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La espiritualidad, ser espiritual


    La espiritualidad, ser espiritual – Monografias.com

    La espiritualidad, ser espiritual

    "Hemos sido creados para llevar adelante una civilización en continuo progreso tanto material como espiritual"(Baháulláh 1817-1892

    "Sé generoso en la prosperidad y agradecido en la adversidad. Sé digno de la confianza de tu prójimo, y mírale con rostro resplandeciente y amistoso. Sé para el pobre un tesoro, para el rico, un amonestador; sé uno que responde al llamado del menesteroso, y guarda la santidad de tu promesa. Sé recto en tu juicio y moderado en tu palabra. No seas injusto con nadie, y a todos muestra mansedumbre. Sé como una lámpara para quienes andan en tinieblas, una alegría para los entristecidos, un mar para los sedientos, un asilo para los afligidos, un sostenedor y defensor de la víctima de la opresión. Que la integridad y rectitud distingan todos tus actos. Sé un hogar para el forastero, un bálsamo para el que padece, un baluarte para el fugitivo. Sé ojos para el ciego y una luz de guía a los pies de los que yerran. Sé un ornamento del semblante de la verdad, una corona sobre la frente de la fidelidad, un pilar del templo de la rectitud, un hálito de vida para el cuerpo de la humanidad, una insignia de las huestes de la justicia, un lucero sobre el horizonte de la virtud, un rocío para la tierra del corazón humano, un arca en el océano del conocimiento, un sol en el cielo de la munificencia, una gema en la diadema de la sabiduría, una luz refulgente en el firmamento de tu generación, un fruto del árbol de la humildad.

    In "Pasajes do los Escritos de Bahá'u'lláh" (CXXX)

    La espiritualidad es el más grande de los dones que recibimos de Dios. La espiritualidad es el mayor don de Dios y "Vida Sempiterna" quiere decir "Volverse hacia Dios". (Abdul-bahá)

    La espiritualidad es, ser espiritual es:

    Convertirse en una persona integra; en una persona espiritual

    El concepto de espiritualidad en síntesis es:

    Los seres humanos han sido creados nobles por Dios.

    Los componentes fundamentales de la naturaleza humana son dos: el físico y el espiritual.

    El alma humana es lo que nos diferencia y distingue de los animales. Gracias a la mente, la cual constituye la facultad de nuestra alma, descubrimos y valoramos las leyes físicas que nos proveen de ciencias y artes.El conocimiento humano, así como las emociones, pueden ser constructivas e integradoras , o destructivas y desintegradoras.

    La fuente de la educación y orientación del alma humana la suministran, las enseñanzas de los reveladores de las religiones mundiales(profetas o manifestaciones de Dios :(Krishna-3000 antes de Cristo. Moisés-1500 a.c. Zoroastro-900 a.c Buda-500 a.c . Jesucristo- Mahoma-622 después de Cristo. El Báb- 1844 d.c. y Bahá"u"lláh(La gloria de DIOS) 1863 d.c.)

    Quienes , a lo largo de la historia, aportan las enseñanzas divinas que son conformes con las necesidades de la humanidad de su época.

    De acuerdo con esta definición, las personas espirituales son aquellas que realizan esfuerzos deliberados y conscientes por llevar una vida que permita el desarrollo óptimo e integrado de los aspectos físicos, emocionales, intelectuales y espirituales de su realidad humana , todo ello con la consideración debida a las enseñanzas espirituales adecuadas a su época. Tales personas viven más próximas a su creador, y Su voluntad, a su realidad interior y a la de sus congéneres. El instrumento para conseguirlo es el ejercicio de las facultades de conocimiento, amor y voluntad, con la ayuda de disciplina espiritual e intelectual y la realización de actos elevados.

    El estilo de vida espiritual lo constituye tres intereses principales: intereses acerca de uno mismo, las relaciones y el tiempo. ¿Cómo se conjugan dichos intereses en el marco de un estilo de vida espiritual?

