- Introducción
- Una sinopsis
- Definiciones ineludibles
- El ciclo económico
- Un ejemplo ilustrativo
- Los servicios
- El artificio místico
- Dinero, maldito dinero
- Ejemplo para Uruguay
- El "capital" es la riqueza
- El trabajo y el salario
- La competencia y el mercado, la oferta y la demanda
- Importación y exportación
- La propiedad y otros valores
- El Estado
- A modo de epílogo
- Conclusiones
- Bibliografía
Introducción
La riqueza sólo se origina de la naturaleza, desde ella extraemos, transformamos, creamos y reponemos riqueza, desde la que se forma y de la que nosotros mismos formamos parte.
El dinero ha sido un invento del hombre. A partir de allí investigamos la implementación de un nuevo sistema monetario, que fuera más apto a los requerimientos actuales de la humanidad. El dinero no es una mercancía pues no posee ninguna de las características que la definen, por lo que el dinero no puede ser un fin en sí mismo.
Pero no sólo debe ser un nuevo sistema monetario, de creación humana y por lo tanto artificial, transitoria y perfectible, sino que también debe estar relacionado con la riqueza cimentadora de la vida humana, es decir, con la naturaleza. En ella debe fundamentarse. Un sistema monetario debe apoyarse sobre lo material. Así es como pierde, como cualquier otra propuesta que pretende ser científica, su sobrenaturalidad.
Esa es la parte integrante fundamental de este escrito. La comprensión cabal del funcionamiento de ese proceso cíclico es imprescindible. Además, no es difícil de entender, porque su reconocimiento y la importancia de su función son empíricamente demostrables. Su existencia es certeza: lo demostraremos en un apartado dedicado a él exclusivamente.
Para su comprensión, se necesita la redefinición total, revolucionaria, definitiva de la mayoría de los conceptos actuales de economía; del abandono de sus imprecisiones e indefiniciones. Y a la inversa, este nuevo concepto de economía necesita de la renuncia de todo aquello que no haya exigido la comprobación experimental de sus principios.
Hoy existen algunos pocos países, lamentablemente pocos, aquellos que no integran el mundo capitalista, que han alcanzado por otros medios los cambios iniciales, principales, imprescindibles que en ella se proponen (la eliminación del hambre, la salud y la enseñanza accesibles, etc.), aunque aún no han conseguido el logro de otros muchos.
Se está proponiendo una forma diferente de ver la economía, una forma basada en la materia, científica. A través de ella se llega a una enorme variedad de conclusiones nuevas, algunas de la cuales eran consideradas imposibles por otras teorías.
Esta es una teoría macroeconómica y monetaria. Algunos de sus capítulos están dedicados a describir sus postulados monetarios, en tanto que otros tocarán temas más generales sobre economía, incluyendo, obviamente, algunos relacionados directamente con los de la teoría monetaria propuesta.
El sistema monetario de ésta teoría, hay que decirlo, no es lo fundamental que se propone, sino sólo una de las conclusiones que se derivaron del descubrimiento principal: el estricto orden del ciclo económico que existe en la naturaleza, compulsorio para el ser humano, en todo sentido, por encima de sus creencias o deseos. No es un orden impuesto por la inteligencia o el interés de algunos hombres o por una clase social o por el Estado, sino que es un orden impuesto por la naturaleza, es una ley natural, rigurosa, que no podemos torcer. Así como cuando empezamos a contar aprendemos que el tres está después del dos y este después del uno, y aunque somos capaces de imaginar un orden natural distinto, la empecinada realidad nos convence de cuál es el orden verdadero.
No ha existido ningún sistema económico que haya resuelto el problema principal de la humanidad: la satisfacción de todas las necesidades materiales del hombre. Y todas las necesidades materiales, es seguro, se pueden satisfacer. (La definición de necesidad económica es la falta de algo que otros poseen; por lo tanto, ya existe la forma de satisfacerla.)
La realidad indica que no hay ser vivo con más capacidad de adaptación a la naturaleza y con más aptitudes de adaptarla a ella misma, que el hombre. Es más, es el único que ha podido alcanzar esta última posibilidad.
Sabemos, porque lo vemos cotidianamente, que si toda la capacidad del hombre se vuelca en pro de cualquier objetivo, por imposible que parezca (el vencer al hambre por ejemplo), no sólo es capaz de hacerlo sino que, aseguramos, podrá hacerlo. Ya podría haberlo hecho, podría hacerlo ahora mismo, mediante los sistemas que hoy se aplican. Si lo quisiera.
La capacidad productiva nunca ha sido tan potente ni tan redituable. Las comunicaciones nunca han sido tan variadas y rápidas. El capitalismo nunca, hasta ahora, se lo ha propuesto, porque el vencer la pobreza, el vencer el hambre, es hoy totalmente posible, tanto en términos productivos como en la distribución de esa producción. Pero es un negocio no tan beneficioso o tan redituable como lo es el servicio fúnebre, por ejemplo. Los hambrientos no tienen un poder adquisitivo tal que pueda corresponderse con su propia necesidad de consumo, ni con la ambición de los productores de alimentos. En ése sistema económico se da una regla: los más necesitados son los menos posibilitados. Nos han hecho creer que esa regla es "natural"; que esa contradicción existe y que es irreversible: nos han hecho creer que es una condición, que siempre ha sido así.
