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Las grandes matrices del pensamiento sociológico clásico: Durkheim – Weber – Marx (página 2)


Partes: 1, 2

Max Weber fue un sociólogo y economista alemán.(9) Nació en Erfurt, Prusia, en el año 1864. Cursó sus estudios superiores en las universidades de Heidelberg, Berlín y Gotinga. En 1895, fue nombrado profesor de Economía Política y dictó clases hasta que una enfermedad nerviosa lo hizo abandonar la enseñanza. En el año 1903 fundó la revista "Archiv für Social Wissenschaft und Sozialpolitik" en la que se publicaban artículos de índole sociológica. Fue en esta revista donde salió a la circulación "Die protestantische Ethik und der "Geist" des Kapitalismus", una de sus obras más importantes. Participó de la política alemana, integrando la delegación negociadora en el Tratado de Paz de Versalles y redactando la Constitución de Weimar. Debido a una neumonía, murió en 1920 en la ciudad de Munich.

A continuación desarrollaremos un análisis del encuadre teórico-metodológico de cada autor, y luego una comparación entre ellos, teniendo en cuenta los ejes explicitados anteriormente.

Aclaraciones sobre la bibliografía consultada

1.- La división del trabajo social (vol. 1) [en línea]. Costa Rica, Unidad Académica, c2004. [Consulta: 7 nov. 2007].

2.- DURKHEIM, E. Las reglas del método sociológico. En: PORTANTIERO, J. C. La sociología clásica. Durkheim y Weber. Centro editor de América Latina. Buenos Aires. 1990.

3.- WEBER, M. Economía y sociedad. En: PORTANTIERO, J. C. La sociología clásica. Durkheim y Weber. Centro editor de América Latina. Buenos Aires. 1990.

4.- WEBER, M. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Editorial Terramar. Buenos Aires, Argentina. 2006.

5.- MARX, K. y ENGELS, F. Manifiesto del Partido Comunista. Editorial Panamericana. Santa Fe de Bogotá. 1993. (2da edición).

6.- MARX, K. Prefacio a la Contribución a la Crítica de la economía política. En: Sociología y Filosofía Social. Editorial Península. Barcelona. 1963.

7.- El contexto histórico fue elaborado a partir de: GUIDDENS, A. El capitalismo y la moderna teoría social. Editorial Idea Books. Barcelona. 1998.

8.- Los datos biográficos de Durkheim y de Marx fueron extraídos de: SELL, C. E. Sociología clásica: Durkheim – Weber – Marx. Editorial Edifur Editora de la UNIVALI. Brasil. 2001. En: Material de trabajo para Taller de Integración Curricular con eje en Sociología. Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano. (Material inédito de circulación interna), y de: Émile Durkheim biography [en línea]. c2002. [Consulta: 2 nov. 2007].

9.- Los datos biográficos de Max Weber fueron extraídos de las siguientes fuentes: Max Weber [en línea]. España, Biografías y Vidas, c2004. < http://www.biografiasyvidas.com/biografia/w/weber_max.htm> [Consulta: 2 nov. 2007].

La religión según Max Weber [en línea]. España, Galeon, c2007. [Consulta: 2 nov. 2007].

Primera parte: Encuadres teórico-metodológicos

I. El enfoque positivista: Émile Durkheim

Durkheim aborda el estudio de las sociedades desde el positivismo. En esta corriente, el conocimiento tiene el status de científico sólo cuando es adquirido mediante la observación directa de los fenómenos. Por esto, sólo se puede conocer todo aquello que constituya realidades empíricas. La razón sirve como un instrumento para estos fines.

Para los positivistas, el objeto formal de las ciencias sociales debe ser el mismo que el de las naturales. El problema que enfrentan los investigadores en ciencias sociales es que les resulta imposible experimentar, es decir, recrear en un laboratorio una situación real. Para superar este obstáculo, toman el modelo de la física. Se buscan regularidades en el hacer de los sujetos, para luego descubrir las leyes que organizan el comportamiento social.

El modo de ver a la sociedad fue inspirado en la biología. Se la considera como un organismo, compuesto por partes interrelacionadas. Cada una de ellas cumple una función determinada, y es imprescindible para el buen funcionamiento del sistema en su conjunto. Cuando en el todo existen fallas, el investigador debe encontrar la parte que está causando el problema. Se la debe aislar para que el sistema vuelva al estado inicial.

