Ella es una mujer madura, si se puede decir elegante, que le gusta lo bueno, en su mirada una insinuación de tristeza e insatisfacción nos hicieron compartir una amena charla…yo visito New York casualmente me dijo, y yo lo mismo amiga, le contesté…me llamo… (La llamaré Juana para no pecar de indiscreto)…y nos dimos un apretón de manos.
La limosina que me esperaba a la salida de Saks tuvo que seguir a la de ella y de ahí nos dirigimos a un café…digamos el Harley Davison, tal vez el Victor's…no es conveniente decir dónde ahora…lo cierto es que disfrutamos un momento de amable conversación…me contó que estaba casada con un cubano semi-analfabeto al que despreciaba por patán, grosero y sin modales, este tío había hecho mucho billete, tenia varias empresas, entre ellas tiendas, construcción, restaurantes, y ahora se le había metido en la cabeza ocupar un cargo político.
Por supuesto, era anticastrista y con esa aureola todo lo demás venia sin mayor lucha, le había confesado a Juana. Se sentía sola y esa noche me pidió que juntos gozáramos New York hasta las ultimas consecuencias…y después lo demás era lo demás, paseamos por Broadway, gozamos de varias noches en mi suite del Waldorf y uno de esos días me propuso visitar Bahamas de la cual yo le había hablado bastante, le dije que todo eso era muy caro que yo perdía mucho dinero dedicándole mi tiempo a ella, y entonces Juana se mostró como todas, dispuesta a satisfacerme, a verme feliz…en Bahamas esta mujer cuarentona pudo realizar todas sus fantasías de esposa olvidada por un marido de bajo nivel cultural y que la trataba como un objeto más de su propiedad…y sedienta de sensaciones puso el universo a mis pies, sin embargo los días con esta mi única aventura latina estaban llegando a su fin, y sin despedirme, la dejé en el Hotel, contenta y feliz de haber poseído a un beau garcon como yo, a un linajudo descendiente de los incas, bello y capulí, ella jamás me olvidaría.
En el avión que me llevaba con destino a Lovaine la recordé con ternura y agradecimiento por su generosidad desbordante, por ser una mujer como las que me gustan, rica y pródiga…Ya en Bélgica, prometí darme un descanso en mi carrera de latin lover, tal vez un día me dije…
Eran los días de academia pre-universitaria, matemáticas y unas ansias terribles de irme del Perú, mis sueños de amor y fortuna no me dejaban de acercar a la realidad de mi barrio querido, el Rimac, donde las zambitas y mestizas me sonreían y cuando iba a cualquier tienda me ofrecían gratis lo que quisiera…
Todas las muchachas que conocí me parecían muy poco, y cada vez que alguna se acercaba a mi la acompañaban sus apuros económicos, su ropa pobre…y todo eso me espantaba…
Fue entonces que conocí a Doris, era bella, callada y sencilla, me pareció que el mundo cambiaba y empecé a quererla, a pesar de su padre empleado público, sus viajes en micro y engreimientos, y un día la llevé a la Plaza de los pájaros muertos donde le dije que quería que fuera mi enamorada, ella me miró y dijo que me contestaría pronto, me pidió tiempo…y se lo di…
Sin embargo, aquel día nunca iba a llegar…ese mismo fín de semana conocí a Lucrecia, una mujer mayor que conducía un Volvo rojo y era la esposa del dueño de una empresa periodística, ella me dió el primer beso, fue mi primera mujer…y me entregó amor, soporte económico…me matriculó en la Alianza Francesa, me vistió elegante y fino y finalmente me presentó a sus amigas como su descubrimiento…Lucrecia fue todo para mí, ella me llevó a Roma, en su viaje a Tierra Santa….cuando la conocí me olvidé para siempre de Doris, y comprendí que el amor de mi vida no solo seria bella sino rica y pródiga…Le dije adiós a Doris y abrí mis brazos a Lucrecia, a todas las Lucrecias del Mundo…dispuestas a dar todo por el amor, mi amor..
Anoche no dormí, he revisado mi historia como si fuese mi último día en esta tierra, y me han saludado las tardes de gloria en el colegio, jugando fútbol, inventando aventuras que yo solo las creaba para dotarme de una aureola invencible y madurez que nunca tuve.
