- La depresión
- Para comenzar, es la tristeza
- Atención a los síntomas
- Y, ¿qué del trastorno bipolar?
- Todas las depresiones deben tratarse
- Criterios para diagnosticar la depresión
- Marco
- Tipos de depresión
- Fármacos antidepresivos
- Depresión: ¿qué hacer, además de los fármacos?
- Bibliografía
La melancolía y sus afectos equivalentes encuentran su lugar en los libros sagrados, en los anales de la historia, y en el folklore universal.
El mejor tratado acerca de esta condición, desde el punto de vista de la metodología científica, en lo que aplica a nuestro género, es: The Anatomy of Melancholy por Robert Burton (1632.) FEFL en: La Depresión como Proceso y Función: Una Síntesis Darvinista Deprimentemente Realista
Leer más: http://www.monografias.com/trabajos88/depresion-como-proceso-y-funcion/depresion-como-proceso-y-funcion#ixzz3k92tfe7S
¿Enfermedad, o inadaptación social? O, como todas las entidades diagnósticas de la psiquiatría, una noción en espera de explicaciones filosóficas diacrónicas.
Si a veces ponderamos los motivos de la Naturaleza es porque, nuestra Suprema Creadora, a menudo — como todos los dioses — se comporta de maneras, que parecen ser contradictorias, sino extrañas.
De acuerdo a las lecciones que nos suministra la Medicina Darvinista, aun las enfermedades poseen aspectos de adaptación — de así serlo ¿Qué rol beneficioso para nuestro género suministra la infelicidad persistente o la desesperanza crónica? (Léase: La sonrisa de Dios y la salud metafísicahttp://www.monografias.com/trabajos92/sonrisa-dios-y-salud-metafisica/sonrisa-dios-y-salud-metafisica#ixzz3kJCacR4X).
La depresión constituyó, según los psiquiatras, la enfermedad mental del siglo XX y será la más importante en el XXI. Se estima que entre el 5% y el 10% de los pacientes que acuden a un médico de atención primaria padecen esta dolencia.
La depresión reviste una gran trascendencia social por su elevada incidencia, por el deterioro que causa en la calidad de vida de los afectados, y por los desorbitados costes sanitarios que genera. A los que hay que añadir los costos indirectos causados por el incremento de la mortalidad que produce, por la disminución de la capacidad productiva de los enfermos y por el aumento del absentismo laboral.
Desde los filósofos clásicos, retrocediendo hasta el mismo Hipócrates, se confunden la tristeza o la melancolía con la depresión, y lo mismo ocurre con el estrés y la ansiedad, dado que estos procesos presentan síntomas comunes.
Melancolía por Stefano Bonazzi
En sus aforismos, Hipócrates definición de la melancolía, representa una comprensión precoz de la depresión como un estado de temor y abatimientos, si duran mucho tiempo. Fue causado, él creyó, por un exceso de bilis en el cuerpo (la palabra 'melancolía' es griego para 'bilis negra').
Pero ni son lo mismo ni requieren un tratamiento equiparable. La depresión no entiende de géneros, pero afecta a las mujeres más que a los hombres. Se estima que un 20% de la población femenina la padece en mayor o menor grado, mientras que en la masculina el porcentaje no llega al 9%. Lo preocupante, de todos modos, es que estamos ante un problema que no cesa de crecer en nuestra sociedad: el consumo de antidepresivos se ha multiplicado por tres en la última década y el de ansiolíticos, por cuatro.
Con frecuencia, la depresión no se diagnostica correctamente en atención primaria en sus primeras manifestaciones, ya que en la mayoría de los casos los pacientes refieren síntomas inespecíficos. Mientras que esto ocurre a pesar de que resulta esencial un diagnóstico correcto al iniciarse los síntomas, ya que la depresión tiende a agravarse y, lo que es peor, a la pertinacia, con lo que el tratamiento se convierte en más complicado y las consecuencias, en más serias.
Normalmente, el síntoma inicial del afecto del paciente deprimido, es la tristeza, un sentimiento de melancolía y desgana que se va haciendo cada vez más profundo e intenso a medida que pasan los días, y que va surgiendo como el desinterés por las actividades cotidianas, la vida social, la lectura, las aficiones, el trabajo.
