EL NIÑO
Su nombre: Podemos comenzar a trabajar esta noción partiendo de los nombres de los niños y preguntarnos sobre la importancia de los mismos. Debemos aclarar que el nombre es una palabra trascendente que será asociada a nosotros aún cuando no estemos presentes y su valor fundamental reside en el modo en que fue elegido: nuestros padres lo han puesto con amor y seguramente pensaron en lo grato que nos iba a ser escucharlo.
Desde la Psicología comprendemos además que el nombre es más que eso; implica también una carga de expectativas que nuestros progenitores depositan en nosotros. Es decir, en muchas oportunidades un niño o niña recibe el nombre de un/a bailarín/a porque los papás del bebé lo admiran y de esa forma (aunque inconscientemente), esperan que su hijo/a sea una persona inclinada hacia el arte o la danza.
Otro claro ejemplo lo vemos hoy en día cuando muchas niñas levan el nombre del personaje de una telenovela y con eso sabemos que sus papás esperan que sea una muchacha buena, honrada, bonita, fuerte, que lucha por lo que desea (como ese personaje). Y hasta no hace mucho tiempo se usaba mucho ponerle a los niños el mismo nombre que a su madre o su padre (o un/a abuelo/a por ejemplo) deseando que ese hijo se parezca a ese ser querido. Esto es una pequeña muestra de que el nombre que recibimos es muchísimo más que una simple palabra. Es el reflejo del deseo de nuestros progenitores, aunque este sea inconsciente, y conlleva una gran carga afectiva.
Tal es así la importancia de nuestro nombre que aún si somos adoptados lo conservamos tal cual es (solo cambia el apellido).
Reflexionando sobre estos aspectos con los niños podemos arribar a la conclusión de que el nombre es un aspecto identificador tan importante que merece muchísimo respeto. Es una buena instancia para trabajar en valores dado que es frecuente escuchar en la escuela que los alumnos se descalifican poniendo apodos ofensivos a los compañeros o burlándose de sus nombres. Debemos ayudarlos a comprender que hacer esto es una falta de respeto y que los apodos son bien usados cuando se ponen con afecto y a la persona le agrada (aunque nunca reemplazarán el verdadero nombre). De lo contrario no se le estaría dando el valor que se merece la identidad de ese niño y se generarían indeseables problemas de convivencia.
Su familia: Forma parte importante de su identidad porque es quien le ha proporcionado valores, amor, protección, una serie de costumbres y da un aporte enorme a la configuración de la personalidad del niño.
Su historia: Todas las cosas que el niño ha vivido van conformando una huella que marca su personalidad. Aquí englobamos sus recuerdos, sus vivencias, sus deseos, etc.
A partir de todo lo antedicho llegamos a la conclusión de que todos estos factores constituyen lo que llamamos personalidad (que es única e irrepetible para cada persona) y, como dijimos antes, se constituye en el sello de la identidad de cada uno.
La identidad es un tesoro único del ser humano que debe cuidar y respetar. Nuestro papel como docentes es enseñarles el camino para que sean capaces de reconocerse y valorarse y ser capaces de realizar la misma mirada hacia los demás.
LA FAMILIA
Como antes mencionamos la familia aporta una parte importante en la construcción de la identidad del niño ya que es la encargada de proporcionarle valores, formas de pensar y actuar y ha modelado poco a poco su forma de ser. Podemos mencionar en este punto que cada familia, a su vez, posee una identidad particular porque no hay dos iguales.
¿Y qué las hace particulares? En primer lugar las costumbres que posean, también los roles que cada persona desempeña dentro del grupo familiar, las normas de conducta que manejen y la escala de valores que tengan. Es bueno trabajar con los niños estos aspectos haciéndoles notar cómo no hay familias buenas ni malas, sino simplemente diferentes. Y aquí es fundamental enseñar el respeto por las costumbres ajenas en las más diversas situaciones (como cuando van a jugar a la casa de un amiguito y deben ajustarse a las normas de ese hogar aunque no sean las mismas que en el suyo).
El trabajo sobre los roles que cada uno posee en el núcleo familiar también es un aspecto relevante. Podemos destacar cómo la organización en cuánto a quiénes harán las tareas y cuándo las harán ayuda a mantener un equilibrio y orden muy buenos. De lo contrario unos se recargarían y otros no harían nada perjudicando la convivencia. A su vez la familia (al igual que el niño) posee un compendio de tradiciones, anécdotas, objetos que valora por su historia. Y todo eso es también parte constitutiva de la identidad familiar.
Como una actividad interesante los niños pueden recolectar en sus casas objetos de valor por su significación familiar y compartirlos con el grupo. Pueden también averiguar el origen de su apellido e indagar la historia de la familia a la que pertenecen; si eran inmigrantes cómo fue que llegaron a nuestro país, etc. Esto posibilitará también la comprensión de algunas costumbres familiares (como, por ejemplo, reunirse toda la familia a comer pasta los domingos y tener un apellido italiano). Es importante destacar que el conocimiento de mi historia familiar es un pilar básico que no debo ignorar si realmente deseo conocer mi identidad.
LA COMUNIDAD
Como seres sociales estamos incluidos en diversos grupos. Como ya vimos la familia es uno de ellos, pero llegado a este punto podemos pensar con los niños cómo todas las familias juntas forman un grupo aún mayor: la comunidad. Podemos dar una recorrida por el barrio y veremos que hay muchos lugares que ellos visitan con regularidad, tal vez acompañados de sus padres o hermanos (como puede ser por ejemplo una plaza pública). En ese lugar incluso pueden encontrarse placas conmemorativas que narran hechos del pasado de nuestra comunidad y esos son, sin duda, constitutivos de la identidad colectiva. Aquí es muy positivo un estudio de los orígenes (¿quiénes llegaron primero?¿Cuáles eran las características de la zona?, etc.) y de este modo se estaría posibilitando un entendimiento del presente. La entrevista a pobladores antiguos de la comunidad es un buen recurso.
Es fundamental también destacar que (al igual que en la familia), aquí también hay roles definidos: unos son comerciantes, otros se encargan de la limpieza de las calles, otros forman comisiones barriales, y así un sin fin de tareas. Sin esta organización no sería posible una buena convivencia y la comunidad no funcionaría como tal. Ahora bien ¿cuál es el papel del niño? Debemos otorgarle un papel protagónico destacando su responsabilidad de respetar el espacio de todos al no destruir propiedad pública rayándola o rompiéndola ya que cuidando las cosas de todos está teniendo participación en la comunidad; desarrollando actitudes solidarias con sus vecinos ofreciéndose a ayudar si es que lo necesitan (por ejemplo hacerle los mandados a una persona mayor que esté sola) y así trabajaremos también en valores.
De modo que lo medular en este punto es demostrarles a los niños que los mismos mecanismos de funcionamiento de la familia se repiten en la comunidad; y así como un grupo de personas conforman una familia con identidad propia, un grupo de familias conforman una comunidad que también posee su identidad que la distingue de otras comunidades, que la hace única. Pero esto solo es posible gracias a que cada sociedad mantiene una serie de costumbres, de tradiciones, de formas de ser, de maneras de organizarse, de pautas referidas a lo deseable y lo que no lo es. Y solo de este modo obtiene su identidad, solo así de particulariza. De igual forma que ocurre en la familia, en la comunidad las personas también poseen sentido de pertenencia y aquello de "la unión hace la fuerza" debe ser un postulado de jerarquía superior para que todos colaboren y propendan a la armonía social.
Una buena actividad con nuestros alumnos puede ser, por ejemplo, transformarse en detectives e investigar cuáles son las costumbres que particularizan a nuestra comunidad (puede ser alguna fiesta anual que se haga, o actividades que todos realizan en los fines de semana, o comidas típicas de la zona, o encontrar actividades que no se hacen en otra parte, y así podrían hallar un sin fin de elementos que nos sirvan para pensar). Como motivación podemos establecer esta tarea como competencia premiando al detective que más tradiciones "cace", pues de esa forma se entusiasmarán e involucrarán mejor en la tarea.
El desafío mayor al momento de encontrar esas cosas que son habituales en el grupo social, para analizarlas, consiste en poder tomar distancia de ellas. ¿Por qué decimos esto? Porque cuando estamos inmersos en una comunidad y poseemos costumbres colectivas, las realizamos en forma naturalizada (y hasta bastante automáticamente) por lo que estudiarlas requiere desnaturalizar lo naturalizado. Pero este es un buen ejercicio del pensamiento que permite identificar claramente todos aquellos elementos que constituyen nuestra identidad colectiva. Es fundamental destacar aquí que la comunidad también aportó mucho a la formación de la identidad de cada uno de nosotros y que somos, en gran parte, el reflejo de ella.
LA NACIÓN
Realizando el mismo camino inclusivo que hasta ahora hicimos podemos destacar que muchas comunidades o grupos sociales constituyen nuestra nación. Una definición de nación es esta: "Comunidad de individuos de un mismo origen étnico que generalmente hablan un mismo idioma y tienen un conjunto de tradiciones en común".
