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Saulo de Tarso (página 2)

Enviado por Agustin Fabra


Partes: 1, 2

Podemos distinguir las etapas de esta evolución recorriendo sus diversas cartas en orden cronológico, mejor aún que en base a Canon del Nuevo Testamento, donde están ordenadas por su extensión decreciente.

Tesalonicenses: Las primeras cartas están dirigidas a los Tesalonicenses, evangelizados por Pablo entre el otoño del 49 hasta la primavera del 50 en el curso de su segundo viaje (Hechos 17:1-10). Obligado por los ataques de los judíos a salir para Berea, desde donde llegó a Atenas y Corinto, de esta última ciudad con seguridad escribió la primera Carta. Silas y Timoteo están con él y las buenas noticias traídas por este último después de una segunda visita a Tesalónica, sirven de ocasión a Pablo para desahogar su corazón (1 y 3). Siguen algunas exhortaciones prácticas, entre las que se incluye una respuesta respecto de la suerte de los difuntos y de la Parusía de Cristo (4:13 y 5:11).

La segunda Carta a los Tesalonicenses, escrita algunos meses más tarde también en Corinto, contiene además de exhortaciones prácticas, nuevas instrucciones sobre la fecha de la Parusía y los signos que la han de preceder (2Tesalonicenses 2:1-12). La Segunda carta presenta sorprendentes semejanzas literarias con la Primera, hasta el punto de que se consideraba esta Segunda carta como la obra de un falsario que se habría inspirado en Pablo imitando su estilo. Pero resulta difícil comprender el motivo de tal falsificación, y es mucho más sencillo pensar que el mismo Pablo, queriendo corregir algunos aspectos de su enseñanza escatológica mal comprendidos (1Tesalonicenses 5:2-9), haya escrito esta segunda carta repitiendo las fórmulas de la primera. Ambos escritos no se contradicen, sino que se complementan. Y su autenticidad queda asimismo bien testificada por la antigua tradición de la Iglesia.

En esta primera etapa de su apostolado el pensamiento de Pablo aparece enteramente centrado en la resurrección de Cristo y en su venida gloriosa, que traerá la salvación a los que hayan creído en El, aún cuando hubieran ya muerto (1Tesalonicenses 5:1-18). Describe esa venida gloriosa según las tradiciones de la apocalíptica judía y del cristianismo primitivo. Conforme a las enseñanzas de Jesús, ora con insistencia ante la inminencia imprevisible de esa venida, que exige vigilancia permanente, hasta el punto de producir la impresión de que él y los demás lo verán en vida, aunque ya sabe que previamente habrá algunos signos. Estos ya no son tan claros en la actualidad como lo fueron entonces. En cuanto al obstáculo "que ahora le retiene" (2Tesalonicenses 2:6), Pablo se refiere a la Parusía, aún cuando se desconoce cuál era el motivo, pero parece ser que los destinatarios de la carta captaba la alusión al retraso, aunque ahora para nosotros represente un enigma.

Corintios: Mientras escribía 1 y 2Tesalonicenses Pablo evangelizó Corinto durante más de

18 meses; desde la primavera del 50 hasta finales de verano del 51. Según su costumbre de actuar en los grandes centros, quería implantar la fe de Cristo en aquel famoso puerto densamente poblado, y desde el cual podría difundirse por todo Acaya. De hecho logró fundar ahí, sobre todo en las capas modestas de la población, una floreciente comunidad. Pero esa comunidad era un foco de cultura griega, donde chocaban corrientes muy diversas de pensamiento y de religión. El contacto de la tierna fe cristiana con aquella capital del paganismo, tenía que plantear para los neófitos muchos problemas delicados, que Pablo trata de resolver en las dos cartas que escribe a los corintios.

A pesar de algunos puntos dudosos, la génesis de estas dos cartas es bastante clara. Durante una estancia suya en Éfeso de algo más de dos años, algunos problemas planteados por una delegación de los corintios más otras informaciones recibidas por medio de Apolo, impulsaron a Pablo a escribir una nueva Carta (la 1Corintios) , alrededor de la Pascua del 54. Poco después debió producirse en Corinto algún tipo de crisis, en la que probablemente debió de intervenir Timoteo, y que le obligó a hacer una visita rápida y enojosa, en el curso de la cual prometió volver pronto. Pero de hecho no volvió y sustituyó la visita por una carta severa, escrita con muchas lágrimas (2Corintios 2:3-9), que produjo un efecto saludable. Este buen resultado lo supo Pablo por Tito en Macedonia, después de haber salido de Éfeso a consecuencia de crisis muy graves ocurridas, cuya naturaleza desconocemos. Entonces Pablo escribió las dos partes de 2Corintios, en la primavera y el verano del 55. Luego iba a pasar por Corinto para ir de allí a Jerusalén, donde fue encarcelado.

Algunos opinan que 2Corintios sería una recopilación de varias cartas (hasta cinco) remitidas por Pablo a Corinto en circunstancias diversas. Hay también quien asevera que los capítulos 10 al 13 no pueden ser continuación del 1 al 9 porque es psicológicamente imposible que Pablo pase tan bruscamente de celebrar la reconciliación expuesta en los capítulos 1 al 9, a la amonestación severa y las justificaciones irónicas de los capítulos 10 al 13. Se supone que los capítulos 10 al 13 podrían deberse al deterioro de la situación en Corinto después del envío de los primeros capítulos.

