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El romanticismo en Hispanoamérica. Vida y obra de Domingo Faustino Sarmiento y Jorge Isaacs


Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Introducción
    3. Domingo Faustino Sarmiento
    4. Conclusiones
    5. Bibliografía 

    Resumen

    El romanticismo se contrapone a la tradición establecida en los siglos XVIII y XIX, exaltando la naturaleza, la belleza y el espíritu de rebeldía del hombre. En Hispanoamérica encuentra un terreno fértil en las repúblicas entonces recién surgidas, enriqueciéndose con el patriotismo y el análisis histórico de la sociedad. Entre sus figuras cimeras se destacan Domingo Faustino Sarmiento, figura polémica pero que nos legó, entre otras novelas, " Civilización y barbarie: Vida de Juan Facundo Quiroga" , en la que se describe las gentes, cultura, historia y política en el entorno de una Argentina aún dando sus primeros pasos como nación. Jorge Isaacs nos legó su única novela " María" , una de las más destacadas del romanticismo hispanoamericano, que recrea, como contraste, la vida americana en un entorno romántico y triste, pero que también descansa en nuestras raíces. El romanticismo se constituye en el principal movimiento literario durante el siglo XIX hispanoamericano.

    Introducción

    Frente al racionalismo ilustrado y positivista que imperaba en la Europa del siglo XVIII, el romanticismo surgió, arrollador y vital, como un movimiento de exaltación del hombre, la naturaleza y la belleza, y como expresión del espíritu de rebeldía, libertad e independencia que dominó todas las áreas del pensamiento y la creación artística a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII y primera del siglo XIX.

    El uso de la palabra romántico se remonta al siglo XVII, época en que en Francia e Inglaterra, se aplicaba determinado tipo de creación poética, heredera de los romances medievales y de los cuentos y baladas que florecieron en la Europa meridional durante los siglos XVI y XVII. La fascinación por lo misterioso y sobrenatural y la atmósfera de fantasía y heroísmo que dominaban estas composiciones enriquecieron el ámbito semántico del término que, símbolo de la nueva estética, encontró sus primeras manifestaciones, eminentemente literarias, en los movimientos prerrománticos británicos y alemanes de fines del siglo XVIII, para alcanzar su máxima plenitud en toda Europa iniciado ya el siglo siguiente (Romanticismo Literario, 2007, Enrique Anderson, 2003).

    El romanticismo fue una reacción frente a la tradición establecida; propugnaba la emancipación del individuo, cuyos rasgos particulares parecían correr el peligro de disolverse en la colectivización social creciente. Lo subjetivo, lo irracional y lo imaginativo empezaron a abrirse paso en un movimiento que planteó un giro total hacia lo humano, la naturaleza y la belleza inalcanzable, ideal y sublime. Los artistas románticos buscaron una huida de la realidad circundante, en busca de los territorios menos explorados, dando rienda suelta a la fantasía, la emoción y el encuentro con la naturaleza y la historia.

    La literatura hispanoamericana se hace romántica por influjo de Europa. El 9 de diciembre de 1824 se libra la batalla de Ayacucho, que señala el fin de las guerras de independencia y, por ende, de la dominación española, y del establecimiento de las repúblicas. Los territorios que España poseía en América, excepto Puerto Rico y Cuba, nacen a la vida libre y se definen desde el punto de vista histórico, social y natural (Romanticismo Literario, 2007, Enrique Anderson, 2003).

    El romanticismo, primer movimiento literario en la vida libre del Nuevo Mundo, llega a América a través de dos vías:

    – La del Atlántico, con el escritor argentino Esteban Echeverría (1805-1851) al regresar de París en 1830.

    – La del Pacífico, con los españoles Fernando Velarde (1821-1880) y José Joaquín de Mora (1782-1864).

    Los poemas La Cautiva, Elvira o La Novia del Plata y el relato El Matadero, de Echeverría, son considerados las primeras expresiones románticas importantes en el continente. Las notas esenciales del movimiento originario; la libertad, el gusto por el pasado, lo legendario y lo exótico, la exaltación del yo y el sentimiento, se registran también en su versión hispanoamericana, pero ésta acentúa las notas del patriotismo, la tendencia historicista y las actitudes humanitarias del romanticismo social. La poesía, el teatro, la novela, el ensayo, el artículo de costumbres y la leyenda son las formas literarias más abundantes del romanticismo y bien puede decirse que el movimiento es responsable del auge que goza la novela y de su afianzamiento como género (Encarta, 2005, Enrique Anderson, 2003).

    En verdad, la cronología del romanticismo prueba que su presencia fue larga y que alcanzó para cubrir dos o más generaciones; incluso, cuando aparecen tendencias de signo opuesto en el campo de la prosa, el espíritu romántico se resiste a desaparecer y se metamorfosea bajo distintas apariencias que le insuflan nueva vida e incluso le permiten alcanzar su verdadera grandeza. Ejemplos de eso son las tradiciones de Ricardo Palma y la poesía gauchesca, que no son formas ortodoxas del romanticismo pero sí reflejos o síntesis americanas de su espíritu. El romanticismo estimuló además la identidad o conciencia colectiva de cada comunidad hispanoamericana y dio origen al concepto de literatura nacional que, unida a teorías de raíz positivista, orientaron los estudios literarios hasta entrado el siglo XX. En una palabra, el romanticismo es el fenómeno capital de la literatura continental en el siglo XIX. Para justificar esa afirmación, bastaría mencionar a María de Jorge Isaacs, la novela más representativa de este período y otras obras de máxima importancia como el Facundo de Domingo Faustino Sarmiento, la poesía de Gertrudis Gómez de Avellaneda y Víctor Andrade, la novela antiesclavista Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde y los ensayos políticos de Juan Montalvo, entre otros (Romanticismo Literario, 2007, Encarta, 2005, Enrique Anderson, 2003).

    Desarrollo

    Domingo Faustino Sarmiento

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