Ingeniería, literatura de ficción Belle Époque francesa y la Generación de 1880 (página 2)
Enviado por Ibar Federico Anderson
Imagen ( 251 ): El Gran Salón del Capitan Nemo en el Nautilus. Si comparamos los dos recuadros (en verde), tanto el superior como el inferior, con las imágenes de la página siguiente veremos que la Sala Tatiana Zubov de la residencia Errazurriz Ortúzar presenta un parecido con el recuadro verde superior; y, la consola de madera tallada y dorada con mármol presente en la Antecámara Luis XVI de la residencia Errazurriz presenta un parecido con el recuadro verde inferior. Relacionarlo con la siguiente imagen.
Imágenes ( 252 ) y ( 253 ): Arriba, antigua sala de recibo de Matías Errázuriz Ortúzar (1866-1953). Las paredes totalmente cubiertas de cuadros es un testimonio de una manera característica de la cultura decimonónica respecto de cómo coleccionar y exhibir las obras de arte hasta el hartazgo (espíritu coleccionista del Señor Burgués). Abajo, Consola de madera tallada de origen italiano de 1770, presente en la Antecámara Luis XVI de la residencia Errazurriz. Relacionarlo con la imagen anterior.
Imagen ( 254 ): Habitación donde el Capitán Nemo en el Nautilus exhibe su colección de relojes (admiración por las máquinas). Observamos el detalle (círculo verde) de la cama de estilo imperio. Relacionarlo con la imagen siguiente.
Imagen ( 255 ): Cama en forma de góndola de la época Primer Imperio (1804-1814). A la izquierda una mesa de noche de madera y bronce con un reloj de bronce cincelado arriba. En el cuarto de la residencia Matías Errázuriz Ortúzar (1866-1953). Relacionarlo con la imagen anterior.
Pero la pregunta es: ¿Qué o cuál relación es la existente entre los inventos de máquinas del Siglo XIX (que se habían iniciado, como los ferrocarriles, en el Siglo XVIII) con los personajes exóticos como el multimillonario Aarón Anchorena (paradigmático Señor burgués de la Argentina)?
Para responder debemos analizar el concepto de "espíritu aventurero burgués" (implícito) del historiador británico, Eric Hobsbawm en su obra La era del imperio 1875-1914 (1987).
Podemos entender como se teje la siguiente hipótesis: si comprendemos que el imperialismo correspondió a la expansión capitalista de los países ricos y poderosos (desarrollados) en la búsqueda de materias primas para sus industrias en las tierras lejanas (colonias formales e informales) que correspondían a los países menos poderosos económica y militarmente (subdesarrollados o en vías de desarrollo), como zonas atrasadas de los continentes. La explotación del mundo de ultramar era esencial para tales países capitalistas y así fue como se impuso en el imaginario social burgués (a partir de la burguesía de dichos países desarrollados) un concepto de la búsqueda y exploración de las tierras lejanas (que los burgueses de la Argentina, como Aarón Anchorena (1877-1965), copiarían con su espíritu aventurero), con una penetración en el mundo natural para extraer sus riquezas (bosques, selvas, montañas, mares e incluso de los continentes no occidentales, no modernos, sino pre-modernos y primitivos en muchos aspectos). Las necesidades económicas impulsaron los deseos de explorar los rincones más remotos del mundo porque la civilización necesitaba materias primas que por razones climáticas o por los azares de la geología se encontraban exclusiva o muy abundantemente en lugares exóticos, lejanos y de difícil acceso.
En todo este proceso de expansión imperialista-capitalista motivada por el espíritu burgués aventurero, intervendrían los medios de transportes (por agua los barcos y por tierra los ferrocarriles) impulsados por la tecnología de la máquina a vapor de James Watt (perfección del invento de la máquina de Newcomen). Así que el ingenio de los inventos era un requisito fundamental asociados a las innovaciones tecnológicas de los nuevos tiempos que estaban naciendo en el Siglo XIX, luego del impulso de la Revolución Industrial inglesa de 1790-1830 aproximadamente. Efectivamente, los medios de comunicación por tierra (locomotoras a vapor) y por agua (barcos a vapor) fue el impulsor del imperialismo económico.
Hobsbawm sostiene que la red de comunicaciones intensificó la mezcla de los mundos occidental y exótico, esto explica la aparición de las máquinas e inventos tecnológicos que Julio Verne desarrolló en sus novelas sobre viajes extraordinarios a lugares exóticos.
Adicionalmente Hobsbawm dice que: "Eran pocos los que conocían ambos mundos y se veían reflejados en ellos, aunque en la era imperialista su número se vio incrementado por aquellos escritores que deliberadamente decidieron convertirse en intermediarios entre ambos mundos: escritores o intelectuales que eran, por vocación y por profesión, marinos (…), soldados (…) y administradores (…) o periodistas coloniales (…). Pero lo exótico se integró cada vez más en la educación cotidiana. Eso ocurrió, por ejemplo, en las celebérrimas novelas juveniles de Karl May (1842-1912), cuyo héroe imaginario alemán recorría el salvaje Oeste y el Oriente islámico, con incursiones en el África latina; en las novelas de misterio, que incluían entre los villanos a orientales poderosos e inescrutables como el doctor Fu Manchú, de Sax Rohmer; en las historias de las revistas escolares para los niños británicos, que incluían ahora a un rico hindú que hablaba el barroco inglés babu según el estereotipo esperado. El exotismo podía llegar a ser incluso una parte ocasional pero esperada de la experiencia cotidiana, (…). Esas muestras de mundos extraños no eran de carácter documental, fuera cual fuere su intención. Eran ideológicas, por lo general reforzando el sentido de superioridad de lo «civilizado» sobre lo «primitivo»" [13]
Llegada esta instancia, estamos en condiciones de hacer la iguiente pregunta: ¿Qué relación podemos establecer entre Aarón Anchorena (el paradigmático Señor burgués de la Argentina) y los personajes de la obras de literatura de ficción de Julio Verne?
La respuesta es que los Señores Burgueses (como Aarón Anchorena), como buenos hombres de mundo (cosmopolitas-capitalistas), eran la fiel expresión viviente de los personajes de las mejores novelas de aventuras de Verne; cuyos viajes extraordinarios a lo exótico (lo «primitivo»), en la vida real, imitarían a los viajes fantásticos de la ficción (novelas). Sometiéndose a la dureza de los medios de transportes (por aire, tierra y agua), soportando todo tipo de duras pruebas, como si del personaje principal de la novela Miguel Strogoff (1876) se tratara (quien se vio obligado a cruzar Sibera en invierno, y toda nevada); o como si fuera el joven aventurero en busca de emociones llamado Godfrey en la novela Escuela de Robinsones (1882).
Imágenes ( 256 ) y ( 257 ): A la izquierda un grabado de la edición de Miguel Strogoff (1876). A la derecha portada de la novela Escuela de Robinsones (1882), que fue una parodia de la exitosa novela Robinson Crusoe (1719).
Imagen ( 258 ): El Señor burgués: Aarón Anchorena (1877-1965), en un campamento de caza; como si fuera el joven aventurero en busca de emociones llamado Godfrey en la novela de Julio Verne: Escuela de Robinsones (1882).
Aarón Anchorena, fue una persona de acción, amante de los deportes (golf, náutica, automovilismo) y apasionado de la aviación.
