Luego del combate de Boquerón, patrullas paraguayas observaron concentración de fuerzas del enemigo lo cual indicaba que se preparaban para el ataque, motivo por el cual el Comandante Roa ordenó que las piezas de artillería de Punta Ñaró se trasladen a la posición del Sauce.
Comandaba el operativo el General Flores. De la ejecución se encargaría el General Victorino y las tropas del General Souza permanecerían como reserva.
El 18 de julio de 1866, los aliados inician el ataque con bombardeo de artillería pesada contestada rápidamente por la paraguaya. Seguidamente, los hombres de Victorino atacaron las posiciones paraguayas, cuyos ocupantes resistieron para luego retirarse (siguiendo el plan) apoyados por las baterías del General Bruguez.
El enemigo, creyendo que fácilmente podría seguir avanzando, se dividió en columnas y se lanzó al ataque, siendo todos exterminados por la artillería de Bruguez. Ante tal situación, decidieron avanzar por los bordes del cañadón y al posicionarse frente a los paraguayos recibieron un intenso fuego de nuestra infantería.
Recién con el refuerzo que el enemigo recibió logró dar muerte a la resistencia y ocupar la posición paraguaya, pero no por mucho tiempo. Efectivamente, la oportuna aparición en escena del Mayor Pérez y sus dos escuadrones, quienes arremetieron contra el adversario, permitió la reconquista de las posiciones y de los cañones abandonados.
También llegaron de refuerzo varios batallones de infantería al mando del General Díaz, quienes cumplían con la misión que les otorgó el Mariscal, la cual consistía en desgastar al enemigo con continuos ataques que les ocasionaba numerosas bajas en sus filas.
El General Flores, como comandante de la operación, quiso reconquistar el territorio perdido y envió al Coronel Agüero junto con otros jefes militares y numerosos batallones a ejecutar la operación. Pero éstos, cometieron el mismos error de los anteriores siendo inicialmente bombardeados por la artillería de Bruguez, luego por la fusilería paraguaya y los pocos que alcanzaron la posición nacional nada pudieron hacer.
El Coronel Aquino, resultó herido en el combate y fue trasladado al Cuartel General donde fue ascendido por el Mariscal y el 19 de julio fallecía el ya General Elizardo Aquino.
En una reunión en el Cuartel General de Mitre, se decidió ocupar el territorio de Curuzú mediante una operación combinada de fuerzas navales al mando del Almirante Tamandaré y terrestres comandadas por el Barón de Porto Alegre. Se fijó como fecha de la operación el 29 de agosto con la participación de unos 10.000 hombres.
López, una vez en conocimiento de estos hechos dispuso se organice un ataque a Curupayty con dos objetivos: primero evitar un desembarco aliado en ese punto y segundo dar tiempo para la fortificación de la defensa en Curuzú, que se hallaba a 2.000 m. al sur de Curupayty.
El 1º de setiembre embarcaron las tropas aliadas de Itapirú en dirección de Las Palmas, puesto situado en la orilla opuesta de Curuzú. Al día siguiente, la escuadra abrió fuego sobre posiciones paraguayas, cuyos ocupantes incendiaron el monte para cubrir su retirada. Durante el desembarco aliado, varios acorazados se adelantaron para bombardear Curuzú y Curupayty, pero fueron alcanzados por las baterías allí apostadas. Quedaron fuera de combate el "Rio de Janeiro" y el "Ibahy".
Al amanecer del 3 de setiembre la artillería paraguaya bombardeó las posiciones enemigas, siendo contestado el fuego. Seguidamente, los brasileros lanzaron el primer ataque que les costó 750 hombres.
Porto Alegre, convencido de lo inconveniente que sería otro ataque frontal, decidió hacerlo por el ala izquierda y por la retaguardia, lo cual causó asombro en los defensores paraguayos, quienes fueron desbandados y las posiciones ocupadas por el enemigo.
Este accionar del batallón paraguayo irritó a López, quien mandó fusilar a varios jefes y oficiales y degradó a otros al grado de Sargento.
López había remitido a Mitre una invitación para una entrevista entre ambas líneas enemigas. Luego de la aceptación de Mitre, la reunión tuvo lugar a las nueve de la mañana del día 12 de setiembre de 1.866. La misma tuvo una duración de cinco largas horas, en las cuales no se sabe el detalle ni el tenor de las conversaciones entre ambos caudillos.
Al día siguiente de concluida la entrevista, Mitre envía a López una nota en la que responde con el rechazo de los jefes aliados a la iniciativa de conciliación del jefe paraguayo. El Mariscal, por tanto, agradecía a Mitre el haber asistido a la reunión y lamentaba que no se haya podido poner fin a una guerra en la que ya se había vertido bastante sangre.
Ante la decisión enemiga de no dirigirse inmediatamente al ataque contra Curupayty, lo cual habría sido para ellos ventajoso, López ordenó la inmediata fortificación de dicha zona, obra que concluyó el 21 de setiembre con el trabajo de toda la guarnición, compuesta de 5.000 hombres. El informe de la obra concluida de parte del General Diaz, recibió el Mariscal López ése mismo día e inmediatamente ordenó al ingeniero Thompson para que inspeccionara la fortificación y elevara un informe técnico sobre la misma. El comisionado concluyó que la obra era fortísima y que podría ser defendida con ventaja.
La posición fue artillada con 49 cañones más 13 piezas que fueron ubicadas sobre la costa del río, y otras dos en el ángulo de la trinchera, en su flanco derecho. Curupayty estaba defendida por las tres armas con un total de 5.000 hombres.
El 17 de setiembre era la fecha previamente fijada para el ataque enemigo, pero debido a inclemencias del tiempo fue pospuesta para el día 22 de setiembre a las 07.00 horas.
Los atacantes se preparaban con una fuerza de más de 20.000 hombres al mando del General Mitre, Comandante de las Fuerzas Aliadas. Pasado las 7.00 horas del día señalado se movió la escuadra brasileña con sus 22 barcos y 101 piezas de artillería, iniciando su acción con un intenso bombardeo, desde una distancia que no era alcanzada por nuestros cañones. Poco después de haberse iniciado el bombardeo, la artillería terrestre aliada iniciaba un intenso cañoneo sobre los puestos avanzado de nuestra trinchera que, después de soportar el fuego de ambas artillerías, durante 4 horas, se replegaron a la posición principal. Después del medio día, el Almirante Tamandaré informaba a las fuerzas terrestres que la misión estaba cumplida, interrumpiéndose el fuego de la escuadra hacia el frente de Curupayty, para concentrarlo sobre las baterías ubicadas sobre el río.
El esfuerzo principal del ataque llevaban las dos columnas del centro que sufrieron el fuego de la artillería paraguaya desde que se pusieron en movimiento que además debían soportar los inconvenientes ocasionados por el terreno cubierto de agua, y a pesar de todo se dispusieron para lanzarse al asalto sobre las posiciones, consiguiendo alcanzar la línea principal de resistencia, pereciendo todos los que hasta allí llegaban. La batalla terminó a las 16 horas con rotundo éxito para las fuerzas paraguayas.
Situación interna de los aliados después de Curupayty
Concluida la batalla de Curupayty con una terrible derrota de las fuerzas aliadas, el Mariscal López envió dos regimientos de Caballería para atacar a Flores, quién se había internado con 3.000 hombres de Caballería, pasando por el estero Bellaco y cruzando el Paso Canoa, donde se encontró con un puesto de 20 hombres a quienes derrotó matando y tomando prisioneros, estableciéndose allí y después envió un regimiento que avanzó hasta San Solano.
