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El primer Obispo de Sonora

Enviado por nacho_lagarda


    1. Desarrollo
    2. Glosario
    3. Obispos de Sonora, Sinaloa y Las Californias
    4. La Real Cédula
    5. Ejecutoriales del nuevo Obispado de Sonora

    La mañana del 11 de mayo de 1783, un carruaje escoltado por seis hombres armados, viajaba por el camino real de Álamos a El Fuerte, en él viajaba Don Bartolomé Salido, Tesorero Real y Guardián del azogue de la Corona y principal ciudadano de Álamos, lo acompañaba su bella sobrina Luz De Alvarado. Iban a recibir a Fray Antonio de los Reyes que recién había sido nombrado por el Papa Pío VI, Obispo de Sonora, Sinaloa y las Californias, para darle la bienvenida e invitarlo a pasar la noche en la hacienda Tapizuelas, propiedad de la familia De Alvarado. Al Obispo lo acompañaban sus sobrinos José Almada, también sacerdote y Antonio Almada quien nueve meses después se casaría con Luz, para dar origen a una de las familias mas ricas y aristócratas que ha habido en Sonora.

    La idea de la creación de un obispado en el Noroeste de la Nueva España, giraba en la cabeza de las autoridades virreinales y eclesiásticas desde el primer tercio del siglo XVII. Para el año de 1638 el trabajo realizado por los misioneros jesuitas mediante los sistemas de catequización diferentes a la de las otras órdenes religiosas, había logrado encauzar la vida de los aborígenes.

    Desde los del Río Piaxtla en el sur, hasta los páramos del desierto de Arizona, los jesuitas en una incansable labor , a través de una larga cadena de misiones, trabajaban en favor de las diferentes tribus, que hasta antes de su llegada, habían vivido prácticamente en un estado primitivo.

    Las noticias de la creciente prosperidad espiritual y material, lograda por los jesuitas, entre la población indígena, pronto llegaron a los oídos de las autoridades virreinales y eclesiásticas seculares, quienes juzgaron había llegado el momento de exigir diezmos y tributos reales a la nueva población cristiana. El Rey pidió los informes respectivos al Virrey , al Obispo de Durango y a los propios jesuitas, quienes temerosos del riesgo que corrían sus misiones, redactaron un informe en el que presentaron la situación real de las mismas y que tuvo la fuerza necesaria para convencer al Rey de desechar la idea de la creación de una diócesis en esta región.

    La idea de la creación de la creación de un obispado en el territorio del noroeste volvió a manifestarse en la segunda década del siglo XVIII, la idea no pasó de ser una simple iniciativa ya que no tenía muchos partidarios.

    Los jesuitas no vieron con simpatía la idea ya que la lejanía de las autoridades diocesanas localizadas en Durango y Guadalajara, les favorecía la permanencia del sistema misional que ellos habían fundado.

    El Obispo de Guadalajara, a quien pertenecían las provincias de las Californias y el de Durango a quien pertenecían las provincias de Sonora y Sinaloa, tampoco vieron con simpatía el proyecto, ya que la erección de un nuevo obispado les ocasionaría la pérdida de territorio. Además las condiciones socioeconómicas no favorecían la erección del obispado que se pretendía.

    Pero al consumarse la expulsión de los jesuitas por decreto del Rey Carlos III de fecha 27 de febrero de 1767, las cosas cambiaron para las misiones fundadas por los misioneros ignacianos. El Obispo de Durango Pedro Tamarón y Romeral pugnó porque se le asignaran los pueblos más prósperos, en calidad de curatos, que antes habían sido administrados por los jesuitas.

    La administración ineficiente de los prelados de Tamarón y Romeral quienes dilapidaron los bienes que pararon en las manos de los criollos y españoles aunado a la poca iniciativa y recursos intelectuales de los curas, ocasionó que las misiones entraran en crisis. De hecho, las autoridades civiles no veían con buenos ojos la idea de asignar nuevos curatos a un obispado tan grande como el de Durango, sino la de crear un nuevo obispado. José de Gálvez y el marqués De Croix, cuando propusieron la creación de la una comandancia en las provincias del noroeste, también recomendaron la creación de una diócesis nueva.

