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Hacia una educación afectiva en la escuela (página 3)

Enviado por carlos venegas


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La confrontación de opiniones en un ambiente de reflexión y libertad contribuye a la mejora de la afectividad. Hay que evitar, eso sí, caer en el relativismo y en el adoctrinamiento. La infusión de racionalidad desde la infancia ayuda a "poner los pies en la tierra", sin que ello tenga que suponer, en modo alguno, un cercenamiento de la creatividad, tan necesaria como poco valorada aún. La ejercitación en procesos lógico-racionales probablemente ayude a reducir las creencias infundadas de naturaleza supersticiosa o esotérica, que a veces condicionan poderosamente, incluso en los adultos, las relaciones interpersonales. Hay personas cuyas acciones están regidas por interpretaciones carentes de todo fundamento que se nutren plenamente de la subjetividad y a menudo se ligan al "aquí y ahora", de ahí que las generalizaciones sean inapropiadas, cuando no claramente peligrosas. Es preciso favorecer en los alumnos la formación de conceptos sólidos, el enjuiciamiento crítico de la realidad, la curiosidad intelectual y el amor a la verdad.

No es empresa fácil ofrecer recomendaciones válidas para todas las situaciones. Los profesores deben hallar sus propias vías para cultivar la inteligencia afectiva.

En realidad, siempre se ha hecho, aunque a menudo de modo inconsciente y con resultados imprevistos cuando no claramente adversos. Es preferible, pues, adoptar una perspectiva científica, lo que es tanto como establecer objetivos y acción sistemática. Se sabe que la inteligencia afectiva favorece el aprendizaje, la maduración y el bienestar personal, por lo que hay que desear que en los centros escolares se tome conciencia de la necesidad de promover esta capacidad de los educandos como senda que permita avanzar hacia la autorrealización y la convivencia. Los finales de los ochenta marcan, en este sentido, el comienzo de un período de importantes cambios en la intervención educativa del desarrollo socio afectivo, entre los cuales es necesario destacar tres cambios fundamentales:

  • a. Un mayor carácter preventivo frente a las primeras intervenciones que se aplicaban, con carácter remedial, casi exclusivamente a las personas con problemas de ajuste personal o/y social.

  • b. Una mayor reflexión sobre el papel de la ideología.

  • c. Una perspectiva sistémica, desde la cual se considera la necesidad de tener en cuenta todos los elementos que, de alguna manera, afectan al desarrollo socio afectivo.

Hay también unanimidad a la hora de asumir que las instituciones educativas tienen un rol fundamental, aunque no son los únicos agentes. Asimismo, se insiste en que ponerlas en práctica, de forma eficaz, requiere esfuerzos que exceden la misión de las instituciones educativas porque éstas son, tan sólo, una parte y necesitan importantes apoyos a nivel social y político. Sin planes nacionales que permitan la creación de recursos para la elaboración de materiales difícilmente pueden llevarse a cabo los objetivos.

Los objetivos que debe alcanzar la educación de la afectividad: el normal desarrollo de la misma, la comunicación de los sentimientos y el control emocional. A su vez he insistido en la necesidad de conseguir que se reconozca la importancia de la formación afectiva, tanto en la educación familiar y ambiental como en la escolar con la intención de que se supere la hipertrofia de lo intelectual y se asegure la formación de la personalidad con un sentido verdaderamente humanístico.

Conclusiones

En este artículo se revisa el concepto de "inteligencia afectiva" o "afectividad" en cuanto entramado de procesos cognitivos y emocionales que debe recibir atención educativa. En opinión del autor, es necesario modificar la educación actual -demasiado atenta a los contenidos y muy poco a los sentimientos-, en beneficio de la persona en su totalidad.

Puede parecer sencillo afirmar que los seres humanos necesitan de afecto. Morin (2003), señala "que todo lo que es humano comporta afectividad" (p. 135). No obstante, la simpleza de esta afirmación se contradice con una realidad compleja cuando se comprueba que en la intimidad se propinan y reciben con más frecuencia maltratos que ternura.