Flores, en conocimiento del fracaso de los Aliados y de la marcha de los regimientos de Caballería paraguaya que iban a su encuentro, se retiró de vuelta a Tuyutí, adonde también fueron embarcados los batallones argentinos. El segundo cuerpo del Ejército brasileño con Porto Alegre, quedó en Curuzú.
El Comando enemigo buscaba la forma de vengar la derrota, procurando obtener una victoria y para dicho efecto combinó las fuerzas terrestre y navales con miras a tomar Humaitá.
Como consecuencia de la derrota aliada se produjo una verdadera conmoción en los países de la alianza, inculpándose mutuamente los altos mandos de la responsabilidad del desastre. En el Brasil nombraron al Marqués de Caxías como Comandante en Jefe de las fuerzas navales y terrestres brasileñas, para evitar controversias entre los jefes que ejercían independientemente los comandos.
El General Flores fue reemplazado por el General Castro al ausentarse aquel a su país, por motivos políticos.
Los argentinos no pudieron aumentar sus efectivos, pues hubo un levantamiento en Mendoza en contra de Mitre al que tuvo que hacer frente ya que el mismo peligraba su estabilidad en el gobierno.
Muerte del General José Eduvigis Díaz
Con intenciones de conocer la posición y el número de buques que formaban la vanguardia de la escuadra aliada, el Mariscal López comisionaba a grupos de soldados de su confianza para obtener información exacta, pero como hubo mucha contradicción en los informes, el General Díaz quiso complacer a su jefe, para lo que se dispuso realizar una investigación personal, para el efecto, junto al Teniente Alvarez y otros embarcó en una canoa a las 09.00 horas del día 26 de enero de 1.867, ya cerca de la escuadra enemiga anclaron para pescar y observar a la vez, pero inmediatamente una bala de artillería lanzada por la escuadra enemiga explotó sobre ellos, hiriendo a dos oficiales ayudante y a él le partió una de las piernas, la que fue amputada por el médico, para evitar una gangrena pero, a pesar de todas las atenciones recibidas, falleció el 7 de febrero de 1.867.
El Mariscal López visitaba con mucha frecuencia al General Díaz en su lecho de enfermo y éste ya moribundo encomendó al entonces Capitán Bernardino Caballero, a fin de que sea elegido para las misiones más difíciles de la guerra, cuyo deseo fue cumplido. En reemplazo del General Díaz fue nombrado como Comandante de Curupayty, el Coronel Paulino Alén.
Avance de una columna brasilera hacia el Apa
En el mes de mayo de 1.867, una División de 5.000 hombres, al mando del Coronel Comisao que venía de Matto Grosso internándose en el Paraguay, alcanzó el río Apa y al cruzar dicho río fue rodeada por nuestras fuerzas, las que casi exterminaron a la división cuyos abastecimientos y armamentos fueron totalmente tomados.
Al enterarse el Mariscal López de dicha situación, envió dos compañías del Batallón 12 y el Regimiento 21 de Caballería, bajo las órdenes del Teniente Coronel Blas Montiel y el Mayor Crescencio Medina, con la misión de rechazar la invasión. Esta operación tuvo una duración de 30 días y la misma fue dirigida inteligentemente por el Teniente Coronel Blas Montiel y el Mayor Martín Urbieta, quienes al cerciorarse de la supremacía enemiga, emprendieron la retirada, pero de trecho en trecho sin que pudiera ser alcanzada por las fuerzas enemigas, atrayendo a éstas hasta el sur del río Apa, circunstancias éstas que motivaron la impaciencia además del cansancio de las fuerzas enemigas, que resolvieron volver a sus bases.
Días después de producida la retirada brasileña, las fuerzas paraguayas atacaron los flancos y el frente de los mismos consiguiendo detenerlos, situación aprovechada por la infantería amiga para descargar fuego desde las isletas y bosques cercanos, causando estragos en las filas adversarias. Ante ésta situación el Coronel Comisao dispuso continuar la retirada con la artillería y el ganado disponible en medio de la marcha, para evitar que sean tomados por los nuestros. Luego de unos días aparecieron sobre sus flancos algunos pelotones de Caballería paraguaya y mientras los brasileños los enfrentaba, otro dos escuadrones paraguayos se metieron entre la Infantería brasileña siendo la lucha a sablazos, consiguiendo dispersar los ganados y el convoy de carretas.
Esta operación relámpago que fue un rotundo éxito, puso fin a la campaña de invasión por el río Apa. Posteriormente los brasileños organizaron otra expedición a Corumbá donde llegaron al día siguiente, siendo violentamente repelidos por los enfermos hospitalizados que motivó el retorno del enemigo a su punto de partida.
Desde el 20 de mayo de 1866, los aliados no avanzaron un solo metro y durante 14 meses estuvieron inactivos, éste hecho desesperó a los componentes aliados.
Recién el 22 de junio de 1867, los aliados reiniciaron sus operaciones con la marcha a Tuyú – cué. Mitre tuvo que abandonar momentáneamente el mando por la sublevación en contra suya en Mendoza, encargando a su reemplazante, el General brasileño Caxías, la ejecución del siguiente plan:
Efectuar la marcha sobre el flanco izquierdo de la fortificación enemiga, siguiendo la dirección de Tuyutí-Paso Canoa- Tuyú-cué.
Reducir cualquier fuerza enemiga, situada fuera del frente fortificado.
Disponer de fuerza adecuadas en Tuyú-cué como para forzar y reducir en la parte más conveniente la fortificación del cuadrilátero, para luego cercar a Humaitá. Para éste efecto, mientras se realizaba dicha operación, el II Cuerpo brasileño, reforzado por algunas unidades argentinas, debía atacar frontalmente las fortificaciones de Estero Bellaco.
El ataque del II Cuerpo de Ejército y de las unidades argentinas, tenía por objeto facilitar la operación sobre el cuadrilátero y asedio a Humaitá, obligando a los paraguayos soportar ambos ataques a la vez, sin posibilidades de conseguir refuerzos simultáneos para ambos frentes atacados.
El Mariscal López, por su parte reforzó Chichí con artillería, la que en combinación con los fuegos de la artillería de Curupayty, bombardeaba Curuzú. Ubicó su reserva, compuesta de 7 batallones y 2 regimientos de Caballería, además de 30 cañones, en Paso Pucú, como para disponer con elementos de contraataque, en caso de ruptura del amplio frente fortificado.
El 22 de junio de 1.867, el General Caxías se movió con dirección a Tuyucué, con una fuerza de casi 39.000 hombres de las tres armas. El Comandante de la vanguardia era el General Osorio con una buena caballada, quedando el General Porto Alegre en Tuyutí, con 13.000 hombres. El grueso del ejército aliado, que había cruzado el Estero Bellaco por el paso Canoa chocó con una fuerza amiga destacada para ocupar dicho paso. El combate fue breve, porque los nuestros al darse cuenta de la superioridad enemiga, optaron por retirarse a sus posiciones, después de haber ocasionada algunas bajas a las fuerzas enemigas, percance que motivó al grueso de la tropa enemiga llegar a Tuyucué recién el 29 de junio.
Antes de esa llegada, el General Mitre volvió al teatro de operaciones y reasumió de inmediato el Comando de las Fuerzas Aliadas.
