Doctrina policial para la policía de la provincia de Salta (Argentina) (página 5)
Enviado por Alberto Ruben Apase
5. Honradez, probidad y austeridad.
6. Carácter.
Responsabilidades
Si bien sabemos que las responsabilidades fundamentales del mismo son dos: cumplir la misión y velar por el bienestar del subalterno, veremos a continuación algunos puntos que también son recomendables, para tener en cuenta en el ejercicio del mando:
a. El éxito radica en gran parte, en que el Superior reconozca la importancia de cada uno de sus efectivos; deben realizarse esfuerzos constantes, para que todos los Superiores en todos los niveles del mando, sean diestros para observar los problemas de su personal y solucionarlos.
b. Prestar atención a los intereses, aptitudes, cualidades o inteligencia de sus hombres; para recién poder estimular su iniciativa e inculcarle el sentido de la lealtad y abnegación.
El logro de esas responsabilidades secundarias, nos permitirá colocar a cada uno en el puesto debido y asegurar las oportunidades para que mejore sus calificaciones profesionales, en bien de la Institución.
Conducir, significa preceder, señalar el camino y el Superior, sinónimo de conductor, de dirigente, debe aceptar la responsabilidad por la exactitud del camino. Aquellos superiores que por sí mismos no pueden o no quieren señalar el camino a seguir, sino que miran siempre hacia arriba esperando siempre ayuda superior, son repelidos por sus hombres. Estas personalidades son los que le hacen mal a la Institución, por lo tanto son señalados no-solo por superiores sino también por subalternos como personas "incoloras" que nunca vierten sus opiniones, ni mucho menos criterio, por lo tanto son incapaces de afrontar la responsabilidad de su cargo o función y carecen de iniciativa. La vida diaria del servicio ofrece oportunidades para demostrar iniciativa y conciencia de la responsabilidad. La iniciativa encuentra sus limitaciones en las disposiciones u órdenes impartidas por la superioridad o las reglamentaciones, y nunca deben llegar a la arbitrariedad. Por lo tanto el superior debe fomentar en el subalterno la iniciativa y el amor al trabajo.
Los superiores saben que la confianza descansa en la comprensión por el sentir y pensar de los subalternos así como en la infatigable preocupación por ellos. Cuando se pregunta en qué consiste ésta, se puede tener la certeza de que inmediatamente serán mencionadas todas las disposiciones materiales, tales como la alimentación, el alojamiento, vestuario, licencias, etc. Pero otros múltiples aspectos y que son una constante preocupación espiritual no se tienen en cuenta las palabras de aliento por motivos personales, la visita de enfermos, las felicitaciones por cumpleaños, etc. parecerían estar fuera de lugar y sin embargo cuando provienen de un corazón y estas exentas de ficción o disimulo, logran un sentido real y efectivo. Solo la verdadera cordialidad permite adoptar este tono que irradia color. Quién crea poder brindar amor en el tono técnico y reglamentario, se equivoca y peca contra la confianza, pues con su superior frío y apático el subalterno no puede llegar a identificarse. Es menester también contar con un poco de tiempo para los problemas del subalterno. De lo contrario ¿ Cómo puede creer éste que el superior tiene realmente comprensión para con él, si nunca le dedica un minuto en cuestiones vitales para él?
El superior debe brindar humano respeto a sus subalternos y para ello es necesario tacto. No debe olvidarse que existen dos formas de ordenar: si los subordinados reconocen la necesidad de la orden y ésta no es coercitiva, los subalternos obedecerán gustosos, alegres y llenos de voluntad, por el contrario si ocurre todo lo contrario perderán la voluntad, obedecerán sin efectividad e incluso en algunos casos provocará indisciplina y/o insubordinación.