    Fr. Antonio de los Reyes había llegado a Sonora en 1767 con carácter de visitador a la misión de Cucurpe, a raíz de la expulsión de los jesuitas y el 6 de julio de 1772 rindió un informe al virrey Bucareli y Ursúa con el nombre de " Noticia y estado actual de las Misiones que en la Provincia de Sonora administran los padres del Colegio de Propaganda Fide de la Santa Cruz de Querétaro" en la que hacía una dura crítica a la labor que realizaban dichos religiosos en la Provincia, y que entre otras cosas decía:

    … no conocen estos curas a sus feligreses, pero se valen de buenos medios para cobrar sus derechos y obvenciones , en cuya ejecución se experimentan increíbles opresiones por los recaudadores o comisionados que nombran los curas todos los años; y ésta es una de las causas que obligan a los españoles, mulatos y demás gentes de razón, a andar vagando por las misiones y los pueblos, sin fijar domicilio, de donde se originan otros muchos males que no pueden remediar los misioneros, porque si obligados de la caridad les administran los sacramentos y movidos o estimulados de su conciencia quieren remediar algunos amancebamientos que en lo público son tenidos por matrimonios y a este modo, otros escándalos, el cura " in patíbus" clama y se querella, que los misioneros le usurpan su jurisdicción; si se recurre a los superiores, se defienden y aprueban por la mitra éstos desórdenes, y se continúan las iglesias y los fieles de Sonora, en peor estado que las iglesias de Grecia.(Villa W. Eduardo, Síntesis Histórica del Obispado de Sonora, desde su erección hasta el momento presente)

    Molestos los miembros de la curia eclesiástica del Colegio de la Santa Cruz de Querétaro, acordaron comunicar al virrey Bucareli, que algunas proposiciones del informe de De los reyes, habían sido reprobadas por ofensivas y escandalosas a los superiores civiles y eclesiásticos, y se le pedía además la devolución del original para corregir dichas proposiciones o en su defecto que se agregara al informe el escrito de protesta presentado.

    El virrey les contestó que su escrito de protesta quedaría agregado al documento, pero con diplomacia les hizo ver su excesivo escrúpulo al mismo tiempo que defendía la sinceridad y celo con los que De los Reyes había cumplido con su deber.

    Cuando el Rey aprobó el plan para la creación de Comandancia, expresó su conformidad con la creación de una nueva diócesis, pero como muchos proyectos que deberían ser aprobados por el Rey, tardó mucho en ser realizado.

    El Comandante Teodoro de Croix allegó recomendaciones a la Corte española para que apresurara la creación del obispado, en tanto que José de Gálvez impulsaba los trámites obligatorios como eran la obtención del parecer de los prelados de la iglesia española y el acuerdo del Supremo Consejo de Indias. Por fin el 10 de agosto de 1769 fue aprobado por Real Orden

    El Duque de Grimaldi, agente diplomático del Rey , promovió la solicitud a la Santa Sede , hasta que por fin el 7 de mayo de 1779, el Papa Pío VI expidió la bula * titulada " Inmensa Divinae Pietatis Charitas" por la cual se decretó la creación del obispado de Sonora, que debería quedar integrado por las provincias de Sonora, Sinaloa que se le segregaban al obispado de Durango y las Californias que se le segregaban al obispado de Guadalajara y como sede episcopal se designó a la ciudad de Arizpe.

    Sin embargo no fue hasta el 15 de marzo de 1790, en que se expidió una Real Orden en la que se comisionó a Don Pedro Galindo y Navarro, asesor de las Provincias Internas, para hacer la división del nuevo obispado, quien la llevó a cabo el 28 de abril del mismo año.

