La Comunicación en el proceso de desarrollo comunitario (página 2)
Enviado por MSc. Roberto Carlos Delgado Burgos
En cualesquiera de los entendimientos del desarrollo, la comunicación ha estado presente. Esta relación desarrollo–comunicación ha sido estrecha y ha evolucionado conjuntamente. A cada concepción le ha correspondido una manera de entenderla, y no solo de entenderla, sino de practicarla.
La aparición de dos personalidades centrales en el estudio de la comunicación en el contexto comunitario planteó un cambio de rumbo en la praxis hasta ese momento desarrollada. El primero, el brasilero Paulo Freire[5]quien desde la educación cuestionó a fondo los modelos autoritarios en los cuales se concebía la existencia de un sujeto dador de conocimiento y verdad a un objeto pasivo, dependiente y receptor. Estos planteamientos critican al modelo funcionalista de comunicación efectivista basado en la verticalidad del emisor–mensaje/medio–receptor y en la creencia de que este tipo de proceso generaba impacto en el receptor, logrando transformaciones en sus percepciones y su conducta.
La otra personalidad es el uruguayo Mario Kaplún, quien desde la práctica de la radio–educación, cuestiona el mismo modelo autoritario, que desconoce al receptor como un interlocutor activo con capacidad para generar sus propios mensajes, según sus necesidades y su cultura.
El libro Producción Radial de Kaplún[6]designa a los receptores como personas concretas, arraigadas en una cultura y en una vida cotidiana que generaba sensibilidades, idiosincrasias, mentalidades y actitudes creativas y productivas.
De otro lado, se genera una corriente que no vivió el paso previo de ser extensionista de campo para la transferencia de tecnología, sino que con un pie en el trabajo comunitario han halado la reflexión sobre comunicación–desarrollo en un ámbito nacido de una concepción de sociedad y de comunicación diferente, más emergido de la cultura y, por lo tanto, de un cuestionamiento a fondo del tradicional concepto de desarrollo, que parece ignorar su centralidad. Tal vez la mejor representante de esta corriente es la peruana Rosa María Alfaro.
Alfaro, quien como muchos otros pasó por la etapa de compromiso comunitario de construir una comunicación alternativa[7]con una práctica larga y comprometida en las barriadas de Lima, ha realizado un trayecto de una inmensa riqueza, llegando a ser una de las líderes de los observatorios y las veedurías ciudadanas de medios en Lima y en el resto del continente. Su libro Otra brújula, innovaciones en comunicación para el desarrollo[8]muestra hacia dónde nos permite llegar esta reflexión y esta práctica, lo hace recogiendo los aprendizajes de la última mitad del siglo XX, pero definitivamente haciéndolo libre de las presiones de los modelos de comunicación para el desarrollo planteados hasta el momento. Este texto de Alfaro es un punto de llegada y también de partida hacia una nueva era, es un ejercicio de recuperación de la historia en términos de los aportes y lecciones que obtuvimos de ella para pensar el hoy, y también de recapitulación de un pasado a veces turbulento en esta necesaria, pero compleja, relación desarrollo-comunicación.
Una de las fuentes de alimento conceptual de Alfaro ha sido el filósofo Jesús Martín Barbero. Tal vez este no se haya referido directamente a lo que se ha entendido formalmente como comunicación para el desarrollo, pero lo que sí ha hecho es construir una comprensión de la comunicación dentro de la cultura, que ha permitido a más de una generación aprender a ver el mundo desde otro lado. Ha hecho una central ruptura en el campo de la teoría de la comunicación con su libro De los medios a las mediaciones[9]texto clásico que le da un vuelco al peso que tenían hasta los "80 la consideración y el estudio de los medios como centros (y casi únicos) en el campo de la comunicación; para plantear de qué manera el accionar de los medios está mediado por la cultura de la cual forman parte y sobre la que actúan. Esta aparentemente simple formulación hizo dar un vuelco total en el pensamiento y la investigación en comunicación llevados hasta ese momento y redireccionó su rumbo.
Cuando a finales de los "80 Martín Barbero cuestiona a fondo el papel de los medios por sí solos como definitores de la comunicación, cuestionó —sin mencionarlo— igualmente a fondo el modelo de comunicación para el desarrollo llevado hasta el momento. Es en ese punto donde encaja la historia con Rosa María Alfaro, quien, como muchos, tenía inconformidades con el modelo imperante; y el de comunicación alternativa era también problemático, porque ponía el trabajo "por fuera", o al "otro lado", de las corrientes imperantes en el moldeamiento de la sociedad.
