Indice1. Introducción 2. Fuentes Bibliográficas 3. Fuentes Hemerográficas
Sin lugar a duda la planeación es la base que sostiene el funcionamiento administrativo, y de ésta depende en gran medida el éxito o el fracaso; en la planeación se define los objetivos y metas, y se establece una estrategia global para lograrlas. Planear es trazar o formar el plan de una obra, es un proceso que busca y propicia la organización. En la administración pública en México, la planeación no tiene el éxito deseado y esto se debe, a que no se involucra a la población en el diseño de instrumentos de planeación. No se practica el consenso social y por lo tanto no existe compromiso, ni por parte de la sociedad, ni por parte de las instituciones. Es debido a esto que actualmente se están haciendo esfuerzos por cambiar esta situación y lograr crear una planeación participativa. La participación ciudadana, es la participación de las personas que integran las comunidades con el propósito de satisfacer las necesidades o alcanzar objetivos comunes para lograr su propio desarrollo y mejorar sus condiciones de vida. La participación permite establecer una identificación entre las necesidades y soluciones a los problemas que se enfrentan, el aprovechamiento mejor de los recursos de la comunidad, responsabiliza y compromete al ciudadano con el logro de su propio desarrollo, eliminando el paternalismo e interesándolo en el mantenimiento de las obras construidas por su propio esfuerzo. La administración municipal es la que más se ha preocupado por generar vías para propiciar la participación en los planes de desarrollo, ya que es localmente en donde se establecen las relaciones más cercanas entre la administración y la sociedad, es así que muchos municipios han puesto en marcha o preparados sus planes de desarrollo económico y social, en el marco de un sistema estatal y nacional de planeación democrática. Sin embargo, en ninguno de los tres niveles, municipal, estatal o federal, la planeación es participativa y democrática, ya que es ejercida como un proceso técnico en donde la participación social es considerada como un mero procedimiento formal. Las consultas populares solo tienen el papel de legitimar las decisiones tomadas con anterioridad. Esta afirmación no desmerita los esfuerzos que los gobiernos han hecho para propiciar la participación, pero no han sido suficientes, ya que para lograr una verdadera participación es necesario cambios radicales en estructura y superestructuras. Ahora bien, antes de entrar a la revisión de los problemas que ha hecho prácticamente imposible la planeación participativa, es necesario revisar el concepto de cultura organizacional, ya que muchos de dichos problemas pueden ser vistos desde la óptica cultural. Con la proliferación de modelos administrativos venidos de oriente, principalmente de las compañías japonesas, uno de los puntos que se pone en discusión, es el aspecto cultural, ya que se atribuye mucho del éxito empresarial a la cultura predominante en el Japón. La cultura organizacional puede ser definida según Cunninghan como una serie de patrones de conducta, conceptos, valores, ceremonias y rituales que ocurren al interior de una organización y representa su parte emocional e intangible. Complementando esta definición con la propuesta por Kreitner y Kinicki que dice que: la cultura organizacional es lo que mantiene unida al ser, un sistema de significados colectivos que define los aspectos que ésta considera centrales. La cultura organizacional genera entre los miembros de la organización un sentimiento de identidad y permanencia que permite el trabajo en conjunto al darles a conocer cuales son los códigos de conducta válidos y cuales no. En la actualidad es imposible concebir a la sociedad apartada de las organizaciones, ya que estas se han convertido en la forma más eficiente y racional de agrupamiento social. Es así que el estudio de la cultura es fundamental para el entendimiento de las organizaciones con la finalidad de crear sistemas administrativos integrales en donde se puedan definir estrategias de desarrollo acordes a la realidad cultural. Se puede analizar desde esta perspectiva cultural la problemática que la planeación participativa ha arrastrado en sus intentos de puesta en marcha. La Dra. Edith Jiménez Huerta, catedrática de la Universidad de Guadalajara plantea que existen una variedad de circunstancias que inhiben la participación de la población en la planeación, se plantea cuatro aspectos fundamentales de problemáticas, estos problemas que la Dra. expone, son fundamentados en un estudio de planeación participativa en el Estado de Aguascalientes. En primer lugar está el doble discurso de la planeación que le resta efectividad, y propicia la participación social al margen de planeación, es decir, los funcionarios públicos y la sociedad saben que la planeación es un rito periódico que, cuando es preciso, se modifica o simplemente se ignora. La planeación se convierte en un aspecto bastante intrascendente ya que ni la sociedad ni las instituciones se ven obligadas a cumplir con los lineamientos establecidos por los instrumentos de planeación, puesto que no participaron de manera conjunta en su elaboración y no hubo consenso social, elemento clave para que pueda existir un compromiso social. En segundo lugar, y muy relacionada con la situación anterior, es que existe una marcada preferencia de las autoridades locales por la participación social a través de formas clientelares, también al margen de la planeación, debido a que éstas formas les benefician políticamente. En tercer lugar está el centralismo jerárquico que excluye la participación democrática, no sólo de la población, sino incluso de los funcionarios locales encargados de la planeación. Todo debido a que la participación se impulsa por parte del gobierno federal y esto da pie a que sólo sea un proceso de legitimización. Finalmente, en cuarto lugar está la ausencia de estudio ,tanto teórico como práctico, que les dé una idea a los profesionistas