Ocupado Tuyucué, el Comando aliado destacó algunas unidades hacia el oeste, frente a las fortificaciones paraguayas de Espinillo, instalando sus puestos avanzados en Puerto Guayabí, a dos kilómetros de Espinillo, además instalaron otro puesto en San Solano, situado a 5 Kilómetros del camino real a Asunción, desde donde enviaban patrullas de reconocimiento y exploración en toda la extensión de su frente.
Las fuerzas terrestres enemigas habían dado cumplimiento al plan aliado, pero la escuadra aún no se había movido del lugar donde fondearon en Curuzú, motivo por el cual Mitre, a su regreso, llamó la atención a Caxías y dispuso que se cumpliera cuanto antes el plan establecido, porque los barcos paraguayos navegaban tranquilamente por el río Paraguay, transportando abastecimientos, personal y material bélico, mientras los aliados eran abastecidos solamente por vía terrestre con convoyes de 25 a 30 carros y una porción de mulas, custodiados por unidades de Infantería y Caballería, de Tuyutí a Tuyucué. Ante ésta situación, el Mariscal López dispuso que el Capitán González, al frente de un escuadrón ejecutara un golpe para adueñarse del cargamento transportado.
En la noche del 10 de agosto de 1.867, se hallaba apostado frente a su escuadrón en el Paso de Estero Bellaco, esperando el momento oportuno que, se produjo recién al día siguiente, a las 07.00 horas en que se produjo el asalto, dando muerte a los conductores y capturando las carretas y mulas con sus respectivas cargas, llevándolas de inmediato a Paso Pucú, por el Paso Satí para evitar su persecución por refuerzos enviados por el enemigo desde Tuyutí o Tuyucué.
Para evitar otras situaciones como ésta, el General Mitre ordenó al General Caxías para que diera cumplimiento a la orden de forzar la escuadra naval el paso de Curupayty.
Forzamiento del Paso Curupayty
Mitre dispuso que el 12 de agosto de 1.867 se ejecutara la acción pero Ignacio, jefe de la flota brasileña, la realizó tres días después de la fecha fijada, o sea el 15 de agosto, día de Nuestra Señora de la Asunción. A las 07.30 horas de ese día la escuadra estaba dispuesta en orden y forzaron el paso por el río ante las fortificaciones de Curupayty. Los cañones allí emplazados consiguieron dañar de consideración a algunos de los acorazados, especialmente al Tamandaré, donde fue herido el Comandante y 14 tripulantes, debiendo ser remolcada por otras embarcaciones, pero la escuadra brasileña consiguió su objetivo. En ésta operación quedó demostrada la gran diferencia en las potencias de armas utilizadas, a favor de los aliados.
Ignacio y los comandantes de los acorazados estaban intranquilos, lejos de su antiguo ancladero, frente a Curuzú, porque temían posible operación paraguaya que les dejasen aislados, motivo por el que en fecha 23 de agosto solicitaron volver a la antigua base, concedida por Caxías por nota del 26 de agosto. Enterado Mitre, protestó enérgicamente y, al día siguiente, emitió una orden para que la escuadra permaneciese en su nuevo fondeadero en espera de órdenes.
Según Ignacio, la escuadra se detuvo al sur de Humaitá en espera de la llegada de unos monitores desde el Brasil, mientras cinco acorazados cañoneaban el fuerte de Humaitá durante cinco meses , tomando por referencia la torre de la iglesia, mientras otros tres acorazados anclaron no lejos de Curupayty, bombardeándolo por la retaguardia.
López, inquietado por la presión que ejercía el ejército aliado, ordenó al Coronel Alén entregar el mando de Curupayty al Capitán Pedro V.Gill, y que él pasara a Humaitá, transportando los cañones de mayores calibres. Estas piezas, a medida que el ejército paraguayo iba retirándose, eran conducidas y utilizadas para bombardear a la escuadra desde las costas mas ventajosas, siendo así constantemente trasladadas de un lugar a otro, así como en Timbó, Fortín y Angostura.
López, ante la imposibilidad de detener al ejército aliado, que amenazaba cercarlo, cortando sus comunicaciones, resolvió preparar su retirada. Para ese efecto mandó explorar el Chaco, comisionando al entonces Coronel Bernardino Caballero.
La unidad exploradora alcanzó Timbó, situado al norte y a 15 kilómetros de Humaitá, allí desembarcó y se internó por el Chaco, abriendo camino desde ese lugar hasta Monte lindo, paraje situado a 10 kilómetros al norte de la desembocadura del río Tebycuary, donde instaló su campamento y cuando éste estuvo concluido, se establecieron postas de distancia a distancia. Con esto, se contaba con el terreno preparado por donde se llevaría a cabo la retirada, la que sería ejecutada en el momento oportuno, para esquivar el cerco enemigo y salvar el grueso del ejército paraguayo.
Enterado el Mariscal López que el enemigo efectuaba grandes concentraciones de tropa al mando del Barón del Triunfo, supuso que dichas fuerzas ocuparían e interceptarían el paso del arroyo Hondo, con la intención de capturar los ganados destinados al consumo de las fuerza paraguayas o impedir su conducción.
Inmediatamente dispuso que el Mayor Páez con el regimiento 21 marchara a ocupar una posición conveniente, desde donde podría observar y defender el Paso, a fin de impedir que el enemigo interceptara el camino a Pilar.
Páez se estableció en las proximidades de la isla Tayí, donde fue sorprendido y derrotado, razón por la cual fue reemplazado por Bernardino Caballero. Este, con su regimiento 8 y 31, a las órdenes del Capitán Matías Goiburú partió el 3 de octubre desde sus posiciones y avanzó hasta las proximidades de la Isla Tayí, en donde se ubicó previo reconocimiento del terreno.
El comandante enemigo que había observado el desplazamiento, envió algunas unidades para enfrentarlo, siendo todas ellas rechazadas, luego envió una fuerza mayor, compuesta de dos escuadrones apoyados por un regimiento de Caballería que nuevamente fueron derrotados. Ante la amarga situación, el comandante enemigo decidió enviar mayor cantidad de batallones frescos, que fueron a ocupar las isletas que bordeaban el bosque que ocupaba Caballero. Entonces, éste jefe, viendo abatida sus posiciones con intenso fuego, ordenó la retirada. En dicho momento fue atacado por la Caballería enemiga a la que rechazó y dispersó, quedando dueño del campo.
El marqués de Caxías, debido a la nueva derrota de su caballería, dispuso que 5.000 hombres de la misma arma, ocuparan la llanura comprendida entre la orilla de la laguna Hermosa y el lugar denominado Tatayibá, situado a 5 kilómetros al este de Humaitá.
El Mayor Bernardino Caballero, con seis regimientos de Caballería, como de costumbre, el 21 de octubre se dirigió hacia los campos cercanos a la orilla de la laguna Hermosa, en donde desmontaron los jinetes para hacer pastar sus caballos, sin quitarles las monturas y quedando cada uno al lado de su montado, mientras, como medida de seguridad, fue destacado el Capitán Ángel Castillo con su regimiento para proteger y cubrir a los demás regimientos. Este se adelantó y en las cercanías de Tatayibá, los brasileros que se hallaban escondidos en los bosques e isletas, lo acorralaron sorpresivamente, ultimándolo.
Otra columna brasileña avanzó rápidamente para abatir a Caballero, pero éste, ya informado del movimiento enemigo, organizó sus unidades y adoptó el dispositivo correspondiente para enfrentar al caballería enemiga que llegaba al galope, con sus sables en alto contra quienes se batieron heroicamente sin perder en momento alguno la organización de sus unidades, rechazando las cargas sucesivas del enemigo, obligados a retroceder unos centenares de metros. Transcurría ya 4 horas de lucha enconada, cuando apareció una nueva columna enemiga, compuesta de varios regimientos, atacando por la retaguardia y acorralando de ésta manera a las fuerzas de Caballero.