Hoy existe una enorme capacidad productiva y su correspondiente oferta de comestibles (como nunca antes), mientras que en los países del "tercer mundo" hay una enorme demanda de ellos, como tantas veces, antes y ahora; como siempre. Pero en el capitalismo, un poder adquisitivo que sea suficiente para cumplir con tales exigencias, es una posibilidad exclusiva de un grupo pequeñísimo. El precio, la oferta, los costos, la producción y la demanda dependen exclusivamente del poder adquisitivo de la población en su conjunto, como benefactora de la economía. Ésa es la ley. La capacidad de consumo se debe (y es posible) hacerla corresponder con la capacidad productiva.
La demanda en el capitalismo, al igual que el precio, depende –sólo si el poder adquisitivo de la población es alto- exclusivamente de la oferta. Si los empresarios capitalistas quieren vender más cantidad, venderán, utilizando estas dos herramientas de su exclusiva propiedad: oferta y precio. Si quieren aumentar sus beneficios, los aumentarán; si quieren bajarlos, los bajarán. Si quieren aumentar o disminuir la oferta o los salarios lo harán.
Ahora, si el poder adquisitivo es bajo, no podemos siquiera hablar objetivamente de "demanda". Estaremos hablando solamente de demanda de justicia distributiva.
En el socialismo se ha vencido al hambre. Incluso se hizo mucho más que vencerlo. Pero le falta "algo": sus pobladores no cuentan con el suficiente y merecido poder adquisitivo, con una verdadera capacidad de compra y la posibilidad de usarla. No sufren de necesidades materiales vitales, pero adolecen de muchas de las que no lo son, esto es, sufren de un tipo de pobreza económica que no les permite saciar necesidades más superfluas o gustos o caprichos.
Podemos empezar aseverando rotundamente que el principal error cometido por las distintas teorías ha sido el uso generalizado y dogmático de errores conceptuales, no materiales. No son errores producidos por cambios generados por la naturaleza, externos a la voluntad del hombre. Ni siquiera son errores de cálculo sobre datos verdaderos, sino cálculos casi correctos sobre datos erróneos; no son errores atribuibles a "algo" que esté por fuera de la humanidad. Han sido errores humanos de observación, de toma y manejo de datos equivocados y de las conclusiones necesariamente desacertadas a que arribó la propia humanidad. Pueden ser atribuibles a la ceguera por ignorancia de la mayoría, a la falta de escrúpulos de los pocos capaces de vislumbrarlos y hasta por la interesada mezquindad de una minoría, menor aún que la más pequeña, que fue "favorecida" por esos errores, y que voluntariamente los mantiene, si es que alguna vez pudo o quiso reconocerlos.
La invención del dinero fue la invención de la cuadratura de la rueda, y obstinadamente aún la utilizan todos los hombres, sin distinciones entre los dos diferentes sistemas económicos que existen.
Así, la teoría capitalista concluyó equivocadamente, a todo lo largo de su historia, que si se logra que ese minúsculo grupo de personas que conforman su capa más adinerada esté satisfecho, el resto podrá estarlo también, más tarde o más temprano, aunque no posean más que necesidades y necesidades de más. Esa misma historia, sin embargo, ha demostrado que todo esto ha sido y es falso de toda falsedad, puesto que esta minoría ha sido y es cada vez más pequeña y cada vez más enriquecida, a pesar de que el número de seres humanos y el de su capacidad de producción han sido multiplicados varias veces. No hubo una correspondencia entre la capacidad productiva y la capacidad de consumo. Ésta se ha concentrado y reconcentrado en ese grupúsculo. En el capitalismo hay mucha producción pero no hay a quién vendérsela. Esta afirmación nos demuestra otra: la especulación se torna más redituable que la producción y su consumo, especialmente en el capitalismo neoliberal.
En el socialismo se ha concluido, también en error, que la falta está en el efecto y no en la causa: han creído que el problema está –casi excluyentemente- en la propiedad sobre los medios de producción. Esto, dentro del capitalismo, es algo muy cierto e inocultable. Más aún, es cierto dentro de todos los sistemas de clases antagónicas. Pero es el efecto, es la consecuencia generada por una causa anterior. La realidad indica que el motivo de todos los males de la mayoría de la humanidad está en la condición de propiedad y uso sobre el medio de consumo, sobre el dinero; tal propiedad es la causa y el origen de todos los otros medios de carácter económico. El dinero da la posibilidad (mediante su uso como medio de pago, es decir, su uso para la compra y venta) de adquirir y poseer los medios de producción; así es usado para generar más dinero. De allí se induce que el capitalista es capitalista antes de poseer el medio de producción. La propiedad sobre el medio de consumo es lo que lo hace capitalista.