Trabajando sobre esta definición podemos destacar la importancia de las tradiciones y de una historia común a nivel nacional. Estas son comunes a las personas de un país y por eso pueden tener un sentido de pertenencia al mismo. Los criterios de identidad, como ya hemos visto, exigen la continuidad en el tiempo y la diferenciación con respecto a los otros. En el caso de las naciones, la identidad se da a través de un conjunto de experiencias que se extienden a lo largo del tiempo y que están ligadas por un significado común, algo que solo los miembros del grupo pueden entender. Una cultura compartida y la unidad de significado son las fuentes principales de una comunidad nacional. Debemos hacer notar al niño que no solo por haber nacido en Uruguay él forma parte de esta nación; sino que hay un compendio de otras cosas que ayudan a que sienta que éste es su lugar: costumbres, estilos al vestirse, formas de hablar, ritos, gustos, formas de esparcimiento, comidas típicas, fiestas tradicionales, personajes, música tradicional y muchas cosas por el estilo que podríamos seguir enumerando. La identidad es el producto tanto de las memorias como de los olvidos de un grupo.
A su vez nuestro país tiene sus héroes nacionales ¿cuáles son? (pueden investigarlo); posee una larga historia de sucesos que llevaron a que logremos nuestra identidad nacional presente y creó símbolos con los que todos podemos sentirnos identificados (como el pabellón nacional y el escudo uruguayo). Los símbolos nacionales ocultan la diversidad interna y transforman las diferencias en apariencias de similitud, de esta manera revisten a la comunidad de una cierta integridad ideológica, lo que explica la capacidad del nacionalismo para unir personas de diferentes niveles culturales y orígenes sociales. Todas estas cosas pueden ser retomadas en clase y ser destacadas. Podemos analizar el efecto de estos símbolos comunes imaginando que estamos en un país lejano, sin poder volver a nuestra patria, y vemos una bandera uruguaya ¿cómo nos sentiríamos? Podemos pensar también que es tan importante la identidad nacional que aún cando estamos en el extranjero viviendo, por ejemplo, añoramos las costumbres y lo típico de nuestro país a tal punto que buscamos relacionarnos con otros uruguayos de ese lugar, para tener con quien compartir esas cosas comunes tan importantes y, de ese modo, estar un poquito más cerca de nuestra patria.
Ya desde los comienzos la gente de nuestra nación luchó por la igualdad (aún cuando la conformaran personas de los más diversos orígenes y condiciones sociales), afrontó unida miles de dificultades con optimismo y salió airosa de ellas, fue alegre y disfrutó de las fiestas y la música, luchó por la soberanía del pueblo y pujó por conservar las tradiciones. Y actualmente todas esas cualidades se mantienen en los uruguayos y, en parte, nos caracteriza a cada uno de nosotros.
Todos los uruguayos vivimos una realidad parecida y compartimos muchísimas cosas. Como docentes nuestra tarea se dirige también a destacar la importancia de que cada uno de nosotros realice pequeñas acciones que aporten a la construcción de un país mejor, de que nos sintamos parte y tengamos la necesidad de participar ya que esto es un deber y un derecho inherente del ser humano. Pero ¿participar cómo?: opinando, interviniendo, decidiendo sobre todo aquello que tiene que ver con la nación y nos afecta a todos. Debemos rescatar la importancia fundamental de la democracia y del sufragio que ella promueve, ya que solo de ese modo es posible la libre expresión de los pueblos y la toma de decisiones sobre su destino.
Y ahora, casi sin darnos cuenta, llegamos al punto de partida de este desarrollo cuando hablábamos sobre la identidad individual del niño. Esa identidad no sería tal si ese niño no fuera uruguayo, si no perteneciera a una comunidad específica, si no tuviese a la familia que, perteneciente a esta nación también, le proporcionó todos los valores y las pautas de conductas y le enseñó a disfrutar de nuestras tradiciones como comer tortas fritas, jugar al fútbol, disfrutar de los carnavales, tener asado a la parrilla algún fin de semana, tomar mate y así un sin fin de cosas.
De modo que la identidad individual nunca está aislada ni es tan individual, pero como docentes, aportar a la construcción de la misma con un sentido de pertenencia a nuestra nación y de respeto hacia lo nuestro es un gran desafío. Desafío que no puede esperar a ser conversado en clase solo en fechas patrias sino que el ideal es que esta secuencia presentada sea objeto de discusión y reflexión a lo largo de todo el año conjuntamente con el trabajo en valores permanente, que genera formas de convivencia muy positivas. Recordemos que autores como Emile Durkheim afirmaron que los pequeños grupos sociales, como es un grupo de escolares y su maestro, son una micro-sociedad, porque allí se dan procesos que también ocurren a escala nacional. De modo que si nuestro objetivo es generar actitudes deseables y positivas, no debemos minimizar nuestra acción ya que todo lo bueno que logremos ahora con nuestros niños también se verá reflejado a futuro.
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Autora:
Paula Fassari
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