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Evangelios y Evangelistas

Enviado por Agustin Fabra


  1. Los Evangelios: etimología y origen
  2. Los evangelios sinópticos y los canónicos
  3. Las fuentes evangélicas
  4. Redacción de los evangelios sinópticos
  5. Armonización y concordismo
  6. Los símbolos de los cuatro evangelistas
  7. Conclusión

"Estas son aquellas palabras mías que os dije cuando todavía estaba con vosotros"

(Lucas 24:44)

Los Evangelios: etimología y origen

Etimológicamente la palabra Evangelio proviene del griego y significa buen mensaje, que es la buena nueva del cumplimiento de la promesa hecha por Dios a Abraham, Isaac y Jacob de que redimiría del pecado a su descendencia por medio de su Hijo unigénito, Jesús, quien murió en expiación por el pecado de toda la humanidad, y que resucitó el tercer día para el arrepentimiento y perdón de los pecados de todo aquel que crea en Él.

El Evangelio fue escrito por los primeros discípulos a finales del siglo I y principios del II, recogiendo las primeras predicaciones y la vida de Jesús de Nazaret, y cuyo núcleo central es su muerte y Resurrección. La palabra Evangelio fue empleada por primera vez por Pablo de Tarso en los escritos a las primeras comunidades cristianas en la primera carta a los Corintios (1ª. Corintios 15:1).

En total, el término Evangelio es usado en 76 ocasiones en el Nuevo Testamento, de las cuales 60 se encuentran en las Cartas de San Pablo. Sin embargo no existe ninguna mención de esa palabra en el Evangelio de Juan ni en el de Lucas, aunque aparece en los Hechos de los Apóstoles, cuyo autor fue Lucas.

Se ha comentado sobre el hecho de que las comunidades helenísticas adoptaron el término Evangelio a partir del culto al emperador Alejandro Magno, ya que existe en la ciudad de Priene, cerca de la costa de Caria en Jonia, en la actual Turquía, una inscripción fechada en el año 9 a.C., en la que aparece la palabra Evangelio con un sentido muy similar al que después le darían los primeros cristianos. Además esta palabra fue frecuentemente utilizada en la literatura griega clásica y en la primera traducción de la Biblia por parte de los Setenta, conocida como la Septuaginta.

Debemos tener presente que antes de ser puesto por escrito, los Evangelios se transmitieron oralmente. Lo primero fue la predicación oral de los Apóstoles, centrada en torno al kerigma o anuncio sobre la muerte redentora y la Resurrección del Señor. Iba dirigido a los judíos a quienes había que demostrar, mediante el testimonio de los Apóstoles sobre la Resurrección, que Jesús era efectivamente el Mesías anunciado por los antiguos profetas, y concluía con un llamado a la conversión. Y aquellos que se convertían había que darles una instrucción más completa sobre la vida y enseñanzas de Jesús. Sin embargo esta tradición oral sobrepasaba las posibilidades de la memoria, por lo que hubo que recurrirá la documentación escrita.

Los evangelios sinópticos y los canónicos

Los análisis de los estudiosos bíblicos se han centrado en lo que se denomina problema sinóptico, es decir, las relaciones literarias existentes entre los tres Evangelios sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas, ya que el cuarto Evangelio, el de Juan, no es considerado sinóptico debido a que no sigue el esquema de los otros tres y dispone de fuentes propias. Sin embargo los cuatro Evangelios son considerados como canónicos por la Iglesia Católica, la cual, en la Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II, señala que la Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios tienen origen apostólico, pues lo que los Apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo la inspiración del Espíritu Santo, ellos y los varones apostólicos nos lo transmitieron por escrito, fundamente de la fe, es decir, el Evangelio en cuatro redacciones, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Del elevado número de Evangelios escritos en la antigüedad, sólo estos cuatro fueron aceptados por la Iglesia y considerados, por consiguiente, dentro del canon de la Iglesia Católica, o sea, canónicos.

El testimonio más antiguo que tenemos sobre la composición de los Evangelios canónicos es el de Papías, obispo de Hierápolis, en Frigia (Turquía), quien escribió hacia el año 130 d.C. una Interpretación de los Oráculos del Señor en cinco libros. Esta obra se perdió con el paso de los años, pero el historiador Eusebio de Cesárea nos ha conservado de ella dos pasajes, siendo el primero el siguiente: "Y el anciano decía: Marcos, que fue el intérprete de Pedro, puso por escrito cuidadosamente todo aquello que guardaba en la memoria, aunque sin ajustarse al orden de las cosas que el Señor había dicho y realizado. En efecto, a quien él escuchó y acompañó no fue al Señor, sino a Pedro más tarde, como ya he dicho. Éste procedía según las conveniencias de la enseñanza, y no como si quisiera dar la ordenanza de los Oráculos del Señor. Por tanto, no se puede censurar a Marcos el haberlos redactado del modo como él los recordaba. Su única preocupación fue la de no omitir nada de lo que había oído, sin permitirse ninguna falsedad en ello". Inmediatamente después, Eusebio añade el segundo testimonio de Papías sobre Mateo: "Mateo, pues, puso en orden los Oráculos, en lengua hebrea; cada uno los interpretó como podía" (Hist. Eccl. III, 39, 15-16).

