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El monopolio del tabaco (página 2)

Enviado por Jose Luis panizo


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La tesis que se deriva de lo anterior apunta a que el monopolio, a pesar de abarcar dos procesos productivos de gran importancia, tuvo un carácter fundamentalmente de monopolio mercantil, apoyado en la fuerza coercitiva del ejército. La primera condición para la fabricación dentro del monopolio fue la expropiación de las cigarrerías y la absorción de los antiguos cigarreros, para concentrarlos en seis fábricas. Al interior de las fábricas, las condiciones fueron: desde el suministro de materias primas, protección y vigilancia, hasta las propiamente relacionadas con el proceso productivo, como el control sobre el volumen de producción y de utilidades, para todo lo cual contó con los mecanismos que, incidiendo en la organización del trabajo y en la productividad individual, facilitaron sus propósitos. Las fábricas se caracterizaron por concentrar un elevado número de empleados y por una división del trabajo que no logró descomponer el proceso artesanal, al respetar una parte fundamental: la elaboración de puros y el torcido de los cigarros. La producción era manual con la ayuda de escasos instrumentos, como jícaras y cuchillos. De los más de siete mil trabajadores que llegó a tener la fábrica de México, el 94% estuvo ubicado en el proceso intermedio de la producción, justamente en la parte que la división del trabajo no logró penetrar. Esta fábrica producía el 66% de lo producido en la Nueva España. [3](***) Ver anexo.

El Estado y el monopolio del tabaco

A lo largo de la primera mitad del s. XIX la historia del tabaco estuvo ligada a la del Estado naciente. Comenzó por tener una razón económica en la medida en que fue, junto con las aduanas marítimas, la base económica del erario público. Durante los últimos años de la colonia, el monopolio del tabaco había sido sostenido por el Estado español y parecía que aquél debía ahora sostener al débil Estado nacional.

La renta del tabaco subsistió hasta 1856 con excepción de dos periodos, el de 1824-1829 y el de 1833-1837. Sin embargo, en todos esos años fueron pocas las ocasiones en que se pudo lograr un funcionamiento integral, es decir, la producción en el campo, la fabricación y la comercialización.

En un intento por eliminar las restricciones económicas que había establecido la corona, Iturbide redujo algunos impuestos coloniales, como las alcabalas, y eliminó otros. Sin embargo, el sistema impositivo continuaba sin cambios sustanciales: los propietarios y sus posesiones permanecían intactos. En poco tiempo, los ingresos del gobierno se redujeron en casi una tercera parte y la hacienda pública perdió su capacidad de racionalizar los ingresos y los gastos.

El gobierno, empobrecido, intentó superar el déficit por medio de préstamos solicitados al exterior. Se comprometió con casa inglesas a pagar 32 millones por los 17 recibidos en casi un año. De éstos, destinó dos terceras partes a gastos generales y el resto a cubrir deudas y para equipo del ejército. En estos años el monopolio del tabaco había sido entregado a los estados, quienes tenían la libertad de mantenerlo o abolirlo. Algunos de ellos optaron por administrarlo, pero otros decidieron abolirlo cobrando sólo derechos de alcabala. [4]

El fracaso de esta medida llevó al monopolio a una nueva situación: su privatización. La experiencia deficitaria de la renta en manos de los estados y las presiones de un grupo de empresarios prestamistas lograron, en 1830, la celebración de un contrato de arrendamiento por el que el gobierno les cedía el monopolio de la producción y venta de tabaco a cambio de recibir una renta mensual. [5]El éxito de estos prestamistas se basaba en su disponibilidad de moneda: podían especular con la deuda pública haciéndose de bonos que luego negociaban con el gobierno a favor de sus empresas. Señalé anteriormente que la adopción del sistema federal había significado para el gobierno central la reducción de sus recursos fundamentales a dos ingresos: el proveniente de las aduanas marítimas y el de la renta del tabaco. Sin embargo, el gobierno tuvo que sacrificar aun éstos, a causa de su creciente endeudamiento con los prestamistas. Así, entre el gobierno y los prestamistas se estableció una simbiosis. En el aspecto económico los gobiernos sobrevivían por los prestamistas, en tanto que éstos requerían de la legitimidad que el gobierno les otorgaba para realizar sus negocios; negocios que producían el dinero con el que hacían nuevos préstamos al gobernó. [6]

Para el año de 1833, el gobierno de Santa Anna intentó dar solución a los problemas de la renta del tabaco por medio de la liberación del cultivo, de la fabricación y de la venta, decretando al mismo tiempo la autorización para liquidar a la compañía existente. Sin embargo, se vio obstaculizada por la difícil situación del país. La liberación del tabaco duró apenas cuatro años, al cabo de los cuales, el 17 de enero de 1837, se volvió a estancar en el marco del recién creado Banco Nacional de Amortización.