    Las personas espirituales están abocadas a experimentar un sentido profundo de unidad. Llegan a entender y experimentar el hecho de que los seres humanos, en su verdadera esencia, son una sola e indivisible realidad. Comprenden que las diversas dimensiones de su ser físicas, emocionales, intelectuales y espirituales no son si no aspectos de su unidad fundamental. Saben que en la entraña de su realidad reside una naturaleza noble y espiritual, la cual trasciende e incorpora los diversos tipos de existencia, la cual conecta a la humanidad con el reino de las realidades espirituales. Este núcleo se halla, al principio, en un estado de potencialidad y se manifiesta sólo si realizamos el esfuerzo coordinado de elevarnos a niveles superiores de crecimiento y madurez sirviéndonos de nuestro propio conocimiento, amor y voluntad, a la luz de la razón y de la ciencia, junto con los valores espirituales de la verdad, unidad y servicio. Además, dentro del marco de estilo de vida espiritual, nos volvemos conscientes de nuestra unidad fundamental con los demás seres humanos, unidad que una vez realizada nos dota de una visión universal, un amor incondicional y un deseo continuado de servir a toda la humanidad.

    Las personas materialistas son personas solitarias, Se encuentran solas en su travesía vital, en su lucha por la existencia, y aun en su felicidad o tristeza. Las embarga la preocupación que sientes por si mismas, por su salud, éxito, posición social, aceptación por parte de los demás, necesidad de ser amados todo ello hasta un punto extremo. Todo puro ego. Y El poder y la competencia, una vez que se incorporan a sus vidas de seres solitarios e inseguros, se convierten en poderosas fuerzas de destrucción y violencia.

    Para las personas espirituales el proceso es bastante diferente.

    En ellas alienta la conciencia de que son seres nobles, que han sido creadas para conocer y amar. La adquisición del conocimiento les concede la victoria sobre la ignorancia y les dota de un poder y fortaleza verdaderos; pero se trata de un poder basado en la realidad y de una fortaleza que no se desvanece. Además, dicho poder queda realzado por la presencia del amor.

    En contra de la creencias y expectativas populares, el poder material no proporciona a la persona ningún sentido de seguridad y confianza. De hecho, las personas más poderosas , son más inseguras, vulnerables y proclives a la debilidad, la enfermedad, los accidentes y la muerte. En respuesta a estos sentimientos de inseguridad las personas ambiciosas de poder comienzan a competir con los demás con vistas a adquirir mayores medidas de control sobre si mismas y los demás. En su afán de seguridad y debido a que este proceso en definitiva se demuestra fallido, los poderosos terminan por recurrir al arma definitiva: deshacerse de los quienes consideran sus competidores y enemigos.

    El resultado de todo ello es la destrucción de sí mismos y de los demás. Tal ha sido el estado del mundo hasta la fecha.

    Frente al poder, el amor aporta a la persona un sentido profundo de estima y respeto hacia si misma, ayunándola a establecer relaciones de confianza con los demás. Y éstas son condiciones destinadas a general vida, crecimiento y creatividad. Aquí la violencia y la destructividad no tienen ocasión de medrar.

    Las principales preocupaciones de las personas espirituales guardan relación con la verdad y la iluminación por un lado, y la unidad y el servicio, por otro. Tal relación interpersonal se caracteriza por un amor incondicional, libertad respecto de la injusticia y el prejuicio, y la cualidad de la humildad. La arrogancia y el orgullo, carecen de lugar en la vida de la persona espiritual. Los conceptos de nobleza y de igualdad, propios de toda persona, dictan que nos comuniquemos y relacionemos con los demás con sensibilidad, respeto y amor.

    La humildad es otra cualidad especialmente valiosa para vivir una vida espiritual. Las personas humildes son conscientes de su existencia, así como su potencialidades y bazas, son regalos otorgados y que su responsabilidad es salvaguardar la vida y realizar el potencial de que están dotados. También son conscientes de que este proceso sólo es posible si se esfuerzan por llevar una vida de servicio y unidad a toda la humanidad.