Otro testimonio sobre la composición de los Evangelios nos lo da Clemente de Alejandría, a su vez citado por Eusebio de Cesárea: "En los mismos libros también, se cita una tradición de los Ancianos relativa al orden de los Evangelios, que es ésta: decía que los Evangelios que contienen las genealogías fueron escritos primero, y que el de San Marcos lo fue en las circunstancias siguientes: Después que Pedro hubo predicado públicamente la doctrina en Roma y expuesto el Evangelio guiado por el Espíritu, sus oyentes, que eran muchos, animaron a Marcos, como que él era el que lo había acompañado desde hacía tiempo y guardaba en su memoria sus palabras, a transcribir lo que aquél había dicho; así se hizo y transcribió el Evangelio a los que se lo habían pedido. Al enterarse de ello Pedro, no emitió consejo en ningún sentido, ni para impedírselo ni para recomendárselo" (Hist. Eccl. IV, 14, 5-7).

Al igual que el de Papías este testimonio se remonta a los Ancianos, es decir, a hombres de la segunda generación cristiana. Toda la tradición posterior, tanto la griega, latina e incluso siríaca, no hará sino repetir, añadiendo algunos detalles, estos testimonios fundamentales para el cristianismo.

Para Papías, Mateo habría escrito después de Marcos, pero según Clemente, Marcos escribió después de Mateo y de Lucas, cuyos Evangelios contienen una genealogía de Cristo. La tradición posterior, desde Irineo de Lyon, retendrá el orden Mateo, Marcos y Lucas.

Los textos evangélicos utilizados actualmente se fundamentan en los dos antiguos manuscritos: el Sinaítico, que proviene del Monasterio de Santa Catalina del Sinaí, conservado actualmente en el Museo Británico y, sobre todo, el Vaticano, conservado en la Biblioteca Vaticana. Ambos datan de mediados del siglo IV, pero la autenticidad del texto que nos ofrecen puede ser atestiguada de distintas maneras.

Desde comienzos del siglo XX se han descubierto en Nag Majadi, en Egipto, un buen número de papiros con textos del Nuevo Testamento. Uno de los más importantes es un Códice que contiene alrededor de cuatro quintas partes de Lucas e importantes fragmentos de Juan, que han sido datados de comienzos del siglo III. Es propiedad de la Biblioteca Bodmer, en Cologny, cerca de la ciudad suiza de Ginebra. Su texto es muy cercano al que nos da el manuscrito Vaticano.

Por su parte, en la colección Chester Beatty de Dublín, Irlanda, se conservan numerosos fragmentos de los cuatro Evangelios, pertenecientes a un Códice datado de mediados del siglo III. A este testimonio de los manuscritos griegos hay que añadir el de las versiones antiguas.

Las traducciones más antiguas de los Evangelios fueron traducidas desde finales del siglo II al latín en Cartago, norte de África, así como al siríaco. La versión copta se remonta al siglo II. Hay que tener presentes las numerosas citas evangélicas hechas por los Padres antiguos: Irineo de Lyon, Clemente de Alejandría y Orígenes entre los griegos, Tertuliano y Cipriano entre los africanos, Afrates y Efrén entre los sirios. Todo esto forma un conjunto de testimonios concordantes que nos permiten afirmar que los Evangelios estaban ya compuestos desde mediados del siglo II, e incluso probablemente desde fecha aún más antigua, en la forma en que ahora los conocemos.

Las fuentes evangélicas

Pero, ¿cómo explicar a la vez las semejanzas y las divergencias que existen entre los tres Evangelios sinópticos en la forma en que hoy los conocemos? La teoría que goza de mayor aceptación es la de las Dos Fuentes. Elaborada hacia mediados del siglo pasado, hoy es aceptada por la gran mayoría de los exégetas, tanto católicos como protestantes. Una de las fuentes en cuestión es Marcos, de quien dependerían Mateo y Lucas en todos los relatos que tienen en común. Mateo y Lucas contienen también bastantes secciones, especialmente de los dichos de Cristo, desconocidos en Marcos.