Dice Napoleón Baccino de Ponce León en Aarón Anchorena. Una vida privilegiada que Aarón Anchorena poseía un agenda intensa con: "Una lista de sus compañeros de aventuras –cacerías en África, en la Liberia o en Bengala; viajes en los primeros globos aerostáticos en compañía de Santos Dumont o de Jorge Newbery, yachting y auténticas regatas transatlánticas; competencias automovilísticas, turf, excursiones de pesca, viajes a países exóticos; expediciones no exentas de riesgos ni de dificultades,(…)" [14]
Efectivamente, Aarón Anchorena representaba a la perfección ese "espíritu del Señor Burgués aventurero", hombre de mundo (un filántropo cosmopolita capitalista), de hombre libre gracias a la tecnología disponible en la época (aeronáutica, náutica, automovilística); metáfora viviente, como si de un personaje de las novelas de aventura de Julio Verne se tratara.
Fueron famosas las travesías por mar y excursiones –safaris- de Aarón Anchorena en África, para practicar la caza.
Podemos establecer que la literatura de Verne anticipó y describió el tipo de comportamiento social de la burguesía en varios aspectos; pero lo que nos interesa centralmente es que –si establecemos la analogía hermenéutica– esto también definió el comportamiento en sus vida privadas (nueva hipótesis): por la cual tener objetos raros, difíciles y costosos en el living del hogar fue el equivalente de cazar animales salvajes. Así los objetos (incluidos los muebles y obras de arte) como si fueran valiosas presas (que de hecho eran costosas, raras y difíciles de adquirir), vinieron a ocupar simbólicamente el lugar de las presas de caza [animales]. Dado que el común de la gente (proletariado) no podía disponer de dinero para gastos ociosos en viajes de caza, tampoco podía disponer de dinero para cazar [comprar] objetos de arte y muebles.
Así definimos al burgués, cosmopolita-capitalista, como un filántropo «cazador» de estilos artísticos, muebles, obras de arte y otros objetos exóticos; donde el Arte era un presa más de su comportamiento explorador (embebido dentro del impulso económico que el imperialismo tenía sobre las "tierras lejanas", donde para las economías capitalistas en expansión como la del Imperior Británico –por ejemplo- había mucha materia prima: Africa, Sudamérica, etc.)
Imagen ( 259 ): Aarón Anchorena (1877-1965), representante de la alta burguesía, supo reunir riqueza, buen gusto y exitosas empresas. Fue el típico filántropo cosmopolita-capitalista (hombre de mundo) aventurero, emprendedor de arriesgadas travesía llenas de acción y aventuras, para un millonario que supo explorar nuevas emociones que no conocían de límites).
Imagen ( 260 ): Aarón Anchorena junto con Jorge Newbery el primer cruce aéreo del Río de la Plata a bordo de su globo aerostático "Pampero" (globo aerostático traído de Francia). Anchorena, mas experimentado ya había ascendido 11 veces en París. Comparar esta foto con la imagen siguiente.
En 1907, Aarón Anchorena, trotamundos infatigable, trajo de Francia un globo al que bautizó "Pampero". En compañía del conocido deportista Jorge Newbery planearon un vuelo inaugural para el globo. Programado para el 24, el vuelo comenzó recién a las once del 25 de diciembre de 1907, por la lentitud del llenado del gas. En su primer vuelo el "Pampero" se elevó y pronto se desplazó hacia el Río de la Plata, internándose en el mismo. Mas tarde aterrizaría en Conchillas, Uruguay, realizando el primer cruce aéreo del Río de la Plata. Numerosos vuelos se sucedieron exitosamente. El histórico vuelo, aventura pionera de la aeronáutica Argentina, unió la Sociedad Sportiva Argentina (actual Campo Argentino de Polo en Palermo) y la Estancia de Tomás Bell a unas 7 leguas de la costa en Conchillas, Uruguay. Aarón participó de la fundación del Aero Club Argentino, en 1908.
Aarón Anchorena con Jorge Newbery realizando el primer cruce aéreo del Río de la Plata a bordo de su globo aerostático "Pampero" se parecen a los personajes: Phileas Fogg y su ayudante Jean Passpartout (pass par tout, quiere decir "Sirve" "Para" "Todo"; efectivamente Aarón pareciera servir para todo tipo de aventuras y riesgos asociados a los medios de transportes del Siglo XIX). Como si su vida estuviera calcada de la novela de Julio Verne La vuelta al mundo en 80 días (1872).
Si Aarón Anchorena es el personaje Jean Passpartout en la novela de Verne, Jorge Newbery entonces es Phileas Fogg.
Imagen ( 261 ): Portada de la novela de Julio Verne La vuelta al mundo en 80 días (1872). Comparar esta ilustración con la foto de la imagen anterior.
Imágenes ( 262 ) y ( 263 ): En la novela de Julio Verne Dueño del Mundo (1904), el personaje es el ingeniero estadounidense Robur, el mismo de la novela Robur, el conquistador (1886) donde se muestran los avances de los aeróstatos y se anticiparía el helicóptero. Recordemos que Aarón Anchorena había adquirido su globo aerostático "Pampero" en Francia. Los Hermanos Montgolfier fueron los franceses que habían inventado el globo aerostático.
En las novelas de Julio Verne aparecen los ingenieros como Robur, en la novela Dueno del Mundo (1904), Ciro Smith en la obra La isla misteriosa (1875) y Banks en la La casa de vapor (1880). Esta claro este "espíritu de la ingeniería" (y de la importancia de los personajes de las novelas: los ingenieros), como un "espíritu transformador de la sociedad" (espíritu = fuerza). Así entendemos al "espíritu" como sinónimo de "fuerza", fuerza transformadora (para bien o para mal) de la sociedad.
Citemos algunas obras de Verne donde uno de los personajes centrales es un ingeniero.
La isla misteriosa (1875): aparece el ingeniero Ciro Smith.
La casa de vapor (1880): obra del ingeniero Banks.
Dueño del Mundo (1904): el personaje es el ingeniero estadounidense Robur.
Imagen ( 264 ): En la novela Dueño del Mundo (1904), el personaje es el ingeniero estadounidense Robur que utiliza los avances de los aeróstatos.
Imágenes ( 265 ) y ( 266 ): El concepto de los aeróstatos se repiten en la otra novela de Julio Verne La isla misteriosa (1875). Donde aparece el personaje: Ingeniero Ciro Smith. El libro forma parte de una trilogía que además componen Veinte mil leguas de viaje submarino (1870) y Los hijos del capitán Grant (1868). Tal como el propio Verne aclaraba a su editor, esta sería "una novela que tratase sobre química": partiendo prácticamente de cero los protagonistas consiguen fabricar incluso ácido sulfúrico, uno de los productos químicos más avanzados de la época.
Sobre otros adelantos tecnológicos de la época, no existe la certeza absoluta, pero se puede admitir con bastante fundamento que fue don Dalmiro Varela Castex quien, en 1892, importó el primer automóvil a Buenos Aires: un Benz con propulsión a calderas y asiento para dos personas.
Marcelo Torcuato de Alvear era un verdadero fanático del automovilismo. En 1898 había importado su primer vehículo y en 1901, al volante de un Locomobile a vapor, venció al Panhar de Aarón Anchorena en una carrera efectuada en la pista del Hipódromo Argentino.
Imagen ( 267 ): El automovilismo fue otra ocupación de Aarón Anchorena (1877-1965). Locomobile a vapor. Que nos hace pensar en la novela de Julio Verne La casa de vapor (1880).
