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Polinización (página 2)

Enviado por Jesús Castro


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Mientras que en muchos casos esta definición es adecuada, es a menudo difícil demostrar si dos poblaciones pueden cruzarse y dar descendientes fértiles (por ejemplo, muchos organismos no pueden mantenerse en el laboratorio el suficiente tiempo). Además, es imposible aplicarla a organismos que no se reproducen sexualmente, como las bacterias, o a organismos fósiles. Por ello, en la actualidad suelen aplicarse técnicas moleculares, como las basadas en la semejanza del ADN. Pero la determinación de los límites de una especie es puramente subjetiva y, por tanto, expuesta a la interpretación personal. Algunos conceptos usuales son antiquísimos, muy anteriores al establecimiento científico de esta categoría taxonómica. Por el contrario, existen otros de límites muy vagos, en los cuales los sistemáticos están en completo desacuerdo.

Esta dificultad en la elaboración teórica del concepto de ESPECIE BIOLÓGICA, así como de su aplicación práctica, parece que ha venido a facilitar ocasionalmente las creencias evolucionistas. Sin embargo, más allá del grado de acierto o desacierto que hayan tenido los teóricos al confeccionar el concepto de "especie" y su complicada aplicación a las poblaciones de seres vivos, una cosa sí ha venido a manifestarse con claridad cada vez más evidente. Se trata del descubrimiento de un fenómeno de "tabicamiento" natural que impide que una determinada clase poblacional de individuos se transforme en otra, y su ejemplo más clásico lo provee la serie de experimentos mutacionales practicados en la mosca del vinagre (drosophila melanogaster).

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El libro LA VIDA… ¿CÓMO SE PRESENTÓ AQUÍ? ¿POR EVOLUCIÓN, O POR CREACIÓN?, ya citado en la página 9, expresa, en sus páginas 104 y 105:

«Pocos experimentos relacionados con la mutación pudieran igualar los muchos que se han efectuado con la común mosca del vinagre, drosofila o drosófila (Drosophila melanogaster). Desde principios del siglo XX, los científicos han expuesto millones de estas moscas a la acción de los rayos X. Esto aumentó la frecuencia de las mutaciones a más de cien veces lo que era normal.

Después de todas esas décadas, ¿qué mostraron los experimentos? Dobzhansky reveló un resultado: "Los mutantes patentes de drosofila, con los cuales se efectuó parte tan grande de la investigación clásica en genética, son casi sin excepción inferiores a las moscas de tipo silvestre en viabilidad, fertilidad, longevidad". Otro resultado fue que las mutaciones jamás produjeron algún organismo nuevo. Las moscas del vinagre tenían alas, patas y cuerpos mal formados, y otras distorsiones, pero siempre siguieron siendo moscas del vinagre. Y cuando las moscas mutantes fueron combinadas unas con otras para reproducción, se halló que después de algunas generaciones comenzaron a surgir algunas moscas normales. De haberse dejado en su estado natural, estas moscas normales con el tiempo habrían llegado a ser las sobrevivientes, en vez de que sobrevivieran las mutantes, que eran más débiles, y se conservaría la mosca del vinagre en la forma en que originalmente había existido.

El código hereditario, el ADN, es notable por la manera como puede reparar las lesiones genéticas que haya recibido. Esto ayuda a conservar el tipo o género de organismo para la cual está codificado. La revista "Investigación y Ciencia" relata que "la vida de un organismo y su continuidad de generación en generación" son conservadas "por enzimas que continuamente reparan" las lesiones genéticas. Esta publicación declara: "En concreto, las lesiones importantes de la molécula del ADN pueden inducir una respuesta de emergencia mediante la cual se sintetizan mayores cantidades de enzimas reparadores".

Así, pues, en el libro "Darwin Retried" (Darwin bajo nuevo juicio) el autor relata lo siguiente acerca de Richard Goldschmidt, respetado genetista que falleció recientemente: "Después de muchos años de observar mutaciones en moscas del vinagre, Goldschmidt cayó en la desesperación. Los cambios —se lamentó él — eran tan irremediablemente micros [pequeños] que si en un solo espécimen se combinaran mil mutaciones, todavía no habría una nueva especie"».

Este tipo de experimentos muestra que existe un "tabicamiento" en los seres vivos, de tal manera que éstos quedan clasificados en "géneros", según el Génesis, y es imposible hacer que un "género" se convierta en otro "género", ya de manera artificial (mediante bombardeo radiactivo del genoma para inducir mutaciones, por ejemplo) o ya de manera natural (mediante alguna clase de mecanismo aleatorio de tipo evolucionista, o por transformismo).