Si se le da al dinero un significado concreto, medible, comprobable, haciendo así que no sea accesible sólo para una minoría (ubicándose a sí mismo por encima de los intereses de clases o de grupos); si se reconoce definitiva y universalmente que ha dejado de ser una mercancía; que es un patrón o sistema de medida y comparación (tal como el metro o el kilogramo); si se le da una definición matemática a su valor (a través de una fórmula de resultado inobjetable y de fácil comprensión), el dinero se vuelve indevaluable, impidiendo así que el interés malicioso de ciertos grupos o los "pases mágicos" que los "justifican", puedan modificarlo a su antojo.
No existe filosofía que niegue que el objeto de toda actividad humana (entre ellas la economía) debe ser el saciar las necesidades de los que las sufren (por ejemplo, la necesidad de un médico ante una dolencia). En tanto que la lógica indica que no se hace necesario para aquellos pocos que las puedan tener resuelta y colmada (una persona sana no está necesitando un médico): aunque el mejor ejemplo es la propia economía. Por lo tanto, toda acción económica debería dirigirse a darle a los necesitados la posibilidad y la certeza de que dejen de serlo. De esa manera, la economía debería hacer que todo necesitado (un consumidor en potencia) pudiera llegar a ser un consumidor auténtico. Se debe reconocer que esto sólo puede lograrse a través del aumento de su poder adquisitivo, del crecimiento de su ingreso. Y no olvidemos algo fundamental: todos somos un consumidor, incluso los integrantes de esa minoría que no sufre necesidades. Así, tal aumento del poder de compra adquiere el carácter de derecho universal; pierde entonces el carácter de dádiva o limosna. Es la devolución de la expropiación original realizada a la naturaleza y a la humanidad. Ése derecho (lo aseguramos) puede realizarse sin necesidad de otras expropiaciones entre humanos. Los medios materiales para cumplirlo existen sobradamente. Lo único que aún falta es el reconocimiento pleno de que todos los hombres (y no sólo los necesitados) tenemos ese derecho por el simple hecho de vivir. Y, económicamente, vivir es trabajar y consumir, acciones ambas que mueven y permiten la economía: que son las dos actividades que crean, transforman y dan uso a la riqueza.
Ésta aseveración se apoya en un descubrimiento, alejado de todo misticismo o deseo; está por fuera de toda voluntad, mala o buena y de toda emoción. Debemos asegurar que ese descubrimiento es lo realmente importante, sustancial, trascendente, desde donde nacen todas y cada una de éstas aseveraciones tan "quiméricas". Es ver el verdadero ciclo económico.
Hemos descubierto que en realidad toda actividad humana que produzca un objeto (tangible o no), con el fin de ser consumido o usufructuado, forma y conforma un proceso cíclico económico que se inicia necesariamente con la extracción por parte del hombre de la riqueza natural de la zona que habita, y que termina forzosamente en la reposición de ésa riqueza extraída, para que así pueda iniciarse otro ciclo similar. Este axioma tan simple, casi obvio, no ha sido tomado como hipótesis básica en ninguna de las teorías economías que han existido. Las pocas que se le aproximaron (como es el caso de las economías que hoy existen), lo han hecho en un orden inverso al real, por lo que nunca pudieron entenderlo (y menos aplicarlo) tal como es.
El hombre continuamente ha tomado prestado de la naturaleza esa riqueza original, como el imprescindible "capital inicial", con que ha comenzado, construido, soportado y mantenido todo hecho y acto económico a lo largo de la historia. Y no sólo utiliza esa riqueza original en forma directa para su propio bien (algo que siempre hizo), sino que puede y debe aumentarla, continuamente, a través de su propia actividad (es lo que resta por hacer en las teorías primitivas). Aunque ya no sólo para su único beneficio, sino también para el mantenimiento y el mejoramiento del medio ambiente que habita y comparte con otras especies. Después de extraída esa riqueza, el hombre debe hacer todo lo posible por reponerla de alguna manera, y así poder seguir explotándola, para no destruirla irreversiblemente.
Veremos que el cumplimiento de ese ciclo es la única condición indispensable, ineludible, obligatoria, para alcanzar el bienestar de toda la humanidad; sin distinciones de raza, creencia, sexo o clase. Es más, para ese ciclo sólo existe una clase: la de los seres humanos. Todos los hombres cumplimos el rol de consumidores y reponedores (consumidores-reponedores), y a su vez, todos debemos cumplir el rol de productores y reponedores, (productores-reponedores), de la riqueza natural. Ésta debe ser extraída y repuesta, consumida y repuesta.
Esa conjunción de derechos es la que explica, genera y avala la propiedad social sobre el medio de consumo; éste es el dinero en su forma indevaluable: el indev, la moneda del ciclo económico natural.