Conducción equivocada
Recordar siempre que el personal detesta:
a. Al que pretende dirigirlo desde la oficina.
b. Al que fríamente le habla de obligaciones reglamentarias.
c. Al que inspecciona con el solo fin de encontrar una falta.
d. Al que solo ve a través de un grado.
e. Al que ve al hombre como un simple número.
f. Al que cercena sus atribuciones e iniciativas y destruye sus responsabilidades.
g. Al que creyendo que todo lo sabe y lo hace bien, sé subalterniza y ocupa el lugar de éste
h. Al que cree a todos incapaces y se inmiscuye en pequeñeces.
i. Al que siembra el terror con su presencia.
j. Al que se encierra en una oficina, en vez de servir a los que lo necesitan a través de su enseñanza.
Las órdenes
La impartición
La orden es una directiva verbal o escrita, dada a uno o varios subordinados, para que se ejecute determinada tarea o misión.
Toda orden es básicamente una comunicación y para poder cumplirse el circuito de la información, debe circular en ambas direcciones y por canales determinados, un exceso en ellas, provocará la desorganización y a la confusión. La falta de órdenes hará que las acciones en marcha se deterioren, por falta de una guía que unifique y dirija. Por último toda orden lleva implícita el elemento "sumisión", esto supone su estricto cumplimiento por emanar siempre de un superior.
Se necesitan menos órdenes cuando el superior fija metas generales y delega autoridad para alcanzarlas. Muchas veces se dijo que un buen superior da pocas órdenes: el establecimiento de procedimientos prefijados, ayuda a disminuir el número de órdenes y el número de situaciones previstas.
Cuando un subordinado está inseguro de lo que debe hacer, el superior debe tratar de ayudarlo para arribar a una solución sin necesidad de imponerle la suya, de esta manera el individuo aprenderá a decidir en la dirección correcta.
Cuando el hombre conoce bien el trabajo y los objetivos generales, con solo darle información, se sustituye él tener que darle órdenes.
Las órdenes pueden impartirse en forma oral, escrita o de ambas formas.
Modo de impartirlas
Es problema de estilo personal. La experiencia será el mejor maestro, no estará de más tener presente aquello que una orden debe ser producto de una resolución y no de una explosión. El uso de una acentuación por parte de una autoridad es una orden y debe cumplirse. Si se ordena, y el que lo hace tiene autoridad moral, no será necesario poner en evidencia la superioridad del grado. Si conseguimos ordenar en forma de sugerencia, llevando al subordinado a compartir de por sí el problema, transformaremos la situación de una fuerza que doblega a otra de dos fuerzas que se unen.
Dar una orden no es tan fácil y sencillo como parece a simple vista, porque las mismas deben ser explícitas, claras, utilizándose para ello una voz natural, vigorosa y firme. La expresión de la cara y los ademanes deben cuidarse, por cuanto debe evitarse una apariencia sombría, impaciente, irritada y poco amigable. Siempre es posible dar órdenes con frases corteses; deberán ser firmes, directas y decisivas, pero nunca sarcásticas, arrogantes, humillantes ni desalentadoras. EL BUEN MANDO IMPLICA BUENAS MANERAS.
Es peligroso dar demasiadas órdenes al mismo tiempo, pues esto crea confusión, lentitud de asimilación y dudas acerca de lo que deba hacerse primero. Las órdenes deberán ser sencillas, darse en sucesión cronológica y espaciadas de manera que lo primero con seguridad se haga primero.
Por último, el Superior deberá tener cuidado de no expedir órdenes que se contradigan entre sí. Es difícil que esto se haga intencionalmente, pero se hace cuando el Superior mismo se encuentra confuso. Cuando hay que dar una contraorden o, por alguna razón, alterarla radicalmente, se le hará saber al subalterno que el Superior se da cuenta exacta de lo que está haciendo y que tiene una buena razón para ello.
Aceptación de la orden
Una orden puede ser cumplida por un subordinado por las siguientes causales:
a. Por comprender el objeto de la misma y aceptarlo como justo y razonable.
b. Por adhesión a la personalidad del que la imparte.
c. Por la aceptación del peso de autoridad formal que posee.
d. Por la aceptación del grupo en que se encuentra inserto.
