El equipo inteligente
El equipo inteligente debe ser consciente de su realidad; de las interacciones entre los miembros del colectivo, del colectivo con la organización de la que forman parte, y las de la organización con su entorno. Estas interacciones definen una red de significaciones que se construyen y re-construyen, conformando un sistema complejo, asumido desde la perspectiva de la complejidad, lo dialógico y lo sistémico.
Requiere definir sus necesidades y satisfactores, estableciendo líneas compartidas de acción para el logro de los objetivos, entendiendo por compartidos la satisfacción de lo colectivo y el máximo posible de los individuales. Este ejercicio de decidir y planear orientado a la acción exige, en palabras de Gallego (p. 105), ponerlos en "términos de proyecto y, por tanto como un proceso en el que cada quien que opta por este horizonte de sentido busca crearse un futuro distinto." Así, el concepto de inteligencia en acción se torna una fuerza viva.
Establecidas las líneas de acción-metas, el equipo inteligente debe concentrarse en la tripleta producto-producción-productividad, en un proceso de realización orientado a la satisfacción integral del cliente.
Respondido con quién y cómo nos relacionamos y cuál es y cómo realizamos nuestra tarea/producto/servicio, el equipo debe concentrar sus esfuerzos en las interacciones personales, en los roles, en los comportamientos de sus integrantes, y, en general, en los ámbitos de poder, liderazgo, autoridad, es decir, el escenario político de la organización.
En ese marco de cuatro ejes (la relación, la dirección, la realización, la actuación) el equipo inteligente debe aprender y desarrollar capacidades colectivas para gestionar:
1. la información como un bien público, entendido público como lo que pertenece al colectivo;
2. el conocimiento, orientado a la innovación continua y la transformación del sistema;
3. la comunicación, proceso humano mediador de significados e interacciones sociales.
El flujo de información debe estar orientado a permitir verificar y controlar el logro de la acción-meta y de realización-productividad, con claros indicadores de gestión y resultados.
El conocimiento debe ser considerado como producto de procesos individuales y colectivos de continuos y permanentes procesos de aprendizaje, reaprendizaje y desaprendizaje en la organización, orientándolo tanto al conocimiento técnico y en especial al conocimiento social de la organización, que construye cultura y modelos mentales colectivos.
El equipo inteligente debe desarrollar la capacidad de autocontrol y auto-evolución. La primera, el autocontrol, la puede lograr cuando establece acuerdos compartidos de comportamientos entre sus integrantes y entre estos con el colectivo como un todo; un modelo basado en valores y apuntando hacia la construcción de un acuerdo de convivencias le permite al equipo un marco ético para sus actuaciones.
Lo segundo, la autoevolución, lo logra el equipo inteligente cuando define sus propias competencias, partiendo de sus dos respuestas básicas. Las competencias, tanto sociales y técnicas, no deben ser asumidas como unas capacidades estáticas que se aprenden para lograr éxito en una tarea o en un momento específico, sino como un proceso continuo de construcción y reconstrucción, desde un enfoque dinámico, ya que "son las personas las que aprenden y desarrollan sus competencias inscritas en las variables organizacionales como clima organizacional, gestión de conocimiento, formación empresarial, sistemas de motivación, capacidad de innovación" (Leonard Mertens).
La inteligencia del equipo, como propiedad compartida del colectivo, se pone a prueba en este proceso doble de aprendizaje y construcción, de lo individual a lo colectivo y desde lo colectivo a lo individual.
En esa misma línea, el equipo inteligente se concibe como parte de una red integrada e integral de equipos, conformando un sistema de interacciones basado en las interacciones de los equipos, construyendo la organización global hacia una organización inteligente.
En este proceso compartido de transformación, el equipo inteligente se crea a partir de un proceso de construcción de competencias comunicativas. La interacción comunicativa entre sus miembros le permite al equipo indagar, explorar, descubrir, acoger, abrir, recibir, facilitar, asociar, inquietar, conocer, reconocer; encontrar, juzgar, decidir, actuar.
Las competencias comunicativas
Las competencias comunicativas que crean equipos inteligentes parten desde habilidades individuales para la interacción personal, como la comunicación empática y asertiva; las de expresión verbal y no verbal; escuchar, preguntar, realimentar.
