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El despreciado – Novela (página 7)

Enviado por Francisco Tovar


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Pero no habían pasado ni dos meses, de esa conversación con su hermano Eliodoro, cuando le llegó al Negrito una citación, para que acudiera al despacho de un abogado de apellido Torres, y al asistir a la misma, dicho abogado le participó, que la casa estaba siendo vendida por medio de los tribunales competentes, y que se lo estaba haciendo saber, para que la desocupara lo antes posible. Y el Negrito, pensaba _Que buena vaina carajo ¡Pero si acabo de hablar con Eliodoro!, y él me prometió que me iba ayudar. Bueno, tendré que ir hablar con los abogados del "Intituto de Capacitación para el Trabajo", para ver qué me aconsejan ellos ¡Esto es obra de esos desgraciados!, que no le pararon bolas a Heliodoro_ Más adelante se enteraría el Negrito, que era precisamente Eliodoro, el que más presionaba con el asunto de la casa, y que el tal abogado Torres que lo había citado, lo estaba pagando el mayor de sus hermanos personalmente. Al salir de la oficina del abogado en cuestión, se dirigió al bufete de los abogados de la Institución en la cual laboraba, y en conversación con ellos, éstos le indicaron que no se moviera de la casa bajo ningún concepto, ya que además de ser parte de la sucesión Ortiz-Aponte, él estaba protegido por la ley de inquilinato… Ese domingo, de la siguiente semana ; Pablito, Ramón y Antonio, llegaron a la casa montonera de los Ortiz-Aponte, más tarde que de costumbre, y comenzaron su rutina normal de todos los fines de semana ¡Mira maldito mono!, primero querías vendele la casa la vieja, pa dejalen la calli cojete los riale ¡Y ahora nos quieres dejá pie a nosotros ! ¡Pero no te vamo ja dejá güevón !, entre los tre te vamo ja jodé pa qui aprenda je chale vaina los demá ¡Sal pa ca cobalde !, sal pa ve si es veldá que re jarrecho_ Y Ambrosio, habiéndosele agotado la paciencia, puesto que la presión era demasiada, ya que a las visitas semanales de sus hermanos ; se le habían sumado las citaciones a los despachos de los abogados y a los tribunales, por el mismo problema ; no aguantó más y estalló, haciéndole caso al reto de Pablito, tomó uno de sus machetes, abrió la puerta y salió gritando enfurecido _¡TRES CONTRA UNO COMO SIEMPRE COÑO JE MADRE ! ¡VAMOS A VER A CÓMO LES TOCA DESGRACIADOS !_ Ramón y Antonio, al ver lo encolerizado que venía Ambrosio hacia ellos con ese machete en la mano ; el cual, al blandirlo, lanzaba destellos segadores por ambos lados ; echaron a correr aterrorizados, sintiendo la muerte en sus huesos ; a Pablito sólo le dio tiempo a meterse en el carro, cerrar las puertas y subir los vidrios, mientras Ambrosio, dando algunos planazos fuertemente sobre el capot del vehículo, gritaba a pleno pulmón _¡SALGAN VECINOS ! ¡SALGAN TODOS! ¡SALGAN PARA QUE SEAN TESTIGOS! ¡SALGAN PARA QUE VEAN CÓMO SE MATA UNA CULEBRA! ¡Y TÚ! ¡SAL DE ESE CARRO DESGRACIADO! ¡SACA LA PISTOLA O LA ESCOPETA QUE SIEMPRE CARGAS DEBAJO DEL ASIENTO Y ME DAS UN TIRO! ¡PARA QUE ACABES CONMIGO DE UNA VEZ! ¡O SACA EL MACHETE QUE CARGAS AHÍ TAMBIÉN! ¡PA ENTRANOS A MACHETAZO LIMPIO A VER QUIÉN QUEDA VIVO! ¡QUÉ PASA? ¡QUIEN ES EL COBARDE AHORA? ¡AAH? ¡YA YO ME CANSÉ! ¡TODAS LAS SEMANAS EL MISMO PEO! ¡YA ME OSTINÉ Y QUIERO ACABAR CON ESTA VAINA DE UNA BUENA VEZ! ¡ANDA PUE! ¡NO ME LLAMASTE PARA FUERA COÑO E( MADRE! ¡ANDA! ¡AGARRA TU PISTOLA O LA ESCOPETA O EL MACHETE! ¡Y SALES DE AHÍ Y ME MATAS! ¡ ¡SI NO TE MATO YO PRIMERO! ¡ANDA PUE! ¡SAL Y DEMUÉSTRALE A ESTA GENTE QUE ERES UN HOMBRE!. ¡EN TODA TU PERRA VIDA SIEMPRE HAS QUERIDO VERME MUERTO! ¡APROVECHA PUE! ¡INTENTA MATARME AHORA! ¡A VER SI YO TE DEJO DESGRACIADO! _ Ambrosio, transformado totalmente en un energúmeno, con los ojos desorbitados, los cuales parecían echarle chispas de la rabia que lo embargaba, seguía gritando y blandiendo el machete como un loco, y de cuando en vez, planeaba el capot del vehículo; mientras los vecinos, temerosos y a la expéctativa, murmuraban entre ellos, esperando a ver, en qué iba a parar el problema. Afortunadamente, Pablito no salía del carro, ya que el terror que sentía en esos momentos era indescriptible, porque nunca en su vida, había visto a un hombre tan enfurecido, tan encolerizado; como lo estaba Ambrosio en ese instante; razón por la cual, estaba inmovilizado ¡A tal punto!, que ni siquiera atinaba a encender el vehículo para largarse de allí. Algunos de los vecinos, lograron ir calmando al Negrito, poco a poco; ya que se habían dado cuenta de, que si Pablito hacía algún intento por salir del carro, allí iba a ver un muerto; y Don Omar, muy