argentina exporta alrededor de un 20% del volumen exportado por Australia. Si se tiene en cuenta que las carnes argentinas son notablemente más competitivas vía precio que las australianas, es posible que, de alcanzar la calidad requerida en los destinos de valor, nuestro país logre conquistar al menos una parte de la porción de mercado de la que hoy goza Australia. Por último, en los casos en que la Argentina esté llevando a cabo negociaciones de apertura de mercados (y donde se conozca el objetivo de los negociadores), nos basaremos en su posible resultado para estimar la demanda.

En base a estos supuestos, la demanda potencial de carne argentina por parte de los países del circuito no aftósico sería la siguiente:

En los casos de Canadá y Taiwán, la demanda potencial será de unas 6.000 toneladas para cada uno, que surgen como 20% de las exportaciones australianas a esos mercados (30.000 toneladas). Para el caso de Corea, serán 13.000 toneladas, un 20% de las 66.000 toneladas de sus importaciones de carne australiana. Actualmente, la Argentina está negociando la apertura de estos mercados y la probabilidad de que se cumpla esta previsión no parece demasiado lejana. En efecto, de alcanzar la Argentina el estatus de país libre de aftosa sin vacunación, no resulta improbable que Corea acepte importar unas 13.000 toneladas de carne argentina ni que Canadá o Taiwán acepten 6.000 cada uno pues son cifras insignificantes en relación con sus importaciones totales de carne vacuna (3%, 2% y 6% respectivamente). Es decir, que no habría motivo para creer que el aumento de embarques argentinos pondría en riesgo a los productores domésticos de esos países.

En el caso del mercado de Japón, supondremos unas 56.000 toneladas que surgen como 20% de las exportaciones australianas a ese destino (280.000 toneladas). Hace apenas unos pocos años, este escenario hubiera sido altamente improbable. Sin embargo, a fines de 2003 el descubrimiento de un brote de BSE en los Estados Unidos (segundo exportador mundial de carne en ese año) ha conmocionado al mercado mundial de tal manera que ahora la reapertura del mercado japonés ha aumentado significativamente sus chances (siempre y cuando la Argentina alcance el estatus de libre de aftosa sin vacunación).

El descubrimiento del BSE ha significado para las carnes norteamericanas el cierre inmediato no sólo de todos los mercados del circuito no aftósico sino también de muchos países del aftósico. Se espera que las exportaciones estadounidenses se derrumben a unas 200.000 toneladas en 2004 (contra 1,14 millones en 2003). Esta fenomenal baja en la oferta de carne en el mercado mundial hace que países como la Argentina gocen de grandes chances de insertarse en los destinos del circuito no aftósico. En efecto tras el cierre del mercado japonés a las carnes de Estados Unidos, se espera que las importaciones vacunas de Japón se reduzcan un 36% pues posiblemente ni Australia ni Nueva Zelanda logren cubrir ese déficit debido a sus propias restricciones de oferta. Por lo tanto, teniendo en cuenta este factor, la probabilidad de que Japón abra su mercado para la carne argentina no resulta tan lejana.

En cuanto al propio mercado de los Estados Unidos, prácticamente todos los frigoríficos dan por descontada su próxima reapertura. Y a causa del problema de BSE, se estima que las importaciones norteamericanas alcanzarán el récord de 1,5 millones de toneladas en 2004 a los efectos de sustituir con carne de países libres de enfermedades parte de la producción destinada al mercado local. Por lo tanto, no parece demasiado lejana la posibilidad de que los Estados Unidos concedan una ampliación de la tradicional cuota de 20.000 toneladas para carnes frescas argentinas (más aun de prosperar las negociaciones del ALCA). Entonces, se supondrá que la Argentina obtendrá 95.000 en ese mercado (el 25% de la cuota australiana de 380.000 toneladas).