Como se aprecia la comunicación para el desarrollo tiene distintos sentidos según diferentes tendencias y actores. El concepto no dispone todavía de una definición ampliamente consensuada ni de un marco analítico-conceptual que sirva como punto de partida para el estudio de la misma. A lo largo del tiempo se la ha denominado como "ingeniería social" o como el hecho de "dar voz a los sin voz".
El concepto de desarrollo de forma sintética "… puede definirse como un largo proceso de cambio cuantitativo y cualitativo que se produce en una sociedad en
los ámbitos político, económico, social, cultural y científico dirigidos hacia un bienestar individual o colectivo"[10]. Además de esta noción básica, habitualmente se le incorpora "etiquetas" que ofrecen información sobre la visión de desarrollo desde la que se trabaja. Las denominaciones más extendidas son desarrollo humano —hace referencia a la centralidad del ser humano en cualquier proceso de desarrollo—, sostenible —que permita satisfacer las necesidades actuales sin comprometer las mismas posibilidades para las generaciones futuras y que supone incorporar una visión ecológica—, y equitativo —derecho al desarrollo e igualdad real de oportunidades para cualquier colectivo sin discriminación de género, etnia, etc—.
Como concepto de comunicación la FAO considera que "…es un proceso dinámico en el transcurso del cual un emisor y un receptor intercambian y comparten informaciones, ideas, opiniones, sentimientos o reacciones"[11] .
Además, señala un aspecto importante para superar la confusión entre "comunicación" y "medios de comunicación", que se encuentra habitualmente en los programas de desarrollo, incorporando a la definición del concepto las diferentes formas de comunicación: interpersonal, institucional y de masas.
La comunicación para el desarrollo es definida como "…la utilización de manera planeada y organizada de las técnicas y medios de comunicación (mediáticos y no mediáticos) para promover el desarrollo, a través de un cambio de actitud y/o de comportamiento, difundiendo la información necesaria y suscitando la participación activa y consciente de todos los protagonistas, incluidos los beneficiarios del proceso"[12].
Si consideramos a la comunicación como una relación de interlocución entre sujetos, que influye en ambos, porque los compromete, en relación con su entorno, aceptaremos que las acciones de desarrollo suponen actividades constantes, cambiantes y cotidianas entre sujetos. Proponer y realizar acciones de desarrollo apela a la construcción de relaciones subjetivas entre los que participan en ellas, que deben considerarse, aunque estas sean difíciles de planificar. Así, no hay sujeto pasivo, no es solo un simple beneficiario, siempre media una relación activa, adquiriendo sentido la palabra, el cuerpo y las imágenes, desde la que todos hablan y escuchan mutuamente, incluso a través del silencio. Habría que indicar, entonces, qué tipo de rol se le asigna a los destinatarios de los proyectos y qué relaciones posibles hay que promover. Y como toda relación, debemos asumir que puede ser asimétrica.
Por ejemplo, el que propone un proyecto, ya construye un lugar y un rol frente al que supuestamente recibe utilidades y puede reproducir las mismas desigualdades que se quieran cuestionar. Cada contacto, cada exposición a discursos y quehaceres produce interacción, moviliza al sujeto a seleccionar, interpretar, modificar, valorar, apropiarse y usar lo que interpreta en una perspectiva u otra, sin que sepamos cuál es. La implementación de proyectos va construyendo así a cada participante sus expectativas y demandas, incluso sus formas de ser y vivir con los demás. No podemos descansar en formulaciones utópicas lejanas o románticas y ambiguas, sino aceptar y procesar las desigualdades que toda acción de desarrollo pone en actividad.
Y esa relación no solo define el destino de los proyectos de desarrollo, sino que va afianzando modos de ser comunes y el procesamiento de lo que los distingue. Con lo cual podemos afirmar que mediante la comunicación ejercida se van definiendo las homogeneidades y sus disidencias, como también las cercanías y distancias. Cuando se implementa un proyecto, se está contribuyendo entonces a definir entre varios una relación, pero también un sentido del desarrollo, el que puede albergar diversas diferencias. No porque sea una experiencia productiva que beneficie a toda la comunidad, esta se procesa así.
Estas relaciones se van definiendo espontáneamente, llegando a acostumbrarse a ellas como característica ineludible de la realidad misma.
Muchas veces, se establecen continuidades entre situación y propuesta de cambio, cuestionando así su propio sentido transformador. La percepción del proyecto, las expectativas, los modos y los espacios de comunicación que se provocan pueden construir y afianzar sentidos conservadores o relaciones que pueden acabar con la finalidad del proyecto o darle una aparente imagen de implementación fluida que se acaba al día siguiente de la transferencia.
