Por 20 euros la hora. Episodios nacionales de Angelillo de Uixó
Dios castiga al pobre por sus pecados y vicio de pobreza, de los cuales solamente él es el único responsable. Angelillo de Uixó.
-¿ Me pregunta usted que opinión me merecen los actuales antisistemas?- Oh amigo mio, están en consonancia con la puntuación que me acaba de leer de la encuesta de la clase política, suspendidos. Los he conocido que no saben ni preparar un coctel molotov, y los que dan los buenos días al cartero que es funcionario. Encuesta de Antena Tres a Angelillo de Uixó sobre los acontecimientos del 25-S.
-Enhorabuena Pablo, te ha sido concedida la renta garantizada para la ciudadanía– despliega los labios hacia las mejillas levantando la comisura de sus extremos en busca de los ojos una asistenta social de Vall d' Uixo. Aparece sentada tras la mesa de un frío despacho desde el cual evalúa la vida de sus pobres. Una telaraña de la esquina del despacho se descuelga de un hilo blanco que le sale del culo. Frota con sus patas la cabeza celebrando la noticia. El pobre devuelve la sonrisa contemplando la araña con angustia. Valora las palabras con recelo. Las cejas de Pablo muy pobladas, señal de casta de malandanza , se arquean cómo las del ballestero de los pobres " Zapatero", burgués socialista azote de proletarios y Robin Hood de banqueros. Clavado en su silla Pablo escucha las condiciones de tanta merced:
El importe asciende a 385 euros durante seis meses, pero está sujeto a condicionalidades, además es revisable por comportamiento. Entre otros seguimiento de que buscas activamente trabajo y quieres dejar de ser pobre- La asistenta levanta la vista del folio donde se explican las ordenanzas para observar la reacción del menesteroso ante la palabra: trabajo. Un brillo cansado, desgastado cómo un mueble rehabilitado por el colectivo de yonkis del pueblo asoma de la pupila otoñal de Pablo que lanza un suspiro casi inaudible. Sus tripas rebeldes, cínicas , desgastadas, gruñen rindiéndose. Su cabeza se pierde con los datos de las obligaciones que le enumeran: En caso de no encontrar trabajo harás un curso del inem. Te comprometerás a efectuar pantanos, cortafuegos, desbroce de montañas junto a penados si no hubiera cursos en vigor. Así mismo, quedaras en espera, no dándose la oportunidad de lo mencionado de ser personal voluntario para apagar incendios, protección civil, o cualquier otra actividad que el ayuntamiento considere necesaria mientras percibas la renta. Firma por favor la conformidad. Entrega la funcionaria el papel y Pablo firma dos veces. Recibe una copia.
Abriendo la puerta escucha a su espalda:
A mi nadie me ha dado nada, para llegar aquí he tenido que luchar mucho. Un pequeño golpe cierra la puerta. Pablo camina próspero cantando en dirección al bar : el alegría de la huerta.
Manolo unas cañitas, ya te pagaré cuando cobre, mira- le pasa al compadre Manolo , mesonero de mal carácter, desconfiado por naturaleza y oficio, y más desde que tuvo la desgracia de encontrar a su mujer poniéndole los cuernos con el cocinero. Engendro con 30 años de experiencia en fogones de España, tan sucio y gordo cómo él hasta el punto de conocerles en el pueblo cómo: los gemelos. Pablo observa la lectura sosegada del mesonero afirmando con su enorme cabeza de foca. Cuelga una grasienta bayeta absorbente sobre su hombro izquierdo. Croa a la doncella rumana que holgazanea para que le sirva cervezas y alguna tapa. Desde el bar los clientes ven las noticias en el canal antena tres.
Madrid el 25 de septiembre es presa de la rabia de los pobres y los hippies que se manifiestan. Los últimos días de septiembre en el campo, pese a la sequía sin precedentes en la vida de los ancianos de los pueblos que este año cómo el pasado no han visto sequía igual, se recogen con mayor o menor fortuna los frutos del otoño tardío. De los arboles cuelgan las rojas granadas, las verdes nueces blancas aun por dentro, la morena almendra, y los primeros erizos de las castañas.
" 20 euros es lo que cobráis por hora- corea entre carcajadas agitando la banderita del arco iris una manifestante de la plaza Sol, quiere tomar el congreso de Madrid. Chotea a un grupo de policías nacionales que necesitan las horas extras para poder pagar las letras del piso en Marina D'Or.
