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La Interpretación dentro del proceso terapéutico (página 2)


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Los sueños (Gestalt)

Para Perls, en su terapia gestáltica, los sueños representan experiencias emocionales insuficientemente captadas y explicadas a nivel consciente, experiencias que no son integradas en la totalidad del sujeto. Estas experiencias, si permanecen desintegradas de la conciencia, continuarán ejerciendo su función de manera autónoma. Los terapeutas gestálticos proponen una serie de ejercicios para trabajar los sueños, destacando entre ellos la "focalización" (focusing) de las experiencias sensoriales y emocionales que despiertan en el propio cuerpo, y el diálogo con las imágenes o personajes de los sueños, de modo que se represente una escena que permita expresar y construir la experiencia emocional, sus mensajes ocultos y las alternativas que éstos proponen.

Si para el psicoanálisis freudiano los sueños son la vía regia del inconsciente, para la terapia Gestalt, son la vía regia de la integración. Los sueños constituyen un elemento importante en el trabajo terapéutico, por cuanto en ellos se reflejan diversas partes de la personalidad del paciente, y se trata de que con ellos el individuo adquiera mayor conciencia de sus polaridades, las reconozca y ponga en juego para resolver sus conflictos personales e integrarlas.

El sueño se concibe como un mensaje existencial que eventualmente puede ser entendido, aunque no se busca alcanzar tal comprensión pensando acerca del propio sueño, al modo que propondría el psicoanalista. Se trabaja como una experiencia más del sujeto, valorándose como si se estuviera realizando en el momento presente. De hecho, el paciente es invitado a narrar el contenido del sueño en tiempo presente. Se trata de permitir que la experiencia hable por sí misma, de "entrar" al sueño en lugar de "traerlo a la mente", vivenciándolo en el aquí y en el ahora terapéutico para ganar conciencia de lo que transmite.

  El terapeuta pide al paciente que se identifique con todas las partes de su sueño, intente darse cuenta de la paradoja que representa y la resuelva. Considera que todas las partes diferentes del sueño son fragmentos de nuestra personalidad. Ya que nuestro objetivo es hacer de cada uno de nosotros una persona entera, unificada, sin conflictos; lo que debemos hacer es juntar todos los fragmentos del sueño.

Perls, en su obra sobre "Sueños y existencia. Terapia Gestáltica" propone un diálogo con el rol del sueño, en el cual el sujeto se identifica con él y desde el mismo habla al grupo: "Me gustaría que cada uno representara el rol de su sueño. Quiero que sean el sueño. Que inviertan el rol, de modo que sean el sueño, y le hablen a todo el grupo, como si fueran el sueño hablándole a ustedes mismos."

Alucinaciones

Una alucinación consiste en la percepción a través de cualquiera de los sentidos de personas o cosas no presentes realmente en aquel momento. Implica la atribución imaginaria de realidad actual de lo percibido y puede referirse a estados internos del propio cuerpo y del yo.  

Pero no sólo la interpretación errónea de la realidad es exclusiva de personas con algún tipo de trastorno psicológico, sino que también es más habitual de lo que podemos suponer en personas sin ninguna enfermedad mental. Se trata simplemente de un error a la hora de decidir la procedencia de los hechos.  

Tipos de alucinaciones  

Auditivas.- Percepción falsa de sonidos, normalmente voces que comentan. Voces originadas dentro o fuera de la cabeza. Son las más frecuentes en los trastornos psiquiátricos.  

Gustativas.- Alucinación que implica la percepción de sabores (habitualmente desagradables).  

Olfativas.- Implica la percepción de olores, por ejemplo de goma quemada o pescado podrido.  

Somáticas.- Alucinación que implica la percepción de una experiencia física localizada en el cuerpo (algo así como una sensación de electricidad).  

