Apología de Sócrates. Ensayo y análisis de La Apología, Diálogos de Platón
Enviado por Claudia Elisa López Larenas
Sócrates vivió del 470 al 399 A. C. . Nació en Atenas, fue hijo de Sofronisco, un escultor, y de Fenareta, una comadrona y recibió una educación tradicional en literatura, música y gimnasia. Más tarde se familiarizó con la retórica y la dialéctica de los sofistas, las especulaciones de los filósofos jónicos y la cultura general de la Atenas de Pericles. Creía en la superioridad de la discusión sobre la escritura y, en virtud de esta convicción, pasó la mayor parte de su vida en los mercados y plazas públicas de Atenas, iniciando diálogos y discusiones con todo aquel que quisiera escucharle, y a quienes solía responder mediante preguntas. Creó así un método denominado mayéutica (o arte de "alumbrar" a las almas) a través de el lograba que sus interlocutores descubrieran la verdad a partir de ellos mismos. Según los testimonios de su época, era poco agraciado y de escasa estatura, lo que no le impedía actuar con gran audacia y dominio de sí mismo..
Sócrates fue obediente con respecto a las leyes de Atenas, pero en general evitaba la política. Creía que había recibido una llamada para ejercer la filosofía y que podría servir mejor a su país dedicándose a la enseñanza y persuadiendo a los atenienses para que hicieran examen de conciencia y se ocuparan de su alma. No dejó testimonios escritos de sus enseñanzas.
Aunque fue un patriota y un hombre de profundas convicciones religiosas, Sócrates sufrió sin embargo la desconfianza de muchos de sus contemporáneos, a los que les disgustaba su actitud hacia el Estado ateniense y la religión establecida. En el 399 a.C. fue acusado de despreciar a los dioses del Estado y de introducir nuevas deidades, una referencia al daemonion, o voz interior mística a la que Sócrates aludía a menudo. También fue acusado de corromper la moral de la juventud, alejándola de los principios de la democracia y se le confundió con los sofistas.
En su Apología de Sócrates, Platón recogió lo esencial de la defensa que Sócrates hizo de sí mismo en su propio juicio, y que se basó en una valiente reivindicación de toda su vida. Sus amigos planearon un plan de fuga, pero Sócrates prefirió acatar la ley y murió por ello. Pasó sus últimos días de vida con sus amigos y seguidores, como queda recogido en la obra Fedón de Platón, y durante la noche cumplió su sentencia, bebiendo una copa de cicuta según el procedimiento habitual de ejecución.
Sócrates ha llegado hasta el centro de la Asamblea, espera a que los jueces le den al palabra y se prepara para afrontar las acusaciones que ha recibido anteriormente. Sin embargo, él está tranquilo, porque sabe simplemente que la verdad está dentro de él, y que ninguno de sus acusadores tiene esa ventaja. Sabe, también, que los jueces que se encuentran frente a él son personas críticas e inteligentes, sin embargo, humanos al fin, son fácilmente impresionables e ingenuos ante el arte de la retórica. Pero Sócrates no se dispone a actuar de esa manera. A pesar de que está en peligro de ser condenado a muerte, no intentará en su discurso convencer a los jueces y sabios por medio de engaños. Pretende, por el contrario, abrirles los ojos a la verdad.
Al iniciar su discurso, ya ha comenzado por poner las condiciones necesarias para que su defensa sea comprendida y analizada como es debido. Expresa así el deseo de que se le escuche y se le mire como a un extranjero, con el cual se toman las consideraciones pertinentes para hacer caso omiso de su manera de hablar, si bien solo se atenderá a si lo que él dice es justo o no. Por otra parte, Sócrates pone en manifiesto desde sus primeras palabras el impacto que le han provocado las acusaciones antes mencionadas. De igual manera no desconoce que tiene dos clases de adversarios: los primeros representan el mayor peligro, ya que son los que se han encargado de moldear la opinión que el juzgado tiene desde hace largo tiempo con respecto a él. Los segundos son sus últimos acusadores, aquellos que han formado una serie de calumnias y de mentiras para reforzar las sospechas en su contra.
Puesto que Sócrates tiene que habérselas con dos suertes de taimados y astutos personajes, y además de que desconoce la identidad de los segundos ¿que es lo que debe hacer primero?