Ante tal situación, Caballero dispuso realizar una maniobra de distracción en la que el enemigo creyó que realizaría un ataque frontal para luego bruscamente buscar el ala izquierda y abrirse paso a sablazos hasta llegar cerca de Humaitá, donde la artillería allí apostaba ya podría cubrirlos.
Para defender la entrada del Potrero, se designó al Capitán José González con 300 hombres, quien una vez en el lugar indicado inició la rápida construcción de una trinchera.
El Mayor Franco fue destinado con 600 hombres para cubrir Laurel, desde donde también podía accederse a Potrero.
Los aliados, mediante patrullas de reconocimiento ubicaron la posición de González y el Comando dispuso que el General Mena Barreto, con 5.000 hombres bajo su mando, conquistara dicha posición. Así, el 28 de octubre de 1.867, atacaron por el monte, pero ante el incesante fuego de defensa de la artillería paraguaya, se vieron obligados a continuar avanzando por fuera del monte.
Cuando llegaron a las posiciones de la defensa, las fuerzas de la nación ofrecieron feroz resistencia, pero ante la abrumadora supremacía numérica del enemigo debieron replegarse, no sin antes causar estragos en filas del adversario.
Al día siguiente, el 29, Caxías ordenó el avance en dirección a Tayí. Esta acción provocó inquietud en López, quien sabía que una eventual ocupación de dicha zona por fuerzas aliadas significaría que quedaría cortada la comunicación del ejército paraguayo vía fluvial.
El Mariscal, ante el inminente avance de los aliados ordenó a Thompson la edificación de trincheras de manera a realizar una eficiente defensa de Tayí. Para dicha operación designó al Capitán Ríos con 400 hombres y tres piezas de artillería.
La comitiva llegó a Tayí al atardecer del 1 de noviembre y las construcciones se iniciaron esa misma noche. Pero, antes de finalizadas las edificaciones fueron atacadas por Mena Barreto, quien traía consigo 6.000 hombres y 14 piezas de artillería.
Ante la sorpresiva presencia aliada, las fuerzas nacionales emprendieron la retirada siendo perseguidos y cruelmente exterminados.
Sin embargo, la lucha proseguí, pues el "Olimpo","Yporá" y el"25 de Mayo", habían anclado en la costa del río para prestar apoyo a la infantería, y si bien esta emprendió la retirada, los buques seguían abriendo fuego sobre el enemigo, pero la alegría se vio truncada por cañones aliados que lograron hundir a dos barcos, pudiendo escapar el "Yporá".
Conseguida la ocupación, los brasileros fortificaron allí sus tropas y enviaron a San Solano y a los alrededores unos 1.000 hombres de manera a repeler posibles ataques paraguayos.
López, decide ejecutar una misión de ataque a Tuyutí, base de operaciones de los aliados, pues de ésta manera conseguiría librarse del cerco ya casi completado que le hacían las tropas enemigas.
En fecha 2 de noviembre, López reúne a sus comandantes y les explica el curso de acción a seguir. La operación debía realzarse al amanecer del día siguiente, siendo el jefe de la misma Barrios, quien contaba con 9.000 hombres organizados en la forma siguiente:
Infantería: cuatro brigadas de cuatro batallones cada una.
Caballería: dos brigadas compuestas cada una de dos regimientos.
Las brigadas de infantería eran comandadas por el Teniente Coronel Manuel Jiménez, el Comandante Eugenio Lezcano, el Comandante Luis González y el Mayor Juan Fernández, mientras que de las brigadas de caballería quedarían bajo el mando del Comandante Bernardino Caballero y el Mayor Valois Rivarola.
De esta manera, a las 04:30 horas del día indicado, el Mariscal dio la señal para el inicio de la operación. Al mismo tiempo, el Coronel Roa ordenó a los Mayores Rodas y Gamarra a que adelanten sus batallones y abran fuego sobre el enemigo de manera a distraerlos de la acción principal. Barrios por su parte, avanzaba por detrás con una fuerza de apoyo.
Caballero siguió el camino de Paso Satí, avanzando rápidamente y con la suerte de que la guardia aliada se hallaba durmiendo y no se percataron de inmediato de la presencia paraguaya. La infantería por su parte, había llegado al lugar indicado e inició su ataque al grito de ¡Viva Paraguay! Al mismo tiempo que avanzaban, quemaban el campo y el fuego alcanzaba los polvorines enemigos que explotaban sin cesar.
Así, tomaron la primera línea y avanzaron a la segunda, cuyos ocupantes huyeron raudamente hacia el P. C. de Caxias. También se retiraron hacia Itapirú los batallones de vanguardia que se encontraban en el campo. Conquistada esta segunda línea, el Mayor Bullo clavó la bandera tricolor en el campo, siendo posteriormente herido por un rifle.
La caballería, tomó las trincheras enemigas en sueño y se abrió paso a sablazos. El enemigo exhibió la bandera blanca de rendición, pero al no obedecer las órdenes de Caballero de tirar las armas al suelo, éste dispuso se continuara el combate, tiñendo las trincheras enemigas de un vivo rojo sangre. Caballero ordenó el cese de la lucha cuando el adversario tiro todas sus armas al suelo.
Las posesiones de los paraguayos hechas del campamento enemigo fueron cuantiosas, pero lastimosamente el botín más importante, un cañón Whitworth fue abandonado al trancarse en un estero. López se molestó por este hecho y entonces el General Bruguez partió para recuperar el cañón con dos batallones y 12 yuntas de bueyes.
Bruguez, al llegar al punto en el que quedó el cañón, notó que los brasileros con muchos bueyes trataban de rescatarlos. Éstos, a su vez, al percatarse de la presencia paraguaya se refugiaron en sus trincheras, desde donde abrieron fuego sobre las tropas de Bruguez. Pero, los paraguayos sin importar la lluvia de balas sobre sus cabezas, continuaron con la misión logrando rescatar el precioso botín.
La pieza de artillería fue desplazada a Curupayty, desde donde abrió fuego sobre la escuadra aliada, que ante las averías sufridas por el "Belmonte", optaron por buscar otra posición. Al día siguiente, el cañón fue trasladado a Espinillo, desde donde siguió haciendo fuego sobre las tropas enemigas con el apoyo del "General Díaz".
El comando aliado acampado en Tuyucué, al recibir la noticia del ataque a Tuyutí, envió a los Generales Hornos y Victorino, quienes al llegar al campo inmediatamente arremetieron contra la caballería paraguaya.
Las tropas paraguayas decidieron retornar a la base, uniéndose en Yatayty Corá con los hombres de Barrios.
Sin lugar a dudas, la retirada se produjo luego de cumplida cabalmente la misión encomendada a los jefes que participaron de la operación, lo cual les valió a todos ellos un merecido ascenso.
Es notable la incuestionable capacidad estratégica del Comandante en Jefe del Ejército paraguayo. El Mariscal sabía que se encontraba lentamente acorralado por las tropas aliadas que no cedían en la ocupación de Tayí.
Dadas esas condiciones, López designó al Coronel Caballero la tarea de trasladarse a Timbó (Chaco Paraguayo), siempre cubierto por el monte. Del mismo modo poco a poco fue reduciendo la extensión de su defensa, para en el momento más oportuno emprender la retirada por la margen derecha del río Paraguay.