Táctiles.- Percepción de ser tocado o de tener algo bajo la propia piel (animales, demonios). Las alucinaciones táctiles más frecuentes son sensaciones de descargas eléctricas y de hormigueo (la sensación de que algo se mueve bajo la piel).  

Visuales.- Ver imágenes estructuradas o imágenes informales.  

El engaño de los sentidos 

En los fenómenos alucinatorios se produce tanto un error al interpretar las características de lo que percibimos como al atribuir la procedencia u origen de lo que se percibe. Así, mientras que en las ilusiones lo que vemos u oímos es real, pero interpretado erróneamente, en las alucinaciones lo que vemos u oímos como algo externo a nosotros mismos; simplemente, no existe.

Durante este espacio y tiempo donde el consciente es rebasado por el inconsciente (no necesariamente hay que estar dormidos), se suelen dar "alucinaciones", que el testigo cree que son reales, sobre todo debido a que éste no se ha dado cuenta del paso del consciente al inconsciente. Las alucinaciones más corrientes son: Personas fallecidas o aún en vida, figuras de Dioses o Demonios, seres vestidos de forma parecida a monjes, animales demoníacos, sombras o entidades que parecen transmitir algún mensaje y ser inteligentes, personajes del comics, sillas danzantes, objetos volantes circulares, visiones del futuro o el pasado o de otros posibles mundos, humanoides de diferentes tipos, etc.

Cuando entramos accidentalmente o de forma buscada, en lo que denominamos Estado alterado de conciencia, parece ser que los límites entre la realidad y lo físico no están tan claros, siendo éste un espacio y un tiempo en donde las personas dicen conectar con el mundo mitológico, astral, inconsciente colectivo, etc., siendo éste también quizás, donde al parecer están almacenadas nuestras fobias, anhelos más profundos, creencias, etc.  

Delirios

En general, una persona comprende lo que dice otra en tanto y en cuanto los códigos sean comunes y la temática sea semejante. Esto es entender al otro, se ha producido la "comunicación". Cuando este proceso no es ?digerido?, no entendemos, la sensación de lo que escuchamos ?rebota?, no encontramos códigos como para compartir eso y lo rechazamos y decimos que es un pensamiento absurdo, distinto. Está por fuera de lo que yo habitualmente pienso y de lo que piensan mis semejantes.

Por ejemplo:

"Como la tierra se está recalentado hay que sacarla de su órbita actual y llevarla a un lugar más frío; para ello se le disparará con cometas o asteroides para cambiar su órbita, con esto se le agregarían seis mil millones de años de vida" (4). Al leer esto la primera conclusión que sacamos es que es un disparate, sin embargo, por ser dicho por ingenieros de la NASA (validados como que saben sobre esto, es decir, están consensuados) le otorgamos cierto crédito.

Pero cuando el terapeuta, u otra persona, es receptor de este mensaje: "me habla Satanás"-dice- "lo que está diciendo es un disparate" ¿Qué significa eso?, que el otro no puede decodificar el mensaje que le está enviando esta persona, entonces, o es algo que no entiende o es un disparate. Si se queda con el concepto de ?disparate?, técnicamente, lo llama ?delirio?.

Si van siguiendo la ilación de pensamientos, podrán darse cuenta que la calificación de ?delirio? es más una construcción del terapeuta o del otro que del esquizofrénico.

Puestos del lado del esquizofrénico, lo que está haciendo es utilizar su material cognitivo para resolver una incógnita, y ha encontrado a través de su juicio, ha llegado a la conclusión, de que "esto es la voz de Satanás".

Desde el lugar del terapeuta, escuchar que una persona le dice que le habla Satanás es un disparate, es algo que está fuera de lo habitual, y ese disparate tiene el nombre técnico de delirio. Así, el delirio es una conformación técnica del terapeuta que elabora a partir del discurso del esquizofrénico. El esquizofrénico, puesto en una isla, solitario, jamás delira ¿quién puede constatar que él delira? Para ser tipificado como delirante, se necesita el concurso del otro. El loco existe en tanto y en cuanto existe el "cuerdo".