cautelosamente, se había ido acercando al Negrito, y le decía, en tono suplicante _ Cálmese amigo Ambrosio, mire que de estas cosas no queda nada bueno, no se busque un problema innecesariamente _ A lo que le contesta el Negrito, algo jadeante _ ¡Yo lo sé Don Omar! ¡Yo lo sé! ¡Pero es que ya perdí la paciencia y estoy cansado! ¡Usté es testigo! ¡Y los vecinos también! ¡De cómo estos mal paríos! ¡Especialmente ese desgraciado! ¡Me han estado mortificando la existencia! ¡Y ya me ostiné! ¡Ya está bueno ya! _En ese momento, Pablito logró reaccionar, y encendió el vehículo y lo arrancó de retroceso; mientras Ambrosio le gritaba, furiosamente _ ¡TE VAS A IR RATA INMUNDA? ¡COBARDE, BOCÓN! ¡COÑO E MADRE, SUCIO! _ Y Don Omar, tranquilizándolo, le decía _ Pero cálmese amigo Ambrosio, que una rabia así lo que le puede provocar es un infarto_ Mientras tanto Pablito, pasó recogiendo a sus otros dos hermanos, que como a una cuadra de allí, lo estaban esperando, ¡Muy atemorizados aún!, dirigiéndose luego a la Comandancia de Policía, para poner una denuncia en contra del Negrito; y al llegar allí, Pablito, llevando la voz cantante ¡Como siempre!, comienza a decirle al oficial de guardia, todavía con el susto reflejado en el rostro _ Buenas talde seño loficial, nosotru acabamo je se atacaos po ru nombre muy peligroso ¡Fíjese!, que pareciun loco, co nun macheten la manu y no jamenazaba con matanu a los tre ji tuvimos que salí corriendo ¡Polque sino!, ¿Quién sabe qué nos fuera pasao? _ ¿Y dígame una cosa? _ Pregunta el oficial, muy seriamente ¿Cuál fue la razón, para que ese señor los atacara? ¡Escriba todo en el informe agente! _ Bueno señol _ Dice Pablito, con cara de yo no fui _ Nosotro fuimo jablá con nél, pa decile que la casen ques ta viviendo, to los dueño, que somo siete, decidimos vendela, peru esi hombre, si nesperá que nosotro telmináramos di hablá, sacún machete con un filo pol los dos laos ¡Que daba grima pue!, y empezú amenazano y a decino que di ahí lo sacaban pero muelto, ¡Claro!, nosotro jibamos preparaos, polque sabemo su jantecedentes déli lo peligroso ques _ ¿Y cuáles son esos antecedentes _ Lo interrumpe el oficial, y Pablito le responde _ Bueno, esi hombri una vez tuvo presu en Puelto Castillo, polqui atentó contrú noficial, y ses escapó di ahí, y pol poco no matú a tres gualdia je la nación; también si ha caíu a plomo con la policía y con la Judicial, a coltau a más di uno con cuchillo y co nesos machetes que los tiene amolaítos tu el tiempo ¡Y hasta violado le!, las misma sijas lu han acusao de so ¡Fíjese que si hombre como que tiene negocio co nel mismo Diablo!, polqui una ve sen frentó con cinco carajos que tenían pistola ji navaja ¡Y lo jiso corrí a todito!, co nu napureño que nunca le falten la cintura u e nel bolsillo ¡Esi has tao preso mas di una ve! ¡En la Capital!, en Puelto Castillo ¡Aquí mismo!; una de las vece ques tuvo presu en la Capital, fue polque nuna fiesta di un propiu helmano dél, se pusu a buscá camorri paltiú a varios muchachos co nuna silla ¡Si señol!, li acabó la fiesta su propiu helmanu a silletazo limpio ¡E le jasí! ¡Camorrero!, es rara la fiesta quél nu acabe di una folmo di otra _ _ ¡Caramba, Caramba! _ Dice el oficial, en un tono de superioridad, y rascándose la barbilla _ ¡De manera que es toda una joyita el tipo ese!, hay que andarle con cuidado entonces. Denme todos los datos, nombre, apellido y dirección, para mandarlo a buscar mañana a primera hora, porque si es así como ustedes dicen, a lo mejor no lo encontramos en este momento ¡Y ustedes también se me vienen mañana!, los quiero aquí a las siete de la mañana ¡Estamos de acuerdo? _ ¡Di acueldo seño loficial _ Contestaron, casi al unísono, Pablito, Ramón y Antonio… Al día siguiente, como a las cinco y media de la mañana, al frente de la casa de los Ortiz-Aponte, se estacionó un vehículo policial, del cual bajaron ocho agentes, que sigilosamente rodearon la vivienda; dos: se colocaron en la parte de atrás;En cada costado se ubicó uno, dos: apuntaban a la casa desde la avenida, y dos se encargaron, apuntando sus ametralladoras; de llamar a la puerta ¡Todos estaban muy bién armados!, y con previas instrucciones, de que el individuo que iban a buscar, era de alta peligrosidad, y que si hacía resistencia o cualquier movimiento extraño, dispararan a matar… El que comandaba la patrulla, comenzó golpear la puerta, mientras gritaba _ ¡AMBROSIO ORTIZ DATE PRESO! ¡TE TENEMOS RODEADO! ¡SAL CON LAS MANOS EN LA CABEZA Y NO HAGAS NINGÚN MOVIMIENTO SOSPECHOSO! ¡PORQUE SINO DISPARAMOS! _ El Negrito, quien no hacía mucho se había despertado y sólo estaba dormitado, se sobresaltó con los gritos y los golpes a su