1. Introducción 2. Los anfiteatros 3. El anfiteatro Flavio 4. Conclusión 5. Bibliografía
La experiencia de ingeniería que adquirieron los romanos en el uso de arcos y bóvedas y su experiencia practica en la utilización del hormigón les permitió crear edificios de formas y dimensiones que los griegos jamás habrían soñado. Los anfiteatros eran edificios exentos. Los romanos utilizaron ingeniosamente las hileras de arcos de hormigón para construir el equivalente a una ladera de colina sobre la cual descansarían los asientos del auditorio. De este modo pudieron edificar teatros y anfiteatros en cualquier sitio, incluso en las zonas mas llanas del desierto.
El coliseo es una muestra clara es esta habilidad de ingeniería y tema principal que se explayará en el siguiente trabajo producto de una minuciosa investigación bibliológica.
Los teatros romanos aparecieron por primera vez al final del periodo republicano su diseño se basaba fundamentalmente en el tipo griego. Constaban de un alto escenario junto a un foso semicircular (orchestra) y un área circundante de asientos dispuestos en gradas (cavea). A diferencia de los teatros griegos, situados en pendientes naturales, los teatros romanos se construyeron sobre una estructura de pilares y bóvedas que fueron posibles gracias a una nueva manera de construir y, de esta manera, pudieron ubicarse en el corazón de las ciudades. Los teatros fueron populares en todos los lugares del Imperio.
Los espectáculos romanos variaron bastante en comparación con los que se hacían en la Grecia más antigua, ahora no necesitaban de una direccionalidad intrínseca. Las luchas sangrientas de gladiadores o de hombres contra animales salvajes o de animales salvajes entre si, como cualquier corrida de toros o los partidos de fútbol actuales, no tenían por qué verse desde una dirección. por lo que mediante un razonamiento y mostrando el genio y civilización la ingeniería romana, se dispusieron dos teatros uno de espaldas al otro, para así formar un anfiteatro (literalmente, teatros dobles). El área de la exhibición fue abrazada por los asientos y la base tomo la forma de una planta elíptica con una pista (arena) central, donde se celebraban combates entre gladiadores, luchas de bestias salvajes y otros espectáculos cuyo origen quizás es de la antigua Campania y fueron introducidos a Roma tal vez por los etruscos, quienes conocían estos juegos. Además tenían un graderío alrededor similar al de los teatros. En un principio, los anfiteatros se construyeron originalmente de madera, y después de piedra. El primer anfiteatro se construyó es el de Pompeya el 75 AC por el máximo pontífice romano Gaius Scribonius Curio. El primer anfiteatro de la piedra parcial se construyó en 30 AC por Augusto, antes de que él se volviera emperador de Roma primero.
En Roma, la capital del Imperio, dada la fama de los espectáculos y la satisfacción que el pueblo lograba al presenciarlos, se hizo necesario hacer un anfiteatro cuando él que existía había sido destruido por un incendio. El nuevo edificio debía tener la capacidad y la magnificencia para entretener al pueblo y al Cesar, por lo que se mando a construir el Anfiteatro Flavio, más conocido como Coliseo.
El gran anfiteatro Flaviano, denominado hoy Coliseo (probablemente por el recuerdo de la colosal estatua de Nerón que hubo en las cercanías del anfiteatro), fue construido por Vespasiano después de la guerra con Judea el año 72 dC. Se emplazó en medio de la ciudad de Roma, en un sitio completamente llano, precisamente en el sitio que se conocía como Stagnum Nerons, que era una especie de laguna artificial construida por una orden de Nerón bajo su mandato. Vespasiano, a pesar de su empeño, no pudo ver terminada esta colosal obra, y Tito la inauguró el año 80 de nuestra era, aunque se presume que aún no se terminaba tal como se había proyectado en un comienzo, por lo que se piensa que su construcción finalizó durante el reinado de Domiciano. La fiesta de inauguración del edificio duro 102 días, en los que se mostraron una gran cantidad de espectáculos de distinta índole.
