Descargar

La simiente del arte conceptual

Enviado por Liliana Duran


Partes: 1, 2

    En el presente trabajo investigativo se ha tratado el análisis  de las vanguardias tardías del siglo XX contextualizándose a partir de los años sesenta hasta nuestros días. Una evolución prolífica, planta la simiente del arte conceptual y la difusión de medios como la fotografía y el videoarte.

    El pensamiento de Marx aunado a su dialéctica tiene especial influencia en el surgimiento de estas vanguardias, además de los aportes de Sigmund Freud, Albert Einstein, Nietzsche y Bergson. El artista ya no es aquel de la concepción romántica individualista e incomprendido, el artista es sujeto y  objeto de la obra que representa, la negación absoluta del arte engendra su re-creación y vuelta hacia sí mismo.

    En este sentido, se examinarán las tendencias y los representantes con más asidero teórico y sustancial, dado que, proponer un examen exhaustivo de todos los temas estudiados, de todos los artistas implicados y los movimientos surgidos así como sus ideas primigenias, la afirmación de sus manifestaciones a partir de las constantes negaciones que identifican dichas vanguardias, sería una tarea ambiciosa además de incurrir en un análisis superficial para la extensión que nos ocupa.

    De allí que, en la presente investigación orientada hacia fines analítico-descriptivos se desplieguen las ideas del arte y la estética plasmadas en las obras de mediados del siglo XX en el marco de la transición entre la modernidad y la posmodernidad[1], básicamente es por esto que el presente análisis se basará más en las relaciones existentes entre las diversas manifestaciones que en una ontología acerca de términos, artistas, representaciones o corrientes.

    En esta época, el arte pasa a ser sujeto y objeto, causa y consecuencia, entrando al sur le motiv de sus precedentes impresionistas del siglo XIX que ya las primeras vanguardias habían comenzado a justificar.

    Se hace mención al gran aporte del Dadaísmo y el Surrealismo. Del primero, que comienza en Zurich en 1916 Mario de Micheli aduce lo siguiente:

    Propugna (…) la desenfrenada libertad del individuo, la espontaneidad, lo inmediato, actual y aleatorio, la crónica contra la intemporalidad, la contradicción, el no donde los demás dicen sí y el sí donde los demás dicen no; defiende la anarquía contra el orden y la imperfección contra la perfección. Por tanto, en su rigor negativo también está en contra del modernismo, es decir, el expresionismo, el cubismo, el futurismo, el abstraccionismo, acusándoles en última instancia, de ser sucedáneos de cuanto ha sido destruido o está a punto de serlo, y de ser nuevos puntos de cristalización del espíritu, el cual nunca debe ser aprisionado en la camisa de fuerza de una regla, aunque sea nueva y distinta, sino que siempre debe estar libre, disponible y suelto en el continuo movimiento de sí mismo, en la continua invención de su propia existencia (…) No existe una libertad establecida para siempre, sino un incesante dinamismo de la libertad, en la que ésta vive negándose continuamente a sí misma.[2]

    Esta riqueza de significados es evidente también en el Surrealismo donde se buscaba en el inconsciente el soporte de la creación poética y artística en general, resulta ejemplarizante a la vez de compleja la obra de Salvador Dalí, quien aplicando el método paranoico-crítico consiguió exponer relaciones interesantes entre objetos comunes. En este orden de ideas, Agustín Sánchez Vidal  arguye que:

    En realidad Dalí trataba, básicamente, de captar objetos y situaciones mediante un golpe de vista desprejuiciado que los presentara inicialmente como extraños, procediendo a continuación al establecimiento de relaciones no previstas. Para culminar con éxito tal proceso, debe producirse una momentánea suspensión del juicio, un desentendimiento-siquiera mínimo- de la racionalidad, para volver a su percepción normal ya de una manera distanciada. El extrañamiento resultante, era la base de la paranoia crítica, y debía asegurar la objetividad y estandarización de la percepción, eliminando toda ganga subjetivadora, emotiva o estética (…) Durante mucho tiempo Dalí pensó que el medio ideal para tal operación era la fotografía o -mejor aún- el cine, dada su capacidad sintáctica y secuenciadota, ya que para él los elementos de la realidad eran menos importantes que las relaciones que la mente establecía entre ellos.[3]

    Seguidamente, en la obra de Duchamp vemos como el objeto cotidiano vuelve a tener especial atención, adquiriendo un poder de expresión propio, dando pie a diversas formas de manifestación y significados, según sea el uso del objeto. Unas de estas manifestaciones son el ready made y el art trouvé surrealista. Duchamp mantuvo una actitud de búsqueda de nuevos elementos y conceptos para plantar el sentido creador del arte, y una de esas innovaciones fueron los ready made dadaísta "objetos manufacturados, modificados o no, firmados, dotados de títulos y expuestos, promovidos así al rango de objetos de arte por la sola decisión del artista"[4]

    Más adelante, Compagnon, hace una conexión entre Duchamp y el pop art, evidenciando que, desde que las imágenes de latas de sopa de Andy Warhol enaltecieron la publicidad a la categoría de arte, haciéndose énfasis en sus exigencias estéticas, el pop art es una reacción a la frialdad del expresionismo abstracto como veíamos en el dadaísmo y su contenido encierra una crítica a la sociedad de consumo y su mero utilitarismo representado en su superficialidad. Compaignon menciona que:

    Partes: 1, 2
    Página siguiente