puerta; y pensando, que era algún conocido o algún compañero de trabajo, dijo para sí _ ¡Quién será el mamador de gallo que viene con esa jodedera a esta hora? _ Y dirigiéndose a la ventana, sin hacer ruido, levantó a penas la cortina por una orilla, y vio a los dos agentes policiales que apuntaban la casa desde la avenida; y oyó de nuevo los gritos del Sargento en la puerta ¡TE QUEDAN QUINCE SEGUNDOS AMBROSIO ORTIZ, PARA QUE SALGAS DE AHÍ! ¡SI NO VAMOS A ENTRAR ECHANDO PLOMO_ Ambrosio, inmediatamente, corrió a ponerse los pantalones, mientras mentalmente decía _ ¡Coño! ¡La vaina es en serio! _ Y con temor, salió a la sala con mucho cuidado y con las manos en la cabeza. El Sargento al verlo, le dice, mientras introducía el cañón de la sub_ametralladora por entre las rejas _ ¡No hagas ningún movimiento extraño o sospechoso, te lo advierto! _ Preguntando Ambrosio, muy nervioso _ ¿Dígame qué hice por favor?, yo creo que esto es una equivocación _ ¡Ninguna equivocación! _ Dice el Sargento _ ¿Tú te llamas Ambrosio Ortiz no?! –Si, pero_ Quizo refutar Ambrosio, pero el Sargento no lo dejó, diciéndole _ ¡Pero nada! ¡Abre la puerta ya, que estás detenido! _ Pero la llave está en el cuarto _ Dice el Negrito, con impotencia, sobrecogimiento y desasosiego, ya que temía decir o hacer algo, que los agentes no supieran interpretar. Y le dice el Sargento, en el mismo tono amenazante _ Búscala! ¡Rápido! ¡Y mucho cuidado con lo que haces! El Negrito, con el miedo reflejado en el rostro; ya que se veía muerto; entró en el cuarto, agarró las llaves, la camisa y los zapatos con las medias que cargaba el día anterior, saliendo a la sala de nuevo, y sin quitarle la vista a los cañones de las armas que lo apuntaban, se acercó a la puerta, colocó los zapatos en el pretil, y procedió a abrir los candados y la cerradura de la puerta; al terminar, uno de los agentes policiales, lo empujó con todo y puerta, mandándolo a pegarse contra la reja; lo requisó y luego, conminándolo para que caminara, le enterraba el cañón de su armamento en un costado. El Negrito agarró sus zapatos nuevamente y salió de la casa, para dirigirse al vehículo policial, no sin antes, haberle pedido al Sargento, que le pusiera los candados a la puerta. Ya en la jaula, acompañado de cuatros agentes, ya que dos iban en la parte delantera del vehículo y dos iban colgados en la parte trasera; el Negrito, procedió a ponerse la camisa silenciosamente, luego las medias y después los zapatos, y al terminar dijo, en un tono de tristeza _ ¡Ay Dios!, ni siquiera me cepillé los dientes _ A lo que comenta uno de los agentes _ Nu es tan fieru el león como lo pintan ¡O no jequivocamo?. Al llegar a la comandancia, el oficial quien aún no había entregado su guardia de veinticuatro horas, le pregunta al Sargento, con ironía _ ¡Y cómo se portó la joya esta? _ Respondiéndole su subordinado, en el mismo tono irónico _ ¡Aunque usté no lo crea mi Capitán! Como un angelito ¡Ni siquiera hizo falta ponerle las esposas! ¡Para mí!, que no es el mismo que nos describieron _ En eso venía llegando el Comandante de la Policía, y pregunta, en altisonante y autoritaria voz _ ¡Qué está pasando aquí, con todos estos agentes y este señor?_ _ Bueno mi comandante _ Comienza a responderle el oficial de guardia, en tono sumiso; y pasó a contarle a su superior, con todos los detalles, todo lo relacionado con el caso del Negrito, entregándole el expediente que le habían redactado el día anterior, comenzando a leerlo el Comandante, y al terminar de hacerlo, se quedó viendo al Negrito de arriba a abajo y dijo, despectivamente _ ¡Vaya vaya! ¡Sígame a mi oficina! ¡Y usté Capitán! ¡Tráigame los antecedentes de este individuo! Al llegar a la oficina, el Comandante le entrega a Ambrosio el expediente, y le dice autoritariamente _ ¡Léalo y me dice! ¡Qué opina de eso! ¡Y si es cierto o falso? _ El Negrito, al terminar de leer el papel, dice sonriendo tristemente y meneando la cabeza de un lado a otro _ Mire mi Comandante, éstas son puras mentiras y calumnias, y como siempre, los que firman la denuncia, son los mismos que siempre han querido perjudicarme ¡Sobre todo este! Dice el Negrito, señalando con su dedo índice, la firma de su hermano Pablito; y procedió a contarle al Comandante, todo lo que venía pasando, hasta el momento en que explotó su furia. En ese momento entró el Capitán, no sin antes haber tocado y pedir permiso, para informarle a su superior, que se estaba cumpliendo su orden; y el Comandante le pregunta _¡Dónde están los antecedentes de este señor? ¡Me los trajo?_ _ No señor, ya le dije; los estamos solicitando a _ _¡Cómo es la cosa?_ Lo interrumpe el Comandante, preguntando sorprendido y con furia _¡De manera que usté, sin siquiera averiguar! ¡O sea, que ni siquiera había hecho el intento? ¡Ni siquiera pensaba investigar, si la denuncia que pusieron en contra de este señor era cierta o falsa? ¡Ah?_ _ ¡Pero mi