El ciclo económico nos enseña dos realidades concluyentes: una, que una distribución justa de la riqueza no sólo es una obligación moral sino una necesidad económica; dos, que la economía del ciclo no sólo obliga a realizar esa distribución sino que la hace totalmente posible. Hay en el libro un capítulo exclusivo dedicado al ciclo económico.
Nos deja claro también que no hay producción ni reposición de riqueza sin trabajo y que éste no es otra mercancía.
Una actividad cualquiera no es mercancía: es acción, es movimiento; no se crea ni se destruye. La actividad del hombre es una forma especial -o una especie- de energía natural, que en términos sociales nunca se detiene, nunca descansa. Por lo tanto, si definimos al trabajo del hombre como otro tipo de energía, concluimos que de ninguna manera es un "objeto útil, provechoso o agradable que proporciona a quienes lo consumen un cierto valor de uso o utilidad", es decir, una mercancía.
Así, el ciclo económico nos dice que el trabajo, definitivamente, no es una mercancía. La imagen de un buey tirando de un arado, o la de un caballo arrastrando un carro, nos da la idea concreta de lo que significa la capacidad o la fuerza de trabajo. Exactamente lo mismo sucede con el trabajo físico del hombre (como cuando un obrero hace una zanja) sin importar la herramienta que utilice. Objetivamente, no podemos considerar esa fuerza como una "mercancía". Pero la idea de que su fuerza de trabajo no es una mercancía es muchísimo más clara al considerar el trabajo humano creativo, cuyo resultado puede ser tangible o no, pero que ciertamente es generador de riqueza nueva, que antes de esa actividad no existía.
Nuestro medio de consumo se posa sobre esa cifra fundamental, el ingreso mínimo vital y natural, que permita una vida digna, una vida de bienestar; debe necesariamente estar relacionado con la cantidad de seres humanos de un país, sin importar edades o sexos, y con la riqueza del territorio que ellos habitan. Por dos razones fundamentales: primera, porque todo hombre (sin importar ni considerar diferencias reales o imaginarias), es un consumidor, y segunda, porque el hombre, como cualquier otro ser o cosa, puede existir y sobrevivir solamente si es capaz de obtener sus materiales indispensables desde y en su propio ambiente, sin dañarlo y sin agotarlo. Porque si así no fuera, no tendría sentido vivir ni la posibilidad de sobrevivir en, con y desde ese espacio que ha elegido.
Con esta propuesta aseguramos la desaparición de la pobreza económica y todos los sufrimientos que de ella se derivan. Es seguro que es necesaria, aunque quizá no sea suficiente. No podemos asegurar lo mismo sobre las "otras" pobrezas que existen, lamentablemente. La puesta en práctica nos dirá cuántas de ellas están realmente relacionadas a la pobreza, a la falta de oportunidades, a la desigualdad; y cuántas de ellas forman parte de la naturaleza humana. Pero creemos que, por ahora, con eliminar la pobreza económica daremos un paso enorme hacia la concreción de un sin fin de soluciones.
Hay dos maneras de leer esta propuesta, una correcta y otra que podríamos calificar de limitada. Una de ellas es considerarla como una mejora del sistema capitalista. Para explicar dicha manera debemos tener en cuenta que ese sistema favorece a una clase de personas, en tanto perjudica a otro grupo de ellas. La manera más obvia de mejorar a ese sistema es haciendo que esta clase perjudicada se convierta en integrante de aquella otra, y la forma de hacerlo es dándole a la clase perjudicada el mismo poder adquisitivo de la favorecida; pero, para no cometer el mismo error original del capitalismo, sin perjudicar a esta última. Quizá forzando en demasía la imaginación, se podría decir que sólo podríamos mejorarlo al transformar a todos en capitalistas. Pero al hacer eso estaríamos negando la hipótesis desde la que arrancamos: el capitalismo necesariamente persiste en función de la existencia de esas dos clases antagónicas.
Por el contrario, el ciclo económico natural nos hace decir que la naturaleza posee todo lo necesario para el mejoramiento de la vida del hombre (mediante la producción y el consumo), y esa riqueza la pone a disposición de la humanidad. Esta última puede y debe beneficiarse de todo lo disponible, a través, únicamente, de lo que ella puede aportar: el trabajo, que no es una mercancía más sino una forma de energía natural, cuya función principal e ineludible es reponer a la naturaleza la destrucción que el hombre le hace, con los mayores beneficios y mejoras que todo el conocimiento adquirido a lo largo de la historia pueda aportar, con el objeto de que esa riqueza sea accedida por todos los hombres, sin distinciones de especie alguna, y sin que se la agote. Que no sólo importa la producción sino también su consumo.
Ahora comenzamos con las definiciones imprescindibles que se necesitan para lograr una cabal comprensión de lo que se quiere exponer, y porque cualquier ciencia como tal, exige definiciones precisas. Estas definiciones han de entenderse como propias de la economía, aunque parezcan que la sobrepasan. Son abiertas, no exhaustivas, pero inmodificables en su concepto fundamental, no por capricho del autor, sino porque su propia naturaleza así lo obliga.
