Agencias de noticias en la era digital, un cambio obligatorio
Enviado por Yaidel MIguel Rodríguez Castro
La etapa más reciente de las comunicaciones se inició con la invención de la telegrafía eléctrica. Su repercusión fue enorme tanto en el orden social como en el tecnológico. El telégrafo eléctrico fue el primer medio de comunicación que permitió que la velocidad de un mensaje superara a la del cuerpo humano. Rompió la conexión histórica entre transporte y comunicación. Antes de él todos los mensajes, incluyendo los expresados mediante la escritura, sólo podían moverse tan rápidamente como fuera transportado su soporte material.
El telégrafo eliminó el tiempo y el espacio como dimensiones determinantes de la comunicación humana y nos llevó a un mundo de simultaneidad e instantaneidad que fue más allá de la experiencia habitual. La telegrafía fue la base de las telecomunicaciones planetarias y también una fuerza impulsora para el estudio y el conocimiento de la electricidad en sus albores. El gran desarrollo de ésta se debió en gran parte a la necesidad de aplicarla a la telegrafía, algo similar a lo que ocurrió años más tarde con la electrónica en relación con la radio.
La revolución tecnológica basada en los procesos de digitalización y las estructuras organizativas en red configuran a finales del siglo XX el escenario comunicativo del desarrollo de la sociedad de la información y el conocimiento. La convergencia de los sistemas de comunicación, el avance de sus posibilidades interactivas y su alcance planetario conforman una de las características esenciales de la nueva sociedad en red (Castells, 2000: 71), que encuentra en la integración comunicativa una expresión singular de las transformaciones culturales en la Era de la Información.
En este contexto de innovación, la irrupción de Internet en el entorno de los medios de comunicación ha llevado a la práctica periodística a un nuevo estadio, en el que se han llegado a modificar las bases mismas de la profesión periodística en un modelo informativo inédito hasta ahora: el periodismo digital.
En este contexto, existen distintas perspectivas de investigación y análisis para acercarse al fenómeno. Muchas de ellas inciden en la vertiente económica, ya que la competencia comunicativa de Internet hace que los sistemas tradicionales de rentabilidad basados en los ingresos publicitarios entren en crisis mientras se buscan nuevas fórmulas basadas en el pago por contenidos. Otros enfoques ponen el énfasis en la vertiente social de esta transformación, viendo cómo los medios integran las capacidades interactivas de Internet y dan la posibilidad a los usuarios (lector, oyente o telespectador en la perspectiva tradicional de los media) de participar en la confección del discurso informativo.
La presente propuesta, por el contrario, se centra en vincular la tecnología con los cambios producidos en los procesos de elaboración de la información en las redacciones periodísticas digitales. Se trata de estudiar, así, unas rutinas productivas en constante evolución y sobre las que algunos autores ya apuntan su falta de consolidación (Salaverría, 2005a: 41) y la pervivencia de pautas propias de los medios tradicionales, sin los replanteamientos que los roles de productor y consumidor (Domingo, 2005: 8) imponen en el nuevo modelo periodístico en la red. Un modelo que, no en vano, se inspira directamente en el periodismo tradicional sobre papel (Díaz Noci, 1994: 1) y que lleva a algunos investigadores a considerar los medios digitales como un «paso intermedio» entre los modelos tradicionales del pasado y las posibilidades que la tecnología brindará en el futuro:
«El actual periodismo on line no se basa en muchas ideas nuevas, sino que es más bien la combinación de ideas antiguas, pero realizadas mejor: más rápido, con acceso más logrado, con un diseño más innovador, con contenidos personalizados y con elementos comunicativos ajenos a la prensa tradicional. [ ] A los servicios informativos on line hay que verlos como lo que son: el paso intermedio entre los medios tradicionales y los futuros medios que realizarán comunicación multimedia» (Pérez-Luque y Perea, 1997: 12).
Asentado en la base del periodismo tradicional, las redacciones digitales hacen frente a los retos comunicativos de Internet desde la reafirmación de las rutinas profesionales clásicas. Los criterios de precisión, concisión y claridad, la titulación sintética y denotativa, y los textos redactados en orden decreciente de importancia encajan con las necesidades periodísticas del nuevo soporte (Salaverría, 2005a: 40), revalidando las máximas que han definido el periodismo en la comunicación de masas del siglo XX y que tienen en la credibilidad informativa el auténtico «ingrediente esencial» para obtener el favor de la audiencia en un entorno de «información ilimitada» (Castells, 2001: 225).