La revista DESPERDAD de septiembre de 2006, publicada por la Sociedad Watchtower, página 13, nota, puntualiza: «Aunque la palabra "especie [biológica]" aparece con frecuencia en [el artículo "¿Es la evolución una realidad?"], cabe mencionar que el libro bíblico de Génesis no utiliza "especie", sino "género", término de significado mucho más amplio. En numerosos casos, lo que para los científicos constituye evolución de una nueva especie es tan sólo una variación dentro del "género" bíblico».

Los actuales conocimientos de Biología son insuficientes para proveer una clasificación taxonómica inequívoca de los seres vivos que pueblan nuestro planeta, puesto que la denominación "especie" sigue siendo arbitraria y confusa. Incluso el "género" del que habla el Génesis es para nosotros un concepto inasequible, dado que no tenemos forma humana de aplicarlo con exactitud a las poblaciones que componen la biosfera con objeto de obtener un mapa que permita colocar a cada individuo viviente dentro del "género" al que pertenece.

Lo que sí sabemos es que existe variedad morfológica dentro de cada "género" del Génesis, y que es posible hacer que los individuos de un determinado "género" sufran variaciones adaptativas (impuestas por el ambiente, de manera natural) o selectivas (impuestas artificialmente, como ocurre en la selección artificial de flores y razas caninas). Se llama ADAPTACIÓN a toda variación que un individuo perteneciente a un determinado "género" presenta como consecuencia de verse sometido a agentes que le obligan a cambiar, ya sea para sobrevivir o ya para obtener mejoras en su calidad de vida. En muchos casos dichas adaptaciones (o selecciones) pueden transmitirse a la prole, de manera total o parcial. Un ejemplo bastante común de adaptación biológica lo encontramos en las razas humanas, las cuales presentan diferenciación morfológica notoria como consecuencia de la influencia particular del clima, la alimentación e incluso la cultura.

Estos hechos nos llevan a pensar que no existe tal cosa como una COEVOLUCIÓN por mutua influencia entre insectos polinizadores y plantas polinizadas, sino más bien una COADAPTACIÓN de unos organismos respecto a otros, a causa de la estrecha interacción entre todos ellos.

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La "explosión cámbrica".

Según los geólogos, El Cámbrico o Cambriano es una franja de tiempo de aproximadamente 50 millones de años, que comenzó hace 540 millones de años y finalizó hace 490 millones de años. Durante dicho periodo, afirman los geólogos, se produjo una explosión de vida y por primera vez en el registro fósil se distinguen organismos pluricelulares más complejos que las esponjas o las medusas. Durante el Cámbrico, aproximadamente 50 grandes grupos de organismos (filos) surgen de repente, en muchos casos sin que existan precursores evidentes (Gould, 1989). Este súbito surgimiento de vida recibe el nombre de "explosión o radiación" cámbrica.

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Algunos investigadores han denominado "Big Bang Biológico (BBB)" a la "explosión cámbrica" y encuentran verdaderas dificultades para interpretar el fenómeno dentro del marco de la teoría evolucionista, por lo que han surgido multitud de voces académicas que disienten del paradigma tradicional darwiniano y neodarwinista y buscan desesperadamente una teoría materialista psedoevolutiva que haga frente al problema, o bien se aproximan tímidamente al bando creacionista y toman de él las mejores propuestas encabezadas por investigadores de alta talla y gran formación teórica. Existen sitios en Internet, de gran envergadura, como la "http://www.creacionismo.net", que han medrado en parte gracias al merecido fracaso del dogmatismo evolucionista.

En el sitio "http://www.creacionismo.net/inicio" encontramos algunos documentos interesantes y muy bien elaborados y documentados. Tal es el caso del artículo "La gran explosión cámbrica", escrito por Antonio Cruz Suárez, doctor en biología por la Universidad de Barcelona el 10 de julio de 1990. El doctor Cruz expone:

«"A la cuestión de por qué no encontramos abundantes depósitos fosilíferos correspondientes a esos supuestos largos periodos anteriores al sistema Cámbrico, no puedo dar una respuesta satisfactoria" (Darwin, El Origen De Las Especies).