    A la nueva mitra se le asignaron los siguientes límites: Al sur el Río de las Cañas, al oriente los linderos de Sinaloa y Sonora con la Nueva Vizcaya ( Chihuahua y Durango), por el poniente el Mar del Sur o Pacífico hasta el puerto de San Francisco en la Nueva California, hacia el norte no se le asignó límite por estar ocupadas aquellas tierras por los apaches.

    Se inició entonces el proceso de selección del titular de la silla episcopal. El Supremo Consejo de Indias presentó al Rey tres candidatos; todos ellos franciscanos: Fr. Juan Ramos de Lora, del Colegio de San Fernando de México, quien había sido misionero en las Californias y que después sería Obispo de Venezuela, Fr. Antonio de los Reyes, del Colegio de la Santa Cruz de Querétaro, que había sido presidente de las misiones de la pimería alta. El Rey se decidió por Antonio de los Reyes, quien había recibido todo el apoyo del visitador José de Gálvez., Hecha la presentación ante el Papa, ya que era la costumbre, debido a que por virtud del Real Patronato, el Rey podía presentar candidatos a obispos al Papa.

    Fue entonces que en el Consistorio* del 11 de septiembre de 1780 fue preconizado por el Papa Pío VI como Primer Obispo de Sonora, Sinaloa y las Californias.

    El Rey de España le señaló una dotación anual de cinco mil pesos y ordenó que se le anticiparan los emolumentos correspondientes a dos años y le otorgó la comisión real para que se encargara de la institución de cuatro nuevas custodias de la orden de San Francisco de Asís en las provincias septentrionales de la Nueva España que deberían ser nombradas como: San Carlos de Sonora, Concepción de Nuevo México, San Antonio de la Nueva Vizcaya y San Fernando de las Californias. La de San Carlos de Sonora; que es la que nos ocupa, quedó constituida en Ures el 23 de octubre de 1783.

    Fr. Antonio de los Reyes nació en la Villa de Aspe, Orihuela, España, el 11 de Septiembre de 1729 y fue hijo de Antonio de los Reyes y de Josefa Carrasco. Ingresó a la orden de San Francisco y en vino a la Nueva España y en 1767 fue enviado a las misiones de Sonora, a raíz de la expulsión de los jesuitas, como presidente de las mismas y se estableció en Cucurpe. También trabajó como misionero en las provincias de Texas y Nuevo Santander ( Tamaulipas)

    Una hermana de Fr. Antonio de los Reyes, llamada Antonia se casó con Josef Almada y Galipienzo, con quien tuvo tres hijos: José Antonio Juan, Antonio Roque Juan y Rafael Cosme Damián. Cuando De los Reyes fue nombrado Obispo , decidió que lo acompañaran a la Nueva España, sus sobrinos José; ordenado sacerdote, Antonio; que había estudiado un curso de minería, y el Teniente Antonio, militar de carrera e hijo de su hermano Teodoro.

    El 20 de marzo de 1782 el obispo De los Reyes, acompañado por sus tres sobrinos, y un séquito de misioneros, zarpó de Málaga rumbo a su nueva encomienda pastoral.

    Una vez en la Ciudad de México, fue consagrado obispo de Sonora, Sinaloa y las Californias en la parroquia de Tacubaya el 15 de Septiembre de 1782 por al Arzobispo de México Alonso Núñez de Haro y Peralta y unos días después fue recibido por el cuadragésimo Virrey de la Nueva España, General Martín de Mayorga.

    Terminados sus asuntos en la capital el obispo de los Reyes, acompañado por sus sobrinos y misioneros, emprendió su viaje hacia las provincias, pasando antes por Querétaro para conferenciar con los frailes del Colegio de la Santa Cruz, donde fue recibido con frialdad, debido al conflicto existente con ellos debido al informe que rindió en 1772 de su actuar en las misiones de las que ahora, él era el responsable. El conflicto con los frailes de Querétaro, atormentaría a De los Reyes hasta el último día de su vida.