Aparecen asimismo problemas de concentración en las tareas que la persona desempeña e incluso en la lectura; se van abandonando los proyectos, y comienza a adueñarse de las víctimas la percepción del "no valgo para nada" y del "nada merece la pena".
El ritmo de sueño se altera, sobreviene la somnolencia intensa al final de la tarde y el insomnio de madrugada, muchas veces con sensación de angustia y ansiedad. A este fenómeno, muchos han calificado como "la variación cotidiana".
Pueden aparecer crisis de llanto sin motivo aparente y todo un cortejo de síntomas: opresión en el pecho, molestias gástricas, sudores, temblores, sensación de mareo, sequedad de boca, dolores de cabeza. Si el cuadro no cede de forma espontánea, y no se trata farmacológica (o, de manera preferible y) psicológicamente, acaba produciéndose una pérdida de la autoestima que en los casos más graves puede conducir al intento y al acto mismo de suicidio.
La depresión puede aparecer sin causa aparente que la justifique, incluso en personas sin problemas, presuntamente felices, y bien ajustadas.
En otras ocasiones, se desencadena por un determinado episodio o circunstancia: muerte de un ser querido, problemas laborales, divorcio, y muchas otras cosas por el estilo… y se habla entonces (como Kurt Schneider propusiera) de "depresión reactiva", una reacción ante un episodio desafortunado. Lo habitual es que este último tipo de depresión ceda espontáneamente cuando se superan las circunstancias que la han generado, pero también puede tornarse en malestar crónico, resultando en la llamada "depresión endógena".
Parece ser estratégico saber reconocer la depresión con los primeros síntomas, para acudir al médico y diagnosticarla correctamente e iniciar la terapia lo antes posible.
Este artículo es, precisamente, una llamada al entendimiento de esta condición cuyos lindes permanecen imprecisos y, aún oscurecidos por las nomenclaturas existentes.
Y, ¿qué del trastorno bipolar?
En ocasiones, la depresión pura, la común, se puede confundir con la llamada enfermedad bipolar, caracterizada por la presencia de cambios bruscos y exagerados en el estado de ánimo. Esta enfermedad, provocada — al parecer y, por el entendimiento de muchos — por el desequilibrio de algunas sustancias químicas cerebrales, originando oscilaciones repentinas que conducen al enfermo de la euforia maníaca a la depresión paralizadora. (Seguir leyendo: /trabajos105/trastorno-bipolar-su-presentacion-dramatizada-cuatro-estaciones/trastorno-bipolar-su-presentacion-dramatizada-cuatro-estaciones).
O, ¿de la depresión puerperal?
Este trastorno bipolar, a menudo poco diagnosticado, afecta a casi un 2% de la población mundial. Una forma especial de depresión es la llamada post-parto, episodio depresivo mayor que se inicia en el mes posterior al parto. La prevalencia, muy importante, se sitúa entre el 8% y el 15% de las parturientas. La sintomatología puede ser de moderada a grave y afecta a todas las áreas de la persona, incluyendo las relaciones con el bebé. Su causa aún no está totalmente esclarecida.
El problema radica en que no se diagnostica, y en que pasa muchas veces desapercibida ya que los familiares y el propio afectado atribuyen los síntomas a otras causas: el agobio por la nueva situación, los problemas generados por el bebé…
Según las estadísticas, sólo un 10% de las depresiones post-parto se tratan, y lo más preocupante es que, entre un 20% y un 30% de las depresiones post-parto se tornan crónicas.
Todas las depresiones deben tratarse
Actualmente, el arsenal de medicamentos antidepresivos es abundante y, supuestamente, eficaz, y abarca una amplia lista de sustancias. Los antidepresivos son fármacos que actúan sobre los neurotransmisores, sustancias como la serotonina, la noradrenalina y la dopamina, que las neuronas utilizan para comunicarse entre ellas. Uno de los fármacos más utilizados para remediarla es la fluoxetina (o Prozac) que favorece el aumento de la serotonina, y que regula el estado de ánimo y la energía vital. Su efecto – en todos estos medicamentos — no es inmediato y tarda, desde que se inicia su toma, entre 3 y 4 semanas en surtir efecto.