En 1838 celebró contratos con empresas particulares en los departamentos de Zacatecas, Durango, San Luís Potosí, Guadalajara, Coahuila, Guanajuato y uno más amplio con los señores Rubio, Macua, Escandón, Garay y Neri del Barrio por los departamentos de México, Puebla, Veracruz, Oaxaca, Michoacán y Querétaro.

El contrato de arrendamiento de tabaco celebrado en 1839 merece especial atención. La propuesta inicial consistía en el arrendamiento por un término de cinco años; no obstante, habiendo transcurrido sólo dos, los contratistas propusieron la rescisión del contrato y la sustitución por otro, con el que se comprometían a amortizar la moneda de cobre y a adelantar 500,000 pesos para sufragar los gastos de la guerra de Texas, a cambio de la renta del tabaco durante siete años. [7]

Más de cinco años estuvo la renta del tabaco administrada con éxito por el gobierno, en cuanto a que generaba entradas aun a costa de endeudamientos, hasta que el 13 de septiembre de 1847, al ser invadida la capital por el ejército norteamericano, cesó el estanco en los departamentos de México, Puebla y Veracruz. Firmado el armisticio se pretendió restaurar el monopolio en estos lugares. La ley del 14 de junio de 1848 mandó al gobierno cumplir sus deudas con las ganancias provenientes de la renta del tabaco y con otras entradas ordinarias de la nación, sin comprometer la indemnización que los EEUU debían entregar. Los acreedores de la renta eran: Cayetano Rubio, que en marzo de ese mismo año fue nombrado refaccionario y a quien por su deuda se debían entregar 120,000 pesos mensuales; los cosecheros que entregaban su tabaco a la renta administrada por el gobierno, a quienes se debía por las cosechas de los años 1845 y 1846 casi un millón de pesos, y los tenedores de bonos de 1842. En cuanto a la deuda exterior, se debían los réditos correspondientes a dos años por 117,000 mil pesos mensuales. [8]

Monopolio y producción en la ciudad de México

Hasta aquí he mostrado a grandes rasgos los vaivenes del monopolio del tabaco frente a los gobiernos y los prestamistas. Ahora revisaré los cambios y las permanencias del monopolio en su estructura y funcionamiento durante la primera mitad del s. XIX. La fábrica de México, perdió importancia, durante los 92 años de existencia del monopolio del tabaco, la organización productiva en la fábrica no sufrió cambios. En el periodo que va de 1823 a 1856 se muestra claramente la subordinación de la producción a la comercialización del tabaco, peculiaridad del monopolio colonial que se mantuvo intacta por obra de los empresarios contratistas del monopolio, quienes fortalecieron su carácter comercial relegando a un segundo término el productivo. En 1829, antes de ser por vez primera arrendado el monopolio, la fábrica de México recibió dinero de manos de Francisco Madariaga, representante de Wilson y Garay. [9]

Las dificultades en la producción y la mala calidad de los cigarros provocaron la proliferación de talleres y del comercio clandestino. Este había sido siempre un problema controlado por el gobierno español, pero se desbordó a lo largo de la primera mitad del s. XIX. Ignacio Inclán, en su novela Astucia. Los hermanos de la hoja, muestra el desempeño del resguardo y revela esta complicidad entre la sociedad y los contrabandistas. [10]La fábrica disminuida, en franca competencia con la producción clandestina, empobrecida por el desinterés de los comerciantes, siguió siendo un apéndice del monopolio que sólo cumplía con mantener controlado el ciclo total.