Como, según la teoría de las Dos Fuentes estos dos Evangelios son independientes entre sí, habría que admitir que ambos se sirvieron de otra fuente, la denominada Q, que es la inicial de la palabra alemana Quelle, que significa fuente. En cuanto a las secciones propias, tanto de Mateo como de Lucas, provendrían de Fuentes secundarias que conocerían cada uno de ellos. Presentada de esta forma, la teoría de las Dos Fuentes se presta a una seria objeción. Mateo y Lucas ofrecen entre sí no pocas concordancias contra Marcos, tanto positivas como negativas, más o menos importantes.

Si es verdad que un cierto número de estas concordancias puede explicarse como reacciones naturales de Mateo y Lucas en su esfuerzo por mejorar el texto un poco Tosco de Marcos, queda aún otra porción de ellas que es difícil de explicar. En vista de ello algunos exégetas han perfeccionado la teoría suponiendo que Mateo y Lucas dependerían, no de Marcos tal como ha llegado a nosotros, sino de una forma anterior ligeramente diferente del Marcos actual. Sea lo que fuere acerca de este ultimo punto, es cierto que la teoría de las Dos Fuentes, relativamente simple, permite justificar un gran número de hechos sinópticos. Por otro lado concuerda en parte con el dato tradicional heredado de Papías en cuanto a que la prioridad es otorgada a Marcos.

Desde hace varias décadas algunos exégetas han querido rescatar una teoría propuesta hace algo más de dos siglos por el critico bíblico evangélico alemán Johann Jakob Griesbach (1745-1812)que tendría la ventaja de evitar el recurso a una fuente hipotética como la de la fuente Q. Esa teoría se apoya en la tradición de los Ancianos referida por Clemente de Alejandría: el primer Evangelio sería el de Mateo, Lucas dependería de Mateo, y Marcos dependería unas veces de Mateo y otras de Lucas, a los que habría simplificado.

Pero otros exégetas argumentan que la teoría de las Dos Fuentes, a pesar de sus ventajas, es demasiado simple para poder explicar la totalidad de los hechos sinópticos. Surge entonces la hipótesis según la cual las relaciones entre los Sinópticos habría que considerarlas, no ya al nivel de los Evangelios, sino al nivel de redacciones más antiguas que podrían llamarse pre-Mateo, pre-Lucas y pre-Marcos, sin perjuicio por los demás de que todos estos documentos intermedios pudieran depender de una fuente común, la cual no sería otra que el Mateo escrito en arameo y traducido después al griego de diferentes maneras, de lo cual habla Papías.

Esta hipótesis daría cuenta también de un hecho apuntado desde finales del siglo XIX: algunos autores antiguos, en particular el apologista Justino y otros después de él, citan los Evangelios de Mateo y Lucas bajo una forma un poco diferente de las que nosotros conocemos, y a veces aún más arcaica. Estudios de detalle han mostrado igualmente que Lucas y Juan ofrecen entre sí estrechos contactos, sobre todo en lo que se refiere a los relatos de la Pasión y de la Resurrección, que podrían explicarse por la utilización de una fuente común ignorada de Mateo y de Marcos.

Pero existe igualmente la hipótesis agustiniana que sostiene que el de Mateo fue el primer Evangelio, seguido de los de Marcos y Lucas, y que cada evangelista utilize el precedente como fuente. Esta es la teoría más próxima a los planteamientos de los Padres de la Iglesia y la más frecuente en la tradición católica.

Redacción de los evangelios sinópticos

La fecha de redacción de los Evangelios sinópticos es muy difícil de precisar ya que depende directamente de a solución que se acepte acerca del problema sinóptico.

En la hipótesis de la teoría de las Dos Fuentes la composición de Marcos se situaría un poco antes de la muerte de Pedro, según Clemente de Alejandría, o un poco después, de acuerdo a Ireneo de Lyon. Pedro falleció entre el año 64 y el 70, no después de esta fecha dado que no parece suponer que la destrucción de Jerusalén se haya consumado ya. Las obras de Mateo en griego y de Lucas serían posteriores a Pablo de Tarso, lo cual se confirmaría por el hecho de que, con toda probabilidad, Mateo y Lucas suponen que la ruina de Jerusalén es ya un hecho consumado (Mateo 22:7 y Lucas 19:42-44 y 21:20-24).

De acuerdo a lo anterior, su fecha estaría entonces entre el 75 y el 90, pero hay que reconocer también que este último argumento no es definitivo. Para una datación tardía del Evangelio de Mateo en griego sería más procedente tener en cuenta ciertos detalles que denotan una polémica contra el judaísmo rabínico salido de la asamblea de Yammia, la cual tuvo lugar por el año 80. Y si se admite que los Evangelios sinópticos fueron compuestos en etapas sucesivas, la datación de su última redacción deja abierta la posibilidad de fechas aún más antiguas para las redacciones intermedias, y con mayor razón para el Mateo en arameo, que estaría en el origen de la tradición sinóptica.