Para Durkheim, el objeto de estudio de la sociología es el hecho social. Éste posee características que lo hace único en su género, y no es dominio de ninguna ciencia, por lo tanto constituiría el ámbito exclusivo de la sociología.

De la agrupación de los individuos en sociedad, surge una conciencia colectiva que no puede sustraerse en todas las conciencias individuales de los integrantes. Es una conciencia nueva, que es más que la suma de las partes. Durkheim señala que:

"…Siempre que al combinarse distintos elementos, originan por su misma combinación, fenómenos nuevos, hay que reconocer que estos fenómenos dimanan, no de los elementos, sino del todo formado por su unión. La célula viva, sólo contiene partículas minerales, de la misma manera que la sociedad sólo contiene individuos: y, sin embargo, es evidentemente imposible que los fenómenos característicos de la vida residan en los átomos de hidrógeno, oxígeno, carbono y nitrógeno…"(10)

Las conciencias individuales son el objeto de estudio de la psicología y no deben ser tenidas en cuenta por el sociólogo.

En la conciencia colectiva se originan formas de pensar generales a todos los individuos, que se denominan hechos sociales. Durkheim los define como:

"…maneras de obrar, de pensar y de sentir, que presentan la importante propiedad de existir con independencia de las conciencias individuales (…) dotados de una fuerza imperativa y coercitiva…"(11)

Los hechos sociales son exteriores a los individuos porque se forman como resultado del agrupamiento social. Al ser parte de la conciencia colectiva, residen en la sociedad, no en los individuos que la componen.

"…son (…) exteriores a las conciencias individuales (…) de la misma manera que los caracteres distintivos de la vida son exteriores a las substancias minerales que componen al ser vivo…"(12)

Los fait sociaux están envestidos de un poder coercitivo que obliga al individuo a actuar de determinada manera. Cuando un individuo deja de sentir el peso de la imposición, es porque entiende a la práctica como propia y ésta se transforma en un hábito. Lo confunde con su conciencia individual, pero es en realidad un hecho social que proviene del exterior. Por más de que el individuo realice la práctica por su voluntad, no es él quien la creó, sino que existía con anterioridad a él, y fue adoptada mediante la socialización.

"弥m>si con el tiempo dejan de sentir esta coacción, es que poco a poco origina hábitos y tendencias internas que la hacen inútil, pero que sólo la reemplazan porque derivan de ella妱uot;(13)

A efectos de la investigación en sociología, Durkheim afirma que los fenómenos sociales deben ser tratados como cosas.

"…no decimos (…) que los hechos sociales son cosas materiales, sino cosas con el mismo derecho que las cosas materiales, aunque de otra manera…"(14)

Esto significa tratarlos como realidades objetivas, otorgarles un grado de exterioridad a los fenómenos sociales, propio de las ciencias de la naturaleza.

Como el objeto a conocer es exterior al investigador, éste debe librarse de todos los prejuicios y concepciones previas que pueda tener sobre el objeto. De lo contrario, las conclusiones de la investigación serían erróneas, y en consecuencia, no científicas, ya que representarían una mera opinión y no lo que el objeto es en realidad.

"…desde el momento en que se trata de hechos propiamente dichos, cuando tratamos de hacer con ellos ciencia, son necesariamente para nosotros, incógnitas, cosas ignoradas, pues la representación que se haya podido tener de ellas en la vida, como se han formado sin método ni crítica, carecen de todo valor científico y deben ser tenidas en nada…"(15)

Los positivistas buscan dar una explicación de tipo causalista de los fenómenos que estudian, lo cual significa encontrar los factores anteriores que inciden en ellos.

Durkheim afirma que para explicar completamente el hecho social, se debe recurrir a los hechos sociales que le dieron origen, es decir, las causas; y posteriormente, precisar la función que el hecho social en cuestión cumple en la sociedad. Cada hecho social tiene una función determinada en la sociedad, al igual que cada parte en un organismo.

II. La mirada historicista: Max Weber

Para Max Weber, el objeto de estudio de la sociología es la acción social.