Comandante! _ Dice con temor el Capitán _ Es que el señor que puso la denuncia fue tan convincente, que _ ¡Que nada! Lo interrumpe de nuevo su superior, aún más furioso _ ¡Quiere decir entonces, que a este señor pudieron haberlo matado, sin siguiera averiguar la verdá? ¡Ah? ¡Ahora la ley se aplica así? ¡Dispare primero y no averigue nada, que no es necesario! ¡Métase diez días de arresto en cuadra! ¡Y al sargento me le mete cinco! _ En eso, el Negrito dice, algo cauteloso _ ¿Puedo hablar, mi Comandante? __ ¡Sí! ¡Diga!_ _ Es para ahorrarles tiempo con la búsqueda de mis antecedentes. Hace como quince días, yo solicité en este comando, mi carta policial y una carta de referencia, porque yo fui policía en la Capital y aquí. Es que estoy aspirando al puesto de supervisor de vigilancia en mi trabajo, y me hacen falta esos papeles_ Y el Comandante le dice al Capitán, en forma altanera _ ¡Se fija!, el señor fue agente policial ¡Búsquele esos papeles que él dice!, que ya se los deben tener listos _ En eso, un agente policial pidió permiso para entrar y dijo _ Ahí afueres tan tre señore, que vienen po runa denuncia que pusiero nen contra di un tal Ambrosio Ortiz _ _¡Aaah muy bueno! _ Dice el Comandante, jactancioso _ Hágalos pasar, que los estamos esperando _ El Comandante, al verlos entrar, se les quedó mirando de arriba a abajo, para luego preguntarles secamente ¡Ustedes fueron los que denunciaron al señor aquí presente? _ _ ¡Sí señol! _ Dice Pablito, con tono de jactancia y orgullo; a lo que sigue diciendo el Comandante _ Sabrán que este señor estuvo a punto de morir a las primeras horas del día de hoy, a causa de estas mentiras que ustedes dijeron ayer ¡Y yo me pregunto! ¡No sería que ustedes querían, o estaban buscando, que nosotros hiciéramos el trabajo por ustedes? ¡Y así matar dos pájaros de un solo tiro! ¡El señor aquí muerto y la casa desocupada! ¡Y las manos de ustedes limpiecitas en el asunto! ¡O sea! ¡El crimen perfecto! ¡Aaah?… ¡Qué les parece si los ponemos presos a los tres a la orden de la Judicial?, mientras se averigua si hubo conspiración para cometer un asesinato o no_ Los tres estaban asustados hasta la médula, viendo la seriedad con que les hablaba el jefe de la Policía; y Antonio fue el primero que dijo, tembloroso por el miedo _ ¡Mire señol! ¡Yo le juro que no tengo na que ve con lo que dici ahí! ¡El fue lúnico qui habló!_ Antonio decía esto, señalando a Pablito; y Ramón, temblando al igual que Antonio, también señalaba a Pablito, mientras decía ¡Sí señol! ¡Él! ¡E le jel culpable de to! ¡E le jel que dice! ¡E le jel que manda! ¡Créame señol, se lo suplico! _Pablito, viendo a ambos con odio, le dice al Comandante, cobardemente _ ¡Mire señol! ¡Yo le juro que na e lo que dici ahí es veldá! ¡Fue un momentu e rabia solamente! ¡Cómo va creí usté, que yo voy a querí hacele dañu a mi helmano! ¡Li hablo co nel corazó nen la mano! ¡De veldá veldá! _ Y el Comandante, les dice, mientras se sonríe irónicamente, al igual que el Negrito _ ¡Me dan lástima!, ponen en peligro la vida de una persona ¡La de su propio hermano!, por una miserable casa que no la vale ¡Y después se comportan cobardemente!, sacándole el cuerpo alegremente a sus responsabilidades, como que si estas no revistieran gravedad alguna ¡Señor Ambrosio! Llámeme a un agente ahí por favor; ustedes van a firmar una caución ¡Y si se vuelven a meter con el Señor Ambrosio! ¡Se las van a ven conmigo personalmente! ¡Y no los voy a perdonar _ Después de haber firmado la caución, el Comandante los hizo salir en veloz carrera a los tres. Ambrosio, después de haber recibido sus papeles, se marchó de la Comandancia de Policía, sonriendo y pensando, en que iba a descansar de sus hermanos por algún lapso; aunque ese supuesto descanso no sería por mucho tiempo. Las citaciones a los Tribunales seguían llegando, y el Negrito asistiendo a ellas, lo mismo que a las de los despachos de abogados; y fue en una de esas idas y venidas, que descubrió, que el que más presionaba era Eliodoro, y pensaba con resquemor _ ¡Pero si me dijo que me iba a ayudar!, y que iba hablar con los demás para que me dieran el tiempo que necesito, mientras me pensionaban por el Intituto de Seguridad Social ¡Ese es el propio Judas!, me dice y me promete una cosa, y a mis espaldas está haciendo otra ¡Me resultó un sucio y un desgraciado al igual que los otros! ¡O peor que ellos!_…

*