Lo que decide es tratar de probar el error de la primera acusación, hela aquí:
Sócrates es un impío, por una curiosidad criminal quiere penetrar lo que pasa en los cielos y en la tierra, convierte en buena una mala causa y enseña a los demás sus doctrinas.
Estas palabras, pertenecientes a Melito, uno de los acusadores de Sócrates, ya habían sido planteadas en la comedia de Aristófanes, en la que se pinta a Sócrates como un charlatán que pretende convertir las ideas malas en buenas e inculcarle además esto a la juventud. ¿Qué impresión habrá causado esta acusación en este último y en el juzgado, respectivamente? Colocándonos un momento en su lugar, lo más probable es que Sócrates se haya burlado interiormente de la infantil composición del anterior enunciado. Analicemos que éste lo primero que dice es que Sócrates quiere penetrar en las cosas del cielo, sin embargo, por otro lado, se le acusa también de no creer en los dioses de Atenas. Lo segundo es por demás un insulto a la dignidad de los allí presentes. ¿No es esto de "convertir en buena una mala causa" una de las últimas deformaciones que trajo consigo la introducción de la retórica?
La retórica al principio se identificó con el poder maravilloso del convencimiento, con la magia del lenguaje persuasivo , así como el rebuscamiento de las palabras que conseguía en el discurso una riqueza extraordinaria de formas y metáforas.
Podemos así observar como Gorgias de Leoncio consiguió en su función de embajador de no sólo convencer a Atenas de que participara en la lucha contra las ciudades jónicas, sino atraer la atención entera de los atenienses para aprender el nuevo arte de la retórica.
Pero aquello no estaba mal, lo que no concuerda con todo esto es que la retórica dejó de ser una ayuda para la vida política y se convirtió en instrumento del poder, adecuando el discurso y las palabras a toda ocasión, o "convirtiendo en buena una mala causa, y viceversa ". Y es precisamente de esto ahora que se le acusa a Sócrates.
El efecto de la cantidad de engaño presente aquí es que Sócrates comprueba que nunca se ha interesado por aquellas ciencias, y que eso cualquiera de los presentes lo ha podido observar cuando ha estado presente en la plaza pública o Ágora, que es en donde él pasa la mayor parte de su tiempo dialogando con las personas, poniendo en práctica sus métodos.
Pero el objetivo de Sócrates nunca fue enseñar, y esto hay que tenerlo muy claro, porque puede confundirse su capacidad de desarrollar la dialéctica con un método de instrucción. No es esto ni mucho menos, Sócrates lo aclara así en primera instancia cuando nos dice que es una falsedad si es que se había oído decir que el se dedicaba a la enseñanza y que además cobrara por ello.
Ejemplo de algunos que sí cobraran por ello, nos dice, son Gorgias de Leoncio, Hippias de Elea y Pródico de Ceos, los cuales tiene el poder de enseñar a los jóvenes, llamarlos a que se unan a ellos, y además conseguir su gratitud y su retribución monetaria.
Ahora la pregunta es: ¿está Sócrates en contra de las ideas de cada una de estos sofistas, o por el contrario, les apoya? podría decirse que en cuanto a sus doctrinas no tiene nada más que agregar. Aunque la escuela sofística y el periodo en que vivió Sócrates se desarrollan paralelamente, esto no significa que se parezcan acaso sus métodos de enseñanza. Son distintos, en primera porque aquel no era el objetivo de Sócrates. El principal es , como ya habíamos dicho, llegar a la verdad, y el de los sofistas es formar jóvenes aptos para la vida política, guiándolos por el camino del bien. Cabe aclarar en este punto que no nos referimos a los sofistas llamados "maestros del engaño", sino a los llamados "maestros del saber" .
El sofista Protágoras hace resaltar este punto cuando dice que al hecho de poder formar al perfecto ciudadano, al hombre íntegro en su composición espiritual, considera que debe dársele una paga que el estudiante mismo determinará al terminar la lección. Está considerado por parte de Sócrates que esto tiene una causa egoísta, sin embargo, el objetivo de Protágoras desde el punto de vista pedagógico concuerda en cierta manera con la virtud de Sócrates, veremos más adelante de que manera.