Si estas cartas ofrecen noticias de gran interés sobre el alma de Pablo y sobre sus relaciones con sus convertidos, no es menor su importancia doctrinal. Encontramos en ellas, principalmente en 1Corintios, informaciones y decisiones sobre muchos problemas cruciales del cristianismo primitivo, tanto en su vida interior como en sus relaciones con el mundo pagano. Lo que hubiera podido quedar en un simple caso de conciencia o en unas instrucciones litúrgicas, da pie al genio de Pablo para exponer puntos de vista profundos sobre la verdadera libertad de la vida cristiana, la santificación del cuerpo, la primacía de la caridad y la unión con Cristo.

La defensa de su apostolado le inspira páginas espléndidas sobre la grandeza del ministerio apostólico y el ideal de la unión entre las iglesias. La perspectiva escatológica está siempre presente y ocupa toda la exposición sobre la resurrección de la carne. Pero en lugar de las descripciones apocalípticas de las dos cartas a los tesalonicenses, las sustituye una discusión más racional que justifica esa esperanza en una vida mejor, difícil para la mentalidad griega. Esta adaptación del Evangelio al mundo nuevo en el que va penetrando, se manifiesta sobre todo en la contraposición de la locura de la Cruz a la sabiduría helénica.

A los corintios, que se hallan divididos contraponiendo a sus diversos maestros y sus respectivos talentos humanos, Pablo les recuerda que sólo hay un Maestro: Cristo, un solo mensaje: la salvación por la cruz, y que esa es la verdadera Sabiduría (1Corintios 1-10 y 4:13). Así, forzado por las circunstancias y sin renegar de las perspectivas escatológicas, se ve obligado a insistir más y más en la vida cristiana, como unión con Cristo en el verdadero conocimiento de la fe.

Gálatas: Las cartas a los Gálatas y a los Romanos abordan el mismo problema; la primera, como reacción inmediata provocada por una situación concreta; la segunda como expresión más serena y más completa que pone en orden las ideas suscitadas por la polémica. Este estrecho parentesco entre las dos Cartas es una de las mayores razones que desaconsejan fechar la composición de Gálatas en los primeros años de Pablo, incluso antes de la asamblea de Jerusalén. Cuando él menciona a los Gálatas se refiere a los habitantes de Galacia y también a los licaonios y a los pisidios evangelizados en el primer viaje misionero, ya que hay que recordar que Licaonia y Pisidia estuvieron políticamente vinculadas a Galacia desde el 25 a.C. Esta carta pudo haber sido escrita en Éfeso e incluso en Macedonia entre el 54 y el 55.

Romanos: Esta Carta es algo posterior. Pablo se halla en Corinto (invierno 55-56) y a punto de partir para Jerusalén, de donde espera ir a Roma y de ahí a España (Romanos

15:22-32). Pablo no ha fundado la iglesia de Roma, respecto a la cual se halla

medianamente informado quizás por Aquila. Las pocas alusiones contenidas en su carta únicamente dejan entrever una comunidad en la que los convertidos del judaísmo y de la gentilidad están expuestos a despreciarse mutuamente. Por eso cree conveniente enviar con su protectora Febe, de la Iglesia de Cencreas (Romanos 16:1), una carta en la que expone su solución de ese problema para los judeo-cristianos, tal como lo acaba de madurar bajo los impactos de la crisis gálata. Para ello retoma las ideas de Gálatas, pero de una forma más ordenada y matizada. Si Gálatas representa un grito salido del corazón lleno de vehementes advertencias, Romanos por su parte ofrece una exposición ininterrumpida, con algunas grandes secciones que se entrelazan armoniosamente por medio de temas que se anuncian anticipadamente para ser luego desarrollados.

Nadie ha discutido la autenticidad de la carta a los Romanos, aunque la cuestión es si los capítulos 15 y 16 son una añadidura posterior. El 16, con sus numerosos saludos, parecía haber sido primitivamente una nota destinada a la Iglesia de Éfeso, ya que Pablo nunca enviaba saludos a personas de comunidades en las que él no había trabajado. La lista de nombres del capítulo 16 indica que el escrito iba dirigido a una iglesia que Pablo no había fundado, lo cual excluye que el destinatario sea la iglesia de Éfeso. Las características de su estilo literario constituyen motivo suficiente para rechazar su autenticidad.

Mientras las cartas a los Corintios contraponían el "Cristo Sabiduría de Dios" a la vana sabiduría del mundo, las cartas a los Gálatas y a los Romanos contraponen el "Cristo Justicia de Dios" a la justicia que los hombres pretendían conseguir por sus propios esfuerzos. En Corintios el peligro provenía del espíritu griego, con su orgullosa confianza en la razón, pero en Gálatas y Romanos proviene del espíritu judío, con su orgullosa confianza en la Ley. Algunos judaizantes vinieron a decir a los fieles de Galacia que no podían salvarse si no practicaban la circuncisión, poniéndose así bajo el yugo de la Ley judía. Pablo se opone con todas sus fuerzas a ese retroceso, que haría inútil la obra de Cristo. Pablo considera que la Ley de Moisés, buena y santa en sí misma, hizo que el hombre conociera la voluntad de Dios, pero sin comunicarle la fuerza interior para cumplirla; por lo mismo solamente consiguió hacerle consciente de su pecado y de la necesidad que tiene de la ayuda de Dios, que acaba de ser concedida en Cristo Jesús.