Imágenes ( 268 ) y ( 269 ): La novela de Julio Verne La casa de vapor (1880), obra del ingeniero Banks. Podemos establecer una relación (de analogía) entre la chimenea de La casa de vapor con la chimenea principal de la locomotora a vapor, de épocas de la Revolución Industrial inglesa (ver imagen siguiente).
Habíamos dicho que la Revolución industrial no hubiese podido prosperar sin el concurso y el desarrollo de los transportes, que llevarán las mercancías producidas en la fábrica hasta los mercados donde se consumían. Si bien la locomotora a vapor era consecuencia de la máquina a vapor de Watt, Julio Verne retoma este espíritu de las máquinas tecnológicas, de la ingeniería y de los contínuos personajes de sus obras: los ingenieros.
Imagen ( 270 ): Podemos establecer una relación (de analogía) entre la chimenea principal de esta locomotora a vapor, de épocas de la Revolución Industrial inglesa, con la trompa a vapor de la casa-elefante a vapor de la novela de Julio Verne La casa de vapor (1880), obra del ingeniero Banks (ver imagen anterior).
Otras de las pasiones de Aarón, a parte de la aeronáutica y el automovilismo fue la naútica. Como se cita en la Revista Caras y Caretas del 9 de enero de 1909: "El señor Aarón Anchorena ha reunido a bordo de su yacht «Pampa» un grupo de distinguidos caballeros, con quienes realiza un viaje por las costas de Inglaterra. El «Pampa» es un barco de 250 toneladas, 120 pies de largo, 24 de ancho y 12 de calado, dotado de una maquina auxiliar, un motor Dan de 100 caballos, que puede imprimirle una velocidad de 7 millas por hora, sin contar con el velamen. La tripulación del «Pampa» suma 22 hombres…"
Imagen ( 271 ): Aaron Anchorena y Alfredo Olmos a bordo del «Pampa», el magnifico yacht de Aaron navegando a principios de 1909 por las costas de Inglaterra.
Imagen ( 272 ): El «Pampa» de Aarón Anchorena navegando las costas de Inglaterra, como si fuera -el personaje de Julio Verne- el Capitán Hatteras en su barco Avante en la novela Las aventuras del capitán Haterras (1866), un barco de vela y a vapor.
Imagen ( 273 ): En la novela Los hijos del capitán Grant (1868), una telemaquia donde se observan embarcaciones a velas.
Imagen ( 274 ): La embarcación Great Eastern en la novela de Julio Verne Una ciudad flotante (1871). Extremadamente parecido al Titanic, embarcación a vapor que se hundió en 1912 (ver imagen siguiente).
Imagen ( 275 ): El Titanic, embarcación a vapor que se hundió en 1912, imita a la embarcación Great Eastern en la novela Una ciudad flotante (1871) de Julio Verne (ver imagen anterior).
No solo en la embarcación Great Eastern en la novela Una ciudad flotante (1871) de Julio Verne, se redactan las peripecia en el mar; también en la novela Mistress Branican (1891), se redactan las historias de una trágica travesía marina, con embarcaciones a velas.
La importancia de este medio de transporte por agua aparece en la novela de Julio Verne La vuelta al mundo en 80 días (1872), para lo cual es interesante pensar en la importancia que tenían los medios de navegación dentro de la economía imperialista. En efecto, tanto trenes (por tierra) como barcos (por mar) a vapor fueron centrales dentro de la expansión de la economía imperialista, para transportar grandes contingentes de personas (mano de obra trabajadora = proletariado) tal como sucedió con las inmigraciones masivas de 1880 en Argentina; como transportar mercancías [productos] de la industria.
Imagen ( 276 ): La importancia de este medio de transporte por agua aparece en la novela de Julio Verne La vuelta al mundo en 80 días (1872).
De las novelas de Julio Verne, 33 han sido llevadas al cine, dando lugar a un total de 95 películas, sin contar las series de televisión. La obra más veces adaptada ha sido Miguel Strogoff (16 veces), seguida de Veinte mil leguas de viaje submarino (9 veces) y Viaje al centro de la Tierra (6 veces) [15]También recibió otros honores sociales importantes y de gran reconocimiento público y social [16]
En resumidas cuentas:
Como el "espíritu de la ingeniería" de la Belle Époque francesa era llegar a lugares antes inalcanzados, cada vez más altos (como la Torre Eiffel), cada vez más lejos con las distancia entre lado y lado en cada puente (como el Viaducto del Garabit) o hacer obras cada vez mas grandes (como el Crystal Palace); logrando en cada nueva oportunidad una nueva hazaña, una nueva proeza de la tecnología. En cada oportunidad había un nuevo desafío que vencer: llegar a una nueva tierra lejana (los polos o una isla en medio del mar), o a una zona no explorada (el fondo de los océanos) o a otro lugar fuera de esta tierra (la luna). Dicho "espíritu de la ingeniería de la época" Belle Époque francesa, que aparecerá claramente en las aventuras de literatura científica de Julio Verne, mostrarán la importancia que la ciencia, las máquinas y los personajes como los ingenierios (Ciro Smith, Banks o Robur) tenían en la visión (burguesa) del futuro de la humanidad.
De aquí la importancia que los personajes de las novelas –como los ingenieros- cobrarán, dado que significaron una fuerza transformadora de la sociedad (con su ciencia aplicada al desarrollo tecnológico). Fuerza transformadora de la sociedad que se entendía «para bién», para el progreso de la humanidad; a pesar de que la 1° Guerra Mundial marcara su fin y que las ciencias básicas aplicadas a la fabricación de armamento definiera a esta fuerza transformadora como algo utilizado «para mal» de la humanidad -en la visión de lo que Eric Hobsbawm llama como la "Era de las catástrofes" en Historia del siglo XX (1998)-.
Por otro lado, la Belle Époque Argentina 1860-1936, retoma ese mismo "espíritu de la época de la Belle Époque francesa (y su capacidad para transformar hábitos, costumbres y la cultura de bastas capas de la sociedad); de aquí no solo explicamos el correlato entre las iconografías (ilustraciones de las novelas de ficción de Verne y las fotos de la decoración de interiores de las residencias privadas en la Argentina. Dado que los modos de aclimatar [ambientar] los espacios interiores de las residencias burguesas en Argentina, fueron directamente proporcionales, al imaginario social que ya estaba instalado en la literatura –novelas de ficción de Julio Verne- de la Belle Époque francesa.
Así, del mismo modo como el Capitán Nemo era un hombre muy instruido y aventurero (una representación del espíritu de la cultura ilustrada, heredada de la Ilustración); los burgueses, sean franceses o argentinos, unidos por los mismos lazos de la economía imperialista en expansión: representaban muy bien ese "espíritu aventurero Belle Époque –francés o argentino- del Señor Burgués". Que en el caso de Aarón Anchorena (1877-1965) quedó representado a la perfección, como hombre de mundo (filántropo cosmopolita capitalista), de hombre libre gracias a la tecnología disponible en la época (aeronáutica, náutica, automovilística); metáfora viviente, como si de un personaje de las novelas de aventura de Julio Verne se tratara. Como si Aarón Anchorena fuera el personaje Jean Passpartout en la novela de Verne La vuelta al mundo en 80 días (1872).
