El pensamiento político del MAS y de las corrientes indigenistas que lo apoyan considera que el advenimiento de la República significó para los pueblos indígenas una mera continuación del orden colonial, pues solamente se produjo un cambio cupular en la estructura de poder, mediante la cual los españoles fueron reemplazados por sus descendientes constituidos en oligarquía criolla.
La Reforma Agraria de 1953 y sus transformaciones en la estructura agraria del país resulta un tema incómodo para los indigenistas. Sus intelectuales las consideran una continuación del Estado Colonial dentro de su adecuación a las condiciones impuestas por el emergente imperialismo norteamericano, mientras que sus políticos tienden a referirse a ellas lo menos posible.
El "Estado Colonial" por su parte habría beneficiado a esa oligarquía con abundante crédito concesional, el mismo que nunca habría sido pagado. Los apellidos de raíz europea de una parte de estos propietarios dan pie a que los indigenistas los consideren "extranjeros".
Según esta corriente de pensamiento, durante los más de 180 años de vida republicana se habría mantenido la vieja dicotomía entre los indígenas originarios y los colonizadores españoles, reemplazados estos últimos por sus descendientes, tan colonialistas como sus antecesores
A la población indígena constituyó durante casi toda la historia colonial y republicana la mayoría nacional, debida precisamente a que tanto un poder como el otro no realizaron nunca guerras de exterminio, como sucedió por ejemplo en la Argentina, donde el General Roca culminó la guerra contra los indígenas iniciada en la pampa patagónica por los españoles.
La oligarquía criolla y su régimen expansivo de haciendas sustituyeron en el campo a los encomenderos y hacendados españoles. Se salvaron de ello las comunidades tradicionales, debido a que poseían las tierras menos productivas, pero incluso así continuaron aportando tributariamente al Estado.
La Reforma Agraria respetó las formas comunitarias de propiedad de la tierra que se habían mantenido desde la Colonia, pero, como ya se dijo, en las áreas marginales de altura, de baja productividad. En el resto del Occidente se produjo el reparto de haciendas entre los colonos, no tanto porque esa hubiese sido la propuesta política del partido de gobierno, sino porque así lo decidieron los campesinos que tomaron las fincas por asalto y procedieron a la asignación familiar antes de que la ley se aprobara. Es lógico que así fuera, porque cada colono prefirió seguir trabajando las parcelas que le había asignado tradicionalmente el patrón, en las que él y sus antecesores habían puesto su esfuerzo; la tierra expropiada a los patrones simplemente debiera anexarse a ella y conformar una propiedad familiar sin solución de continuidad.
De los antropólogos y ONG al colectivismo comunitario
Fausto Reynaga y sus descendientes fueron probablemente los primeros en traducir las ideas indigenistas en líneas políticas, aunque no lograron conformar un movimiento de seguidores.
Las visiones antropológicas, que parten de en muchos casos interesantes investigaciones sobre el pasado de las culturas andinas y de estudios de casos sobre comunidades que, por diversas circunstancias, preservan en lo fundamental formas antiguas de propiedad y de organización del trabajo y la producción, Las visiones religiosas de grupos y ONG vinculadas con la Iglesia Católica que quisieron ver en las comunidades antiguas de antaño y en sus manifestaciones supérstites los mismos principios de hermandad, solidaridad y honestidad que aparentemente reinaban en las misiones jesuíticas y franciscanas de los tiempos coloniales.
Desde mediados de los 80 hasta el primer quinquenio de los 90, el movimiento peruano Sendero Luminoso tuvo como retaguardia de sus operaciones la parte norte del altiplano boliviano. Probablemente nunca pensó extender hasta allí sus operaciones insurgentes, pues requería tranquilidad para abastecerse de vituallas y alimentos, así como para atender a sus heridos; sin embargo, reclutó jóvenes campesinos de la zona que estuviesen comprometidos con sus ideas y por lo tanto suficientemente adoctrinados. Sedujo entonces a jóvenes de entre 13 y 25 años y operó entre Escoma, Warista y Achacachi, de donde pocos años más tarde surgirían los más radicales militantes del colectivismo indigenista, portadores de la violenta metodología senderista.
¿Cuáles nacionalidades?
La visibilidad nostálgica por el pasado sustenta también la arbitraria y poco científica tesis de que en Bolivia existen múltiples nacionalidades; tesis alimentada por el sentimiento culpable de antropólogos europeos que, incapaces de comprender la hibridación y el progreso, pretenden fosilizar el movimiento de la sociedad boliviana a partir de la existencia de lenguas nativa y la persistencia de formas comunales de propiedad.
Existen en el país lenguas nativas vivas como el aymara, el quechua y el guaraní, pero son éstas sólo las más importantes, pues pueden contabilizarse otras 73, aunque de mucho menos importancia y casi en extinción, Por otro lado, las formas de comunidad que subsisten no constituyen un fenómeno idiosincrático de las "naciones" indígenas, sino más bien un condicionamiento histórico.
La comunidad no sobrevivió, pues, por un sentimiento nacional o por razones de fuerza endógena, sino porque así convenía a los estados dominantes, asentados desde la colonia hasta 1952 en la contribución indígena para el sostenimiento de su andamiaje administrativo, militar y religioso. Es decir, la "comunidad" sobrevivió a la manera en que el Estado dominante quiso.
Ciertamente, en Europa la organización comunitaria permitió la formación de federaciones de clanes y la ulterior constitución de las nacionalidades, las mismas que en la época moderna se convirtieron casi siempre en estados nacionales, territorialmente asentados, o por lo menos con reivindicaciones sobre territorios.
La nacionalidad es ante todo un sentimiento de identificación basado en una cultura y desarrollado a lo largo del tiempo. Este sentimiento se consolida por la posesión de una lengua común, de una comunicación extendida, de la soberanía sobre un territorio y de la libertad jurídica de los individuos hasta llegar a conformar el Estado Nacional, La tarea revolucionaria no es pues inventar nacionalidades que no existen, ni plantear el retorno a un supuesto paraíso comunal, sino oponer la democratización del progreso al progreso excluyente.
Los mitos comunales
Los interlocutores de los intelectuales y ONG en cuestión son los dirigentes campesinos, sindicales y vecinales. Esto quiere decir que se retroalimentan entre ellos para interpretar la realidad desde la distancia y hacer hablar a las bases o peor aún, hablar a nombre de ellas.
En el altiplano y los valles predomina la propiedad familiar campesina, muy pequeña y trabajada por la mano de obra doméstica y cada vez más parcelada. Nada tiene de comunal y se encuentra en una crisis estructural, casi terminal, debido a: Su oferta productiva pierde terreno frente a la empresarial.
Existen ya pocos beneficiarios originales de la Reforma Agraria y en tres generaciones la propiedad se fragmentó de manera significativa. Debido a la presión sobre la tierra, las familias han acelerado el ritmo de rotación de los cultivos y van eliminando el descanso de las parcelas.
Como la Ley establece que la propiedad emergente de la Reforma Agraria no es enajenable ni embargable, los campesinos están impedidos de acceder al crédito para realizar inversiones y tampoco pueden vender sus parcelas a precios comerciales; es decir, su propiedad es de segunda clase, incapaz de apalancar recursos
La comunidad existe, pero no es una organización económica, sino una entidad territorial y de autogobierno de los campesinos, la misma que se vino adaptando a los cambios institucionales y políticos del país, por lo que en algunos casos mantiene la forma tradicional del ayllu y en otros muchos se superpone con los sindicatos y federaciones
Para el igualitarismo comunal el mercado comprende una mala palabra, la principal aspiración de los productores andinos es insertarse en los mercados. De hecho, la mayor parte de su producción agrícola y pecuaria tiene como destino el mercado, dejando pequeños márgenes para la reproducción de la cosecha y de la mano de obra familiar. Mientras mayor es el potencial productivo de una región y más fácil su acceso a los mercados de consumo, son menores las cantidades de autoconsumo de la producción. Los mercados a los que acceden los productores andinos son:
El mercado primario de las ferias locales semanales, donde el intercambio es monetario, aunque se producen también procesos de trueque y donde los productores toman contacto con transportistas e intermediarios para comprometer ventas futuras y obtener adelantos por cosechas.
El importante mercado de las ferias regionales, que se consolidaron debido a la libertad de precios vigente desde 1985, y que incentivó la oferta de los campesinos10 y el desarrollo de la infraestructura caminera que se produjo en los últimos 20 años.
El mercado de las ciudades es el más grande que tiene la producción agropecuaria andina. Su demanda crece debido a la expansión demográfica urbana y al incremento en la capacidad adquisitiva de los inmigrantes
La propiedad comunal subsiste marginalmente en el área rural del país aunque en los últimos años se ha visto reforzada por la artificial extrapolación de las Tierras Comunales de Origen, de las llanuras tropicales a los Andes
Asociación, sindicato y ayllu: ¿cuál vale?
La atomización de los productores es un resultado de la fragmentación de la propiedad agraria. Ello estimula no solamente que los campesinos sean propietarios de unidades poco viables, sino que deban enfrentar el mercado individualmente, con elevados costos de transporte y transacción.
Los productores de los rubros más dinámicos percibieron este problema y se dotaron de formas organizativas que tienden a paliarlo, La población, el ayllu y el sindicato tienen la tendencia a expresar a los productores, pero su estructura obedece a una lógica reivindicativa y política, y no productiva. De hecho, las federaciones agrarias se transformaron en instancias políticas que trabajan en una suerte de intermediación prebendar entre los gobiernos y los campesinos, con dirigentes que rara vez son productores, pues viven en las ciudades y nadie sabe de qué. En el nivel más local de la organización campesina, las comunidades, ayllus, subcentrales y/o sindicatos son más representativos, pero con escasa vinculación en la economía de las unidades familiares.
En ciertos aspectos de la vida familiar andina, la comunidad es absorbente y con diversas fuentes de autoridad comunal superpuestas y limitativas del individuo. Vistas así, desde su interior, las familias aparecen como altamente comunitarias; pero cuando se observa la desconfianza y el recelo que existe con lo que está fuera de ellas, se percibe un marcado individualismo, Esta tradición familiar ayuda a comprender la dificultad andina para comprometer la propiedad en cooperativas.
La realidad marcha por otro lado
Las políticas que se le expone a un país y su gente pueden ser más o menos progresistas o más o menos reaccionarias, pero lo importante es saber cuán viables pueden ser en un contexto específico. En su contenido nacional comunitario, la propuesta indigenista es profundamente reaccionaria y en ese sentido se inviabiliza por sí sola:
No es posible introducir la propiedad comunitaria a los sectores modernos de la economía, pues ello equivaldría a la expropiación y/o confiscación de los medios de producción industrial y agroindustrial para transferirlos a una propiedad social corporativa.
Parece ser que, en lo nacional, la propuesta es menos radical (por lo menos la del gobierno del MAS) y solamente busca capitalizar al productor primario campesino dotándolo de plantas industrializadoras y beneficiadoras de todo tipo (de leche, quinua, arroz, fibra de llama, café, té, productos cárnicos, etc.)
Las compañías de la CBF fallaron porque eran de todos y de nadie y en esa medida su finalidad dejó de ser la rentabilidad y se convirtió simplemente en la necesidad de subsistir. Si se robó o no se robó es otro cuento. Lo evidente es que carecieron de una gerencia interesada en resultados económicos.
La propuesta del indigenismo oficial mira con cierto desdén a las OECA y se orienta con preferencia al igualitarismo de las empresas comunales; es decir, a la forma más primitiva y demostradamente inviable de organización, pues agrupa y trata por igual a todos: capaces e incapaces, flojos y laboriosos; algo así como si se pretendiese que todos los vecinos de una cuadra o manzana conformasen empresas vecinales, independientemente de sus inclinaciones, capacidades y voluntad.
La economía campesina, históricamente, estuvo basada en:
i) producción de ciertas cantidades para asegurar el autoconsumo,
ii) diversificación del riesgo en varios productos,
iii) maximización de la eficiencia del trabajo familiar, y
iv) multiplicación de las fuentes de ingreso. Dentro de esta racionalidad, se vienen produciendo las siguientes modificaciones tendenciales:
La gran parte de las familias genera para el mercado, buscando ingresos monetarios seguros y guardando pequeñas cantidades para semilla y autoconsumo, La multiplicación de las fuentes de ingreso se ha acentuado.
La diversificación del riesgo en varios productos se mantiene; sin embargo, existe una tendencia a la especialización en cultivos que tienen éxito en el mercado, con productores poco propensos a migrar y que al parecer forman parte de quienes vienen realizando compras de tierra "intra estrato".
Algunas conclusiones
El mercado es el rumbo natural de la producción campesina. No poder llegar a él en condiciones adecuadas de precio y oportunidad comprende una limitación que la perjudica. El desprecio al mercado a este nivel, constituye pues una reacción conservadora de intelectualidades ancladas en la nostalgia del pasado o demasiado atadas a las modas que imponen algunas líneas de financiamiento.
Bolivia es un país que no ha alcanzado consolidarse plenamente como Estado Nacional, pero se trata de un proceso que se encuentra encaminado mediante el mestizaje y la convergencia de culturas; las naciones y nacionalidades inventadas comprenden más bien una traba para ese proceso y un peligro muy serio de balcanización violenta y la confrontación étnica.
Las corrientes que aspiran la vuelta a la propiedad comunal de la tierra y a la organización comunal de la economía no solamente que son ideológicamente reaccionarias, sino que van en sentido contrario a la voluntad propietarita, casi individualista de la población andina.
Baldivia, José. Baldivia, Alejandra. Oporto, Henry. Salazar, Juan. Microfinanzas, Reformas y Desarrollo Rural. Primera edición. Fundación Milenio. Bolivia. 2013.
Autor:
Becerra, Katerine
Benítez, Cindy
Bermúdez, Angelina
Mendoza, Yiriannys
Moreno, Oriana
Enviado por:
Iván José Turmero Astros
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL POLITÉCNICA
"ANTONIO JOSÉ DE SUCRE"
VICE-RECTORADO PUERTO ORDAZ
DEPARTAMENTO DE INGENIERÍA INDUSTRIAL
CÁTEDRA: INGENIERÍA FINANCIERA
PUERTO ORDAZ, ABRIL DE 2016
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