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El hambre y sus paradojas (página 2)

Enviado por Felix Larocca


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Dilema:

Nosotros hemos creado una situación de características precarias.

Un Mundo en el cual las tierras arables se han utilizado para crear plazas de tiendas (shopping centers), carreteras, campos de golf; o se han devastado por el modo impropio con el cual se las han sembrado agotando su capacidad cultivable.

Un Mundo en el cual tenemos que contender con el hecho de que el agua potable se nos está extinguiendo debido a la deforestación desenfrenada permitida por los muchos gobiernos que han respondido a la presión ambiciosa de los intereses de unos pocos.

Un Mundo en el cual la depleción de la capa del Ozono (causada por nosotros) ha resultado en el incremento de los tumores malignos de la piel y lo que también ha resultado en el calentamiento global ("global warming") y en la lluvia ácida ("acid rain").

Un Mundo que ha visto a ríos tan contaminados, como viéramos que sucediera al Río Ohio — que se incendian, y a otros que simplemente agotaron su capacidad fluvial y "mueren" — como estará sucediendo, en breve, a nuestros ríos dominicanos.

Un Mundo en el cual especies enteras de animales y plantas desaparecen extintas ante el avance inefable de las fuerzas horripilantes del "Progreso".

Un Mundo que continúa siendo testigo del balance precario que existe entre: los, de abolengo y alcurnia — que poseen todas las riquezas, a menudos robadas, como en el caso trágico de algunos de nuestros bancos, y entre los que viven existencias marginales — pero cuyos números son extremos — lo que a ningún politicastro, residente de cualquier lugar, le importa.

Un Mundo en el cual hay ciudades que no pueden ser "vistas" por las cámaras de los satélites, los cuales son incapaces de penetrar la densidad de la calina cargada de humos tóxicos e irritantes.

Problema:

Por que ya nos afecta a todos, el problema del crecimiento global de poblaciones que sobreviven víctimas del hambre endémica, no se puede ignorar.

Por la misma razón es que no pueden llevarse a cabo estudios que atenten a explicar las resistencias al tratamiento que presentan las disorexias; ignorando, la peor, la más inhumana y la más común de todas… EL HAMBRE.

Además, de que las soluciones a éste y a otros problemas difíciles, son tan elusivas, porque siempre son consignadas al calor del momento y al filosofar de tertulia. No repitamos nuestros errores, porque aquí lo que se requiere es un análisis detallado de todos los aspectos de los varios factores presentes, antes de avanzar ideas y estrategias para arribar a una resolución final (si es que alguna verdaderamente existe).

No es víctima de la anorexia

Durante los tiempos de Malthus, la situación con la miseria, la creciente sobrepoblación urbana, la carencia insidiosa de comestibles suficientes y la dispersión generalizada del hambre aún no habían adquirido la magnitud que han adquirido en los últimos cien años, Y QUE HOY REINAN SUPREMOS EN LUGARES INESPERADOS, COMO OCURRE EN LA REPÚBLICA DOMINICANA.

Hoy puede decirse que nuestro planeta está minado por fuerzas opuestas; las cuales son, políticamente contradictorias y ferozmente antagonistas: Tenemos una población de personas quienes sufren de los problemas clínicos de la gordura portentosa, porque comen en exceso. Tenemos personas que pasan hambre, por que no tienen qué comer (o qué llevarse a la boca) mientras que, tenemos otras (las víctimas de las disorexias), que no comen porque temen a los efectos posibles de la comida — a ganar de peso o a "engordar".

En un mundo en el cual se cuentan por miles de millones las personas que mueren cada día bajo la penuria pesarosa del hambre crónica; la industria de comidas dietéticas se embolsa anualmente (solamente en los Estados Unidos de América) la suma horrible de unos 70 mil millones de dólares. Esto ocurre, en menos de doscientos años desde que en 1863, otro anglosajón, William Banting (1797-1878) publicara su famoso panfleto Letter on Corpulence, Addressed to the Public (Una Carta Acerca de la Corpulencia, Dirigida al Público) el cual le produjo fama instantánea vendiendo 50 mil copias en su segunda edición. Banting murió un 16 de marzo, delgado como viviera el resto de su vida, y siendo conocido como "El Padre de las Dietas". Pero a pesar de estas dietas hoy se reconoce que, así como ocurre en los Estados Unidos, la proporción de personas que sufren de la obesidad clínica ha crecido: de afectar a un 25 % de la población adulta (en los años ochentas) a afectar un 58 % de la misma población adulta al principio de este siglo (de acuerdo a las cifras suministradas por el National Center for Health Statistics). Un brinco espectacular e inesperado que los "expertos" no pueden, ni empezar a esclarecer, ni mucho menos remediar.