El tratamiento debe realizarse siempre bajo estricto control médico. En algunos casos, cuando se trata desde la asistencia primaria y no hay respuesta eficaz al tratamiento inicial, o cuando el paciente presenta ideas suicidas, o cuando la depresión es debilitante, o cuando existen dificultades interpersonales que hacen necesaria la psicoterapia, hay que acudir al psiquiatra.
También está la opción de las psicoterapias, desde la de grupo con la supervisión de un terapeuta, psiquiatra, psicoanalista o psicólogo, hasta terapias individuales como la psicoanalítica, la conductista o la gestáltica.
Suicidio
El tratamiento de la depresión precisa de mucho tiempo de trabajo con el paciente. Un caso leve puede durar de 3 a 6 meses en el mejor de los casos, uno moderado de 6 a 9 meses, y en los casos graves, los síntomas y el tratamiento pueden durar mucho más, precisando incluso de hospitalización y de terapias más enérgicas a base de varios medicamentos suministrados simultáneamente. En los casos más graves o muy prolongados, puede ser precisa la terapia electro convulsiva (TEC) procedimiento hoy, poco utilizado y que consiste en administrar descargas eléctricas breves de 3-4 segundos bajo anestesia general en varias sesiones. A pesar de que su tasa de éxito ronda el 85% es una práctica casi del todo abandonada.
Afortunadamente, en la mayoría de los casos el apoyo del médico, la psicoterapia y la medicación son suficientes, pero para ello es fundamental identificar lo antes posible la enfermedad e iniciar rápidamente el tratamiento.
Criterios para diagnosticar la depresión
Según el Diagnostic and Stadistical Manual of Mental Disorders, para cumplir los criterios de depresión mayor el paciente debe tener, como mínimo, cinco de los siguientes síntomas durante un periodo igual o superior a dos semanas. Al menos uno de dichos síntomas debe consistir en estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, casi todos los días. Los síntomas a observar son:
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La depresión, condición común de la juventud y de la niñez, es una enfermedad y no un simple estado de ánimo. Su detección inmediata y su tratamiento son esenciales, ya que métodos efectivos para tratarla abundan y, si se trata, el pronóstico es excelente.
Un paciente, escritor famoso, residente de la Ciudad de Chicago, usaba sus talentos literarios como terapia sublimada para sus depresiones. Lo hacía como tantos genios de las artes lo han hecho por generaciones.
Todos conocemos alguno, aunque este no sea famoso. Por esa razón seria superfluo ofrecer una lista de quienes, creemos que lo hacen o que lo hicieran.
Este hombre de apenas treinta años, a quien aquí nos referimos, afirmaba, "sin mis escritos, la vida hace mucho que, para mí, hubiera terminado".
"Cuando yo comienzo un proyecto, yo vivo para terminarlo — a veces, prolongándolo — para de esa manera extender mi vida y extinguir el deseo que me asedia de querer morir de un tiro a la cien".
Marco tuvo una niñez relativamente feliz como el único varón y menor de tres hijos.
Durante su niñez sufrió la pérdida de un abuelo preferido por parte de la mamá quien sucumbió a un disparo en la cabeza cuando sufriera reveses económicos que, en realidad fueran inexistentes.
En su juventud, Marco era tímido y, a menudo se disolvía en lágrimas con poca provocación, temía situaciones nuevas y, porque tartamudeaba cuando ansioso, fue víctima del bully escolar.
Siguiendo una historia mediocre como estudiante de escuela privada, se graduó con una maestría en inglés de la Universidad de Iowa, desde donde viajara a Chicago para enseñar en un colegio católico.
Fumaba mucho, comía lo esencial, tomaba café "en cantidades industriales" y fumaba marihuana con mucha frecuencia.
Tendía a la soledad habitual y disfrutaba la lectura de los filósofos modernos.
Sus síntomas comenzaron con un sentimiento de angustia que lo invadía al despertar y que no lo abandonaba por todo el día.
Sentía desazón, ganas de llorar, cansancio, no podía concentrarse y se le olvidaban las cosas.
A veces se preguntaba: ¿Qué me sucedería si me tiro de un puente al pavimento debajo? Seguro que moriría pero no sufriría más.
Su cuñado que fuera mi paciente, lo refirió.
Marco llegó precedido por una carta extensiva donde describe todos sus síntomas depresivos y donde admite que, para él, la vida era fútil.
Sollozaba con frecuencia durante las sesiones, disculpándose por el uso excesivo de los Kleenex.
Todavía escribía, aunque sus historias eran de contenido melancólico.
Su escritor favorito era William Styron, narrador de sus miserias en su obra Darkness visible.
A menudo percibía indicaciones fugaces de bipolaridad, cuando se sentía acelerado y energético. Pero, los episodios eran infrecuentes y efímeros.
Para el tratamiento y, debido al insomnio persistente, recurrimos a una dosis de imipramina a la hora de dormir y psicoterapia intensiva de tres veces a la semana.
Temas de resentimiento hacia su niñez privilegiada, padres sobreprotectores, poca autoestima fueron predominantes.
Viejo deprimido por Vincent Van Gogh
Sentimientos de angustia y desolación eran alternados en la terapia por explosiones de llantos y de rabia dirigida a sí mismo, salpicados por períodos de silencios prolongados.
Continuando
Estamos hablando de una verdadera epidemia. Para los europeos la depresión es, tras las enfermedades del corazón, la causa más importante de baja laboral. No es casualidad que se perciba como una enfermedad preferentemente femenina porque se ha establecido que casi un 70% de las mujeres sufrirá al menos una depresión en su vida. A esta elevada prevalencia ayudan decisivamente ciertos factores femeninos que generan frecuentemente síntomas depresivos, como los cambios hormonales, la menopausia y el posparto.
La depresión puede aparecer tanto como reacción ante sucesos traumáticos o imprevistos (crisis exógena) o como una pura melancolía, una tristeza que todo lo tiñe de gris y apatía, cuyas causas concretas se desconocen o permanecen ocultas detrás de vivencias no catalogadas como decisivas en nuestro pasado (crisis endógena).
La depresión se manifiesta de muchas maneras, pero hay una serie de síntomas que, si aparecen unidos, nos avisan de que estamos ante una depresión. Tienen una connotación negativa, pero no hay que preocuparse en exceso — la vida es así, y así hay que entenderla, con naturalidad, y encararla sin prejuicios ni miedos.
Veamos esos síntomas que nos anuncian una inminente depresión. Si percibimos varios de ellos, hemos de tomar iniciativas, ya que nuestro equilibrio y bienestar emocional están en juego.
Irritabilidad: No controlamos nuestra emotividad negativa y cualquier cosa nos irrita. Quienes viven a nuestro alrededor notan el cambio.
Depresión posparto
Nuestra sociabilidad, y la capacidad de entender posturas y comportamientos distintos de los nuestros son menores de lo habitual. Disminución de energía vital, o pérdida de interés por casi todo.
La pereza se instala en nosotros y la apatía y el inmovilismo dominan la situación.
Nos sentimos desmotivados, incomprendidos. Casi nada merece la pena, pensamos.
Alteraciones del sueño: nos despertamos en medio de la noche, o nos cuesta mucho conciliar el sueño. Estamos inquietos. Cambios en el apetito: sin causa aparente, modificamos nuestros hábitos alimentarios. Indiferencia ante el sexo y el amor: nos da igual, no nos llama la atención. No nos acordamos de que hay una cosa que se llama amor (hacia el cónyuge, pareja, o la familia en general) y otra cosa que antes era sensualidad y placer sexual.
Sentimientos de culpabilidad y autocompasión: cualquier cosa negativa que pase en nuestro entorno, es culpa nuestra. Nos culpamos que no entendemos las cosas, de que no hacemos nada bien.
Dificultades para concentrarse y rendir en el trabajo: esta absorbente preocupación vital reclama toda nuestra atención. No tenemos tiempo ni capacidad para trabajar, ni mucho menos para emanciparnos de la depresión.
Desinterés por el aspecto personal: de pronto, nos damos cuenta de que todo es una gran ceremonia de la apariencia, en la que no queremos participar. Todo es hipocresía: quien me quiera lo hará igual aunque vaya un poco desaliñado.
Además, no tengo humor para dedicar siquiera unos minutos a mi aspecto, tengo otras cosas que hacer y en qué pensar.
Si percibimos varios de estos síntomas simultáneamente, es muy probable que nos hallemos ante una depresión. Se impone la visita al médico. O, para empezar, comentemos la situación con alguien que haya sufrido depresiones. Hay abundantes libros sobre el tema, que, además de resultar entretenidos, informan con tino sobre el asunto.
A veces, los síntomas de la angustia sobrevienen de forma inexplicable, sin que haya sucedido algo traumático. Son las llamadas depresiones endógenas. La persona está triste, padece una melancolía vital pero no sabe su motivo concreto. Pero lo más común es que los síntomas aparezcan tras una determinada situación: estrés profesional, marcha de los hijos del hogar, miedo o incertidumbre ante una situación amenazante, enfermedad o muerte de seres queridos, problemas con los padres, hijos o la pareja… Estas son las depresiones reactivas o exógenas.
Ambos tipos de depresión pueden complicarse y revisten importancia, no nos equivoquemos. Porque detrás de esa aparentemente inocua crisis de melancolía o tristeza que llegó sin causa identificable, pueden anidar problemas psicológicos nada triviales. No pensemos que esta tristeza nuestra es "porque le damos demasiadas vueltas a las cosas". Hay personas que reflexionan mucho, que se muestran lúcidas y críticas con nuestro modus vivendi y con las relaciones humanas, y que no por ello se dejan invadir por la depresión. A cada uno lo suyo
Ahora bien, si nos encontramos decaídos desde hace meses o años, no debemos conformarnos. Nuestra calidad de vida, y la de quienes nos rodean, nos exige tomar decisiones.
Han sufrido mala prensa entre algunos expertos porque a veces se han recetado sin diagnóstico previo y sin atención personalizada al paciente. Los antidepresivos debe prescribirlos siempre un especialista. No deben ser recetados por otros profesionales, ni ingeridos por recomendación de amistades, parientes o por nuestro propio criterio. Solos o combinados con terapias psiquiátricas, pueden ser de una gran efectividad. No hay motivo para no tomarlos. Si son necesarios, negarse a ingerir antidepresivos, por miedo a vernos como enfermos mentales es una necedad.
La depresión es una enfermedad más, para la que, afortunadamente, hay tratamiento. Si nos ponemos en manos de un profesional que conoce estos fármacos, debemos confiar plenamente en él. Hay muchos antidepresivos eficaces, pero tengamos en cuenta lo siguiente:
No logran efectos inmediatos. Necesitan alcanzar un nivel de concentración en la sangre. Hemos de esperar unas semanas para notar los efectos. El especialista, en ciertos casos, debe probar con varios fármacos hasta dar con el fármaco que mejor va a cada persona. No debe interrumpirse bruscamente la medicación, ni aunque se note una evidente mejoría. Debe durar, al menos, unos meses. Tienen efectos secundarios.
Estos medicamentos describen, en sus prospectos informativos (léalos), una gama de síntomas que pueden aparecer. Pero no los espere todos, y menos con anticipación. Es posible que a usted no le sobrevenga ninguno. Los más frecuentes son la alteración de los mecanismos de la atención y las dificultades en la libido. Como siempre, el médico debe ser consultado.
Depresión: ¿qué hacer, además de los fármacos?
Lo primero: aceptarla. Le puede pasar a cualquiera, es algo muy común. No somos culpables de estar deprimidos. La depresión no es un estigma social. Se trata de un trastorno tan frecuente como la gripe o la gastritis.
Lo segundo: pedir ayuda a un buen profesional. Este determinará si conviene la psicoterapia, los fármacos, o un tratamiento combinado.
Ejercicio físico. La tendencia natural, cuando se está deprimido, es permanecer inmóvil, encamado y sin salir de casa. Lo recomendable es moverse, pasear, hacer deporte. En definitiva, sentirse vivo: sudar, pasar frío, calor, hambre, sed… El ejercicio nos distrae, y produce cambios físico-químicos a nivel cerebral que generan bienestar psicológico.
Trabajar a gusto. Hagamos lo que hagamos, esmerémonos en hacerlo bien. Sintamos la satisfacción del trabajo bien hecho.
Evitar los productos tóxicos. El tabaco no calma los nervios; al contrario, como el azúcar parece que favorece la depresión. El alcohol en exceso produce efectos depresores del sistema nervioso. Nada de fármacos sin prescripción facultativa. Ni de drogas. Mientras dure la depresión (y, mejor, también después), vida sana.
Controlar los pensamientos. Se cuelan como polizones y se quedan a vivir en nuestro interior: preocupaciones (ocuparse "antes de"), obsesiones, visión negativa, prejuicios, sospechas infundadas,… Permanezcamos en vigilancia para no dejarnos hundir por estos pensamientos irracionales. A veces, basta con identificarlos y ser conscientes de que los tenemos.
Sentido del humor. Aprenda a reírse, en primer lugar, de usted mismo. La vida tiene una perspectiva humorosa, desenfadada y optimista. Búsquela.
La luz solar anima mucho. Procure que habitaciones, salas o despachos estén bien iluminados. La luz da alegría de vivir. Salga a la calle, al campo, al monte, a la playa, en busca de sol.
Técnicas de relajación. Apréndalas de un buen profesional. Y trate de aplicarlas.
Psicoterapia
La depresión es la causa principal de consultas al médico que más a menudo va sin ser reconocida o sin ser diagnosticada.
En nuestros esfuerzos a suministrar conocimientos al público que nos escucha en el programa Las Cuatro Estaciones (4E) Radio KOOL (www.radiokool106fm.com) hemos difundido segmentos que cubren todas esta categorías diagnósticas, que DSM-ETC en todas sus permutas ha oscurecido.
Nos parece que un llamado es esencial al desarrollo formal de una Filosofía de la Psiquiatría que nos asista en el S XXI a clarificar nuestras llamadas "enfermedades mentales".
Además de que los estudios que hoy se publican parecen ser irreproducibles:
First results from psychology"s largest reproducibility test
Fin de la lección.
Larocca, FEF: La Depresión como Proceso y Función: Una Síntesis Darvinista Deprimentemente Realista en monografías.com, academia.edu.com y researchgate.net
Larocca, FEF: Trastorno bipolar: Su dramatización en Las Cuatro estaciones en monografías.com, academia.edu.com y researchgate.net
Larocca, FEF: La depresión puerperal en monografías.com, academia.edu.com y researchgate.net
Larocca, FEF: Suicidio en la juventud: Guía para los padres, el público en general y los maestros en monografías.com, academia.edu.com y researchgate.net
Larocca, FEF: Acedia, apatía, desmotivación y depresión: ¿Cuatro gigantes del alma del adolescente moderno? en monografías.com, academia.edu.com y researchgate.net
Larocca, FEF: DSM-5: Ilusión sin futuro en monografías.com, academia.edu.com y researchgate.net
Larocca, FEF: DSM Alerta: Todos estamos locos en monografías.com, academia.edu.com y researchgate.net
Larocca, FEF: La sincronía y la neurociencia aplicada en monografías.com, acade4mis.edu.com y researchgate.net
Radden, J (ed): (2004) The Philosophy of Psychiatry Oxford University Press
Además, extensivos enlaces (links), bibliografía adicional y referencias de contribuciones a este tema y otros temas mencionados por este mismo autor, pueden obtenerse en los siguientes portales:
Academia.Edu
ResearchGate.net y
Monografías.com
12 And then shall it come to pass, that the spirits of those who are righteous are received into a state of happiness, which is called paradise, a state of rest, a state of peace, where they shall rest from all their troubles and from all care, and sorrow. Alma The Book of Mormon 40.
Autor:
Felix Larocca