Hay tentaciones en el camino. Jesús mismo debió combatir contra ellas. Por una parte está la tentación del legalismo que cree saberlo todo y poder contar con un Dios cautivo. Es la lógica de la Ley, de la vieja Ley. Por otra parte está la tentación del inmediatismo secularista que sólo ve en Dios a quien le puede responder la necesidad de pan, de poder y de prestigio. Ambas posibilidades niegan el discernimiento, niegan la posibilidad de que algo "nuevo" acontezca. Para discernir, lo primero que es necesario es abrirse a lo imprevisto porque Dios es Espíritu.
Evangelización de la Cultura
Evangelizar la cultura, pues, es la expresión que busca sintetizar la tarea general de evangelización: alcanzar y transformar, con la fuerza del Evangelio de manera vital, en profundidad y hasta sus mismas raíces, los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida. Partiendo siempre de la persona y teniendo siempre presente las relaciones de las personas entre sí y con Dios, es decir las relaciones sociales, en sentido amplio (familiares, económicas, políticas, pedagógicas, comunicacionales, etc.) y las relaciones con Dios en sus diferentes concreciones (doctrinal, espiritual, ritual, moral, etc.).
Estrictamente hablando una cultura no es evangelizable, sólo las personas lo son. Por tanto, lo que la iglesia propone, al convocar a la tarea de evangelizar la cultura, es la necesidad de llegar con la buena noticia del evangelio a las personas que viven una determinada cultura.
Esto implica, al menos, una triple tarea impostergable:
a) La primera dice relación con la necesidad de profundizar y desarrollar, más de lo que ya se ha hecho hasta ahora, bajo el llamado del Concilio a "discernir los signos de los tiempos". Este es un desafío de proporciones para el laicado y la intelectualidad católica latinoamericana y para el clero cuya misión le da un rol preponderante en el diseño de las respuestas pastorales.
El llamado de la Iglesia a "evangelizar no de una manera decorativa, como un barniz superficial, sino de una manera vital, en profundidad y hasta sus mismas raíces, la cultura y las culturas de los hombres", lleva consigo un llamado a la rigurosidad intelectual y a un serio esfuerzo de reconocimiento de la realidad en que vivimos. La acción de los laicos debe estar orientada a una verdadera y valiente inculturación del Evangelio, al estilo de San Pablo en el mundo pagano: lo que implica aceptar una creciente pluriformidad cultural en las Iglesias particulares y una construcción de la unidad y de la diversidad a partir de esa diversidad y no por homogenización.
b) La segunda dice relación con la necesidad de revisar los métodos de intervención cultural o, en otras palabras, los métodos de evangelización que estamos utilizando.
c) La tercera tiene que ver con la energía transformadora que no nos pertenece: ella es "divina" y radica en el "evangelio" en el "mensaje" que la Iglesia proclama. Esto supone erradicar de nosotros, como Iglesia, un triple miedo: el miedo a la libertad humana; el miedo al Evangelio; el miedo al Espíritu.
Con frecuencia hemos tenido miedo a la libertad humana. Por ello hemos tratado de reducir los márgenes de la indeterminación tejiendo toda una red de determinaciones sociales de orden institucional a fin de asegurar la adhesión a la fe. Esto mismo nos ha llevado, a desconfiar del Evangelio, de su capacidad de transformar por sí mismo la existencia de las personas, comunidades y pueblos. Por otra parte la transformación que estamos llamados a facilitar no es obra ni de la carne ni de la sangre sino del Espíritu, que es obra de Dios en nosotros.
Por ello debemos remover un tercer miedo: el miedo al Espíritu, o la desconfianza acerca de su real energía transformadora. Cuantas veces hemos actuado no sólo como si todo dependiera de nosotros sino con cierto olvido del Espíritu.
La Prioridad de las Personas
Evangelizar la cultura es en primer lugar evangelizar personas. ¿Cómo alcanzar y transformar con la fuerza del evangelio los sistemas de sentidos y las prácticas, interiorizadas en las personas?
Hay dos factores fundamentales en este proceso: i) La ineludible experiencia fundante de Dios, en Jesucristo; ii) La ineludible experiencia de la Iglesia: experiencia de comunión y de participación de la cual la primera es condición y resultado simultáneamente.
La experiencia fundante sólo es transformadora cuando se enraíza en las zonas de profundidad de la libertad humana personal. Sentir en la Iglesia y con la Iglesia es la condición de autenticidad. Esta es una experiencia dinámica y progresiva, y nunca acabada, como inacabada es la persona.
Hombres y mujeres sin vida de oración profunda y regular, sin seguimiento espiritual asiduo y constante, sin cultivo del discernimiento espiritual en la vida cotidiana, sin obediencia a la Iglesia y a sus pastores, son hombres y mujeres que difícilmente podrán vivir de otra manera que aquella que les viene organizada por gramáticas que ellos no controlan.
Es cierto que estos procesos no son "masivos" sino que ellos convocan a personas y grupos relativamente minoritarios desde el punto de vista estadístico. Pero, esta es una ley fundamental de la Redención y de la evangelización: la ley del fermento, de la sal, de la luz, que siendo pobres son fuentes de riqueza para el pueblo entero.
Ahora bien, el ámbito personal no es el único; que sea indispensable no significa que sea suficiente. No lo es, dado el carácter social de nuestra existencia personal.
2. La pobreza en mi comunidad:
La pobreza en América Latina y en el mundo sigue creciendo, hoy los ricos son más ricos y los pobres cada día son más pobres.
En nuestra comunidad santeña, específicamente nuestro Chimbote, este gran problema social no pasa desapercibido.