    De Querétaro, De los Reyes viajó a El Rosario, Sinaloa donde el 25 de febrero de 1783 tomo posesión de la mitra. De ahí emprendió su viaje a Arizpe con el fin de establecerse en esa ciudad, como lo indicaba la bula emitida por el Papa.

    El 11 de mayo de 1783 llegó a Álamos, donde se detuvo debido a que su equipaje estaba detenido ya que el Capitán del presidio de Buenavista no había mandado los veinticinco soldados que se le ordenaron enviara para escoltar al prelado en su camino hacia el norte, ante el peligro de los ataques de indios, por lo que decidió estacionarse en esa ciudad hasta que pasara la época de lluvias. El viaje a Arizpe lo realizó poco después pero para enero de 1784 regresó a Álamos donde decidió finalmente establecer la cabecera de la mitra, ante la lejanía de Arizpe.

    El obispo De los Reyes fue el precursor de la educación en Sonora, ya que cuando llegó a Sonora, no existía ningún centro de educación y durante los pocos años que duró su gestión fundó siete escuelas primarias en distintos lugares y cátedras de gramática castellana y latina, una en Arizpe y otra en Álamos. Esta última la atendió junto con su sobrino; también sacerdote José Almada.

    El obispo De los Reyes también fue el iniciador de la construcción de la Iglesia de Álamos, de la que se iniciaron los trabajos en 1786 y fue terminada cuarenta años mas tarde. El diseño original de una catedral de dos torres fue cambiado a una torre con cúpula. Los candelabros, lámparas e incensarios eran de plata y el barandal de bronce y la plata del altar fue hecho por artesanos de Oaxaca. Estatuas labradas a mano con coronas doradas y túnicas incrustadas con piedras preciosas adornaban los altares y la custodia, cálices y ornamentos eran también de oro. La construcción se interrumpió por algunos años debido a la muerte de Juan Ros, el contratista original y se reinició en 1803 bajo la responsabilidad de Camilo San Martín, un constructor de Durango, quien quizá la terminó en 1815 aunque los trabajos continuaron hasta 1826..

    El obispo Antonio de los Reyes Carrasco enfermó repentinamente a finales de febrero de 1787 y murió el 6 de marzo del mismo año. El diagnóstico medico fue fiebre, pero se cree que murió de pulmonía. Álamos se puso de luto y miles de personas de todas partes de Sonora vinieron a rendirle su último homenaje antes de que sus restos fueran sepultados bajo el altar principal de la parroquia de ladrillo, que se localizaba junto a la de piedra que el fundó.

    El 27 de mayo de 1883, el Papa León XIII dividió El obispado de Sonora, Sinaloa y las Californias creando las diócesis de Sinaloa y la de Sonora, misma que estableció su sede en Hermosillo.

    Después 13 de Enero de 1919 el Papa Benedicto XV dividió el obispado de Sonora en el de Hermosillo y Cajeme, que es como funcionan hasta ahora.

    GLOSARIO

    *Bula : Carta especial o documento en la Iglesia católica relativo a materia de fe o cuestiones generales que lleva el sello del Papa. En la edad media, la palabra bula significaba 'sello', por lo que se aplicaba también al documento en el que se realizaba la impresión.

    La aplicación de este término, de forma exclusiva, a los documentos papales, en oposición a los documentos de Estado que llevan el membrete real, es un hecho moderno hasta cierto punto. El sello pontifical impreso en la mayoría de las bulas está hecho de plomo y lleva estampado a un lado el nombre del Papa reinante, y al otro lado, las figuras de las cabezas de san Pedro y san Pablo. Se añade un sello dorado, o bulla áurea, a los documentos papales de especial importancia.