encargados de la planeación de cómo propiciar y manejar la participación social. Ya que al carecer de ella tanto los políticos como los técnicos involucrados le tienen un gran temor a la participación social. Con estos puntos se puede dar cuenta que los esfuerzos han estado bañados de problemas culturales milenarios que siguen prevaleciendo hasta la actualidad y que detienen los procesos modernizadores. Al revisar la cultura en México, en materia gubernamentales, se ven que México ha sido un país creado como un proyecto desarrollado por minorías y que a la población la han mantenido al margen de las decisiones. Mas que ser el producto de comunidades con verdadera democracia, la nación se conforma de un pueblo manipulado por unos cuantos; este hecho refleja la endeble unión social y la poca veracidad de la democracia. Ya son parte de la cultura ciertas características como son: el soborno, la extorsión, la colusión del gobierno con el se sector patronal, los fraudes fiscales, etc. Con todo esto la sociedad mexicana ha perdido enteramente la confianza en sus gobernantes y por consiguiente les resulta muy difícil creer en "nuevos" procesos participativos en donde sean realmente tomados en cuentas sus necesidades y sus aportaciones. Las condiciones necesarias para la participación de la ciudadanía en los planes de desarrollo, depende fundamentalmente de la creación de un sistema acorde a la realidad cultural que propicie la vinculación entre las instituciones y las comunidades; se deben crear vías que impulsen la participación desde los niveles más básicos como la información y la consulta, hasta la toma de decisiones y la gestión, pasando por niveles intermedios como la concertación. En gran medida muchos de los problemas surgidos en la implantación de los sistemas de planeación participativa, esta en función al desconocimiento de la población en dichos programas; la falta de información y la difusión de ésta ha sido un proceso largo que ha requerido de la formación de especialistas en materia de participación, que expliquen paso a paso las formas y las estructuras de los sistemas de planeación. Aunado a este problema está uno mucho más grave, el problema de la legitimidad, este ha frenado el desarrollo de proyectos participativos por la razonable apatía de la población; una población que no se siente identificada ni representada por sus gobernantes y por consiguiente rechaza sus instituciones, además con el estigma burocrático, en el sentido despectivo, que aún caracteriza a muchas instituciones gubernamentales, el problema se ha enfatizado. La problemática de la participación nos remite al aspecto cultural, ya que muchos rasgos como la dependencia y el individualismos están presentes en la cultura organizacional actual, esto explica la escasa motivación de la población para participación en comités o asambleas vecinales y el excesivo deseo de obtener beneficios individuales y no colectivos. Los sistemas deben adecuarse a este nueva realidad social y cultural ya que es la única manera de lograr esa comunicación y conexión, necesaria para una planeación participativa eficaz; modelos claros que la población pueda comprender fácilmente para que los hagan suyos y se sientan comprometidos. Es la población la que ha de formular, instrumentar, controlar y evaluar los planes de desarrollo ya que ha fin de cuentas el beneficio social recae en ellos; todo esto trae como consecuencia cambios en la estructura de las instituciones y cambios en los procesos económicos. Obviamente la población requiere de especialistas en diversas materias que funcionen como apoyo técnico para una fructífera planeación. Dos son los objetivos reales que se persiguen con la planeación participativa, uno de ellos es la obtención de la cooperación consciente y activa de los individuos y de la colectividad en los diferentes esfuerzos, para lograr el cumplimiento de las metas y otro es, la reducción de las resistencias habituales que cada individuo y comunidad tienen a ofrecer al proceso de cambio ya que muchas veces se sienten afectados en sus intereses personales. La planeación participativa debe ser el fruto de una nueva dinámica social, debe ser el resultado de una nueva concepción de la forma de gobernar, debe surgir del interior de la población, debe salir del entusiasmo y fe de la población en un compromiso social. Si bien muchos de los esfuerzos de planeación participativa se han desarrollado en diversos municipios, actualmente el Gobierno del Distrito Federal a partir de 1999 ha impulsado la participación ciudadana, promulgando la Ley de Participación Ciudadana en el Distrito Federal en la que proporciona vías y estructuras que permiten a la población participar activamente. Esta ley ha generado problemas, pero también aciertos, como todos los intentos de participación ciudadana, pero es un adelanto ciertamente importante ya que el principio ya esta sólo hace falta informar a la población e impulsar dicha participación. Finalmente encontramos en el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006, importantes afirmaciones que impulsan la participación de los ciudadanos en los planes de desarrollo, literalmente dice: "La presente administración, por medio del Sistema Nacional de Planeación Participativa, impulsará un proceso de definición, concertación, seguimiento y evaluación de las políticas y acciones del Poder Ejecutivo Federal y las actividades de todas las dependencias y entidades de la administración pública federal, además de integrar la opinión de la población, mediante mecanismos de participación ciudadana para la elaboración y evaluación de planes y programas". Esto sin duda es otro esfuerzo más para lograr un verdadero cambio estructural que vincule a la sociedad con las acciones de gobierno y genere un sistema basado en los principios democráticos.
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Internet http://www.df.gob.mx/leyes/participacion/ http://pnd.presidencia.gob.mx/pnd/cfm/index.cfm
Autor:
Héctor Hernán Hidalgo Páez