Del mismo modo, como si Aarón Anchorena fuera el joven aventurero en busca de emociones llamado Godfrey en la novela de Julio Verne: Escuela de Robinsones (1882), cazador infatigable. Una manera característica de la cultura decimonónica respecto de cómo coleccionar [cazar] y exhibir las obras de arte hasta el hartazgo (espíritu coleccionista del Señor Burgués), quedó expresado gracias a los viajes exóticos (en una combinación de búsqueda de materia prima en otros continentes, para la economía imperialista en expansión tal como lo aclara Eric Hobsbawm en La era del imperio 1875-1914 (1987), junto a la diversión en tierras lejanas: caza en África).
Como un filántropo «cazador» de estilos artísticos, muebles, obras de arte y otros objetos exóticos; donde el Arte era un presa más de su comportamiento explorador. Así los objetos (incluidos los muebles y obras de arte) como si fueran valiosas presas (que de hecho eran costosas, raras y difíciles de adquirir), vinieron a ocupar simbólicamente el lugar de las presas de caza [animales]. Dado que el común de la gente (proletariado) no podía disponer de dinero para gastos ociosos en viajes de caza, tampoco podía disponer de dinero para cazar [comprar] objetos de arte y muebles.
Autor:
Ibar FedericoAnderson
[1] La Revolución industrial fue un periodo histórico comprendido entre la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX, en el que Gran Bretaña en primer lugar, y el resto de Europa continental después, sufren el mayor conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales de la historia de la humanidad, desde el neolítico. La economía basada en el trabajo manual fue reemplazada por otra dominada por la industria y la manufactura. La Revolución comenzó con la mecanización de las industrias textiles y el desarrollo de los procesos del hierro. La expansión del comercio fue favorecida por la mejora de las rutas de transportes y posteriormente por el nacimiento del ferrocarril. Las innovaciones tecnológicas más importantes fueron la máquina de vapor y la denominada Spinning Jenny, una potente máquina relacionada con la industria textil. Estas nuevas máquinas favorecieron enormes incrementos en la capacidad de producción. La producción y desarrollo de nuevos modelos de maquinaria en las dos primeras décadas del siglo XIX facilitó la manufactura en otras industrias e incrementó también su producción. Así es que en la Revolución industrial se aumenta la cantidad de productos y se disminuye el tiempo en el que estos se realizan, dando paso a la producción en serie, ya que se simplifican tareas complejas en varias operaciones simples que pueda realizar cualquier obrero sin necesidad de que sea mano de obra cualificada, y de este modo bajar costos en producción y elevar la cantidad de unidades producidas bajo el mismo costo fijo. La existencia de controles fronterizos más intensos evitaron la propagación de enfermedades y disminuyó la propagación de epidemias como las ocurridas en tiempos anteriores. La revolución agrícola británica hizo además más eficiente la producción de alimentos con una menor aportación del factor trabajo, alentando a la población que no podía encontrar trabajos agrícolas a buscar empleos relacionados con la industria y, por ende, originando un movimiento migratorio desde el campo a las ciudades así como un nuevo desarrollo en las fábricas. La expansión colonial del siglo XVII acompañada del desarrollo del comercio internacional, la creación de mercados financieros y la acumulación de capital son considerados factores influyentes, como también lo fue la revolución científica del siglo XVII. Se puede decir que se produjo en Inglaterra por su desarrollo económico. La presencia de un mayor mercado doméstico debería también ser considerada como un catalizador de la Revolución industrial, explicando particularmente por qué ocurrió en el Reino Unido. La invención de la máquina de vapor fue una de las más importantes innovaciones de la Revolución industrial. Hizo posible mejoramientos en el trabajo del metal basado en el uso de coque en vez de carbón vegetal. En el siglo XVIII la industria textil aprovechó el poder del agua para el funcionamiento de algunas máquinas. Estas industrias se convirtieron en el modelo de organización del trabajo humano en las fábricas. Además de la innovación de la maquinaria, la cadena de montaje (fordismo) contribuyó mucho en la eficiencia de las fábricas. Revolución agrícola: aumento progresivo de la producción gracias a la inversión de los propietarios en nuevas técnicas y sistemas de cultivo, además de la mejora del uso de fertilizantes. El desarrollo del capital comercial: Las máquinas se aplicaron a los transportes y a la comunicación iniciando una enorme transformación. Ahora las relaciones entre patronos y trabajadores son únicamente laborales y con el fin de obtener beneficios. Cambios demográfico-sociales: la modernización de la agricultura permitió un crecimiento demográfico debido a la mejora de la alimentación. También hubo adelantos en la medicina y en la higiene, de ahí que creciera la población. También hubo una migración del campo a la ciudad porque la ocupación en labores agrícolas disminuyó mientras crecía la demanda de trabajo en las ciudades. Esta primera revolución se caracterizó por un cambio en los instrumentos de trabajo de tipo artesanal por la máquina de vapor, movida por la energía del carbón. La máquina exige individuos más cualificados, produce una reducción en el número de personas empleadas, arrojando de manera incesante masas de obreros de un ramo de la producción a otra. Especialmente del campo a la ciudad. Sin embargo, y a pesar de todos los factores anteriores, la Revolución industrial no hubiese podido prosperar sin el concurso y el desarrollo de los transportes, que llevarán las mercancías producidas en la fábrica hasta los mercados donde se consumían. Estos nuevos transportes se hacen necesarios no sólo en el comercio interior, sino también en el comercio internacional, ya que en esta época se crean los grandes mercados nacionales e internacionales. El comercio internacional se liberaliza, sobre todo tras el Tratado de Utrecht (1713) que liberaliza las relaciones comerciales de Inglaterra, y otros países europeos, con la América española. Se termina con las compañías privilegiadas y con el proteccionismo económico; y se aboga por una política imperialista y la eliminación de los privilegios gremiales. Además, se desamortizan las tierras eclesiásticas, señoriales y comunales, para poner en el mercado nuevas tierras y crear un nuevo concepto de propiedad. La Revolución industrial generó también un ensanchamiento de los mercados extranjeros y una nueva división internacional del trabajo (DIT). Los nuevos mercados se conquistaron mediante el abaratamiento de los productos hechos con la máquina, por los nuevos sistemas de transporte y la apertura de vías de comunicación, así como también, mediante una política expansionista. El Reino Unido fue el primero que llevó a cabo toda una serie de transformaciones que la colocaron a la cabeza de todos los países del mundo. Los cambios en la agricultura, en la población, en los transportes, en la tecnología y en las industrias, favorecieron un desarrollo industrial. La industria textil algodonera fue el sector líder de la industrialización y la base de la acumulación de capital que abrirá paso, en una segunda fase, a la siderurgia y al ferrocarril. A mediados del siglo XVIII, la industria británica tenía sólidas bases y con una doble expansión: las industrias de bienes de producción y de bienes de consumo. Incluso se estimuló el crecimiento de la minería del carbón y de la siderurgia con la construcción del ferrocarril. Así, en Gran Bretaña se desarrolló de pleno el capitalismo industrial, lo que explica su supremacía industrial hasta 1870 aproximadamente, como también financiera y comercial desde mediados de siglo XVIII hasta la Primera Guerra Mundial (1914). En el resto de Europa y en otras regiones como América del Norte o Japón, la industrialización fue muy posterior y siguió pautas diferentes a la británica. Unos países tuvieron la industrialización entre 1850 y 1914: Francia, Alemania y Bélgica. En 1850 apenas existe la fábrica moderna en Europa continental, sólo en Bélgica hay un proceso de revolución seguido al del Reino Unido. En la segunda mitad del siglo XIX se fortalece en Turingia y Sajonia la industrialización de Alemania. Otros países siguieron un modelo de industrialización diferente y muy tardía: Italia, Imperio austrohúngaro, España o Rusia. La industrialización de éstos se inició tímidamente en las últimas décadas del siglo XIX, para terminar mucho después de 1914.