Desde el inicio del estanco del tabaco, su transformación en puros y cigarros requirió, además de protección y asignación de insumos por parte del monopolio, de una reordenación del espacio urbano, en la ciudad aparecieron talleres clandestinos de cigarrería ubicados en la vivienda del contraventor. De 1794 a 1843, se pudieron localizar dieciséis casas o tiendas que disfrazaban talleres; en ellas se encontró tabaco en rama y labrado: "Don José Ortiz dueño de una fábrica de lozas de esta villa de Guadalupe labraba puros y cigarros de contrabando con el fin de expender fuera y dentro de la misma: igualmente a la vuelta de la casa de Ortiz en una accesoria frente a la pulquería de la Cucaracha vive María Granados quien también fabricaba cigarros de contrabando. En el cateo de las dos casas encontraron los productos y a las hijas de maría G. elaborándolos. En la declaración resultó que no eran suyos los cigarros sino que por gran necesidad se los hacían a Mariana Ortiz [hija]; ésta declaró ser cierto y haber comprado el tabaco a una señora, quien se lo vendió a 5.5 reales la libra y en total compró 4 libras 4 onzas". [11]

Hacia el porfiriato

Disueltas por fin las fábricas en 1856, la producción cigarrera tomo rumbos diversos. En 1859 se fundó otra con T. Labadie, Bringas y Manuel Escandón para distribuir el tabaco en la república, en realidad ésta compañía no puede considerarse heredera de las fábricas anteriores. Las fábricas monopólicas pasaron por situaciones muy heterogéneas. Surgieron, en número muy reducido, talleres de escasos recursos, y compitiendo con ellos, infinidad de individuos. [12]"…que no tienen expendio abierto al público, sino que empleando un pequeñísimo capital, que hay veces que no pasa de un peso se habilitaban de la materia prima, ellos mismos lo labran y luego lo venden a la mano". [13]

Una vez liberado el tabaco se produjo la diseminación de la producción en la ciudad, que, con todo, no dejó de aportar ingresos al Estado: los mecanismos de recaudación fueron ahora fiscales, aunque restringidos por la falta de eficiencia en el control del cobro. En 1861 el gobierno pretendió un impuesto del 50% mediante un sello que debía ostentar toda caja de puros o de cigarros.

La iniciativa del aumento del impuesto tenía por lo tanto dos enemigos: el principal: los miles de "comerciantes e industriales a la vez, sin dependientes, sin más útiles que un par de tijeras para cortar el papel, ni mas mostrador que la esquina de una calle…". [14]Estos dos adversarios de las finanzas del Estado ahora formaban parte de la industria cigarrera.

Para 1877 había en la república 41 fábricas, el impulso a la industria tabacalera, se inició en 1880 y fue en aumento hacia 1900, se inició un proceso de concentración acompañado de un aumento en la productividad. En 1898, en la ciudad de México, había 43 fábricas que producían anualmente 142 millones 741 mil cajetillas de cigarrillos. Pero en 1910 se redujeron a catorce las fábricas, con una producción de 278 millones 763 mil cajetillas. Esto significa que en 1898 cada fábrica producía en promedio 3.5 millones de cajetillas y que en 1910 el promedio aumentó a 19.8 millones de cajetillas. Lo sucedido en la ciudad de México fue el reflejo del fenómeno que ocurrió en todo el país: de 1877 a 1900 el número de fábricas aumentó de 42 a 766 y en 1910 el número se redujo a 351 con un aumento importante en la producción.

Las dos fábricas más poderosas fueron la Compañía Manufacturera el Buen Tono y la Compañía Cigarrera Mexicana. Ambas, como lo exigían los tiempos modernos del capitalismo, organizados como Sociedades Anónimas; además, pertenecían al mismo grupo de capitalistas franco-mexicanos, porque los principales accionistas del Buen Tono dominaban la mayoría de las acciones de La Cigarrera Mexica, de manera que las dos "gigantes" de la industria tabacalera mexicana pertenecían al mismo grupo de capitales.

La Cigarrera Mexicana era una fábrica menor ante su socia del Buen Tono, aquella apenas producía entre 4´000,000 y 5´000,000 de cigarros al día, mientras la otra duplicaba esa producción, la Cigarrera apenas consumía 4,500 kilos de tabaco diario, mientras en Buen Tono consumía más de 11,000 kilos, la Cigarrera daba empleo a entre 400 y 500 obreros y pagaba dividendos del 6%, mientras en Buen Tono empleaba 2,000 obreros y pagaba dividendos del 12%.