El hombre, unido por la fe y animado de su Espíritu, recibe ya gratuitamente la verdadera justicia y puede vivir según la voluntad divina. Es cierto que su fe ha de florecer en obras buenas, pero ya no son las obras de la Ley, sino obras realizables por todos los que creen, aún cuando hayan venido del paganismo. Así pues, las directrices mosaicas han caducado ya y los judíos que siguen aferrados a la Ley, se colocan fuera de la salvación. En adelante, los fieles de Cristo, sean de origen judío o gentil, deben estar totalmente unidos en la caridad y en la ayuda mutua. Esas son las perspectivas que, esbozadas en Gálatas, se amplían en Romanos: estamos salvados en la esperanza, ya que Cristo vive en el que cree en El.

La carta a los Romanos representa una de las más bellas síntesis de la doctrina paulina, aunque no contiene toda su doctrina, para lo cual debemos tomar en cuenta las demás Cartas a modo de complemento.

Filipenses: Filipos, importante ciudad de Macedonia y colonia romana, había sido evangelizada por Pablo con ocasión de su segundo viaje (otoño 49 al verano del 50). Volvió a pasar por ahí en dos ocasiones en el transcurso de tercer viaje (invierno 54-55 y en la Pascua del

56). Los fieles que ganó ahí para Cristo dieron muestras de un tierno afecto por Pablo enviándole socorros a Tesalónica y luego a Corinto. Y cuando Pablo les escribe lo hace precisamente para agradecerles esas ayudas que acababa de recibir por medio de su delegado Epafrodito, y les da muestras de una confianza muy particular.

Pablo está preso en el momento en que les escribe, pero sorprenden las frecuentes y fáciles relaciones que los Filipenses tienen con Pablo y con Epafrodito, que estaba junto a él por entonces.

Este escrito es poco doctrinal; es más bien una efusión del corazón, un intercambio de noticias y, más aún, un llamamiento a la unidad por la humildad que proporciona el admirable pasaje sobre la humillación de Cristo (Filipenses 2:6-11), lo cual nos ofrece un testimonio de gran valor sobre la fe primitiva.

No se duda de la autenticidad de Filipenses, pero su unidad ha sido puesta en entredicho ya que podría ser el resultado de la agrupación de tres cartas. La distribución más probable es la siguiente: Carta A: 4:10-20 / Carta B: 1:1 y 3:1 y 4:2-9 y 4:21-23 / Carta C: 3:2 y 4:1.

La carta A, anterior a las otras dos, habría sido enviada al recibir la ayuda traída por Epafrodito. La Carta C es la última; es una dura polémica contra los misioneros judeo- cristianos, de los que no hay ninguna huella en la carta B. La B es una serena invitación a la unidad y a la perseverancia, y a dar testimonio decidido de la verdad.

Efesios y Colosenses: Las Cartas a los Efesios y a los Colosenses forman un grupo muy homogéneo: idéntica misión de Tíquico en Colosenses 4:7 y en Efesios 6:21, y sorprendentes semejanzas de estilo y de doctrina entre ambas cartas. Pablo se halla todavía preso y esta vez todos los indicios apuntan a Roma como lugar de su cautiverio. Por lo demás, el progreso de la doctrina y el cambio de estilo exigen cierta distancia entre Efesios Y Colosenses y las epístolas mayores (Colosenses, Gálatas y Romanos).

En el intervalo ha surgido una crisis: Epafras, su representante apostólico, ha venido de Colosas, que no fue evangelizada por Pablo, trayéndole informes alarmantes. Nada más enterarse, Pablo responde con la Carta a los Colosenses que entrega a Tíquico. Pero la reacción suscitada en su espíritu por el nuevo peligro le hace ahondar más su pensamiento, y así como Romanos le había servido para poner en orden las ideas de Gálatas, también ahora escribe una segunda epístola, contemporánea de Colosenses, en la cual estructura su doctrina conforme al nuevo punto de vista que acaba de imponerle la polémica. Esta admirable síntesis es nuestra Carta a los Efesios. Pero en realidad Pablo no se dirige a los fieles de Éfeso, con quienes ha convivido tres años, sino más bien a los creyentes en general y más particularmente a las comunidades del valle del Lico, entre las cuales hace circular su carta.

Existen muchas dudas de que las cartas hayan sido escritas por Pablo ya que las ideas teológicas no son las mismas que aparecen en las Cartas anteriores, en especial cuando se refiere al Cuerpo de Cristo y a Cristo, Cabeza del Cuerpo y de la Iglesia universal. Los errores con que se enfrentan son posteriores a Pablo y pertenecen más bien al gnosticismo del siglo II (una mezcla de creencias cristianas con judaicas y orientales). Estas objeciones son serias y han sido formuladas por numerosos críticos, incluso algunos católicos. Ello hace suponer que Pablo se valió de algún discípulo para la redacción de estas cartas, de una forma más considerable que en otras.