[2] La industrialización que se originó en Inglaterra y luego se extendió por toda Europa no sólo tuvo un gran impacto económico, sino que además generó enormes transformaciones sociales. Proletariado urbano. Como consecuencia de la revolución agrícola y demográfica, se produjo un éxodo masivo de campesinos hacia las ciudades; el antiguo agricultor se convirtió en obrero industrial. La ciudad industrial aumentó su población como consecuencia del crecimiento natural de sus habitantes y por el arribo de este nuevo contingente humano. La carencia de habitaciones fue el primer problema que sufrió esta población marginada socialmente; debía vivir en espacios reducidos sin comodidades mínimas y carentes de higiene. A ello se sumaban jornadas de trabajo, que llegaban a más de catorce horas diarias, en las que participaban hombres, mujeres y niños con salarios miserables, y carentes de protección legal frente a la arbitrariedad de los dueños de las fábricas o centros de producción. Este conjunto de males que afectaba al proletariado urbano se llamó la Cuestión social, haciendo alusión a las insuficiencias materiales y espirituales que les afectaban. Burguesía industrial. Como contraste al proletariado industrial, se fortaleció el poder económico y social de los grandes empresarios, afianzando de este modo el sistema económico capitalista, caracterizado por la propiedad privada de los medios de producción y la regulación de los precios por el mercado, de acuerdo con la oferta y la demanda. En este escenario, la burguesía desplaza definitivamente a la aristocracia terrateniente y su situación de privilegio social se basó fundamentalmente en la fortuna y no en el origen o la sangre. Avalados por una doctrina que defendía la libertad económica, los empresarios obtenían grandes riquezas, no sólo vendiendo y compitiendo, sino que además pagando bajos salarios por la fuerza de trabajo aportada por los obreros. Las propuestas para solucionar el problema social. Frente a la situación de pobreza y precariedad de los obreros, surgieron críticas y fórmulas para tratar de darles solución; por ejemplo, los socialistas utópicos, que aspiraban a crear una sociedad ideal, justa y libre de todo tipo de problemas sociales (para algunos, el comunismo). Otra propuesta fue el socialismo científico de Karl Marx (1818-1883), que proponía la revolución proletaria y la abolición de la propiedad privada (marxismo); también la Iglesia católica, a través del Papa León XIII, dio a conocer la Encíclica Rerum Novarum (1891), primera Encíclica social de la historia, la cual condenaba los abusos y exigía a los estados la obligación de proteger a lo más débiles. A continuación, un fragmento de dicha encíclica: Estos elementos fueron decisivos para el surgimiento de los movimientos reivindicativos de los derechos de los trabajadores. Durante el siglo XX en medio de los procesos de democratización, el movimiento obrero lograba que se reconocieran los derechos de los trabajadores y su integración a la participación social. Otros ejemplos de tendencias que buscaron soluciones fueron los nacionalismos, así como también los fascismos en los cuales se consideraban a los obreros y trabajadores como una parte fundamental en el desarrollo productivo de la nación, por lo que debían ser protegidos por el Estado.
[3] Alexandre Gustave Eiffel (1832-1923): fue un ingeniero francés, especialista en estructuras metálicas. El apellido Eiffel fue adoptado por uno de sus antepasados a principios del siglo XVIII, tomado de su lugar de nacimiento: la región de Eifel, Alemania, ya que en francés no se podía pronunciar su verdadero apellido Bönickhausen. No pudo ingresar en la École Polytechnique y estudió en la École Centrale de París, en la que se graduó como Ingeniero en 1855. Poco después empezó a trabajar en una empresa de equipos para ferrocarriles. En 1867 funda la consultora y constructora Eiffel et Cie. que adquirió un gran prestigio internacional en el uso del hierro, construyendo cientos de importantes estructuras (puentes, grúas, estaciones, etc.). Con la ayuda del ingeniero belga Téophile Seyrig, se adjudicó una subasta internacional para diseñar y construir un viaducto de 160 metros de luz sobre el río Duero, entre Oporto y Vila Nova de Gaia, Portugal. Su propuesta usaba el "método de fuerzas", una técnica nueva para diseñar estructuras, creada por Maxwell en 1846. El Puente María Pía está constituido por un doble arco que sostiene la vía única de ferrocarril por medio de pilares que refuerzan todo el puente. La construcción fue bastante rápida y estuvo concluida en menos de dos años (5 de enero de 1876 – 4 de noviembre de 1877). Fue inaugurado por el rey Luis I y la reina María Pía. El puente se utilizó hasta 1991 (114 años) y se sustituyó por el nuevo puente de San Juan. También construyó el viaducto de Garabit en el río Truyère, que tuvo el arco de mayor luz de su época (165 m). Y el Puente Colgante Libertador en Tachira Venezuela Su construcción más famosa es la Torre Eiffel. Construida entre los años 1887 y 1889 para la Exposición Universal de 1889 en París, Francia. Esta gran estructura de hierro, aparte de ser un símbolo parisino, llegaría a tener varios usos a lo largo de la historia. En plena Segunda Guerra Mundial se utilizó como antena para que los aliados pudieran espiar las maniobras del ejército Nazi. Por otro lado, no es tan sabido que él diseñó la estructura interna de la Estatua de la Libertad de Nueva York. Adquirió experiencia en la construcción diseñando puentes de hierro. Gustave Eiffel también diseñó La Ruche en París, que se convertiría, al igual que la Torre Eiffel, en un punto de referencia de la ciudad. Una estructura circular de tres pisos que parece una colmena. Se creó como una construcción temporal para la Gran Exposición de 1900. En Sudamérica se le atribuye el diseño de Estación Central de Santiago, declarada Monumento Nacional mediante el Decreto Supremo Nº 614 del 29 de junio de 1983, en la categoría Monumentos Históricos; Diseñó la Terminal del Ferrocarril de la ciudad de La Paz, Bolivia, actualmente es la terminal de buses de dicha ciudad. También estuvo a cargo del diseño de la Catedral de Chiclayo, ubicada en el norte del Perú, en su plaza de armas. También atribuye La autoría de la construcción del puente de fierro en arequipa el ingeniero francés Gustavo Eiffel, famoso por la Torre Eiffel de París La reputación de Eiffel sufrió un duro revés cuando se vio implicado en escándalos financieros en torno a Fernando de Lesseps. Fue declarado culpable pero él no estaba involucrado, por lo que su juicio fue revisado. En sus últimos años empezó a estudiar aerodinámica. Eiffel murió el 27 de diciembre de 1923, a la edad de 91 años, en su mansión de la Rue Rabelais de París, mientras escuchaba el Andante de la 5a. sinfonía de Beethoven, y fue enterrado en el cementerio de Levallois-Perret, en la misma localidad.
[4] Aunque el primer puente suspendido se construyó en 1740, en Inglaterra, sólo en 1801 James Finley, de Estados Unidos, comprendió todos los recursos que ofrecía. En Inglaterra, el primer gran puente suspendido, el Manai Bridge, fue construido en 1815. En Francia, Marc Seguin construyó, en 1823, el primer puente suspendido en Tournon, sobre el río Ródano.