Sócrates no desconoce que la Asamblea entera se cuestiona acerca del origen de todas las acusaciones. Por eso, lo siguiente que explica es que esto es debido a que se supone que el posee algún tipo de sabiduría. La primera prueba de ello fue cuando visitó el oráculo de Delfos en compañía de su amigo Querefón. Este último le pregunta a la Pythia si existe un hombre más sabio que Sócrates, y ella le responde que no existe ninguno. ¿Cuál es la creencia de Sócrates con respecto a esta adivinación? pues duda acerca de su veracidad .
A continuación va a relatar como inició una investigación para comprobar su duda, y se dirige a la casa del hombre que se decía el más sabio de toda la ciudad. Al cuestionarle, se da cuenta de que este hombre no sabe nada, y sin embargo, cree saberlo todo. Lo deja en ridículo y se dirige al domicilio de un segundo, recibiendo el mismo resultado. Entonces, fue con los poetas, y les preguntó acerca del sentido de sus versos, dándose cuenta por su respuesta en que estas personas sólo escribían cosas bonitas como los adivinadores y no sabían lo que significaban, y su fuente de inspiración eran ciertos cambios efímeros en la Naturaleza. Con los artistas Sócrates creyó llegar al final de su búsqueda, estaba seguro de que ellos serían mucho más sabios que él, pero se decepciona al darse cuenta de su arrogancia en cuanto a su sabiduría, siendo que no lo eran.
Lógico es que después de ésta investigación Sócrates no recibió el resultado que esperaba, pero si ganó enemistades sólo porque les hacía ver a los demás que su creencia de que eran sabios de nada les servía si su único móvil era la ignorancia. Sócrates solo quiere convencerse de que él no sabe nada, de que él sólo es un ejemplo que ha enviado el Dios para demostrar que el más sabio es el que reconoce su ignorancia, y aquí es cuando nos dice por primera vez que el vive en una pobreza infinita. En cuanto a la juventud, ya hemos aclarado que Sócrates no enseñaba, sin embargo, al unirse a él ciertos jóvenes que gustaban de escucharle porque es claro que quieren conseguir lo mismo que él; y esto en manos de los acusadores sirve para decir que él los corrompe.
He aquí a los principales acusadores de Sócrates, los últimos: Anito, Melito y Licón. Melito representa a los poetas, Anito a los políticos y a los artistas y Licón a los oradores. Melito pues, acusa a Sócrates de "no creer en los dioses del estado, y de implantar unas nuevas deidades en forma de demonios. " Podríamos preguntarnos en primera instancia ¿que absurdo argumento es esto que pretende señalar a Sócrates como un hereje por no creer en los dioses, cuando no ha sido el primero en afirmar esto? Ya Protágoras nos había señalado una vez: "en lo tocante a los dioses, no puedo saber si existen o si no existen, ni que forma puedan tener, hay muchas cosas que impiden este conocimiento, como son la oscuridad del asunto y la brevedad de la vida humana"
Protágoras no se declara en contra de la religión, sino simplemente confirma su posición atea dentro del plano del pensamiento, pero esta es una opinión prácticamente de toda la aristocracia griega del siglo V. Desde Pericles hasta Sócrates, cada uno de ellos no acuden a los dioses de Homero para explicar y solucionar los problemas de la vida del hombre, sino se basan en la razón.
Sócrates, con sólo haber escuchado una vez esta acusación, ya tiene las armas suficientes para debatirla. Sólo le bastó analizarla rápidamente para darse cuenta de la falacia que sustentaba este argumento.
Entonces llama con seguridad a Melito, y lo primero que le pregunta es, que si su posición ya ha quedado afirmada, y le preocupa sobremanera la educación de los jóvenes, ¿quién es la persona que los puede hacer virtuosos?
Inteligente e inesperado es este primer cuestionamiento que Sócrates plantea a Melito, que no esperaba obtener a su acusación una respuesta como ésta. (¿Cómo saber que Sócrates, en vez de concentrarse en su justificación, habría de contestar con una interrogante?) Precipitadamente contesta que las leyes, y al continuar recibiendo la misma pregunta, responde que los jueces. Sócrates sigue insistiendo en que si los jueces, la asamblea entera, hasta que lleva a Melito a enredarse en su misma acusación, porque ¿puede sólo una persona echar a perder a los jóvenes dentro de una sociedad y todos los demás hacerlos mejores? (¡que ventaja si así fuera!)