Naturaleza -o pachamama, sin rozar lo religioso que pueda tener esta palabra tan del sur y tan clara, en un nuevo sentido económico, a una zona específica, delimitada geográfica, temporal y políticamente, que comprende un ambiente ecológico, pasado, presente y futuro.
Riqueza: a la totalidad de sólidos (la tierra, suelo y subsuelo) y fluidos (aire, aguas) de dicha pachamama. Son riqueza también todos los compuestos, orgánicos (animales, vegetales) e inorgánicos (minerales en general), todo tipo de energía (luz, calor), toda cosa o ser, todo objeto que se ubica temporal y espacialmente en dicha pachamama. Se desprende que no existen propietarios individuales de esta riqueza y que ella es el "capital" inicialen que la economía se basa y que todo lo mueve-
Producción humana tiene por función esencial el ser consumida, sin importar la diferenciación de su origen entre esas dos formas de relacionarse con la pachamama. Pero la forma de producción social (la actual, la que utiliza lo que llaman la división del trabajo) es la única que necesaria y forzosamente debe llegar al hombre como consumidor, debido tanto al cometido de dicha función esencial como por la forma destructiva en que ésta se genera.
El valor económico de la riqueza artificial o racional (la producida por la humanidad), su significado, razón y sentido, se obtienen desde y en ese estado social, no individual, que contiene y se conforma del trabajo de éste. En especial de aquel que la repone, pues es el único trabajo que contiene valor social; valor que es concreto, medible, calculable, fácilmente traducible a números.
Riqueza social: Toda la vida del hombre es productiva. No podemos definir la actividad del hombre tal como se ha hecho hasta hoy, en que se considera al ser humano como un eterno empleado de un patrón eterno. Cada hombre como productor tiene su propia finalidad social, su propia vocación y capacidad particular para cada una de las incontables tareas que la humanidad puede realizar.
Perjuicio: Es a toda actividad humana que destruye riqueza y que no cierre el ciclo de ésta -o ciclo económico. Se logra mediante: el consumo de lo producido (la reposición de lo consumido) y la restitución de lo destruido
Valor de la riqueza: está determinado por la satisfacción cuantitativa del trabajo social necesario para producir y reponer y, conjuntamente, por el nivel de necesidad de consumo que ésa producción satisface.
Productor, como término absoluta y únicamente aplicado a la economía, a todo ser humano en edad productiva, cualquiera sea su actividad, por intermedio de la cual produce o crea un bien como objeto, tangible o no, que mejora la existencia de su mundo, su comunidad y la suya propia. Porque: la esencia del hombre es el conjunto de las relaciones sociales.
Edad productiva como la edad en la que un productor ejerce tal actividad. Un bebé es un productor dentro de la actividad que pueden ejercer los bebés. Un anciano es un productor dentro de la actividad que pueden ejercer los ancianos. Estos ejemplos extremos se muestran porque ellos, al crear bienes intangibles o no, también son capaces de mejorar la vida.
Bien económico: como un objeto que suple una necesidad y que ocupa un lugar en el espacio y/o un momento en el tiempo. A la calidad de ocupar un lugar en el espacio se le llama tamaño; a la calidad del momento que ocupa en el tiempo se le llama durabilidad: existen, en términos humanos, objetos durables y perecederos, permanentes o instantáneos.
Ingreso: como todo beneficio representable numéricamente, medible matemáticamente, verificable económicamente, que únicamente se obtiene y se alcanza al completarse definitivamente el ciclo económico que le atañe. Por su intermedio se satisfacen las necesidades materiales en general, entre las que se destaca el aumento del propio ingreso
Las necesidades, en un sentido más general, son aquellas faltas que son imprescindibles, en primer lugar, para mantener viva y sana a una persona. Posteriormente, las que se necesitan para mejorar esa vida con todas las seguridades y comodidades que pueda y deba producir la propia sociedad. Necesidades, específicamente, son aquellas cosas, materiales o no, que unos hombres poseen y disfrutan en tanto otros sufren su carencia. La necesidad de un bien es lo que lo hace útil.
La destrucción de la riqueza natural tengan razón de ser: es quien le da valor (valor social cuantitativo) al bien producido. La economía y sus herramientas la contabilidad, la estadística, etc. se deben utilizar desde el punto de vista del consumidor y no desde otro.
Un robo es un perjuicio siempre, porque por su intermedio un individuo o grupo se apropian de ganancias sin que repongan la riqueza que las generó: es la apropiación indebida de la riqueza generada por otros.
La especulación es otro perjuicio por ésa misma razón: apropiación de ganancias sin generación o reposición de riqueza.
La toma de ganancias sin generación o sin reposición no es trabajo, es delito. Sólo la culminación del ciclo iniciado es lo que garantiza que no haya perjuicio. Para el ciclo todo perjuicio económico es una falta, una infracción, un delito.