    Otra cualidad del estilo de vida espiritual es el desapego. Las personas no pueden llevar vidas basadas en el desarraigo y la falta de vínculos. El sentir la necesidad de pertenencia y arraigo es algo natural. Debido a ello el concepto de desapego se entiende a veces de forma totalmente errónea. Desde la perspectiva de la espiritualidad, el desprendimiento se refiere a esa cualidad que coloca a la persona en posición de dominio sobre sus instintos y deseos, convirtiéndola en dueña de su vida y destino. La persona desprendida adquiere y emplea la riqueza material, las posesiones y el poder, no como fines en si mismos, sino como medios para alcanzar mayores grados de conocimiento, amor, unidad y servicio. En otras palabras, la calidad del desprendimiento libera a la persona del apego a su propia debilidad, mortalidad, pobreza, y existencia material, permitiéndola vincularse a la fuente verdadera del poder, vida y riqueza, que en últimas es Dios.

    La soledad es producto del enfoque materialista de la vida. La soledad se acentúa aún más

    Debido al amor que el materialista profesa por el poder y su tendencia a una conducta competitiva y potencialmente destructora. Son condiciones que no invita al desarrollo de relaciones humanas positivas. En estas circunstancias las personas se separan, sospechan las unas de las otras y se privan de la experiencia de una comunicación e intimidad significativas. La alineación y la desconfianza son los frutos de estas relaciones, y a pesar de sus ímprobos esfuerzos, los participantes no son capaces de desarrollar un tipo de colaboración madura y cooperativa.

    En contrate, las relaciones interpersonales constituyen para la persona espiritual el escenario en el que han de ejercitarse el conocimiento y el amor. El conocimiento exige la búsqueda de la verdad y de la realidad, la evitación de estereotipos y prejuicios, y una conciencia clara de la total interdependencia y unidad de la humanidad. Asimismo, el poder del amor actúa como un imán que atrae a las personas, erradica el extrañamiento y crea una atmósfera de reciprocidad, confianza, aliento y servicio.

    Es normal que en esa relación los participantes se sientan seguros y felices.

    Toda relación humana se mantiene segura y amorosa si los participantes se vinculan mediante un punto común de atracción. Dondequiera que las personas se ven atraídas por la misma fuente de significado, inspiración y amor, la intimidad que las une tiende a aumentar. El punto de atracción mutua ayuda a los implicados a pasar por alto las faltas y deficiencias ajenas, a amar incondicionalmente, a aceptar a los demás sin deseo de cambiarlos, y a no sentirnos indebidamente disgustados, aireados, agitados o despreciativos cuando no se cumplen nuestras expectativas. Debido a la importancia de hallar un punto de atracción mutua, todos consciente o inconscientemente solemos realizar tal elección en las relaciones interpersonales. Muchas personas tienden a escogerse como puntos mutuos de atracción. Otras se sienten atraídas por el poder, la fama y la riqueza. Dichos puntos de atracción son temporales y de carácter no fiable. En consecuencia, muy a menudo las personas se encuentran disgustadas, desilusionadas y desalentadas en su relaciones amorosa. Para la persona espiritual, sin embargo, el objetivo último de la atracción es de una naturaleza mucho más amplia.

    Las personas espirituales establecen una relación de amor con su Creador que luego extienden a todas las personas. En esa relación, al final la soledad y la alineación se superan, para ceder paso a la armonía y la unidad que logran establecerse. Tal relación debe caracterizarse necesariamente por la fidelidad. Las personas espirituales, son por definición, fieles a si mismas, a los demás seres humanos y a su Creador. En esencia, realizan una alianza consciente y deliberada en cualquier relación en la que se ocupen. Esta alianza sustenta la base de la confianza, franqueza y honestidad en la relación. En el mundo contemporáneo la calidad de la fidelidad es desgraciadamente escasa. La raíz de muchos problemas en las relaciones interpersonales, conyugales, familiares e internacionales se debe a su ausencia. El engaño preside las relaciones. La desconfianza predomina a tal punto que la verdadera amistad entre hombres y mujeres y personas de diferentes confesiones y procedencias se vuelven muy difícil de establecer.