Los agentes cuyos rostros sombríos se ocultan bajo los cascos ven pasar a los manifestantes. Persiguen a imitación de Tejero tomar el congreso para instaurar no se sabe bien qué: Si un sóviet, si una monarquía absolutista, o quizás y lo más insensato de todo, una democracia real. El policía kakareado por la mujer la observa de arriba abajo. Su larga melena rubia cae ondulada más allá de sus delicados hombros cubiertos por una palestina que cuelga enredada cómo la yedra al tronco sobre su cuello de cisne guerrero que canta con su corazón integro de ave que cruza libre y apatrida los montes, los mares y las naciones:
Lo llaman democracia y no lo es, oe, oe, oe.
El policía la sigue con la mirada al uso de una sospechosa. Ella mueve seductora las caderas de formas perfectas. Un perroflauta se las abraza y ella le besa riendo.
¿ Te encuentras bien Charly? -Levanta levemente la mirilla de su casco militar su compañero.
¿Has visto a Claudinita cómo ha acabado? En compañía de los perroflautas. Blasfemando contra la patria, nosotros, y encima…- contesta a su compañero Bill agarrando la porra con dureza.
Las tías son unas putas, y estás de la manifestación más- contesta Bill escupiendo antes de cerrar sonoramente la visera del casco.
Los gritos de la famélica legión de los perroflautas- antisistema , retumba entre los edificios históricos del triste centro de Madrid. La mañana es calurosa, tan soleada que cansa. Charly pierde la imagen de su ex entre la masa. La misma que se ha quedado con la mitad de las cuentas bancarias, con una pensión, los amigos, y le obliga a soportar a su hija los domingos, navidad y vacaciones.
Los manifestantes reivindican sus insensateces libremente por la Plaza Sol: que se recoja en la constitución el derecho a la fiesta y la felicidad de los ciudadanos, la paz permanente entre las naciones, el amor a la tierra, al aire, al agua…
El sargento de esa brigada de la policía nacional sale de una furgoneta. Acaba de recibir las últimas ordenes del ministro del interior. Su rostro grave de hombre de ley va descubierto mientras pasa revista entre sus huestes parapetas entre las furgonetas azules tuneadas con colores del fuego: rojos y amarillos que danzan el baile gitano de la danza del fuego por la chapa.
Las ordenes son dejar concentrarse a los civiles frente al congreso. De momento las porras tranquilas y no responder a provocación. De acuerdo señoritas. ¿Me habéis comprendido pandilla de maricones?
-Si – responden al unisono bajando y levantando la cabeza los agentes. Un casco sigue mirando perdido a la masa de borregos.
¿Pero que coño pasa contigo? Es que tu papa y tu mama son hermanos, eh gilipollas? Me entiendes cuando te hablo. Déjame ver tu cara, levanta ese puto casco maricón- le grita el sargento.
Chrly levanta la visera del casco. Asoma su cara morena y arrugada señal de que es hijo de agricultores de albacete.
Recibe del sargento un puntapié pedagógico que le hace bajar la cabeza al estómago, el lugar de donde nace el hambre. Quedan contemplándose rostro con rostro cuando el sargento le levanta la cara con la vara de abedul, la misma que utilizan moros y cristianos para amaestrar a las mujeres. Charly hace gesto afirmativo de comprensión.
Fallece la luz parpadeante del bar alegría de la huerta que ilumina las estampas demacradas, desorientadas de la paupérrima clientela abatida sobre la barra.
-La ha diñado-comenta un gitano integrado que trabaja en la empresa de basuras municipal levantando el cogote hacia la bombilla del techo.
Renqueante eructa , se mueve levitando por el aire sinusoidal la tripa de hipopótamo del mesonero. Camina tras la barra hasta llegar a una esquina. Flexiona sus piernas grasientas de paquidermo produciendo pliegues, ruidos y bultos en su pantalón levis que desciende cómo la marea dejando ver el bosque negro y peludo de su culo. Recoge un grueso cirio y lo enciende apostólico y romano.
La televisión ilumina el tugurio. De una claraboya polvorienta entra la luz diurna difusa que deja ver al personal.
La puerta acolchada de negro se abre y entra una mujer con ojeras . Surge fantasmagórica y trasnochada vestida con abrigo largo y grueso de color verde que le llega hasta las rodillas pese a estar a más de 25 grados de temperatura.