Había ordenado también el traslado de varias piezas de artillería, transporte realizado con ayuda del "Tacuary" e"Ygurey".
Cuando los aliados comenzaron su desplazamiento hacia Tuyucué, el Comandante Núñez recibió la orden de trasladarse a Tebicuary, levantar trincheras y encargarse de la remisión de correspondencia y ganado por la nueva vía del Chaco.
La historia de Villa del Pilar
El 20 de setiembre de 1.867, el Barón de Triunfo atacó la Villa del Pilar con ayuda de la Legión paraguaya.
Este lugar era ocupado por heridos y enfermos, totalizando unos 260, quienes bajo el mando del compatriota Simón Antonio Villamayor e Isidrio Ayala opusieron gran resistencia hasta ser reducidos por la superioridad numérica del enemigo.
Villamayor, una vez rodeado e intimado a rendirse, exclamó "Mientras conservé en mi mano esta espada que me ha confiado la Nación para defenderla, no me he de rendir…", momento en el cual una bala de fusil acabó con su vida. Los otros 40 sobrevivientes se retiraron a orillas del río.
Los aliados, una vez posesionados del lugar, saquearon todo cuanto a su paso se encontraba haciendo alarde de la victoria obtenida. Pero, su alegría no duraría mucho tiempo. El "Pirabebé" aparcó 400 m. al sur de Pilar y desembarcaron400 hombres bajo el mando del Teniente Felipe Osorio y el Alferez Pedrozo, quienes efectuaron de inmediato un ataque sobre los brasileros, siendo apoyados por cañonazos del mencionado barco.
De esta manera, los brasileros huyeron y Pilar volvió a manos paraguayas, aunque un mes más tarde, sería reconquistada por los brasileros bajo el mando nuevamente del Barón del Triunfo.
Tras la muerte de Don Marcos Paz, Vicepresidente de la Argentina, el Presidente, General Don Bartolomé Mitre, debió regresar de inmediato a Buenos Aires, para lo cual dejó al mando nuevamente al Marqués de Caxias, pero ahora de manera definitiva.
Caxias, estaba decidido a dar pronto término a la guerra que ya se había prolongado en demasía. En aquellos momentos, el ejército de López alcanzaba apenas unos 15.000 hombres, mientras los aliados disponían de más de 50.000.
Acción sorpresiva sobre una columna de reconocimiento
López, atento siempre a toda la maniobra del enemigo, se percató que todas las mañanas los argentinos enviaban desde Tuyucué patrullas de reconocimiento.
Dadas las condiciones necesarias del terreno para una operación de ataque, el Mariscal ordenó al Capitán Urbieta que ocupara con una compañía de infantería una isleta y con otra un pajal. De esta forma y con el apoyo de un Escuadrón de Caballería se atacaría simultáneamente la retaguardia enemiga.
El 17 de Febrero de 1.868, como todos los días la columna argentina del Comandante Giribone realizaba tareas de reconocimiento, apoyados desde la costa del estero por 25 hombres de caballería del Comandante Falcón.
La tropa Giribone al cruzar frente a la isleta ocupada por los paraguayos, fue agredida por intensos fusilazos que causaron la muerte de numerosos adversarios. Por su parte, Falcón al acudir en ayuda de Giribone fue también víctima del ataque de la otra compañía paraguaya apostada en el pajal. Giribone, entonces, regresa para apoyar a Falcón pero es interceptado por una parte de los hombres apostados en el pajal.
El enemigo, asediado como estaba, se vio imposibilitado de reorganizarse para prestar una resistencia más digna y en ese momento cae con todo el escuadrón de caballería que a sablazos ultima a los pocos que aún quedaban en pie en filas del adversario.
Resultado final: gloriosa victoria paraguaya, muerte de Giribone, 80 bajas enemigas y el Comandante Falcón resultó gravemente herido.
El 19 de Febrero de 1.868, mientras se desplazaba en su coche, fue asesinado en Montevideo el General Venancio Flores, causante principal del conflicto en cuestión.
Caxías, ordenó el ataque a la Cierva con una fuerza de 800 brasileros. El lugar por su parte, se hallaba defendido por 500 hombres y 9 piezas de artillería bajo el mando del Mayor Olabarrieta.
El primer ataque se produjo el 19 de febrero de 1.868 (mismo día del forzamiento del Humaitá), pero los brasileros fueron acribillados por la efectividad de la artillería defensora. Así, enviaron la segunda, la tercera y la cuarta columna al ataque, siendo todas ellas rechazadas por los paraguayos.
Cuando el enemigo ya se retiraba, un soldado comunicó a Olabarrieta que se acabaron las municiones, y al ser esto escuchado por los brasileros, retornaron para un nuevo ataque. Vana fue esta acción, pues el jefe paraguayo ya había ordenado a sus tropas el embarque a bordo del "Tacuary" e "Ygurey", desembarcando posteriormente en el campamento de Humaitá.
López, al verse aislado en sus comunicaciones fluviales, orden vía telégrafo al vicepresidente Sánchez para que proceda a la evacuación de la Capital, quedando ésta bajo el resguardo del Ejército.
Así, Sánchez decretó la evacuación obligatoria, el traslado de los habitantes de la ribera del río y trasladó a Luque todas las oficinas públicas, designando a esta ciudad Capital Provisoria de la República.
Para la ejecución de la retirada del ejército por el Chaco, López mandó instalar una batería en la embocadura del Tebicuary y otra en Monte Lindo, como puntos de apoyo a los movimientos.
Diez y ocho días luego del paso hacia la otra margen del río Paraguay, el enemigo atacó las líneas de Sauce y del Espinillo. El General Argollo conquistó Sauce tras una hora de lucha, pero con 300 bajas en sus filas. Los defensores sobrevivientes huyeron hacia Paso Pucú.
Espinillo por su parte, fue blanco de las tropas comandadas por el General Osorio, quien tras sufrir numerosas bajas optó por retirarse.
Los aliados cerraron luego el único camino para salir de Humaitá hacia el Chaco, quedando de esta manera el mencionado fuerte en las peores condiciones concebibles. De esta manera, la única fuerza de la resistencia paraguaya era el Coronel Paulino Alén, quien contaba con 3.000 hombres y 200 piezas de artillería.
Los acorazados brasileros desplazaban a las tropas del Coronel Barros Falcao y desembarcaron en Yuasy´y. Como ese lugar era ocupado por el Mayor Florentín y sus tropas, quien decidió atacar a los brasileros, los acorazados abrieron fuego obligando al jefe paraguayo a emprender la retira.
Posteriormente, el Capitán Zoilo González escogió 100 hombres de su unidad y fue en apoyo del batallón 7, al cual encontró en plena retirada. Luego de incentivar a las tropas paraguayas, avanzaron rápidamente para emprender un ataque frontal y violento sobre los brasileros, quienes, ante la agresividad presentada por los paraguayos, decidieron replegarse a sus bases, huyendo luego en sus acorazados.
Una vez informado Caxias del vaivén de pequeñas embarcaciones desde y hacia Humaitá, y presumiendo se trataba de una evacuación, ordena de inmediato el ataque al fuerte encomendado a 12.000 hombres bajo el mando del General Osorio, mientras las tropas porteñas permanecían atentas para atacar próximamente otro punto.
