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Comunidad e identidad

Enviado por Leonardo Ramos Lalupu


Partes: 1, 2, 3, 4

    1. El hombre un ser social
    2. El hombre de nuestro tiempo
    3. Identidad y la comunidad
    4. La concepción liberal y comunitaria de nuestros modos de vida
    5. La comunidad en la diversidad cultural
    6. Conclusiones
    7. Bibliografía

    Ensayo de antropología Filosófica

    Introducción

    Durante los últimos años he venido reflexionando sobre la importancia que tiene el valor de la comunidad en el proceso de formación de nuestra identidad y realización personal. Considero que la identidad humana es uno de los aspectos esenciales de nuestra condición de personas con capacidad moral y que ésta se configura comunitariamente. La identidad humana[1]se construye en relación a lo que es significativo para nosotros, es decir nuestras vidas adquieres sentido en relación a algún bien supremo vivido en comunidad. Carecer de identidad es como no saber quiénes somos, dónde estamos, ni a dónde vamos. Los seres humanos vamos construyendo nuestra identidad a través de los procesos de desarrollo personal-social en un contexto determinado. Tener identidad nos permite saber quiénes somos y dar cierta direccionalidad a nuestras vidas. Saber responder a la pregunta ¿quién soy?, es fundamental, pues se trata de la pregunta acerca de la constitución de nuestra identidad. Los hombres de nuestra sociedad actual globalizada, capitalizada, preocupados por su bienestar material y su realización personal, pierden interés por el sentido de sus vidas y la constitución de su identidad.

    Desde esta perspectiva nuestra obra tiene por objeto analizar críticamente los presupuestos teóricos que posee nuestra identidad constituida de manera comunitaria. La razón fundamental que motiva nuestra obra es reflexionar críticamente acerca del fuerte individualismo que ronda nuestras comunidades, que nos lleva a aislarnos y a vivir de manera egoísta (motivados por el deseo del poder y dinero). Individualismo que destruye nuestras valiosas formas de vida comunitaria.

    Ésta es una obra filosófica que pretender hacernos tomar conciencia del verdadero valor de la comunidad y rescatar su sentido fuerte como espacio común de nuestra realización personal-social. Pretendemos probar la relevancia del valor de la comunidad en la configuración de nuestra identidad humana. Señalamos que nuestra obra tiene un fin práctico: hacernos tomar conciencia de la riqueza de la comunidad y a comprometernos con su desarrollo y progreso. Siguiendo una metodología fenomenológica y hermenéutica presentamos una concepción del ser humano al modo aristotélico es decir como un ser social, ser de significados y expresivo que se autointerpreta dialógicamente en un lenguaje e inserto en unos marcos contextuales. Una hermenéutica que intenta comprender la realidad humana y social desvelando el significado de las acciones, adoptando una perspectiva contextual que incluye los elementos lingüísticos portadores de sentido que se construyen comunitariamente.

    La vertiente fenomenológica que seguimos nos descubre que el sujeto moderno debe reconciliarse con su propia naturaleza y buscar su esencia como ser humano a la vez que explora los vínculos que le unen a su comunidad. Sostenemos la tesis de que el hombre sólo puede alcanzar su dimensión plena y propiamente humana en el marco social y en la exploración conjunta de bienes que sólo pueden descubrirse en comunidad. De esta afirmación se deduce la obligación moral de contribuir al bienestar de la comunidad en la que nos encontramos y a la que pertenecemos. Por consiguiente, los vínculos que unen a los individuos con sus comunidades no pueden reducirse a meros intercambios instrumentales de intereses egoístas y mezquinos sino existe la necesidad de efectuar una exploración conjunta y comunitaria de los bienes que dan sentido a nuestras vidas.

    Esta indagación y propuesta común descubre que los nexos entre los miembros de una comunidad son mucho más profundos, responsables y solidarios, que los que emergen de aquellas teorías que presentan imágenes atomistas de la sociedad. Situamos así el ámbito de la libertad humana en el contexto cultural y social, haciendo ver que los bienes que el hombre persigue sólo pueden lograrse haciéndolo consciente de nuestra complementariedad con los otros.

    En el ámbito de la ética y la filosofía política destacamos los planteamientos aristotélicos-hegelianos acerca de la dimensión social del hombre, la apertura al otro, el reconocimiento como necesidad humana vital. Consideramos relevante presentar el balance entre las fuerzas sociales y la persona, entre la comunidad y la autonomía, entre el bien común y la libertad humana, entre los derechos individuales y las responsabilidades sociales. Creemos que ni la existencia humana ni la libertad individual pueden mantenerse fuera de la comunidad a la que todos pertenecemos y que ninguna comunidad puede sobrevivir al menos que sus miembros dediquen alguna atención, energía y recursos a proyectos compartidos. La preservación de la libertad humana depende del activo sustento de las instituciones de la sociedad civil, donde las personas aprenden a respetarse mutuamente. La condición básica es un justo equilibrio entre individuos y grupos, derechos y responsabilidades, entre las instituciones del Estado, la sociedad civil y el mercado.

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