Por lo general, los exégetas bíblicos consideran que las fechas más aceptables de redacción son las siguientes:

  • Evangelio de Marcos: 68 al 73

  • Evangelio de Mateo: 75 al 90, a pesar de que algunas teorías lo sitúan antes del año 70.

  • Evangelio de Lucas: 80 al 100, más concretamente alrededor del año 85.

  • Evangelio de Juan: 90 al 110.

El propósito de los evangelistas fue más teológico y misionero que simplemente histórico. Los redactores evangélicos que después de ellos consignaron y reunieron sus testimonios, lo hicieron con el mismo afán de honesta objetividad que respeta las fuentes. Los Evangelios se distinguen de los modelos paganos por su seriedad ética, su finalidad religiosa y su convicción de la superioridad mesiánica de Jesús.

Armonización y concordismo

La armonización fue un recurso utilizado cuando se buscaba la forma de forzar textos evangélicos que parecen contradecirse, o que no están totalmente de acuerdo entre sí, para que parezca que expresan lo mismo. De ahí el calificativo de problema armónico con el que se refería a la dificultad para reunir los cuatro relatos evangélicos en uno solo.

Uno de los ejemplos más famosos fue el Diatéssaron, nombre griego que podría traducirse como formado por cuatro. Se trata de una obra griega escrita entre los años 165 y 170 por el autor sirio Taciano, y que consiste en un solo Evangelio compuesto con elementos tomados de los cuatro Evangelios canónicos y, posiblemente, también de alguna fuente apócrifa. Taciano eliminó las repeticiones y armonizó los textos con el fin de ocultar las posibles discrepancias que se encuentran en los Evangelios.

Esta obra tuvo mucha popularidad en la Iglesia de lengua aramea, hasta llegar a convertirse en el Evangelio de las Iglesias de Siria entre el 306 y el 373. Pero por las armonizaciones y omisiones, la obra de Taciano no refleja totalmente el texto de los Evangelios. Por otra parte, al mostrar un Evangelio único no permite ver el mensaje propio que ofrece cada uno de los evangelistas. Por esta razón, en el siglo V se ordenó que se volvieran a leer los Evangelios por separado.

El concordismo fue otro recurso que se utilizó cuando ciertos textos bíblicos en general fueron presentados de manera forzada para que expresen lo mismo que dice la ciencia en la actualidad, cuando los conceptos científicos de las épocas en que se escribieron los Evangelios estaban mucho menos desarrollados.

Los símbolos de los cuatro evangelistas

Tradicionalmente se suele representar a los cuatro evangelistas mediante los siguientes símbolos:

  • Mateo: el ángel (un hombre con alas).

  • Marcos: el león.

  • Lucas: el buey.

  • Juan: el águila.

El significado de cada uno de estos símbolos aplicados a los diferentes evangelistas es el siguiente:

MATEO

Se simboliza con un ángel u hombre con alas porque su Evangelio comienza con la lista de los antepasados de Jesús, el Mesías (Mateo 1:1-16). Esta lista es de gran valor para este Evangelio porque presenta a Jesús como descendiente de la estirpe de Davis y de Abraham. Mateo pretende con ello afirmar que Jesús lleva a su perfección la historia de su pueblo al mostrar que desciende de Abraham, el padre del Pueblo de Dios, y de David, el más importante de los reyes.

Esta lista contiene símbolos que identifican tres períodos generacionales (3: número perfecto), y cada uno de los períodos se compone de catorce generaciones (7+7, número perfecto). Las mujeres también juegan un papel destacado en esta genealogía. Se trata de Tamar, Rajab (la esposa de Urías o Betsabé) y María. Las tres mujeres están comprometidas con la justicia divina.

MARCOS

Se simboliza con un león porque su Evangelio empieza con la predicación de Juan el Bautista en el desierto, donde había animales salvajes. Su Evangelio supuestamente fue el primero en escribirse y sirvió como texto catequético para quienes se preparaban para recibir el Bautismo.

Es el Evangelio más corto, y el hecho de que empiece presentando a Juan el Bautista en el desierto es de suma importancia, ya que para el pueblo de entonces el desierto representaba, entre otras cosas, el lugar donde se generan nuevos proyectos. Esto es lo que hizo el pueblo de Dios en el Éxodo de Egipto. Juan el Bautista se da a conocer en el desierto, lo cual pone de manifiesto que está preparando al pueblo para la gran novedad que supone la vida y las enseñanzas de Jesús.

Basados en la cita bíblica del Profeta Amós: "Ruge el león, ¿quién no temerá? Habla el Señor Yahvé, ¿quién no profetizará?" (Amós 3:8), podemos afirmar que la voz de león simboliza la voz de los profetas que denuncian la violación de los planes de Dios, lo cual nos lo confirma Apocalipsis: "Y gritó con fuerte voz, como ruge el león" (Apocalipsis 10:3). Por lo tanto, Juan el Bautista es el profeta que denuncia la injusticia y que anticipa la novedad que aportará Jesús.