Cuando un sujeto actúa o deja de actuar, respondiendo a una intencionalidad, y con su accionar produce un efecto en la sociedad, se está en presencia de una acción social. En otras palabras, los agentes se relacionan con otros por tener una intencionalidad en relación con los demás.

Para estudiar la acción social, el sociólogo debe intentar comprenderla.

La comprensión apunta a interpretar el significado o sentido de la acción social. Una acción social permanece en el tiempo, mientras que para la sociedad donde se ha dado, tenga algún significado. Éste último es atribuido por los valores compartidos en la sociedad. Los sujetos realizan las acciones, motivados por valores que tienen internalizados. De allí se deduce que el sentido de una acción social se interpreta remitiéndose a los valores implicados. Solamente los sujetos son los que encierran valores en su accionar. Por lo tanto, en esta mirada, son los agentes los que tienen relevancia en la investigación.

En la obra "La ética protestante y el espíritu del capitalismo", la acción social propia del sistema capitalista de Occidente, la acción racional con respecto a fines, es designada con el nombre de espíritu capitalista. Weber busca comprender el significado, se propone:

"弥m>indagar cuáles fueron los impulsos psicológicos creados por la fe religiosa y la práctica de la religiosidad, que marcaron orientaciones para la vida y mantuvieron dentro de ellas al individuo妱uot;(16)

La comprensión implica una explicación causalista del hecho sociológico. Se pretende entender cuáles son los motivos que le dieron lugar y además conocer qué efectos produjo en la sociedad.

Weber considera que cada sujeto es particularmente único y que posee cualidades que lo hacen irrepetible. Sin embargo, observa que sujetos que pertenecen a una misma sociedad, actúan de manera recurrente, es decir, en su accionar encierran iguales intencionalidades. Lo que explicaría este tipo de repeticiones es el sistema de valores. El agente, al estar dentro de una sociedad, está sujeto a una ética compartida con los demás, que es la resultante de la vida social.

Para posibilitar el estudio de la acción social, Weber creó el concepto de tipos-ideales o ideas-tipo. Éstos son categorías de análisis que permiten conocer la realidad de un modo comparativo. El sociólogo construye un tipo-ideal buscando formas de accionar recurrentes en la sociedad. Son casos puros, en la realidad no se dan en su totalidad. Esto se debe a que los sujetos poseen particularidades, a pesar de que actúen más o menos de la misma manera. Comparando la idea-tipo, con su par en la realidad, se observarán desviaciones, producto de estas características subjetivas.

Con antelación a la descripción del tipo-ideal de un empresario tradicionalista, jefe de una empresa de trabajo doméstico, Weber aclara lo siguiente:

"…el cuadro que a continuación trazamos es un ejemplo de nuestro método de reducir la realidad a "tipos ideales"; así, hemos simplificado las circunstancias de las distintas ramas de la industria doméstica en los distintos lugares, siendo indiferente para el fin puramente ilustrativo que perseguimos el que en ninguno de los ejemplos en que hemos pensado se haya reflejado con toda exactitud el proceso, de la manera que lo hemos descrito…"(17)

Luego procede a caracterizar al sujeto antes mencionado, construyendo así una idea-tipo:

"…las horas de despacho eran pocas, nunca más de cinco o seis al día, y con frecuencia menos; sólo durante la campaña, cuando la había, aumentaba el trabajo; la ganancia era razonable, la suficiente para vivir decentemente y, en los buenos tiempos, capaz de contribuir a la formación de un pequeño capital; en general, los concurrentes se llevaban bastante bien entre sí, por la gran coincidencia en los principios del negocio; y para completar el cuadro, la visita diaria repetida a las "arcas", y, después, el tarro de cerveza, la reunión con los amigos y, en general, un ritmo moderado de vida…"(18)

El método de Weber es el histórico-comparativo. Se toma a sociedades distintas, insertas en una determinada situación espacio-temporal, y se busca las semejanzas entre ellas, para encontrar la característica que no es compartida por todas. Esta variable que es específica de una sociedad, es la que explica que las sociedades comparadas sean diferentes.