    A fin de crear una relación espiritual necesitamos desarrollar varias cualidades. Entre ellas destaca el conocimiento de uno mismo. El conocimiento definitivo es el del yo, que es tanto como conocer a Dios. Cabe acrecentarlo mediante la facultad de la meditación, reflexionando sobre la creación y comprendiendo los procesos que redundarán en nuestro crecimiento, enriquecimiento y maduración, así como mediante el estudio de los principios espirituales que atesora la religión en su esencia pura y universal. Si bien la meditación abre las puertas del conocimiento, la oración aumenta nuestra capacidad de amar. La oración facilita a las personas la oportunidad de orientar sus corazones hacia el objeto de su amor, a comunicarse desde una posición de humildad, desprendimiento y servicio; y de convertirse en receptoras de un amor, misericordia e inspiración ilimitados. De este modo, la oración y la meditación, a si como otras disciplinas espirituales tales como el ayuno, se erigen en fundamentos indispensables del estilo de vida espiritual, esenciales para el desarrollo del autoconocimiento y sumamente valiosos para crear buenas relaciones.

    Para las personas materialistas, el pasado proporciona la ocasión de salir de la nada, en tanto que el futuro constituye el regreso a esa nada. Esta forma de pensar engendra un sentimiento profundo de preocupación y aprensión. Los materialistas intentan aliviar su preocupación y aprensión concentrándose en la hora presente. Recurren al alcohol y las drogas y embotan sus sentidos hasta aminorar su consciencia del pasado y del futuro. Se preocupan por trivialidades a fin de olvidar sus profundos niveles de ansiedad, apego material e inseguridad. Fijan toda su atención en su trabajo, salud física, éxito, logro y valores similares. Aunque las personas materialistas se esfuerzan con titánico afán por disfrutar el presente, al final se sienten ansiosas, insatisfechas, infelices e incapaces de disfrute alguno.

    Las personas espirituales la situación varia. El tiempo es eterno, la peripecia vital se resume en una travesía continuada y llena de significado; por una parte, y un proceso de avance y maduración, de amor y unidad por otra. Las personas espirituales contemplan su pasado con gratitud por haber sido creadas y su presente como oportunidad de enriquecer la vida, cumplir su propósito y plasmar su potencial. Además, contempla el futuro como una nueva etapa más en el proceso inacabable de desarrollo, madurez, conciencia e iluminación. Ven la muerte como el nacimiento a un nuevo estado, más glorioso y misterioso que nuestra muerte al mundo de la matriz y el nacimiento a la vida de acá.

    Para los materialistas, la muerte es la encarnación misma de la nada: fracaso y privación. En tanto que la persona espiritual se prepara para la continuación de su travesía en la vida, la persona materialista rechaza la existencia de esa travesía.

    Conforme la humanidad entre en su edad de cumplimiento y relegue las confusiones, incongruencias y limitaciones de sus etapas de infancia y adolescencia, estudiará y comprenderá la espiritualidad de una forma más pormenorizada e iluminada.

    Nos aproximamos a una era en la que la ciencia y la religión han de reconciliarse; la mente y el corazón se reunirán; en que serán iguales el hombre y la mujer; en que blancos y negros, rojos y amarillos se profesarán amor; la justicia y la unidad impregnarán la política del planeta; y lo que antes se vio como utopia se convertirá en los planos de obra de la nueva civilización.

    No obstante, para inaugurar esta nueva era se necesita un cambio profundo de actitudes y hábitos, La apertura es el sello distintivo de la época de la madurez. Las personas y sociedades maduras poseen mentes, corazones y hogares abiertos. La madurez es una época en la que hemos de buscar diligentemente la verdad, proceda de donde proceda; amarnos incondicionalmente y celebrar, antes que temer, nuestra diversidad; y contemplar el planeta Tierra como nuestra morada colectiva, antes que como un campo de batallas donde rivalizan culturas, ideologías e intereses contrapuestos. Ya es mucho lo que se avanza en esa línea. Sin embargo, para que el proceso culmine felizmente, todos y cada uno habremos de participar activamente en ese cambio, crecimiento e iluminación.

