Origen de la Fraternidad de San Agustín
- Antes de su conversión intenta fundar un cenobismo laico, al estilo de la escuela filosófica de la antigüedad. Intentaba dedicarse a la búsqueda de la sabiduría en comunión de vida con un grupo de amigos. Romaniano acariciaba este proyecto; pero se vino abajo al pensar si participaban o no las mujeres.
- Una vez convertido, se abrían dos caminos:
Los anacoretas: que se distinguían por el desprecio al mundo, una mortificación cruenta "multitud de cristianos, desimanados por todo el mundo, principalmente en oriente y en Egipto, que viven una vida de suma continencia"." Estos hombres…modestos, humildes, sufridos, ofrecen a Dios esta vida de perfecta concordia, contemplación…nadie posee nada propio, ni es carga para los demás…".
La vida cenobítica: (Cenobium, koinós, Común; bios, vida) la vida común, la comunidad de amigos, de hermanos, entregados a la búsqueda de la vida feliz, de la sabiduría, de Dios. Agustín hecho para la amistad elige este camino: un grupo de amigos que buscan en comunidad la verdad; este estilo de vida lo ensaya antes de bautizarse en Casiciaco, en Milán y lo implanta más tarde en Tagaste.
2.- Fuentes de inspiración de la Fraternidad de San Agustín
Fundamentalmente son 4
1.- Inspiración filosófica: Búsqueda de la sabiduría en comunidad, optó por Pitágoras, de buscar la sabiduría en grupo, conforme refleja Cicerón en el Hortensio. Antes de convertirse identifica a la Sabiduría con Cristo, fuerza y sabiduría de Dios "lugar" donde hay que buscar la sabiduría.
2.- Inspiración bíblica: la lectura de ciertos libros marcó la vida de San Agustín, todos sus pensamientos están intercalados de citas bíblicas, por eso diríamos que su fuente primordial de inspiración es la Palabra de Dios. El fundamento teológico de la fraternidad agustiniana es la comunidad cristiana primitiva, la que surgió de Pentecostés. La fraternidad es la consecuencia de la caridad, del amor, él no necesita retirarse al desierto para luchar contra las legiones de demonios, Agustín levanta la tienda de la fraternidad donde habite Dios, el amor, la caridad, la amistad y quede sometido el egoísmo, el poder, la riqueza, todo lo opuesto al amor.
3.- Inspiración eclesial: Agustín conoce maravillosamente y con detalles la vida de los monasterios de la época; para él fue una grata sorpresa cuando descubrió que en la Iglesia ya se vivía el ideal que soñaba: la vida en grupo, en comunidad. Los parámetros monásticos, oración, vida común, concordia de los corazones, trabajo, libertad bajo la Gracia, estudio, búsqueda de la Sabiduría…constituyen otra de sus fuentes de inspiración a la hora de configurar su fraternidad.
4.- Inspiración apostólica: Primeramente para él lo vertebral, lo esencial, los ejes ni son otros que la comunidad de vida y de amor. La tarea fuera de la comunidad siempre queda relegada a un segundo plano. Ordenado sacerdote y consagrado obispo siente la urgencia de las "necesidades de la Iglesia", las comunidades cristianas solicitan sacerdotes preparados, santos…y llaman a las puertas de la fraternidad. Pero ya antes de ser ordenado sacerdote, la fraternidad de Agustín se había hecho apostólica: sentía la necesidad de compartir y comunicar a los demás los hallazgos de su búsqueda en la oración, en el estudio, en la meditación de las Sagradas escrituras. Agustín establece un principio lúcido y una indispensable condición: el hermano de la fraternidad debe estar disponible para cubrir las necesidades de la Iglesia.
3.- Originalidad de la Fraternidad de San Agustín
Al anhelar y proyectar un ideal de vida humana y social, cristiano, eclesial, lo hace desde un postulado fundamentalmente de la psicología humana, de la reflexión filosófica del momento histórico en que vive y de la teología apostólica. Su proyecto de vida se centra en la comunión, en la amistad, en la fraternidad, abierta y significada por la Trascendencia.
La razón última por la que se reúne en grupo es para vivir en fraternidad, para buscar y conseguir la unión de almas y de corazones hacia Dios: "lo primero porque se han congregado en comunidad es para que vivan en la casa unánimes, con un sola alma y un solo corazón hacia Dios".