(Véanse nuestras muchas contribuciones dedicadas a este tema).

Savants economistas han avanzado sus teorías idiosincrásicas (sensibles en apariencias) de que la expansión horizontal y centrífuga de los cuerpos deformes del obeso estadounidense, se debe en parte a la afluencia económica de los americanos. Wisconsin (el estado de los lacticinios) ostenta la incidencia más alta de gordos en todo el país. Mientras que Nicholas Wade, escribiendo para el New York Times Sunday Magazine, nos advierte que los habitantes de Nauru, isla del Pacífico Noroeste, en la proximidad de Australia, solían ser pobremente flacos y hambrientos, hasta que se descubriera la existencia de yacimientos de fosfatos. Con esto, la llegada repentina de la afluencia, y con ella, les llegó la gordura y la haraganería… hoy día 9 de cada 10 nauruano es obeso, sufre de hipertensión y diabetes y la duración de su vida se ha reducido enormemente. Quizás la afluencia y la haraganería son responsables ¿Pero, dónde encaja lo qué y cómo comen, en este puzzle?

Debido al hecho de que las dietas han fallado de modo tan miserable y triste a quienes las acogen con entusiasmo (usualmente efímero y transitorio); hoy, en los Estados Unidos están proliferando grupos de soporte mutuo ("self-help") dedicados a combatir los prejuicios que son comunes cuando una persona bien gorda hace su apariencia en cualquier sitio público o reunión social, o cuando la misma persona es criticada sottovoce por su ostentación ofensiva de consumo conspicuo. (Frase ingeniosa que, como conspicuous consumption fuera acuñada por el economista norteamericano Thornstein Veblen cuando escribiera su libro: The Theory of the Leisure Class).

La confusión que reina en medio de este problema (y problema portentoso lo es, no retruécano sobreentendido) reside en el hecho de que los intelectuales a cuyos juicios se han relegado las soluciones para estos asuntos han optado por la salida política y expediente de crear comités y subcomités que "a tiempo debido darán sus recomendaciones finales". De este modo se posterga lo que ya parece ser impostergable: Encontrar una solución al problema.

Yo creo que la solución pueda ser contenida en las lecciones aprendidas y derivadas de la Estrategia [de] Comer Humana Adaptante. (Véanse mis ponencias al respecto).

Separemos las categorías de las cosas que comemos, y que bebemos: entre 1. Comidas y bebidas que comemos y bebemos por placer; y 2. Comidas que son esenciales para nuestra básica existencia.

Llamemos las comidas que son, simplemente placenteras (y que ineludiblemente engordan por el contenido excesivo de "calorías vacías"): comidas de "deporte" o de modista ("de diseñador" puede ser) y designemos las bebidas que las acompañan de un modo similar: "bebidas de deporte."

Las comidas, bebidas, y los condimentos que son esenciales para nuestra supervivencia, pasarían a ser conocidos como: "elementos básicos."

Un refresco, una gaseosa, un emparedado saturado (como de costumbre) de aliños ajenos a la adaptación humana. Comidas de "gourmet" o propias de actividades "gastronómicas", casabes adulterados con cosas extrañas que los aborígenes no conocieran —- Todas estas abominaciones culinarias podrían ser sujetos al gravamen de impuestos pagables al fisco — de mayor o menor importe, dependiendo en el daño que a nuestra ecología, y a nuestro cuerpo, esas comidas de lujo provoquen.

Las cosas que son, estratégicamente necesarias para alimentar al ser humano; como son los víveres, el arroz, el casabe, las aves, las frutas, la carne magra en moderación, el aceite vegetal, y la yuca, para mencionar sólo algunas, deben de ser "exoneradas" de todo impuesto. Así debe de ser, para que estas comidas puedan proporcionarse en las cantidades necesarias, justificadas y suficientes a ese sector de la población que se satisface con comer de acuerdo al plan de la Naturaleza (el plan paleolítico).

Dos cosas podrían resultar como resultado de este procedimiento:

Primero es, que aquellas personas que prefieren padecer los daños causados por lo que les gusta comer, que así lo sigan haciendo, pero, mientras que así lo hacen, que lo hagan ejerciendo una responsabilidad al erario — como hacen cuando compran sus automóviles de lujo. Y segundo, que de un modo inevitable, la gordura será menos prevalente, ya que habrá comida — comida genuina, para todos quienes hoy no la tienen, y para todos quienes no comen ni por placer ni por lujuria.

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

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