En "La ética protestante y el espíritu del capitalismo", Weber se propone analizar las causas del desarrollo capitalista de Occidente. Comienza realizando una comparación entre sociedades donde ha habido tendencias capitalistas a lo largo de la historia, observando cuáles son los elementos que estas sociedades tienen en común y en cuáles difieren. En un principio, tendencias capitalistas serían aquellas orientaciones que tiene el sujeto a:

"…guiarse en todo momento por el cálculo del valor dinerario aportado y el valor dinerario obtenido al final, por primitivo que sea el modo de realizarlo…"(19)

La tendencia al capitalismo está en todas las sociedades comparadas por Weber, pero adquiere un matiz diferente en Occidente:

"…hay en Occidente una forma de capitalismo que no se conoce en ninguna otra parte de la tierra: la organización racional-capitalista del trabajo formalmente libre. En otros lugares no existen sino atisbos, rudimentos de esto…"(20)

Entonces, existe una diferencia específica de Occidente con respecto a las demás sociedades capitalistas, la cual, según Weber, se explica mediante el sistema de valores creado por las religiones protestantes.

III. El materialismo histórico: Karl Marx

Marx aplica el método dialéctico al estudio de las sociedades. Observa estructuras formadas por elementos relacionados, que tienen cierta perdurabilidad en el tiempo. Dentro de estos sistemas, hay dos partes en conflicto, porque los elementos que lo componen tienen una tendencia a ser y a no ser a la vez. Las tensiones entre las inclinaciones opuestas, provocan el cambio en la estructura. Por lo tanto, el enfoque dialéctico considera que las estructuras son estáticas y dinámicas a la vez.

Según la teoría marxista, el concepto clave para comprender como se conforma la sociedad es el trabajo. Para producir los bienes materiales necesarios para la subsistencia, el hombre debe tomar elementos de la naturaleza. Pero no puede utilizarlos sin ejercer previamente una modificación para producir los bienes. Esta transformación que realiza sobre la naturaleza, es lo que se denomina trabajo. Sell lo define como:

"弥m>la acción del hombre sobre la materia妱uot;(21)

Para Marx, el trabajo es un hacer colectivo, porque son los grupos sociales los que realizan la transformación de la naturaleza. Según su teoría, la capacidad de acción sólo se da con relación a otros. De esta forma, el hombre entra en determinadas relaciones para conseguir bienes, denominadas relaciones de producción. Marx centra su análisis en las mismas, por lo que su enfoque es relacional.

Marx construyó categorías de análisis que se enmarcan dentro de lo que es el materialismo histórico. Según este enfoque, la sociedad posee una estructura que está compuesta por la infraestructura, la dimensión material, y una superestructura, la dimensión simbólica.

La sociedad se conforma en una primera instancia a partir de las relaciones de producción. Por eso su base es la dimensión material. La infraestructura comprende a las fuerzas productivas y a las relaciones de producción existentes en una sociedad. Los medios de producción, mediante los cuales se realiza obtienen los bienes materiales necesarios para la subsistencia, se denominan fuerzas productivas. A cada estadio de las fuerzas productivas, corresponden determinadas relaciones de producción, por lo que Marx sostiene que existe una relación dialéctica entre ellas. Esto se debe a que la sociedad se organiza y relaciona a propósito de la producción de los bienes.

En "Prefacio a la Contribución a la Crítica de la economía política", Marx afirma:

"…El conjunto de (…) relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política…"(22)

Es decir, la dimensión simbólica se configura a partir de la dimensión material. Pero, a su vez, hay un condicionamiento en el actuar de la sociedad, que se da por parte de la superestructura. Lo que asegura la permanencia de una determinada infraestructura a lo largo del tiempo, es la dimensión simbólica. De este modo, se da una dialéctica entre ambas: hay una interrelación en la que una depende de la otra.