Mi vida es una completa mentira lo he confesado muchas veces, sin interlocutor, nunca he sido nada más que un muchacho de casa, con mi madre preguntándome dónde y para qué iba..mis noches no tuvieron la excitación de los cuentos que mi fantasía creaba a diario y me permitían seguir vivo y con la eterna ilusión de ser feliz..
Pasaba a diario por el Jirón de la Unión, entre centenares de gentes que parecían estar de compras a pesar de la recesión brutal de que hablaban los periódicos, yo estaba allí mirando sorprendido todo eso y buscando el rostro femenino que me rescate de la soledad, de mi ausencia de motivos.
Y un día, de vuelta a casa,la conocí..se llamaba Patricia, y era todo lo que había esperado.
En esa época, yo trabajaba para la empresa eléctrica, y de ocho de la mañana a cinco de la tarde me disfrazaba de empleado público, al comienzo, y después, cuando el puesto me absorbió, de persona.
Patricia me deslumbró por su minifalda, no tengo vergüenza en decir que, la primera mirada, no me entregó su cara bonita, sino unas piernas fantásticas que caminaban delante mío y trataban de alejarse lo más posible de la violencia estudiantil en La Colmena donde policías y estudiantes me tenían aburrido con sus encuentros violentos que parecían calco uno del otro.
Llegamos casi juntos al paradero del bus, en momentos que el humo picante de las bombas lacrimógenas nos hacía llorar, y le sugerí que era mejor subir a cualquier ómnibus, y empezamos a conversar…
Vivía en Vitarte, era feliz y estudiosa, y se asombró cuando le dije que pasaba mi vida encerrado en una oficina, y le di mi teléfono para poder comunicarnos otra vez…Fue mi primer encuentro con el amor esa tarde.
Yo apenas tenía 20 años y había logrado ingresar a la empresa eléctrica gracias a la recomendación de mi padre y uno de los directores de la empresa, ganaba dinero, me divertía, no pasaba apuros y gozaba la vida…me había olvidado un poco de amar y ser feliz para dedicarme a un mundo diferente, bohemio y de perdición, como decía mi mamá molesta.
Con Patricia en mi mente, aún contemplando sus ojos marrones, su piel blanca, sus cabellos claros, sintiendo que el amor había llamado a mis puertas…esa noche salí con unos compañeros de trabajo y en La Colmena nos metimos a un bar de putas…y después de unos tragos, todavía la llegada de mi más grande ilusión estaba en mi mente…
Fui al baño un instante y mientras me miraba en el espejo vi que alguien había escrito en la pared "Nueva York, la capital del mundo"… y sin desearlo me vi transportado a aquella ciudad que había visto en las películas y de la que me sentía parte sin siquiera conocerla.. y deseé con fuerzas viajar, despedirme de mi barrio, tomar una mochila e ir en busca de mis sueños de una vez por todas…también pensé en Patricia…en una casa, en unos hijos, en una vida en el Perú…y me quedé sin respuestas, como anoche en mi cuarto, sin poder dormir…aquí en New York…
Estoy tratando de reconocer mi barrio, caminé dos cuadras, y ni siquiera he visto un rostro conocido, alguien que me diga, cuándo llegaste?, qué ha sido de ti ? y mis esperanzas se hacen volátiles, efímeras, como si el tiempo de ser feliz se haya ido para no volver, sin prisa, sin decir nos vemos mañana.
Las casas tienen rejas, y la tienda del chino Manuel ahora es de un gordo huraño y desconfiado, allí compré una Inka Cola, que saboreé sentado en una mesita pequeña, con sillas de madera, contemplando que otras generaciones se apoderaban de mis calles y patrullaban el vecindario.
Le pregunté a "don Emilio" sobre el chino Manuel y me dijo que ahora vivía en San Borja, que estaba retirado, y lo mantenían sus hijos que eran policías.
Chino Manuel, amigo, cuántas veces nos regalaste camisetas de fútbol, nos dabas sodas gratis cuando ganábamos y te queríamos como si fueras nuestra familia?
Al parecer no te veré más.
Son las cuatro de la tarde de este sábado chico y no hay nadie en la esquina esperando a la novia o arreglado para irse de jarana o a pelotear.
Salí de la tienda y en la misma puerta, al fin, alguien me llamó por mi nombre y con su sonrisa "kolynosista", mirándome de pies a cabeza, dijo: te acuerdas de mí?