-50 monedas- grita hiposa y con temblores alcohólicos en las manos. El iris pardo de sus ojos se refleja a intervalos junto el parpadeo de las cerezas, las campanas, los limones que ruedan iluminosos dentro de la máquina tragaperras que alimenta. Las ojeras amoratadas se desprenden cómo cataratas por la cuenca de sus ojos apenados. Se escucha unas risas y algún comentario jocoso.
-¿ Qué has dicho?- agarra a Pablo que es el más cercano a ella del hombro violenta, acostumbrada a ser una mujer despreciada que se tiene que defender a golpes.
-Yo no he dicho nada tía loca- le responde ante la risa colectiva que estalla junto a la suya. Ella mirando en todas direcciones empieza a reír y sigue jugando.
De la máquina salen inextinguibles luces, destellos, relampagueos y un sin fin de ruidos graciosos que estimulan a la mujer. Ojos avarientos la acechan cuando suena la canción de Elvis "viva las Vegas" y caen 20 euros.
-Voy a mear- dice Claudinita a su novio que habla del Ramma Ramma Dalai Lama en la plaza de Sol a su grupo de amigos.
La Plaza Sol está tomada por millares de cabezas de manifestantes: desarropados, budistas, estudiantes, futuros pobres. Ellos son los llamados a ser víctimas de la represión por salir a las calles sin ideología, ni más miras en su verborrea que la constitución española, la civilización anglosajona, junto el infame bagaje cultural de la universidad que genera impertinentes sabelotodo. Patanes sin personalidad, criaturas egoístas sin valor ni honor ,incapaces de interactuar con otro ser humano que no sea un inferior del tercer mundo de color negro.
Claudinita mira a su alrededor, observa incontinente el ganado rastafari y canino extendido por doquier en el suelo de la plaza formando pequeños rogles donde discuten sus porquerías político hedonistas pornográficas con sus compañeros de lucha que portan camisas del Che, gafas de pasta negra, y actitudes místico ascéticas.
Cuidando no pisar a los farandules del lugar, sonriendo y pidiendo mil perdones acompañados de abrazos y besos cuando se producen los inevitables pisotones, camina cruzando las piernas, casi sin aguantar hasta medio ocultarse detrás de las furgonetas de la policía nacional. En posición de mona se baja las mallas, se quita la compresa, y mea observa sin darse cuenta por su ex marido y sus amigos que se ríen. Ella le dirige una agradable y más que merecida peineta.
La boca de varios asistentes, sentados delante de las furgonetas se llenan de blanca espuma de la cerveza agitada que beben entre carcajadas almorzando bocadillos comprados en el open cord.
-Mirad, mirad- un joven con gorra roja de telepizza agita una cerveza y la coloca en su entrepierna mientras abre de la anilla.
!Oh insensatos manifestantes que no deseáis otra cosa que un mundo egoísta repleto de mundanos placeres carnales, que os negáis a que la vida sea un camino de espinas que se ha de chafar, cómo lo fue el de vuestros heroicos abuelos que lucharon en la guerra civil! Oh demócratas, tiranos mil veces peor que Julio Cesar, Nerón, Caligula, o Juan Carlos I.
Un bote de cerveza sale disparado girando sobre si mismo por el cielo azul infinito de Madrid. Las cámaras de Antena 3 siguen su trayectoria por la plaza.
-Paf- el mundo observa a través de la TV cómo le cae al sargento la cerveza mientras arenga a sus tropas desanimadas por no actuar , ya que desean medallas ganadas a base de ostias dadas a civiles.
Les va a comunicar las nuevas del ministro que desea el aplastamiento de los sublevados.
La boca redonda y abierta del sargento deja escapar entre los diente un histérico: Noooo, Nooooo. Se limpia el rostro manchado del amarillo liquido perfumado de fermentos vaporosos alcohólicos.
Camina hacia los manifestantes. Tras él, el pelotón le sigue pegándose golpes en el pecho heridos en su amor propio. Sienten la ofensa de su caudillo cómo la suya propia.
Los manifestantes retroceden.
-Ha sido un accidente, mira tío lo sentimos- dice un joven perroflauta al sargento.
-Sacad las porras- ordena. La falange bien constituida, a una sacan las negras trancas morcilleras que acarician con la palma caliente de las manos.