El Buen Tono fue la fábrica de tabaco más importante en el mercado mexicano, fundada por Ernesto Pugibet, un capital francés que interesó y organizó a una serie de capitalistas para fundar la compañía en 1894, encargada de fabricar cigarros en forma mecánica bajo el sistema Decoufflé. Gracias a su maquinaria moderna y a sus 2,000 obreros, a partir de 1905 produjo la fabulosa cantidad de 12 millones de cigarros diarios, cigarros sin pegamento. El balance del 31 de diciembre de 1899, deja saber que El Buen Tono, S.A. tenía un Activo de $ 3´993,473; y un Pasivo de $ 3´938,473. Que durante ese año obtuvo una utilidad de —-$ 383,233 y una utilidad neta de $ 364,618. Manuel González Cosío era presidente del Consejo de Administración en 1900, el vicepresidente era José V. Collado, y sus consejeros y socios eran: Porfirio Díaz hijo, José Ives Limantour, Rafael Dondé, Ernesto Pugibet, H.C. Waters y A. Izaguirre. Este último, director de la Cía. Manufacturera del Cigarro sin pegamento. El Buen Tono, registró en 1903 nuevas marcas de cigarros, uno cuya cajetilla levaba estampado: La Yucateca, y debajo el Águila Mexicana sobre dos banderas mexicanas, y al pie la firma: E. Pugibet, en el canto se leía , capital social $ 4´000,000.

El Buen Tono vino a ocupar el lugar de la antigua Fábrica de Tabacos de la Ciudad de México, su posición monopólica le permitía realizar buenas y reglares ganancias (del orden del 10% sobre su capital). Sus balances mensuales y anuales daban cuenta de ello:

EL BUEN TONO S.A.

COMPAÑÍA MANUFACTURERA DE CIGARROS SIN PEGAMENTO

Balance al 31 de diciembre de 1902*

Activo

Mercancías existentes

Caja existencia en efectivo y en el banco

Cuentas deudoras

Crédito de marcas, muebles y enseres

129 máquinas Decoufflé

Edificios y terrenos

SUMA:

$ 1´029,615

210,484

828,277

671,716

1´069,821

1´008,341

4´818,256

Pasivo

Capital

Fondo de reserva

Fondo de previsión

Cuentas acreedoras

Pérdidas y ganancias

Utilidad año 1902

SUMA:

$ 4´000,000

108,656

90,000

213,427

6,630

406,162

4´818,256

Reparto de utilidades

Utilidad según balance

Castigo a deudores diversos

Gratificación a los empleados

10% para el fondo de reserva

Para el fondo de previsión

Amortización

Amortización

Intereses, acciones preferentes

6% sobre $ 230,196

10% sobre $ 216,384 honorarios al consejo de administración, abogado y comisario

8% sobre $ 2´500,000 para dividendos

Sobrante

SUMA:

406,162

8,000

8,000

38,353

30,000

13,826

11,173

59,983

13,811

21,638

200,000

1,375

406,162

  • Fuente: D.O. Núm. 81. Sábado 4 abril de 1903

Firmaban el exitoso balance el presidente del consejo de administración del Buen Tono: Manuel González Cosío, el vicepresidente: Rafael Dondé y varios consejeros, entre ellos: H. C. Waters, Hugo Scherer, Emilio Velasco, Porfirio Díaz hijo, H. Tron, Ernesto Pugibet y A. Eizaguirre.[15] Anualmente la dirección del Buen Tono daba a conocer su balance general.

RESUMEN DEL BALANCE GENERAL AL 31 DE DICIEMBRE 1903

EL BUEN TONO, S.A. *

ACTIVO PASIVO

Caja, existencia

Mercancías generales

Edificios y terrenos

TOTAL

$ 241,001

1´292,167

1´189,990

5´345,890

Capital emitido

Utilidades 1903

TOTAL

$ 4´200,000

658,208

5´345,890

  • Fuente: D.O. Núm. 31 martes 5 abril de 1904

Como en años anteriores, en 1903, y a pesar de la crisis, las ventas del Buen Tono aumentaron, la demanda aumentó, y las utilidades a repartir entre los socios también. Entre 1902 y 1903 las utilidades aumentaron en más de 50%.

Las ventas mensuales del Buen Tono durante 1908 fueron de $ 440,051, al siguiente año el promedio fue de $ 579,571 y en 1910 fueron de $ 598,362. Al principio contó con un capital suscrito de $ 1, 000,000, pero en 1905 su capital era de $ 6, 500,000 dividido en 25,000 acciones que pagaban el 9% de dividendos y en 40,000 acciones comunes de $ 100 pesos cada una. Sus acciones se cotizaron por encima del valor nominal, en 1907 alcanzaron las más altas, llegando a cotizarse en $ 205 como el precio más bajo, y a $ 240 como el más alto, o sea, cerca del 150% de su valor nominal.