Tenía que decir sí, qué haces por acá? No sé, vine a visitar el barrio..yo también, me respondió…ya no vivo en el Perú, desde que murió mi hermano Richard, asesinado por los terrucos, mis padres me mandaron a Estados Unidos, ya estoy allá doce años…
Cierto, cierto, su ropa era distinta, tenía semblante alegre y sin problemas..Se puede ser feliz viviendo en las entrañas del imperialismo ?, me sorprendí, y reaccioné al darme cuenta que me había hablado de Richard, mí inseparable amigo de la infancia, está muerto, no lo creo, entró al ejercito ?..Y, qué hacía en el ejército un muchacho como Richard ?
Era abogado, capitán asimilado, los terroristas lo acusaron de ser un juez sin rostro y lo acribillaron aquí, en la puerta de mi casa.
En esos momentos, vi salir a un tipo rubio, alto con un niño de tres años, le dijo algo en inglés y ella me lo presentó, mi esposo..el gringo exclamó despacio "mucho gusto" en su español forzado, enseñándome un rostro indefinido, sin emociones y falto de naturalidad, tenía que ser un hijo de Bush, pensé.
Entonces, quise despedirme y ella me tomó de la mano arrastrándome al interior, allí me acomodé en el sofá con el gringo enfrente mío, intentando hablarme sin hilvanar una sola idea correcta, le contesté en inglés, y me preguntó en que parte de los Estados Unidos residía..no, no, yo vivo aquí en mi país, le aclaré y sentí que respiraba aliviado.
Dijo que trabajaba como manager en un negocio de supermarkets, allí había conocido a su esposa, y tenían tres niños.
Te felicito, no hay nada como estar casado, y le inventé que yo también tenía esposa y tres hijos para no sobresaltarlo porque sospeché que era celoso.
Patricia volvió a la sala para salvarme de aquella tortura con el gringo de su marido, con ella estaban sus viejos, y los abracé como si fueran mis propios padres, les dije no saben cuánto siento la desaparición de Richard, y el pasaje de mi primera visita a este hogar se reflejó en mi memoria con Tobi, Matías, Samuel y Germán, invitados por Richard para ver jugar a la U, y su mamá, esta viejecita que abrazaba, ofreciéndonos refrescos y galletas.
No recordaba a Patricia mucho porque era menor que nosotros, las imágenes se aceleraban y les pregunté, sin cansarme, por muchas familias que antes habían vivido aquí.
Luego de casi una hora me puse de pié para irme y cuando ella se ofreció a llevarme, el gringo le sugirió que fuera sola, por los niños que se aburrían en el tráfico infernal de Lima.
El auto de su padre es un Tercel del 94, rojo, todavía elegante, con poco kilometraje, y Patricia se desplazaba bien por la ciudad de mis amores, Lima encantadora, cuándo te volveré a ver así…Quieres quedarte en el Centro Cívico ?, sí, tengo que hacer algo le aseguré..Y vives en Lince ? Todavía, le confirmé.
Estás medio extraño, porqué no me dices la verdad ? De qué ? Le pregunté..de tí, de tu vida..siento que me ocultas algo..tienes problemas ? necesitas ayuda ? Si quieres te puedo dar una manito para que vengas a Estados Unidos, me sugirió. De verdad que no, gracias, bajé de su vehículo, le di un beso y nos despedimos.
Caminé unos metros y entré al hotel.
Al día siguiente y mientras preparaba mi equipaje, recibí una llamada, a través de la recepción, era la hermana de Richard, lo primero que hice fue averiguar como sabía que yo estaba allí ? Y me contestó puedo subir ? Si, le respondí, y el botones la acompañó hasta mi habitación..tu familia ? me quise mostrar amable, ellos están en casa, fue su respuesta. Cómo supiste donde estaba ?
Vi que entrabas al hotel, me di cuenta que no vives en el Perú, hablas medio con un acento que no acabo de descifrar, lo cierto es que desde que murió Richard hemos averiguado todo de todos, no se me fue la costumbre, y ya viste te descubrí…
Si, vivo en Lyón, Francia le mentí, ya mis padres fallecieron hace mucho tiempo, vine para visitarlos y encontrarme otra vez con mi patria, he estado pocos días.
Disculpa pero pensé que eras terrorista, dijo burlona, y me hubiese dolido que lo fueras, por Richard, por nosotros, porque guardamos un buen recuerdo tuyo. .