A partir de este sustrato profesional, el periodismo en Internet ha elaborado sus propias prácticas y ha amoldado las rutinas productivas a sus necesidades comunicativas. Entre ellas, destaca la posibilidad de actualizar la información, de ofrecer un suministro constante de noticias y acontecimientos en un «sistema de cierre continuo» (Salaverría, 2005a: 76) que acaba con las ediciones puntuales propias de los medios tradicionales.
La información en Internet es permanente y las noticias se publican en el mismo momento que ocurren, o mejor dicho, en el momento que llegan a la redacción. Es en este punto donde recala la importancia de la información de agencia, convertida en fuente esencial de los servicios de información on line de los medios tradicionales (Domingo, 2005: 6). La necesidad de hacer compatible esta actualización constante con unos recursos humanos limitados lleva a hacer de muchas webs informativas simples voceros de los teletipos que las agencias de prensa sirven a sus abonados.
«Los medios en Internet pueden compararse a las agencias de prensa no sólo por la inmediatez de la información y su capacidad de documentación, sino sobre todo por la continuidad en su capacidad informativa. Es la narración continuada de la actualidad lo que le da una percepción muy similar a la agencia informativa» (García y Pou, 2003: 49).
El uso que las ediciones web de los diarios hacen de la información servida por las agencias informativas constituye, así, el indicador esencial cuyo análisis permitirá evaluar el grado de uniformización de las noticias elaboradas por y para Internet en las cabeceras. No se trata de comparar las ediciones publicadas en Internet que trasladan a la pantalla las páginas de los diarios.
El fin es conocer cómo afrontan las redacciones periodísticas de los diarios, acostumbradas al análisis y la observación en perspectiva de la actualidad de los servicios on line de última hora, cómo utilizan las posibilidades de la red para proporcionar una nueva dimensión a su producción informativa: extendiendo los valores editoriales de la cabecera al nuevo soporte o, por el contrario, replicando el material servido por las agencias para alimentar el fantasma de la uniformidad informativa.
La llegada de Internet a los medios de comunicación ha cambiado radicalmente las rutinas, ha revolucionado la relación entre unos y otros y ha derrumbado las barreras físicas y temporales. En este sentido, la convivencia entre la radio y las agencias de noticias, hasta la llegada de Internet, estaba lastrada por la acusación, ciertamente fundada, de que las segundas trabajaban con la mente puesta en los periódicos. Efectivamente, los redactores de las agencias de información escriben noticias demasiado largas para los medios audiovisuales. Pero, además de eso, en la galaxia muy muy lejana del mundo offline, eran culpables de no tener en cuenta la franja horaria de los informativos de mediodía para enviar sus noticias.
Las agencias de noticias cubren aquellas convocatorias que, a pesar de parecer interesantes, las radios normalmente no pueden incluir en su agenda por falta de personal. El problema es que estas noticias, a excepción de actos programados a primera hora de la mañana, suelen salir en el teletipo cuando los informativos ya están editados o incluso ya finalizados.
Es cierto que existe una determinada figura, la del avance, que consiste en enviar, prácticamente al finalizar la rueda de prensa o acto, un titular y un par de párrafos que contengan lo esencial de la información, pero también lo es que entonces se reservaba para acontecimientos verdaderamente relevantes. Con la introducción en los periódicos de las ediciones digitales las agencias se vieron obligadas a transmitir avances de noticias no tan trascendentes. Ya no era necesario que dimitiera un president de la Generalitat o que hubiera una crisis de gobierno para considerarlo materia de avance. Con que la información fuera susceptible de figurar de forma destacada en la edición impresa de los periódicos del día siguiente era suficiente. Así, con la intención de conseguir una firma en las ediciones de los periódicos digitales, las agencias los transmiten cada vez más frecuentemente. Suelen ser noticias de un par de párrafos, tres a lo sumo, que permiten a las radios incluirlas en los informativos aunque sea como un breve.
También es cierto que las propias ediciones digitales, tanto de los periódicos como de los medios audiovisuales, se han convertido en competidores directos de las agencias de noticias, ya que publican las noticias incluso con más rapidez.
