Ciertamente que en el proceso histórico han sido diversas las maneras de recopilar y procesar la información, por no hablar de la variedad de situaciones de descubrimiento de una teoría. Teniendo en cuenta los diferentes criterios y posibilidades tecnológicas de cada época. Asimismo, han sido diversos los tipos de interpretaciones que han influido para comprender los fenómenos científicos. "Lo sorprendente es la desaparición de todo este cúmulo de ciencias dispersas, precisamente en el momento de la constitución de un paradigma", reflexiona Echeverría. De acá que el término paradigma para Kuhn esté relacionado íntimamente con el de ciencia normal.
Lo que Kuhn denomina realizaciones paradigmáticas iniciales, cumplen, según el autor, por lo menos dos características esenciales, por las cuales han podido sostenerse en la historia, como ciencia normal; permitiendo definir las investigaciones, en cuanto a su teoría y método, en un campo científico determinado. Dichas características son:
Carecen suficientemente de precedentes como para haber podido atraer a un grupo duradero de partidarios, alejándolos de los aspectos de competencia de la actividad científica. Simultáneamente, eran lo bastante incompletas para dejar muchos problemas para ser resueltos por el redelimitado grupo de científicos.
Las realizaciones que cumplían estas características estaban en el ámbito de ser ciencia normal y Kuhn las denominó paradigmas. En esto se dice que un saber «ascenderá» a la categoría de ciencia una vez dado el triunfo de un paradigma al él referido, reuniendo los miembros que aprenden, conocen y practican las bases dadas por el paradigma:
Los hombres cuya investigación se basa en paradigmas compartidos están sujetos a las mismas reglas y normas para la práctica científica. Este compromiso y el consentimiento aparente que provoca son requisitos previos para la ciencia normal, es decir, para la génesis y la continuación de una tradición particular de la investigación científica.
En esta afirmación se descubren las bases que permiten la constitución de creencias y hábitos de científicos e intelectuales, que los identifica como comunidad científica o como escuela paradigmática, que se ha impuesto históricamente ante otras nociones del saber correspondiente.
Kuhn, en el capítulo que sigue, describirá con palabras breves su noción de paradigma; aunque ya en el capítulo que acá tratamos la ha ido presentando: "Un paradigma es un modelo o patrón aceptado"; aceptado por una comunidad de científicos que raramente concurren en desacuerdo con su manera específica de hacer ciencia.
Como todo hecho histórico, Kuhn entiende que la estructura de la ciencia se fundamenta en un paradigma correspondiente a la época y que tiene su génesis, evolución, desarrollo y ocaso, hasta que es sustituido por otro. Este pensamiento le permite expresar su noción de revoluciones científicas, que para él constituyen los pasos fundamentales en el desarrollo de la ciencia y que consisten en el proceso de cambio de paradigmas. "Teorías que responden a paradigmas diferentes son incomparables entre sí, y el paso de un paradigma a otro no se puede explicar sino por factores extrínsecos a la propia racionalidad científica". Por este tipo de afirmaciones es que se considera a Kuhn, junto a Feyerabend, con sus tesis de la inconmensurabilidad científica, los nuevos transgresores de la epistemología de la ciencia.
El paradigma, entendido como modelo o patrón, regirá para Kuhn la ciencia normal, en un determinado período histórico, hasta su crisis y la revolución; de acá que los científicos referidos a un determinado paradigma, al realizar su labor científica no requerirán de hacer definiciones, ni delimitar su campo de acción. Se supera la escolástica forma de la famosa explicatio terminorum, que exigía la ubicación y justificación de cada concepto, término o categoría empleada, con extensos marcos teóricos definitorios. El paradigma ya marca las pautas a este respecto, lo que indica la independencia y autonomía de un saber científico.
La adquisición de un paradigma y del tipo más esotérico de investigación que dicho paradigma permite es un signo de madurez en el desarrollo de cualquier campo científico dado.
Desde diversos ejemplos de la física y la electricidad Kuhn, intenta demostrar cómo se da el proceso para llegar a esta madurez histórica y el progreso revolucionario de las ciencias. Para él, como ya se ha asomado, las transformaciones de los paradigmas son las revoluciones científicas y el cambio que se da de un paradigma que cae a otro que pasa a dominar. Este es el comportamiento usual de desarrollo de una ciencia que va madurando. Entiéndase el porqué en el neopositivimo se quiso imponer a la física como el paradigma científico, modelo que debería ser considerado para la estructuración de los demás saberes. La madurez histórica que ha alcanzado la física es indudable, y el lenguaje fisicalista, con la influencia del primer Wittgenstein fue notable para incluirlo como modelo, a pesar de su posterior inconsistencia. Esto lo entendió muy bien Kuhn siendo historiador de las ciencias, epistemólogo y físico.
Kuhn reconoce que en las ciencias más antiguas, ya de tiempos «prehistóricos» se habían establecido paradigmas, tal es el caso de la matemática y la astronomía. También en la historia de la ciencia surgieron paradigmas por combinación de saberes y especialidades, como en el caso de la bioquímica, donde tanto la biología como la química, se podían considerar como ciencias maduras. A su vez, se admite el desarrollo de conocimientos sin contar necesariamente con un paradigma determinado, pero en este caso: "a falta de un paradigma, todos los hechos que pudieran ser pertinentes para el desarrollo de una ciencia dada tienen probabilidad de aparecer igualmente importantes". De esto se suscitan investigaciones sin mayor orientación, sin criterios para la recolección de datos; el manejo de los instrumentos se hace inadecuado, bien sea por su uso excesivo o por defecto.
No se niega que el cúmulo de datos que se aportan desde las ciencias sin paradigmas pueda ser válido; de echo, datos que en algún momento han sido considerados como insignificantes, en otro tiempo pueden revestir gran importancia científica. Muchos han sido los casos – cita Kuhn -, por ejemplo los escritos enciclopédicos de Plinio y los aportes literarios científicos de Bacon.
Las primeras etapas en el desarrollo de una ciencia por lo general van en este sentido. Se va recolectando un caudal de información, reunida sin mayor orientación y que se encuentra en manos de estudiosos que inicialmente manejan un buen número de creencias metodológicas y de teorías que se cruzan y se yuxtaponen. Lo que se presta, por ende, a que surjan variedad de interpretación y resultados a ese respecto.
Esta situación de descubrimiento tiende a desaparecer y su "desaparición es causada, habitualmente, por el triunfo de una de las escuelas anteriores al paradigma, que a causa de sus propias creencias y preconcepciones características, hace hincapié sólo en alguna parte especial del conjunto e incoado de informes". De esta manera, se da el paso al período de ciencia normal. Pero el mismo Kuhn considera que este traspaso implica en los estudiosos un tipo de conversión, pero que no es dado por la fuerza (una revolución pacífica), tampoco cumple una secuencia lógicamente preestablecida, no responde a exigencias neutrales de la situación que se va gestando en el conocimiento. Muchas veces, admite Kuhn, el paso de un paradigma a otro no se hace necesariamente por razonamientos lógicos, sino incluso por razones externas a la misma ciencia.
Por lo general, la conversión a un nuevo paradigma se da porque el nuevo modelo permite resolver las dificultades que el anterior no lograba y que han hecho que el viejo modelo entre en crisis. Ante esto, se puede indicar que de alguna manera Kuhn asoma cierto relativismo en el desarrollo de los paradigmas, aunque él mismo no lo promulga abiertamente: "Para ser aceptable como paradigma, una teoría debe parecer mejor que sus competidoras; pero no necesita explicar y, en efecto, nunca lo hace, todos los hechos que se puedan confrontar con ella". El rechazo a la visión de la reducción científica absorbente del neopositivismo y al falsacionismo popperiano es evidente, a la vez que se capta la asunción del criterio de inconmensurabilidad de las teorías, aunque no se hace mayor hincapié a esto en el capítulo que estamos tratando.
En el proceso histórico los paradigmas van avanzando; al surgir uno nuevo, éste debe ir conquistando espacio en su ámbito de acción, debe hacer entrar en crisis al paradigma que lo precede y llegar a producir y extender muchas argumentaciones que puedan persuadir a muchos científicos del campo.
En el desarrollo de una ciencia normal, cuando un individuo o grupo produce por primera vez una síntesis capaz de atraer a la mayoría de los profesionales de la generación siguiente, las escuelas más antiguas desaparecen gradualmente. Su desaparición se debe, en parte, a la conversión de sus miembros al nuevo paradigma.
Sin embargo, ante esto se puede decir que históricamente se descubren científicos que no quieren separarse de sus antiguas posturas y métodos, por lo cual son excluidos; ante lo que emerge, sus trabajos pierden vigencia, ya que el nuevo paradigma implicará la definición más rígida y «mejor» estructurada de la ciencia en cuestión; por ello, quienes no quieran ajustarse a ello se irán aislando en el campo del conocimiento.
Establecido el paradigma y al estar en curso la ciencia normal, la investigación científica surte efecto a manera de descubrir incógnitas; se da por sentado que los presupuestos del paradigma son firmes, no serán, por lo tanto, objeto de duda por parte de quienes lo asuman, por lo menos hasta que no salga a la luz otro modelo que lo opaque. En otros espacios de la obra que estudiamos, Kuhn admitirá, en contra del falsacionismo, que si se descubren anomalías, se dejan inicialmente de un lado, no niegan de ipso facto la teoría o el paradigma, la anomalía podrá expresar errores en la práctica científica y no por eso en los fundamentos teóricos. Pero en el caso que estas anomalías o dificultades persistan y ya sea insostenible obviarlo, entrará en crisis el paradigma y se requerirá su sustitución.
En esta crisis de los fundamentos de los paradigmas ocurren las revoluciones científicas y el avance progresivo, más no «rítmico», de la ciencia normal. En ese pasar histórico se alcanza la ya mencionada madurez científica:
Desde la Antigüedad prehistórica, un campo de estudio tras otro ha ido cruzando la línea divisoria entre lo que un historiador podría llamar su prehistoria como ciencia y su historia propiamente dicha. Esas transiciones a la madurez raramente han sido tan repentinas e inequívocas (…). Pero tampoco han sido históricamente graduales, o sea, coextensivas con el desarrollo total de los campos en cuyo interior tuvieron lugar.
La ciencia normal que Kuhn promulga está definitivamente marcada por un paradigma. Él ha querido en el segundo capítulo aquí estudiado, mostrar ese camino hacia ella, acudiendo a su visión histórica. Muchos de sus críticos destacan su tendencia a lo irracional y al relativismo epistemológico, la imprecisión en el manejo de sus categorías centrales y en el manejo radical de la inconmensurabilidad que impide la misma explicación del avance científico en la historia. Con todo, Kuhn admite que el alcance de un paradigma es fundamental: "es difícil encontrar otro criterio que proclame con tanta claridad a un campo dado como ciencia".
Ciertamente que el análisis, relativamente aislado de un capítulo de la obra central de Kuhn, impide crear de una vez un juicio general sobre el aporte de este autor; sobre todo, por el estilo de este capítulo que presenta argumentaciones todavía introductorias, indicando sólo el acercamiento a un camino histórico de las revoluciones científicas.
Al hacer un repaso del índice y a algunos contenidos de la obra, se puede determinar que las categorías asomadas en este ensayo siguen siendo el bastión de su discurso. El camino tomado por Kuhn pretende seguir indagando la función de los paradigmas, el comportamiento de las ciencias revolucionarias.
El aporte de Kuhn es indudable en cuanto favorece la comprensión actual de la ciencia; las «camisas de fuerza» lógicas van siendo superadas y nuevos conceptos, adaptados a las nuevas tecnologías, son considerados en el lenguaje científico emergente. El valor sociológico del fenómeno científico es uno de los aportes que se le reconoce a Kuhn; todavía sus entregas a la epistemología se pueden considerar recientes y quedará algún tiempo para evaluar como han incidido en la manera de comprender y de actuar en la ciencia de finales del siglo XX e inicios del XXI.
Es importante la afirmación que hace Moreno al analizar los aportes kuhnianos: "al circunscribir el paradigma a un campo específico de la ciencia o a las ciencias particulares (la física, la química, la biología…), da una explicación insuficiente pero abre la posibilidad de nuevas preguntas. ¿La verdad de cada paradigma está en sí mismo? ¿No es pensable un paradigma más amplio dentro de cuyo horizonte se constituyan y desarrollen los distintos paradigmas científicos?". Acá surge un campo de investigación para los filósofos y sobre todo para los epistemólogos de la ciencia. Son muchos los interrogantes que se generan y muchas las cosas que se pueden indagar. La ciencia en su camino revolucionario avanza cada vez con más rapidez; por lo tanto, los aportes que vienen de la Filosofía deben adaptarse al ritmo que tienen, para no caer en el peligro de ser ignoradas, dejadas a un lado por paradigmas superficiales.
Quedaría por considerar el ejercicio de poner en común las reflexiones sobre el resto de los capítulos de la obra principal de Kuhn, e incluso de otros aportes posteriores, para realizar un análisis más exhaustivo de su visión, pudiendo realizar una crítica y una síntesis más objetiva y valiosa.
Lic. Gerardo Luis Lugo R.
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