Lo que está haciendo el esquizofrénico es lo que nosotros hacemos habitualmente cuando tenemos una incógnita: cuando nos preguntamos qué es esto (mesa) elaboramos una hipótesis, la hipótesis es aceptada por todos (consensuada) porque todos conocen este objeto: una mesa. El proceso mental que se realiza es el mismo que realiza un esquizofrénico.

Si siguieron estos razonamientos se darán cuenta que esto que llamamos, por ahora, delirio, no puede ser nunca "una experiencia primaria" como postulan algunos. El delirio no puede aparecer porque sí, sino que se debe dar todo el proceso que describimos. Y así el delirio es un epifenómeno del mismo, algo secundario, de menor importancia.

Hay momentos en que el esquizofrénico puede criticar acertadamente, por lo cual es como si volviera al surco (de los pensamientos comunes) y se ubica en la misma posición del terapeuta y de los otros. No todo el tiempo delira. El esquizofrénico realiza hipótesis normales, si la materia prima es normal, formada.

Transferencia

Mecanismo de defensa inconsciente por el cual los sentimientos y actitudes originalmente asociados a figuras relevantes de la primera infancia se atribuyen a otras personas en las situaciones interpersonales normales.

En psicoterapia, se le llama así a los sentimientos de un paciente por el analista, al que aquél atribuye o asigna cualidades, actitudes y sentimientos de una o varias personas relevantes en su desarrollo emocional, generalmente figuras pertenecientes a la infancia. El fenómeno se utiliza como vía para el conocimiento de los problemas emocionales del paciente y sus orígenes.

Distorsión paratáxica.- Mecanismo de defensa en el que las relaciones interpersonales actuales se perciben y juzgan según un modo de referencia establecido por una experiencia anterior.

Los actos fallidos

Acto en el cual no se obtiene el resultado explícitamente perseguido, sino que se encuentra reemplazado por otro. Se habla de actos fallidos no para designar el conjunto de los errores de la palabra, de la memoria y de la acción, sino aludiendo a aquellas conductas que el Individuo habitualmente es capaz de realizar con éxito, y cuyo fracaso tiende a atribuir a la falta de atención o al azar. Freud demostró que los actos fallidos son, como los síntomas, formaciones de compromiso entre la intención consciente del sujeto y lo reprimido.

Freud enuncia que las condiciones necesarias para hablar del olvido no accidental de un nombre son la tendencia a olvidar ese nombre, la existencia de una represión relativamente reciente y la posibilidad de establecer una asociación exterior entre el nombre del que se trata y el objeto de la represión, aunque aclara que hay que tener prudencia.

Freud define a las operaciones fallidas como actos anímicos serios y no simples contingencias que tienen su sentido y surgen por la acción encontrada de dos tendencias diversas, una perturbadora y una perturbada. La perturbada, es siempre inequívoca, la persona que comete la operación fallida la conoce y la declara, mientras que la perturbadora (la intención latente) desfigura a la perturbada.

Las intenciones que se manifiestan como perturbaciones de otras pueden dividirse en tres grupos:

  • La tendencia perturbadora es conocida por el sujeto de la equivocación antes de la misma.
  • La persona que comete la equivocación reconoce en la tendencia perturbadora una tendencia personal, aunque ignora que la misma se hallaba ya en actividad antes de la equivocación.
  • El sujeto protesta con energía contra la interpretación que se le sugiere.

Del grado de incidencia que tenga la tendencia perturbadora sobre la tendencia perturbada, hará más o menos sencilla la interpretación.

Las distintas operaciones fallidas que Freud distingue son:

Deslices verbales.- Pueden darse cuando se dice exactamente lo contrario a lo que se quería decir, como por ejemplo el Presidente de la Cámara de Diputados que dijo: "Compruebo la presencia en el recinto de un número suficiente de diputados, y por tanto declaro cerrada la sesión", cuando la sesión estaba por iniciar, lo cual hace sencillo interpretar que su intención era cerrar la sesión.