Por último, la mejora de las condiciones de acceso al mercado de la Unión Europea depende del curso que tomen las negociaciones entre dicho bloque y el MERCOSUR. Ciertos analistas no creen que se logre el objetivo de 100.000 toneladas planteado por los negociadores. De todos modos, un factor que juega a favor de la posibilidad de que la Unión Europea otorgue un aumento de la cuota es el incremento en el consumo de carne dentro del bloque (en 2003, el consumo fue superior a la producción por primera vez en más de veinte años). Se espera que las importaciones de carne de la Unión Europea pasen de 440.000 en 2003 a 522.000 en 2006. Y si consideramos que la Argentina es uno de sus principales proveedores, no es improbable que se le otorgue una expansión en su cuota. Así que supondremos que se obtendrán unas 70.000 toneladas con lo que las exportaciones argentinas de carnes frescas y congeladas hacia ese destino alcanzarán las 100.000 toneladas sumando las casi 30.000 de la cuota Hilton.

Bajo los supuestos planteados anteriormente, la demanda potencial parte del circuito no aftósico alcanzaría aproximadamente las 275.000 toneladas de carnes frescas y congeladas. La probabilidad de que se cumpla este escenario es imposible de saber a priori y siempre estará sujeta a los vaivenes de las negociaciones internacionales. Sin embargo, todos los países incluidos en el ejemplo están negociando actualmente su reapertura a las carnes argentinas por lo que, al menos, la mejora de las condiciones de acceso se encuentran sobre la mesa de negociación.

Ahora bien, a esta cifra se le sumarán las exportaciones argentinas de carnes procesadas (menos afectadas por barreras sanitarias) que llega a unas 70.000 toneladas en 2003. Se incluye este dato porque ese nivel de exportaciones requiere el sacrificio de novillos y, por ende, depende de las condiciones de oferta. Entonces, la demanda potencial será, redondeando, de unas 350.000 toneladas en un futuro próximo (aproximadamente para el 2007). Esta cifra concuerda aproximadamente con un estudio realizado por la FAO acerca de los efectos sobre las exportaciones argentinas de una liberalización del comercio de carne. La metodología utilizada en el estudio de FAO supone la eliminación de toda clase de subsidios a la exportación (una práctica muy importante en la Unión Europea) así como una reducción de barreras sanitarias. En base a estos supuestos, la proyección de dicho estudio prevé un nivel de ventas de 390.000 toneladas.

Ahora bien, a los efectos de minimizar el impacto de cualquier posible error de sobreestimación, han sido reservados todos los mercados del circuito aftósico como "compensadores". En efecto, esta proyección supone que la Argentina no venderá ni una sola tonelada de carnes frescas o congeladas a los países del circuito aftósico que son hoy sus principales compradores. Por lo tanto, cualquier sobreestimación de la demanda potencial de los países del circuito no aftósico quedaría, en definitiva, compensada por la subestimación de la demanda del circuito aftósico.

Es importante insistir que el objetivo de esta proyección no es alcanzar un grado absoluto de realismo sino sólo señalar en qué medida las restricciones de oferta de carne argentina impedirán (ya en el corto plazo) el aprovechamiento de las oportunidades brindadas por el mercado internacional.

Entonces, en un futuro próximo, si se cumplieran las previsiones optimistas de los frigoríficos, la Argentina tendría acceso a mercados de alto valor por unas 350.000 toneladas aproximadamente. Es decir, prácticamente la totalidad de las exportaciones actuales (384.000) se colocarían en el circuito no aftósico, una noticia sin dudas excepcional para los frigoríficos exportadores por cuanto gozarían de una gran rentabilidad. Esto implicaría sacrificar las ventas a los mercados del circuito aftósico pues, en base a las restricciones que ya hemos estudiado, la oferta sería insuficiente para abastecer a ambos.