    En el espíritu de estos pensamientos son las siguientes palabras, las que marcan el camino de un estilo de vida espiritual(Sacado del libro La psicología de la espiritualidad de; H. B. Danesh, siquiatra desde hace 40 años y miembro de la comunidad mundial, fe, religión Bahái)

    Estas hermosas, sabias, misericordiosas ,amorosas, serviciales, solidarias justas palabras de Baháulláh,, basadas en el amor y servicio a toda la humanidad marcan el camino de un estilo de vida espiritual, donde nuestros pensamientos y acciones, están en pensar antes en los demás que en nosotros mismos. ?"Ama a tu prójimo MÁS que a ti mismo"?"Aún el plan mejor elaborado, si no esta basado en lo espiritual, no dará buenos frutos, que beneficien a todos por igual, pues solo lo espiritual hace que pensemos antes en los demás que en nosotros mismos" "Hemos sido creados para llevar adelante una civilización en continuo progreso tanto material como espiritual"(Baháulláh 1817-1892

    "Sé generoso en la prosperidad y agradecido en la adversidad. Sé digno de la confianza de tu prójimo, y mírale con rostro resplandeciente y amistoso. Sé para el pobre un tesoro, para el rico, un amonestador; sé uno que responde al llamado del menesteroso, y guarda la santidad de tu promesa. Sé recto en tu juicio y moderado en tu palabra. No seas injusto con nadie, y a todos muestra mansedumbre. Sé como una lámpara para quienes andan en tinieblas, una alegría para los entristecidos, un mar para los sedientos, un asilo para los afligidos, un sostenedor y defensor de la víctima de la opresión. Que la integridad y rectitud distingan todos tus actos. Sé un hogar para el forastero, un bálsamo para el que padece, un baluarte para el fugitivo. Sé ojos para el ciego y una luz de guía a los pies de los que yerran. Sé un ornamento del semblante de la verdad, una corona sobre la frente de la fidelidad, un pilar del templo de la rectitud, un hálito de vida para el cuerpo de la humanidad, una insignia de las huestes de la justicia, un lucero sobre el horizonte de la virtud, un rocío para la tierra del corazón humano, un arca en el océano del conocimiento, un sol en el cielo de la munificencia, una gema en la diadema de la sabiduría, una luz refulgente en el firmamento de tu generación, un fruto del árbol de la humildad.

    In "Pasajes do los Escritos de Bahá'u'lláh" (CXXX)

    La espiritualidad es el más grande de los dones que recibimos de Dios. La espiritualidad es el mayor don de Dios y "Vida Sempiterna" quiere decir "Volverse hacia Dios". (Abdul-bahá)

    La espiritualidad no siempre ha sido entendida por todos de manera correcta. Ha sido confundida, a veces con otros aspectos de la experiencia humana que, si bien pueden tener su valor, no son el núcleo de la espiritualidad. La espiritualidad es entendida como la dimensión y el nivel incondicionado del ser humano, es experimentada como orden interno total, como ausencia de conflicto. La espiritualidad también es experimentada como amor universal y libertad incondicional. La espiritualidad no es personal. La espiritualidad no es un asunto de desarrollo personal porque la espiritualidad trasciende al ego en sí misma es universal. La espiritualidad no nos hace mas privado si no más universales, menos personales y egocéntricos, nos lleva a interesarnos en el bienestar de todos los seres, no solo en el propio bienestar personal nuestro.

    La espiritualidad nos lleva a la percatación de que el conocimiento adecuado del universo que habitamos solo es posible si está relacionado con el propio autoconocimiento, que no es posible tener un conocimiento responsable del universo que habitamos si no nos conocemos a nosotros mismos, y a Dios, " El orbe central del Universo, su esencia y fin último" pues somos parte, e igual que el universo creación de DIOS

    Efectivamente como bien dice Abdul-Bahá:

    El espíritu del hombre aparece y se manifiesta en la condición de embrión, llegando a tener un desarrollo sin límite en esta vida con su cuerpo material y después de dejar su cuerpo material, en otros mundos de Dios, en otros planos, su evolución es indefinida, el espíritu humano o el alma es eterno y siempre viviente.