Normalmente estos elementos se encuentran conjugados, primando alguno de ellos en las diferentes circunstancias. Normalmente las órdenes de rutina no causarán dificultades, pero de dar una orden que debe surtir marcado efecto en los subordinados o una orden que es probable que se ofrezca resistencia, el superior hará bien en discutirla con ellos, más que querer imponerla unilateralmente, sin dar lugar a preguntas y/o objeciones.
Las órdenes escritas deben ser explicadas verbalmente en forma previa, antes de ser notificados, con la finalidad de tener una referencia de manera personal. Existen oportunidades en las cuales el superior debe permitirle a sus subordinados que la comenten o pregunten, porque ellos también pueden juzgar y valorar el contenido de la orden antes de ser cumplidas, pero además pueden tener sugerencias que valgan la pena tener en cuenta.
Pierde autoridad un superior, si modifica o retira una orden antes las objeciones de un subalterno, si sus instrucciones iniciales fueron dadas como base y con antelación, para que modificarlas si éstas ya fueron analizadas y aceptadas; es más probable que el subordinado cumpla la orden, si ha convenido expresamente en hacerlo, aún cuando su asentimiento haya sido forzado. En el caso extremo de una oposición franca, es mejor que la resistencia se ponga a descubierto desde un principio, para qué dar por supuesto, que la orden será ejecutada cuando en la realidad posiblemente sea saboteada.
El control de la orden
El que ordena tiene la obligación, por el hecho de poder hacerlo, de realizar el control o comprobación del cumplimiento de lo ordenado. Toda orden impartida implica un ciclo que solamente se cierra, cuando cumplida se efectúa el control o comprobación si se ha obtenido o no el objetivo deseado.
La experiencia y el conocimiento de la Capacidad del personal, dictarán al superior la mejor forma de efectuar el control, no obstante es conveniente tener en cuenta que la impartición de la orden, si no hay rutinas o normas que impongan otra cosa, deben incluirse las medidas que faciliten efectuar el control, ejemplo: "dar una hora determinada para que se informe el grado de progreso alcanzado" o "avisar cuándo terminará la misión".
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Los continuos cambios de la sociedad, motivados por el avance tecnológico y la revolución industrial, exigen cambios y adaptación a estas variables. Por ello, quiénes integramos la Institución Policial, conscientes de esta necesidad, imbuidos de una gran vocación de servicio, a través del presente trabajo aportamos nuestra experiencia personal para transformar nuestra función y de esa manera asumir la responsabilidad de cumplir con las exigencias que la sociedad nos impone.
Para ello se hace menester, en primer instancia, realizar una sincera autocrítica y a partir de allí llevar a cabo medidas prácticas que contribuyan a plasmar una policía organizada y preparada para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Esa fue la fundamental premisa que nos llevó a redactar el presente.
Sabido es que cada sociedad crea su policía, a través de su problemática y necesidades, y es sobre la base de esto que debemos propender a una profunda reestructuración institucional, con personal adiestrado operativamente, capaz de operar con ética, responsabilidad y eficacia en todos sus actos, porque esa es la demanda actual y para evitar que otros organismos estatales reduzcan nuestra jurisdicción o competencia.
Los conflictos sociales, las nuevas variantes de la delincuencia organizada, la delincuencia juvenil, la corrupción en los distintos estamentos sociales y políticos, la proliferación de vicios degradantes de la persona, los despropósitos de los medios de comunicación social, entre otros factores, llevan a la decadencia moral y pérdida de los valores más elementales de la sociedad, donde el hombre adopta actitudes nihilistas y desaprensivas, en las que la justicia, la moral y la solidaridad se encuentran en franco deterioro, pese a la buena voluntad de unos pocos.