2- Riesgos inherentes a la desatención de los problemas de oferta

Bajo este escenario, el sector se enfrentará a dos alternativas: o bien se dejan cupos sin cubrir (lo que obviamente es desaprovechar oportunidades externas), o bien se intensifica el proceso de liquidación de stock para obtener un aumento de la producción a expensas de la productividad. Ya hemos señalado en un punto anterior que ante períodos de alta demanda, los criadores suelen enviar animales de bajo peso a la faena. Entonces, para satisfacer el aumento futuro de demanda, la productividad del sector tendería a caer más. Cada vez sería necesario faenar un mayor número de animales para obtener la misma cantidad de carne. ¿Y cuál sería el efecto de la aceleración de la liquidación de stock? Un mayor aumento del precio del novillo que dejará a la Argentina definitivamente fuera de los mercados del circuito aftósico.

Ahora bien, esta situación es en extremo riesgosa, al punto de ubicar al sector ganadero en las puertas de una profunda crisis. En efecto, la conquista de mercados del circuito no aftósico jamás puede considerarse realmente definitiva pues siempre subsiste el riesgo de la aparición de un brote de aftosa. Incluso dos países que se caracterizan por sus estrictas regulaciones sanitarias han sufrido brotes de BSE. Japón (que aplica una política de "riesgo cero") registró casos de esta enfermedad en 2001 y Estados Unidos en 2003.

Entonces, si la Argentina no adoptara medidas para mejorar su productividad y se produjera un brote aftósico que derivara en un cierre de los mercados "de valor", el sector de la carne vacuna no sólo perdería todos los mercados del circuito no aftósico (275.000 toneladas en nuestro ejemplo) sino que tampoco habría mercados secundarios donde colocar esa producción.

El alto precio del novillo dejaría a la Argentina fuera del circuito aftósico y el único destino sería el mercado interno (que desde luego no podrá absorber el excedente sin que ello implique una significativa baja de precios). Esto llevará a la quiebra a numerosos frigoríficos y criadores. Entonces, en este escenario, la reproducción del stock se hará endógenamente y "a la fuerza". Los criadores que sobrevivan a la crisis, enfrentados a bajos precios, mantendrán el ganado en los campos para su reproducción (por el mecanismo expuesto en un punto anterior).

Ahora bien, no es necesario recurrir a un alto nivel de especulación para prever esta crisis. En efecto, esto es aproximadamente lo que ha ocurrido tras el descubrimiento de aftosa en 2001 (aunque en menor escala porque Argentina no se encontraba tan completamente volcada al mercado no aftósico como se supone en este ejemplo). En ese año, tras el reconocimiento de la enfermedad por parte del SENASA y la suspensión de envíos a todos los países del circuito no aftósico se registra una abrupta contracción de ventas externas que lleva el indicador de exportaciones sobre producción del 12,5% (enero 2001) a un valor inferior al 5% en apenas dos meses. Y el precio del novillo se derrumba de 0,81$ por kilogramo (noviembre 2000) a 0,62$ (noviembre 2001), es decir, un 25%.

Es de destacar que estas cifras se registraron con una relación entre exportaciones y producción de 12,5%, es decir con un mercado interno que seguía siendo por lejos el mayor comprador de la producción doméstica. Sin embargo, en la actualidad este indicador se encuentra en torno al 22% lo que ubica a la Argentina en posición notablemente vulnerable a un posible cierre de mercados.

Por lo tanto, este sencillo ejemplo nos muestra el gran riesgo que está asumiendo la política sectorial cuando se plantea por objetivo exclusivamente conseguir la reapertura de mercados externos sin acompañarla de medidas de fomento de la producción y la productividad. En otras palabras, el sector apuesta con que en el futuro ya no tendrá que competir vía precios en mercados del circuito aftósico sino vía calidad en Europa, Japón, Estados Unidos y el Sudeste Asiático. Y ya ha quedado demostrado el peligro que ello implica.

A continuación se complementará la proyección con un estudio de la dinámica del mercado interno que mostrará, desde un ángulo diferente, la necesidad de adoptar medidas para resolver los problemas de oferta.