Nos abrazamos, nos besamos y sin reparar en nada hice el amor con ella, allí, donde había fantaseado con mi barrio recibiéndome entre bromas y sonrisas.
Y mientras su cuerpo se desnudaba ante mis manos, yo sabía que nunca más esto iba a volver a suceder, que ella sería feliz con su marido gringo en Boston, criando a sus hijos en inglés, y volviendo al Perú para enterrar a sus viejos, como yo.
La vi hermosa atravesábamos el lobby y ella aseguraba que me escribiría y guiñó los ojitos, cómplice, cuando la vi encender su auto, besarme y perderse en el Paseo de la República.
En el vuelo de regreso a La Habana, repasaba esta pequeña aventura y el encuentro con mi pasado, triste, hermoso, incomparable, ansié con toda el alma que fuera cierto que Patricia se iba a comunicar conmigo, y juré que me internaría en mi computadora para revisar mi correo y hallar ese mensaje prometido, sintiéndome avergonzado de esto de inmediato, porque ella era casada, la hermana de mi difunto amigo y que, el principal motivo de mi viaje, no haya sido una aventura sino llevarle flores a la tumba de mis padres, en el cumpleaños de mi mamá…
Y salí del avión ,con el sol habanero en el aeropuerto José Martí, recordándome que hay mucho por hacer, como decía Vallejo…
Osaka, 22 de Setiembre de 2003
Recordada Midori :
Acabo de regresar a "mi casa" y me pongo a escribir esta carta, ya te dije, me resulta más fácil aprovechar este medio para que sepas lo mucho que te extraño aquí tan lejos, encerrado en estas cuatro paredes.
A veces, me viene a la memoria el día que te conocí, nuestra primera cita, nuestro primer beso y me dan ganas de estar allá, contigo, tocar tu puerta y que tu hermana me diga que estás en la tienda para ir a verte .
Han pasado tres años sin verte pero no te olvido, nadie ha podido ocupar tu lugar.
Y, soy sincero, en Okinawa encontré una chica muy parecida a ti pero pronto me di cuenta que sólo era eso : parecida, nada más. En realidad tú no te pareces a nadie.
Te tengo que contar que cambié de trabajo, ahora estoy en una imprenta donde hay bastantes peruanos, soy supervisor porque hablo los dos idiomas, es aburrido todo, no sabes como sueño contigo gatita, escríbeme a este correo electrónico…ah! y dime que no puedes olvidarme, que me anhelas tanto como yo a ti.
Tu amor,
Toshiro
Osaka, 10 de Diciembre de 2003
Querida Midori :
Kon'nichi wa !
Watashi wa Takata Toshiro desu. Hajimemashite ? No contestas mis cartas. Porqué ?
No me digas que me has olvidado Midori, si todos los días nomás vivo pensando en lo nuestro.
Te acuerdas quien te acompañaba al colegio? Te acuerdas el que te llevaba los domingos al cine?
Te acuerdas de esas tardes hermosas que pasamos juntos?
De los días en que íbamos a La Victoria a comer cebiche donde mi tío Augusto?
Es que ya te has olvidado de mi, gatita?, es que nuestro pasado se ha desaparecido en tus manos y no te importa más ?
Quisiera ser así, como tú,y que te conviertas en una página amarilla en mi diario para sonreírle a la vida y no sufrir el presentimiento que hayas decidido buscar otro camino, porque estoy lejos, porque en esta distancia soy sólo un recuerdo.
Tal vez pases por mi casa y preguntes a mis hermanos por mí, no sé, no me lo han dicho, ni mis amigos del barrio.
Aunque no te des cuenta, ellos te estarán mirando a cada instante, y dirán es la novia de Toshiro, y nunca podrás apartarte de eso gatita.
Por esos temores que me asaltan y porque quiero que estemos juntos más pronto de lo que he planeado, tengo un proyecto de volver a Okinawa, hacer un poco de dinero y regresar al Perú para casarnos y ser felices, dime que me quieres Midori, necesito tu respuesta.
Te ama más que nunca,
Toshiro
Osaka, 16 de Abril de 2004
Querida Midori :
Estoy solo en este cuarto donde vivo y mi única compañera es la computadora que me regalara mi primo Jorge Nakamatsu, te acuerdas de él?