Los deslices en la lectura.- Se da generalmente el hecho de sustituir una palabra con otra, que casi siempre son parecidas, que puede darse debido a algún pensamiento que tenía anteriormente a quien le ocurre esto, en donde algo que se desea sustituye aquello que no interesa.

Los deslices auditivos.- Se dan cuando se oye falsamente algo que se le dice, sin que exista para ello una afección en la capacidad auditiva.

Los deslices en la escritura.- Se encuentra una anticipación de palabras que también apunten a un deseo de terminar la frase, aunque a diferencia de los del habla, en una carta por ejemplo, quien los comete rara vez se de cuenta, salvo que relea lo que escribe.

El olvido de designios.- La tendencia perturbadora es siempre una voluntad contraria, que puede no siempre estar relacionada directamente con la otra persona en cuestión. Por ejemplo, una persona que al recibir a su huésped, le dice "¿Hoy viene usted? Había olvidado por completo que lo invité para hoy". En este caso el huésped podría sospechar que quien oficia de anfitrión no tenía muchas ganas de recibirlo, "por algo se habrá olvidado". Sin embargo esto no significa necesariamente algo contra esa persona, sino que esta puede evocar en el anfitrión el recuerdo de una situación vivida en la que nada tiene que ver con él en sí.

El olvido de nombres propios y de nombres extranjeros, así como de palabras extranjeras en general.- Opera el propósito de evitar el displacer que provocaría el recuerdo de los mismos.

El olvido de impresiones y vivencias.- Opera como un mecanismo de defensa, haciendo lagunas en la memoria también de aquellas situaciones no placenteras de la vida. Es cierto que no todas las situaciones desagradables de la vida se olvidan, sino que muchas quedan grabadas a fuego, lo cual derrumba este punto de análisis de Freud; él lo admite, aunque replica diciendo que en el Psicoanálisis los opuestos no se excluyen.

Para el caso de perder o extraviar algo.- Generalmente ocurre cuando lo que se pierde proviene de alguien que genera un recuerdo desagradable o si queremos sustituirlo por algo mejor. También puede darse por auto-castigo, cuando existe el propósito de ofrendar algo al destino para defenderse contra otra pérdida temida

El trastrocar confundido las cosas.- Permite cumplir deseos que no se pueden realizar. Por ejemplo, un estudiante va un fin de semana a su ciudad natal y cuando llega el domingo de noche que va a tomar el ultimo coche que vuelve a la capital de su país, se demora para llegar a la Terminal de o confunde una calle, por lo que debe permanecer allí hasta el otro día, que es lo que en realidad estaba deseando.

A su vez, las operaciones fallidas pueden ser acumuladas, como el caso de quién tenía en su escritorio una carta que demoraba en enviar y, cuando se decidió a hacerlo, se olvido de poner la dirección del destinatario y le fue devuelta. Cuando puso la dirección, se olvidó de pegar la estampita; o combinadas, como por ejemplo si alguien olvida acudir a una cita que tenía acordada en una primera ocasión y luego llega en un horario equivocado a la segunda.

Resistencia.

La resistencia es una defensa "lógica" de la identidad. El gran daño que encontramos en el núcleo de la neurosis es el daño a uno mismo. La persona sana es dueña de su propia existencia. Ningún proceso psicoterapéutico puede darle a una persona lo que ésta no tiene; sí puede ayudarla a descubrir lo que yace oculto en cuanto que potencialidad en sí misma.

La aparición de una conducta repetitiva en consecuencia implicaría que no ha habido un cambio en la estructura. El lograr un "insight" racional a lo único que ayuda es al reforzamiento de los mecanismos defensivos que le sirven al individuo para autojustificarse. Para que exista cambio hay que movilizar toda la estructura.