[5] El comité de obras decide proponer un proyecto base y sacarlo a contrata, para que las compañías presenten ofertas y modificaciones. La propuesta del comité fue criticada por considerarse muy costosa y no poder ejecutarse en el plazo requerido. El tiempo se agotaba entre concursos fallidos y propuestas inviables, con lo que la celebración de la exposición peligraba. Es entonces cuando interviene Joseph Paxton, experimentado constructor de invernaderos. Paxton había sido jardinero en Chatsworth, al servicio del Duque de Devonshire. Allí había experimentado con grandes invernaderos de hierro y vidrio, por lo que pudo aplicar sus conocimientos al palacio con resultados asombrosos. Paxton elabora un proyecto y se lo hace llegar a un miembro del comité. Sin embargo, el comité ya se encuentra comprometido, por lo que Paxton se asocia con los contratistas Fox y Henderson y lo presenta a concurso como una variante del proyecto base. El proyecto de Paxton fue elegido por varias razones, era la propuesta más barata y se podía ejecutar rápidamente. El proyecto conjugaba la resistencia y durabilidad de la construcción con la facilidad y rapidez en el montaje. Paxton pudo inspirarse en parte en la estructura orgánica de la Victoria amazónica, un género de lirios de agua gigantes, que él cultivó con éxito.
[6] El Palacio de Cristal británico causó enorme impresión en los visitantes, que en su mayoría provenían del resto de Europa. Su innovador diseño y los efectos visuales de una construcción de paredes de cristal lo convirtieron en un símbolo popular de modernidad y civilización, admirado por unos y denostado por otros. El autor francés Valery Larbaud escribió una breve reseña de sus impresiones acerca del palacio. En su obra ¿Qué se puede hacer?, el escritor y filósofo ruso Nikolai Chernyshevsky abogaba por transformar la sociedad en un palacio de cristal por medio de la revolución socialista, elogiando al Palacio como emblema del triunfo total de la razón humana y alabando su aspecto casi etéreo. Fiódor Dostoyevski respondió a Chernysevsky en Memorias del subsuelo. Dostoyevski afirma que la naturaleza humana "prefiere el caos y la destrucción antes que la armonía artificial que simboliza el palacio de cristal". El Palacio (o una estructura similar) aparecía en la película de animación Steamboy, y también en la serie de anime Eikoku Koi Monogatari Emma. El Crystal Palace es la localización elegida por Jonathan Stroud para el desenlace del libro de fantasía Ptolemy's Gate. El escritor italiano Alessandro Baricco mencionaba el Crystal Palace en su novela Tierras de cristal, mezclando hechos reales y ficticios. El filósofo alemán Peter Sloterdijk utiliza el Crystal Palace como una metáfora de la civilización occidental El peculiar rascacielos Torre Swiss Re de Londres, diseñado por Norman Foster, es conocido como The Crystal Phallus (el falo de cristal), en clara alusión al palacio. La novela Castelli do Rabbia de Alessandro Baricco tiene entre sus temas el trabajo de Horeau en torno al Crystal Palace. El final de una de las tramas del manga Kuroshitsuji (un concurso de curry) tiene lugar dentro de Crystal Palace, así como la parte principal de la historia del segundo musical basado en este manga.
[7] Una vez terminada la Gran Exposición, el Palacio de Cristal fue utilizado para eventos similares a lo largo de 60 años, incluyendo exposiciones coloniales, tecnológicas, y las fiestas por la coronación del rey Jorge V en 1910. Durante la Primera Guerra Mundial se usó como centro de entrenamiento teórico de la Royal Navy, y posteriormente empezó a caer en desuso, siendo lentamente abandonadas sus instalaciones, las cuales con el advenimiento de las modernas escuelas de arquitectura se hacían cada vez menos impresionantes. En 1936 estalló un incendio que terminó de destruir el Palacio, sin que se hicieran esfuerzos posteriores por reconstruirlo.
[8] Erigida en credo en el siglo XX y que provenía, de hecho, de dos corrientes: la del estructuralismo gótico (Pugin, Ruskin, William Morris, Viollet-le-Duc), y la que se enraíza en un pensamiento racionalista surgido del “Siglo de las Luces”, con los arquitectos visionarios Ledoux y Boullée. J.-N.-L. Durand (1760-1834), alumno de Boullée, más tarde profesor de arquitectura de la Escuela Politécnica de París, fue el primer teórico del racionalismo en Francia. Los estructuralistas góticos llegaron a las conclusiones funcionalistas por una intuición artística; por el contrario, los racionalistas desembocarán en ellas por deducción científica. Para Durand, las formas deben ser consecuencia de una «lógica de la construcción» y no de la búsqueda de la «belleza en si».
[9] “The fertilisation of the Orchids” (La fertilización de las orquídeas), 1862; “Insectivorous plants” (Las plantas insectívoras), 1875; “Climbing plants” (Plantas trepadoras), 1875; “The Effects of Cross- and Self-Fertilisation in the Vegetable Kingdom” (Efectos de la fecundación cruzada y de la autofecundación en el reino vegetal), 1876, y “The Differents Form of Flowers on Plants of the Same Species” (Las diferentes formas de flores en plantas de la misma especie), 1877 y “The power of movements in Plants” (La capacidad de movimiento en las plantas), 1880. Estos trabajos, unidos a los anteriores, constituyen una aportación muy notable de más de 3.000 páginas en conjunto.
[10] De Dreux, Alfred (1810-1890). Caza del Ciervo. Óleos sobre tela 3.54 m x 2,72 m. Francia. Siglo XIX: En estos dos óleos, ambientados ambos en el bosque, un ciervo en un caso y un jabalí en el otro, huyen acosados por una jauría. Son escenas de caza mayor con perros, actividad recreativa propia de los aristócratas europeos, presentadas por el artista con gran realismo. El dinamismo de la acción se expresa en las diagonales formadas por los animales y los árboles Era común que se eligieran estos temas para las pinturas destinadas a los comedores estableciendo una relación entre la actividad señorial y los manjares realizados con carnes de caza. En este caso en particular, es posible que la composición original haya sido ampliada en el sector superior para cumplir con los requerimientos del proyecto decorativo del salón realizado por Georges Hoentschel (1855-1915). Alfred De Dreux era hijo de un arquitecto, su primer maestro fue el pintor Théodore Gericault. En el mundo del arte se lo conoció como el pintor de los caballos, era un excelente jinete y desarrolló su actividad pictórica entre la sociedad ecuestre de su época tanto en Francia como en Inglaterra.
[11] De Dreux, Alfred (1810-1890). Caza del Jabalí. Óleos sobre tela 3.54 m x 2,72 m. Francia. Siglo XIX: En estos dos óleos, ambientados ambos en el bosque, un ciervo en un caso y un jabalí en el otro, huyen acosados por una jauría. Son escenas de caza mayor con perros, actividad recreativa propia de los aristócratas europeos, presentadas por el artista con gran realismo. El dinamismo de la acción se expresa en las diagonales formadas por los animales y los árboles Era común que se eligieran estos temas para las pinturas destinadas a los comedores estableciendo una relación entre la actividad señorial y los manjares realizados con carnes de caza. En este caso en particular, es posible que la composición original haya sido ampliada en el sector superior para cumplir con los requerimientos del proyecto decorativo del salón realizado por Georges Hoentschel (1855-1915). Alfred De Dreux era hijo de un arquitecto, su primer maestro fue el pintor Théodore Gericault. En el mundo del arte se lo conoció como el pintor de los caballos, era un excelente jinete y desarrolló su actividad pictórica entre la sociedad ecuestre de su época tanto en Francia como en Inglaterra.