Y esto también ha servido de acicate para ganar en celeridad. Paralelamente, las secciones tipo Eskup de El País, que han reproducido prácticamente todos los diarios en sus ediciones digitales, han conseguido desplazar claramente a las agencias de noticias en determinados acontecimientos, puesto que permiten seguirlos prácticamente minuto a minuto. La mayor parte de las instituciones dispone de una cuenta de Twitter, en la que en ocasiones, informa de determinadas cuestiones antes de hacerlo por canales más usuales, como el correo electrónico, lo que obliga al periodista a revisar frecuentemente no sólo la bandeja de entrada de su email, sino las actualizaciones de las redes sociales.
Además, el redactor compite ya no únicamente con los colegas de otros medios de comunicación, sino con las propias fuentes de la noticia, puesto que cualquier ciudadano que quiera estar informado de primera mano obviando el filtro que suponen los medios solo tiene que suscribirse a los perfiles de partidos políticos o instituciones.
Hemos pasado de los de los consumidores del 1.0, a los producidores en el 2.0: de reactivos, a proactivos. La gran diferencia es la bidireccionalidad de la información, antes llegaban a la red en busca de información, ahora la ven, la comentan, la recomiendan o no, y todo ello desde la misma página de los medios, ante los ojos del periodista que la ha escrito.
Por otro lado, una de las asignaturas pendientes de las agencias de noticias respecto a las radios es, dada la facilidad que actualmente ofrece Internet para enviar datos, la introducción de teletipos con un corte de voz incorporado, dado que todos los redactores trabajan con grabadora digital. Sin embargo, la tendencia sigue siendo centrarse en la prensa escrita. Por ejemplo, en Europa Press, el pasado año se invitó a los redactores a llevar una cámara de fotos a las ruedas de prensa y actos para poder vender fotografías, una vez más, a los periódicos.
También los corresponsales entran en crisis. Para llegar a reflexionar sobre el escenario actual del corresponsal internacional frente al paradigma digital, será necesario rever, brevemente, algunas etapas históricas. Desde que la información asumió la posición de un nuevo producto comercializable (la noticia) y la actividad periodística se tornó un emprendimiento empresarial y fue profesionalizada, las empresas de comunicación buscaron, constantemente, el uso de nuevas técnicas capaces de reducir costos de producción procurando, al mismo tiempo, agilización. Tales cambios son prácticamente una exigencia de los nuevos modelos de producción que tienen como objetivo aumentar la rentabilidad y la competitividad de los grupos de comunicación.
La actividad periodística (neveu, 2006) se vio directamente afectada por las nuevas técnicas y porla informatización, con la descentralización de laweb y el hecho de que cada individuo se tornaba un potencial productor de contenido, lo que amplió las posibilidades de acceso a fuentes de información. Al mismo tiempo que las evoluciones tecnológicas dejaron el periodismo aún más próximo a los acontecimientos, permitieron una mayor interactividad y diagramaciones e imágenes más atractivas; factores que impusieron nuevos desafíos a la práctica periodística.
La red de redes trajo consigo oportunidades y amenazas para las agencias de noticias internacionales, modificó sus estructuras organizativas y rutinas productivas, la cultura profesional de sus periodistas, las relaciones con fuerzas externas como las fuentes y las audiencias y puso a prueba, una vez más, su capacidad de respuesta y adaptación a los nuevos escenarios y paradigmas.
En la relación entre periodismo y tecnologías, las nuevas tecnologías virtualizan el trabajo e interfieren en los contenidos (marcondes Filho, 2009). Del punto de vista de la redacción, antes habituada con la materialidad del soporte papel, pasa a encarar lo volátil de las redes, que, según el autor, sobrecarga al profesional de prensa y lo reduce cada vez más a "sí mismo", asumiendo todo el proceso de producción de la noticia. Consideramos que existe un "pero" a tener en cuenta en esta capacidad del periodista de asumir totalmente el proceso. Con esta objeción nos referimos a las condiciones de producción y al crecimiento de una práctica de depuración instantánea y multifuncional, la cual puede sustituir un periodismo con reportajes profundos provenientes de pautas bien elaboradas.