El Buen Tono era un negocio redondo, acabó absorbiendo a la Tabacalera Mexicana y a la Cigarrera. Los dividendos que pagó a sus inversionistas fueron altos a lo largo de 1900-1910, la tasa promedio durante esos años fue de 11.5%. Pero era un negocio redondo, porque el vicio de fumar, en vez de disminuir, aumentó, por ello los dividendos pagados por el Buen Tono se mantuvieron en una tasa del 12% entre 1905-1910, mientras los de la Compañía Cigarrera Mexicana se mantuvieron en el 6%. Pero, bastaba, con observar la lista de sus accionistas y administradores para convencerse que el Buen Tono era una fábrica que contaba con todo el respaldo del gobierno mexicano. [16]

Conclusión

El impulso determinante a la industria cigarrera lo dio la entrada al capital extranjero. Surgieron modernas fábricas mecanizadas productoras de cigarrillos engargolados que desplazaron a los envueltos en hoja de maíz o papel. Desde este momento la producción se concentró en las fábricas cuyo número de obreros creció mientras que una gran cantidad de talleres familiares y artesanales desaparecían, dejando miles de desocupados.

Las empresas tabacaleras más importantes del s. XIX se localizaron en la ciudad de México, como las dos que pongo arriba, además con sus cuadros respectivos de balances de los años 1902 y 1903. Al finalizar el siglo la producción de tabaco se consolidaba como una de las ramas más importantes para la economía. La ciudad de México concentraba el 50% de lo producido en todo el país.

Puedo resaltar la peculiar organización que le fue impuesta a la producción del tabaco que aquí intento abarcar. Digo peculiar no porque la forma monopólica lo sea –por el contrario, ésta parecería ser una tendencia hacia lo que el gobierno colonial siempre se inclinó- sino porque este monopolio involucró a todo el país antes y después de la independencia, por un tiempo prolongado y con una resistencia social casi permanente. Ningún otro monopolio afectó tan directamente a la sociedad colonial y nacional. Una costumbre muy arraigada entre los mexicanos permaneció bajo el control de los gobiernos. Fue un gran negocio que aprovecharon los monarcas españoles y los gobiernos independientes de todas las corrientes: monárquicas, liberales y conservadoras. Y una población alerta, que buscó siempre con imaginación, quebrantar al monopolio.

Bibliografía

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Maniau, Joaquín, Compendio de la historia de la Real Hacienda de Nueva España 1794, México, Imprenta y fototipia de la Secretaría de Industria y Comercio, 1914.

Ros Torres, María Amparo. La producción cigarrera a finales de la colonia: la fábrica de México. México, INAH, 1984.

Ros Torres, María Amparo. El tabaco: del monopolio colonial a la manufactura porfiriana, en Revista Historia 29. México, INAH, 1993. Octubre 92-Marzo 93

Tenembaum, Bárbara A. México en la época de los agiotistas, 1821-1856. México, Fondo de Cultura Económica, 1985.

Lebrija y Barrera, "Réplica de Lebrija y Barrera a los señores de la Compañía Empresaria de la Renta del Tabaco", México, Imprenta Lara, 1841, Miscelánea.

Manuel Dublán y José María Lozano, "Ley de 1848", Legislación Mexicana. México, Imprenta del comercio, 1876.

AGN, Ramo del Tabaco, vol. 17, 1829.

Inclán, Ignacio. Astucia. Los hermanos de la hoja. México, Porrúa, Colección Sepan Cuántos, 1960.

AGN, Ramo del Tabaco, vol. 85, 1842-1845.

Urías, Margarita, "Escandón: de las diligencias al ferrocarril 1833-1862", Formación de la burguesía en México. México, Siglo XXI editores, 1978.

Miguel Montes de Oca, "Breves observaciones acerca de los grandes perjuicios que resultarían a la nación si se gravara al Tabaco con un impuesto extraordinario", México, Imprenta de J. Abadiano, 1861, Miscelánea, op. Cit.

Canudas Sandoval, Enrique. Las Venas de Plata de la Historia de México, Síntesis de Historia Económica siglo XX. Tabasco, Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, Editorial Utopía, S.A. de C.V., 2005. 3 VOL.