Filemón: No hay ninguna duda acerca de la autenticidad de esta carta. Se la relaciona con Colosenses y con Efesios porque Pablo se encuentra aún preso y porque los nombres de sus compañeros aparecen también en Colosenses. Según esto, tanto esta carta a Filemón como las de Colosenses y Efesios, fueron escritas estando Pablo preso en Éfeso (52-54).

Esta breve carta anuncia a un cristiano de Colosas, convertido por Pablo, el regreso de su esclavo fugitivo, Onésimo, ya convertido a Cristo por Pablo, y les advierte de que aún cuando mantengan sus mutuas relaciones sociales de antaño, el dueño y el esclavo cristianos deben vivir como hermanos al servicio del Señor.

Timoteo y Tito: Estas cartas, dirigidas a dos de los más fieles discípulos de Pablo, ofrecen directrices para la organización y el régimen de las comunidades cristianas que se les han confiado. Por esa razón se les llama pastorales desde el siglo XVIII. El estilo usado por Pablo en estas cartas ya no es apasionado ni entusiasta, sino frío y burocrático. El modo de abordar los problemas ha cambiado. Pablo se limita a condenar las falsas doctrinas en lugar de oponerse a ellas con argumentos persuasivos. Es posible que estas cartas hayan sido redactadas por un secretario, a quien Pablo dejó más libertad de redacción al estar él en avanzada edad. Es posible también que sean obra de un discípulo de Pablo, de fines del siglo I, con el objeto de resolver problemas de una Iglesia bastante diferente. El estudio detallado de cada una de esas tres Cartas demuestra una proximidad mayor entre

1Timoteo y Tito, que entre esas dos y 2Timoteo. Al tener como destinatario una persona,

difiere de las cartas dirigidas a las Iglesias. A la vista de estas cartas podemos observar que se ha producido una clara evolución en las iglesias paulinas. De una Iglesia entusiasta, inflamada por el espíritu, se ha pasado a una comunidad organizada. El jefe carismático ha dejado su puesto a una dirección institucional. No conviene señalar para estas cartas una fecha demasiado tardía dentro del siglo I.

Conclusión

A modo de resumen podemos decir que en el apostolado de Pablo no faltaron dificultades que él no afrontara con valentía por amor a Cristo. Y aparte de otras cosas, está su responsabilidad diaria: la preocupación por todas las Iglesias (2 Corintios 11:23-28). En un pasaje de la Carta a los Romanos (Romanos 15:24-28) se refleja su propósito de llegar hasta España, hasta el confín del Occidente conocido entonces, para anunciar el Evangelio por doquier hasta los confines de la tierra. ¿Cómo no admirar a un hombre así? ¿Cómo no dar gracias al Señor por habernos dado un apóstol de esta talla?

El fariseo de Tarso se había convertido en el máximo paladín de la Iglesia cristiana en el mundo antiguo y en la era apostólica. Fue el pilar de la cristiandad. El martirio había puesto fin a su misión en la tierra, pero sus inmortales Epístolas, los primeros escritos teológicos cristianos, y las iglesias que fundó, han sobrevivido como cimientos de una gran religión universal.

"Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con El"

Pablo de Tarso (Romanos 6:8)

ANEXOS

Mapa de la zona:

División geográfica de las áreas visitadas por Pablo, con indicación de los países a las que corresponden, con sus nombres actuales.

edu.red

LOS NAZOREOS

Escritor: Moshé ben Shaúl (Líder Espiritual de Adat Tikvat Yisrael)

El propósito de este estudio es conocer la historia de los judíos creyentes en Yeshúa (Jesús), aproximadamente del 35 dC al 150 dC. Sus creencias y prácticas, sus relaciones con otros judíos y con las congregaciones gentiles de tiempos posteriores.

Sabemos por los historiadores, por las profecías de Daniel, por los Tárgumes (interpretaciones arameas de la TaNaK, siglas que en hebreo significan: Toráh (Ley), Nevi"im (Profetas) y Ketubím (Escrituras)), etc., que muchos de los judíos de la época de Yeshúa esperaban la llegada del Mesías. Existían varias sectas del judaísmo (fariseos, saduceos, esenios, zelotes, etc.) y todos estos grupos tenían subgrupos (probablemente un total de 24 a 40 según historiadores). Cada grupo tenía sus propias doctrinas distintas y el judaísmo era mucho más diverso que en los siglos subsiguientes. Tenían ideas diferentes tocante a cómo obedecer la Toráh, tocante a la inspiración del resto de las Escrituras y libros que ya no están en la TaNaK , tocante al calendario, el Mesías, la resurrección, etc. Con frecuencia se perseguían unos a otros, mientras que a veces se unían contra un enemigo exterior común. Todos ellos, no obstante, se reconocían unos a otros como parte legítima del judaísmo, y no como religiones diferentes. Los judíos que creían que Yeshúa era el Mesías eran una de estas sectas, aceptados totalmente como parte del judaísmo: los nazoreos.