No habiendo pasado ni cuatro meses, del intento de asesinato indirecto, en contra del Negrito Ambrosio Ortiz; Pablito reunió en su casa a todos sus hermanos, con la excepción de Santiago, que no quizo participar ¡Y la de Ambrosio por supuesto!; para planificar y lanzar el ataque definitivo en contra del Negrito, y sacarlo de la casa de los Ortiz-Aponte; y Pablito, haciendo de cabecilla como siempre, les decía jactanciosamente _ ¡Ya yo lo tengo bien chequiaíto!, él to los domingo se va pa liglesia oí misa di ochu a nueve la mañana ¡Y ese jel momento justo pa violá la puelti metenos! ¡Y lo vamo jacés te domingo que viene! ¡Tú Eliodoro!, va jestel domingu a las cincu e la mañanen la case Calmela, calgandu el primel viaje coroto; to los demás, tenemos ques ta la siete la mañanen la pará di autubú, la ques tu na cuadre la casa ¡No la ques ta casi al frente!, sino la ques ta frente les tación; ahí vamo jestés esperando la señal de Ramón, que vastés condío cel que la casa, vigilandu y esperando quel mono feo se vaya pa liglesia. No tengo que deciles que se locu es bien jodío, y tenemos ques ta restiaos, así que ca uno se llevun palu na cabilla, ¡Lo que sea!, tienen que teni algo en la mano ¡Y su sijo jombre también se los llevan pa ya también! ¡Mientra más masa más masamorra! _ En eso, Eliodoro pregunta con curiosidad _ ¿Y Santiago, que nos ta qui?_ Y Pablito, le contesta, algo molesto _ Lo llamé dos veces, pes plicale lo que vamo jacé, pero las dos vece me dijo lo mismo, quel nu iba palticipé nesto, así que Santiago no vas ta con nostro jeste domingo _ Y efectivamente, ese domingo, desde las seis y media de la mañana, comenzaron a reunirse en el lugar acordado. Mientras tanto, Eliodoro, estaba en la casa que Carmela había vendido, cargando el primer viaje de muebles, para traerlos y meterlos a la fuerza en la casa de los Ortiz-Aponte, lugar este en que había estado viviendo el Negrito Ambrosio, por muchos años. Ramón, quien había estado escondido desde muy temprano, detrás de un grueso árbol que estaba situado cerca de la casa montonera, vio cuando Ambrosio salió de ésta y se dirigió al templo católico, y cuando estuvo seguro de que el Negrito no lo podía ver, le dio la señal acordada a los otros, agitando un pañuelo blanco con el brazo en alto; el grupo de personas que esperaban, al ver la señal, se movilizó rápidamente hacia la casa, encabezados por Pablito, quien traía una herramienta en su mano, denominada pata de cabra, con la cual, al llegar a la puerta de la casa de los Ortiz-Aponte, reventó los candados y rompió la cerradura, al palanquear la puerta con ella, mientras los demás lo observaban; cuando la puerta estuvo abierta de par en par, comenzó a impartir órdenes._ ¡Tú y tú!, se me va nal cruci a vigilá, cualquiel vaina vienen y avisan ¡Tú y tú!, ses conde nallá riba, ustedes do se queda naquí e nel jaldín, los demá vamo ja sacale to los coroto pal patio, pa las piece los cachivache, y lo que no quepa lo amontonamo jai mismo _ Y asi lo hicierón Rápidamente, todos los muebles del Negrito, fueron sacados al patio, quedando la gran mayoría a la interperie, porque fueron muy pocos los que cupieron en las pequeñas piezas asignadas por Pablito, y cuando llegó Eliodoro con el primer viaje de muebles, ya la casa estaba totalmente desocupada, y como hormigas, los introdujeron a la casa, y salió Eliodoro a buscar el segundo viaje, de los siete que daría. Mientras tanto, Ambrosio salía de misa en esos momentos y se dirigía a la casa de la profesora Nelly, como lo hacía todos los domingos. Estuvo como media hora allí y luego se dirigió a su casa, pensando en que Sant. ya estaba por llegar, como lo hacía, todos los primeros días de la semana, pero en eso Don Omar, que lo andaba buscando, lo llamó y le dijo_ Mire compañero, no se le ocurra acercarse por su casa, ahí hay un poco de gente con cabillas y palos; desarrajaron la puerta y están metiendo corotos para dentro, que están trayendo en una camioneta amarilla, y los está mandando el mismo que usté le sacó el machete en estos días pasado _ _¡Y quién más si no Pablito! _ Dice el Negrito, furioso _ Ese es el estilo en que él hace las cosas, en cayapa, como lo ha hecho toda su perra vida; me suponía que algo así iba a tramar, ya me lo había advertido Sant, que de alguien como Pablito, se podía esperar cualquier cosa, nunca dejará de comportarse como un cobarde _ _ Mire compañero_ le dice Don Omar, calmándolo _ Quédese tranquilo ¿Dígame en dónde va a estar?, que yo voy a estar pendiente de avisarle, cuando todo esté calmado _ A lo que le responde el Negrito, algo más calmado _ Bueno Don Omar, yo voy estar ahí, en la casa de la profesora Nélly. ¡Seguro que ahí están todos esos desgraciados!, el de la