Anexos

edu.red

Fuente: AGN. Ramo del Tabaco, vol. 118, 1820

edu.red

Fuente: Ramo del Tabaco, vol. 500, 1795.

edu.red

SECTOR NO PRODUCTIVO SECTOR PRODUCTIVO

Administrativo

No.

Servicios

No.

Preparación

de materias primas

No.

Manufactura

No.

Empaque

No.

Administrador

Contador

Oficial mayor

Oficial segundo

Escribientes

Pagador

Pagador 2°

Fiel de almacén

1

1

1

1

4

1

1

1

Guardas mayores

Guarda vista

Guarda registrador

Guarda pito

Carpintero

Gritones

Guardas

Gritonas

Gritona guarda v.

2

1

1

10

1

4

20

6

1

Sobrestante cernido

Cernidores

Obleros

Recortador oblea

Escogedores papel

3

157

9

5

20

Maestro mayor

Sobrest. Mayor

Sobrest. Oficina

Sobrest. Purería

Maestros de mesa

Maestras mayor.

Maestra 2ª.

Maestras de mesa

Sobrestantes

Pureros

Cigarreros

Envolvedores

Recortadores

Pureras

Cigarreras

Envolvedoras

Recortadoras

1

2

26

1

35

1

1

17

18

285

3092

162

107

104

2729

90

68

Sobrest. depósito

Sobrest. encajonado

Encajonadores

Selladores

3

1

37

20

Fuente: Ramo del Tabaco, v. 241, 1795.

 

 

 

 

 

 

Autor:

Jos? Luis Panizo Galindo

[1] "Voz de la Patria", tomo V, suplemento n?m. 7, Miscel?nea, Colecci?n Lafragua, 1831.

[2] Maniau, Joaqu?n, Compendio de la historia de la Real Hacienda de Nueva Espa?a 1794, M?xico, Imprenta y fototipia de la Secretar?a de Industria y Comercio, 1914, p. 51.

[3] Ros Torres, Mar?a Amparo. La producci?n cigarrera a finales de la colonia: la f?brica de M?xico. M?xico, INAH, 1984.

[4] Ros Torres, Mar?a Amparo. El tabaco: del monopolio colonial a la manufactura porfiriana, en Revista Historia 29. M?xico, INAH, 1993. Octubre 92-Marzo 93, pp. 57-69.

[5] Tenembaum, B?rbara A. M?xico en la ?poca de los agiotistas, 1821-1856. M?xico, Fondo de Cultura Econ?mica, 1985. Pp. 85-87.

[6] Manuel Escand?n, uno de los socios m?s constantes de las empresas contratistas del tabaco, en la compra de la f?brica textil de Cocolapan pag? las dos terceras partes del valor con bonos del fondo del tabaco y con cr?ditos sobre ?ste; de igual manera se hizo propietario de la mina de Fresnillo.

[7] Lebrija y Barrera, "R?plica de Lebrija y Barrera a los se?ores de la Compa??a Empresaria de la Renta del Tabaco", M?xico, Imprenta Lara, 1841, Miscel?nea, op. Cit.

[8] Manuel Dubl?n y Jos? Mar?a Lozano, "Ley de 1848", Legislaci?n Mexicana. M?xico, Imprenta del comercio, 1876, pp. 393-394

[9] AGN, Ramo del Tabaco, vol. 17, 1829.

[10] Incl?n, Ignacio. Astucia. Los hermanos de la hoja. M?xico, Porr?a, Colecci?n Sepan Cu?ntos, 1960.

[11] AGN, Ramo del Tabaco, vol. 85, 1842-1845.

[12] Ur?as, Margarita, "Escand?n: de las diligencias al ferrocarril 1833-1862", Formaci?n de la burgues?a en M?xico. M?xico, Siglo XXI editores, 1978.

[13] Miguel Montes de Oca, "Breves observaciones acerca de los grandes perjuicios que resultar?an a la naci?n si se gravara al Tabaco con un impuesto extraordinario", M?xico, Imprenta de J. Abadiano, 1861, p. 7, Miscel?nea, op. Cit.

[14] ?dem, p. 7-11.

[15] Canudas Sandoval, Enrique. Las Venas de Plata de la Historia de M?xico, S?ntesis de Historia Econ?mica siglo XX. Tabasco, Universidad Ju?rez Aut?noma de Tabasco, Editorial Utop?a, S.A. de C.V., 2005. Vol. III, pp. 1614-1615.

[16] Canudas Sandoval, Enrique. Op. Cit. P. 1616.

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