La vida no se conforma solamente de trabajo. También tiene horas de descanso, de diversión, de aprendizaje, etc. Tiene horas de sueño en ambos sentidos: el sueño de dormir y el sueño de soñar. Por lo tanto, la vida tiene dos características principales, no excluyentes de otras: la vida es actividad, pero hay una vida socialmente activa y otra que no lo es.
El trabajo social consiste en crear, transformar y reponer riqueza. De allí que el trabajo puede existir solamente dentro del ciclo económico al trabajo como la actividad que realiza el agricultor o el obrero. Pero el estudio del ciclo nos muestra que la actividad deportiva también lo es; lo es la música o todo arte; lo es la medicina o toda ciencia.
El trabajo es cualquier actividad que crea, transforma y repone cualquier tipo de riqueza. El trabajo es actividad. Definitivamente debemos descartar el concepto común, y equivocado, que se tiene de trabajo:
Por definición, las personas que no realizan ninguna actividad son las únicas que no trabajan, y es necesario conocer el motivo de esa inactividad, para que la sociedad pueda solucionar el problema (cuando ella es la responsable) o simplemente comprenderlo, captarlo, cuando no lo es.
Definimos al dinero, a grandes rasgos, como un patrón de medida de la riqueza social total (la suma de la riqueza natural y de la artificial, generadas mediante el trabajo). Él no es la riqueza, tal como el metro no es la distancia, ni el termómetro la temperatura.
El concepto de escasez es clave en la economía de "libre mercado". Pero el ciclo define a la escasez como falta de riqueza, como falta de previsión, como perjuicio. Porque ella misma es, de por sí, la demostración práctica de la ineficiencia de la economía y de sus ejecutores. Demuestra la ineptitud de sus responsables y, en especial, de sus ideólogos. Utilizar la escasez como explicación de la propia economía es una incoherencia, un dislate, un absurdo.
El concepto de escasez es clave en la economía de "libre mercado". Pero el ciclo define a la escasez como falta de riqueza, como falta de previsión, como perjuicio. Porque ella misma es, de por sí, la demostración práctica de la ineficiencia de la economía y de sus ejecutores. Demuestra la ineptitud de sus responsables y, en especial, de sus ideólogos. Utilizar la escasez como explicación de la propia economía es una incoherencia, un dislate, un absurdo.
El ciclo nos dice que hay que preverla, evitarla y derrotarla. Así, queda definida la abundancia como aumento de riqueza, como existencia de trabajo, como fruto y fin de la previsión, como inteligencia. Es el cumplimiento efectivo del ciclo económico; es su razón de ser. Hay que alcanzarla siempre. A través del cumplimiento del ciclo económico haremos posibles la libertad y la liberación, la igualdad y la justicia, la solidaridad y el enriquecimiento
La naturaleza de la riqueza viene dada, por un conjunto de acciones de forma periódica entre las cuales se encuentra la producción y consumo de bienes y mercancías, todas estas acciones dependen de la capacidad del hombre de aprovechar y generar el trabajo necesario para crear su propia riqueza.
La riqueza original que se toma de la naturaleza del lugar donde nos toca vivir es la que nos permite iniciar nuestras actividades productivas, las que tienen por fin producir bienes que serán consumidos o usufructuados, y así alcanzar en definitiva nuestro bienestar. El resultado de la actividad humana, (las mercancías o bienes producidos) tienen objeto de ser, razón y sentido, solamente, si son accedidas por el benefactor. Además de ser éste el objeto de todo acto económico, respaldado por la anterior aseveración, el benefactor es quien paga todos los costos de cualquier actividad, a la vez que transforma los costos sociales en beneficio general.
De acuerdo con el beneficio del trabajo social moderno, la creación o producción de un bien cualquiera, se realiza a través de ese ciclo natural; y siempre es destructivo. El ciclo debe comprenderse y cumplirse en un orden necesario e ineludible para que la relación del hombre con su mundo (con la pachamama y consigo mismo), esté plasmada y sea realmente creadora y productora, creativa y productiva, permitiéndole el acceso a un desarrollo ilimitado. De otra manera no puede cumplir con ninguno de sus fines; la ruptura de este ciclo en cualquiera de sus puntos, por su característica destructiva, representa o representará un daño irreversible a la naturaleza (que no puede ser subsanado, quizá, durante generaciones), ni con el desarrollo que la actividad humana presupone.