En el terreno de las relaciones sociales, hay dos grupos diferenciados. El criterio de diferenciación es la propiedad de los medios de producción. De esa manera, se conforman dos grupos, a los que Marx designa clase social: los propietarios y los no propietarios. En la sociedad moderna, se conforman dos clases: la burguesía y el proletariado. Respectivamente, Marx las define como:

"弥m>clase de los capitalistas modernos, propietarios de los medios de producción social, que emplean el trabajo asalariado…"(23)

"弥m>clase de los trabajadores asalariados modernos, que, privados de medios de producción propios, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para poder existir…"(24)

La clase de los propietarios, ejerce una dominación hacia los no propietarios, producida en el control de los medios de producción. Por eso, las relaciones de producción son relaciones de dominación. La posición en la que se encuentra cada clase, está asociada a un interés particular. Los propietarios procuran conservar la propiedad, es decir, mantener el orden establecido, mientras que los no propietarios quieren cambiarlo, apropiarse de los medios de producción. Según Marx, el conflicto es constitutivo de las relaciones sociales, porque siempre hay una desigualdad en la apropiación de los medios de producción.

La superestructura comprende las formas jurídicas, la ideología y los valores socialmente válidos en un momento determinado. Como ya lo hemos indicado, esta conciencia social tiene su origen en la infraestructura. La conciencia social legitima la relación de dominación. La dimensión simbólica se corresponde con el interés de la clase dominante en la producción. Al respecto, Marx afirma lo siguiente:

"…las ideas dominantes en cualquier época no han sido nunca más que las ideas de la clase dominante…"(25)

Al decir esto, se refiere a que la clase dominante es respaldada por un orden ideológico que legitima su posición. Lo logra creando instituciones como el Estado y las leyes, con el propósito de conciliar los intereses contrapuestos. De esta forma, la visión de mundo de la clase dominante, se impone a la clase dominada.

La dominación es aceptada, porque las relaciones de producción son entendidas por la clase dominada como el producto de un devenir natural. Al respecto, Bourdieu afirma que:

"…cuando las propiedades o las consecuencias de un sistema social son atribuidas a la "naturaleza" es porque se olvida su génesis y sus funciones históricas, es decir todo aquello que lo constituye como sistema de relaciones…"(26)

Las relaciones de producción son el resultado de procesos que se dan en determinados lugares, con el correr del tiempo. Este carácter de historicidad se encuentra oculto por un orden ideológico, la superestructura.

Notas de la primera parte

10.- DURKHEIM, E. Las reglas del método sociológico. En: PORTANTIERO, J. C. La sociología clásica. Durkheim y Weber. Centro editor de América Latina. Buenos Aires. 1990. Página 38.

11.- Op. Cit. Página 46.

12.- Op. Cit. Página 38.

13.- Op. Cit. Página 49.

14.- Op. Cit. Página 34.

15.- Op. Cit. Página 35.

16.- WEBER, M. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Editorial Terramar. Buenos Aires, Argentina. 2006. Página 57.

17.- Ibidem.

18.- Ibidem.

19.- WEBER, M. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Editorial Terramar. Buenos Aires, Argentina. 2006. Página 9.

20.- Op. Cit. Página 11.

21.- SELL, C. E. Sociología clásica: Durkheim – Weber – Marx. Editorial Edifur Editora de la UNIVALI. Brasil. 2001. En: Material de trabajo para Taller de Integración Curricular con eje en Sociología. Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano. (Material inédito de circulación interna).

22.- MARX, K. Prefacio a la Contribución a la Crítica de la economía política. En: Sociología y Filosofía Social. Editorial Península. Barcelona. 1963.

23.- MARX, K. y ENGELS, F. Manifiesto del Partido Comunista. Editorial Panamericana. Santa Fe de Bogotá. 1993. 2da edición. Página 17.

24.- Ibidem.

25.- MARX, K y ENGELS, F. Manifiesto del Partido Comunista. Editorial Panamericana. Santa Fe de Bogotá. 1993. 2da edición. Página 45.

26.- BOURDIEU, P., CHAMBOREDON, J. C., PASSERON, J. C. El oficio del sociólogo. Editorial Siglo XXI. México. 1985. Página 167.

Segunda parte: Similitudes y diferencias entre los clásicos de la sociología

I. Concepciones fundamentales sobre lo social

Con respecto a quiénes son los sujetos del hacer social y de qué manera actúan, Durkheim observa individuos que se conducen bajo la influencia de una fuerza que los coacciona. En este planteamiento, los individuos no serían reales agentes, estarían motivados por algo exterior. De allí se deduce que Durkheim pone el acento para el estudio en lo externo, la noción de hecho social, porque allí está en realidad lo socialmente constituido.