Entre las competencias del equipo inteligente, la propuesta de partida asume seis: la charla para la socialización y la creación del grupo humano; la divulgación para la producción y captura de información; el diálogo para la creación de un escenario compartido de significación; la discusión para el análisis colectivo y la definición de líneas de acción-meta; la mediática para la apropiación, creación, producción y uso inteligente de los medios de información y comunicación; y la metacomunicación para la reflexión, evaluación, aprendizaje, construcción y mejora de las competencias comunicativas de los individuos y del equipo.
La charla
Como interacción comunicativa, es el proceso humano de apertura hacia el otro que permite el intercambio de experiencias, ideas, sentimientos; corrobora la pertenencia al grupo, creando espacios mentales y afectivos, y originando los vínculos humanos en lo colectivo.
La charla no tiene intencionalidad diferente a alimentar la relación y el concepto del ser compartido. La charla acepta y exige la aleatoridad; el ir y venir de los temas, de los contenidos; admite la creatividad, el humor, la diversión.
La charla inteligente mantiene relaciones humanas, intercambia experiencias de vida, enriquece los horizontes del ser. Permite la relación de afinidad entre todos hacia todos, creando una red social consistente al compartir una rica significación de vida, sobre la cual se establece la red orientada a la realización-producción.
El equipo inteligente no deja al azar del tiempo y el espacio la charla; genera los espacios y momentos para que la charla fluya entre sus integrantes; promueve y apoya los encuentros humanos en el trabajo, y fuera del trabajo; permite momentos de encuentro para el desestrés, el desahogo, para compartir las opiniones de vida, los intercambios de experiencias, lo cual permite crear actitudes colectivas.
La divulgación
Siguiendo el modelo de comunicación productiva propuesto por Abraham Nosnik, la divulgación establece la capacidad de planear y administrar los flujos de información para un sistema formal; aporta hacia la madurez individual y colectiva para un proceso doble de transmisión-recepción y envío-captura de información.
La divulgación inteligente crea la red informacional pública, basada en la comprensión del proyecto empresarial y su estructura organizacional, la fuerza y el impacto de la integración equipo-organización, y especialmente un sistema formal que lo promueva y facilite, asumiendo como público lo que es propiedad del colectivo y que éste requiere para sus logros.
La competencia de divulgación no requiere altas inversiones de tecnología; es más una actitud y un comportamiento del compartir información, de estar disponible para dar, entregar, y, en especial, de saber pedirla y solicitarla.
En la misma forma, divulgación requiere procesos transparentes y honestos en el intercambio de información, con lo cual podemos eliminar los fantasmas burocráticos, disminuir los controles policivos de directivos, y acabar con las fronteras mentales de las personas.
El diálogo
Partiendo de la propuesta de Peter Senge en los libros de La Quinta Disciplina, el diálogo trasciende la comprensión de un solo individuo, genera la exploración de asuntos complejos y dificultosos en la cual aflora la plena profundidad de la experiencia y el pensamiento de las personas.
El diálogo amplía los espacios creencias y actitudes, de modelos cognitivos, por ser "actividad dinámica de co-significación", dice Luis I. Sierra, en Competencias Comunicativas.
El diálogo no pretende romper los paradigmas de cada individuo, sino generar un proceso sintagmático: la suma sinérgica de los paradigmas, un escenario de múltiple significación compartida.
Mientras la charla es la interacción comunicativa mediadora entre las significaciones de vida, el diálogo media entre los mundos de los individuos y sus propósitos. El diálogo se inicia cuando frente a un propósito o necesidad, en el equipo aparecen la incertidumbre y la duda, o cuando parecen chocar las miradas y las percepciones.
El diálogo inteligente busca la comprensión del fenómeno o del problema, desde la mirada del otro; cuando deseamos optar por tener muchas opciones; cuando decidimos abrir puentes entre las realidades de cada uno, o explorar caminos poco usuales, de temor o pocas certezas. Se dialoga para comprender el fenómeno o problema, las perspectivas y propuestas del otro y las propias, siempre considerando el propósito colectivo.
La discusión
Senge sostiene que la discusión es la contrapartida del diálogo; en ella se presentan y defienden distintos puntos de vista; se usa para llegar a acuerdos y tomar decisiones. Las discusiones productivas convergen en una conclusión o curso de acción; las acciones a menudo constituyen el foco de la discusión.