El dedo índice del Sargento se desliza marcial cortando el aire desde su punto máximo vertical por encima de su cráneo hasta la cintura. Las botas rechinan sobre las baldosas. Las porras blanden el aire ruadas y frenéticas. Susurran con su silbido aéreo hasta llegar a la carne que lanza bramidos por todos sus poros. Cabalga por la Plaza Sol la sombra del jinete descuartizado, devorado por los gusanos, repleto de polvo de Atila sembrando el pánico, la indignidad, la humillación y el dolor. Labios pintados de las adolescentes son reventados. Desprenden regueros de sangre que gotean. Patadas certeras dadas por las botas de punta de acero se enseñan en los estómagos blandos. Cascando los tobillos derriban a través de barrido a cuerpos civiles que rebotan en el suelo. Las melenas de las mujeres son aferradas cómo las correas de las yeguas. Se tira de ellas. Gritan, lloran, suplican, pero no hay piedad, porque España se rompe. Las porras se hacen hueco entre la masa tumefacta repleta de hematomas. Venas rotas afloran cómo charcos después de la tormenta en las carnes dejando la señal del golpe para que los agentes reciban medallas. Avanzan ufanos, gloriosos, entre la masa inerme, paralizada, chafada entre ella misma. Los mil colores del arco iris que desean la paz, la igualdad, la democracia y la fraternidad, por fin son derribados entre estrepitosos quejidos de dolor. Allí se ve a una joven con la cadera destrozada, allá un rastafari patas arriba, otro subido a una farola y lanzado hacia abajo por una pelota de goma, un viejo de laureados cabellos arrinconado en una verja mientras la certera porra del nacional lo muele a golpes. Ah, el horror, el horror, y la gloria que da medallas.! Los sacrificios que debe hacer un pueblo para amar a su presidente Rajoy! Algún día lo entenderán. Los chillidos se suceden, las pelotas de goma sacan varios ojos. Los cuerpos apestan a sudor, a hormonas segregadas por el miedo. Amantes contusionados se abrazan en el suelo entre humo, carreras, golpes. El horror, el horror.
-Coño, la que está cayendo en Madrid , otra cervecita y no cambies de canal por favor- le pide Pablo a la rumana que le sonríe y obedece dejando el mando a distancia sobre el frigorífico.
-Bingo- grita la ludópata levantando los brazos. La música de la tragaperras canta y pare monedas. Elvis agita la cadera descoyuntada mejor que el Rey Juan Carlos tras una cacería de elefantes. Los parroquianos abandonan la silenciosa visión de la TV para envidiar a la ludópata que ha ganado otros 20 euros más . Pide la agraciada un carajillo sin quemar.
Charly lleva de la oreja a un gitano que gruñe cómo un cerdo:
-Auiñ, auiñ, auiñ, que llamo a mi primo el Josele- barrunta el demócrata.
A escasos metros ve charly a Claudinita mordiendo la pierna de Billy. Las cámaras de antena tres son testigos del ataque a los agentes por parte de los violentos antisistemas. El mundo suplica mando dura a Rajoy para un pueblo, el Español, que confunde libertad con libertinaje. Charly deja sin rematar la faena con el gitano y abriéndose paso entre más de 100 perroflautas que golpea sin dejar costillar sin saludar.
-Ahora te vas a enterar de quien es Charly, so puta- le dice a su ex agarrándola del pelo. La levanta del suelo.
Charly no- le responde ella que ha reconocido la voz de su ex. La mano cubierta por un grueso guante negro de Charly empieza a estrangular sádicamente el cuello delgado de Claudinita. Ella mueve cómicamente los brazos tratando de agredirle, aunque le falta más de dos palmos para rozarle siquiera el uniforme. Pasea sus preciosos ojos verdes por la plaza. Balbucea de forma inaudible: Ayuda, socorro, meidei, meidei, mi ex me mata, muero.
-Calla, te van a oír- le dice pegándole una patada en el abdomen que le hace vomitar sobre el guante. Grumos espumosos y viscosos salen de su boca maloliente. Charly extasiado, excitado aprieta más y más hasta tirarla contra el suelo cómo si se tratará de un clinex. El cuerpo de Charly forma un arco, y en movimiento elíptico hace una curva la porra que se estrella contra la espalda de Claudinita. Ella reacciona sin apenas fuerza reptando por el suelo semejando una víbora. Su rostro no se reconoce, pegado el pelo sudoroso a las mejillas ennegrecidas de los golpes. Su antes delgado cuerpo, ahora parece un saco, hinchado de los golpes. El sargento oculto en la furgoneta capitana donde monitoriza el combate da ordenes de repliegue y captura de prisioneros. Toma nota de la gran actuación de Charly, ganador de medalla. Arrastrándose Claudinita lucha por sobrevivir. Charly le da una tregua, la sigue viéndola arrastrarse. Ella solo ve algo borroso, criminal, asesino. Es la bota de Charly pegada a su boca.