    El espíritu debe ayudar al cuerpo en ciertas circunstancias, porque por sí mismo, el cuerpo no resiste la presión de ciertas penalidades. En la medida que el cuerpo humano es débil , el espíritu del hombre es fuerte, posee una fuerza sobrenatural que trasciende todo lo contingente, tiene vida inmortal que nada puede destruir o pervertir… ¡Cuán poderoso es el espíritu del hombre en comparación con su débil cuerpo! (Addul-Bahá).

    Está muy bien ser espiritual, además creo que tenemos que serlo pero debemos ser espirituales prácticos.

    ser prácticos es usar todos nuestros recursos humanos y aunque estamos formados por un cuerpo, y un espíritu, la realidad del ser humano no es su cuerpo si no su alma- espíritu, Si no aceptamos las posibilidades desconocidas, espirituales que hay en nosotros no podremos establecer más que relaciones superficiales con otros seres humanos y no seremos capaces de ayudarles a desarrollar su potencial ni nosotros el nuestro.

    Puesto que las potencialidades que hay en su ser humano son una parte extremadamente importante de su realidad, de hecho la base de su crecimiento futuro, deben ser aceptadas por los demás y ocupar su lugar en las relaciones humanas para que puedan sentirse aceptados plenamente.

    hay que utilizarlos inteligentemente y ser prácticos, y con moderación, no solo se debe rendir culto al cuerpo, a las cosas materiales, y como está de moda en nuestra cultura , pues se caería, y se cae en la frivolidad y superficialidad de las cosas

    que no tienen mayor transcendencia, y de ahí la falta de valores, de espiritualidad, de sálvese quien pueda, de tanto tienes material mente tanto vales, a lo que me recuerda una frase que dice eres tan pobre que solo tienes dinero.

    Tampoco se puede, se debe trabajar solo el espíritu, si no la mente el intelecto, para adquirir conocimientos, tantos intelectuales como espirituales para ponerlos al servicio de los demás.

    Estudiad las ciencias, adquirid cada vez más conocimiento. ¡Ciertamente debemos aprender hasta el fin de la vida! Emplead vuestro conocimiento siempre en beneficio de los demás;(Ahí entra la espiritualidad) de tal modo que la guerra sea borrada de la superficie de esta hermosa tierra, y sea erigido un glorioso edificio de paz y concordia. Esforzaos para que vuestros elevados ideales se lleven a cabo en el Reino de Dios en la tierra, así como se realizarán en el Cielo. (Abdul-Bahá).

    Las perfecciones espirituales, son un derecho de nacimiento de la persona y sólo a ella pertenecen entre todos los seres creados. El ser humano es, en realidad, un ser espiritual, y solamente cuando vive en espíritu es, en verdad, feliz.

    El conocimiento, si no va acompañado de sentimiento y espiritualidad, difícilmente pueda ser utilizado para el bien común y progreso de la humanidad, hasta el plan económico-social, mejor elaborado, si no está basado en una espiritualidad, no dará frutos buenos, pues solo lo espiritual, hace que pensemos antes en el bienestar de los demás, que en nosotros mismos. Ama a tu prójimo más que a ti mismo(Baháulláh).

    El espíritu humano

    Es una realidad eterna, indestructible, que pertenece a la Divinidad, al Reino sobrenatural, una realidad con la que se ilumina al mundo y se concede al hombre vida eterna, esta realidad espiritual , es aquella que descubre los acontecimientos pasados y que contempla las perspectivas del futuro, es el rayo del sol de la verdad. El espíritu humano o el alma racional gozan de un mundo que no tiene comienzo y que no tendrá fin.