El ataque estaba dirigido hacia donde se encontraba el Coronel Hermosa con 46 piezas de artillería de distinto calibre. Éste, había instalado varios metros antes, algunas trabas. El 16 de julio de 1.868, Osorio y sus tropas avanzan hacia el punto indicado ante la atenta mirada de Hermosa quien aprovecha el momento en que el enemigo que varado en las trampas colocadas y abre el fuego de su artillería causando una verdadera masacre en filas enemigas.
Osorio, sin embargo, rehúsa a rendirse aún ante las pérdidas sufridas. Con este espíritu reorganiza sus tropas y dispone la preparación de varias columnas que atacarían sucesivamente hasta lograr quebrar la resistencia paraguaya.
Hermosa, ante la acción planteada por el enemigo y considerando la avería sufrida por su cañón del frente, ordena se instale otro cañón y se dispare hacia los hombres que trabajaban quitando los obstáculos del camino. Los hombres de Osorio, al ver volar cuerpos despedazados por los aires, huyen con miedo.
Con tan solo una hora de combate, Osorio solicita refuerzos, petición denegada por Caxias quien más bien ordena la retirada.
El Coronel Hermosa demostró en esta ocasión su excelente táctica tanto defensiva como ofensiva. El campo quedó con el paisaje de 3.000 cuerpos aliados muertos por la artillería paraguaya.
A este primer intento por conquistar Humaitá, siguieron otros hasta que se produjo la evacuación del fuerte quedando definitivamente en manos aliadas.
Luego de la caída de Humaitá, los aliados nuevamente en lugar de perseguir y exterminar a las cansadas tropas paraguayas que quedaban, permanecieron inactivos durante un mes entero. Los jefes aliados habían propuesto interceptar al General Caballero, quien se dirigía para el encuentro con López en Tebicuary, pero la petición fue denegada por Caxias.
¿Qué esperaba el Marqués de Caxias para actuar? Tenía todo a su favor: supremacía numérica, mejores armamentos, artillería moderna, apoyo de la poderosa escuadra imperial, etc. Sin embargo, no intentó siquiera perseguir a los últimos que quedaban en filas del ejército nacional. ¿Cuál era su intención? ¿Quería acaso prolongar sin razón aparente aquella sangrienta contienda? Los analistas coinciden al decir que un decisivo ataque aliado sobre las fuerzas de López hubiera dado por resultado el final de la guerra. O incluso, al detener a Caballero, éste no habría asistido a López en la defensa de Tebicuary. ¿Cuál era la verdadera intención del Comando Aliado? Cabe resaltar que ya tras la batalla de Tuyutí ya se les había presentado igual oportunidad, y nuevamente tuvieron la posibilidad de poner fin a la guerra persiguiendo al último bastión del ejército que huyó hacia Curupayty, pero no lo hicieron. ¿Es cierto que no lo hicieron por temor a las tácticas que López pudiera emplear? Pero, ¿por qué temer a López en aquellas circunstancias? En un momento dado, el ejército paraguayo estaba constituido por apenas 10.000 hombres, mientras que el aliado contaba con más de 50.000 ¿Estaríamos errados al afirmar que la intención de los invasores era más bien el exterminio de la República del Paraguay?
Es posible, que estos cuestionamientos no tengan ya respuesta a cerca de 150 años de concluida la guerra, pero vale la pena un análisis de estos planteamientos.
Mientras López se encontraba fortificando la defensa en Tebicuary, en la Asunción se gestaban reuniones de carácter secreto entre altos jefes militares y políticos de la zona. Entre ellos, figuraban los hermanos del Mariscal, Venancio y Benigno López, ejecutados ambos luego de ser hallados culpables de traición por un Tribunal de Guerra.
Pero la conspiración, era mucho más extensa. El capellán de la familia López, Padre José Acosta, debido a su cercanía con los parientes del Mariscal pudo enterarse de tales reuniones y no tardó en darse cuenta de la gigantesca proporción de la conspiración que se gestaba. Pronto fue arrestado por orden de los conspiradores, aunque hizo llegar una nota a Solano López, quien inmediatamente ordenó su liberación.
Al parecer, el verdadero descubridor de la conspiración fue el propio vicepresidente, quien de inmediato informó a López de los hechos ocurridos, llegando a manos de éste último una copia de un acta en la cual se estipulaba la entrega de la Asunción a manos aliadas sin oponer resistencia alguna. Todos los firmantes fueron ejecutados. Entre los mismos se hallaba el distinguido José Berges.
López decidió fortificar Pykysyry, debido a las ventajas que presentaba el terreno para ofrecer una eficaz defensa ante un eventual ataque aliado.
López, consiente de que el puente el arroyo Surubi´y era el único paso que pudiera utilizar el enemigo para atacar su ala derecha, destacó en el sitio un batallón de rifleros y el Regimiento Aca Verá a las órdenes del Teniente Coronel Roa, con la misión de enfrentar al enemigo.
La idea era que al ser avistado el enemigo sería atacado por unos 200 hombres, quienes después retrocederían motivando la persecución por parte del enemigo. Los aliados, al ver a ese grupo atacarían con confianza y de entre los montes saldría el batallón de rifleros abriendo fuego sobre el adversario.
El Barón del Triunfo, dispone que de la misión de tomar dicho puente se encargue el Coronel Machado. Así lo hizo, apoyado inicialmente con un intenso bombardeo, pero de todas maneras los paraguayos rechazaron el ataque.
Ante dicha resistencia, el Barón envía nuevamente a Machado al frente de la 5 División y al Coronel Pedra al frente de la 2º División, compuesta cada una de 4 batallones. La misión era conquistar el puente al precio que sea necesario. Se despacharon pues 3.500 hombres para hacer frente a 600 defensores. Ante tal desproporción en las fuerzas, los aliados consiguen el objetivo, pero los paraguayos previamente inutilizaron el puente.
Por lo antes mencionado, el 5º Batallón persigue a los paraguayos hasta encontrarse con las fuerzas del Aca Verá que abren un inmisericorde bombardeo sobre los mismos, obligándolos a huir desbandados. El Marqués de Caxias, en castigo a la demostración de cobardía de dicho batallón, decide disolverlo.
López, ordena al General Bernardino Caballero y al Coronel Valois Rivarola como segundo al mando de 3.500 hombres, apoyados por 12 piezas de artillería, para ocupar el puente del Ytororó y detener allí al enemigo.
El enemigo se movió de San Antonio a Villeta en la mañana del 6 con una vanguardia al mando del Coronel Machado. El grueso de las fuerzas aliadas estaba bajo el mando directo de Caxias.
Cuando el jefe aliado llegó a las alturas frente al Paso Ytororó se enteró de la ocupación por parte de los paraguayos y planificó su ataque. Mandó pues algunos batallones de su vanguardia para realizar combates dilatorios, pero ante la pérdida de numerosos hombres ordena la conquista del puente al Coronel Machado, quien a su vez designó al Comandante Valporto para ejecutar la operación, pero los paraguayos detienen su avance haciéndolos huir raudamente.
Machado reorganiza su tropa, es relevado por el Mayor Moraes, quien encabezando el ataque logra conquistar momentáneamente el objetivo. Posteriormente fueron desplazados nuevamente por los hombres de Valois Rivarola.
En otro intento, ahora bajo el mando del General Gurgeao, se ataca a los paraguayos, pero el jefe aliado muere en el acto, siendo reemplazado por Argollo, quien tampoco consigue avanzar.
Ya en su desesperación, Caxias ordena al General Bittencourt un ataque con 12 batallones. Éste, si bien logra avanzar es también desbandado por la efectiva batería paraguaya allí apostada.