Charly no lo hagas, piensa en tu hija, Charly, no…- susurra. De un golpe la silencia. Ella pierde el conocimiento cerrando lentamente los ojos. Un par de perroflautas caen sobre Charly. Antena tres recoge el momento del atentado a la autoridad. Charly cae al suelo, pero se levanta. Ya en pie de un golpe le rompe la ceja a uno de sus agresores, un inmigrante peruano. Al otro lo deja inconsciente pegándole un golpe en la traquea.
¿Unas pastitas para acompañar la tisana?- pregunta Rouco Vadela a María Dolores de Cospedal asomados a una terraza de Sol. Cospedal hace noble gesto de agradecimiento flexionando la pierna izquierda graciosamente, y bajando sumisa ante el santón la peineta que engalana su tradicional y evocador recogido de pelo, otorgándole gracia, castidad y elegancia a la vicepresidenta, así cómo su conjuntado vestido de luto. La criada ecuatoriana ataviada con cofia sirve el azúcar a la vicepresidenta que contempla encantada cómo una joven de menos de 17 años deambula exhibiendo los pechos. Su camiseta ha sido desgarrada por la policía. Los pechos de la púber apenas desarrollados están cubiertos de sangre que emana desde la cabeza. Cuerpos retorcidos, semejantes en pose al momento a que Laocoonte estaba siendo devorado por una serpiente marina, afloran por el suelo. El reloj de Sol da monótono, viejo, cansado, las campanadas. Los manifestante empiezan a escapar por un hueco hacia Atocha.
La mitad de vosotros detener a los heridos de la plaza, el resto continuad la persecución hasta sacarlos de Madrid- ordena el sargento desde el Walkie talkie. Los agentes se concentran en el centro de la plaza un par de minutos, y se dividen ordenadamente. Unos con cuerdas y aceradas esposas arrastran cómo reses abatidas por la plaza a los heridos. El resto, igual que perros de presa, incansables continúan el acoso. Abren fuego con las escopetas de goma alcanzando las espaldas de los cobardes rebeldes que huyen.
Cupones, cupones- un ciego de la once entra en un bar de atocha donde parados, vagos, picaros, gitanos se congregan en reunión clandestina.
El otro día no toco ciego de Gondor- recrimina un farandul castellano acentuando su castizo léxico con boina, barba de tres días, chaqueta de pana y palillo entre los dientes.
No te chatees Celestino que siempre toca. Buena Suerte Durruti te trae un capicúa. Compra, que toca el 2734- le dice el ciego dirigiéndose hasta donde se encuentra el chulapo. Blande el bastón entre las patas de las sillas.
Quitándose el palillo de los dientes el chulapo replica- El 2734 no es capicúa.
Pues sera palíndromo. Queso y vino para un ciego mesonero- vocifera el ciego de Gondor
derribando varias cerveza de la barra con el bastón.
¿ Qué algarada es esa?- pregunta el mesonero viendo temblar las ventanas del establecimiento seguidas de un ruido de voces, pitidos, golpes que llegan cómo jinetes del Apocalipsis.
Bum, ban, bum, un cristal se hace añicos y una pelota de goma cae sobre la tapa de queso del ciego que la mastica escupiéndola furioso entre insultos al mesonero.
¿Qué broma de mal gusto es está a un pobre ciego?
Buena suerte Durruti, para tus bastonazos, no los dirijas contra este humilde mesonero inocente- le pide protegiéndose con una sartén el buen mesonero.
Los antisistemas empiezan a entrar escondiéndose entre las mesas. Los clientes se aterrorizados increpan a los antisistemas a los que golpean. Los antidisturbios entran pegando a todo el mundo.
A Buena Suerte Durruti no le sirve de protección sus laureados cabellos de emperador romano, ni sus ojos blancos sin vista de busto imperial. Recibe tres golpes en los lumbares que le hacen bailar graciosamente. Blandiendo magistralmente el bastón, atiza tal golpe en la celada de un agente que se despedaza. Al segundo bastonazo le abre la cabeza desparramando sus ligeros sesos por la barra del bar.