El pensar la comunicación desde la cultura resulta necesario, pues transforma la mirada hacia ella como práctica y existencia social, y con esto cuestiona los modelos difusionistas anteriores.
En este campo, el emisor y el receptor se convierten en interlocutores, en sujetos con historia, identidad, arraigo, vidas y experiencias concretas en un contexto real, con necesidades y expectativas, y capacidad creativa, que pueden (y de hecho así lo hacen) intercambiar para construir algo nuevo que es producto de este canje cultural. Es en ese caldo que los medios actúan y por lo tanto, es desde los lugares culturales que lo que ellos realizan tiene sentido y utilidad.
Esto dio lugar a que quienes hacían comunicación para el desarrollo dejaran de ocuparse tanto de la perfección de los mensajes y medios que construían día a día y miraran de otra manera a las personas para quienes trabajaban, para conocer su procedencia, su cultura y preguntarse cómo hacer que se involucraran en procesos que les eran propios, para construir desde allí ese tejido social y cultural que requerían las transformaciones sociales. Pero también, indagar por la manera en que ese entendimiento de la comunicación ayudaba, no a imponer uno u otro modelo de desarrollo, sino a generar procesos útiles para que quienes viven las situaciones, puedan reflexionar y expresar sus propios modelos de futuro y las maneras de llegar a ellos. Partiendo, eso sí, de observar las carencias y las potencialidades, y, por lo tanto, mirándose a sí mismos, en su cultura, su arraigo, sus historias y sus relatos, como punto de partida y como origen de su propio campo.
Este ha sido el primer paso de un proceso de deconstrucción del paradigma anterior, y la construcción de una nueva mirada. Entre muchas otras transformaciones, por ejemplo, hoy se demarcan con mucho mayor rigor los límites entre comunicación y publicidad / visibilidad, generación de opinión pública, difusión/divulgación, industria cultural,… Y se redimensiona la comunicación como el campo en que se construye relaciones, redes, interacciones, diálogos, en los cuales la naturaleza cultural de la sociedad es consideración fundamental.
Estas modificaciones en la conceptualización de la comunicación y su ubicación en la transformación de la sociedad hacia modelos más acordes con lo que la gente sueña, ha empujado la reflexión hacia un terreno que hoy se denomina la comunicación para el cambio social. Esta nueva denominación tiene, de alguna manera, un origen en querer diferenciarse de la comunicación para el desarrollo y significar un paso hacia adelante.
En la construcción del campo de la comunicación para el cambio social han entrado en juego varios factores, entre los que figuran:
a) La comprensión de la comunicación, no como un instrumento, sino como una dimensión de lo social-cultural que tiene la capacidad para generar y fortalecer transformaciones.
b) La comunicación como interacción entre dos o más individuos o grupos, y no como acción meramente informativa o divulgativa desde un polo hacia un objeto pasivo-receptivo.
c) La existencia de una voluntad concertada entre quienes participan de una potencial transformación para hacerlo desde el campo de la comunicación.
d) El campo de la comunicación para el cambio social asume y le da perfil a nuevos sujetos sociales surgidos de procesos de movilización y lucha por el reconocimiento: ambientalistas, mujeres, discapacitados, desplazados, inmigrantes,…
Elementos estos que contribuyen al logro de una comunicación pontenciadora del autodesarrollo, retomando la participación y la cooperación como ejes fundamentales en la gestación de una comunidad, un proceso de integración científica y comunitaria que tiene por base la comunicación abierta, franca y sin límites, y su concreción se refleja como entidad mediadora en el proyecto que elabora la propia comunidad, cuyo núcleo central tiene como elementos fundamentales la toma, realización y control de decisiones, momentos que deben estar presente en cualesquiera de los espacios de interacción personal, razones que permiten visualizar al proceso de comunicación comunitario con un alcance universal.
Resulta necesario acotar que la comunicación no depende solo de la voluntad y las características socioculturales y psicológicas de los actores, sino de los contextos en que se encuentran.
Existen dos conceptos que permiten identificar con más precisión esta mutua relación entre sujetos y realidad comunicativa. El de "espacio de comunicación": no como lugar físico donde los sujetos están, aunque lo incluye, sino al sitio simbólico donde se producen las interlocuciones y que contienen ya tipos de situaciones, relaciones y valoraciones. No es lo mismo, por ejemplo, realizar una dinámica grupal en la casa de una ama de casa que en la de una dirigenta, que en un local comunal o en un hotel, porque el lugar físico ya contiene énfasis y atmósferas diferentes. Lo cual también tiene que ver con el "momento comunicativo" también simbólico, porque no es igual promover la elección de proyectos de autodesarrollo en momentos de violencia que de paz, de crisis o de progreso económico, puesto que esto enmarca comunicaciones diferenciales.