    Desde su infancia, el niño debe ser amamantado del pecho del amor de Dios y nutrido en el abrazo de su conocimiento, para que pueda irradiar luz, crecer en espiritualidad, colmarse de sabiduría y erudición, y adquirir las características de la hueste angelical. (Abdulbahá)

    Es verdad que la espiritualidad derrotará al materialismo, que lo celestial subyugará a lo humano, y que por medio de la educación divina, las masas de la humanidad en su generalidad darán grandes pasos en todos los grados de la vida, a excepción de aquellos que están ciegos y sordos y mudos y muertos.

    La religión debería unir a todos los corazones y hacer que las guerras y las disputas se desvanecieran de la faz de la tierra, dando nacimiento a la espiritualidad, confiriendo vida y luz a cada corazón.

    Cómo alcanzar la espiritualidad es, efectivamente, una cuestión a la que cada joven, ya sea hombre o mujer, tendrá, tarde o temprano, que buscar una respuesta satisfactoria. Es precisamente debido a que no se ha dado ni se ha hallado tal respuesta satisfactoria por lo que la juventud moderna se encuentra perpleja y, en consecuencia, se ve arrastrada por las fuerzas del materialismo, que con tanta fuerza están socavando las bases de la vida moral y espiritual del hombre.

    En efecto, la razón principal de los males que actualmente son endémicos en la sociedad es la falta de espiritualidad. La civilización materialista de nuestra época ha absorbido la energía y el interés de la humanidad de tal manera que la gente en general ya no siente la necesidad de elevarse por encima de las fuerzas y condiciones de su existencia material diaria. No existe la suficiente demanda de aquellas cosas que debiéramos calificar de espirituales como para diferenciarlas de las necesidades y exigencias de nuestra existencia física.

    Las causas de la crisis universal que aflige a la humanidad son, por lo tanto, fundamentalmente espirituales. El espíritu de la época, en general, es irreligioso. La actitud del hombre hacia la vida es demasiado grosera y materialista como para permitirle elevarse hacia los reinos más altos del espíritu.

    Es esta situación tan tristemente morbosa en que ha caído la sociedad la que la religión trata de mejorar y transformar; pues el núcleo de la fe religiosa es aquel sentimiento místico que une al hombre con Dios. Este estado de comunión espiritual puede darse y preservarse mediante la meditación y la oración. Ésta es la razón por la cual Bahá'u'lláh ha hecho tanto hincapié en la importancia de la adoración. No basta con que el creyente simplemente acepte y observe las enseñanzas. Debe, además, cultivar el sentido de la espiritualidad, que puede conseguir principalmente mediante la oración. La Fe Bahá'í, como todas las demás Religiones divinas, es de índole esencialmente mística. Su objetivo principal es el desarrollo de la persona y de la sociedad, mediante la adquisición de virtudes y poderes espirituales. El alma del hombre es lo que ha de alimentarse en primer lugar. Y lo que mejor puede proporcionarle este alimento espiritual es la oración. Las leyes y las instituciones, según las concibe Bahá'u'lláh, sólo pueden llegar a ser realmente efectivas cuando nuestra vida espiritual interior haya sido perfeccionada y transformada. De otro modo, la religión degenerará, se convertirá en una simple organización y pasará a ser algo muerto.

    Los creyentes, especialmente los jóvenes, deberían darse cuenta perfectamente de la necesidad de la oración. Pues la oración es absolutamente indispensable para su desarrollo espiritual interior, y esto, como ya se ha dicho, es la propia base y el propósito de la Religión de Dios.

    El desarrollo, según el punto de vista bahá'í, es un proceso orgánico en el que "lo espiritual se expresa y se realiza en lo material". El desarrollo significativo requiere que el proceso aparentemente antitético

    del progreso individual y avance social, de globalización y descentralización, y de promover las pautas universales y fomentar la diversidad cultural, se armonicen.

    Ejercitamos nuestra espiritualidad cuando:

    – Somos disciplinados y, por supuesto, amamos. En nuestra vida la espiritualidad tiene el mismo efecto que el agua para con una planta.

    – Somos disciplinados. Ser disciplinado significa perseverar en sostener pensamientos nobles y elevados; y en orientar nuestras energías mentales y espirituales hacia el Espíritu.