camioneta es el juda de Eliodoro –A lo que le Responde Don Omar _ Bueno, yo sé que entre el grupo, sólo conozco a los tres que se la pasan todas las semanas buscándole pleito a usté _ _ Bueno Don Omar. Le responde Ambrosio _ Muchas gracias, y si ve a mi sobrino Sant, por cuasualidad, le dice que estoy aquí, y que se quede quieto, que no se vaya a meter en problemas _ En la casa de los Ortiz-Aponte, los invasores continuaban su faena; y mientras los mayores vigilaban y cargaban, los adolescentes y niños, jugaban y se divertían, entusiasmados por la idea y el hecho, de que era al monstruo de Ambrosio, a quien le estaban y le iban a hacer daño. Sant, llegó a la casa de la profesora Nélly, muy nervioso, y lo salió a recibir el mismo Ambrosio _ La bendición tío__Dios te bendiga mijo ¡Ya te enteraste?_ _¡Claro Tío! No me voy a enterar, lo que vengo es asustado, cuando me bajé del autobús y vi el carro de Pablito estacionado en la parada, me dije, _ está pasando algo _ y cuando vi hacia la casa y vi el bululú de gente armados de palo, pensé :" jodieron a mi tío otra vez" ; en eso vi a Don Omar y lo llamé, y cuando me contó todo, sentí un gran alivio y arranqué para acá _ _ Yo también estaba pendiente, no se te fuera a ocurrir enfrentarte a esa gente, y te fueran a malograr por no dejá. El señor Omar me dijo que iba a estar pendiente y que cualquier cosa me avisaba. ¡Supieron hacer su vaina para joderme los perros esos! _ _ ¡Así mismo es! _ Le dice Sant, confirmando lo dicho por el Negrito _ ¡Si señor!, te cazaron, eso fue tú saliendo y ellos que le caen a la casa en cayapa ¡Y qué te parece?, el que supuestamente te estaba apoyando y te iba a ayudar, no sólo paga abogados, sino que es el que está haciendo la mudanza _ _ ¡Ay Sobrino! _ Dice el Negrito, con resignación _ Esos han sido así toda su perra vida ¡Santiago!, antiparabólico ¡Con tal que no se metan con él!, ¡Pablito! Un cobarde, malintencionado, intrigante y cayapero, ¡Ramón y Antonio!, dos peleles sin carácter y sin voluntá, que siempre se han dejado manejar con Pablito y por las mujeres ¡Carmela!, ni se diga, ¡Y Eliodoro!, un juda ¡El propio Judas!, siempre ha sido así, me dice una cosa hoy y después me sale con otra mañana, siempre buscando su acomodo, sin importarle los demás ¡Y te digo una cosa!, ese es más peligroso que los otros, porque los otros, cuando yo los veo, me pongo en guardia, porque son mis enemigos declarado ¡En cambio a él no!, a él lo dejaba que se me acercara con confianza, y se enteraba de todo lo que yo pensaba; y decía apoyarme en lo que yo quería, para después apuñalearme a traición sin que yo pudiera evitarlo _ _ Cónchale tío _ Dice Sant, tristemente, mientras le pone la mano en el hombro _ _ Tú no sales de una, cuando ya estás cayendo en otra ¡Sinceramente vale! _ _¡No hombre sobrino!, ya yo estoy acostumbrado ¡Fíjate si estoy acostumbrado!, que cuando me pega una brisita de calma y tranquilidad y me siento bien, siempre pienso "¿Y que será lo que me va a pasar ahora?"; nunca se me olvida la primera vez que salí de la hacienda de café, por las cosas que conocí, por la fea maldá que me hicieron mis hermanos, por el juramento que me hice, por el amor de mis padres y por lo que nos dijo la gitana a papá y a mí _ _ Pasó el tiempo, y a los cinco días, Don Omar le fue a avisar a Ambrosio, que los que estaban vigilando la casa con objetos contundentes en la mano, para agredirlo de acercarse él a ella; ya se habían retirado y que la cosa estaba calmada, y en vista de esto, el Negrito mandó a Sant, a averiguar qué era lo que habían hecho con sus muebles, y éste, muy asustado, temiendo que la tomaran en contra de él, fue a cumplir el mandato de su tío, y llegando a la puerta de la casa, tocó, y le salió su tía Carmela, y ésta, sin dejar que hablara, le dijo de muy mala gana _ Dile a tu tío, que to sus coroto jesta nen las dos piezas di atrá je nel patio, qui ahí pue vivi mientra si arreglel probleme la casa, y que su pasadero va se po runu e los lau e la casa, y que no se priocupe, que no nos vamo ja meté co nél _ Sant, sin siquiera despedirse, y sintiéndose algo aliviado, se dirigió hacia el sitio donde lo estaba esperando el Negrito, y le informó todo lo que le había mandado a decir su hermana Carmela, y el Negrito reaccionó muy molesto, diciendo con impotencia _ Estos hermanos míos si me pudieron joder de verdá; ellos saben muy bien, que en esas piezas no puedo ¡Ni voy a quedarme!, esos son unos nidos de ratas, cucarachas y arañas; se mojan cuando llueve y en cualquier momento se caen, porque las contruyeron mal y están agrietadas por todos los lados. Vamos a hacer una cosa mejor, vamos hablar con Éucaris, para ver