Ello fue el motivo principal del presente trabajo. Pero al respecto, nos vemos obligados moralmente a reconocer a camaradas, que en el presente o pasado analizaron este ambiente o situación y quisieron desde sus pensamientos, crear una herramienta de trabajo práctica y posible para neutralizar esos avances, que para nosotros no caben dudas afectan la seguridad de la sociedad salteña. Un reconocimiento muy especial para un gran amigo y maestro, el Sub Of My SEVERO EFRENO CHOQUE, que durante su existencia y paso por la Escuela de Cadetes "Gral. M. M. de Güemes", nos hizo pensar en el futuro y convertirnos en promotores de cambios. Como así a los siguientes Oficiales Jefes Crio Lic Hugo Roberto Liendro, Subcrio Lic Humberto Salvador Lescano, Subcrio Lic Rodolfo Silvestre Cortéz.
Por ello, apelando a nuestros conocimientos y experiencias, como así el invalorable apoyo e ideas de los camaradas que pasaron por la Dirección General de Planeamiento, unificamos pensamientos distintos, tarea no fácil, para consensuar en conjunto estos objetivos y políticas institucionales definidos, para reestructurar la Fuerza a fin de contar con una policía formada profesionalmente y confiable, para recién con la inquebrantable fe y esperanza contribuir al restablecimiento de esos valores perdidos. No caben dudas que nuestra elaboración puede resultar incompleta, a la luz de las distintas experiencias y/o conocimientos de otros policías, sean superiores o subalternos, a quiénes se los convoca revisar, modificar y aportar sus pensamientos. Pero de lo que sí estamos convencidos es que los principios y doctrinas enunciados, deben convertirse en el cimiento sobre los cuáles debemos actuar, independientemente de la jerarquía o roles que cumplamos, por ello es que debemos convertir dicho contenido, en la Ley Magna de la Institución.
Sin embargo estos profundos cambios que deseamos experimentar, estos propósitos y medios pretendidos, no deben robotizarnos e insensibilizarnos ante las necesidades del hombre y del policía, ni mucho menos limitar nuestro accionar, porque si bien nos estamos preparando para el tercer milenio, el documento admite modificaciones, pero sin desgajarse de los principios doctrinarios que rigen para la función policial.
Antes de finalizar, pretendemos que la Policía de Salta en el año 2000, se destaque por su imagen, prestigio y eficiencia, para lo cual sus integrantes deberán no sólo capacitarse profesionalmente, sino también conocer y practicar los lineamientos de la doctrina policial. Estamos convencidos que no es solamente nuestro pensamiento, sino el de la mayoría de los hombres y mujeres de "azul", porque así lo demostraron a través de su diario actuar.
Por último, si hasta 1997 obtuvimos el reconocimiento nacional de ser una de las mejores Policías de Seguridad, principalmente por la calidad de sus recursos humanos, debemos continuar por la misma senda, pero para ello debemos unificar la doctrina institucional para que todos avancemos hacia un mismo punto y recién profesionalizarnos, actuar con libertad de acción, propender a la unidad de mando, pero sobre todo comprender que:
" POLICÍA NO ES CUALQUIERA,
SÓLO LA PERSONA ABNEGADA,
FORMADA PROFESIONALMENTE,
QUE ACTÚA POR DIOS, LA SOCIEDAD A LA CUAL SE DEBE Y
CONFORME A LA
DOCTRINA INSTITUCIONAL, BASE DE TODO PROCEDER "
oooooOooooo
. FENTANES, Enrique, Tratado de las Ciencias de la Policía, Buenos Aires, Editorial Policía Federal Argentina, 1974.
. FENTANES, Enrique, Compendio de Ciencias de la Policía, Buenos Aires, Editorial Policía Federal Argentina, 1979.
. ANTHONY, Roberto N., Sistema de Planeamiento y Control, Buenos Aires, Editorial El Ateneo, 1984.
. DIEZ Manuel María, Derecho Administrativo Tomo IV, Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, 1985.
. OSORIO Manuel, Diccionario de Ciencias Jurídicas Políticas y Sociales, Buenos Aires, Editorial Ruy Díaz, 1995.
. JOSÉ, Elena Teresa, La Monografía, Salta, Grafiker, 1983.
. DIRECCION GENERAL DE PLANEAMIENTO DE LA POLICÍA DE SALTA, Apuntes de Doctrina General, Salta, DGP, 1994-1997.
ara.-
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