LUCAS

Se simboliza por medio de un buey o un toro porque su Evangelio empieza con la visión de Zacarías en el Templo, donde se sacrificaban bueyes, terneros y ovejas.

El Evangelio de Lucas comienza y termina en el Templo, y los hechos de los Apóstoles constituye la segunda parte de su Evangelio. Si en el Evangelio encontramos el camino que nos marca Jesús, en los Hechos tenemos el camino de las comunidades que siguieron a Jesús. El Libro de los Hechos de los Apóstoles termina al llegar Pablo a Roma, ciudad que para Lucas significa los confines del mundo.

JUAN

Su símbolo es un águila con la mirada dirigida hacia el sol porque su Evangelio empieza con la contemplación del Jesús-Dios: "En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios" (Juan 1:1).

El Evangelio de Juan fue el último en aparecer y se redactó durante largos años por Juan y sus discípulos. Una de las características de Jesús en el Evangelio de Juan es el hecho de que Jesús nos conoce a cada uno de nosotros mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos: "… y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues Él conocía lo que hay en el hombre" (Juan 2:25).

LOS CUATRO EVANGELISTAS

MATEO

Nombre: Leví ben Alfeo

Venerado en: Iglesia Católica, Ortodoxa y Copta.

Festividad: 21 de septiembre (rito romano)

16 de noviembre (rito bizantino)

Nacimiento: Cafarnaúm (Galilea)

Fallecimiento: 24 de enero

Mateo el Evangelista, cuyo nombre original era Leví ben Alfeo (Leví hijo de Alfeo) fue uno de los Apóstoles elegidos por Jesús de Nazareth, adoptando el nombre de Mateo al aceptar el llamado de Jesús. Etimológicamente el nombre Mateo proviene del griego Mathaios, y éste del arameo Mattai, y significa regalo de Dios.

El cambio de nombre se interpreta como que, al abandonar su oficio de cobrador de impuestos en donde todos le conocían como Leví, quiso adoptar un nuevo nombre, el de Mattai, para que le identificaran así en su nueva vocación cristiana. En el Evangelio de Lucas se le denomina con su nombre original de Leví, pero en el de Marcos se le da el nombre de Mateo en la lista de los apóstoles, pero es llamado Leví cuando relata la historia de su vocación.

Según los tres Evangelios sinópticos, Mateo dejó su función de cobrador de impuestos para los romanos cuando recibió el llamado de Jesús con su frase de "ven y sígueme". Inmediatamente Mateo organizó un gran almuerzo donde el invitado de honor fue Jesús y los Apóstoles.

Desde entonces Mateo fue siempre al lado de Jesús presenciando sus milagros, oyendo sus sermones y colaborando en la prédica y catequización de los pueblos. Después de la resurrección y Ascensión de Jesús, Mateo permaneció algún tiempo con los otros Apóstoles en Palestina, impartiendo el mensaje de Cristo con tanta fuerza y convicción que los judíos le propinaron 39 azotes por predicar que Jesús había resucitado.

Según Eusebio de Cesárea, después de 15 años de apostolado en Palestina y al estallar la terrible persecución contra los cristianos, Mateo decidió trasladarse a Etiopía, donde confirmó su predicación con multitud de milagros, entre los cuales sobresalió la resurrección de una hija de Egipo, rey de Etiopía, quien junto a su familia abrazó la religión cristiana, la cual se extendió rápidamente por todo el reino.

Después de la muerte del rey Egipo, su sucesor Hirtaco pretendió casarse con Epigenia, hija de Egipo. Pero ella, habiendo consagrado su virginidad por consejo de Mateo, no aceptó a casarse con Hirtaco ni éste logró que Mateo persuadiera a Epigenia para la boda. Por ello Hirtaco ordenó dar muerte a Mateo en plena celebración cristiana.

El objetivo del Evangelio de Mateo es claro: demostrar a los judíos que en Jesucristo se cumplen todas las profecías del Antiguo Testamento relacionadas con el Mesías.

MARCOS

Nombre: Juan, de sobrenombre Marcos.

Venerado en: Iglesia Católica y Copta.

Festividad: 25 de abril.

Fallecimiento: 68 d.C. en Alejandría, Egipto.

Marcos, autor del segundo Evangelio, y el primero en escribirse, fue un judío de Jerusalén. Todo parece indicar que Jesús tuvo una estrecha amistad con los padres de Marcos, lo cual permitió que éste escuchara en muchas ocasiones desde pequeño las enseñanzas de Jesús. Marcos fue uno de los primeros bautizados por el Apóstol Pedro.