si me alquila una pieza mientras tanto _ Y así pasó; la vecina le alquiló una pieza a Ambrosio, y Sant le ayudó a pasar los muebles hacía la casa de Éucaris, por encima de la cerca que hacía lindero entre las dos casas; pero este sitio era muy pequeño, y no le cabian todas sus pertenencias, y el Negrito habló con Oswaldo, el vecino del otro lado de la casa de los Ortiz-Aponte, para que éste le alquilara dos piezas grandes que tenía desocupada en la parte de atrás de la casa, el cual accedió a rentárselas, y al mes de haberse mudado Ambrosio, para la casa de Éucaris, se pasó a la casa de Oswaldo, donde se sintió mucho más cómodo, comentándole el Negrito a su sobrino Sant _ Fíjate como todavía llevo vaina de mi familia ¿Qué te parece como me dejaron?, brincando de un lado a otro, como mono en montaña _ _ ¡Tu familia!_ Le refuta Sant, molesto _Yo la llamaría tu seudo-familia, porque unas personas que tratan a un integrante de la familia, en la forma en que ellos te han tratado a ti, no creo que tú los debas de llamar: "mi familia" _ Pero lamentablemente, aunque no lo parecen, lo son _ Dice el Negrito, con tristeza _ ¡Mire sobrino!, usté es el único que me ha demostrado que me quiere y que me aprecia y que no me ha traicionado; y yo he venido pensando en hacer algo ¡Y lo voy hacer! ¡Mira Sant!, yo te voy a dar el derecho sobre todo lo mío, sobre todo lo que me pertenece y lo que yo pueda conseguir de aquí en adelante; a mis hijas las voy a sacar de la planilla del Intituto de Seguridá Social y de los archivos del Intituto de Capacitación para el Trabajo ¿Y también de los beneficiarios del montepío!, ahí ya debo tener como docientos mil pesos, y te voy a poner a ti como mi único heredero, y en la pensión que recibo por el accidente del ojo y la de vejez, por la cual voy a empezar de una vez hacer las diligencias, te voy a poner a ti como mi único sobreviviente ¡Y todo esto a cambio de un gran favor! ¡Que cumplas mi última voluntá al pie de la letra! _ _ Sant, muy sorprendido, pregunta _ ¡Tú última voluntá? ¡Te vas a morir acaso? _ _ ¡Claro que me voy a morir!, yo no nací para semilla, sea hoy o sea mañana o dentro de varios años, pero me voy a morir; el asunto es, que no quiero que nadie ¡Pero nadie!, óyelo bien, no quiero que nadie de mi familia se entere de mi muerte; no quiero a nadie de mi familia en mi velorio; ni en mi entierro; yo quiero que cuando se enteren ya yo esté bien podrio; tú te vas hacer cargo de todo, no los quiero ahí burlándose y riéndose de mi y dando gracias por que ya estoy muerto ¡Esa es mi última voluntá!, y quiero que la cumplas al pie de la letra ¿Estamos de acuerdo? ¡Me lo prometes? _ _ Bueno Tío _ le responde Sant, algo dudoso _Usté sabe como soy yo ¡Y lo sabe!, porque tenemos casi la misma forma de pensar y actuar ¡Si usté mantiene su posición hasta el día de su muerte! ¡Que ojalá este bien lejos!, yo le prometo que cumpliré con su última voluntá, y no es que me importe mucho lo que me vaya a dejar o no, sino porque me sentiré comprometido, al haber usté cumplido; y porque me gusta esa decisión que está tomando, en contra de su seudo-familia; más que todo por sus hijas, que se han portado tan mal con usté; y me satisface que esté desechando a su familia definitivamente, como ella lo desechó a usté desde hace mucho tiempo _ ¡Está bien sobrino!, estamos de acuerdo, yo cumplo y usté cumple. Ahora me voy para que se los abogados, que me dijeron para meterle un interdicto a la gente ¡Porque no me la sigo calando!, ellos me joden, me joden y me joden; y yo no actúo ¡Pero me cansé! _ _ ¡Y mira tío! _ Dice Sant. con extrañeza y curiosidad _ ¿Que vaina es esa de interdicto _ Bueno, la verdá que no sé cómo explicarte que vaina es esa, lo único que sé, es que le ponen un policía en la puerta, para que no entre ni salga nadie de la casa ¡Como un secuestro pues! _ _ ¡Y eso para que tío? _ Vuelve a preguntar Sant, con la misma curiosidad y extrañeza _ Bueno, para que me paguen los sesenta mil pesos que me corresponden como parte de la herencia y como cien mil por daños y perjuicios y también tienen que sacarme la cuenta de cuanto me deben por el tiempo que estuve cuidándole la casa y haciéndole mantenimiento desde que se murió mamá _ Y así sucedió efectivamente; a los pocos días de esta conversación entre tío y sobrino, le aplicaron la medida de secuestro a Carmela y a sus hijos, y la reacción no se hizo esperar; Belkis, unas de las hijas de Carmela, se puso a acechar a Ambrosio, y cuando éste iba a entrar a su lugar de habitación, se le fue encima, agrediéndole rabiosamente; y con las uñas le rasgó el rostro y el pecho, rompiéndole la camisa furiosamente, y si el Negrito