B) Proyección de mediano plazo, importancia del mercado interno

En este punto, la anterior proyección podría ser criticada por basarse en un alto grado de especulación sobre el comportamiento futuro de ciertas variables. En efecto, podría objetarse que la Argentina nunca gozará de condiciones siquiera comparables a las australianas en el acceso a mercados del circuito no aftósico. Entonces, podría decirse que, de mantenerse las condiciones actuales de acceso, tal vez no resultaría difícil sostener un flujo de exportaciones en torno a las 400.000 toneladas que bastarían para cubrir las oportunidades externas brindadas por los mercados del circuito aftósico.

Sin embargo, el análisis anterior será ampliado con una proyección del mercado interno que revelará que, en base a los datos actuales de oferta, justamente la viabilidad económica de los frigoríficos exportadores depende de que se logre acceso a mercados del circuito no aftósico.

El INDEC estima que la población argentina alcanzará los 41,47 millones de habitantes en 2010 y 45,34 millones en 2020. Al mismo tiempo, se observa que el consumo per cápita de carne promedia 62,8 kilogramos entre 1998 y 2004 (valores particularmente bajos vistos desde una perspectiva histórica teniendo en cuenta que en la década del 70 alcanzaba casi los 80 kilogramos). A los efectos de brindar una proyección "conservadora", se supondrá que el consumo en los próximos años se ubicará en torno a los 62 kilogramos por habitante.

Entonces, en 2010, la demanda de carne en el mercado interno trepará a 2,571 millones de toneladas, es decir, prácticamente la totalidad de la producción actual lo que (en el poco probable escenario de que no hubiera incremento de precio doméstico) no dejaría saldo exportable. En 2020, la demanda interna llegaría a 2,81 millones por lo que la Argentina presentaría un déficit entre consumo y producción, es decir, debería convertirse en importadora (siempre manteniendo el nivel de consumo per cápita constante).

Datos de Argentina?s Beef Situation

En el gráfico, observamos las tendencias de producción y consumo. En la curva de producción se ha utilizado una función logarítmica a los efectos de representar las restricciones de oferta de los últimos años que tienden a estancar el producto. Al mismo tiempo, se ha graficado la tendencia de consumo en forma lineal pues, manteniendo el nivel per cápita constante, ésta depende sólo del crecimiento de la población.

Este ejemplo muestra claramente, y sin necesidad de realizar supuestos que podrían no verificarse, que en el mediano y largo plazo, el sector de la carne ni siquiera se encuentra en condiciones de satisfacer la propia demanda del mercado interno a un precio constante. Posiblemente el precio interno alcance valores tan elevados en un futuro no demasiado lejano que genere una reducción en el consumo por habitante, es decir, que se intensificará el proceso que ya ha comenzado a producirse en el 2002 y que ha llevado a un aumento del 80% en el precio al mostrador.

Por lo tanto, en base a las condiciones actuales de oferta, se infiere que la única forma de que Argentina aspire a convertirse en un actor importante en el comercio mundial de carne depende de una severa contracción de su consumo interno que libere recursos para la exportación. A efectos de comparación, ya se ha visto que dos países como Australia y Nueva Zelanda sostienen niveles de exportaciones superiores a las argentinas con una producción y un stock menores.

Sin embargo, la gran diferencia radica en su consumo interno de carne. Los australianos consumen 37 kilogramos anuales mientras que los neocelandeses, 27. Es decir, prácticamente la mitad que la Argentina. Por otro lado, su relación entre exportaciones y producción es de 64% y nada menos que 86% respectivamente contra un 22% actual para la Argentina (lo que ya de por sí constituye un valor elevado). Aquí puede apreciarse la enorme diferencia entre la estructura sectorial argentina por un lado y la australiana-neocelandesa por el otro. Mientras que en la Argentina, la producción se encuentra tradicionalmente asociada a la satisfacción del mercado interno, en Australia y Nueva Zelanda se encuentra vinculada a la exportación.

Entonces, incluso si se abrieran todos los mercados del mundo, de pretender la Argentina convertirse en importante exportadora de carne, la contracción del mercado interno debería ser tan profunda que implicaría un enorme aumento de precios para el consumidor doméstico. En efecto, de querer la Argentina alcanzar el nivel de exportaciones de Australia (1,26 millones de toneladas) a los valores actuales de producción y productividad, sería necesario que su relación entre exportaciones y producción trepara al 47%, un valor inédito en nuestro país. Al mismo tiempo, considerando la población estimada por el INDEC para 2005 (39.301.755 habitantes), dichas cifras sólo serían posibles con un consumo per cápita de 35 kilogramos, un valor tan bajo que jamás se ha registrado en la historia argentina (al menos desde que la Secretaría de Agricultura realiza estimaciones, es decir, desde 1914).

Por lo tanto, las pretensiones de ubicar a la Argentina en los primeros puestos de los países exportadores de carne carecen de asidero real pues implicarían una contracción del mercado interno de tal magnitud que tal vez se convertiría en políticamente insustentable. En otras palabras, si bien la Argentina produce un volumen de carne superior al de Australia, no habría aumento de productividad suficiente como para que nuestro país alcanzara el nivel de ventas del primer exportador mundial. El propio mercado interno impone un techo.

Sin embargo, la Argentina sí puede adoptar ciertas medidas que al menos permitan sostener en el tiempo un nivel de exportaciones como el actual a través de una expansión de la oferta y evitando así que sea el consumidor doméstico quien sufra las consecuencias.

V) El Plan Ganadero Nacional.

A la luz de las grandes oportunidades que brinda el mercado internacional a partir de 2002, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación ha elaborado un proyecto denominado Plan Ganadero Nacional con el objetivo de atacar las restricciones de oferta que limitan el aprovechamiento de dichas oportunidades así como reducir los riesgos descriptos en el punto anterior.

En vista a los problemas de productividad analizados, la producción de carne ha alcanzado un techo en torno a los 2,6 millones de toneladas lo que, como se ha señalado, resulta insuficiente para abastecer tanto al mercado interno como internacional a la tasa de exportaciones-producción tradicional del 15% (que en la actualidad ya se encuentra en el 22%).

Con unas oportunidades de exportación que crecen velozmente, la expansión de la producción ha adquirido un papel central. El Plan Ganadero Nacional se propone incrementar un 25% la producción de carne en los próximos diez años, es decir, pasar de los 2,6 millones de toneladas actuales a 3,25 millones, lo suficiente para abastecer a la demanda del exterior sin que ello implique un perjuicio para el consumidor local bajo la forma de un aumento de precios incluso superior al que ya se ha registrado en el período bajo estudio. Y los medios para cumplir con este objetivo consisten en impulsar la productividad sectorial atacando las causas de las insuficiencias de oferta que más arriba se han examinado.

A) Solución de los problemas de calidad.

Una de las principales restricciones que hoy enfrenta la carne argentina para conquistar mercados externos radica en un problema de calidad. En efecto, nuestro país aún no ha recuperado el estatus de "libre de aftosa sin vacunación" necesario para acceder a los mercados de valor. Si bien es cierto que muchos países utilizan medidas sanitarias como un modo de protección encubierta, también es cierto que en muchos otros casos, éstas responden a una intención genuina de preservar la salud de la población. Una sencilla demostración de esto último puede verse en el ejemplo de los Estados Unidos que mientras Argentina gozaba del estatus de "país libre de aftosa sin vacunación" permitía el ingreso de carnes frescas para interrumpirlo sólo al detectarse el foco de 2001.

Y un importante objetivo del Plan Ganadero consiste en que la Argentina recupere dicha categoría sanitaria. Por lo tanto, se propone fortalecer la labor de prevención de enfermedades del SENASA que actualmente certifica exportaciones por 15.000 millones de dólares (incluyendo otras producciones pecuarias) con un presupuesto de tan sólo 33 millones de dólares mientras que se estima que dicha tarea requiere un presupuesto de 100 millones de dólares para ser ejecutada eficazmente.

B) Solución al problema de reducción del stock.

Una de las principales causas de la reducción del stock de ganado se encuentra en el alto índice de faenamiento de hembras que actualmente ronda el 49%. Por lo tanto, una medida fundamental para una inserción internacional sustentable depende de la reversión de dicha tendencia.

Sin embargo, hemos advertido que el tipo de estructura microeconómica del eslabón de criadores les impide actuar coordinadamente ni acceder al financiamiento necesario para soportar el lucro cesante que implica la retención de vientres y hacer frente a los gastos que requiere la inversión en tecnología. El Plan Ganadero Nacional prevé dos mecanismos para detener la tendencia a la liquidación del stock.

En primer lugar, se proyecta aplicar una serie de incentivos y penalizaciones para evitar la liquidación de vientres tales como exenciones fiscales y créditos blandos para quienes se abstengan de faenar hembras. Al mismo tiempo, se proyecta penalizar a los productores que envíen a faena más de una cierta proporción de sus existencias.

Por otro lado, la tendencia a la reducción del stock también puede revertirse a través de la incorporación de tecnología. En 2002, se estimaba que la Argentina poseía 19,7 millones de "vientres" y 9,8 millones de terneras lo que arroja un índice de preñez del 49%. En otras palabras, de cada 100 vacas en condiciones de procrear se obtienen 49 terneros al año, un valor bajo si se considera que el stock futuro depende de este indicador.

El Plan Ganadero se propone llevarlo por encima del 60% lo que puede lograrse sin dificultad mejorando el manejo nutricional y sanitario mediante una inversión en tecnología. Se prevé otorgar créditos blandos para dichas inversiones y exenciones impositivas para ciertos bienes de capital e insumos necesarios para aumentar el índice de preñez.

C) Aumento del peso de faena.

Como se ha visto, el Plan Ganadero apunta a aumentar cuanto sea posible la productividad, es decir, la cantidad de kilogramos de carne extraídos por animal. Mientras mayor sea el peso del novillo, mayor será la cantidad de carne que podrá extraer el frigorífico. Y se ha señalado que la apertura de mercados externos ha conducido a una baja en el peso medio de faena hasta el bajo nivel actual de 434 kilogramos (considerando, por ejemplo, que en los Estados Unidos este indicador se encuentra en torno a los 530).

A los efectos de detener la tendencia a la baja de la productividad, el Plan Ganadero prevé otorgar subsidios y créditos blandos a los productores que se abstengan de desprenderse de animales jóvenes y de bajo peso.

D) Aumento del índice de extracción.

Otro problema al que nos hemos referido es el bajo índice de extracción que se registra en la Argentina. Dicho indicador mide la cantidad de animales faenados en relación con el stock nacional. Hoy se estima que la cifra se ubica en torno al 26%. Es decir que se faena el 26% del stock total de ganado por año contra el 38% de Estados Unidos y el 33% de Australia.

El desafío es, por lo tanto, aumentar el índice de extracción sin que ello implique faenar más hembras ni ejemplares de bajo peso. Este objetivo puede alcanzarse mediante la incorporación de tecnologías para lograr un engorde más veloz. El Plan Ganadero prevé una serie de estímulos para los criadores que realicen dichas inversiones.

VI) Conclusión

A modo de conclusión, realizaremos una breve recapitulación del camino recorrido. En primer lugar, se ha demostrado que en el período bajo estudio, el sector ganadero vacuno no ha podido aprovechar las nuevas oportunidades externas brindadas por la conformación de un tipo de cambio real competitivo y la reapertura de mercados externos. Durante el 2002, el aumento de las exportaciones se ha debido casi exclusivamente a la contracción del mercado interno. Durante 2003 y 2004, las ventas externas se han sustentado en las ganancias de competitividad de la devaluación.