La educación es un privilegio singularmente humano. Es la fuente inspiradora que nos permite ejercer nuestra condición humana…debería asegurar, que el conocimiento sirva para promover la causa de la felicidad humana y de la paz…El hombre es el punto al cual debemos regresar y es, al mismo tiempo, la línea de partida infalible de cada nueva travesía. En síntesis lo que hace falta es una transformación en el seno del hombre: una revolución humana.

La educación está llamada a priorizar todo aquello que dignifique, planifique y enaltezca la condición humana. Consecuentemente será una educación orientada hacia la persona en su totalidad, para lo que se requiere llegar a todas las dimensiones del educando, y al desarrollo de todas sus potencialidades.

Esta perspectiva supone que el hombre está abierto a infinitas posibilidades que le ofrece su naturaleza humana. Desde este supuesto, todo encuentro educativo tiene una forma de pensar al hombre, como sustento teórico que le da sentido y le imprime ciertas valorizaciones. Esta fundamentación determina su dirección y sentido. De este modo, la educación busca favorecer todo lo que perfeccione al ser humano. Este desarrollo debe incluir todos los factores de personalidad: somático, cognitivo, afectivo, social y espiritual con un conocimiento cada vez más pleno y consciente de las posibilidades de ser que guarda la naturaleza del hombre. Se basa en una idea de hombre abierto a una multiplicidad de dimensiones que implican incluso lo trascendente.

Ante este panorama corresponde a la educación recuperar el alma sensible, la presencia, la valoración y expresión de las emociones, los sentimientos y la ternura, en una cultura de auténtica convivencia y respeto. La educación afectiva debe recobrar en los espacios de la escuela y del aula cada vez más respetabilidad, como un elemento de la vida y de la cultura organizacional. Se requiere construir el aprendizaje de la afectividad en la cotidianidad, en la interacción humana y social, mientras transcurre el aprendizaje cognoscitivo, sin convertirlo en otra área más. El docente debe entonces enseñar y aprender la afectividad. Sólo se está en disposición de enseñar la afectividad sí, al mismo tiempo, se aprende. Es decir, sí en el mismo acto se da una interacción afectiva entre el docente y el estudiante, solo así la Escuela cumplirá el rol principal que la sociedad le ha facultado, esto es, la formación integral del ser humano.

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Autor:

Carlos Venegas

 

[1] La afectividad: una aclaración terminológica (I parte) Juan de Dios Larrú Burdiel y Mª Flora Ramos Gutiérrez

[2] Venegas M,C, Ensayo Pedagógico: “Los valores encarnados y su inclusión en la escuela”, pág. 106, 4to puesto, mención honrosa 2012, XXI Edición 2012 Premio Horacio Zeballos .DERRAMA MAGISTERIAL

[3] REVISTA CIENTÍFICA ELECTRÓNICA DE PSICOLOGÍA ICSa-UAEH, , No.4, PSICOLOGÍA DE LA INTELIGENCIA AFECTIVA: IMPLICACIONES PEDAGÓGICAS, Dr. Martínez-Otero Pérez Valentín.

[4] Extracto resumen basado en el Libro Educación de la Afectividad de Genara Castillo.

[5] www.psico.uh.cu/content/hóminis-2013

[6] www.librosenred.com/ José Fernando Calderero Hernández

[7] gestor.unir.net/userFiles/file/documentos/asignaturas/grados/maestroinfantil/educacion_inteligencia.pdf

[8] Diario El Comercio, Percepción de inseguridad a nivel nacional registra un alto 86,7%, 04 de agosto de 2013

[9] Nájera, Beatriz, Licenciada en Letras, con Maestría en Filosofía Iberoamericana de la Universidad Centroamericana (UCA). Profesora de la Universidad Don Bosco, El salvador

[10] www.uca.edu.sv/deptos/letras/enplural/articulos/art03.htm?

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