María, la madre de Marcos, era también judía pero con gustos helénicos. Marcos tenía por entonces dos nombres: Juan para los judíos y Marcos para los grecorromanos. Marcos era una persona muy preparada en cuanto a organización, servicio e idiomas, hablando correctamente arameo, hebreo, griego y latín, lo cual supuso una gran ayuda para Pedro en sus posteriores viajes misioneros.

Hacia el año 44 Marcos ya era mayor de edad y decidió acompañar a su primo Bernabé y a Pablo en sus recorridos apostólicos por Antioquía de Siria y otras ciudades, pero se separó de ellos en Perga y regresó a Jerusalén debido a los peligros que existían en los caminos de aquella época. En el segundo viaje misionero Pablo rehusó aceptar a Marcos como compañero de viaje, lo cual molestó a Bernabé e hizo que se separara de Pablo en sus viajes misioneros posteriores. En cambio Bernabé eligió a Marcos como acompañante, y juntos viajaron a Chipre.

Marcos es considerado por la tradición cristiana el autor del Evangelio que lleva su nombre. Puesto que él no fue discípulo directo de Jesús, basó su relato en las enseñanzas de Pedro, de quien era su secretario y traductor. El autor más antiguo que asignó a Marcos la autoría de este Evangelio fue Papías de Hierápolis en la primera mitad del siglo II, de acuerdo a un testimonio citado por Eusebio de Cesárea.

La primera parte del Evangelio se desarrolla en Galilea, la provincia natal de Jesús, mientras que la segunda parte es en Judea y Jerusalén. Es el más breve de los cuatro Evangelios, lo cual fue motivado porque Marcos dio a su Evangelio los mismo límites que los Apóstoles habían asignado a la catequesis primitiva, ya que no pretendían dar todo lo que los creyentes querían saber, sino que querían transmitir lo esencial de lo que Jesús había dicho y hecho.

Marcos llegó a ser el hombre de confianza de Pedro. Como escuchaba siempre sus sermones, Marcos fue aprendiéndolos completamente, hasta el punto de que a pedido de los cristianos de Roma fue poniéndolos por escrito. Es el reflejo de lo que Pedro presenció y que quedó grabado en la memoria de Marcos. Hasta tal punto llegó la confraternización entre Marcos y Pedro que este último se refería a Marcos como "mi hijo" (1ª. Pedro 5:13).

Marcos se hallaba en Roma cuando murieron Pedro y Pablo. Después de ello Marcos se trasladó a Alejandría, en Egipto, donde no sólo evangelizó a sus habitantes, sino que realizó diversos milagros y estableció allí una iglesia y una escuela cristiana, nombrando a un obispo, tres presbíteros y siete diáconos, siendo él mismo el primer Obispo de Alejandría. Según la tradición, la Iglesia Copta de Etiopía tiene su origen en las prédicas de San Marcos, quien llevó en cristianismo a Egipto en la época del emperador Nerón.

Los Hechos de San Marcos, un escrito de mediados del siglo IV, refieren que San Marcos fue arrastrado por las calles de Alejandría, atado con cuerdas en el cuello. Después lo llevaron a la cárcel y al día siguiente volvieron a aplicarle el mismo martirio, hasta que falleció el 25 de abril del año 68. Luego echaron su cuerpo a una hoguera en llamas, pero los fieles lograron sacarlo, evitando así la destrucción de su cuerpo.

En el año 828 las reliquias de San Marcos fueron sacadas de Alejandría por unos navegantes italianos, quienes los trasladaron a Venecia. Actualmente se conservan ahí, en la Basílica de San Marcos de aquella ciudad, construida expresamente para conservar los restos de San Marcos.

LUCAS

Nombre: Lucas o Loukás, que significa luminoso o iluminado.

Venerado en: Iglesia Católica, Ortodoxa, Copta y Luterana.

Festividad: 18 de octubre.

Nacimiento: Antioquía de Siria

Fallecimiento: año 84 en Beocia, Grecia.

Lucas nació en Antioquía de Siria, de padres paganos. Recibió la fe en el año 40 y dirigió su mensaje a gentiles cristianos, siendo el único evangelista no judío. Estaba emparentado con el diácono Nicolás, un prosélito de Antioquía. Lucas fue el autor del tercer Evangelio y del libro de los Hechos de los Apóstoles que, inicialmente, formaban un solo libro.

La formación cultural de Lucas y sus estudios médicos se nota por el estilo de sus libros: su Evangelio está escrito en un griego sencillo, limpio, bello y rico en términos, lo cual no tienen los otros tres Evangelios. En sus escritos podemos ver que el temperamento de Lucas es el de un hombre conciliador, discreto y dueño de sí mismo; suaviza o calla expresiones que hubieron podido herir a algún lector, con tal de que esto no vaya en perjuicio de la verdad histórica. Lucas es el evangelista de la Navidad y el biógrafo de la Virgen María y de la infancia de Jesús.