Así, una propuesta de cambio se ejercita en largos períodos de trabajo, mientras que cuando existe una emergencia determinada es posible transformar prácticas o hábitos más rápidamente porque está por medio la experiencia fuerte de la sobrevivencia o la muerte, que coloca subjetivamente a las personas en otra actitud de escuchar y mejorar. Entonces, la intercomunicación depende de las relaciones preexistentes, pero también de esos espacios y los momentos ideológicos y políticos que vive cada grupo social y que marcan diferencias, a veces insospechadas.
Resulta, entonces, imprescindible que cada proyecto de autodesarrollo comunitario contenga una estrategia comunicativa precisa que defina las relaciones a construir, los métodos, sus etapas, sus posibles conflictos y soluciones, sustentados en diagnósticos no solo sociales, sino también comunicativos, quedando salvada de esta manera la afirmación de que cuanto acontece en el contexto comunitario tiene, además, un alcance universal.
Bibliografía
– Alfaro M. Otra brújula, innovaciones en comunicación para el desarrollo. Lima. Calandria; 2006.
– Alonso J, Pérez A, Rivero R, Romero E, Riviera CM. El autodesarrollo comunitario: crítica de las mediaciones recurrentes para la emancipación humana. Santa Clara: Feijó; 2004.
– Barbero JM. De los medios a las mediaciones. Barcelona. México: Gili; 1987.
– Del Río O. Planificación estratégica de la comunicación en los programas de desarrollo. Una propuesta de incorporación a la Matriz de Marco Lógico. Cienciared. [en línea] 2006 [fecha de acceso 4 de enero de 2008]; 20. URL disponible en
– García J, Serrano MM, Piñuel JL, Arias MA. Teoría de la comunicación. Epistemología y análisis de referencia. La Habana: Pablo de la Torriente; 2003.
– Mattelart A, Mattelart M. Pensar sobre los medios. Costa Rica: DeI; 1988.
– Portal Moreno R, Recio Silva M. Editores. Comunicación y comunidad. La Habana: Félix Varela; 2003.
– Portal Moreno R. Comunicación y sociedad. La Habana: Féliz Varela; 2003
– Kaplún M. Producción radial. Quito, Ciespal; 1977.
Autor:
Msc. Roberto Carlos Delgado
[1] Alonso J, Pérez A, Rivero R, Romero E, Riviera CM. El autodesarrollo comunitario: crítica de las mediaciones recurrentes para la emancipación humana. Santa Clara: Feijó; 2004. p. 27
[2] ídem, p.31
[3] ídem, p.26
[4] Mattelart A, Mattelart M. Pensar sobre los medios. Costa Rica: DeI; 1988. p.92
[5] Nacido en el 1921 en el Noroeste de Brasil, donde la mitad de sus 30 millones de habitantes vivían dentro de una cultura del silencio (marginación y analfabetismo), era preciso 'dar la palabra' para adquirir la condición cívica que superase el colonialismo. Sus análisis sobre la psicología de la opresión estuvieron muy influenciados por los grandes teóricos del psicoanálisis, Freud, Jung y Adler, y también por el pensamiento crítico de Fanon y Fromm. Asimismo, conecto con las principales figuras del pensamiento crítico norteamericano y europeo, entre éstos Gramsci y Habermas. Paulo Freire está considerado como el artífice latinoamericano de la corriente comunicación para la educación o comunicación educativa.
[6] Kaplún M. Producción radial. Quito, Ciespal; 1977. p.28
[7] La comunicación alternativa es un concepto que se ha desarrollado adentro, o al lado del de comunicación para el desarrollo y que indica de alguna manera la comunicación “otra”, la que se sale de los marcos de la industria cultura y de el modelo de sociedad imperante defensor del statu que, es por lo tanto una concepción cuestionadora.
[8] Alfaro M. Otra brújula, innovaciones en comunicación para el desarrollo. Lima. Calandria; 2006. p.107
[9] Barbero JM. De los medios a las mediaciones. Barcelona. México: Gili; 1987. p. 93
[10] Del Río O. Planificación estratégica de la comunicación en los programas de desarrollo. Una propuesta de incorporación a la Matriz de Marco Lógico. Cienciared. [en línea] 2006 [fecha de acceso 4 de enero de 2008]; 20. URL disponible en http://www.cienciared.com.ar/ra/usr/9/261/fisec04olgadelrio.pdf
[11] Ídem
[12] Ídem
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