Los actuales buscadores de fósiles han descubierto microbios petrificados en rocas, anteriores al Cámbrico. Este hallazgo hubiera alegrado mucho a Darwin, pero, desde luego, no habría solucionado el problema de las lagunas en el registro fósil. La más profunda y enorme de estas lagunas es sin duda la primera, la que existe entre estos microorganismos hallados en estratos del Precámbrico y casi todos los planes generales de diseño animal que se conocen en este planeta y que aparecen ya como una explosión de vida a principios del Cámbrico, primer período de la era Primaria según la "geología actualista" o evolucionista.

Para tener una ligera idea de la rapidez con que se produjo esta aparición, baste recordar que sólo habría durado un 0,2% de la historia de la vida en la Tierra. Tres mil millones de años bajo el dominio de las bacterias invisibles y de repente, en sólo diez millones de años (un pestañeo fugaz en el tiempo de la evolución), los océanos se llenan de moluscos, gusanos, medusas, crustáceos, estrellas, esponjas, cordados y otras clases de animales que ya no viven en la actualidad. ¿Por qué tanta prisa? ¿No parece gritar este descubrimiento: creación en vez de evolución? Tal es el desconcertante enigma que hoy viene preocupando al evolucionismo.

Los fósiles del Cámbrico ponen de manifiesto que la pretendida transformación gradual y lenta, desde la célula al hombre, que proponía Darwin con su método de la "selección natural", no puede explicar de ninguna manera el origen de los seres vivos. Los famosos "árboles de la evolución" que pretenden mostrar la descendencia de todos los organismos a partir de antepasados comunes y, en última instancia, de una primitiva y única especie, se han vuelto del revés para dar la razón a los últimos fósiles descubiertos.

El darwinismo dio por supuesto que una primitiva especie viva fue el tronco del árbol evolutivo que a lo largo de las eras se fue diversificando en ramas, brotes y hojas nuevas. Las especies que existen en la actualidad serían los descendientes de aquel hipotético tronco ancestral cuyos fósiles jamás han sido encontrados. Esta idea se ha venido aceptando, como si se tratara de una religión científica, durante más de cien años. Sin embargo hoy, después del descubrimiento de yacimientos fósiles sumamente significativos, como los del Burguess Shale en Canadá, donde aparece una veintena de especies nuevas que no pertenecen a ningún "phylum" conocido, el árbol de la evolución se ha convertido en un montón de ramas sueltas sin conexión entre sí. La principal sorpresa que ha provocado este hallazgo es que tales organismos del Cámbrico poseen una disparidad de diseños anatómicos que sobrepasan, con mucho, la gama moderna que hay en todo el mundo. De los 120 géneros estudiados, unos veinte corresponden a artrópodos únicos y además de contener los principales grupos animales que hoy existen, se han descubierto varios diseños que no encajan con ningún otro grupo animal conocido.

Esto hace que el único árbol de la evolución darwinista se transforme de repente en un sotobosque repleto de pequeños arbustos sin conexión entre sí. En lugar de un solo tronco inicial, hay muchos distintos y sin relaciones evolutivas entre sí. Después de la explosión cámbrica se fueron produciendo extinciones de especies, variaciones, mutaciones, hibridaciones, etc., hasta llegar al tiempo presente. No cabe duda de que tal modelo encaja mucho mejor con la idea de una creación inicial en la que aparecen de repente muchos tipos de vida, más de los que existen en la actualidad, y a lo largo del tiempo aquella riqueza inicial fue disminuyendo y se empobreció paulatinamente (ver Nota, a continuación).

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Tres de los paleontólogos evolucionistas que más han estudiado el fenómeno de la explosión cámbrica, James Valentine, David Jablonsky y Douglas Erwin, han manifestado lo siguiente: "Tanto el registro fósil como las filogenias moleculares (genealogías basadas en comparaciones de ADN) son coherentes con la idea de que todos los phyla animales vivos en la actualidad habían aparecido ya antes del final del intervalo de 10 millones de años que constituye la explosión cámbrica" (Valentine, Jablonsky & Edwin, 1999, FOSSILS, MOLECULES AND EMBRYOS: NEW PERSPECTIVES ON THE CAMBRIAN EXPLOSION, Development 126, páginas 851-859).

Cuando se busca en estratos del Precámbrico, anteriores a esta riqueza de formas, sólo se encuentra:

• Unos pequeños discos que se atribuyen a seres de simetría radial como las medusas (en las montañas MacKenzie, al noroeste de Canadá).