    Un decreto del Papa León XIII en 1878 permitió la estampación de membretes rojos en lugar de sellos para facilitar el correo. Otra de las innovaciones de León XIII fue la sustitución del manuscrito romano por el documento gótico arcaico, utilizado por papas anteriores. Hasta el siglo XI las bulas pontificias se escribían en papiro; más tarde pasó a utilizarse el pergamino. *Consistorio: (del latín, consistere, 'permanecer juntos'), término aplicado en el antiguo Imperio romano al lugar de reunión del concilio imperial. Tras el siglo III d.C. el término fue aplicado al propio concilio, el cual se convirtió en el tribunal judicial supremo en etapas posteriores del imperio. Hasta la época de Marco Aurelio, el emperador romano ejerció en persona su suprema autoridad judicial, que cubría asuntos presentados ante él para que tomara una decisión, al igual que la apelación de los juicios de los pretores provinciales en todo el imperio.

    El poder judicial del emperador fue transferido en consecuencia a un concilio compuesto en gran parte por juristas, quienes actuaron en su nombre y cuyos juicios poseían la misma autoridad que sus estatutos. Los juicios del consistorio se conocían como decretos (decreta) y conformaban una parte decisiva de la legislación imperial (constituciones) del posterior Imperio romano. La forma del consistorio imperial fue absorbido y adaptado por la antigua Iglesia cristiana. Los consistorios fueron establecidos por obispos, aunque la Iglesia aplicó de forma específica el término a las asambleas del clero romano y los obispos de las sedes suburbanas a partir de las cuales se desarrolló el Sacro colegio cardenalicio. La Iglesia católica apostólica romana, en los tiempos modernos, mantiene consistorios públicos en el Vaticano para cumplir funciones solemnes, tales como imponer la mitra a un cardenal, las plegarias finales en la cuestión de la canonización y la recepción de un embajador.

    Los consistorios, secretos o corrientes, a los cuales sólo tienen acceso los cardenales, se reúnen para discutir asuntos administrativos. Los consistorios semipúblicos o extraordinarios, que incluyen a obispos y a cardenales, se reúnen para dar un voto final a la canonización propuesta. En la Iglesia oriental ortodoxa cada obispo tiene su propio consistorio de tres a siete miembros nominados por él y confirmados por el sínodo gobernante. En la ley eclesiástica anglicana, el consistorio, o corte consistorial, es el tribunal en el cual el obispo ejercita su jurisdicción ordinaria legal.

    Después de la reforma del procedimiento jurídico inglés en 1857, a las cortes consistoriales se les reconoció tan sólo su estricta jurisdicción eclesiástica. En las iglesias luteranas el consistorio es un conjunto de clérigos, tanto nacionales como provinciales, encargados de diferentes asuntos de la administración eclesiástica. Estos organismos supervisan y ejercitan disciplina en la práctica religiosa y en la educación de la congregación, el clero y los profesores de escuela y examinan además a los candidatos para desempeñar el ministerio. En la Iglesia reformada holandesa el consistorio es la corte eclesiástica más baja, estando a cargo de la comunidad local.

    OBISPOS DE SONORA , SINALOA Y LAS CALIFORNIAS

    Residieron en Álamos, Sonora:

    Antonio de los Reyes (1783 – 1787)

    Miguel Antonio Cuevas ( 8 de agosto de 1787)( su nombramiento no se conoció en Álamos)

    José Joaquín Granados Gálvez (1788 – 1794)

    Residió en Real del Rosario, Sinaloa:

    Damián Martínez de Galinzoga ( 1794 – 1796)

    Residieron en San Miguel de Culiacán, Sinaloa:

    Francisco de Jesús Rousset de la Rosa (1798 – 1814)

    Bernardo del Espíritu Santo Martínez y Ocejo ( 1817 – 1825)

    Ángel Mariano Morales y Jasso ( Renunció antes de tomar posesión)

    Lázaro de la Garza y Ballesteros (1838 – 1850)( durante su obispado, se separaron las Californias creando el suyo )

    Pedro Loza y Pardavé

    Gil Alamán

    José María de Jesús Uriarte ( En su época se dividió el obispado y él quedó como obispo de Sinaloa)

    José María de Jesús Rico

    Herculano López de la Mora

    Ignacio Valdespino y Díaz

    Por la real Cédula expedida por el Rey Carlos III el 17 de marzo de 1783, se creó el obispado de Sonora, Sinaloa y las Californias y el primer obispo fue el fraile francisco don Antonio de los Reyes.