    – Amamos. El amor es el lenguaje más importante; es a través de las oraciones diarias que nos conectamos con la Fuente de Todo Amor, Dios, nuestro Bien amado.

    – Dejamos de pensar en nosotros mismos para pensar en nuestro prójimo, en sus necesidades, en sus anhelos y en cómo podemos ayudarlos en su búsqueda de la felicidad.

    SERVICIO la verdadera espiritualidad con sentido común

    las enseñanzas de Bahá"u"lláh resaltan el aspecto social de la vida moral. Los bahá"ís son exhortados a trabajar en pos del progreso de la civilización. El desarrollo moral no puede estar asilado del compromiso con el bienestar común.

    La verdadera espiritualidad no es la de sálvanos nosotros particularmente si no una salvación universal, para ello, deberemos de trabajar, por toda la humanidad, amarla, tratar de servidla, trabajando por la paz, la justicia, la unidad en diversidad y fraternidad universal. El sentido completo de nuestras vidas está entrelazado con las vidas de todos los seres humanos: no es una salvación personal lo que buscamos, sino una universal. No se espera de nosotros que nos fijemos en nosotros mismos y digamos "Ahora ocúpate de salvar tu alma y reservarte un lugar confortable en el Otro Mundo" No, se nos exhorta a ocuparnos de traer el Cielo a este Planeta

    Quien sirve alcanzará la vida eterna. "Abdu "l-Bahá

    Siempre que los ángeles aparecen en el horizonte de nuestra historia están al servicio de Dios; y, como dice la tradición, los ángeles están dotados de alas para atender la voluntad divina con la máxima eficiencia y rapidez.

    El servicio eleva al hombre y lo hace alcanzar la proximidad de Dios. El Báb asevera que "Todos somos sus siervos y todos nos atenemos a su mandato. "

    En cada minuto de nuestra vida podemos servir. Esto está dentro de las alternativas que pueden observarse cuando utilizamos nuestro libre albedrío.

    Ejercemos el servicio cuando:

    – Ofrecemos ayuda al prójimo antes que éste nos haya suplicado auxilio.

    – Prestamos algún servicio a los demás sin esperar ningún tipo de reconocimiento o recompensa material.

    – Apoyamos las iniciativas comunitarias dirigidas hacia el logro de una mejor calidad de vida para las personas necesitadas y al dedicarles parte de nuestro tiempo.

    Un brillante ejemplo de servicio producido a mediados del siglo XIX y XX es "Abdu"l-Bahá, quien había nacido con el nombre de Abbas Effendi en 1844, adoptó como nombre y modelo de vida el título de "Abdu"l-Bahá, es decir, Siervo de Dios. Amaba especialmente a los dolientes de esta tierra, su amor abarcaba a todos y, hasta 1921, cuando falleció, fue como un cirio que se consumía, gota a gota, mientras derramaba luz por dondequiera que pasaba. Describiéndose a sí mismo dijo:

    "Mi nombre es "Abdu"l-Bahá.. (Siervo de Dios. Y de la humanidad Mi realidad es "Abdu"l-Bahá. No tengo ni jamás tendré otro nombre, título, mención o elogio más que el de "Abdu"l-Bahá. Este es mi deseo. Este es mi mayor anhelo. Esa es mi vida eterna. Mi eterna gloria. "

    Obviamente, la espiritualidad es una de las principales señales y una característica de los seres angelicales. Es un puente que está establecido entre este mundo y el mundo del más allá; entre esta vida y la vida eterna. Cultivando esa espiritualidad descubriremos el sentido de nuestra vida y comulgaremos con el Todopoderoso.

    La espiritualidad es un ejercicio del alma y por eso, necesariamente, deberán rezar, suplicar y meditar; pues "cuando el hombre ora está ante la presencia de Dios". (Fe, Religión Bahái)

    Con el deseo de que cada vez intentemos ser más espirituales, saludos afectuosos, llenos de paz, amor, unidad, servicio…

    "Sonríe que estamos en esta vida para hacernos felices, ayudarnos y servirnos los unos a los otros.

     

     

    Autor:

    Jesús Rafael González García