La discusión nos permite definir líneas de acción y metas compartidas, partir de un proceso de honesta y real participación de cada uno en la reflexión y la decisión.
Habiendo dialogado, la discusión inteligente centra su esfuerzo en un rumbo de acción-meta en clara referencia a las necesidades-satisfactores; es decir, se discute con el claro propósito de escoger un camino que cada integrante acepte respaldar y recorrer.
La discusión inteligente exige, igual, un cambio de actitud para asumir que todos tienen la capacidad del análisis, la participación en la decisión y el compromiso en la acción.
La competencia mediática
Es la capacidad de apropiarse, producir y usar para sí, el equipo y la organización, los medios y canales de información y comunicación.
Considerando los vertiginosos avances tecnológicos, la competencia mediática debe asumirse no solo como la capacidad de usar un aparato, sino como la capacidad de aprender y desaprender el uso y producción de los medios y canales basados en la tecnología.
Mas, en un mundo altamente tecno-comunicado, la competencia mediática debe reforzar y desarrollar la capacidad de participar como actor protagónico a través de los medios relacionales, ya los encuentros directos cara-cara, o virtuales como las videoreuniones.
La metacomunicación
La metacomunicación podemos definirla de dos maneras: una, asumida desde la metacognición o la capacidad del individuo de reflexionar sobre su propio proceso cognitivo, o sea, poder autoevaluar su manera de aprender para mejorarla; y la segunda, "el intercambio de retroalimentación sobre el proceso mismo de comunicación que se lleva a cabo, la cual es asumida por uno o ambos interlocutores", a partir de uno de axiomas de la Escuela de Palo Alto.
La metacomunicación permite la reflexión y evaluación de las interacciones comunicativas, de su proceso y de sus efectos, tanto en los individuos como en las relaciones; permite el aprendizaje y el mejoramiento de las mismas; y una evolución de las competencias. La metacomunicación inteligente asume al equipo como el escenario de apoyo mutuo para el crecimiento colectivo.
La comunicación inteligente
Las competencias comunicativas, como toda competencia, integran una tripleta de inteligencia-actitud-competencia que fluye entre lo individual y colectivo, que, como dice Gallegos, precisa "de un espacio en el que la cooperación y la ayuda mutua se hacen indispensables".
Es pertinente decir que esta propuesta presentada en estas páginas es uno de los puntales de la propuesta profesional del autor en el campo de la consultoría empresarial.
Desde esta experiencia, las competencias comunicativas del equipo crean una red de interrelaciones y de interacciones; se pasa de la interdependencia a la integración sistémica y holística; genera organizaciones inteligentes, basado en empleados del conocimiento; se multiplica el poder de la acción y especialmente de la decisión; se construye la base para el liderazgo creativo y situacional; se forman equipos maduros con capacidad de autogestión.
Desde las competencias comunicativas, los equipos inteligentes apropian sus interacciones comunicativas, sus procesos, sus momentos y sus medios comunicacionales; generan sus planes y acciones de mejoramiento comunicativo.
Cuando desarrollan competencias comunicativas, están en capacidad de aprender a aprender, desaprender y reaprender; aprender a ser; aprender a hacer; aprender a convivir; aprender a mejorar; aprender a innovar y aprender a cambiar.
Es la base para construir empresas inteligentes orientadas a la competitividad del individuo y de los equipos, como factor crítico diferenciador en un mundo complejo.
Germán Hennessey Noguera,
colombiano, especialista en Pedagogía para el Desarrollo del Aprendizaje Autónomo (UNAD-CAFAM), y Gerencia de Recursos Humanos (Univ Autónoma del Caribe). Comunicador Social (U. Jorge Tadeo Lozano), Periodista (INPAHU), consultor, formador empresarial, y docente de posgrado-pregrado en áreas de comunicación y desarrollo organizacional. Creador y exdirector de la Especialización (posgrado) en Gerencia y Gestión en Comunicación Organizacional de la Universidad Autónoma del Caribe. Radicado en Barranquilla, Colombia.
Revista Chasqui Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para
América Latina (CIESPAL)
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Quito – ECUADOR
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