No es necesario ser un gran pedagogo ni un reconocido analista educativo para poder darse cuenta de cómo influyó en uno mismo la educación nacional. Es decir, reconocer los beneficios y perjuicios obtenidos durante nuestro paso por la escuela. Al respecto, una realidad vivida por una gran parte de la población nacional, durante el siglo XIX y XX, fue difícil. Pues estuvo llena de imponencias y obligaciones, las cuales debían ser cumplidas por los sectores desfavorecidos, para complacer a la cultura hegemónica. Por eso se llega a afirmar:
La escuela que hemos conocido nos hizo callar, nunca permitió expresarnos ni comunicarnos, teníamos miedo de equivocarnos, nos castigó moral como físicamente y nunca nos trato con afecto y cariño; en fin nos reprimió y no dejó desarrollar nuestra creatividad y nuestra imaginación. (López, 2005: 104).
Realidad fácil de comprobar. Nada más preguntar a nuestros abuelos, papás e incluso a nuestros hermanos mayores. ¿Cómo fue para ellos impartida la educación? La forma en la cual eran desarrolladas las sesiones de clase. Sin duda, sus respuestas serán similares a la afirmación de López, pues el mismo debió vivir parte de esa realidad.
Pero si la educación de ese entonces tuvo esas características, ¿Por qué los estudiantes soportaron todo aquello? Seguramente porque, como dijo Durkheim, la educación: "Es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no están todavía maduras para la vida social. (Dussel y Caruso, 1999: 159). Considerando así, a la escuela, como la única instancia para la mejora integral y la superación de las personas. Porque quien no asistiera a ella, tendría ganado su fracaso irremediable en la vida. Pues ¿cómo una persona podría formarse de manera adecuada y pudiese llegar sola a obtener conocimientos y desarrollar actitudes?, con las cuales, únicamente, llegaría a ser calificada para responder a su comunidad. Es decir, en ausencia de la escuela, la persona no podría estar en condiciones de habitar y servir a sus semejantes. Necesariamente depende de alguien quien monitoree sus acciones. Y ese alguien llega a ser la escuela.
Una realidad más
Y al estar gran parte de la sociedad convencida de ello, surge lo que Foucault denomina como bio-poder. Ejercido, en el presente caso, por los maestros de aula. Quienes son directos responsables de la formación escolar.
Michael Foucault ha llamado "bio-poder" […] un tipo de poder que ya no se aplica sólo al cuerpo individual, como en el caso de las disciplinas, sino que es un poder cuyo objetivo es el grupo, más exactamente lo que se denomina "población". Foucault define ésta estrategia del poder como una operación para adueñarse de la vida. (Dussel y Caruso, 1999: 138)
Y ésta es una realidad innegable, si hablamos de la fuerte influencia que tiene el maestro sobre sus estudiantes. Pues, quien haya cumplido o actualmente va cumpliendo esta labor educativa, sabe cuán fieles pueden llegar a serle sus participantes, como respuesta a todo aquello vertido en sus palabras. Además de reconocer cómo se ve al docente. Como un ser "superior", quien lo sabe todo y tiene muy pocos defectos. Sometiéndose el estudiante, muchas veces, a sus decisiones sin importar estar de acuerdo o no con ellas. Manteniendo la idea de que es por el bien de uno y necesita de ello.
Un ejemplo claro puede ser: cuando el profesor asigna una tarea a cada estudiante o a un grupo de ellos, éstos piensan más en agradar a la opinión de su maestro. Para así obtener una nota, considerada buena o excelente. Ya que, tras entregar el trabajo de investigación o tarea asignada, lo primero por lo que se preocupa el estudiante es saber cuánto de nota ha de tener. Y entre compañeros se preguntan con frecuencia:"cuánto te ha puesto el profe". Refiriéndose a la calificación, sin preguntarse tal vez si fue o no útil la tarea o por lo menos cuestionar la opinión del maestro, quien puede estar equivocado. Por valorar el trabajo de sus estudiantes desde su visión propia. Sin haber ampliado su criterio, analizando las intenciones comunicativas de los participantes.
