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El monopolio del tabaco

Enviado por Jose Luis panizo


Partes: 1, 2

    1. La renta del tabaco
    2. El Estado y el monopolio del tabaco
    3. Monopolio y producción en la ciudad de México
    4. Hacia el porfiriato
    5. Bibliografía
    6. Anexos

    El monopolio del tabaco nació en el último tercio del s. XVIII, auspiciado por el Estado absolutista español. El propósito de su establecimiento tuvo un claro interés económico: proporcionar nuevos ingresos a las necesitadas arcas reales. Roto el pacto colonial, el nuevo Estado nacional retuvo el derecho al usufructo de las ganancias que generaba el tabaco, ya que siendo incapaz de establecer y sostener una reforma impositiva radical, requería para su sobrevivencia de rentas como las que proporcionaba este monopolio.

    La desarticulación de los elementos, que antes garantizaban la buena marcha del monopolio del tabaco, coincidió con un deterioro de las ganancias comerciales que el nuevo Estado pudo obtener. A lo largo de la primera mitad del s. XIX el monopolio del tabaco se constituyó en el termómetro que marcó la posición y fuerza del Estado frente a la sociedad y sus adversarios. Para las fábricas de cigarros, la concesión del monopolio del tabaco a empresarios particulares confirmó su carácter subordinado y secundario, de tal forma que su permanencia dentro del monopolio sólo se explica por la conveniencia de mantener a este último integrado en todas partes. La relación entre los productores de tabaco y los poseedores del monopolio fue perdiendo importancia sólo con la aparición de la competencia extranjera.

    El propósito de este ensayo, es revisar porque tuvieron que pasar tres décadas y media, desde que el monopolio pasó a manos del Estado nacional, antes de que éste se disolviera en 1856, y porque las fábricas desaparecieron. Con el fin del monopolio, lejos de tener lugar un avance de las fuerzas productivas, la producción se pulverizó. Las nuevas formas productivas terminaron siendo aún más elementales que las preborbónicas. Veinte años, por lo menos, pasarían para que se pudieran dar las condiciones necesarias para impulsar y acelerar el desarrollo productivo y transformar los antiguos talleres en fábricas mecanizadas.

    La renta del tabaco

    El 11 de mayo de 1822 el primer Congreso resolvía a favor de las comisiones que apoyaban la permanencia del monopolio del tabaco. La decisión, cuyo propósito era poner a salvo las finanzas de la hacienda pública, implicaba desoír la voluntad popular: "…la aversión general con que miran ya el estanco con el hecho de que en el mismo momento de entrar en los pueblos las tropas trigarantes, el vecindario desestancaba el tabaco por sí mismos". [1]

    La independencia de España, para la mayoría de los habitantes de la nueva nación, tenía que significar la liberación de las cargas a las que habían estado sujetos, sobre todo las de los estancos y monopolios que a cada paso les había impuesto a la corona. Principalmente la del tabaco, porque antes de existir dichas cargas, el tabaco había sido el medio de vida de muchas familias.

    En la ciudad de México de 1770, antes de que el monopolio invadiera la producción de cigarros, hubo 327 establecimientos que emplearon a más de siete mil cigarreros entre hombres y mujeres. El monopolio colonial del tabaco, constituido: por el control de la producción en el campo, por la concentración de la fabricación de puros y cigarros y por la comercialización en un mercado de consumo cautivo, producía ganancias de hasta 4 o 4.5 millones de pesos anuales. Los rendimientos de este ramo tuvieron dos fines: uno interno (aprox. 30%), destinado a pagar al ejército por concepto del servicio de persecución del contrabando y detección de siembras clandestinas, y el otro, que se remitía a España para el erario real, o sea, "la alhaja más preciada que tiene el rey en sus colonias". [2](*) Ver anexo.

    La organización del monopolio hizo factible desviar, a través de la comercialización, la mayor proporción de las ganancias al primer momento del proceso. Primero se restringieron los cultivos de tabaco declarándolos prohibidos en todo el territorio, a excepción de las regiones de la jurisdicción de Córdoba, Orizaba, Huatusco y Zongolica. (**) Ver anexo. La administración daba el permiso y el avío y se comprometía a cuidar la exclusividad del cultivo de estas zonas, impidiendo por medio del ejército, siembras clandestinas. Con este tabaco se cubrían las necesidades de materia prima de las fábricas. La diferencia entre el precio pagado a los cosecheros (más los gastos de transporte y almacenamiento) y el establecido como el valor del tabaco en la contabilidad de la fábrica de México arrojó ganancias del 100%.

    Esta organización del monopolio aseguró que la ganancia proviniera de la comercialización interna. De la ganancia total, el 63.9% provino de la intermediación comercial y el 36.1% restante, de la fabricación. Por tanto, fue el manejo de los costos y ganancias al interior del monopolio lo que definió la importancia de cada una de las partes integrantes.

    Partes: 1, 2
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