    La real cédula dice:

    El rey-Don Pedro Galindo Navarro, Auditor de Guerra del Gobierno y comandancia General de las provincias internas de Nueva España. Por cuanto habiendo resuelto se erigía un nuevo Obispado con el titulo de Sonora, comprehensivo en la misma Provincia y de las Sinaloa y California en el Distrito de este Gobierno y Comandancia General, por lo cual mandé solicitar la conveniente Bula de su Santidad y obtenida y dándosele el pase correspondiente me expuso su consejo de cámara de las Indias en consulta de cuatro de septiembre del año próximo pasado, que para verificar el Complemento de mis loables intenciones en esta parte, me sirviese nombrar sujeto secular que según costumbres, y de acuerdo con don Francisco Antonio de los Reyes, provisto para la expresada nueva Mitra hiciese la asignación y división del territorio, que debería componerla denominada nueva Diócesis: Conformándome con este dictamen y atendiendo a la satisfacción con que me hallo de nuestro mérito, literatura y demás buenas prendas, he tenido a bien nombrados, como por la presente mi Real Cédula os nombro, para la mencionada Comisión.

    Por tanto os ordeno y mando, que de acuerdo con el enunciado Reverendo Obispo Electo, y arreglándoos a lo que previene la insinuada Bula de su Santidad, practiques la división y adjudicación del territorio que ha de componer la referida nueva Diócesis, comprendiendo en ella las Provincias de Sonora y Sinaloa, que se deberán segregar y desmembrar del Obispado de Durango; y de Guadalajara la Provincia de California (para la cual tiene dado el consentimiento los respectivos Prelados) dejando a los personas de ambos sexos, que habiten en las enunciadas tres provincias sujetas en los espiritual al Reverendo nuevo Obispo quien por razón de tal deberá usar de los derechos, autoridad y jurisdicción ordinaria, según, y como los usan los demás Reverendos Obispos de esos Dominios , y sujetos en la calidad de sufragáneo al Arzobispado de México; y evacuando este punto, y hecha igualmente por el expresado Reverendo Obispo electo la erección de su iglesia Catedral, y estatutos con que debe regirse, conformes en cuanto sea dable a los de las de Guadalajara y Durango que son por más inmediatos, ya que han estado incorporados hasta ahora las enunciadas Provincias, en la forma en que se le encarga por Cédula separada, de la fecha de ésta, me daréis cuenta con la correspondiente justificación por mano de mi infrascrito Secretario, que así es mi voluntad.-

    Fecha en El Pardo, a diez y siete e marzo de mil setecientos ochenta y tres. –Yo el Rey- Por mandato del Rey Nuestro Señor.-Antonio Ventura de Taranco.- Al Auditor de Guerra del Gobierno y Comandancia General de las Provincias Internas de Nueva España, ordenándosele que de acuerdo con el Reverendo Obispo Electo de Sonora, y arreglándose a la Bula de Su Santidad para la erección de este nuevo Obispado, proceda a hacer la división y adjudicación de que ha de componerse, con lo demás que se expresa.(Acosta Roberto, Apuntes Históricos Sonorenses)