Sócrates prosigue, sabe que Melito caerá en cualquier momento y le pregunta que si no es cierto que los hombres de bien provocan en los que los rodean lo mismo y los pícaros lo contrario. Melito responde afirmativamente y Sócrates le pregunta si cree que él lo hace concientemente o sin quererlo. Melito responde con la primera opción y Sócrates desvanece finalmente su argumento al afirmar si lo cree lo demasiado tonto como para estar incitando al mal a los jóvenes cuando sabe que si lo hace después recibirá una paga semejante.
En un último análisis Sócrates cuestiona a Melito acerca de su última acusación, la de inducir a la juventud a no creer en ningún dios y a enseñarles nuevas divinidades (demonios). Melito responde que lo acusa de no creer en ningún dios, porque afirma que Sócrates cree que el sol es una piedra y la Luna una tierra. Indudable es que con esto, acabó por poner en ridículo su argumento, ya que, como Sócrates le responde, no ha sido él el primero en decir esto, sino el filósofo Anaxágoras.
Además, hace ver como el joven Melito se contradice (y esto es el núcleo a simple vista indetectable de la falacia), que Sócrates no cree en los dioses y al mismo tiempo cree. Pues ¿qué son los demonios sino hijos desterrados, bastardos, de los dioses, que ser revelaron contra ellos y que ahora ocupan su polo opuesto ? ¿Pueden acaso existir cosas humanas sin haber hombres? ¿mulos nacidos de caballos y asnos y sin embargo no existir caballos ni asnos? Es absolutamente absurda esta acusación y por lo tanto, dice Sócrates, carece de fundamento.
En el anterior diálogo entre Sócrates y Melito vemos la acción y el método de Sócrates por completo porque ¿acaso fue Sócrates el que dijo todo para comprobar la mentira del argumento? ¿acaso expuso tan siquiera sus ideas? ¿se defendió con argumentos igualmente falsos? nada de eso hizo, sólo se conforma con aplicar su método dialéctico , y comprobar hasta que punto llegaba la ignorancia de este hombre.
Sócrates sabe en este momento que no hay quien se deje de preguntar si el riesgo por realizar su tarea era tal , porque no la ha abandonado. Para él no existe esto, pues privarle del derecho de filosofar sería tanto como privarle del derecho de vivir, pues, según sus propias palabras, una vida sin reflexión es una vida que no merece ser vivida.
Sócrates cree firmemente que el Dios del oráculo le ha encomendado una misión, y esa misión es ir en busca de la verdad y ayudar a las personas a encontrar su verdad, además Sócrates no le teme a la muerte ¿por que ha de hacerlo, si es algo que le es desconocido? por lo tanto no puede elaborar aún un juicio para decir si es buena o es mala, el por lo tanto no puede temerle como si tuviera la certeza de que es algo malo; pero si tiene la certeza de que algo si lo es, es seguro que va a huir de ello.
¿Por qué Sócrates plantea esto? por que para él el hombre por naturaleza actúa de la manera correcta si conoce las cosas, si conoce algo que es bueno, obrará por consecuencia, nadie es malo concientemente, sólo lo es por la ignorancia. A continuación Sócrates afirma lo que ya antes habíamos entendido: que prefiere morir antes que filosofar, esta labor incesante, ardua, y laboriosa que le conlleva buscar respuestas en el alma de cada ser humano, es lo que le sostiene y es su principal motivo para vivir, por ello se sorprende ante la ignorancia, y por ello les habla a los jueces acerca de cultivar su alma, pues: "¿cómo no te averguenzas de no haber pensado más que en amontonar riquezas, en adquirir créditos y honores, en despreciar los tesoros de la verdad y de la sabiduría y en no trabajar para hacer tu alma tan buena como pueda serlo? "
Una de las máximas de Sócrates se alza en este reclamo, en esta voz que se atrevió a levantarse contra los jueces y a reprocharles acerca de su conducta materialista, para Sócrates la tarea fundamental del hombre es el cuidado del alma. Mientras que el hombre se preocupe por los bienes materiales, la fama, la fortuna, el éxito social y la riqueza, pero sea pobre de espíritu, su vida tendrá siempre el velo de la ignorancia que le estará cegando, esta vida será así vacía porque no utiliza a la razón y la virtud.
Sócrates prosigue, y le pide a la asamblea y a los jueces que se calmen y lo escuchen con calma y con serenidad como la había pedido en un principio, los jueces para este momento están alterados, les ha desconcertado demasiado que un hombre, y más aún, un acusado por un grave delito les hable de esta manera.