El edificio tenia 527 metros de circunferencia y llegó a tener una altura de 57 metros. La base tiene una forma elíptica, donde su eje mayor mide189 metros y su eje menor 156 metros. Estaba tan bien diseñado que todos los asistentes (50.000 comúnmente) podían evacuarlo en pocos minutos. El secreto de esta cualidad residía en la sabia disposición de las bóvedas de cañón y de los pasillos y escaleras que conducían a los asientos. Las bóvedas de la planta baja tenían 80 puertas marcadas cada una con un número para facilitar que los espectadores encontrasen su localidad. Es una obra de atrevida ingeniería y de grandes proporciones, donde los romanos utilizaron con frecuencia el agregado de ladrillo embutido en una mezcla de la masilla de la cal con polvo de ladrillo o ceniza volcánica incluyendo a esto el uso de la piedra (travertino) y el concreto que fueron la base del Coliseo. Además, para aligerar el peso de las enormes estructuras, encajonaron a menudo tarros de barro vacíos en las paredes. También utilizaron barras de metal como refuerzos en el concreto. Esto, junto a la combinación de muros y vanos se hizo una constante en la arquitectura romana, la que mas tarde sería a la base de estilos como el gótico y el barroco. En el interior de las bóvedas, estaba decorada con fabulosos diseños en estuco, los que se han perdido casi por completo a causa del tiempo.
El emperador Adriano celebró grandes fiestas en este anfiteatro, y bajo el reinado de Macrino, durante una tormenta, un rayo chocó con el edificio e incendio toda la parte superior y sufriendo graves desperfectos el resto de la estructura. La violencia del fuego y la imposibilidad de controlarlo hacen pensar que la cantidad de madera utilizada en la construcción era muy grande. Una medalla con la efigie de Alejandro Severo recuerda que este emperador inauguró de nuevo el Coliseo, que desde ese incendio no se había vuelto a utilizar por las grandes faenas de reconstrucción que se hicieron, principalmente para sustituir la antigua y quemada parte de madera por fabrica de mampostería. Amiano cuenta que el año 357 de nuestra era se vio el edificio en perfecto estado. Del año 425 al 450, Lampridio, prefecto de Roma, hizo reparación en la arena, en el podium, en las gradas y en las puertas. Las luchas de gladiadores fueron prohibidas hacia el año 404, continuando manteniendo la atención del pueblo mediante luchas de fieras, las últimas que se menciona la historia en este anfiteatro, fueron durante el año 523. Algunos escritores cuentan también que el Coliseo aún se conservaba en excelentes condiciones durante el siglo VIII.
En el Coliseo se ofrecían espectáculos como animales inteligentemente adiestrados y fieras hambrientas devorándolos. También aparecían hombres tras unas jaulas de seguridad que tiraban flechas y lanzas a animales hasta que agonizaran y murieran. Estos tipos de muestras donde participaban animales se denominaban venatios (sacrificios animales) y entretenían al publico durante las tardes con el auspicio de algún príncipe interesado en ganar popularidad. Después de esto, seguían los sacrificios humanos (numeras), donde se asesinaban hombres que estaban condenados a muerte. Al final de la jornada, venían las luchas a muerte entre gladiadores (hoplomachie).
En vísperas del espectáculo un gran banquete (cena libera) entre gladiadores, que para muchos era su última comida, reunía a los combatientes el día anterior. Esta cena era pública en el sentido que la gente podía dar vueltas alrededor de la gran mesa para apreciar a los contendores y así ver a quien apostarían más tarde. Algunos comensales fatalistas se echaban a los goces del momento, comiendo con glotonería. Otros, cuidaban su cuerpo y su salud conociendo sus habilidades como guerrero dejaban de lado la buena mesa para comer lo justo. Los más miserables, impresionados por el presentimiento de su muerte y paralizado su apetito por el miedo, preferían dejar de comer y encomendar sus familias y su alma a los dioses.