La situación ya afectaba la propia dignidad de Caxias, quien enfurecido emprende él mismo un ataque frontal consiguiendo apoderarse de seis piezas de artillería pertenecientes a Caballero. Por tal motivo, Caballero, decidió replegarse teniendo también en cuenta la inminente llegada del General Osorio en apoyo a la ya numerosa tropa aliada. Seguida a ésta, se sucedió la Batalla de Avay, en donde las fuerzas del General Caballero sucumbieron luego de casi 10 horas de lucha, consiguiendo éste bravo jefe militar escapara, abriéndose paso a sablazos.
Acá, se desglosará las batallas que considero fundamentales en este punto: Piribebuy y Acosta Ñú.
Es sabido que Caxias dio por terminada la guerra a raíz de su victoria en Lomas Valentinas, en diciembre de 1.868
Él, desconocía que el Mariscal López al recibir aquel día de parte del General Caballero el informe del exterminio de nuestras tropas contestó:"No importa General, la guerra recién va a empezar"
El Mariscal Conde d’Eu reemplazó a Caxias en la conducción de la denominada Campaña de la Cordillera. Este nuevo comandante aliado esperó 7 largos meses para realizar movimientos, siendo su primer objetivo Piribebuy, en cuya plaza se apostaron niños y mujeres (1.600 en total).
La invasión aliada, en contraste a la resistencia que encontrarían, contaba para el ataque con 20.000 hombres. Ante las 12 piezas de artillería ligera con que se contaba para la defensa, los aliados utilizarían 40 cañones de artillería pesada.
Se produjo inicialmente un intenso bombardeo, seguido rápidamente del primer ataque. Posteriormente se produjo un segundo asalto, pues el primer grupo fue diezmado por acción de la artillería instalada para la defensa. Sin embargo, el segundo grupo no tuvo más suerte que el primero y fue rechazado con numerosas pérdidas.
En un tercer ataque, el General Mena Barreto se adelanta para efectuar la misión y el Capitán paraguayo Solalinde, ordena al mejor tirador a eliminar a dicho jefe enemigo. El disparo, efectuado por el cabo Gervasio León, quedó en la historia de la guerra por la caída de aquel general y el posterior desbande de todo el ejército enemigo.
A las 11 de la mañana la resistencia seguía en pie, luego de ocasionar cientos de bajas al enemigo, cuyo torpe jefe no entendía que su técnica de ataque no daba resultado positivo. Recién pudieron cantar victoria, tras eliminar físicamente al último de los que oponían resistencia.
Al intimar a uno de los jefes de la resistencia, ya capturado, a que diga "Me rindo" la respuesta fue digna del soldado más heroico:"Esa palabra no pronuncia un jefe paraguayo"
Sin lugar a dudas, acá se notó la sed de sangre del nuevo jefe aliado, quien ordenó el degollamiento de todos los sobrevivientes, todos ellos heridos y en mal estado.
Esta batalla es la historia de un pueblo que rehúsa ceder su soberanía a unos vulgares invasores. La fecha de tan gloriosa epopeya es el 16 de agosto del año 1.869
Luego de la partida del ejército nacional de Azcurra, un grupo quedó a cubrir la retaguardia. Éste, estaba compuesto de niños de 12 a 14 años y era comandado por el General Bernardino Caballero.
En las primeras horas de la mañana, Caballero advirtió que el enemigo amenazaba su posición en considerable número. Inmediatamente, advirtió al Mariscal quien encabezaba la retirada en proceso y este respondió con la orden de detener el avance enemigo.
La columna infantil, compuesta de unos 4.500 niños, ni siquiera pudo realizar el más mínimo intento de defensa ante el aplastante ataque aliado. Aún así, aguantaron la embestida como pudieron. Cuando eran cerca de las ocho de la mañana, el Centauro de Ybycuí recibió un ataque por todos los flancos de 20.000 tropas aliadas.
Caballero y su columna resistieron todo cuanto pudieron, siendo luego rodeados y en un último intento para evitar la muerte de sus tropas, inicia un ataque frontal con el ímpetu propio de la raza guaraní, bajo el lema de "Vencer o Morir"
Así, con la muerte de 2.000 almas de niños y más de 1.000 heridos culmina esta batalla.
En este territorio, culmina la denominada "Epopeya de los Siglos", "Guerra Grande" o simplemente "Aniquilación de la población paraguaya", y tal como lo estipulaba el tratado que dio origen al conflicto, solo terminó el sangriento combate con la muerte del más grande estratega militar con que contó la patria para su defensa, el Mariscal Francisco Solano López.
El contingente paraguayo reunido en Cerro Corá, donde se asentó el Cuartel General de López, apenas alcanzaba los 1.000 hombres, quienes una vez instalados en el lugar fueron posicionados según las indicaciones del Mariscal, mas no para dar una defensa, ya imposible en aquellos momentos, sino para evitar ser atacado de sorpresa y asesinado a mansalva.
El hambre causaba ya estragos entre aquellos patriotas soldados y por ende, el Mariscal despacha al General Bernardino Caballero en busca de cualquier animal que pudiera arrear para la supervivencia. La expedición se llevaría a cabo en las cercanías de Matto Grosso y para ello el hábil General contaba con 40 hombres, con los cuales partió el 12 de febrero de 1.870
Así, llegó aquel fatídico día del 1 de marzo de 1.870, que será siempre recordado en los libros de historia del mundo entero, porque aquel día se puso punto final a una guerra sangrienta de 5 largos años de duración.
Aproximadamente a las 07:00 de la mañana, mujeres que tenían a su cargo la guardia en la entrada al fuerte comunicaron al Mariscal que dicha posición cayó en manos enemigas. Al penetrar el enemigo en el campamento nacional, dicen que se oyó la voz del Mariscal diciendo "… ¡¡¡A las armas todos!!!…"
El Coronel Juan Crisóstomo Centurión, en vano quiso defenderse del ataque aliado. Lo único conseguido con esta acción fue que caiga gravemente herido. El Mariscal por su parte, se retiraba hacia su choza perseguido por seis jinetes, entre ellos, el cabo de órdenes del Coronel Núñez da Silva Tavares, conocido más por su apodo de Chico Diabo. Éste, iba armado de una lanza, logrando cerrarle el paso al Mariscal e intimándolo a que se rinda, a lo cual el mismo respondió como era de esperarse: "Muero por mi Patria". En ese instante, trataron de tomarlo prisionero, pero López desenvainó su espada y se defendió hasta recibir un lanzazo a la altura del bajo vientre de parte del cabo, y a la vez un sablazo en la sien derecha de parte de otro oficial, pero aún así, el Mariscal consiguió herir a este último en la frente.
Ocurrido esto, se acercaron sus leales Argüello y Chamorro, quienes recibieron su última orden: "Maten a esos diablos de macacos", instrucción que no pudieron cumplir pues fueron muertos al intentarlo.
Posteriormente, López, asistido por el Coronel Aveiro se internó en el monte, cayendo muerte a orillas del río Aquidabánigüi.
Aquí, finaliza esta obra con la esperanza de que haya servido para echar un poco de luz sobre las oscuras circunstancias que en numerosos pasajes presenta este tramo de la historia nacional.
Sin lugar a dudas, esta guerra retrasó un siglo no solo al Paraguay, sino a todos los países beligerantes, sin tener en cuenta el enorme agujero económico que causó, debiendo acudirse en tal sentido a los empréstitos ingleses, quienes salieron beneficiados en la operación.