Un escrito del siglo II, el Prólogo antimarcisionista del Evangelio de San Lucas, sintetiza su perfil biográfico del siguiente modo: "Lucas, un sirio de Antioquía, de profesión médico, discípulo de los Apóstoles, más tarde siguió a San Pablo hasta su martirio. Sirvió incondicionalmente al Señor, no se casó ni tuvo hijos. Murió en el año 84 en Beocia, Grecia, lleno del Espíritu Santo".

Lucas conoció a Pablo de Tarso en Antioquía, y en el transcurso de los años fue asimilando poco a poco las enseñanzas de San Pablo. Es por ello que el Evangelio de Lucas ofrece tantos puntos de contacto literarios y doctrinales con los escritos de Pablo, hasta el punto de que podría hacerse efectiva la frase de tertuliano: "Pablo, iluminador de Lucas".

Pablo lo describe como "Lucas, el médico querido" (Colosenses 4:14), y desde su prisión en Roma, Pablo dice a su discípulo Timoteo: "Sólo Lucas queda conmigo" (2ª Timoteo 4:11). En los hechos de los Apóstoles, Lucas se incluye en los viajes de Pablo de Tarso al decir "fuimos a…", "navegamos hacia…". Y va narrando con todo detalle los impresionantes sucesos que le ocurrieron a San Pablo en sus viajes. Lucas acompañó a Pablo cuando éste estuvo prisionero, primero dos años en Cesárea y después otros dos en Roma.

El poeta Dante Alighieri le dio a San Lucas el apelativo de "el que describe la amabilidad de Cristo". En efecto, en el Evangelio de Lucas se muestra a Jesús prefiriendo siempre a los pequeños, a los enfermos, a los pobres y a los pecadores arrepentidos, al tiempo que demuestra una gran estimación y verdadera comprensión por la mujer.

Al revelarnos los detalles de la Anunciación, de la Visitación y de la Navidad, Lucas nos da a entender que posiblemente conoció personalmente a María, la Madre de Jesús, gracias a los cual cita tantos momentos de la infancia de Jesús, hablando además de los sentimientos de María. Algún exégeta avanza la hipótesis de que fue la propia Virgen María quien le transcribió el himno del Magníficat que ella elevó a Dios en un momento de exultación en el encuentro con su prima Isabel.

Para la elaboración de su Evangelio, Lucas hizo una detallada investigación entrevistando a personas que fueron testigos directos de los hechos que cuenta. Es el Evangelio más largo y el más humano de los cuatro Evangelios, destacando en él cuatro temas: el kerigma o primer anuncio evangélico, la catequesis o esclarecimiento sistemático de la fe, la formación de las pequeñas comunidades, y la misión encarnada principalmente en la figura de San Pablo.

El estudio detallado del Evangelio de Lucas confirma su destinación gentil. Apenas cita el Antiguo Testamento, suprime las expresiones que podrían molestar a los gentiles y explica los usos y costumbres de los judíos de aquella época. Pero, sobretodo, resalta la universalidad de la salud mesiánica sin condicionarla nunca al cumplimiento de la Ley judía. Lucas trata de que los lectores de su Evangelio perciban a través de un relato seguido desde el principio, la solidez y la firmeza de lo que han oído en la predicación oral.

Lucas murió en Beocia, Grecia, y fue enterrado en Tebas. En tiempos de las Cruzadas las reliquias del santo llegaron a Padua, Italia, y desde entonces se conservan en la Iglesia de Santa Justina en aquella ciudad. En 1354 el cráneo de San Lucas fue trasladado a Praga por voluntad del emperador Carlos IV, y actualmente se encuentra en la Catedral de San Vito de dicha ciudad.

JUAN

Nombre: Juan el Zebedeo

Venerado en: Iglesia católica, Copta, Ortodoxa y Anglicana.

Festividad: 24 de junio

Nacimiento: 6 d.C. en Betsaida, Galilea.

Fallecimiento: 100 d.C.

El Apóstol Juan era natural de Betsaida, Galilea, en la ribera norte del Mar de Tiberíades. Su nombre significa Dios es misericordioso. Sus padres eran Zebedeo y Salomé, y su hermano Santiago el Mayor. Formaban una familia acomodada de pescadores que, al conocer al Señor, no dudaron en ponerse a su total disposición. Juan y Santiago, en respuesta a la llamada de Jesús, le siguieron dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros. Salomé, la madre, siguió también a Jesús sirviéndole con sus bienes en Galilea y Jerusalén, y acompañándole finalmente hasta el Calvario.

