Descargar

Justicia social e ideal en América


Partes: 1, 2

    1. Acercamiento al origen del pensamiento latinoamericano
    2. Nuestra América
    3. Conclusión
    4. Bibliografía

    Acercamiento al Pensamiento político Latinoamericano

    Introducción

    La historia no la componen los puros hechos, sino la conciencia que se tenga de ellos. Leopoldo Zea

    La justicia social en Latinoamérica ha recorrido un largo camino, extendiendo un puente desde el siglo XVI hasta nuestros días. Ese puente afinca su andamiaje en la Península Ibérica y su mayor soporte, con arco triunfal, en la ciudad de Caracas, en la América indiana; pero muy especialmente en el pensamiento filosófico de uno de sus hijos: Simón Bolívar (1783-1830).

    La justicia social es la esencia e impulso del proceso independentista. ¿De dónde surge este concepto?, y ¿qué ocurre cuando no se lo tiene claro? La justicia social remite directamente al derecho de los sectores más desfavorecidos de la sociedad y contiene una tácita necesidad de restituir lo que se le ha quitado por fuerza. Esta concepción lleva a pensar en la revoluciones francesa e inglesa, de finales del siglo XVIII y principios del XIX, a la Declaración de los Derechos fundamentales del hombre, al positivismo preconizado por los filósofos David Hume (británico), Saint-Simon (francés) y el alemán Immanuel Kant, cuyo sistema filosófico fue definido más ampliamente por Auguste Comte (1798-1857), quien se interesó por la reorganización de la vida social para el bien de la humanidad a través del conocimiento científico, y por esta vía, del control de las fuerzas naturales. Los dos componentes principales del positivismo, la filosofía y el Gobierno (o programa de conducta individual y social), fueron más tarde unificados por este filósofo y matemático francés en un todo bajo la concepción de una religión, en la cual la humanidad era el objeto de culto. Sumado a todo esto debemos señalar el poderoso influjo de la Ilustración y su antropocentrismo. Vale recordar que en la segunda mitad del siglo XVIII, aun cuando Europa tenía un alto índice de analfabetismo, más del 70%, la intelectualidad y los grupos sociales más relevantes descubrieron el papel que podría desempeñar la razón, íntimamente unida a las leyes sencillas y naturales, en la transformación y mejora de todos los aspectos de la vida humana (1).

    Para entender correctamente el fenómeno de la Ilustración hay que recurrir a sus fuentes de inspiración fundamentales: la filosofía de Descartes -basada en la duda metódica para admitir sólo las verdades claras y evidentes- y la revolución científica de Newton, apoyada en unas sencillas leyes generales de tipo físico. Los ilustrados pensaban que estas leyes podían ser descubiertas por el método cartesiano y aplicadas universalmente al gobierno y a las sociedades humanas.

    Por ello, la élite de esta época sentía enormes deseos de aprender y de enseñar lo aprendido, siendo fundamental la labor desarrollada por Diderot y D'Alembert cuando publicaron la Encyclopédie raisonée des Sciences et des Arts entre 1751 y 1765, completada en 1764 con el Dictionnaire philosophique, de Voltaire.

    En el viejo mundo se había abonado el terreno para que se produjeran los grandes acontecimientos donde también los hispanoamericanos participarían de manera muy decidida en busca de su libertad y autodeterminación, y alcanza su ápice durante la derrota británica contra la flota franco-española en Trafalgar (2). Las tropas de Napoleón invadieron España. La sangrienta guerra de los seis años que siguió –la Guerra Peninsular, conocida en España como la Guerra de la Independencia — en la cual se utilizaron las tácticas de guerrilla y vandalismo, asestó un golpe mortal a la economía española.

    Para recapitular, debemos tener muy en cuenta que la idea de justicia social está orientada a la creación de las condiciones necesarias para que se desarrolle una sociedad relativamente igualitaria en términos económicos. Comprende el conjunto de decisiones, normas y principios considerados razonables para garantizar condiciones de trabajo y de vida decentes para toda la población. Involucra asimismo la concepción de un Estado supervigilante, que esté removiendo los obstáculos que impiden el desarrollo de relaciones en igualdad de condiciones.

    Este ideal de una comunidad igualitaria, heredado de la cultura ibérica, encontrará su mejor y más alta expresión en el pensamiento del Libertador, Simón Bolívar. En él se concentrará esa fuerza, lo arrastrara ese "huracán revolucionario".

    En la Carta de Jamaica, así como en otras muchas cartas y discursos del Libertador, se encuentra la base de ese tipo de solidaridad típicamente ibera que hemos reseñado antes. Una forma de solidaridad que alcanza perfiles universales y liga a los hombres de esta América con la anhelada universalidad buscada una y otra vez por sus ideólogos. La solidaridad entre pueblos y hombres que se saben iguales y, por ende, con los mismos derechos y obligaciones.

    Partes: 1, 2
    Página siguiente