Sin embargo, las novedades tecnológicas no operan de forma aislada. Las trasformaciones socioeconómicas a finales del siglo XX y el nacimiento del paradigma sociotécnico de la sociedad en red repercutieron en la estructura de las empresas y profesiones, de un modo general, a partir del surgimiento de las tecnologías de la información y de la comunicación y de la reestructuración del capitalismo. El surgimiento de sectores de producción completamente nuevos, diversas formas de suministro de servicios financieros, mercados emergentes y, sobre todo, altos grados de innovación comercial, tecnológica y organizacional compusieron un nuevo escenario, que también se vio marcado por el movimiento de compresión espacio-temporal (Harvey, 1992), con reflejos directos sobre la actividad periodística.
Se dio también un aumento de la importancia de profesiones con gran contenido de información y conocimiento en sus actividades, tal como el periodismo, las cuales sufren los impactos directos de ese nuevo ambiente informacional (Castells, 2008). Las empresas de medios se organizaron (fusiones, concentraciones de propiedad y capital) a partir de esa nueva coyuntura.
En lo que respecta propiamente a rutinas de producción en el periodismo, entre muchas otras innovaciones, se observa el surgimiento del "periodismo digital", la integración de los medios sociales (Cherubini, 2011; BBC, 2009), la exigencia creciente de la instantaneidad del "tiempo real", la convergencia de los medios tradicionales para la red mundial de computadoras, más allá de los aspectos de conectividad y convergencia (volkmer; Heinrich, 2009).
La cuestión de la velocidad es una característica del sistema capitalista. La instantaneidad se fortalece como principal valor-noticia, llevando al extremo la "carrera contra el tiempo". Por otro lado, ha aumentado la participación del público, con sus cámaras digitales, celulares o blogs, que monitorean, critican y hasta se anticipan al trabajo de la prensa al registrar "primicias" o enfoques con nuevos elementos. Hay diversos órganos de la prensa, incluso, que hacen de esa "participación del ciudadano" una estrategia de marketing, en el sentido de agregar valor a aquel órgano de comunicación.
La inmediatez imperante en estos nuevos paradigmas informativos rompen con una de las funciones más arraigadas de las agencias de noticias y la prensa escrita frente a la prensa on line: la capacidad de análisis. Varios han descrito estas tensiones productivas, haciendo hincapié en «la simplificación de las noticias ante la cultura de la inmediatez» (Domingo, 2004: 8) o detallando la dificultad de combinar la «información interpretativa y analítica de las agencias» con la necesidad de publicar «información inmediata y concisa» de los medios en Internet (Salaverría, 2005b: 67).
La propia evolución de los medios augura un futuro incierto. Hoy nos enfrentamos a un sistema que contribuye la polarización económica, es decir, que los que están dentro del sistema son los que consiguen ventajas; en consecuencia, los pequeños medios de comunicación, ubicados fuera del panorama global permanecen aislados en la distribución del pastel económico o comercial.
Si bien es cierto que con los sucesivos avances técnicos este sentido lineal del recorrido informacional ha sido largamente superado gracias a conceptos como retroalimentación o recepción activa, el dispositivo técnico fue siempre el más dominante y mantuvo un desequilibrio en el esquema informacional, imposibilitando la participación en situación de total reciprocidad u horizontalidad. Cabe aclarar que no es únicamente la técnica quien limita dicha horizontalidad, sino también y de manera esencial las relaciones en las que la comunicación intenta tener lugar. Siempre existe una diferencia de posiciones que la dificultad, dejando prácticamente en el plano de lo utópico la idea de comunicación.
Este escenario en materia de comunicación social, de alguna manera refleja las relaciones de poder en el sentido foucaultiano: por un lado, es evidente la multiplicidad de relaciones de fuerza que se ejerce a través de los medios por donde circula la información. De este modo se instala un juego de luchas y enfrentamientos incesantes: la competencia se establece entre medios, formatos, empresas, sistemas ideológicos y estilos de información.
Es imposible analizar y verificar todas las fuentes y los hechos que a diario aparecen en Internet, lo que da puntos a favor a las agencias de noticias, las cuales al mejorar sus rutinas productivas y adaptándose al nuevo juego de la red pueden mantener su supremacía como comerciantes de la información.
BIBLIOGRAFÍA
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9. Salaverría, R. (2008). 'Ciberperiodismo. Diez años de prensa digital en España". En: Fernández Sanz, Juan José (ed.) Prensa especializada. Madrid, Doce calas.
Autor:
Lic: Yaidel Miguel Rodríguez Castro.
Redactor Reportero en Radio Cabaniguán.