Su nombre más antiguo pudo haber sido "discípulos del Camino" (Hechos 19:9, y 24:14). Esto es lo que Shaúl (Pablo) les llama, siendo él el supuesto jefe de esa secta (Hechos 24:5). Eventualmente llegaron a ser más comúnmente conocidos como los Nazoreos (Hechos

24:5). La palabra hebrea por nazoreo es Notzrím. Esta palabra no tiene la misma raíz que Nazareno o de alguien de Nazaret. Muchos eruditos piensan que viene de la palabra netzer que significa vara. Muchas de las profecías tocantes al Mesías (por ejemplo Isaías 11:1) usan a la palabra netzer o vara como referirse al Mesías. Era posible que muchos de los creyentes en Yeshúa citaban estos versos y llegaron a ser conocidos como "gente de la vara" y eventualmente Notzrím. La palabra "cristiano" aparece por primera vez en Hechos 11:26,

26:28, y 1 Pedro 4:16 y, según Shaúl (Pablo), fueron los gentiles de Antioquía de Siria

quienes adoptaron ese título (año 37 dC), que significa "los ungidos" (Cristo: "el ungido por

Dios").

Igual como en las otras sectas del judaísmo, existieron conflictos ocasionales entre los nazoreos y las otras sectas del judaísmo, que incluso a veces hasta se volvían violentas. En el periodo de los aproximados 25 años durante los cuales se escribió el libro de los Hechos, si estudiamos a la congregación nazorea (la mayor en Jerusalén), podemos observar cinco conflictos registrados con otras sectas del judaísmo. Todos fueron desacuerdos dentro del judaísmo (nadie reclamaba que los nazoreos no fueran parte legítima del judaísmo). También Yeshúa

discutía de manera estricta con los fariseos (éstas también eran disputas "caseras") porque era muy cercano teológicamente a ellos y creía entender sus puntos de vista mejor que nadie.

Leamos seguidamente dos de estos conflictos en Hechos para entenderlos mejor.

Primero: (Hechos 3:1-16). Observamos a Pedro y a Juan en el Templo. ¿Por qué estaban allí? Eran las tres de la tarde (la hora nona), tiempo de daven mincha (oraciones de la tarde), porque ellos eran judíos observantes. Había un cojo en la puerta, sin entrar al Templo porque a las personas inválidas no se les permitía entrar, pero él se arrimó lo más cerca permitido. Lo curan y lo primero que hace es entrar al Templo para expresar su amor a Dios y demostrárselo a la gente allí presente, quienes ven este milagro y Pedro aprovecha la oportunidad para hablarles de Yeshúa. Pero en Hechos 4:1-2 comprobamos que los saduceos, incluyendo a los sacerdotes, estaban molestos con Pedro porque predicaba la resurrección, en cuya doctrina los saduceos no creían.

Segundo: (Hechos 5:12-17). De nuevo tenemos detenciones ordenadas por los saduceos. Pero esta vez fueron llevados ante el Sanhedro (Sanedrín) el cual era un cuerpo mixto de fariseos y saduceos. Según los versículos 29-40, salió en ayuda suya precisamente un fariseo (Gamaliel), quien logró que los dejaran tranquilos. Gamaliel creía en la resurrección y el problema era precisamente la resurrección (Hechos 5:30). No se les acusó de empezar una religión nueva, porque si hubiera sido así los fariseos se habrían puesto de acuerdo con los saduceos. Todavía todo estaba dentro del contexto del judaísmo.

Mientras recorremos los Hechos de los Apóstoles vemos a Shaúl (Pablo) andando a través de la diáspora (los judíos que habían salido de Israel) y predicando principalmente en sinagogas y a congregaciones mixtas de judíos y gentiles temedores de Dios.

Pero es importante saber cuáles eran las creencias de la secta de los nazoreos.

a) Como los fariseos, creían en un Mesías, en la resurrección, en ángeles, espíritus, JaSatán (Satanás) y en lo sobrenatural.

b) Acudían a la sinagoga, al Templo, hacían los juramentos del nazoreo con los pertinentes sacrificios (de pecado y de culpabilidad), y guardaban las fiestas levíticas.

c) Aceptaban y obedecían la Toráh. Creían también en los otros libros de la TaNaK y en las Escrituras de la Brit JaDasha (Pacto Renovado).

d) Aceptaban las costumbres del judaísmo. Como costumbres nos referimos a la palabra griega ethos, relacionada con las leyes de Moisés (Hechos 6:14, y 21:21).

e) No aceptaban siempre las tradiciones (en griego paradoses) o Jalakáh (decisiones tocantes a cómo seguir la Ley y también significa primer corte de cabello) establecidas por los fariseos.

f) Creían que Yeshúa era el Mesías, divino, y eterno.

Todas estas creencias en su totalidad caben dentro del judaísmo. Esta secta de los nazoreos floreció y muchos judíos y gentiles se hicieron miembros (Hechos 6:7). Los

sacerdotes a los que alude Hechos podrían haber sido esenios, porque ellos creían en la resurrección (Hechos 21:20). Muchos de los creyentes convertidos sintieron el temor de Dios después de escuchar predicar a Shaúl (Pablo) en las sinagogas (Hechos 17:1-4 y 18:4).

Vayamos ahora a más o menos al 60 dC. Ya"acov (Santiago), hermano adoptivo de Yeshúa, era el líder de la secta de nazoreos y lo fue probablemente durante 20 años o más. En el 62 dC, de acuerdo al historiador judío Josephus, Ya"acov fue detenido por el sumo sacerdote Anán (un saduceo) cuando momentáneamente no había gobernante romano en Jerusalén. El sumo sacerdote hizo que lo lanzaran del pináculo del Templo y cuando vió que con eso no murió Ya"acov, entonces lo mataron a garrotazos. Ya"acov había sido muy respetado por los judíos que no creían en Yeshúa. Él pasaba muchísimo tiempo orando en el Templo. Cuando el nuevo gobernador vino a Jerusalén, la muerte de Ya"acov fue protestada. ¿Por quienes? ¡Por los fariseos! ¿Hubieron hecho eso si él no fuera parte del judaísmo y de una nueva religión? ¡Por supuesto que no! Su muerte fue un golpe enorme a la comunidad nazorea porque él había sido el líder durante tanto tiempo. Fue reemplazado por un primo de Yeshúa, Shimón Ben Clofa (Cleofás) quien fue elegido por los ancianos. Ben Clofa sirvió por casi 50 años. En los últimos 18 años, hasta la rebelión de Bar Kokba, los nazoreos tuvieron trece líderes diferentes, todos judíos. Después de Bar Kokba, los gentiles eran mayoría entre los creyentes de Yeshúa en Jerusalén.

En el 66 dC ocurrió la revolución contra Roma. Es posible que algunos creyentes en Yeshúa tuvieran parte en ello. Sí sabemos que seguidores de Yeshúa recibieron una revelación (una fuente dice que de Yeshúa y otra dice que de un ángel) de que Jerusalén sería destruida y deberían huir a Pela. Esta fue su segunda advertencia; la primera fue en Mateo

24:15-16. Pela era una ciudad en la Decápolis (hoy es parte de Jordania). Era una ciudad situada a unas 15 millas al sur del Mar de Galilea, cerca de Skitopolis, hoy llamada Bet Shean. Yeshúa había pasado por allí cuando circulaba por el camino principal de Galilea a Jerusalén, sin pasar por Samaria. Sabemos que Yeshúa predicó en Decápolis, y también sabemos que Pela tenía una población judía de buen tamaño y era intersección de importantes rutas de comercio. Entonces es probable que Él haya predicado en Pela y para el 66 dC tenía ya una comunidad de nazoreos establecida.

Sabemos que durante la revolución la mayoría de de los nazoreos de Jerusalén pudieron escapar a Pela y que después de la guerra muchos de ellos regresaron a Jerusalén. Pero otros se quedaron en Pela, y otros se trasladaron a otros lugares. Algunos eruditos dicen que Apocalipsis 12:17 identifica a los nazoreos. Los nazoreos continuaron obedeciendo la Toráh, pero ya no de la manera farisea.

Veamos en Mateo 16:19: "Y á ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos." Sabemos que la palabra atar es un modismo hebreo que significa prohibir, mientras que desatar es un modismo que significa permitir. Yeshúa les estaba dando a sus discípulos la autoridad de hacer decisiones de jalakáh (tradiciones). En otras palabras, las decisiones teológicas que hagan serán aceptadas en el cielo. La Toráh contiene las

instrucciones de Dios para su pueblo, aunque con frecuencia no se mencionan todos los detalles. ¿Cómo exactamente guardamos el sábado?, ¿o cómo la Pascua? ¿Qué hacer que la carne sea lícita? Existen cientos de preguntas como estas. Como resultado, los fariseos desarrollaron un grupo de tradiciones orales con sus respuestas. Algunas de sus tradiciones (Jalakáh) fueron excelentes, algunas neutrales, y algunas se pasaron de mano y hasta violaban la letra y/o el espíritu del mandamiento. Entonces los nazoreos rechazaron a los rabinos (Jalakáh farisea) como autoridad final en el establecimiento de la Jalakáh.

Los nazoreos adoptaron algunas cosas de los rabinos, pero también rechazaron otras e hicieron algunas nuevas por sí mismos porque:

1) Yeshúa les dio la autoridad para hacerlo (Mateo 16:19)

2) Yeshúa y los discípulos no siempre estaban de acuerdo con la tradición oral (Mateo

15:1-11, 12:1-8)

3) Yeshúa les había prometido el Ruaj Ja Kodesh (Espíritu Santo) para ayudarles a tomar decisiones (Juan 16:13)

Los nazoreos nunca dejaron el judaísmo. Ellos continuaron observando la Toráh, sólo que no siempre de la manera en que los fariseos u otras sectas lo hicieron. Con la destrucción del Templo en el 70 dC los saduceos cesaron de existir, igual que los esenios (Qumrán también fue destruida). Los únicos grupos de considerable tamaño que quedaron fueron los fariseos y los Notzrím (nazoreos).

Las Semillas del Judaísmo Ortodoxo

¿Qué pasaba con los fariseos? El líder del grupo durante 66-70 dC era Yojanan ben Zakkai. Él también vio que la destrucción de Jerusalén era inminente y escapó con muchos de sus discípulos. Se escondió en un ataúd y lo sacaron de Jerusalén supuestamente para celebrar "su funeral". Los romanos les permitieron irse, pero los zelotes no se lo permitían dado que necesitaban ayuda para la lucha. Después de salir de Jerusalén, Yojanan fue a visitar al gobernante Vespasiano y se dirigió a él como "emperador" y, antes de que Vespasiano pudiera corregirlo, un mensajero vino para decirle que el emperador había muerto y que Vespasiano era el nuevo emperador (69 dC). Yojanan ganó el favor de Vespasiano y le fue permitido mudarse a Yabnee, en la costa, y allí empezar una escuela para estudiar la Toráh.

Con sus seguidores radicalmente reducidos y el Templo destruido, Yojanan sintió que para que el judaísmo sobreviviera tenían que unirse. Ellos sintieron la necesidad de empezar a codificar las tradiciones orales y a buscar un acuerdo en teología y doctrina. Esto tomó muchos años y existieron muchas luchas porque había diferentes creencias entre los fariseos. El pleito más grande quizás fue entre Gamaliel ll y el rabí Akiva a principios del siglo segundo. Gamaliel ll sintió que el fariseísmo necesitaba unas reformas menores mientras que Akiva sentía que era necesario construir un nuevo sistema que diera todo el

poder y autoridad a los rabinos. Akiva decía que la tradición oral fue entregada al mismo tiempo que la Toráh y que Moisés, David, etc., eran rabinos. Ganó el pleito Akiva y con él al mando, eventualmente declararon que los rabinos podían cambiar la Toráh si era necesario y que una mayoría de los rabinos (todos conocidos de Akiva) incluso podían imponerse a la Bat Kol (la voz de Dios). Compusieron una nueva traducción de la TaNaK al griego para reemplazar a la Septuaginta y un Tárgum nuevo en arameo (escrita antes por el romano Onkelos, autor del Tárgum), de forma que beneficiaran la teología de Akiva. No podían cambiar la versión en hebreo, pero sus comentarios a la tradición oral sobre la TaNaK llegaron a ser la autoridad final. Descartaron cualquier valor a los razonamientos de otros rabinos que no les beneficiaran. De todo esto salió el judaísmo ortodoxo que existe hoy y lo ideal sería regresar a la TaNaK mesiánica.

Para recalcar lo expuesto aquí, los fariseos se encontraban en Yabnee y los nazoreos en Pela. Antes el cisma sólo era una disputa entre ellos, pero ahora se estaba haciendo considerablemente más grande y una división total sería inevitable. Los rabinos bajo Akiva empezaron a traer muchos elementos nuevos y nueva teología. En parte esto era necesario para que pudiera haber un judaísmo sin Templo y sacrificios de sangre. Antes de que el Templo fuera destruido, la escuela farisaica de Shammai (con quienes Yeshúa tuvo grandes desacuerdos) predominaba. En Yabnee los fariseos decidieron que de ahí en adelante la escuela de Hilel predominaría. La oración y los actos piadosos reemplazaron a los sacrificios. Sus decisiones no fueron totalmente equivocadas, sólo que fueron difíciles y existieron luchas por el poder y muchas decisiones fueron problemáticas.

Los nazoreos, a quienes soportaban aunque por supuesto de una forma bastante conflictiva, ahora pensaban que ellos eran una amenaza considerable para la unidad y la sobrevivencia del judaísmo porque no aceptaban a la autoridad suprema de los rabinos fariseos. También el número creciente de gentiles que estaban uniéndose a los nazoreos empezaba a ser otro problema adicional porque pronto serían mayoría.

Existían muchas reglas a ser consideradas. ¿Sin Templo, llamas con shofar (trompeta hecho de cuerno) en Yom Kipur (día de expiación) y en Rosh Jashana (año nuevo bíblico)? Anteriormente sólo se hacía en el Templo. ¿Cargas una lulav (rama de palmera de dátiles) fuera de Jerusalén en el Sukkot (fiesta de tabernáculos)? Existieron cientos de decisiones que debían ser tomadas y los fariseos querían hacerlo.

La Separación Creciente

Volviendo al 80-90 dC, en muchos lugares los nazoreos todavía seguían alabando en las sinagogas junto a los fariseos y de nuevo fueron percibidos como una amenaza. Para remediar esta situación los fariseos agregaron una decimonovena bendición a la Amidá (Bendiciones). Fue agregada como número doce y se llamó el Birkot Ja-Miním. No se practicó universalmente en todas las sinagogas pero era una "bendición" contra los miním (judeocristianos) y decía algo cercano a "Que los de sectas y los nazoreos mueran en un

instante si es que no vuelven a tí y a tu Toráh. Que sean borrados del libro de la vida y no sean inscritos con los justos." Los nazoreos sí obedecían la Toráh, sólo que no de la forma farisea. Esta "bendición" se incluyó para separar a los nazoreos del judaísmo dominante. Al contrario del rezo de la Amidá (que se hacía en silencio o quedamente) esta nueva bendición tenía que ser recitada en voz alta y con claridad. Si eras nazoreo tenías la opción de salir de la sinagoga o de maldecirte a tí mismo. Esto por supuesto separó más a nazoreos y fariseos, pero hasta cierto punto todavía dialogaron hasta mediados del segundo siglo, como consta en el Talmud.