Escuchamos en las noticias sobre la lucha contra la pobreza a nivel nacional y local, una verdad escasa y lejos de la realidad.
Nuestras autoridades aducen estar mejorando las estadísticas en relación a los pobres de nuestra región y localidad; pero en la práctica es sólo un saludo a la bandera, el manifestarse con tanto halago ante la comunidad, todo esto lo hacen con fines políticos y afán de ganar votos para unas próximas elecciones, pues todos sabemos perfectamente que nunca se acuerdan de los pobres que son los que necesitan un apoyo incondicional.
Es sabido sobre las necesidades básicas de un alto sector de la población, muchos somos insensibles ante el sufrimiento de nuestros hermanos. La poca solidaridad es un atenuante que nos condenada a muchos peruanos, en especial a los que más tienen.
En Chimbote debido a la pobreza muchos de los jóvenes no terminan ni siquiera la primaria, abandonan sus estudios; en otros casos, los jóvenes lejos de estudiar van a trabajar, gran porcentaje de adolescentes mujeres terminan formando familias muy frágiles, siendo un caldo de cultivo de la pobreza y algunos otros problemas sociales.
Nosotros los Chimbotanos y no Chimbotanos debemos recapacitar, debemos asumir un compromiso social y espiritual, es necesario que pongamos el hombro para salir de esta lacra social, dicho sea de paso, en nuestra sociedad actual debe desaparecer.
Causas de la Pobreza:
La familia es definida como el santuario de la vida y se presenta la preocupación por el deterioro de la institución familiar y la creciente amenaza demográfica.
La explosión demográfica de la década del 70 e inicios del 80, cuyos efectos se han empezado a sentir porque en la actualidad se están incorporando al mercado laboral.
Las equivocadas políticas económicas instrumentadas en las décadas actuales y pasadas.
Familias desintegradas por falta de recursos económicos y oportunidades laborales.
Falta generación de puestos de trabajo.
El imperativo para las empresas de lograr la competitividad, han ocasionado que éstas se desplacen a otras zonas donde el costo de la mano de obra sea aún menor.
Falta de compromiso político, de nuestros gobernantes. Por lo visto, estas cuestiones agravan y profundizan el talón de Aquiles de todos los gobiernos: la pobreza.
Crecimiento poblacional. De acuerdo con el Fondo de Población de la ONU, nacen todos los años 80 millones de bebés, lo cuál indica que en poco tiempo habrá grandes problemas de vivienda. Ya de por sí, las ciudades del mundo están superpobladas, así que se espera que para el 2050 la situación esté mucho peor.
Una urbanización sin límites. Cada vez más las ciudades van creciendo y creciendo. Ciudades como Sao Paulo, New York, Londres y Tokio son vistas como símbolo de prosperidad y crecimiento económico. Por eso son cada vez más los que migran a esas ciudades. Como consecuencias, las zonas agrícolas se van reduciendo, disminuyendo así la cantidad de alimentos.
Los desastres naturales son otra causa. Uno pudo apreciarlo en el caso de Haiti. O tal vez fuertes lluvias y consecuentes inundaciones que arrasan con las pocas propiedades que las personas posees. Terremotos, derrumbes entre otros desastres causan gran dolor a las poblaciones marginales y pobres.
Los conflictos políticos agravan la pobreza. Muchas personas por causa de enfrentamientos armados deben abandonar sus hogares y vivir como refugiados en otros lugares, a veces e países distintos donde no cuentan con la protección que tienen los residentes legales. Algunos viven en casas repletas de parientes, hacinados y apretados. Otros se han mudado a establos, lugares para animales sin las condiciones higiénicas necesarias.
Pobreza Espiritual, falta alimentar su espíritu.
La falta de oportunidades educativas es otra fuente de pobreza, ya que una formación insuficiente conlleva menos oportunidades de empleo.
Gran parte de la pobreza en el mundo se debe a un bajo nivel de desarrollo económico.
Compromiso con la pobreza:
No es tan fácil derrotar la pobreza, sólo que cada ciudadano debemos asumir nuestro compromiso social, en bien de lograr un desarrollo social.
Creer en Dios, es una invitación hecha por el Señor a hombres y mujeres a realizarse en el mundo siguiendo con los consejos evangélicos de pobreza y obediencia a Jesús.
Esta misión se sitúa en el corazón de la historia de la salvación en la que Dios se pone a la obra hasta el fin del mundo y en la que llama al hombre a comprometerse, a convertirse en un actor central de esta historia, ya que esta salvación que se ofrece le concierne en primer lugar. Es para él y para todos sus hermanos y hermanas de la humanidad.
Vivimos una época y una cultura en la que la vida religiosa se mira de cara a la pobreza espiritual. Muchos religiosos y religiosas viven en contradicción, entre las condiciones de vida en comunidades y la pobreza, en sí.
Los ciudadanos en la comunidad debemos hacer frente a la pobreza. Debemos siempre responder de nosotros mismos ante Dios y el mundo.
El compromiso de pobreza implica, sosegar la pobreza del ser y del tener, así como una inquietud por compartir todo con los más desfavorecidos.
Jesús no buscó el poder, ni el prestigio, ni el primer sitio, sino que se hizo el servidor de todos.
Autor:
Velezmoro Palacios, Walter Alfredo
Universidad Católica Los Angeles de Chimbote
Curso: Fe Cristiana y Compromiso Pastoral
Tema: Realidad y Compromiso
Faculdad: Ingeniería
Escuela Acad. Prof.: Ingeniería De Sistemas
Docente: Lic. Carlos Santisteban
Fecha: Chimbote, Marzo, 2010.
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