Al día siguiente los gladiadores desfilaban en una parada vestidos con ricos trajes púrpura y oro. Saludaban al emperador con una lúgubre y trágica exclamación:
Ave Cesar, Morituri te salutan.
Cada gladiador tenia su instructor con la misión de entrenarlo, por lo que cada luchador recibía distintas enseñanzas y de esta manera se especializaban en algún arma. Además, los instructores, debían evitar cualquier trato entre combatientes y excitar al peleador durante la pelea con exclamaciones como ¡Golpea, quémalo, mátalo! Y si era necesario, castigarlos a latigazos hasta que brotara sangre con el objetivo de que matara a su contrincante, si el publico lo pedía.
En tanto, el público hacía las correspondientes apuestas y experimentaba un extraño y bárbaro placer con la victoria de sus favoritos. Muchas veces, por fogosos que fuese el combate, ninguno triunfaba; por robustos y diestros que fueran los gladiadores, ambos caían al suelo o permanecían de pie. Entonces el match era declarado nulo cuando el espectáculo perdía efervescencia. Pero lo más común era que hubiera un ganador y además el perdedor algunas veces no era muerto, ya que si este, sabiéndose inferior, luchaba con esfuerzo, inteligencia y dignidad, y además deponía las armas para quedarse en la arena después de una caída, podía levantar su brazo derecho hacia el cielo para solicitar la gracia del contendor ganador. Él que consultaba al emperador cual era la decisión de los espectadores al tiempo que estos agitaban sus pañuelos, levantaban los pulgares o gritaban ¡Mitte! (Sáquenlo); o, por el contrario, si el perdedor había merecido su derrota, la exclamación era ¡Ingula! (Mátenlo). Entonces, el emperador tranquilamente apuntaba su pulgar hacia el suelo, de esta manera ordenaba la inmolación del gladiador perdedor. A quien no le quedaba nada más que extender su cuello para ser decapitado y morir sin dolor y honorablemente. El ganador era premiado con platos de plata cargados con piezas de oro y preciosos obsequios. Llevando consigo los presente, atravesaba corriendo la arena bajo la ovación de la multitud. Inmediatamente las ventajas de la gloria se empezaban a sentir. Por su popularidad, los gladiadores (que podían ser esclavos, ciudadanos o condenados del derecho común) pasaban a ser personajes de moda; las mujeres les ofrecían sus encantos. Esto se prueba en un graffiti en una pared referido a un tracio llamado Celadus, y que decía: "el hombre por quien suspiran las muchachas".
Los numeras (luchas de gladiadores) adquirieron tal desarrollo, que se sucedieron decenas de miles de parejas de gladiadores en las sangrientas arenas del Coliseo. A veces se hacían liberaciones masivas de combatientes para renovar el espectáculo. En crónicas de la época se asegura que durante el reinado de Trajano, quien tenia fama de clemente, las cifras de gladiadores se elevaron de la siguiente manera: el 107 dC, el emperador hizo luchar a 10.000 guerreros; en el 113 dC ofreció una sportule, que duró tres días y presento 1.202 parejas. En 109 dC, durante un festival que duró 117 días se liquidaron 9.824 luchadores. Muchas veces se pusieron en la arena a personajes sin armas que se consideraban nocivos para la sociedad para que se simulara un combate, lo que en realidad era un sórdido asesinato. Hasta el siglo III se conservo la costumbre de los numeras sinemissione, vale decir, luchas en las cuales no escapaba ningún gladiador.
Séneca decía: "En la arena se amontonaba un montón de condenados, a menudo escogidos entre ladrones, asesinos, incendiarios, que por sus crímenes fueron merecedores de morir en el anfiteatro". En estos casos se hacia comparecer una primera pareja, compuesta por un hombre bien armado y otro vestido solo con su túnica, el primero debía matar al segundo. Después de esto el ganador era desarmado y conducido ante un nuevo contrincante, esta vez armado hasta los dientes. De esta manera se continuaba una inexorable cacería, hasta que cayera la ultima cabeza condenada.