[12] Julio Verne (1828-1905), escritor francés del género de ciencia ficción y aventuras. Considerado, junto con H. G. Wells, uno de los padres de la ciencia ficción, es el segundo autor más traducido de todos los tiempos, después de Agatha Christie. Algunas de sus obras han sido adaptadas al cine. Predijo con gran exactitud en sus relatos fantásticos la aparición de algunos de los productos generados por el avance tecnológico del siglo XX, como la televisión, los helicópteros, los submarinos o las naves espaciales. Fue condecorado con la Legión de Honor por sus aportes a la educación y a la ciencia. El interés por escribir se le da cuando una maestra le cuenta anécdotas de su marido marinero. Verne estaba interesado en la poesía y la ciencia. Leía y coleccionaba artículos científicos, demostrando una curiosidad casi enfermiza que le duraría toda la vida. En 1846 regresa del Liceo Real de Nantes con un alto promedio; probablemente gana un premio de geografía. En 1848 fue introducido por su tío Châteaubourg en los círculos literarios, donde conoció a los Dumas, padre e hijo; el primero tendrá gran influencia personal y literaria en Verne. En 1849 se recibe de abogado y su padre le permite permanecer en París. Sigue escribiendo teatro. Su padre quiso que se dedicara a su carrera de abogacía, pero él no estaba por la labor y su padre, enfadado con él, dejó de financiarle. Además, todos sus ahorros los gastó en libros y pasó largas horas en las bibliotecas de París queriendo saberlo todo. A Verne apenas le alcanzaba para comer, lo que le ocasionó tantos trastornos digestivos (ocasionándole desarreglos estomacales e incontinencia fecal) como trastornos nerviosos que acabarían por desfigurarle la cara y parálisis facial. En 1850, a los 22 años de edad, escribe una comedia ligera, Las pajas rotas que logra estrenar en París gracias a Dumas, con modesto éxito. Al año siguiente publica en la revista ilustrada El museo de las Familias dos relatos: Martín Paz (una fantasía inspirada en las pinturas del artista peruano Ignacio Merino) y Un drama en México (un cuento histórico inspirado por el Viaje al equinoccio americano, del naturalista y explorador alemán Alexander von Humboldt) y varias obras teatrales, libretos para operetas de moda y novelas cortas. Artículo principal: Viajes Extraordinarios. En 1859 viaja a Escocia con su amigo Hignard. Su primera obra de ficción científica es también la primera novela que escribió, París en el siglo XX, y una de las pocas que no publicó en vida —se imprimió en 1994—; Pierre-Jules Hetzel, su editor, rechazó la novela por el pesimismo que encerraba, pues presagiaba una sociedad en que la gente vive obsesionada con el dinero y con los faxes. Julio Verne publicó en 1863 el primero de sus 60 Viajes extraordinarios, Cinco semanas en globo. La serie, prolongada durante casi 40 años, habría de incluir entregas de la talla de Viaje al centro de la Tierra (1864), De la Tierra a la Luna (1865), Los hijos del capitán Grant (1867). En el año 1869 aparece publicada en España —antes incluso que en Francia—, posiblemente debido a la amistad entre Hetzel y Guimerá —el traductor español de algunas de sus obras— Veinte mil leguas de viaje submarino (1869) a la que seguirían La isla misteriosa (1874), La vuelta al mundo en 80 días (1873), Miguel Strogoff (1876) —la mejor coartada para quienes le consideran un reaccionario—, La esfinge de los hielos (1897) o El soberbio Orinoco (1898). Trabajador infatigable, paralelamente a sus viajes, cultivó su primera vocación, el teatro, escribiendo y adaptando algunas piezas para la escena. En 1863 traba amistad con el aventurero, periodista y fotógrafo Felix Tournachon. Con él investiga los adelantos que se les podría hacer a estos aparatos volantes, los que describe en Cinco semanas en globo. Nadar lo recomienda a Hetzel, dueño del Magasin d’Éducation et de Récréation (’magazín de ilustración y recreo’), quien le publica la primera entrega del folletín. Debido al éxito de esta obra el dueño de la revista le ofrece un contrato por veinte años a veinte mil francos anuales (una pequeña fortuna para esa época). En 1863, a raíz del éxito de su tercera novela, viaja a Estados Unidos en un ciclo de conferencias con su hermano Paul Verne. Dos años después publica la historia de un viaje a la Luna en dos partes: De la Tierra a la Luna y Alrededor de la Luna. Uno de los personajes, el intrépido francés Michel Ardán —anagrama de Nadar— es un vivo retrato de su querido amigo. El otro, Impey Barbicane, está basado en el carácter del presidente estadounidense Abraham Lincoln, asesinado a principios de ese mismo año. Existen varios parecidos con el primer verdadero viaje a la Luna, del Apolo 8 en 1968: en la nave viajan tres astronautas, Estados Unidos es el promotor y productor de la hazaña, despegan desde el estado de Florida, escapan de la gravedad terrestre a 11 km por segundo, requieren de 150 horas de viaje para llegar a la Luna, no aterrizan allí sino que dan varias órbitas alrededor y regresan a la Tierra. En 1879 se compró un pequeño yate, el «Saint Michel», con el que recorre el Mediterráneo. A su regreso marcha a residir a la ciudad de Amiens. Durante los dos años siguientes continúa viajando: recorre Irlanda, Escocia y Noruega (1880) Inglaterra, el Mar del Norte y el Báltico (1881). Dos años antes de su muerte, Verne aceptó la presidencia del grupo de esperanto de Amiens y se comprometió a escribir un libro, en el que este idioma jugara un papel importante. El libro en cuestión, La impresionante aventura de la misión Barsac, no pudo ser terminado por él y cuando se publicó, se había eliminado toda referencia al esperanto. El 24 de marzo de 1905, enfermo de diabetes desde hacía años, Verne murió en su hogar, sita en el bulevar Longueville 44 (actualmente bulevar Julio Verne). Fue enterrado en el cementerio de La Madeleine, ubicado al noroeste de Amiens, en cuya tumba se representa a Verne emergiendo del sepulcro, obra del escultor Albert Roze. Su hijo Michel Verne supervisó la publicación de sus últimas novelas La invasión del mar y El faro del fin del mundo. La serie Viajes extraordinarios continuó durante un lapso prolongado al mismo ritmo de dos volúmenes al año. Posteriormente se descubrió que Michel había realizado extensos cambios (El secreto de Wilhelm Storitz, Los náufragos del Jonathan) o versiones completamente nuevas de estas historias (El eterno Adán (1910) y La impresionante aventura de la misión Barsac (1919)), cuyas versiones originales no se publicaron sino a finales del siglo XX. En 1863, Verne había escrito una novela llamada París en el siglo XX acerca de un joven que vive en un mundo de rascacielos de cristal, trenes de alta velocidad, automóviles de gas, calculadores y una red mundial de comunicaciones, pero que no puede alcanzar la felicidad y se dirige a un trágico fin. Hetzel pensó que el pesimismo de esta novela dañaría la promisoria carrera de Verne y sugirió que esperase veinte años para