Pero Sócrates habla de que el mayor mal no será para él al fin y al cabo, pues lo que hace Anito sí es digno de repudio, pues se ensaña en que muera un hombre justo. Sócrates está convencido de que si el muere no habrá otro en Atenas que tenga la capacidad para indagar y continuar la tarea que él desarrollaba. Sócrates siempre estaba en busca de algo, siempre se consideraría según sus propias palabras como un tábano que aguijoneaba a los demás, siempre son nuevas preguntas, con nuevas formulaciones, con nuevas críticas, para hostigar, para avivar y excitar la mente de cada persona, para no dejarlos descansar, para que siempre, y en todo momento, la reflexión formara parte de sus vidas. El encargo divino que le han encomendado no cesará hasta que el muera, y muerto él, no habrá quizá nadie que pueda abrir los ojos de los que no quieran ver.
Las acusaciones que recalca Anito contra él ni siquiera se pueden basar en que Sócrates cumpla su mandato divino lucrando con ello, porque él tiene para probarlo que es pobre y que ha dejado sus intereses, y hasta el cuidado de sus bienes para ayudar a las demás personas.
¿Por qué si tiene ese mandato sobrehumano no actuado nunca para beneficio de la Ciudad en una asamblea, colaborando en asuntos políticos?
Aquí es cuando Sócrates habla por vez primera de aquel demonio familiar, aquella voz dentro de su conciencia que siempre, ya cada momento de su vida, desde que fue niño, siempre le fastidiaba, le hostigaba para que abandonara tal o cual decisión . Esta voz siempre le detuvo, pues, cuando Sócrates pensó en entrometerse en la política, y él piensa que tuvo razón, porque indudablemente su tarea nunca hubiera sido semejante a la que realizaba, el tiene la creencia de que un hombre no puede realizar un beneficio importante dentro de su ciudad si hace esto último.
Como prueba de ello, Sócrates relata como, cuando llegó a ser Senador dentro de la tribu Antióquida, se encontraba en Pritaneo cuando se creyó necesario realizar un juicio en contra de 10 generales que no habían enterrado los cuerpos de los ciudadanos muertos en Arginusas. Sócrates fue el único que se rebeló ante sus compañeros cuando se estaba cometiendo esta violación de las leyes, y no le interesó que ninguno de ello le apoyara o que todos creyeran conveniente esta injusticia, pues el no la iba a permitir mientras estuviera en sus manos oponerse.
Aquí está es ejemplo de cómo Sócrates no se interesaba nunca por obtener popularidad a través de sus discursos y de sus argumentos, cosa que podemos encontrar en la retórica de los sofistas . A Gorgias, por ejemplo, poco le importaba si pasaba por encima de la justicia, si la pisoteaba a caso, pues mientras se obtuviera éxito con el público esto no importaba en absoluto. Para Sócrates, la justicia se antepone a toda consideración, sin tener en cuenta las consecuencias, el éxito o el fracaso, inclusive la vida del orador.
Por ello precisamente no ha querido mezclarse con los asuntos de la república, por que sabe que si lo hubiera hecho, muy probablemente ya no seguiría con vida. Posteriormente Sócrates vuelve a confirmar que su oficio nunca ha sido la enseñanza, y que por lo tanto las consecuencias que se le imponen por hacer esto no proceden porque la gente lo escucha y lo sigue por voluntad propia, ya que se interesan por sus métodos y su sabiduría.
Sócrates no tiene nada que temer acerca de las acusaciones que se le imponen , y de hecho nunca la ha tenido, tiene suficientes testigos para probarlo y les hace vera los jueces que si él corrompiera a los jóvenes como Melito dice, sus hermanos, padres o parientes allí presentes se levantarían en contra suya y le hubieran acusado de haber corrompido a sus hijos. A cada uno los va mencionando, a los respectivos jóvenes que se relacionan con él y a sus padres, y entre ellos resaltan los nombres de Platón y de Apolodoro. Todos ellos estaban dispuestos a defender a Sócrates. y, como el dice, si acaso fuera cierto lo que dice Melito, podría valerse de la acusación de alguno de ellos, pero no puede, porque todo lo que ha dicho es mentira. También sabe, estarían dispuestos a defenderlo sus hijos, que son tres, dos niños y un adolescente, y sin embargo no quiere hacerlos comparecer allí.