Varios compañeros del fallecido se lanzan en tropel contra el invidente dándole tal somanta de palos que supera a todas las recibidas en la practica de su mezquino oficio, incluido la iniciación en la once. Los golfos, los chulapos, las golfas del bar son atrapados por la policía de semejante manera a la del afanoso pescador, allá en las hermosas, azules y tranquilas aguas del mediterráneo catalán. Cuando lanza el marino sus redes de pie, montado sobre un pequeño bote con mástil de vela triangular, y las recoge al instante repletas de todo tipo de pescado que se agita ya sobre el suelo del bote. Entonces levanta el ancla y navega triunfador sobre las blancas olas con él sobre el puente gritando el nombre de su amada que le espera en la playa enarbolando la bandera cuatribarrada junto a otras mujeres de hogar. Los farandules y manifestantes son montados a los furgones coleando, dándose empujones , golpes a las chapas, aullan, silban, gritan el nombre de sus mujeres, familiares, organizaciones políticas para que les saquen de esas redes.
Desperezándose Pablo sale del alegría de la huerta. La ludópata se va al bingo después de perder más de 100 euros. Solo conserva 20 euros. En las calles de Vall d´Uixó los chonis, los canis, cantan flamenco.
Vaya una gota- se dice Pablo mirando al cielo tras limpiarse la gota que le ha caído en la cabeza. Unas nubes blancas y algodoneras, tan bajas que pasan a través de los picos de las montañas se van concentrando. Una furgoneta para junto a la ludópata y le invita a subir.
Ella se resiste, el conductor asombrado de su decencia le enseña un billete de 20 euros.
¿Pero que te piensas guarro?- Le chilla. El conductor la manda a la mierda y se va.
Espera, espera- llama al anciano que acaba de meter la primera. Este frena, abre la puerta y ella sube sin decir nada. Se alejan hacia los caminos de naranjos que rodean el valle repleto de torrenteras, vaguadas, terraplenes y barrancos. Pablo sube calle arriba feliz y contento a su casa deseando que pasen las dos semanas que le faltan para cobrar , y disfrutar por fin de la vida mediterránea: ausencias de quehacer, de prisas, buena comida, vistas la mar, clima cálido, mujeres hermosas, buen vino. La tormenta empieza a descargar. Una tromba de agua cae cómo una cortina transparente y espesa de color blaquiazul. Arrasa ribazos en la montaña, derriba algarrobos, forma cascadas entre los escombros del monte, empuja a los coches estacionados por las calles hasta estrellarlos contra muros u otros vehículos.
La ludópata atrapada con el anciano en un campo de naranjos después de hacer el amor sobre una acequia sube a la C-15. Arranca el vehículo patinado las ruedas delanteras sobre el barro en el que hunde. Consiguen salir, aunque no ven por donde van. Poco a poco se van metiendo por un torrente sin saberlo. El agua cubre las ruedas y se va introduciendo sigilosa por el chasis. El motor se para, ambos gritan. La ludópata intenta escapar pero la presión del agua no se lo permite. Se agarra al anciano entre gritos de: quiero vivir. La furgoneta montada en una ola se eleva. Cae ruidosamente girando sobre si misma cómo una peonza al medio del barranco. Durante más de media hora entre rayos y truenos navegan velozmente ladera abajo hasta ser engullida por el mar.
– Brinda conmigo Mireya, hoy es un día especial, he cobrado la renta garantizada. Si quieres te puedo llevar a un sitio especial- susurra Pablo a la rumana del alegría de la huerta. En la televisión las noticias de Antena Tres emiten imágenes de las condecoraciones a la policía por su represión en la Plaza de Sol. Charly de gala sube al estrado.
Cupones, cupones- el ciego de Gondor entra en una taberna de Madrid. Una mujer con la cara deformada por los golpes toma un café. Llama al ciego y compra un cupón.
Toma preciosa, el 4756. Es capicúa, te tocará seguro. Es tu día de suerte- le dice el ciego palpando las monedas.
Quiero agradecer está medalla a mi ex, Claudinita, sin ella no la abría podido conseguir- agradece Charly ante los micrófonos. La infanta Elena aplaude con fervor junto el ministro el interior y los asistentes.
Claudinita paga el café. Camina en dirección a Atocha. Baja las escaleras de la estación. Observa la luz ciclópea de un tren que llega y se tira.
Angelillo de Uixó.
Fotos angelillo de Uixó y otras de distintas fuentes google images.
Autor:
Ángel Blasco Giménez