En medio de esta soledad, y mi lucha diaria por salir adelante en el país de nuestros ancestros, también me arrepiento de haberme despedido "para siempre" del Perú, y de tí.
En todo este tiempo no he hecho más que pensar en nuestro barrio, en los días de los enamorados que pasamos juntos, en mi pasión por el Alianza Lima y los amigos que dejé, ellos se encargan de contarme algo cuando llamo por teléfono al restaurante de mi papá.
Pero, esta carta tiene otro motivo y es mi rescate de la realidad para no engañarme más con lo que hubo entre los dos, y terminar con la bella historia de nuestro amor, no te preocupes,quiero que sepas que he entendido lo que me dices sin palabras y acepto el destino que nos separa.
Esta es mi ultima carta, no recibirás una sola más de mi persona y a partir de hoy solo voy a desearte que seas feliz.
Te he querido demasiado para amarte todos los días sabiendo que hay otro que besa tus labios ahora, que fácil me olvidaste!..No, no es un reproche, yo también te digo adiós..y aquí en Osaka buscaré otra muchacha como tú ..sin esperar cartas que nunca escribiste y que no voy a leer.
Esta es mi despedida mi amor eterno.
Nunca te olvidaré,
Toshiro
El tren que me llevaba desde New Jersey a la Gran Manzana, a esas horas de la noche, estaba lleno de inmigrantes y afroamericanos, me senté en la parte posterior y para distraerme leí el periódico hispano que alguien había dejado en el asiento contiguo.
Fueron largos los veintitrés minutos de esa travesía y me preocupaba mucho el encontrarme en el lugar correcto, la Penn Station no es como la estación del tren en Roselle Park a la que estaba acostumbrado. Aquí, cualquiera se pierde, revisé el lugar minuciosamente y me di cuenta que era el descrito por Mary, sin embargo los minutos avanzaban, eran las diez y treinta de la noche y ella todavía no llegaba.
Una gran cantidad de personas esperaban a las afueras de la estación y sus alrededores, hoy pelea Trinidad con Bernard Hopkins me dijo alguien y miré atentamente: estaba frente al Madison Square Garden, todavía no comienza la pelea, muchos puertorriqueños agitaban banderas, y en ese mar humano me parecía casi imposible que ella me ubicara.
La imaginé como me había dicho, alta, trigueña, un poco subidita de peso y con los ojos grandes, no sé como cambian las cosas cuando uno se describe así mismo, tal vez exageramos para bien o para mal, tenía temor que ella no fuera lo que yo quería que fuese y que yo no fuese lo que ella quería que yo fuese.
Nuestras conversaciones telefónicas habían sido largas y extenuantes al punto que en el trabajo me llamaron la atención por quedarme dormido o encontrarme sumamente cansado.
La culpa la tengo yo, apunté a mi mismo, no debería estar trabajando en una factoría, porqué me olvidaba los consejos de mis padres para hacer lo que quería, generalmente, lo más fácil posible ? No tenía respuestas para eso..
Apoyado en la pared, me sentí al borde del nocáut después de esperar más de veinte minutos que Mary llegara, y antes que Tito Trinidad ganara o perdiera, y que toda esta nube de boricuas saliera a demostrar su alegría o descontento..decidí irme.
Me recompuse y apenas hice el ademán de salir de ese tumulto para caminar hacia el otro lado de la Penn Station, escuché mi nombre, pronunciado con un timbre de voz que sólo yo conocía, y ví como ella se acercaba, lentamente, como en las películas, con una sonrisa feliz que navegaba en el espacio sideral de mis ansias de amar y ser amado hasta las últimas consecuencias.
Nos abrazamos, delante de toda esa masa informe que no pensaba más que en la pelea, y le dije eres tal y como te imaginé..ella me respondió tú también..y la besé en la boca, ignorando el mundo, el tiempo y los códigos de conducta que aprendí en mi infancia.
Luego, salimos de allí, presurosos, de la mano, como cualquier otra pareja que pasaba por la sétima avenida, y nos perdimos en el mar inmenso que es Manhattan a esta hora, sin importarnos Trinidad, ni sus fans, tampoco el Madison, ni Queens o Roselle Park, menos que ella sea dominicana y yo peruano, porque habíamos encontrado la felicidad..
Víctor M. Munguía
* El autor es un abogado peruano, cursó estudios en New York Law School, NY USA y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, actualmente reside en USA
New Jersey,USA 2006
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