no la sostiene fuertemente por las muñecas, su sobrina le hubiese destrozado el rostro, mientras le decía, con odio y los ojos chispeantes _¡Desgraciado! ¡Perro! ¡Por qué le haces eso a mi mami? ¡A tu propia hermana! ¡Sin tenerle consideración de ningún tipo! ¡Mal nacido! ¡Con razón nadien te quiere!._ _ ¡CONSIDERACIÓN! JA JA JA! _ la refuta Ambrosio, con sarcasmo _ ¡No me hagas reír! ¡Consideración! ¿Que vas a saber tú de consideración? ¿Que va a saber ninguno de ustedes de consideración? ¿Cuando la han tenido ustedes conmigo? ¡Mira!, si alguien tuvo consideración con tu mamá ¡Ese fui yo! Porque yo toda la vida supe que Gregorio y Güilian son hijos de Mister Güily ¡El maldito alemán que arruinó a papá! ¡Pregúntale! ¡Anda y pregúntale que le fuera pasado a ella y a tus dos hermanos mayores!, si yo le fuera dicho a papá y a mamá a quién fue que ella le parió esos dos muchachos ¡Anda!, ella te explicará mejor quien es ese señor, que nos hecho a perder la vida a todos nosotros _ Luego de este percance, Ambrosio denunció a Belkis por la agresión sufrida por ésta, y la policía se llevó detenida, y en la comandancia la hicieron firmar una caución, para que no se metiera más con el Negrito. La medida de secuestro en cuestión, duró nueve días, ya que los abogados de parte y parte, se pusieron de acuerdo en pagarle a Ambrosio, en un tiempo prudencial, el dinero que le correspondía de herencia, por mantenimiento y cuido de la casa montonera y por indemnización por daños y perjuicios. Este dinero, fue recolectado entre la familia Ortiz-Aponte; los que podían dar poco, daban poco, y los que podían dar más, daban más, y los que no podían dar nada, no daban nada. Pablito, quien fue el que se encargó de recoger el dinero para entregárselo a los abogados; cuando tuvo en sus manos tal cantidad de dinero junto, se le agrandaron las agallas que tenía, como las de un tiburón tigre, y enseguida comenzó a buscar la forma de quedarse ¡Si no con todo!, por lo menos con gran parte de los reales de Ambrosio, y al encontrarla, se dirigió a las oficinas de los abogados, y al estar con ellos, comenzó a decirles, de una forma que inspiraba lástima y en un tono triste y casi con lágrimas en los ojos _ Miren doctore, yo vinen nombre tua la familia, a ve a qui acueldo podemos llegá, fijence quen veldá, nosotros somos muy pobre, y lo poco que mos llegau a tené no ja costao mucho sacrificio ¡Y miren! lúnico que logramu a juntá fues to: veinte mil peso, y como mañana vencel plazo fijao po rustede, nosotros queremos pedile, que no procedan contre sa pobre viejita ques ta viviendu en la case nosotros jahora, polque lles ten felma, y no pues ta recibiendu impresiones fuelte; nosotros sabemos que la ley es la ley, peru es que si hombre no merece na ¡Esi hombres más malo que Cain! ¡Fijence que sen gendru el demonio!, se la pasaba pegándoli a la viejita que ra nuestra mamá, y él fue que la llevú a la tumban te je tiempo ¡Miren!, eses tan malo, que ni sus propias sijas lo quieren y … _ ¡Y por ahí siguió Pablito!, echándole porquerías a la personalidad del Negrito Ambrosio Ortiz, quedando los abogados convencidos, de que el mismo, era el hombre más malo de la tierra; y éstos, sacando conclusiones, de que la cantidad de dinero mencionada por Pablito, era en si, la misma cantidad, que ellos pensaban cobrarle a Ambrosio por el trabajo que le estaban haciendo; aceptaron tomar los veinte mil pesos que les había traído Pablito, y dejar al Negrito en la estacada, con la condición de que nadie hablará, porque se iban a meter en problemas, y que en ese tipo de problemas, los abogados llevaban todas las de ganar; a lo que le respondió Pablito _ No se priocupen mis doctore, que nadie dirá na de lasunto, yo pelsonalmente me voy encalgá de qui así sea _ les prometía esto, mientras pensaba burlonamente _ Que gafo so nestos abogao, se tragaron completicu el mojón, ciento chenta mil peso que no me caen na mal_ _Después de esto, todo el resto de la familia Ortiz-Aponte, pensó y siguió creyendo, que el Negrito Ambrosio había recibido todo su dinero, y éste, por su parte, iba todas las semanas a las oficinas de los abogados en cuestión, para que éstos le informaran, de cómo iba su caso y de qué cuando iba a recibir su dinero, y ellos le salían con una serie de argumentos legales, de los cuales, él no entendía nada; pero a la final salía convencido, de que estaban trabajando en su caso y que muy pronto recibiría su dinero, ya que su mal llamada familia, sólo estaba consiguiendo prorrogas sobre prorrogas, para alargar el pleito de la casa y de la herencia, pero que no lo harían por mucho tiempo…

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