Con respecto a este punto, es imposible y sería tonto afirmar que esta haya sido la causal principal de la guerra, aunque probablemente haya tenido su peso en las decisiones adoptadas por los aliados.
Entonces, ¿cuál fue la causa verdadera de la alianza contra el Paraguay? Pues bien, la respuesta a esta interrogante sigue en la nebulosa a ya casi 140 años de finalizada la contienda. Sin embargo, a la luz de los documentos históricos es posible dar conjeturas acerca del objetivo de los aliados. Primero: la economía paraguaya era posiblemente la más fuerte de la región, nuestro país no contaba con deuda al inicio de la contienda (ni externa ni interna). La producción nacional cubría perfectamente las necesidades del mercado interno y el excedente era destinado a la exportación, lo cual hacia que los productos extranjeros, principalmente los procedentes del Imperio Británico, no logren ingresar masivamente a nuestro circuito económico tal y cual ocurría en los países vecinos. Segundo: el algodón paraguayo estaba siendo reconocido por su excelente calidad en el mercado europeo, amenazando quitar mercado al de origen inglés. Tercero: con la llegada al poder del entonces General Francisco Solano López, a la muerte del padre de éste, la política de no intromisión en los conflictos regionales fue cambiada por considerarse que el equilibrio de poderes en el Plata era de vital importancia para la seguridad de la República del Paraguay. Cuarto: existían problemas limítrofes tanto con la Argentina como con el Brasil, que no fueron solucionados definitivamente por Don Carlos Antonio López y estos temas fueron heredados por su sucesor. Quinto: si bien el Paraguay tuvo excelentes gobernantes como el Doctor Francia, Don Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano, todos ellos cometieron el error de no preocuparse de algo fundamental para el futuro político de un país; se trata, de la creación de una clase gobernante.
En estos cinco puntos arriba citados, se encuentra probablemente la chispa que encendió la mecha que acabó con el enfrentamiento de países hermanos.
Ahora bien, cabe preguntar, ¿por qué fracasó el Paraguay? Como en la anterior pregunta pueden enumerarse varios causales posibles, pero en esta oportunidad trataré de realizar un descarte de las mismas. Primero: la supremacía numérica del enemigo quien además, contaba con armamentos mucho más modernos que el escuálido ejército paraguayo. Sin lugar a dudas, esta sería la primera opción de muchos, pero a la luz de los hechos es probable y hasta me atrevería a afirmar que esto es falso, pues en numerosas ocasiones las tropas paraguayas han rechazados enemigos que en número eran ampliamente superiores, dándose relaciones de 1 a 10 en algunos casos. Segundo: El Mariscal López, fue apresurado a la hora de iniciar la ofensiva, sin antes tener mejor formado su ejército. A mi criterio personal, también puede rechazarse esta afirmación, pues si bien López actuó sin contar con jefes militares lo suficientemente preparados, ante la superioridad numérica del enemigo existe un principio de guerra conocido por cualquier militar que consiste en que para paliar esta desventaja debe tomarse al adversario por sorpresa. Tercero: la incompetencia de los jefes paraguayos. Este punto, merece mayor atención, pues muchos comandantes paraguayos carecían del valor requerido para la misión que se les era encomendada, pero al cien por ciento es imposible afirmar que por esta razón se perdió la guerra, pues se contaba también con hombres de la talla del General Caballero o del General Díaz.
Ahí están, las tres posibles causas por las que se perdió la guerra y ninguna ha llenado mis expectativas. Por tanto, enumero la cuarta afirmación, sostenida por numerosos analistas militares e históricos: el desastre de Tuyutí. En la mencionada batalla existió una planeación espectacular por parte del Comando Paraguayo, y también fue asignada a Jefes de reconocida trayectoria como el caso del General Resquín. ¿Cuál fue el error? Muy sencillo, falta de coordinación y atraso en la ejecución de la misión, ocasionando de esta manera la pérdida del elemento sorpresa permitiéndose la reacción del enemigos que arrasó con las tropas nacionales.
Con respecto al porqué el Comando Aliado no terminó la guerra en las numerosas oportunidades que se le presentó, ya se han enunciado numerosos cuestionamientos y quedará a cargo del lector establece su propia conclusión de acuerdo a su apreciación de los hechos.
Ahora bien, la importancia del estudio de la historia radica en conocer el pasado, establecer comparaciones con el presente y de esta manera, proyectar el futuro. A eso me abocaré en estas últimas líneas.
Nadie puede negar, que el Paraguay sigue hasta hoy día sometido a las decisiones que pudiera tomar su gran vecino Brasil o mismo la Argentina. Inclusive, existe un interés exacerbado en nuestro país, y no solo de parte de nuestros vecinos sino de parte de numerosas potencias extranjeras.
¿Por qué ocurre esto? Me atrevo a dar respuesta a esta pregunta. En primer lugar el Paraguay cuenta con la mayor reserva de agua dulce a nivel mundial. Y como segundo punto se destaca su envidiable ubicación geopolítica (en el centro exacto de Sudamérica), casi equidistante de todos los puntos del continente. De esto, ya se habían percatado los españoles en la época colonial, quienes establecieron como capital de la conquista Asunción. De allí, surge el interés hasta desmesurado de ciertas potencias en nuestro país.
Pero bien, retornando a nuestro tema histórico, termino afirmando que la guerra no fue culpa de López, quien pudo ahorrarse muchos problemas y hasta pudo salvarse la vida de haberse rendido a las fuerzas aliadas. Además, un presidente con tanta aceptación tantas veces demostrada por el pueblo paraguayo no puede ser un tirano tal y cual han tratado de pintarlo los países invasores.
¡Viva el soldado paraguayo, que defendió su patria hasta VENCER O MORIR!
Aguirre, Andrés – Acosta Ñú, Epopeya de los Siglos – Editorial Patria – Asunción – 1979
Britos de Villafañe, Margarita – Las Épocas Históricas del Paraguay – Imprenta Makrografic – Asunción – 1982
Davis, Arthur H. – Martín McMahon, Diplomático en el estribor de la armas – Imprenta Militar – Asunción – 1985
Resquín, Francisco Isidoro – Datos Históricos – Imprenta Militar – Asunción – 1984
Rolón Medina, Anastasio – El Lustro Terrible – Imprenta La Humanidad – Asunción – 1964
Vittone, Luis – Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay – Imprenta Militar – Asunción – 1962
Categoría: Historia
Título de la Obra: Paraguay vs. Triple Alianza
Tema: Guerra del Paraguay contra la Triple Alianza (años 1.865 – 1.870)
Resumen: Entre los años 1.865 y 1.870, tuvo lugar una de las contiendas más feroces del mundo, llegándose a modificar por completa la división política de Sudamérica. Este combate tiene como protagonistas al Paraguay, gobernado por Francisco Solano López, y los países aliados por el Tratado Secreto de la Triple Alianza: Brasil (Emperador Pedro II), Argentina (General Bartolomé Mitre) y Uruguay (General Venancio Flores). Este trabajo, se trata pues de un pequeño viaje a través de los campos de batalla de este conflicto bélico, buscándose el porqué del mismo. Sin lugar a dudas, pretende recuperar este trazo de la historia de nuestros pueblos, olvidades en los libros actuales.
Autor:
Pedro Antonio Galeano Valdez
País: Paraguay
Observaciones:
Estudios secundarios culminados.
Redacción finalizada en septiembre de 2.005.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |