La sociobiología de la tristeza y de la depresión, desde el punto de vista de la Teoría de la Evolución (página 2)
Enviado por Felix Larocca
Darwin y Russel
Charles Darwin, y Alfred Russel Wallace fueron los originadores de la Teoría de la Evolución. El primero, estableciendo lo siguiente en una de sus comunicaciones tempranas acerca de los efectos en la supervivencia del ser humano. Lo hizo. Como adelante veremos, para explicar las reacciones cuando este último cayera víctima de la enfermedad, ya que las dolencias nuestras, en su mayoría, son asimismo resultado de la incidencia en nosotros de otros seres que siendo vivos lo hacen en búsqueda de su propia supervivencia a costa nuestra:
"Algunas manifestaciones de enfermedad se originan directamente de algún defecto en la maquinaria del cuerpo, mientras que otras constituyen desregulaciones de defensas. Las manifestaciones de enfermedades que son resultados directos de defectos, como son la ictericia o las convulsiones carecen de toda utilidad.
"Sin embargo, salvaguardias, como son el dolor y la diarrea son adaptaciones iniciadas por la selección natural. Entonces, protecciones extremas o desreguladas pueden causar muchas enfermedades, como son el dolor crónico y la diarrea."
Desde entonces, muchos hemos sido "víctimas", accidentales, o no, de los poderes adaptivos de las enfermedades, como nos lo enseña la medicina darwinista.
Es posible, sin embargo, admitir la noción de que, en nuestra flexibilidad innata y adaptabilidad extraordinaria como especie, que la enfermedad en sí; en una mayoría de los casos, de acuerdo a Herbert Spencer, nos fortalezca y que aun nos haga más maleables e idóneos, como consecuencia.
Tristeza por V. Van Gogh
De algún modo, desde la antigüedad más remota, ya poseemos evidencia de que, para manifestar nuestras aptitudes de líderes frente a nuestros contemporáneos deberíamos fortificarnos, lucir poderosos y demostrar nuestras habilidades y resistencias medidas frente al resto de la tribu en que viviéramos. Lo que, para impresionar a nuestros semejantes, lográbamos cuando nos sometíamos a ordalías severas que podrían, en ocasión, resultar en nuestra muerte o daño permanente.
En su tratado magnífico, Millenium, el antropólogo David Maybury-Lewis, describe en detalle tales ceremonias como se llevaban a cabo por todas partes, especialmente por los aborígenes norteamericanos de la tribus Mandan.
Lo antedicho fue expuesto en mi ponencia La Sonrisa de Dios (Revista Rumbo).
La Sonrisa de Dios…
En breve, La Sonrisa de Dios consistió en una lección que yo escribiera, destinada a dejar la impresión entre las personas deprimidas — a menudo mis pacientes — de que su sufrimiento, si era utilizado de manera adaptadora, ofrecía ciertas ventajas personales para garantizarles la supervivencia, mejorarles el equilibrio emocional y garantizarles su última felicidad.
En otras palabras, que su padecer era una prueba sobrehumana de su reciedumbre.
La sociobiología y su significado
Para lograr una exposición lúcida de esta tesis, una breve descripción de este campo de la ciencia que es relativamente nuevo y controversial, hemos acudido a las páginas de Wikipedia en Español, que la define de la manera siguiente:
"El término sociobiología se acuñó por Edward E. Wilson en su libro Sociobiology: The New Synthesis de 1975; los antecedentes del pensamiento sociobiológico incluyen la obra de Robert Trivers y William D. Hamilton. El libro popularizó la intención de explicar la mecánica evolutiva detrás de los comportamientos como el altruismo y la agresividad de las hormigas principalmente y otros animales. El último capítulo se dedica a explicaciones sociobiológicas del comportamiento humano. Los sociobiólogos afirman que el comportamiento animal puede explicarse a partir de la selección natural, en términos de consideraciones evolutivas. La selección natural es fundamental a la teoría evolutiva y afirma que las características hereditarias que incrementan las posibilidades de supervivencia y reproducción serán más y mejor representadas en las generaciones subsiguientes, los atributos serán seleccionados. En tanto, mecanismos comportamentales heredados que permiten un organismo mayores posibilidades de sobrevivir o reproducirse muy probablemente estarán presentes en generaciones subsiguientes. Muchos biólogos aceptan que comportamientos hereditarios para la adaptación pueden presentarse en especies animales, pero la controversia se da en la aplicación del modelo evolutivo al ser humano, tanto dentro del ámbito de la biología evolutiva como desde la ciencia social.
"Las premisas de la sociobiología son la herencia de atributos comportamentales y la acción de la selección natural sobre esta herencia; los atributos deben actuar en pro de la adaptación al entorno. Tomando como referencia las categorías de comportamiento animal de Nikolaas Tinbergen, el análisis sociobiológico se puede clasificar en explicaciones a nivel especie y nivel individual. Las categorías según especie consisten en la función adaptativa del comportamiento y el proceso evolutivo detrás de esta funcionalidad. Las categorías a nivel individuo son su desarrollo y el mecanismo comportamental que le sigue. Los sociobiólogos se interesan en cómo el comportamiento se explica lógicamente a partir de las presiones selectivas en la historia de las especies. Les concierne entonces el comportamiento instintivo o intuitivo y se hace énfasis en las semejanzas entre poblaciones animales. La tendencia maternal mamífera a la sobreprotección de la descendencia es un ejemplo de un comportamiento favorable para la supervivencia de un conjunto de especies, haciendo que los mecanismos evolutivos detrás de la evolución sea exclusivamente genético."
Vincent Van Gogh
Incidentalmente, vale el esfuerzo repetir aquí que la sociobiología, como ciencia, tuvo un nacimiento traumático y, a veces engorroso para su originador, el mirmecólogo, E. O. Wilson. (Véanse mis ponencias al respecto en monografías.com).
La depresión como "enfermedad", la tristeza, como condición y el duelo como secuela natural a nuestras pérdidas
Uno de los problemas más críticos que han resultado de la introducción de ese manual meretriz que conocemos como el DSM-ETC, es la confusión que, por su culpa reina, entre la tristeza como actividad humana y de otras especies, y la depresión mayor, como trastorno afectivo, que debe de ser activamente tratado con medicaciones desarrolladas para esos fines. De acuerdo con los arquitectos de DSM y a las industrias farmacéuticas.
La tristeza, como tal, sabemos que es compartida entre especies vertebradas en sus manifestaciones
Darwin, recordaremos aquí, sería un exponente original de que los primates demuestran una similitud muy clara a la de nuestro género, respondiendo ellos mismos a circunstancias similares a las que nos entristecen en sus gestos, postura y expresión afectiva.
Hoy, asimismo entendemos que las hormonas involucradas en las reacciones de duelo son las mismas que se movilizan durante el estrés. Lo que haría de la reciente separación de sus padres, en el estado de Texas, de los niños de sus figuras protectoras, un crimen injustificado por la sociedad en que viven. (Véase mi artículo, La Masacre de Texas).
La tristeza y la depresión son entidades humanas con características propias que las distinguen como fenómenos de naturaleza única y que ocurren como resultado directo a la pérdida de algo muy querido.
Todos experimentamos el duelo como sombra que nos confronta siguiendo la pérdida del objeto que hubiera sido investido con la carga emocional que llamara Freud la catexis.
La catexis, a menudo refleja que la pérdida del objeto, que con su carga se reviste, es de índole narcisista.
Por el contrario, la depresión, como fenómeno de importancia clínica, se ajusta a una categoría diagnóstica que se incluye en el DSM-IV-R y que se entiende como la satisfacción de haber establecido un conjunto de criterios sintomáticos para establecerla.
Estándares que, a menudo, se compilan de modo arbitrario o con laxitud precipitosa. (Un libro muy importante al respecto es, The Loss of Sadness: How Psychiatry Transformed Normal Sorrow into Depressive Disorder por A. V. Horwitz y J. C. Wakefield).
He aquí el dilema, muy poco distingue lo que es la tristeza "normal" de lo que los psiquiatras — y los dispensadores ciegos de medicinas — consideran como la "depresión", cuando ésta última se presenta como "enfermedad".
Partiendo desde el punto de vista de quienes conciben las enfermedades, como adaptaciones evolutivas, es que lo hacen, admitiendo que su postura al respecto pueda que resulte siendo errónea. Pero así admiten hacerlo, y persisten haciéndolo, porque creen que la depresión con sus aspectos paralizantes sirve el propósito benéfico de presentar obstáculos a decisiones inapropiadas y riesgosas frente a los azares de la vida.
En otras palabras la depresión frena y previene las actividades equivocadas que serían más desventajosas a largo plazo para quien la sufre.
De ser así, uno debe de preguntarse a sí mismo, si el suicidio, presenta igualmente otra adaptación que es igualmente malentendida, por falta de modelo animal y de explicación lógica, ya que como resultado impide toda acción.
Lo que, por supuesto, adaptación, no lo es
Entonces, ¿qué es la depresión?
No lo sabemos, ya que su definición es proteica. Pero, lo que sí sabemos es que es algo que ha preocupado la humanidad por tiempos inmemorables y que penetra los libros sacros, las tradiciones, el folklore, los cuentos de hadas, y toda expresión del arte y del pensamiento humano en toda cultura.
Mulo, por Rembrandt Bugatti. El notable escultor italiano se suicidó a los 31 años
Para abordar este asunto es mejor admitir que la psiquiatría de DSM-Spitzer, empecinada en la erradicación del psicoanálisis no ofrece ni una respuesta ni una solución al problema, aunque no se detiene en describirla, clasificarla, categorizarla, y tratar de "curarla".
En este mismo tenor, asimismo, tendremos que aceptar que las depresiones pueden ser camufladas por síndromes que las imitan, pero que no las representan.
¿Son la tristeza y el duelo enfermedades o adaptaciones?
Para todos los filósofos, historiadores, curanderos y médicos, la tristeza que resulta de una pérdida se considera como siendo resultado normal a la misma. Mientras que la depresión o melancolía, como síndrome, se caracteriza por su duración, intensidad, carencia de una causa reconocible y su asociación con síntomas severos, a veces de naturaleza profunda o aun delirante.
Para muchos, esta distinción ha permanecido esencial a través de los años, y por su subjetividad intrínseca, a veces hace la distinción entre una depresión moderada y una tristeza profunda indiferenciables.
Siendo una función de nuestra naturaleza, y común entre nuestros parientes, los simios más cercanos, podremos adaptar lo que expresara en mi ponencia El Determinismo Cósmico, publicada en monografías.com, que nuestra adaptabilidad innata, como aseverara Emanuel Cheraskin, a la depresión y a las vicisitudes de la vida es atenuada por nuestras predisposiciones innatas a tolerar adversidad.
Igualmente podemos decir que para combatir el dolor y sobrevenir la depresión en un período de nuestra historia que cuestiona el uso excesivo de las medicinas antidepresivas, que la psicoterapia es un aditamento sin sustituto en la lucha contra la infelicidad existencial o genéticamente programada.
En resumen
Muchas de mis ponencias enfatizan los aspectos de la psiquiatría que la consideran como actividad intelectual, y como ciencia médica con recalzos bio-socio-psicológicos.
Lo mismo es el caso, cuando consideramos y entendemos la obesidad. Plaga implacable en su crecimiento, que suscita como una condena sociológica, resultado de los efectos del comer desenfrenadamente y del gozar del abuso de comidas opíparas y desmedidas.
Mientras se trate la obesidad morbosa con métodos paliativos, como la depresión se trata exclusivamente con las drogas, los resultados serán limitados e imperfectos.
…así son las cosas cuando son del alma…
Bibliografía
- Williams GW, Nesse R: The dawn of Darwinian medicine. Q Rev Biol. 1991; 66:1-22.
- Nesse RM, Williams GC: Why We Get Sick: The New Science of Darwinian Medicine. Vintage Books; 1994.
- Bibliografía adicional suministrada por solicitud.
Autor
Dr. Félix E. F. Larocca
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