Entonces, las exportaciones no sólo han reposado sobre factores coyunturales sino que también han desencadenado un proceso tendiente a la disminución de la productividad (de la que, en definitiva depende una inserción exitosa de largo plazo). Acto seguido, han sido identificadas las causas por las que el sector ha sido ineficiente durante el período como su estructura microeconómica, la baja productividad de los frigoríficos, las fallas en la intervención gubernamental, etc. Luego, se han presentado dos estimaciones para demostrar que el aparente auge exportador actual es insostenible incluso en el corto plazo en los propios términos que lo plantean algunos analistas del sector. Más aún, se ha visto que, de no adoptarse medidas urgentes para impulsar la productividad, la Argentina se encontrará en el mediano plazo en la situación de no tener saldo exportable (o, de abrirse los mercados del circuito no aftósico, exportar a expensas del consumidor nacional). Por último, se ha examinado en qué medida el gobierno ha tomado nota de la situación y ha formulado el Plan Ganadero Nacional para resolverla.

Es aún demasiado pronto para evaluar las probabilidades de éxito del Plan. Su fracaso posiblemente acabe por reeditar una historia ya conocida por los ganaderos: los ciclos de expansión y crisis. Por el momento, el comportamiento de las variables sectoriales se enmarca dentro de uno de los ciclos expansivos hacia afuera que se registran periódicamente cuando las oportunidades externas resultan favorables y a los que sigue invariablemente otro de crisis cuando el precio del novillo supera el límite de la competitividad externa de los frigoríficos. Ésta ha sido tradicionalmente la historia del sector.

Sin embargo, ciertos indicios sugieren que quizá esta vez la situación sea más grave. En efecto, observando el comportamiento de los indicadores en el largo plazo, la Argentina produce hoy, con una población de unos 37 millones de habitantes, aproximadamente la misma cantidad de carne que en 1963, cuando la población apenas alcanzaba los 22 millones. Y en esa época, el sector exportaba sin demasiadas dificultades unas 750.000 toneladas de carne mientras que hoy los analistas se trenzan en discusiones sobre por cuánto tiempo podrá sostenerse un nivel de 500.000.

De aquí surge claramente la necesidad del éxito del Plan Ganadero Nacional. El margen de error se achica año tras año. ¿Puede un país insertarse exitosamente en el mercado internacional con niveles de producción y productividad similares a los de cuarenta años atrás? La respuesta, al menos para el sector de la carne, es negativa. En vista del estancamiento sufrido en las últimas décadas, la Argentina ya ni siquiera se encuentra en condiciones de asegurar el abastecimiento futuro de carne para su propia población. Sin embargo, más allá de las implicancias económicas, del éxito del Plan Ganadero tal vez dependa que la Argentina siga ostentando con orgullo unos niveles de consumo de carne vacuna que la ubican por encima de muchos países desarrollados. Un fracaso del Plan, sin dudas hará que los brillantes augurios para el sector por la apertura de destinos internacionales, no sean más que fuegos de artificio.

PRECISIONES SOBRE BIBLIOGRAFÍA

Las fuentes bibliográficas específicas empleadas en realización de este estudio se encuentran consignadas en las notas más abajo. A nivel general, la información ha sido extraída de las siguientes fuentes:

  • La mayor parte de los datos estadísticos provienen de FAO, Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos, Mercado de Liniers, ONU e INDEC.
  • Informes Económicos Mensuales, Miguel Schiariti y Pablo Lara, publicados por CICCRA.
  • Noticias en los Mercados de la carne vacuna, publicados quincenalmente por la Dirección de Mercados Agroalimentarios, Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos.
  • Los datos sobre los frigoríficos se han extraído de informes elaborados por IICA, Banco Francés, Databank, Rabobank y la Universidad del CEMA (en las notas están los detalles específicos).
  • Se ha consultado una serie de artículos periodísticos extraídos de agrositio.com, Clarín, agroconnection y otros diarios en línea especializados en el sector agropecuario.

Por último, deseo expresar mi agradecimiento al Ing. Miguel Schiariti, presidente de CICCRA, por su colaboración en este proyecto.

 

Lic. Federico Ast

 

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