Juan fue discípulo del Bautista cuando éste enseñaba en el Jordán, hasta el día en que pasó por allí Jesús y el Bautista dijo: "He ahí el Cordero de Dios". Al oír esto Juan y Santiago fueron tras el Señor y pasaron con Él aquel día. Este encuentro, que Juan no pudo olvidar jamás, ocurrió alrededor de la hora décima, o sea, las cuatro de la tarde. Fue el encuentro más decisivo de su existencia.

Juan regresó a su casa de Betsaida y al trabajo de pesca. Poco después el Señor, tras haberle preparado desde el primer encuentro, le llama definitivamente a formar parte del grupo de los Apóstoles. A pesar de sus escasos años de edad Juan aceptó la llamada del Señor, y lo hizo con un amor y convicción sin lugar a dudas. Toda la vida de Juan estuvo centrada en el Maestro, y en su fidelidad a Jesús encontró el sentido de su vida.

A Juan y a su hermano Santiago les puso Jesús el sobrenombre de hijos del trueno. Esto se debió a que un día fueron ambos a pedir hospedaje en un pueblo de Samaria, y al ser ellos judíos, nadie se lo quiso proporcionar por la rivalidad entre ambos pueblos. Entonces Juan y Santiago, de carácter fuerte, le pidieron a Jesús que hiciera caer rayos sobre aquel pueblo de samaritanos, y Jesús tuvo que recordarles que aún no comprendían que Él había venido a hacer el bien, no a causar mal a nadie. Más tarde, al recibir la efusión del Espíritu Santo, ambos hermanos se volvieron sumamente humildes, amables y bondadosos.

Junto con Pedro, Juan recibió del Señor particulares muestras de amistad y de confianza. Juan se cita a sí mismo como el discípulo amado, a pesar de que en ninguna parte de la Biblia se menciona a Juan como tal. Es posible que este título de discípulo amado se lo hayan adjudicado sus discípulos de la Comunidad Joánica de Éfeso, quienes redactaron en su nombre la segunda y la tercera Carta de Juan y, posiblemente, hayan también finalizado su Evangelio, ya que se ha propuesto para este Evangelio una redacción de entre los años 140 al 170 d.C., mientras que la muerte de Juan ocurrió el año 100 con toda probabilidad.

Juan el Zebedeo fue el único de los Apóstoles que estuvo presente en el Calvario al morir físicamente Jesús, y recibió de Él el encargo de cuidar a su Madre María. Por ello podemos imaginar la gran influencia que la Virgen María ejerció en el alma del Apóstol Juan.

San Ireneo de Lyon, quien fue discípulo de San Policarpo, quien a su vez fue discípulo de Juan, afirma que éste se estableció en Éfeso después del martirio de Pedro y Pablo en Roma, en donde Juan fue llevado y salió incólume de un intento por quitarle la vida. Después fue desterrado a la isla de Patmos donde, supuestamente, recibió las profecías contenidas en el Libros del Apocalipsis. Posteriormente, después de la muerte del emperador Domiciano en el año 96 d.C., Juan pudo regresar a Éfeso.

Dice San Jerónimo que cuando Juan era ya muy anciano, se hacía llevar a las reuniones cristianas, ya que él no podía hacerlo por sí mismo. Lo que decía siempre reiteradamente a los asistentes era: "hermanos, ámense los unos a los otros". Y cuando le preguntaron por qué decía esto, aclaró Juan: "es el mandato de Jesús y, si lo cumplimos, todo lo demás vendrá por añadidura".

Juan, el hijo del Zebedeo, murió pacíficamente en Éfeso hacia el tercer año del reinado del emperador Trajano; es decir, en el año cien de nuestra era, cuando según San Epifanio, Juan contaba con 94 años de edad.

Conclusión

Las fechas en que se escribieron los Evangelios son fechas aproximadas sobre las que no existe un consenso definitivo. El propósito de los Evangelios no es el de dar fechas y datos exactos de los acontecimientos que estaban sucediendo o que iban a suceder, sino más bien presentar a la persona de Nuestro Señor Jesucristo como el Mesías esperado. Cada evangelista escribió pensado en un público en particular, pero el Espíritu Santo que los motivó a escribir quiso que fuesen para todos los humanos de todos los tiempos.

No debemos olvidar el aspecto comunitario de los Evangelios, ya que nacen de la experiencia del Señor resucitado en las comunidades que se van formando. Su redacción es una etapa final que normalmente se le atribuye al líder espiritual de la comunidad, tanto si sigue vivo como si ha fallecido, pero la misma es la expresión o formulación de lo que se vivió en esa época apostólica y post-apostólica para seguir transmitiendo fielmente el kerigma o buena nueva.

La hermenéutica actual no hace tanto énfasis en el autor individual de cada Evangelio como a la dinámica espiritual (tradición) que el Espíritu de Cristo va desarrollando en la fe de la comunidad.

 

 

Autor:

Agustin Fabra