Entre la destrucción del Templo el 70 dC y la sublevación de Bar Kokba alrededor del 135 dC, el cisma entre fariseos y nazoreos continuó creciendo (no hay que olvidar que eran los únicos dos grupos sobrevivientes del judaísmo). El Birkot Ja-Miním también había causado otros problemas a los creyentes en Yeshúa. El Judaísmo era una religión permitida por Roma y los romanos los excusaban de trabajar en Shabbát (sábado) aunque sí debían ofrecer sacrificios a favor del César. Los nazoreos estaban considerados como judíos, por supuesto, pero los gentiles que se unían a los nazoreos eran considerados por Roma como gentiles. Sin embargo Roma veía con sospecha a los nazoreos, quienes eran echados de la sinagoga. Con frecuencia se les suprimían las excepciones otorgadas a los judíos por los romanos y por ello algunas personas tuvieron que esconderse o aceptar el castigo, ofrecer sacrificios a César o negar ser judíos (aunque esta última posibilidad era algo que sólo podían hacer los gentiles). Roma no aceptaría una nueva religión.

También a causa del número creciente de gentiles creyentes en Yeshúa, algunas de sus costumbres paganas empezaron a introducirse sigilosamente (esto se puede notar desde el principio en las cartas de Pablo y en las obras tempraneras, como la Didakhé). Algunos de esos creyentes gentiles trataron de convencer a Roma de que ellos se habían separado del judaísmo y se decían ser los herederos verdaderos del judaísmo. Eso fue el origen del anti- semitismo entre los creyentes de Yeshúa.

En el 135 dC ocurrió la sublevación de Bar Kokba contra Roma. Rabí Akiva declaró a Bar Kokba que era el mesías (algunos dicen que esto fue la separación definitiva con los nazoreos, porque ellos no pelearían bajo la bandera de otro mesías). Muchos fariseos tampoco aceptaron a Bar Kokba como mesías, pero sí pelearon contra Roma, quizás más por motivos patrióticos que religiosos. En ese período los rabinos declararon que al leer cualquiera de los libros de los miním, incluyendo lo que ahora es el Nuevo Testamento, te volvías impuro y los libros tenían que ser quemados. Akiva dijo que aquellos quienes leían los libros de los miním no tendrían parte en el mundo venidero (en contradicción directa a la Mishna (estudio de la tradición oral judía) que declara que todo judío tiene lugar en el mundo venidero). Hasta los rollos de la Toráh escritos por los miním se consideraba que merecían ser quemados. La separación fue completa.

Después de Bar Kokba, Akiva prohibió la entrada de los judíos a Jerusalén, con excepción del 9 de Av, cuando podían regresar durante un día para conmemorar la destrucción del Templo. Pero Roma todavía consideraba a los nazoreos como judíos y los dejaba entrar.

¿Qué pensaba la gente de los nazoreos? Los nazoreos aceptaban la divinidad, el nacimiento de una virgen, y la pre-existencia de Yeshúa. Pero la iglesia cristiana declaró que ellos no eran "creyentes verdaderos" porque, aunque creían en Yeshúa, el hecho de que obedecían a la Toráh los invalidaba. Del otro lado de la moneda, los rabinos declararon que los nazoreos no eran "creyentes verdaderos" porque no observan la Toráh del modo como se debía hacer. Ninguno de los dos lados los aceptaba. Pero no existe nada en el Nuevo Testamento que prohíba a los judíos observar la Toráh. De hecho, dice lo opuesto. Pablo, al ser estudiado en el libro de Hechos, es obediente a la Toráh (Hechos 28:17) al decir que él nunca había hecho nada en contra del pueblo judío ni contra las costumbres de los padres. Además asistía a la sinagoga (Hechos 14:1), tomó juramentos (Hechos 18:18 y 21:24), era observante de los festivales levíticos (Hechos 20:6 y 16), ofrecía ofrendas (Hechos 21:26), y así se mantuvo toda su vida entera. Incluso las cartas de Pablo fueron escritas a personas no judías. Pero los rabinos prosiguieron diciendo que Pedro, Santiago, Juan, etc. no observaban la Toráh, pero estaban fingiendo hacerlo para ganar conversos.

Desaparición de los nazoreos

La mayoría de expertos están en desacuerdo en lo que respecta a la fecha concreta de la desaparición de la secta de los nazoreos (posiblemente entre el siglo cuatro y el siglo diez), y otros dicen que un remanente siempre vivió, aquellos que "guardaron los mandamientos de Dios y ejercitaron la fidelidad a Yeshúa" (Apocalipsis 14:12).

 

 

Autor:

Agustin Fabra

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