Marx observa individuos que sólo adquieren capacidad de acción cuando están en relación con otros. Es decir, el sujeto de la acción es el agente social, el cual está integrado por individuos que comparten una misma posición social. Por eso, el eje de su observación son los grupos sociales en interacción con otros, o bien, las relaciones sociales que se establecen entre los agentes.

En cambio, Weber reconoce a los sujetos la capacidad de accionar individualmente. El objeto de estudio weberiano, la acción social, se comprende mediante la búsqueda de la intencionalidad que le dio origen y fundamento. Los sujetos son los únicos que albergan intencionalidades, por lo tanto ellos son centrales en su visión.

II. Dimensión simbólica

Según Weber, la dimensión simbólica es primordial para comprender la sociedad. Esta importancia se debe a que son justamente los valores los que le dan sentido al accionar de los agentes. Los individuos le otorgan un significado a la acción, de acuerdo a determinados valores.

En cambio, en la teoría marxista, la dimensión simbólica ocupa un lugar de menor relevancia, porque no es la que da origen al hacer social. Su función es otra; al estar contenidas en ella las representaciones socialmente válidas, legitima las relaciones de dominación y las sostiene a lo largo del tiempo. La sociedad en su conjunto adopta una determinada visión del mundo como si representara el interés colectivo.

Marx observa que ciertas instituciones que son generales a todos, han sido creadas por la clase dominante en la sociedad moderna, la burguesía:

"…el gobierno del estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa…"(36)

El interés de la clase dominada no está representado en la dimensión simbólica, porque ésta contiene sólo la forma de ver el mundo de la clase dominante. La ideología vigente oculta la situación de dominación.

III. Formas de agrupamiento social

Con respecto a las formas de agrupamiento social, para Marx, el criterio de agrupación es de carácter económico. La sociedad se organiza a partir de la apropiación de los medios de producción sociales por parte de un grupo. En torno a esto se conforman dos clases antagónicas: los propietarios y los no propietarios.

Weber no niega el concepto de clase de la teoría marxista, ni del carácter de dominación de las relaciones de producción, pero sostiene que no es únicamente lo económico lo que define al agrupamiento social. Cuando los sujetos tienen las mismas intencionalidades, se establecen relaciones sociales porque tienen comportamientos convergentes.

Weber distingue tres formas de agrupación en la esfera social: clases, estamentos y partidos. Se diferencian por los criterios por los que se conforman, lo cual significa que un sujeto puede pertenecer a una clase determinada, a un estamento y a un partido al mismo tiempo, no son excluyentes. El poder es el elemento central en las agrupaciones sociales.

"…"Clases", "estamentos" y "partidos" constituyen fenómenos propios de la distribución del poder en una comunidad…"(27)

Las clases se determinan de acuerdo a la situación de mercado, éste puede ser de productos o de trabajo. La situación de mercado es equivalente a las posibilidades que un grupo tenga en ese mercado. De acuerdo a ello, se constituirá como propietario o no propietario de los bienes que allí estén en juego.

Weber critica a la teoría marxista, afirmando que no siempre se conforma el interés de clase como tal, a partir de una situación de clase determinada. Un grupo de individuos, por encontrarse en la misma situación económica, no necesariamente tiene un interés común, como clase, en todo momento. Siguiendo su concepción sobre el sujeto, éste es irrepetible, y por ello, tiene intencionalidades propias y únicas. Por lo tanto, éstas serán parecidas en los sujetos que sean de la misma clase, lo cual no garantiza que se lleve a cabo una acción en común que produzca un cambio en el sistema.

"…La situación de clase puede estar limitada a generar reacciones esencialmente similares, (…) "acciones de masas". Puede, empero, no arrojar tal resultado. Incluso es probable que con frecuencia se exprese sólo una acción comunal amorfa…"(28)

Dentro del orden social, existen otros tipos de grupos, denominados estamentos, donde la propiedad no constituye un elemento clave para definirlos. Los sujetos conforman un estamento cuando comparten un determinado estilo de vida. En realidad, el motivo fundamental de esta agrupación es la búsqueda de un cierto honor social, el cual será propio del estamento, mientras que la sociedad aspire a realizar las prácticas que definen al último.

Los estamentos se encuentran en la esfera del consumo, porque es de acuerdo a cómo los sujetos se apropian de los bienes, que se producen diferencias entre los que pertenecen al estamento y los que quedan fuera de él. En este sentido, el honor del estamento supone privilegios de tipo material.

"…la estructura estamental supone el monopolio de bienes u oportunidades materiales o espirituales…"(29)

Para Weber, el poder económico no siempre se traduce en honor social, pero en muchos casos ayuda a consolidarlo. La estructura estamental supone la distribución del poder por el criterio del honor social. Por eso, dentro del orden estamental, al tener todos los sujetos igual nivel de honor, las posesiones materiales crean diferencias entre los sujetos. El orden estamental rechaza las aspiraciones de mayor posesión de bienes económicos, por ser éstos causantes de una desintegración de ese orden.

Por último, los partidos son aquellos grupos que se orientan a la obtención del poder en sí mismo, el cual es definido por Weber como:

"…la posibilidad de que una o varias personas ejerzan su voluntad en una acción comunal, incluso imponiéndola a otros que participen de la acción…"(30)

El grupo intentará perseguir un objetivo determinado, por medio de la planificación de la acción. Ésta es la diferencia con las otras formas de asociación.

Una vez que las relaciones están conformadas, es posible que variables de tipo económico perpetúen una determinada conformación social. En cambio Marx, afirma que la economía es la base a partir de la cual se configura la estructura de la sociedad.

Esto sucedió con el capitalismo, que, según Weber, fue impulsado por los valores protestantes, pero una vez que se consolidó, el fundamento ético se fue perdiendo:

"…el capitalismo victorioso no necesita ya de este apoyo religioso, puesto que descansa en fundamentos mecánicos (…) la idea del deber profesional ronda por nuestras vidas como un fantasma de ideas religiosas ya pasadas…"(31)

En "La división del trabajo social", Durkheim afirma que los individuos se asocian de acuerdo a determinados tipos de solidaridad. El autor distingue dos: orgánica y mecánica.

Para Durkheim, cada individuo tiene dos conciencias. Una contiene los caracteres propios de la personalidad individual; y a la otra le corresponden estados de carácter colectivo, generales a toda la sociedad. Cuando esta conciencia social entra en juego en el accionar de los individuos, se persiguen fines colectivos:

"…aunque distintas, esas dos conciencias están ligadas una a otra, puesto que, en realidad, no son más que una, ya que sólo existe para ambas un único substrato orgánico. Son pues, solidarias. De ahí resulta una solidaridad sui generis que, nacida de semejanzas, liga directamente al individuo a la sociedad…"(32)

Esta conciencia es común en cada individuo a la de todo el grupo al que pertenece, por consiguiente, genera una inclinación a pensar y actuar como los demás.

En la solidaridad mecánica hay un conjunto de ideas y sentimientos comunes que domina las conciencias individuales; la conciencia colectiva tiene preponderancia sobre la voluntad individual. Por lo tanto, no hay una gran diferenciación en la personalidad de los individuos; mientras más cohesionada esté la sociedad, menor será el grado de individualidad de sus miembros. Según Durkheim:

"弥m>Esta solidaridad no puede, pues, aumentarse sino en razón inversa a la personalidad妱uot;(33)

Por otro lado, en las sociedades modernas, donde hay una creciente división del trabajo, la conciencia colectiva es más débil, y ya no produce identidad entre los individuos. Con el crecimiento numérico de la sociedad, surge la necesidad de diversificar el trabajo, para poder satisfacer las necesidades de la colectividad. La parcelación y especialización del trabajo, depende necesariamente de una diversificación de los gustos y aptitudes de los individuos, y, por lo tanto, del decrecer de la relevancia de la conciencia colectiva. Durkheim compara a este tipo de cohesión social con el funcionamiento de un organismo, en el que cada parte cumple una función determinada, y necesita de la tarea que realizan las otras partes:

"…esta solidaridad se parece a la que se observa en los animales superiores. Cada órgano, (…) tiene en ellos su fisonomía especial, su autonomía, y, sin embargo, la unidad del organismo es tanto mayor cuanto esta individuación de las partes es más señalada. En razón a esa analogía, proponemos llamar orgánica [a] la solidaridad debida a la división del trabajo…"(34)

La solidaridad orgánica no surge de la identidad, sino de las diferencias producidas por la división social del trabajo. Los individuos necesitan de la sociedad, porque dependen de las demás partes que la componen. Esta sociedad es un sistema de funciones diferentes y especializadas; se mantiene unido porque los individuos tienen distintos roles y tareas, que funcionan sólo a condición de la existencia de las otras.