En general cuando hablamos de resistencia todos pensamos en una fuerza que se opone a nuestro deseo consciente de cambio, o sea, que se visualiza a la misma como un obstáculo a vencer. Esto se constituye en una falsa oposición entre una persona que quiere cambiar y un obstáculo. Ambas están dialécticamente interrelacionadas; la una refuerza a la otra y esto se daría a través de la resistencia. Sería como el principio de acción y reacción trasladado de la Física Clásica a la Psicología.

La resistencia es así considerada como el interjuego, la interrelación entre la fuerza para el cambio y la fuerza igual y contraria para el no cambio (quiero cambiar, pero no quiero cambiar). El tema no está en tomar una parte sino en tomar ambas y hacer que surjan como evidentes.

Cuando decimos y experimentamos un "no puedo", en verdad lo que hay es un "no quiero" del cual no me hago responsable, que no se me hace consciente. En el "no quiero" ya existe un compromiso activo el que no necesariamente tiene que ser consciente, es decir, que el hacer evidente el "no quiero" no implica hacer consciente las causas por las cuales no quiero. Esto busca integrar una parte de mi identidad con la cual yo me encontraba previamente en conflicto y que por ende estaba alienada de mi personalidad. Ello conduce a que la persona se ponga en contacto con su núcleo problemático, el cual será resuelto en el transcurso del proceso terapéutico. Habría un "porqué" que se encontraría implícito en el proceso de experimentar el "no quiero".

Si bien las resistencias son inconscientes, ello no significa que no nos pertenezcan. Y todo ello puede hacer cambiar la experiencia de mi "no puedo" a un "no quiero", lo que implica responsabilizarme de mis proyecciones y ello significa re-identificarme con mis partes negadas.

En el "no quiero" es donde se encuentra radicada la energía vital. Es así que en la situación psicoterapéutica buscamos brindar un soporte para esa parte, para que la pueda experienciar. No puede haber cambio alguno sin una experiencia, porque fue a raíz de una experiencia que se produjo la alienación. Y la resistencia son ambas fuerzas: el quiero y el no quiero. Cuando entro en contacto con una polaridad hay una traslación de energía hacia la otra polaridad. El no querer es una actividad potente y el no poder es una actividad impotente.

Canales de la resistencia y personalidad

El sujeto que pierde contacto adopta cinco grandes canales de interacción resistente, marcando un estilo de vida, según la fuerza que tenga en cada personalidad.

El introyector.- Incorpora con demasiada pasividad lo que el medio le acerca, no discrimina sus necesidades y permite que sus preferencias las establezcan desde afuera.

El proyector.- Le hace a los demás lo que él acusa a los demás de hacerle a él, o sea que culpa al ambiente de lo que le pasa, sintiéndose impotente de efectuar cambios por sí mismo.

El retroflexor.- Se hace a sí mismo lo que le gustaría hacer a otros", abandona la posibilidad de cambiar las cosas convirtiéndose en una persona aislada. Intenta olvidarse de su ambiente.

El reflexor .- No presta atención al ambiente, actuando a la buena de Dios.

El concluyente.- No puede discriminar con claridad qué es de él y qué son los demás, hay una confusión continua entre el propio self y el de los otros.

Resistencia (psicoanálisis)

 En el movimiento por el cual el sujeto se confiesa aparece un fenómeno que es la resistencia, y cuando este fenómeno es demasiado fuerte aparece la transferencia.

Pero es característico que en ciertos casos, en el momento en que el sujeto parece dispuesto a formular algo más auténtico, se interrumpe y emite un enunciado que podría ser esto: "¡súbitamente me doy cuenta de su presencia!".

 

Por:

Los alumnos del sexto séptimo semestre de la licenciatura en Psicología enana escuela local de la ciudad de Chihuahua, Chihuahua, México:

Verónica Espino Aguirre

Humberto López González

 

Partes: 1, 2
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