En cierta medida, la educación más parece asemejarse a una actividad de consigna y obediencia. Donde la última es la labor del estudiante, quien muchas veces no tiene ni voz ni voto en desarrollo de su formación escolar. Limitándose a "obedecer" y aceptar lo transmitido por sus tutores educativos. Sin importar el hecho de poder elegir o decidir a cerca de las acciones en las cuales va invirtiendo su tiempo. No pudiendo reconocer a veces los objetivos o utilidades de su trabajo. Sobre ello:
[…] las prácticas escolares, organizadas conforme a la lógica de un "verdadero trabajo" y no alrededor de un "trabajo de soldado", conservan su capacidad de movilizar la energía y la involucración de los niños en aprendizajes cognoscitivos y sociales. (Freinet, 2001: 125)
Siendo esta una realidad de nuestro medio educativo. Es herrado pensar ver al alumno como un "participante", si es el maestro quien toma las decisiones de lo que se va o no a desarrollar en el aula. Sería bueno aplicar un poco de la escuela de SUMMERHILL. En lo referente a otorgar cierta libertad de trabajo a los estudiantes. Se dice cierta pues, en el contexto nacional, no podría aplicarse a totalidad esa pedagogía por varias razones. Una de ellas es porque la mayoría de los estudiantes de esa escuela eran hijos de personas con un nivel económico elevado, o como se la conoce a "la clase alta".
Para quienes no importaba mucho el tiempo en el cual sus hijos pudieran llegar a ser profesionales y capaces de valerse por sí mismos. Considero que uno de los propósitos de esa experiencia fue ayudar a la formación de personas para poder ellas sentirse a gusto con su medio social. Sin tener ningún tipo de represión, hacer las cosas como quieran y cuando quieran. No importando el tiempo invertido en dicho proceso.
Si se va a pensar en una educación agradable, tanto para el estudiante como para el maestro, es necesario hacer de lado algunos intereses de clase. Mantener los objetivos propuestos para determinados grupos sociales. Parecería contradictoria la idea de pensar en una educación singularizada en muchos aspectos. Si uno de los fines de la educación es el de formar a la persona para poder ésta adecuarse a la cultura hegemónica. Pues será ahí donde él podrá encontrar mejores oportunidades de vida.
Sin embargo:
La escuela libre ideal trata de proporcionar educación y al mismo tiempo intenta evitar que esa educación se utilice para establecer o justificar una estructura de clase, […] (Illich, 1991: 21)
De ser cierta esa afirmación, se plantearían modelos educativos específicos integrales. Es decir, capaces de poder construir conocimientos de ambos contextos. Llevados a la par sin discriminación de clase. Siendo el estudiante, juntamente con el maestro, quienes intercambien experiencias y saberes de ambos sectores.
Posiblemente este pensamiento esté ya incluido en el currículo actual, pero como maestro en ejercicio, hago el hincapié en tomar una conciencia personal de compromiso con la labor educativa. Desde el convencimiento de quien vive esta realidad desde dentro de la casa, y no simplemente como un observador más de aquellos quienes dicen: Así se debe hacer, sin siquiera meterse a la piscina.
Bibliografía consultada
CANDAU, Vera M. Coord.
2003, Discriminación, sociedad y escuela en América Latina.
Cochabamba: Ediciones Runa.
DUSSEL, Inés y CARUSO, Marcelo
1999, La invención del aula, una genealogía de las formas de enseñar.
Buenos Aires: Santillana
FREINET, Celestín
2001, Pedagogía y emancipación
Buenos Aires: Siglo Veintiuno editores.
FREIRE, Paulo
2001, Pedagogía de la indignación
Madrid: Ed. Morata
ILLICH, Ivan.
1991, La guerra contra la subsistencia.
Cochabamba: Ediciones Runa
LÓPEZ, Luis Enrique
2005, De resquicios a boquerones. La educación intercultural bilingüe en Bolivia.
La Paz: Plural editores.
McLAREN Peter
1998, La vida en las escuelas, una introducción a la pedagogía crítica en los fundamentos de la educación.
Madrid: Siglo veintiuno
NEILL, A. S.
1986, SUMMERHILL. Un punto de vista radical sobre la educación de los niños.
México: Fondo de cultura económica.
Autor:
Mario Fernandez Revollo
Para: Eliana Cossio C.
UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN SIMON
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
LICENCIATURA EN EDUCACIÓN INTERCULTURAL BILINGÜE
Red de Coordinación Nacional EIB-CNEIB
[1] Al hablar de "comunidad", se hace referencia a un determinado sector de la población, no necesariamente enfatizando al de área rural o campesina.
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