• Ciertos rastros desconocidos al oeste de Escocia. Unos embriones enigmáticos de pocas células en la plataforma del Yangtsé, al sur de China.

• Y unas minúsculas impresiones fósiles de menos de un milímetro, llamadas "fauna de Ediacara", que se hallan distribuidas por todo el mundo.

Muchos paleontólogos están convencidos de que estos fósiles precámbricos no representan verdaderos precursores de la explosión Cámbrica, sino sólo tentativas fracasadas sin continuidad con dicha radiación. Sin embargo, quienes continúan defendiendo el evolucionismo, prefieren seguir creyendo que todos los animales de Cámbrico descienden de una primitiva especie que debió aparecer mucho antes y que, desde luego, todavía no se ha encontrado.

Este hipotético animal ancestral, aunque siga siendo un perfecto desconocido, tiene ya un nombre, Urbilateria. Se trata de la invención de un perfecto fantasma. Nunca se ha encontrado su fósil. No se sabe de dónde salió, qué forma tenía, si existió o no, pero se le ha puesto nombre porque la teoría de la evolución necesita de su existencia. Todo menos admitir que quizá lo que ocurrió fue una creación sobrenatural de todos los tipos básicos. Algo a lo que la ciencia ya no tendría acceso. En nuestra opinión lo que el estudio de los fósiles demuestra es que la vida hizo su misteriosa aparición sobre la Tierra súbitamente, tal y como requiere un acto creador original.

En cuanto a la datación de todos estos fósiles hay que decir que las técnicas empleadas son muy poco fiables. Esto lo reconocen los propios evolucionistas: "Las comparaciones de ADN no han conseguido de momento calcular fiablemente la época en que aparecieron los primeros animales. Varios laboratorios lo han intentado, pero las fechas que han calculado discrepan de manera espantosa (nada menos que entre los 600 millones de años atrás y los 1.500 millones de años atrás). Es obvio que una metodología que produce unas estimaciones tan absurdamente discrepantes sirve de muy poca cosa en este problema concreto"».

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NOTA:

El registro fósil parece mostrar una creación inicial en la que aparecen de repente muchos tipos de vida, más de los que existen en la actualidad, y a lo largo del tiempo esa riqueza inicial mengua y se empobrece paulatinamente. ¿Por qué esta reducción?

La respuesta a esta pregunta no puede ser respondida con exactitud en el momento presente. Sólo se pueden presentar conjeturas más o menos verosímiles. Por ejemplo, cabe pensar que el Diluvio causó parte de dicha merma, ya que a Noé se le mandó que introdujera en el arca sólo a una cierta cantidad, aparentemente restringida, de especies o géneros de seres vivos para que sobrevivieran.

También es posible que antes del Diluvio, e incluso antes de la creación del hombre, determinados géneros de vida hubieran cumplido ya un propósito específico y transitorio y entonces debieran desaparecer. ¿Es éste el caso de los dinosaurios? No lo sabemos, pero pudiera ser.

Según los paleontólogos, el fenómeno de la polinización de las angiospermas (plantas florales con frutos verdaderos) por mediación de insectos principió en el registro fósil en el Cretácico Superior o Tardío (hace aproximadamente 90 millones de años), mientras que el el Cretácico Inferior o Temprano (hace unos 140 millones de años) no existían ni este tipo de polinización ni las angiospermas sino otra modalidad más "primitiva", de vehiculación no insectil, propia de las gimnospermas (plantas florales sin fruto, como las coníferas). En el registro fósil, las gimnospermas muestran su existencia desde el mismo comienzo del Cretácico Inferior, mientras que las angiospermas aparecen sólo en el Cretácico Superior.

¿Qué tiene que ver la polinización de las angiospermas con la explosión cámbrica, dado que el Cámbrico es un periodo muy anterior al Cretácico en el registro fósil? (Se acepta de manera general que no existían plantas en el Cámbrico, que duró desde hace 540 millones de años hasta hace 490 millones de años, sino organismos vegetales precursores de éstas). Veamos.

Los argumentos presentados por los evolucionistas para el surgimiento del fenómeno de la polinización, a saber, la COEVOLUCIÓN de insectos y plantas florales para dar lugar a los actuales insectos polinizadores y las angiospermas, quedan destronados a la luz de los razonamientos de los biólogos creacionistas relativos a la explosión cámbrica, la cual puede usarse como precedente de la historia natural de la biosfera para conceptualizar un similar evento posterior: la brusca aparición en el Cretácico Superior del complejísimo fenómeno de la polinización insectil de las angiospermas.