Ahí radica la originalidad de la fraternidad de Agustín: busca la unión de alma y corazones, hace fraternidad para buscar la Sabiduría, para perfeccionarse humana y cristianamente. En san Agustín no se hace profesión de votos; pero si existe la profesión de la vida común.
El carisma agustiniano estriba en la fraternidad, en la comunión de vida; ello constituye lo específicamente agustiniano. Agustín plantea y sitúa la fraternidad en "el alma única de la Iglesia". El hermano de la comunidad de Agustín tiene que dar testimonio de unidad en medio de la Iglesia y del mundo.
4.- Características y elementos de la Fraternidad de Agustín
1.- Ideal de unidad y de comunión, fruto del amor: No existe unidad, ni comunión sin amor, sino se desarrollan actitudes de caridad. "porque el hombre no se mueve por los pies, sino por los afectos y el amor; y si este es maligno se llama codicia o lujuria, en cambio si es bueno, caridad".
El hombre o la mujer que ama está habitado por personas y entonces crece sustancialmente en el SER y sigue contemplando y viviendo desde el AMOR. En cambio, el hombre o mujer que no ama, se deja atrapar y está habitado por las cosas: dinero, poder, alcohol, sexo, fama…que, a lo sumo, le hace crecer en el TENER y en PODER. "Todo el que ama, sabiéndolo o ignorándolo ama a Dios".
La concordia es una de las condiciones para vivir y permanecer en comunidad. No se puede vivir en ruta hacia Dios si falta la armonía entre todos. "allí preceptuó Dios la bendición ¿En dónde? En los hermanos que habitan en unión…; allí bendicen al Señor los que viven en armonía, porque en la discordia no bendices al Señor".
Vivir en castidad, esta fue la opción radical de San Agustín, después de su conversión. Era condición indispensable para lograr ese ideal de unidad y se entregó a él en radicalidad. "El guardián de la castidad es el amor. La morada de este guardián es la humildad. Ahí habita quien dijo que sobre el humilde, pacífico y temeroso de sus palabras descansaba el Espíritu".
Tampoco hay fraternidad sin contemplación, sin interioridad, ésta fue otra de las grandes intuiciones de Agustín maestro de la interioridad: "Si no quieres ir fuera, entra dentro de ti mismo, porque en el hombre interior habita la verdad".
2.- No hay fraternidad sin humildad, ni sencillez: Agustín subraya y afirma con toda fuerza la humildad como virtud básica y necesaria para ser y vivir, como hermanos, sin distancias, diferencias, ni privilegios, para crear el sentido de igualdad dentro de la fraternidad, para aprender a respetarse, a amarse, porque donde hay humildad suele haber amor: "No busques para alcanzar y perseguir la verdad otro camino que el que ha sido garantizado por Dios y había visto la debilidad de nuestros pasos. Ese camino es: primero, la humildad; segundo, la humildad; tercero, la humildad; y cuantas veces me preguntes, otras cuantas te diré lo mismo…".
3.- La comunión de bienes, signo y medio de unidad en la fraternidad: Poner lo propio, lo personal, al servicio de la comunidad, constituye para Agustín no solo una condición indispensable, sino también uno de los mejores medios para potenciar la vida comunitaria, la koinonía, la comunión. La primera norma de su fraternidad: "No tengan cosa alguna como propia, sino que todo sea de todos…Se distribuya lo necesario, no igualmente a todos, porque no todos tienen las misma fuerzas, sino a cada uno según sus necesidades".
La comunión de bienes y la pobreza evangélica se entiende como una superación egocéntrica, como una liberación personal, "a cada uno según sus necesidades", de esta forma se personaliza a la comunidad, cuando se toma en cuenta a la persona tal cual es y se entablan relaciones verdaderamente personales; crea sensibilidad y exigencia por compartir los bienes con los pobres, compartiendo los bienes como hermanos.
4.- La fraternidad se alimenta en la oración común: "ustedes Agustinos, sena "pedagogos de la interioridad" al servicio de los hombres del tercer milenio a la búsqueda de Jesucristo. A El no se llega un camino superficial, sino por la vía de interioridad".
La oración en comunidad como medio y camino para llegar a la unidad en la caridad, la oración en común es meta y es medio; por una parte se hace expresión religiosa de la unión fraterna; pero, por otra parte se constituye en medio de crecimiento comunitario. Por eso insiste Agustín en su regla, en el capítulo II, "aplíquense con instancia a la oración, en las horas y tiempos señalados…y cuando recen, sientan en el corazón lo que dicen con los labios".
5.- La responsabilidad comunitaria: consistiría en estar pendientes y preocupados los unos de los otros para lograr el objetivo de la unidad en la caridad, para hacer el bien y evitar el mal y ayudarnos mutuamente. La responsabilidad comunitaria también se expresa y realiza en la corrección fraterna, tan en desuso hoy, que urge recuperar. Este tema está en el capítulo VI de la regla de Agustín, se debe corregir desde las exigencias de la verdad, de la justicia y de la caridad, tiene que hacerse siempre con amor, en el tiempo oportuno, en las circunstancias más favorables, del modo más humano y correcto para no herir y evitar los efectos contrarios que se buscan en la corrección fraterna. Finalmente, debe corregirse con coraje, aunque de ello se siga impopularidad y hasta rechazo.
6.- La amistad en la fraternidad: toda la vida de la comunidad en Agustín está marcada, configurada por un sello específico, por una impronta peculiar de amistad. Agustín pone la esencia de la amistad en la confianza total, que nos lleva a compartir y a confiarle nuestro interior, nuestras convicciones profundas, nuestras actitudes y conducta ante la vida, sentimientos: "la plena amistad se da cuando podemos confiarle a otro todas nuestras ideas".
La auténtica amistad no es exclusiva en el sentido riguroso de la palabra, desde esta experiencia de amistad nos sentimos impulsados a la comunidad, el amigo nos hace más comunitarios, más comunicativos, más sociales, estamos en condiciones de ser para los demás, para la fraternidad, nos lleva a la superación de todo egoísmo, nos coloca en la plataforma de hacer el bien. La amistad es el centro de humanización y personalización de la historia y de la creación, la amistad destraba a la persona, la explicita, la libera, descubriendo en ella capacidades y fuerzas ocultas, valores insospechados. "Ante todo, el amor de amistad tiene que ser gratuito. Por ello, no debes amar al amigo, o buscarlo, porque que te dé algo….el amigo ha de ser amado gratuitamente, por sí mismo, no por otra cosa".
La amistad es la puerta que se abre en muchas direcciones, que da paso a todo un mundo, al mundo de Dios, Misterio y Cercanía, y al mundo del hombre, sorpresa, conflicto, anhelo. La amistad mueve suavemente en una doble dirección: desde la vida hacia Dios y desde Dios hacia la vida. Un lugar de encuentro con lo absoluto está precisamente en la amistad. "Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti".
7.- Fraternidad para la misión y la liberación: La vida de comunidad tenía un ideal, la vida apostólica, el ministerio. La fraternidad era para la misión; y lo propio de los apóstoles era servir a la Iglesia y difundir el Evangelio.
La actividad misionera se realiza desde un planteamiento en grupo, en equipo, mediante una distribución de tareas y funciones, desde unos objetivos, medios e instrumentos pastorales, programados, revisados. El objetivo es claro: pensar, rezar, proyectar que somos fraternidad para la misión.
La realidad social y el compromiso liberador de Agustín: en el campo existía el latifundio en manos de unas cuantas familias ricas; en la ciudad Hipona tenía dos barrios: el de ricos y de pobres viviendo en pésimas condiciones; las clases marginadas, los esclavos iban progresivamente desapareciendo porque la iglesia por todos los medios presionaba y fomentaba la liberación de los esclavos. La Iglesia de Hipona conciente de la injusticia social, crea un fondo para remediar las necesidades: "Cuando estaban vacías las arcas de la Iglesia, faltándole con que socorrer a los pobres, luego lo ponía en conocimiento del pueblo fiel. Mandó fundir los vasos sagrados para socorrer a los cautivos y otros muchísimos indigentes".
Agustín recomienda la limosna; pero era la forma de restituir a los pobres aquello que les había correspondido por derecho: "las cosas superfluas de los ricos son las necesarias de los pobres. Se poseen bienes ajenos, cuando se poseen bienes superfluos".
Agustín visita a las autoridades, en nombre de los pobres, le resulta penoso y muchas veces, infructífero; pero por la causa que busca y le motiva venciendo su timidez, va a su encuentro. El mismo nos relata: "…nos quedamos mucho tiempo esperando en la antesala y nos reciben con gran dificultad. ¡Cuántas humillaciones! Nos vemos obligados a suplicar para obtener satisfacción y muchas veces volvemos para casa con las manos vacías…". Sus denuncias llegan hasta los mismos obispos, que clasifica en dos tipos de pastor: los buenos y verdaderos pastores y los viles y aprovechados.
El testimonio de Agustín y de su fraternidad a favor de la liberación de todo pecado, esclavitud, opresión e injusticia es evidente, por eso Agustín es un testigo audaz de la opción preferencia por los pobres, que en nuestro tiempo se ha hecho conciencia viva, sobre todo después del Concilio Vaticano II donde la Iglesia se ha hecho más consciente de su misión para el servicio de los pobres y marginados.
5.- Propuesta para vivir hoy la fraternidad
Como Agustino, me siento parte de esta fraternidad y me cuestiono con sencillez e interpelo con seriedad cómo seguir avanzando con hondura evangélica en comunidad y cómo hacer realidad la fraternidad en los espacios eclesiales, sociales, etc. Como punto de partida creo que debemos tener como Jesús y Agustín una mentalidad incluyente, aceptar e incluir a todos, porque en la fraternidad valga la redundancia caben todos.
Para ello el religioso agustino primeramente debe ser una persona bien humana, un testigo creyente, convencido y practicante de la fraternidad, capaz de fomentar la comunidad en todos los ámbitos, vivir en común unión, en solidaridad sin excluir a nadie. Este es el esfuerzo, el don de Dios, la tarea de los agustinos: edificar y construir fraternidad, entre todos, ésta es nuestra misión, ése fue y sigue siendo el carisma de la fraternidad de Agustín.
En este momento que nos toca vivir: de soledad, exclusión…, etc. la responsabilidad de todos es tejer puentes, ir creando contextos fraternos y creativos, es crear actitudes de colaboración, participación, trabajo en conjunto de todas los actores sociales; ayudar a recuperar en las personas, las instituciones, grupos, comunidades, movimientos eclesiales; el rostro atrayente de la fraternidad. Colaborar en ir creando pequeñas fraternidades, donde ayudemos a crecer a las personas, mediante el acompañamiento, la oración, formación, testimonio.
En este mundo fragmentado, hay que ir testimoniando la fraternidad viviendo en armonía con los demás: Ej. Los teologados agustinianos internacionales, las organizaciones de agustinos por continentes, la presencia de los agustinos en las áreas de educación, justicia y paz en comunión con las demás organizaciones, la presencia de la Orden en la ONU, etc. es testimonio valioso de trabajar y vivir en armonía, cultivando buenas relaciones con los demás, fomentando la unidad en la diversidad.
"el capitulo está convencido que si nosotros Agustinos no conseguimos una renovación de vida común, a la luz del Nuevo Testamento y del espíritu de San Agustín, el resto de nuestros problemas (crisis de vocación, crisis de identidad, problemas apostólicos, etc.) no se resolverán ni surgirá una nueva vitalidad en la Orden"
La comunidad agustina debe irse renovando desde los gestos o espacios pequeños como las convivencias, dejando que el otro sea el mismo, así aceptamos a las personas con su manera de ser y no como a nosotros nos gustaría que fueran. Como la convivencia o fraternidad es hoy la más celebrada, en ella se valora mucho la calidad de las relaciones humanas. Evidentemente el diálogo, la comunicación de fe y la experiencia de la vida son de capital importancia.
La comunidad no debe ser una comunidad mecanizada bajo la autoridad, ni una colmena de trabajo o comunidad empresa, ni una comunidad estufa de convivencia llena de felicidad y satisfecha de sí misma; pero sin proyección exterior, ni una comunidad política con equilibrio de fuerzas en lucha, ni una comunidad corporativa que parece un organismo vivo pero no va más allá. La comunidad que al principio es sólo un conjunto de individuos debe convertirse en grupo y finalmente, en un conjunto de amigos de Jesús al servicio de la Iglesia.
Bibliografía:
CASTELLANOS FRANCO, Nicolás
¿Responde la Iglesia a los desafíos de hoy?
Talleres gráficos Peñalara, S.A. Madrid, 1993.
Capítulo General de la Orden de San Agustín 1989
Regla y Constituciones de los hermanos de la Orden de San Agustín
Edic. Religión y cultura, Madrid, 1991.
PIO de Luis
Las Confesiones de San Agustín comentadas
Ed. Monte Casino, Valladolid, 1994.
Fr. Hugo Reynaldo Erazo Rojas, OSA
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