Lo descubrimos con la ayuda de las hormigas. A estos insectos habitualmente se los representa como los grandes trabajadores del mundo animal. Incluso hay quienes les dan una conformación "social" similar a la humana, con diferentes "clases" y con distintas "especialidades". Ellas, tal como el hombre, siembran. En lo profundo de su "ciudad" siembran un tipo de hongos que es su único alimento; así, cumplen algo parecido a una producción social y hasta parece que también "dominaran" la naturaleza. Pero ésa no es la "labor" por la que se les reconoce como sacrificadas trabajadoras, sino que adquirieron tal fama por aquel esfuerzo enorme que realizan en la superficie, aquel que todos conocemos y que consiste en la "cosecha" de hojas o similares, que son utilizadas como una materia prima indispensable para la producción de ese único alimento; utilizan un "capital inicial" tomado de la riqueza natural, externo a ellas; no generado por ellas. Si no fuera por esta "cosecha" original el hormiguero no sobreviviría. Ellas también cumplen un ciclo económico (indiscutiblemente natural) que tiene un orden establecido; aunque, como todo integrante del reino animal, no lo concluyen, esto es, no reponen la extracción original. Es un ciclo simple que consiste en la extracción de riqueza natural y la siembra de hongos, con su posterior recolección y distribución. Ésta distribución no se realiza según "clases" sociales, ni "especialidades" productivas, ni "propiedades", ni diferencias de ningún tipo. Y es natural que así sea: toda su actividad está dirigida a satisfacer la necesidad principal, la básica, del hormiguero: a mantener la vida. Ellas tampoco tienen la necesidad ni la obligación de reponer lo quitado, pues la acción extractiva que realizan no es irremediablemente destructiva; la propia naturaleza (de la que ellas forman parte) es la encargada de la necesaria reparación.
El hombre transforma su riqueza natural (la pesca, la minería, la ganadería, la agricultura, la silvicultura, etc.) la cual es la fuente verdadera de riqueza, y a su vez durante ese proceso, efectúa una destrucción real de ella. Cuando ese proceso se ejecuta sobre la riqueza mayor de la naturaleza (la vida) la destruye definitivamente.
El accionar humano también cumple un ciclo casi idéntico al de las hormigas; excepto que su actividad necesita cumplir con una tarea extra para que adquiera un carácter económico efectivo; el ciclo económico humano consta así de una etapa más: el hombre está obligado a completarlo mediante la reposición de lo que ha extraído. Sólo el hombre moderno (el que ha vivido durante y posteriormente a la revolución industrial, especialmente el actual) puede y debe hacer la reparación, pues la naturaleza es incapaz de reponer lo extraído a la misma velocidad con que el hombre lo destruye.
Entonces, el ciclo económico natural que corresponde a la humanidad se conforma de tres etapas bien diferenciadas: producción (extracción e industrialización), comercialización y reposición o reparación. Así es toda actividad que realmente transforma, crea y no agota la única riqueza a la que puede acceder para su propio bien: la riqueza de origen natural.
La producción es la primera etapa del ciclo y es totalmente artificial en su forma y contenido. Mediante ella se le agregan diferentes valores a los bienes que se van produciendo: se agregan costos y beneficios.
La producción en su forma extractiva es la etapa que inicia el ciclo y que, ella misma, comienza con la toma en consignación, con la toma en préstamo (un anticipo que no es gratuito) por parte del hombre productor, de la riqueza que existe en la naturaleza, de la que todos y cada cosa formamos parte, destruyéndola como tal, y transformándola en materia prima.
Por otra parte si la materia prima producida, por cualquier causa, no llegara a pasar a las siguientes etapas, el ciclo nos indica que se produce un perjuicio, un daño, que no podrá ser revertido sin costos quizá enormes, costos que, en última instancia, los pagará el productor extractor, ya que por un lado, la naturaleza no podrá ser retribuida normalmente, y por otro lado, el benefactor no la accede, ni puede así pagar su costo de producción.
La segunda etapa es la comercialización. Es la etapa en que el bien extraído o el producto según el caso particular se transforman en mercancía propiamente dicha. En ella, al bien en venta se le ha agregado toda la riqueza artificial (todos los costos y beneficios), cuya suma conforma lo que se llama precio, que será pagado en su totalidad por el benefactor. Con esta etapa se cumple el fin principal y motivo fundamental de todo el ciclo que involucra cada mercancía: alcanzar al benefactor y ser accesible por él.
La tercera y última etapa del ciclo, la reposición de la riqueza extraída, producida y consumida. En ella sucede la restitución, por parte del hombre, de la riqueza natural destruida, la reparación total del daño.
En resumen, el ciclo económico comienza con la apropiación (en forma de préstamo) que se realiza a la pachamama –la cosecha, por ejemplo- y finaliza con la devolución de tal préstamo –la resiembra y el consumo-. Ésta es la única forma de ver el verdadero orden en que el ciclo económico ocurre, no de otra manera.
Para terminar de cerrar el ciclo es imprescindible, como mínimo, la reposición total de la riqueza extraída. Pero inicialmente es conveniente el aumentarla. Esta reposición se conforma de dos partes mutuamente necesarias, incompleta la una sin la otra. Pueden darse en un orden cualquiera, no específico, pero ambas deben ser cumplidas obligatoriamente, para que no exista un perjuicio a la naturaleza y un daño evidente a la economía. Lo que implicaría que todo el trabajo realizado haya sido sea en vano.