Para Marx, el conflicto es constitutivo de las relaciones sociales. El trabajo está dispuesto para la explotación de una clase a otra, por lo que la dominación es inherente al proceso producción. El grupo que es dominado, intentará cambiar el orden establecido, y entrará en contradicción con el otro grupo, ya que éste pretende mantener su posición.

Durkheim reconoce el conflicto de clases entre el capital y los asalariados. Según su teoría, la división del trabajo debería darse de modo espontáneo, según los gustos y aptitudes personales de cada individuo. La división del trabajo que tiene su sustento en una reglamentación impuesta por la fuerza, no producirá cohesión social.

"…no estando ya satisfechas las clases inferiores del papel que se les ha asignado por la costumbre o por la ley, aspiran a las funciones que les están prohibidas y buscan el desposeer a quienes las ejercen…"(35)

Para el autor, la división del trabajo no necesariamente genera conflictos, porque en última instancia, es una solidaridad basada en la interdependencia y en la aceptación de preceptos morales comunes. Las situaciones patológicas como el enfrentamiento de clases, son de carácter excepcional. Por ello, ese estado es coyuntural y no compromete el orden social.

Notas de la segunda parte

27.- WEBER, M. Economía y sociedad. En: PORTANTIERO, J.C. La sociología clásica. Durkheim y Weber. Centro editor de América Latina. Buenos Aires. 1990. Página 117.

28.- Op. Cit. Página 124.

30.- Op. Cit. Página 230.

32.- La división del trabajo social (vol. 1) [en línea]. Costa Rica, Unidad Académica, c2004. [Consulta: 7 nov. 2007].

33.- Ibidem.

34.- Ibidem.

35.- Ibidem

36.- MARX, K y ENGELS, F. Manifiesto del Partido Comunista. Editorial Panamericana. Santa Fe de Bogotá. 1993. 2da edición. Página 21.

Bibliografía completa

BOURDIEU, P., CHAMBOREDON, J. C., PASSERON, J. C. El oficio del sociólogo. Editorial Siglo XXI. México. 1985.

DURKHEIM, E. Las reglas del método sociológico. En: PORTANTIERO, J. C. La sociología clásica. Durkheim y Weber. Centro editor de América Latina. Buenos Aires. 1990.

Émile Durkheim Biography [en línea]. c2002. [Consulta: 2 nov. 2007].

GUIDDENS, A. El capitalismo y la moderna teoría social. Editorial Idea Books. Barcelona. 1998.

La división del trabajo social (vol. 1) [en línea]. Costa Rica, Unidad Académica, c2004. [Consulta: 7 nov. 2007].

La religión según Max Weber [en línea]. España, Galeón, c2007. [Consulta: 2 nov. 2007].

MARX, K. Prefacio a la Contribución a la Crítica de la economía política. En: Sociología y Filosofía Social. Editorial Península. Barcelona. 1963.

MARX, K. y ENGELS, F. Manifiesto del Partido Comunista. Editorial Panamericana. Santa Fe de Bogotá. 1993. (2da edición).

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SELL, C. E. Sociología clásica: Durkheim – Weber – Marx. Editorial Edifur Editora de la UNIVALI. Brasil. 2001. En: Material de trabajo para Taller de Integración Curricular con eje en Sociología. Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano. (Material inédito de circulación interna).

WEBER, M. Economía y sociedad. En: PORTANTIERO, J.C. La sociología clásica. Durkheim y Weber. Centro editor de América Latina. Buenos Aires. 1990.

WEBER, Max. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Editorial Terramar. Buenos Aires, Argentina. 2006.

 

 

Autor:

Carolina Alarcón

Ana Laura Peralta

Córdoba, Argentina. Noviembre 2007.

Partes: 1, 2
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