publicarla. Éste puso el manuscrito en una caja fuerte, donde fue «descubierta» por su bisnieto en 1989 y publicada en 1994. Fue precursor de la ciencia ficción y de la moderna novela de aventuras. Fue un estudioso de la ciencia y la tecnología de su época, lo que —unido a su gran imaginación y a su capacidad de anticipación lógica— le permitió adelantarse a su tiempo, describiendo entre otras cosas los submarinos (el «Nautilus» del capitán Nemo, de su famosa Veinte mil leguas de viaje submarino), el helicóptero (un yate que en la punta de sus mástiles tiene hélices que lo sostienen, en Robur el conquistador). Sus personajes siempre fueron héroes, hombres buenos en la escala social. Frente al Verne conservador impuesto por su editor Hetzel y por su educación como hijo de un abogado católico y de un tiempo en que el antiguo régimen se tambalea, no es de extrañar su inicial defensa del statu quo, postura que con el tiempo se irá atemperando hasta dar paso a concepciones radicalmente opuestas a las sugeridas en sus primeras páginas, merced a sus contactos con círculos socialistas y anarquistas. El Verne filorevolucionario se deja ver en una de sus obras menos difundidas, quizás por su simpatía por la causa revolucionaria, Matías Sandorf (1885), donde narra la experiencia de un rebelde ante la tiranía austrohúngara. La pluma de Verne presenta rasgos de innovación, con ideas frescas y héroes progresistas que sueñan con descubrir nuevos mundos y llegar a donde nadie ha llegado en beneficio de la humanidad, desde los polos en Las aventuras del capitán Hatteras, el centro de la Tierra (Viaje al centro de la tierra) e incluso hasta la Luna (De la Tierra a la Luna). Verne comienza a escribir de una manera más seria, con héroes más humanos (Strogoff, Sinclair, Fogg), siendo capaz de escribir su mayor éxito literario en una novela llena de vida como La vuelta al mundo en 80 días, pero también parece que algunas ideas se agotan retomando las anteriores (El país de las pieles) e incluso llevándolo a escribir (quizá por presión de sus editores) obras no del todo propias (Los quinientos millones de la begún). Los problemas en la vida del autor (su nunca feliz matrimonio, la enfermedad de su sobrino, su mala relación con su hijo) llevan a un Verne cansado, a escribir relatos fríos y sombríos, cambiando su idea de que el ser humano iba a progresar con base en la ciencia a una donde ve a los seres humanos consumidos por ella y por el capitalismo, como en El eterno Adán, criticando fuertemente el imperialismo (La impresionante aventura de la misión Barsac) y llegando incluso a exponer fuertemente sus ideas políticas en Los náufragos del Jonathan, se dio tiempo también de reflejar su desencanto por las riquezas de nueva cuenta en El volcán de oro. En este periodo tiene su inclusión más de lleno en la ciencia ficción con El secreto de Wilhelm Storitz, y también tiene tiempo de escribir agradables continuaciones de sus historias El secreto de Maston y las de otros autores La esfinge de los hielos, continuación de Las aventuras de Arthur Gordon Pym de Edgar Allan Poe. Aunque muchos consideran a Julio Verne como el padre de la ciencia ficción, realmente Verne nunca quiso escribir en este género, más bien Verne era un escritor de literatura científica, que deseaba acercar los conocimientos recién descubiertos a la juventud; sin embargo, ese conocimiento lo llevó a anticipar muchos de los inventos que asombrarían al mundo posteriormente.
[13] Hobsbawm, Eric. La Era del Imperio: 1875-1914. Crítica, Grupo Editorial Planeta. Buenos Aires. 1987. (pps. 89-90).
[14] Baccino de Ponce León, Napoleón. Aarón Anchorena. Una vida privilegiada. Sudamericana. Buenos Aires. 1999. (Citado por Andrés Carretero. Vida cotidiana en Buenos Aires. Tomo III (1918-1970). Editorial Planeta. Buenos Aires. 2000).
[15] Este es el listado de novelas llevadas al cine: Viaje a la luna de 1902, dirigida por Georges Méliès. La isla misteriosa de 1951, dirigida por Spencer Gordon Benet y protagonizada por Richard Crane. 20.000 leguas de viaje submarino de 1954, dirigida por Richard Fleischer con Kirk Douglas en el papel de Ned y James Mason como el capitán Nemo. Miguel Strogoff de 1956, dirigida por Carmine Gallone y con Curd Jurgens como Miguel Strogoff. La vuelta al mundo en 80 días de 1956, dirigida por Michael Anderson con David Niven como Phileas Fogg y Cantinflas como Picaporte. De la Tierra a la Luna de 1958, dirigida por Byron Haskin con Joseph Cotten, Debra Paget y George Sanders. Viaje al centro de la Tierra de 1959, dirigida por Henry Levin y protagonizada por James Mason. Dueño del mundo de 1961, dirigida por William Witney y protagonizada por Vincent Price. La isla misteriosa de 1961, dirigida por Cy Endfield con Michael Craig como protagonista. Los hijos del capitán Grant de 1962, dirigida por Robert Stevenson y con Maurice Chevalier, George Sanders y Hayley Mills como protagonistas. Cinco semanas en globo de 1962, dirigida por Irwin Allen con Red Buttons. La luz del fin del mundo de 1971, dirigida por Kevin Billington e interpretada por Kirk Douglas, Yul Brynner y Fernando Rey. 20.000 leguas de viaje submarino de 1997, dirigida por Rod Hardy e interpretada por Michael Caine, Bryan Brown, Patrick Dempsey y Mía Sara. La vuelta al mundo en 80 días de 2004, dirigida por Frank Coraci, producida por Disney con Jackie Chan. La isla misteriosa de Julio Verne de 2005, dirigida por Russell Mulcahy e interpretada por Kyle MacLachlan, Patrick Stewart y Gabrielle Anwar. Viaje al Centro de la Tierra de 2008, dirigida por Eric Brevig e interpretada por Brendan Fraser, Josh Hutcherson y Anita Briem. La isla Misteriosa de 2012, dirigida por Brad Peyton y protagonizada por Dwayne Johnson, Josh Hutcherson y Vanessa Hudgens.
[16] En 1870, Ferdinand de Lesseps, en la cúspide de la fama por la reciente inauguración del Canal de Suez, llevado de su entusiasmo por la obra verniana, había pedido para Verne la condecoración de caballero de Legión de Honor, la cual recibe finalmente en 1892. Desde la difusión de su obra, se pueden contar por cientos la lista de personajes célebres que, de una manera u otra, han reconocido la impronta que la obra de Verne dejó en sus vidas (por ejemplo, Yuri Gagarin dijo: «Fue Julio Verne quien me decidió a la astronáutica»). La Unión Soviética rindió homenaje al escritor al dar el nombre de Verne a una de las montañas de la faz oculta de la Luna. En honor a este escritor, la Agencia Espacial Europea (ESA) lanzó el domingo 9 de marzo de 2008 desde el puerto espacial de Kourou (Guayana Francesa), con el cohete Ariane 5, un carguero espacial con su nombre (Jules Verne), un cilindro de 4.5 metros de diámetro y 9.8 metros de altura y con un peso de una veintena de toneladas con destino a la Estación Espacial Internacional (ISS). La universidad pública de la región Picardía, en donde habitó durante más de 25 años, recibió su nombre como homenaje en 1991.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |