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Efecto de la suplementación energética sobre producción de leche

Enviado por Graciela Cumare


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Planteamiento del problema
  3. Marco teórico
  4. Suplementación energética a base de grasas
  5. Las grasas
  6. Suplementación
  7. Condición corporal
  8. Metabolismo de lípidos o grasas en las vacas lecheras
  9. Absorción intestinal de lípidos
  10. La energía
  11. Sistema de variables
  12. Marco metodológico
  13. Análisis y discusión de resultados
  14. Conclusiones y recomendaciones
  15. Referencias
  16. Anexos

INTRODUCCIÓN

La evolución en la producción lechera en los últimos años ha seguido una línea de intensificación similar a la observada en otras especies como la porcina y la avicultura. Ello ha conllevado sin lugar a dudas, un cambio en la utilización de los alimentos evolucionando del simple pasto, ¨la vaca ligada a la tierra¨, pasando por la incorporación de los concentrados, hasta llegar a sistemas extremos. Los sistemas de alimentación han cambiado de un pastoreo puro a la alimentación única. Actualmente las necesidades de los animales son mejor conocidas y evaluadas. Formular con unidades simples: energéticas, proteicas y minerales (Ca y P) ya es historia, hoy en día los requerimientos deben ser evaluados más específicamente (grasas, calidad de las proteínas, aminoácidos etc. Para adecuarse a las exigencias de un sector en constante evolución (Baucells, 1999).

Para la mayoría de los productores la pérdida de condición corporal al inicio de la lactancia de las vacas, y las consecuencias que ello implica, constituyen un reto nutricional. Lograr mayores y sostenidos rendimientos lecheros implica cambiar la relación forraje: concentrado. De dietas eminentemente forrajeras, que permiten aumentar la producción de leche por día, en la actualidad se emplean raciones prácticamente concentradas para abastecer mayor cantidad de energía metabolizable por Kg. de alimento o tenores más altos de proteínas con proporciones más adecuadas de aminoácidos (Céspedes y Del Carpio, 2007).

El alto potencial de producción no siempre se aprovecha, ya que se asocia a un máximo requerimiento de nutrientes en un momento en que se da una considerable depresión del apetito por el estrés post-parto. La vaca responde a esta situación empleando sus reservas corporales, provocándose una pérdida de peso; desmejoramiento de su condición corporal y de la calidad de la leche producida. Resulta evidente que se necesita de un mayor abastecimiento energético. En forma simplista podría pensarse que para aportar más energía bastaría con incrementar el nivel de grasas y aceites sin tener en cuenta otra consideración; pero, lamentablemente, el alto contenido de aceites (insaturados) y grasas (saturadas) resulta contraproducente e interfiere en la fermentación ruminal y aprovechamiento de la fibra, deprimiendo, de paso, la producción de grasa láctea. Por esto, algunas raciones de alta energía en "el papel" fallan en su "promesa" en términos de rendimiento. Así, se originaron las grasas inertes, también denominadas rumen-protegidas, sobrepasantes o by – pass; las que fueron diseñadas para evitar esta sobreestimación calórica y la interferencia con la fermentación ruminal (, 2002).

Cabe preguntarse, entonces, ¿Podrá la grasa protegida o sobrepasante producir un efecto positivo en la producción de leche, mejorar la condición corporal de las vacas e incrementara el valor porcentual de la grasa en la leche?

Para tratar de responder a esta interrogante se planteó la ejecución del presente trabajo de investigación, que lleva por nombre: Efecto de la suplementación energética con grasa sobrepasante sobre producción de leche, porcentaje de grasa y condición corporal en vacas mestizas y cuyos objetivos fueron: Determinar el efecto de la suplementación con grasa sobrepasante sobre la producción de leche, evaluar el efecto de la suplementación con grasa sobrepasante sobre la condición corporal y determinar el efecto de la suplementación con grasa sobrepasante sobre el porcentaje de grasa en la leche.

En este sentido, es necesario implementar tecnologías que permitan utilizar eficientemente los recursos alimenticios en función de alcanzar avances productivos en los rebaños lecheros. Por lo tanto, los técnicos deben proponer técnicas simples de ser implementadas y adaptables a las condiciones propias del medio y útiles en función de superar algunos indicadores importantes como la producción de leche, su porcentaje de grasa y la condición corporal entre otras. Por lo tanto, tomando en cuenta que existen interrelaciones entre estas se realizó un ensayo en la agropecuaria La Gloria perteneciente al Grupo San Simón, ubicada en el kilómetro 2 ½ de la vía que conduce de Santa Bárbara – El Vigía, municipio Colón del estado Zulia. En este se utilizó un suplemento energético a base de grasa sobrepasante para evaluar su efecto sobre las variables mencionadas en un grupo de vacas mestizas en producción. Para tal efecto se realizaron pesajes de leche cada 15 días y paralelamente se tomaron las muestras de leche para determinar el porcentaje de grasa en un laboratorio reconocido del municipio, por otro lado las evaluaciones de la condición corporal CC se realizaron cada 30 días por un periodo total de 120 días (4 meses) estos datos fueron vaciados en planillas de Excel previamente diseñadas para su procesamiento y análisis estadístico.

CAPÍTULO I

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

El problema

Los parámetros nutricionales que más influencia ejercen sobre la producción de leche son la energía, la proteína, las grasas, los minerales y las vitaminas. Sin embargo a nivel del campo no se pueden medir los requerimientos nutricionales de cada vaca dentro del rebaño, los cuales son utilizados primordialmente para asegurar las funciones fisiológicas de mantenimiento corporal, lactación y crecimiento. No obstante, existe una alta asociación entre la condición corporal (estado de gordura) y el futuro comportamiento reproductivo y productivo (Fergunson y Zarate, 2000).

La producción de leche conlleva un gasto energético para la vaca lechera, en especial en su pico de producción, que es la etapa de la lactancia en la que se da una mayor producción de leche. Por esta razón y porque el animal no logra tener un consumo adecuado de MS, es que el mismo entra en un balance energético negativo, que en caso de ser excesivo, afecta la producción de leche, condición corporal, salud y reproducción, entre otras. Durante varios años, se han estudiado distintas maneras de tratar de minimizar estos problemas, concluyéndose que un uso adecuado de las grasas sobrepasantes ayuda a disminuir los trastornos metabólicos anteriormente citados, mejorando tanto la producción de leche como el incremento total de sólidos durante la lactancia, lo que se traduce en un mayor retorno económico para el productor (Fergunson, Galligan, Balnchard y Reeves, 1994).

En la unidad de producción La Gloria se ha observado la existencia de un rebaño de vacas mestizas con una pobre condición corporal y un promedio de producción de leche general e individual, por debajo de la media de la zona.

En virtud de esta problemática, se efectuó un ensayo dirigido a evaluar la relación de la grasa sobrepasante (energía) con la producción de leche, porcentaje de grasa y CC de las vacas. Con este estudio en líneas generales se observa el comportamiento productivo y de CC ya que determinar si las vacas a pastoreo están consumiendo suficientes y adecuados nutrientes es una tarea difícil de realizar a nivel de campo; por lo que se requieren realizar análisis de calidad nutritiva (bromatológicos), tanto de la dieta base como el de suplementos utilizados, para lograr un balance acorde a las necesidades del rebaño.

Por lo anteriormente descrito, se realizó una investigación dirigida a propiciar el mejoramiento de estos parámetros en virtud que en la actualidad el rebaño de la unidad de producción a pesar de recibir suplementos de origen proteico, minerales y vitamínicos presentan, promedios de producción individual del rebaño de 2,6 Kg/vaca y una CC entre 2,5 y 3.

Dada la problemática se presentaron para esta investigación las siguientes interrogantes:

¿La producción de leche estará relacionada con la suplementación a base de grasa sobrepasante en las vacas?

¿En que medida la condición corporal del rebaño estará relacionada con la suplementación a base de grasa sobrepasante en las vacas?

¿El porcentaje de grasa en la leche estará relacionada con la suplementación a base de grasa sobrepasante en las vacas?

Objetivos de la Investigación

Objetivo General

Evaluar el efecto de la suplementación energética con grasa sobrepasante sobre la producción de leche, porcentaje de grasa y condición corporal en vacas mestizas a pastoreo.

Objetivo Específicos

Determinar el efecto de la suplementación con grasa sobrepasante sobre la producción de leche.

Evaluar el efecto de la suplementación con grasa sobrepasante sobre la condición corporal.

Determinar el efecto de la suplementación con grasa sobrepasante sobre el porcentaje de grasa en la leche.

Justificación

La productividad de una finca esta dada por su capacidad productiva, la cual a su vez es un reflejo del bienestar del animal y del manejo nutricional y reproductivo Vélez, Hincapié, Matamoros y Santillán, (2002). Desde la lactación previa la vaca debe recibir una buena alimentación, para que al momento del secado presente una buena condición corporal y la mantenga hasta después del parto ya que es muy difícil ganar condición en el periodo posparto por las altas demandas energéticas de la lactación. La energía ofrecida en suplementos, se desvía inicialmente a la producción láctea; la vaca utiliza la energía para mantenimiento, crecimiento y ganancia de condición corporal hasta que pasa el pico de producción (González, 2001).

La condición corporal es una forma de indicar la cantidad de grasa subcutánea que cubre al animal y ésta a su vez indica las reservas de energía de que dispone, esta es una herramienta de mucha importancia para una maximización en la producción de leche, y permite disminuir la incidencia de enfermedades metabólicas y otras enfermedades del periodo de transición (Vélez y Colb., 2002).

La suplementación con grasa sobrepasante, es una buena alternativa para la alimentación de ganado lechero, esta escapa de la fermentación ruminal y provee una mayor cantidad de energía que es absorbida en el intestino (Martínez y Sánchez, 1999). Las necesidades energéticas al final de la gestación son mayores debido a un rápido crecimiento del feto, la placenta, el útero y la glándula mamaria, sin embargo, son menores que las de la lactancia, principalmente desde el parto hasta que se alcanza el pico de producción (González, 2001). Al menos un 80% de las vacas presentan un balance energético negativo después del parto, debido a que el consumo de energía procedente del alimento es menor que la requerida por el animal para su mantenimiento y producción. Los requerimientos de energía de los bovinos son complejos y cambian dependiendo de la raza, sexo, estado fisiológico y por una gran variedad de factores ambientales. Además la composición de los nutrientes y el valor energético de los alimentos varía ampliamente de acuerdo a las diferencias genéticas de la planta, estado fenológico, fertilización, irrigación y a la época de corte (Abas, Lothamer y Rearte, 2005).

Las vacas en producción generalmente sufren un balance energético negativo, principalmente durante los primeros meses de lactancia, como resultado del bajo consumo de materia seca (MS) y del escaso contenido energético de los forrajes en Condiciones tropicales (Sánchez y Soto, 1999). Esta situación afecta el potencial de producción de leche, el rendimiento reproductivo y la condición metabólica del ganado (Campabadall, 1996). Para mejorar el balance energético, se puede utilizar una ración con altas cantidades de grasas hasta un nivel adecuado, que dependerá del tipo de animal y del nivel de producción (Abas y Colb., 2005).

Otra alternativa que ha tenido gran auge, durante los últimos años, es el uso de grasas. Sin embargo, pese a una serie de ventajas, éstas tienen sus limitaciones, ya que existe un nivel máximo de inclusión en la dieta, que es aproximadamente de 3 a 5% de la MS. Porcentajes mayores tienen un efecto negativo sobre la fermentación ruminal, debido a la inhibición de los microorganismos ruminales o por adherirse a las partículas de alimento, lo que disminuye la tasa de exposición del forraje al ataque enzimático microbial (Rojas, Quan y Araya, 1996).

Con el objeto de utilizar grasa en la dieta y evitar los problemas anteriormente citados, existe la opción de adicionar grasas sobre pasantes, se denominan así, ya que por su composición sobrepasan el rumen, sin sufrir ningún cambio hasta llegar al intestino. Por esta y otras ventajas, se han transformado en una parte integral de la ración del ganado lechero, especialmente durante la primera etapa de la lactancia (Cabrera y Del Carpio, 2007).

La producción de leche conlleva un gasto energético para la vaca lechera, en especial en su pico de producción, que es la etapa de la lactancia en la que se da una mayor producción de leche. Por esta razón y porque el animal no logra tener un consumo adecuado de MS, es que el mismo entra en un balance energético negativo, que en caso de ser excesivo, afecta la producción de leche, condición corporal, salud, entre otras (Rojas y Colb., 1996).

Durante varios años, se han estudiado distintas maneras de tratar de minimizar estos problemas, concluyéndose que un uso adecuado de las grasas sobrepasantes ayuda a disminuir los trastornos metabólicos anteriormente citados, mejorando tanto la producción de leche como el incremento total de sólidos durante la lactancia, lo que se traduce en un mayor retorno económico para el productor.

Por todas estas razones, se realizo una investigación tendiente a evaluar la producción de leche, su porcentaje de grasa y la condición corporal en vacas mestizas a pastoreo suplementadas con grasa sobrepasante en la unidad de producción La Gloria dedicada a la ganadería de doble propósito, al mismo tiempo se aspira obtener resultados que puedan tener utilidad práctica en el área de nutrición, obteniendo así estrategias de manejo que minimicen estos problemas.

Delimitación de la investigación

La investigación estuvo basada en relacionar la producción de leche, la condición corporal y el porcentaje de grasa en la leche en vacas mestizas a pastoreo con el consumo de un suplemento comercial a base de grasa sobrepasante.

En cuanto a la ejecución y duración del ensayo, este se llevó a efecto desde el mes de octubre del año 2009 al mes de enero del 2010.

Este trabajo se realizó en La Hacienda La Gloria perteneciente al Grupo San Simón, ubicada en el sector La Gloria, kilómetro 2 ½ de la carretera que conduce de Santa Bárbara de Zulia – El Vigía, del municipio Colón, estado Zulia.

CAPITULO II

MARCO TEORICO

Antecedentes de la investigación

Antecedentes.

Calvopiña, (2007) en su investigación titulada: Estudio de la suplementación de tres niveles de grasa sobrepasante en la alimentación de vacas lactantes Holstein. Donde los tratamientos fueron n1: Mezcla forrajera + Pasto de corte + Balanceado (1 kg por cada 4 litros de leche) + Sal mineralizada + 0 g de grasa sobrepasante (testigo) + agua, n2: Mezcla forrajera + Pasto de corte + Balanceado (1 kg por cada 4 litros de leche) + sal mineralizada + 200 g de grasa sobrepasante+ 200 gr de panela + agua, n3: Mezcla forrajera + Pasto de corte + Balanceado (1 kg por cada litros de leche) + sal mineralizada + 400 g de grasa sobrepasante + 400 gr de panela + agua. Se utilizó un diseño conmutativo, con tres períodos de evaluación, de 28 días cada uno, (21 días de medición y 7 días de adaptación), con cuatro animales por tratamiento. La unidad experimental fue una vaca Holstein en producción con un peso promedio de 549 kg y un promedio de producción de leche de 24 litros/día, entre 1 – 5 meses de lactancia. Las variables evaluadas fueron: Producción de leche, incremento de peso, altura a la cruz, consumo de balanceado, condición corporal, consumo de grasa sobrepasante, composición de la leche y análisis económico.

De las variables analizadas se determinó que con los 400g/vaca/día de grasa sobrepasante presentó la mayor producción de leche con 546.17 litros/vaca/21días (26.01 litros/vaca/día), un incremento de peso de 2.34 kg/vaca/21días (0.11 kg/vaca/día), un consumo de balanceado de 4.85 kg/vaca/día, una condición corporal de 2.81 u/vaca/21días, un incremento de grasa de 2.3 g/100 ml de leche y un incremento de proteína de 0.4 g/100 ml de leche. Del análisis económico se detecta que el tratamiento que presentó una mayor tasa de retorno marginal lo tiene 200g/vaca/día de grasa sobrepasante con 172.8 %, recomendando este nivel para agregar en la dieta diaria de vacas lactantes Holstein.

Por su parte Rojas y Colb. (2007), en el noroeste de Venezuela, en condiciones de bosque seco tropical, realizaron una investigación con el propósito de evaluar el efecto de la suplementación con concentrado comercial sobre los contenidos de grasa (G), sólidos totales (ST), sólidos no grasos (SNG), proteína cruda (PC), caseína (C) y lactosa (L) en leche de vacas doble propósito pastoreando Panicum maximum y Leucaena leucocephala. Los tratamientos evaluados fueron pastoreo en P. maximum + 1 hora/d en leucaena (T1), T1 + 1 kg concentrado/vaca/d (T2) y T1 + 2 kg concentrado/vaca/d (T3), utilizándose un diseño experimental completamente aleatorizado con ocho repeticiones. Los resultados obtenidos mostraron un efecto significativo (P<0,05) de la suplementación sobre los contenidos de ST, PC y C, mientras que, no existieron efectos (P>0,05) sobre los SNG, G y L. Los mayores contenidos de ST (12,42%), PC (2,98%) y C (2,33%) se obtuvieron cuando las vacas consumieron 1 kg de concentrado. Los valores promedios obtenidos de G, SNG y L fueron 4,12; 8,16 y 4,65%, respectivamente. Se puede concluir de este estudio que la utilización de concentrados comerciales incrementa ciertos componentes químicos de la leche en sistemas doble propósito.

Waltner, McNamara y Hillers, (2004) en otra investigación titulada: Efecto de la suplementación energética preparto y del balance nutricional posparto en vacas primíparas Holstein en condiciones de pastoreo sobre la producción y la composición química de la leche, utilizaron 29 vacas primíparas pareadas por peso vivo, estado corporal y fecha probable de parto. El objetivo fue evaluar la respuesta productiva de la suplementación energética aplicada tres semanas preparto y por una dieta equilibrada ad hoc, suministrada durante 90 días posparto. Se utilizó un diseño factorial 2 x 2, con dos dietas preparto D1 y D2 (0,95 y 1,15 Mcal ENL/kg MS, respectivamente) y dos dietas posparto D3 (1,53 Mcal ENL/kg MS y 17,8% PC) y D4 (1,61 Mcal. ENL/kg MS y 16% PC). Las interacciones de las dietas preparto y posparto no fueron significativas para las variables en estudio. La producción de leche fue afectada por las dietas pre y postparto, registrándose los mayores valores con la D2 y la D4. La grasa se vio solo afectada por la dieta preparto donde los niveles más altos fueron alcanzados con la dieta D2. La proteína láctea se vio afectada tanto por la dieta preparto como por la dieta posparto, donde las mayores producciones se dieron con las dietas D2 y D4. La urea fue afectada únicamente por la dieta posparto, donde los niveles más bajos fueron obtenidos con la dieta D4.

Gallardo y Colb., (2001) estudiaron la relación de la condición corporal al parto, la producción de leche y componentes en 110 vacas Jersey, Friesian y sus cruzas con producciones aproximadas entre 1800 y 2700 Lts. en 20 semanas. Utilizaron la escala hecha por Earle, (1976) donde la vaca más flaca es el nivel 1 y la más gorda el 8. Fueron impuestos niveles de estado corporal al parto, formando grupos de una unidad de CC comenzando del nivel 2.5 hasta 6.5; los animales de cada grupo de estado fueron bloqueados por raza y nivel de producción. Los modelos de regresión múltiple utilizados fueron ajustados para edad, raza, producción anterior, nivel alimenticio y fecha de parto. La condición corporal al parto, junto con el nivel alimenticio, presentaron efecto positivo en las 20 semanas de lactancia estudiadas sobre la producción de leche.

Montalvan, (2004) realizó un experimento utilizando dos tratamientos de estado corporal al parto: 3.2 (alto) y 2 (bajo) usando una escala de 1 a 4. En un diseño factorial, las vacas con dichos niveles fueron colocadas frente a dietas post parto con alto o bajo nivel de energía metabolizable. Fueron utilizadas 6 vacas por tratamiento y bloqueadas por nivel productivo, número de partos y raza. Las vacas con nivel 2 de condición corporal al parto y sometidas a bajo nivel de energía al inicio de la lactancia, produjeron significativamente menos leche (P < 0.05) que este mismo nivel con alto oferta de energía pos parto. Las vacas con nivel 2 de CP y alta energía en la dieta post parto produjeron significativamente más leche que las vacas con nivel 3.2 recibiendo menor concentración de energía en la alimentación en el inicio de la lactancia. Además de esto, no hubo diferencias significativas entre la producción de los dos grupos de vacas con nivel 3.2 al parto y sometidas a alto y bajo nivel de energía postparto.

Hoggard y Colb., (2000) trabajaron, con 28 vacas en 29 unidades de producción evaluando la condición corporal en todo el ciclo productivo, encontraron que las vacas con mayor mérito lechero tuvieron menor condición corporal que las de menor mérito; el mérito lechero fue calculado a través de un cociente entre producción de leche corregido por gordura a 4% y el peso vivo metabólico.

En un estudio realizado por Rojas y Palavicini (1999), se encontró que la inclusión de 0,5 kg de grasa sobrepasante, logró un incremento de 9,12% y 11% en producción de leche en una finca Holstein y Jersey, respectivamente, con una diferencia promedio de 1,94 kg de leche entre los animales con y sin acceso a la grasa. Similarmente, la persistencia de la lactancia fue mejorada en ambas fincas.

Bases teóricas

Suplementación energética a base de grasas

Según Wilson, (1992) las grasas suplementarias se han transformado en una parte integral de la ración del ganado lechero, especialmente durante la primera etapa de la lactancia, cuando la vaca está en una situación deficitaria de energía. Entre los beneficios de su empleo se incluyen:

1) Incrementar la densidad de la energía de la dieta mientras se mantiene el apropiado balance forraje: concentrado.

2) Reducir la tasa y la prolongación de la pérdida de energía corporal, la cual, si es excesiva, determina una disminución del rendimiento de leche por lactancia, problemas reproductivos (concepción retardada) y potenciales problemas metabólicos (hígado graso y cetosis).

3) Disminuir la carga de calor en el organismo durante el clima caliente y húmedo y permitiendo, por lo tanto, consumos mayores de materia seca.

Entre las cualidades que deben reunir los tipos de grasa a usar se mencionan: inerte en el rumen, gustoso, altamente digestible, alto en energía neta, económico, fácil de manejar e incorporar a la ración La protección de la grasa permite inclusiones muy superiores, de hasta 130 g/ Kg. de materia seca, con un incremento continuado en la producción de leche (Chamberlain y Wilkinson, 2002).

Puede suministrarse una fuente de grasa inerte (o sobrepasante) por encima del nivel máximo de grasa activa, debido a que tiene un efecto reducido sobre la función ruminal. Las grasas inertes se describen como aquellas protegidas del efecto de los microorganismos del rumen y que estos están protegidos de los efectos de la grasa (Edwards, 1994).

A pesar que la técnica para proteger los lípidos de la ración se ha desarrollado para intentar reducir la hidrogenación de los ácidos grasos en el rumen, también se ha encontrado que es efectiva para reducir los efectos perjudiciales de la adición de lípidos libres, usados como suplemento, sobre la fermentación en el rumen. Como consecuencia de esto, es posible lograr un consumo mucho mayor de lípidos suministrados como suplemento cuando son dados en forma protegida. Se determinó que el suministro de suplementos de sebo protegidos, en proporciones de hasta 30 – 40% en los concentrados, tuvo pequeños efectos sobre la producción de leche; pero, la producción y contenido graso de la leche fueron incrementados. Una indicación, aún más importante, del valor de los lípidos protegidos fue la demostración de que el sebo protegido previno completamente la severa disminución de la grasa de la leche causada por la alimentación con raciones con baja cantidad de forraje. La importancia de esta observación radica no solamente en sus implicaciones prácticas, sino también en que muestra que la glándula mamaria de vacas que consumen dietas con poco forraje es capaz de producir leche con un contenido normal de grasa, a pesar de una elevada proporción de ácido propiónico en el rumen siempre que el suplemento de ácidos grasos de cadena más larga desde el intestino sea suficiente (Oldham y Sutton, 1992).

Se menciona que es frecuente observar en el mercado términos como "grasa de paso" y "protegida del rumen"; se indica que ambos son inapropiados debido a que (1) la grasa suplementaria no sobrepasa el rumen, y (2) ninguna de las grasas comercialmente elaboradas esta verdaderamente protegida de la acción de los microbios del rumen. Lo que es deseable de un suplemento de grasa es que no interfiera con el proceso normal de digestión que se da en el rumen por parte de los microorganismos.

Se reconocen los siguientes tipos de grasas inertes: (1) grasa recubierta con proteína, (2) ácidos grasos enfriados mediante pulverización, (3) manteniendo relativamente baja la proporción de ácidos grasos insaturados o hidrogenando el sebo; sin embargo, la saturación completa de la grasa por la hidrogenación puede disminuir drásticamente su digestibilidad, (4) la protección natural proporcionada en las semillas intactas, tales como la semilla entera de algodón y de soja, en estos productos la tasa de liberación del aceite es suficientemente lenta para que los microorganismos del rumen puedan manejarlo o tolerarle los efectos negativos de los ácidos grasos insaturados, (5) sales de calcio de los ácidos grasos; el calcio reduce los efectos sobre los microbios del rumen porque las sales de calcio son insolubles en el licor ruminal, aunque se disocian en el abomaso para originar calcio libre y ácidos grasos libres. Además, seleccionando con cuidado el ácido graso puede reducirse probablemente su dispersión en el rumen (Chamberlain y Wilkinson, 2002).

Las grasas cálcicas o jabones de calcio de ácidos grasos vegetales han sido ampliamente usados como grasa suplementaria para vacas lecheras debido a que presentan baja (menos a 20%) disociación en el rumen a pH menor a 6.0 y, aún, son satisfactoriamente estables a pH 5.5. Sin embargo, en el abomaso el pH disminuye hasta 2 – 2.5 por lo que se disocian, dando lugar a calcio y a los ácidos grasos libres correspondientes que son digeridos en el intestino delgado (Mateos y Colb., 1996). La mayoría de las grasas cálcicas disponibles en el mercado se fabrican a partir de los ácidos grasos destilados de la palma cuyo perfil de ácidos grasos es apropiado para rumiantes, ya que su punto de fusión está en el rango de 38 – 39°C (próximo a la temperatura corporal del animal). La composición que se reporta es 9% de calcio y 84% de grasa (ácidos grasos libres); en ácidos grasos saturados se indica 1.5% de mirístico, 44% de palmítico, 5% de esteárico; en los ácidos grasos insaturados se reporta 40% de oleico, 9.5% de linoleíco (Gómez y Fernández, 2002).

Entre las ventajas y desventajas del empleo de jabones cálcicos y grasas hidrogenadas se indica que los jabones cálcicos permiten que una mayor proporción de ácidos grasos insaturados llegue al intestino delgado, por lo que la digestibilidad intestinal de la grasa tiende a aumentar; a diferencia de las grasas hidrogenadas, en las que la hidrogenación de los ácidos grasos, especialmente los de cadena larga, reduce su digestibilidad. Uno de los inconvenientes de los jabones cálcicos es su menor palatabilidad y su alto contenido de calcio; esto último debe tenerse en cuenta a la hora de formular la ración, tanto en relación a su aporte de calcio como por el menor contenido energético por unidad de producto comercial; a diferencia de las grasas hidrogenadas que presentan mayor palatabilidad y mayor contenido total de grasa (Gómez y Fernández, 2002).

La importancia de la llegada de ácidos grasos insaturados al intestino delgado de la vaca radica, además de las ventajas para la vaca misma, en la factibilidad de incorporar factores omega-3 y omega-6 a la grasa láctea y su influencia sobre la salud humana. Los eicosanoides (grupo genérico de derivados de ácidos grasos no saturados de 20 átomos de carbono que realizan funciones autacoides). Se consideran autacoides aquellas sustancias que poseen efectos biológicos de ámbito local, no acumulables y cuya síntesis y metabolización se realiza de forma inmediata (Gannong, 1990). Estas sustancias juegan un destacado papel como mediadores de la inflamación. Se han identificado y aislado más de 270 derivados, entre prostaglandinas, lipoxinas, tromboxanos y leucotrienos, en todos los órganos del hombre y animales (Gannong, 1990; Sardesai, 1992).

Se ha determinado una respuesta positiva de +1.8 Kg./ día en la leche corregida al 4% con suplementación de grasa saturada y de +0.9 Kg./ día con las sales de calcio de ácidos grasos. Esencialmente, no hubo efecto de las semillas oleaginosas y de las mezclas de grasa animal sobre el rendimiento lechero, pero hubo una disminución de 1.5 Kg./ día con la suplementación de aceite vegetal. Se postuló que la disminución asociada con los aceites vegetales se debió a su muy alta actividad ruminal y al elevado nivel de ácidos grasos poli-insaturados que afectan negativamente la fermentación en el rumen. Se indicó que una vez absorbidos los ácidos grasos poli-insaturados (AGPI) probablemente aumentan la grasa corporal en forma menos eficiente en comparación con los ácidos grasos saturados. Vacas que recibían las semillas oleaginosas perdieron 61 g/ día más que las del grupo control. La cubierta de las semillas oleaginosas favorece la protección de los AGPI de la hidrogenación ruminal; incrementando, por tanto, las tasas de AGPI intestinales. La forma de sal de las Sales de Calcio de Ácidos Grasos (SCAG) disminuye la bio-hidrogenación ruminal de los AGPI en los jabones de calcio; las vacas suplementadas con las SCAG perdieron 34 g/ día más que las del grupo control. Considerando las grasas más saturadas se encontraron mayores ganancias de peso (55 g más/ día) que las vacas control. Tal comportamiento permitiría una mayor disponibilidad de ácidos grasos para la grasa láctea (Chilliard, 1993).

La producción y secreción de progesterona se eleva debido a que la suplementación de grasa estimula la síntesis de colesterol, que es su precursor. Se mejoran, además, las estructuras ováricas de las vacas. Algunos ácidos grasos poli-insaturados pueden servir como un sustrato para la síntesis de prostaglandina (PGF2a). El ácido linoleíco-cis (C18:2), comúnmente encontrado en fuentes grasas naturales puede ser desaturado y elongado para formar ácido araquidónico (C20:4) que sirve como precursor inmediato para la serie 2 de prostaglandinas, de las que PGF2a es un miembro clave (Gómez y Fernández, 2002).

Las grasas

Suplementar las raciones del vacuno lechero con fuentes lipídicas (grasas o aceites) es una práctica común para aumentar la concentración energética de la ración con el fin de minimizar el periodo de balance energético negativo. En el vacuno lechero, la suplementación de las raciones con lípidos (Ryan y Colb., 2000).

Uso de grasa sobrepasante en la alimentación del ganado lechero

Las vacas de alta producción sufren un balance energético negativo, principalmente durante los primeros meses de lactancia, como resultado del bajo consumo de materia seca (MS) y del escaso contenido energético de los forrajes en condiciones tropicales (Sánchez y Soto, 1999). Esta situación afecta el potencial de producción de leche, el rendimiento reproductivo y la condición metabólica del ganado. Para mejorar el balance energético, se puede utilizar una ración con altas cantidades de granos hasta un nivel adecuado, que dependiendo del tipo de animal y del nivel de producción es de 12 a 15 kg/día, ya que un elevado uso de alimento balanceado en la dieta, puede provocar una serie de problemas como la acidosis, laminitis, disminución en la digestión de la fibra y una baja en el consumo de MS, lo que al final se traducirá en una merma en la cantidad de leche producida por los animales (Rodríguez, 2006).

Otra alternativa que ha tenido gran auge, durante los últimos años, es el uso de grasas. Sin embargo, pese a una serie de ventajas, éstas tienen sus limitaciones, ya que existe un nivel máximo de inclusión en la dieta, que es aproximadamente de 3 a 5% de la MS. Porcentajes mayores tienen un efecto negativo sobre la fermentación ruminal, debido a la inhibición de los microorganismos ruminales o por adherirse a las partículas de alimento, lo que disminuye la tasa de exposición del forraje al ataque enzimático microbial. Con el objeto de utilizar grasa en la dieta y evitar los problemas anteriormente citados, existe la opción de adicionar grasas de sobrepaso. Se denominan así, ya que por su composición sobrepasan el rumen, sin sufrir ningún cambio hasta llegar al intestino. Por esta y otras ventajas, se han transformado en una parte integral de la ración del ganado lechero, especialmente durante la primera etapa de la lactancia (Ryan y Colb., 2000).

Tipos de grasas sobrepasantes

Existen diferentes tipos de grasas sobrepasantes, tales como: Las semillas de oleaginosas, que logran un efecto de sobrepaso, por poseer una cutícula que las protege de la acción de los microorganismos del rumen.

Las hidrogenadas o saturadas, que sobrepasan el rumen debido a su punto de fusión, ya que éstas mantienen su estado sólido aún a temperaturas de 50°C. Los jabones de calcio, que se forman por la reacción de los ácidos grasos con iones de calcio, los que se solubilizan en el abomaso y son absorbidos a nivel intestinal (Rodríguez, 2006).

Propiedades de las grasas

La densidad energética de una grasa es superior a la de cualquier otro ingrediente, incluso llega a ser 2.25 veces mayor que la del maíz. Esto permite un mejor consumo de energía en el período postparto, en el que la capacidad física para consumir materia seca no es la suficiente para satisfacer el requerimiento energético. Entre las cualidades que debe reunir una grasa sobrepasante, es que deben ser inertes en el rumen, apetecibles, muy digestibles, altamente energéticas (aproximadamente 7000 kcal energía digestible/kg), económicas y fáciles de manejar (Rodríguez, 2006).

Efecto del uso de la grasa

Es importante aclarar que al suministrar grasa sobrepasante en la dieta, disminuye el porcentaje de grasa en la leche (Cuadro 1). Además, se reportan datos de una reducción de 0,154 unidades de proteína láctea/kg de grasa suplementada. Lo anterior, ha sido asociado a un efecto de dilución al incrementar la producción de leche; a una reducción en la disponibilidad de proteína por el efecto de la grasa sobre el crecimiento bacterial, así como también con una reducción en la síntesis de proteína microbial, debido a la disminución en la disponibilidad de almidón en la ración y a una deficiencia de glucosa, como resultado de la sustitución de energía proveniente de los carbohidratos (granos). A pesar de ello, se nota un claro aumento en la producción total de sólidos, ya que la concentración disminuye, pero la producción de leche es mayor. Una forma de suministrar la grasa de sobrepaso en la dieta, es formulando un concentrado que contenga grasa de sobrepaso o bien, añadiendo la grasa en la canoa, cuando se le suplementa al animal. El punto importante es balancear la dieta, de manera que el animal consuma como máximo 0,5 kg/día o menos, dependiendo del tipo de dieta y del nivel de producción (Rojas y Palavicini, 1996).

Ventajas del uso de grasa sobrepasante

Mediante un adecuado uso de la grasa sobrepasante, se pueden esperar los siguientes resultados: Un aumento de hasta un 10% en la producción de leche, mejora en la producción total de sólidos, mayor prolongación y persistencia de la curva de lactancia, reducción en la aparición de vacas con hipocalcemia, cuando se usan jabones cálcicos como fuente de grasa sobrepasante y mejor condición corporal de la vaca (Rojas y Palavicini, 1996).

Cuadro 1.

Efecto de la utilización de la grasa de palma africana sobrepasante, sobre la composición y producción de componentes lácteos en una finca con ganado Holstein.

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Necesidades energéticas de producción

Los animales obtienen la energía que necesitan para cubrir sus necesidades de mantenimiento mediante la oxidación de nutrientes absorbidos en el aparato digestivo, ó mediante la oxidación de nutrientes de las reservas corporales. En concreto, la energía se obtiene a partir de la oxidación de: azúcares: glucosa y Colb. azucares del alimento, y glucógeno de las reservas musculares y hepáticas, lípidos (del alimento y de las reservas grasas), ácidos grasos volátiles absorbidos en el intestino grueso en el caso de monogástricos herbívoros y, sobre todo, absorbidos en el rumen de los rumiantes y aminoácidos (del alimento y de los músculos) (McDowell y Colb., 1984).

La energía obtenida en la oxidación de los nutrientes se almacena en forma de ATP; el ATP utilizado para cubrir los gastos de mantenimiento se consume íntegramente produciendo calor que se expulsa al exterior. Debido a que la energía utilizada para cubrir las necesidades de mantenimiento se transforma en calor, las técnicas experimentales para determinar las necesidades energéticas de mantenimiento se basan en la calorimetría. Midiendo el calor producido por los animales en ayunas, ya que este calor coincide con la energía movilizada de sus reservas corporales para cubrir sus necesidades de mantenimiento. En la práctica, la cuantía de las necesidades energéticas diarias de mantenimiento se puede estimar de forma aproximada como 300 KJ por kg de peso metabólico (Rodríguez, 2006).

Partes: 1, 2
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