    EJECUTORIALES DEL NUEVO OBISPADO DE SONORA

    …habiendo tenido por conveniente mandar se erija un nuevo obispado con el titulo de Sonora , desmembrándose para ello la propia provincia de Sonora y Sinaloa del obispado de Durango, y la de California del e Guadalajara y estableciéndose el prelado y su catedral con el componente número de prebendados, en el pueblo de Arizpe (a quien, para su mayor lustre y decoro, he concedido titulo de ciudad), suplique su santidad se sirviese expedir la bula correspondiente, a cuya instancia condescendió, y en su Consejo le presente para el referido nuevo Obispado, a Fray Antonio de los Reyes, de la Orden de San Francisco, presidente que fue de las misiones de la Pimería alta, en la enunciada provincia de Sonora, (y que es ahora) residente en estos reinos (de España); y, despachadas sus bulas, se han presentado por su parte en mi Consejo de Cámara de la Indias, suplicándome que, conforme al tenor de ellas, me dignase mandar darles el pase y expedir el correspondiente despacho para que pueda servir su Obispado y poner su provisores, vicarios y otros oficiales, en cuya vista, y de lo expuesto por mi fiscal, lo he tenido ha bien, mediante a lo cual, y haber hecho (Fray Antonio) el juramento acostumbrado, conforme a lo dispuesto por la ley primera, título siete, libro primero de la Recopilación de la Indias, de guardar y cumplir todo lo perteneciente a las regalías y derechos de mi Real patronato y que no irá ni vendrá en cosa alguna contra lo comprendido en él, y así mismo que observará ley trece, título tercero, libro primero de la Nueva recopilación de estos reinos de Castilla, no estorbando la cobranza de mis derechos y rentas reales, ni la de los novenos que en los diezmos del mencionado nuevo Obispado me pertenecieren, sino que, antes bien, los dejará pedir y cobrar a la persona o personas cuyo cargo fuere su administración lisa y llanamente, sin contradicción alguna, os ordeno y mando a todos y cada uno de vosotros (gobernantes, capitanes de las Provincias Internas, representantes y oidores de la Real Audiencia de Nueva Galicia, y otros cualesquiera jueces y justicias) que, recomiendo las bulas originales o su traslado autorizado en forma jurídica observéis su tenor, dando y haciendo dar al expresado padre fray Antonio de los Reyes la posesión del referido obispado, y lo tengáis por tal obispo y prelado de él y le dejéis hacer su oficio…, y que se le acuda con cinco mil pesos de congrua…, que he determinado asignarle por resolución en consulta de mi Consejo de Cámara de la Indias…

    Yo, el rey

    Fuente: Ejecutoriales del nuevo obispado de Sonora… El pardo, 4 febrero 1781. AGI, Guadalajara 553

    BIBLIOGRAFIA

    Acosta Roberto(1984) Apuntes Históricos Sonorenses, Gobierno del estado de Sonora

    Almada Francisco R. ( 1990) Diccionario de Historia, Geografía y Biografías Sonorenses. Gobierno del estado de Sonora

    De Escudero J. Agustín (1989) Vicisitudes de Acción Religiosa hacia 1831. Sonora Textos de su Historia .Mario Cuevas Arámburo, Compilador Gobierno del Estado de Sonora. Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora

    Del Río Ignacio, López Mañón Edgardo ( 1985) El Obispado de Sonora, Pág.241, Capítulo VII, La Reforma Institucional Borbónica, Tomo II, Historia General de Sonora, Gobierno del Estado.

    Enríquez Licón Dora Elvia (1985) La Iglesia en Sonora ¿ elemento de modernidad? Crónica y Microhistoria del Noroeste de México. Universidad de Sonora.

    Nakayama Antonio ( 1980) Historia del Obispado de Sonora. Universidad Autónoma de Sinaloa, Instituto de Investigaciones de Ciencias y Humanidades. Colección Rescate 3

    Nakayama Antonio(1989) La iglesia en Sonora, Historia de su Obispado, Siglo XIX .Mario Cuevas Arámburo, Compilador Gobierno del Estado de Sonora. Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora

    Stagg Albert (1983) Los Almada y Álamos 1783-1867. Joaquín S. Almada Urrea. Tetabiate 609 Cd. Obregón Sonora

    Por:

    Ignacio Lagarda Lagarda