La razón es muy sencilla: es humillante que el recurra a tales artificios para salvar su vida, con la edad con la que cuenta y los cargos de los que se le acusa, no hará nada de esto porque entonces ¿en dónde dejaría el cumplimiento hacia las Normas de Atenas? ¿En donde quedaría su dignidad, como otros que había visto que se las daban de sabios, y habían recibido grandes condecoraciones y honores, y al ser juzgados de rebajaban a la posición de ponerse a lloriquear y a implorar al juzgado que les perdonara la vida, y si los jueces permiten esta clase de escenas es que están su bajando a su ciudad al perdonar a individuos como aquellos en vez de aplicarles la sentencia. Es así como Sócrates pone en manifiesto nuevamente su filosofía, su manera de pensar. El sueño hasta ahora era obtener un éxito político permanente, Sócrates no se preocupa por ello, sino por implantar un nuevo tipo de pensamiento que no sólo englobaba la conducta frente a la política o a la sociedad, sino a toda la vida del hombre en general, y principalmente su conducta y sus valores éticos. La moral cambió a Sócrates por la ética permanente, aquella que se aplicaba a toda la existencia , la psyche por encima de los bienes del cuerpo y la fortuna.
Cuando Sócrates terminó su defensa , de los 556 jueces que eran, 275 votaron a favor y 281 en contra. Sócrates es condenado por una mayoría de 6 votos, pero les hace ver que no le sorprende el fallo dado porque ya estaba preparado, y sabe que debe imponerse una condena. El así, no se considera digno más que de un gran bien, y esto no es una gran mentira, ni una arrogancia como seguramente lo tomaron los jueces que votaron en su contra, sino solamente la aplicación de la justicia. Si Sócrates ocupó su vida para el beneficio de los demás, si siempre se preocupó por que cultivaran su mente y su espíritu y cultivaran su alma, alejándose de la codicia de los objetos materiales y las riquezas, si nunca se integró a una cábala o conjuración, si nunca hizo el daño a nadie, es digno entonces solamente de ser alimentado en el Pritaneo.
No se juzga digno de ninguna pena más, ni siquiera del destierro, por que sabe que si los atenienses no han soportado sus conversaciones y sus ideas, estando en otra ciudad ¿que haría el cuando lo volvieran a acusar de corromper a la juventud? Tal vez pensarían los jueces que le sería posible callar y no filosofar más, pero dada la posición de Sócrates, esto es prácticamente imposible. Con su método de preguntas y respuestas, esto es lo que ha hecho siempre:
Sócrates conmueve a sus interlocutores y les obliga a seguir buscando la verdad y que encuentren un sentido racional en sus vidas. Esto es lo que define a Sócrates, lo que lo diferencia de todos los demás: es implacable, sin aceptar excusas, ni compromisos, Sócrates pregunta y muestra cuan insuficientes son las respuestas.
Protágoras de Abdera, Hippias de Elea y todos los demás sofistas se concentran en alcanzar la virtud política dentro del hombre, esta virtud era buena y se encontraba naturalmente en cada uno de los seres humanos, era e el llamado "areté" "excelencia política", el perfeccionamiento del arte de la oratoria, de la retórica y del discurso, para que el estudiante perfeccionara el arte de hablar en público y de convencer a su auditorio, actuando lo mejor posible de acuerdo a las circunstancias. Pero Sócrates se preocupaba por saber cual era la esencia verdadera de este "areté" y cual era la esencia de otros valores, como por ejemplo el valor, la templanza, la piedad.
Ya mencionamos que después sobrevendría el inmoralismo dentro de la enseñanza sofísitca, y el papel de el filósofo se corrompería y se transformaría en el de retórico, su principal función era dominar a la asamblea por medio de la palabra. Esto lo podemos observar en la aberración de Discursos Dobles, texto que se atribuye a un discípulo de Protágoras, en el que se aplican esquemas axiológicos de ambivalencia de cada asunto para recibir el apoyo o la crítica según correspondiera. Así, el papel del orador se transformaba y con este era el instrumento perfecto para cambiarlo todo si así convenía, lo justo a injusto, la blanco a negro, etc.