Neodarwinismo.

Son varias las causas metabiológicas (es decir, externas a la Biología) que podrían explicar la increíble persistencia del adoctrinamiento evolutivo, a pesar de los reveses experimentales que está recibiendo continuamente. Entre estas causas, figuran: Terror a permitir que la teología creacionista se adueñe por completo del paisaje idealista universitario e imponga una especie de férrea dictadura eclesiástica moderna (es decir, una repetición de las jugadas clericales monopolizantes del Medievo), frenético anhelo interno de liberación moral por medio de acallar la voz de una conciencia obligada a admitir científicamente la existencia de un Creador y Diseñador supremo (a Quien habría que rendir cuentas por el uso y abuso que la humanidad contemporánea está haciendo de sí misma y de la creación de Él), miedo infundado a ver el cierre final de toda investigación científica por reducción mayúscula del incentivo de "descubrir la naturaleza" que supuestamente sobrevendría al atribuir las causas primarias de los fenómenos naturales a Dios (o sea, un deseo vehemente de supervivencia de la actual ciencia materialista ante un enemigo mental ficticio que la extinguiría) y la influencia de fuerzas sobrehumanas inteligentes opuestas al Creador que han favorecido un punto de vista ateo de la ciencia y que permanecen completamente al margen de toda sospecha de actividad gracias al enfoque teórico materialista de sus víctimas (aunque existen multitud de indicios de sus actuaciones, por ejemplo: Las bien documentadas experiencias de parapsicología que investigan la magia negra, la adivinación y el espiritismo, entre otras extrañezas).

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Así, pues, cuando el darwinismo clásico (las doctrinas evolucionistas derivadas de las hipótesis de Darwin) se vio severamente desmentido por el registro fósil, al no aparecer evidencia alguna de "formas intermedias" o "eslabones de transición" interespecíficos (entre especies biológicas), no hubo un regreso a la concepción "creativa" de la biosfera. Más bien, se produjo una reacción de extremo forcejeo para averiguar qué argumento sería capaz de contrarrestar el efecto pernicioso que el registro fósil presentaba contra la "teoría", aunque sólo fuera débilmente.

La ocasión más propicia llegó cerca de la mitad del siglo XX, cuando pudo formularse una "teoría sintética de la evolución", o Neodarwinismo, que fusionaba el darwinismo clásico con la genética moderna; y todo ello vino de la mano de renombrados científicos tales como Simpson, Mayr, Huxley, Dobzhansky, Fischer, Wright y otros.

Según esta teoría, los fenómenos evolutivos se explican básicamente por medio de las mutaciones (las "variaciones accidentales" de las que hablaba Darwin) sumadas a la acción de la selección natural. Así, la evolución se habría debido a la acumulación de pequeñas mutaciones favorables, preservadas por la selección natural; y, por consiguiente, la producción de nuevas especies (evolución trans-específica) no sería nada más que la extrapolación y magnificación de las "variaciones" que ocurren dentro de las especies.

Cabe señalar que a partir de la década de 1970, y en un esfuerzo por salvar la teoría de la evolución del problema insuperable que representa la ausencia de fósiles intermedios, algunos autores, como Stephen Jay Gould y Niles Eldredge, propusieron la teoría del "equilibrio puntuado" en reemplazo del "gradualismo" de la teoría sintética, diciendo nada menos que ésta estaba efectivamente difunta. Sin embargo, ante la amenazante reacción contra esta postura por parte del colectivo darwinista, Gould y Eldredge dieron marcha atrás y trataron de conciliar de alguna manera la teoría del "equilibrio puntuado" con la teoría neodarwinista. Hoy en día, después de aquello, la mayoría de los autores sigue aceptando el neodarwinismo como la auténtica "teoría de la evolución".

Conclusión.

¿Es la polinización de las plantas un fenómeno atribuible a la obra de un Creador inteligente o a la acción fortuita de un proceso biológico de hechura evolucionista (coevolución)?

La complejo polinizacion de las gimnospermas, y Ia mucho mas complejo polinizacion de las angios­ permas (debido al concurso de insectos polinizantes y a una increlble aparatosidad interactiva), no puede (y no debe, honestamente) atribuirse a fenomenos aleatorios de caracter evolutivo o materialista, sino a Ia actividad primigenia de un Creador y Disenador magistral de inconmensurable sabidurla.

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Autor:

Jesús Castro

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