En síntesis: toda producción de bienes o mercancías tiene por objeto el ser alcanzada por el benefactor, para que éste satisfaga una necesidad específica mediante su consumo o usufructo. Su costo social de producción (que comprende todos los costos y beneficios generados en dicho proceso productivo) se representa en su precio de venta. Éste es transformado de costos social en beneficio social por el consumidor, de allí que sea el benefactor de la economía.
Ese proceso productivo tiene un carácter cíclico, el que puede dividirse en diferentes fases o etapas, las que, en forma íntegra, cumplen todos los bienes producidos por el hombre; por lo tanto, una mercancía es el resultado de su ciclo productivo o, dicho de otra manera, sólo es mercancía aquel bien generado mediante dicho proceso.
Una pachamama con forma de isla, desierta de seres humanos, habitable, aunque podría no serlo. Se enviaron a ella a un grupo de científicos para que estudiaran las posibilidades de su explotación.
La isla fue estudiada con el objeto de analizar su riqueza, la extensión de su espacio vital, y su capacidad de explotación. Se lo hizo en un sentido tridimensional. Se midió su superficie, resultando de 10 km², y se consideró que sobre ese territorio se apoya una pirámide invertida de aire, una "columna" atmosférica que se va ensanchando hacia arriba, hasta un límite impreciso, incluso infinito.
Esta representación piramidal tridimensional del diagrama da una idea de ese espacio vital, que contiene y representa una cantidad desconocida de riqueza potencial, que la representaremos con una Y, cuya magnitud es enorme, tanto que se puede decir que tiende al infinito. Esa riqueza Y era en aquel momento, antes de la llegada de los científicos, igual a una cifra que llamaremos riqueza natural Q.
Q = X + R
Esta cifra Q se conforma a su vez de dos componentes de magnitud también desconocida y diferenciados: una riqueza X, que por razoneshistóricas, técnicas o tecnológicas, aun es inaccesible al hombre o que todavía no tiene o no se conoce su valor de explotación, y una riqueza propia R que puede ser accedida inmediatamente por la humanidad para ser utilizada en su beneficio.
X: Riqueza desconocida no es inaccesible al hombre o que todavía no tiene o no se conoce su valor de explotación.
R: Riqueza propia que puede ser accedida inmediatamente por la humanidad para ser utilizada en su beneficio.
N: Los "recursos naturales", de donde el hombre toma sus materias primas.
A: Riqueza de origen humano o artificial, conformada por los bienes que han sido o serán producidos por el propio hombre a partir de N.
Antes de la llegada de esos hombres a la isla, las variables A y T tienen una magnitud nula, esto es, valen cero, porque solamente existen donde está el hombre. Pero el día en que ellos llegan el estado de riqueza de la isla cambia en forma evidente. A la riqueza R (la riqueza natural propia de la isla, de la que el hombre puede hacer uso) se le agregó una riqueza nueva, la riqueza total H, que es el resultado de la capacidad T humana de aumentar esa N en una nueva N (llamémosla Nt) y la de transformar una parte de N en una riqueza A enteramente nueva (llamémosle At), que sólo el hombre puede aportar. Ahora A y T son valores positivos distintos de cero.
H es la riqueza total que el hombre puede crear y usar desde la isla
R es la riqueza natural total de la zona que el hombre habita
N representa lo que comúnmente se llaman "recursos naturales"
A es riqueza artificial, todo bien o producto material hecho por el hombre
T es la totalidad del esfuerzo humano, físico e intelectual: el trabajo social
(No olvidemos que por ahora todas son incógnitas.)
Se demostró que esa isla tiene posibilidades de explotación. Su biodiversidad es potencialmente buena, y posee recursos minerales interesantes. Puede y merece ser habitada. Se puede explotar algunos tipos diferentes de cultivo. Aconsejaron su colonización, debido a que la variable N, componente de R, representa una cifra significativa.
El hombre podrá recurrir a ella como un "capital" inicial muy interesante, casi inagotable. Esta conclusión nos confirma algo de una importancia fundamental: la riqueza (el "capital") existe previamente a cualquier actividad.
Durante la ocupación y colonización humana, la isla necesariamente sufrió destrucción de parte de su riqueza natural N, conformadora de R. Se eliminó parte de su paisaje, pero fue suplantado por otro, artificial, cuyo valor es fácilmente calculable.
Basándonos en el conocimiento de que con la riqueza propia R de esa isla se deben satisfacer las necesidades materiales, de todos sus habitantes, y que éstos pueden hacer uso de esa riqueza mediante su actividad T (única forma de generar nuevos valores de A y reponer los valores N consumidos), la actividad humana cumple con el ciclo económico; proceso que en sí mismo representa qué han hecho de bueno los habitantes de la isla. Vemos entonces que sin T, el trabajo social o actividad social o energía social, nada de esto es posible. Por eso tendríamos que definir un valor concreto para esa variable T.
El dinero recién aparece cuando decidimos utilizarlo como patrón de medida de la riqueza, cualquiera sea la naturaleza de ésta (individual o social, natural o artificial):
I = T/ P ó T = I * P
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