Los "maestros de la virtud" se preocupaban para que sus discípulos estuvieran preparados para recibir el éxito dentro de un mundo de opiniones preestablecidas, dentro de la cual ya existía un doxa definido, Sócrates plantea otro objetivo desde un principio y este es descubrir que es y cómo es cada hombre, cual es su bien real, que son las virtudes y los vicios de verdad y cual es el mejor camino para llegar a la felicidad verdadera, no se sujeta a ningún doxa ni opinión social, pues a Sócrates poco le importa la opinión de la gente ni los valores tradicionales. Ya ha quedado claro con su actitud frente al juzgado, y en su relato de lo que ocurrió en sus intervenciones políticas : para él lo verdaderamente importante es sólo ser justo teniendo en las manos un conocimiento verdadero.
Frente a los sofistas Sócrates reconoce no saber nada y su afán por conocer constante. A contrario de él, Protágoras se declararía a si mismo como el primer Sofista ( el poseedor de la sophia.-sabiduría) y su habilidad como profesional para desempeñar su trabajo.
Pero volvamos a la última parte de la defensa de Sócrates, y veamos que es lo que ocurre cuando éste decide imponerse la pena de multa, pues sabe que sus discípulos Plátón, Cristóbulo y Apolodoro pueden pagar con 30 minas para liberarlo de otra condena. Pero el juzgado delibera ante esta actitud y rechazan esta decisión: Sócrates es condenado a muerte.
En este punto es cuando Sócrates se abre y declara lo que hemos sabido desde un principio: que no se ha defendido con palabras engañosas y no se ha valido de las artes de su elocuencia simplemente porque no se rebajó ante los jueces. Les dice algo que no constituye más que su pensamiento y es que les hubiera encantado verlo humillado, suplicando y llorando por que le perdonaran la vida pero Sócrates responde:
Quiero más morir despúes de haberme defendido como me he defendido que vivir por haberme arrastrado ante vosotros
El ideal del pensamiento socrático : Conócete a ti mismo, presente aquí y siempre en todos los argumentos de Sócrates. El sabe que está siendo condenado injustamente, no tiene por que aceptar lo contrario y pedir clemencia por un delito que no cometió, como ya lo había afirmado. Conocerte a ti mismo representa velar por tu alma, y esto a su vez significa siempre estar en busca de los valores auténticos y puros de la vida humana, y uno de esos valores es, precisamente, la dignidad.
Sócrates sabe que sus acusadores, los que lo han condenado, sufrirán así más que él, que está condenado a muerte, porque la verdad los condena por su propio peso, y, en cuanto a lo que sucederá después de su muerte, advierte que muchos y en gran número se rebelarán contra el Estado, y que sobrevendrá sobre de él un castigo peor que el que le han impuesto.
La única vía para contener esta amenaza será escuchar los consejos de estos hombres y hacerse mejor, en vez de matar a uno más.
Sócrates, por último, antes de ser conducido a su destino, se da la oportunidad de conversar un momento con los jueces que han creído en él y han votado a su favor. Les relata que le ha sucedido algo maravilloso aquel día, pues la voz de su demonio familiar no se había hecho presente ni le había hablado. ¿Por qué? porque Sócrates dice que hay indicios de que su condena resulta así un bien, ya que la muerte, o una de dos: o es un absoluto anonadamiento y una privación de todo sentimiento, o es un tránsito del alma de un lugar a otro. De cualquier manera para Sócrates sobreviene un bien infinitamente mayor que encontrarse vivo. El está convencido de que no le espera ningún mal al hombre de bien antes y después de su muerte. Por último, pide a estos jueces que cuando sus hijos sean mayores, los hostiguen y atormenten como el los ha atormentado a ellos, conduciéndoles a la verdad y avergonzándoles si prefieren las riquezas a la virtud, porque así es como él actuado con ellos.
He aquí la defensa de Sócrates, la última lección ética que nos ofrece el filósofo, sus dos legados más importantes: el primero es el valor infinito del alma y el cuidado que por ella había que tener, por sobre todas las cosas; el segundo el segundo es el del verdadero bien de la justicia como excelencia del alma, anteponiéndose a todo y de manera incondicional.
- Gómez Robledo, Antonio, Platón, los 6 grandes temas. Ed. Fondo de Cultura Económica, México 1982
- Camps, Victoria, Historia de la Ética, Ed. Crítica, Grijalbo, España, 1988
- Grenet, Paul Bernard. Historia de la Filosofía Antigua. Ed Herder, Barcelona, 1980.
Autor:
Claudia Elisa López Larenas
Categoría: Filosofía, Ética