Las luchas de los gladiadores tuvieron posiblemente un origen religioso, ya que en un principio, solo se celebraban en caso de funerales de personalidades importantes. Mas tarde, en el tiempo de los emperadores, esto pasó a ser sencillamente un deporte sangriento que fascinaba a casi todo el mundo, ya que escasas fueron las voces de protesta. Los gladiadores eran en su mayoría esclavos o condenados que eran adiestrados en escuelas especiales con el único fin de dar un buen espectáculo al momento de combatir en la arena. Los gladiadores podían obtener la libertad si sobrevivían y el público lo permitía así.
En cuanto a los subterráneos que estaban bajo la arena del Coliseo y que aún se conservan, es muy difícil concretar la época de su construcción, pero según un pasaje de Herodiano, parece que ya existían en el tiempo del emperador Cómodo, quien vestido de gladiador, pasaba desde el palco imperial, por un corredor que comunicaba con los subterráneos, para tomar parte en las sangrientas luchas. En todo caso, el dato que nos dice que los emperadores Tito y Domiciano llenaran de agua la arena del anfiteatro para simular batallas navales, llamadas naumaquias, demuestra que el suelo en aquella época estaba más bajo que en el actual, pues de lo contrario el agua hubiera invadido las partes bajas del edificio y hasta los pórticos, haciéndolos intransitables.
Ciudades en que estaba situado el Anfiteatro
Dimensiones del Anfiteatro | Dimensiones de la Arena | |||
Eje Mayor | Eje Menor | Eje Mayor | Eje menor | |
Arles | 137,47 | 107,29 | 69,5 | 39,35 |
Capua | 169,89 | 139,6 | 76,12 | 45,83 |
Itálica | 156,5 | 134 | 71,5 | 49 |
Nimes | 132,26 | 101,38 | 69,14 | 38,34 |
Pola | 137,8 | 112,6 | 70,1 | 44,8 |
Pompeya | 135,65 | 104,05 | 66,65 | 35,05 |
Puzol | 190,95 | 144,87 | 111,93 | 65,85 |
Roma (Coliseo) | 187,77 | 155,64 | 76 | 46 |
El nombre de arena, proviene de la capa de esta materia que era esparcida sobre el suelo para empapar la sangre derramada por los combatientes. Algunos emperadores, como Calígula, Nerón y Carino, para demostrar su magnificencia sustituían, en algunas ocasiones, la arena por algún material más precioso, como por ejemplo, polvos de cinabrio, de plata, de oro y posiblemente hasta Seutonio. En el Coliseo la arena era de forma elíptica, al igual que el resto del edificio, y tenia dos entradas principales, ubicadas a los costados del eje mayor.
Debajo de la arena se situaba el ya mencionado subterráneo, conformado por galerías cubiertas (ambulacrum), y multitud de cámaras para encerrar a las fieras salvajes. En Anfiteatro Flavio estas cámaras subterráneas se extendían debajo del podium y había debajo de la arena cinco galerías, dos de forma elíptica y tres paralelas al eje mayor y estas a su vez separadas por pequeñas cámaras. En estas tres galerías habían suaves rampas que subían hasta la arena, y en las cámaras existían aberturas cuadradas en forma de pozos, con ascensores para subir a las fieras y hacerlas aparecer repentinamente en medio de la arena. Unas trampas de madera cubrían estas aberturas. El servicio de espectáculo que se ofrecía en el Coliseo no tenia nada que envidiar a los efectos escénicos actuales. Los numerosos cadáveres que se originaban en las luchas y sacrificios humanos eran retirados por la puerta de la muerte (porta libitinensis) o bien desaparecían por medio de las trampas practicadas en el suelo.
La parte destinada a los espectadores (cavea) en el coliseo, presenta tres divisiones principales: el podium, destinado a los sitios de honor; las maenianas o gradas, y los portici o pórticos. El podium era una plataforma que rodeaba la arena, lo suficientemente alta para resguardar a los espectadores de los ataques de las fieras. En este sitio se ubicaba el lugar de emperadores, senadores, vestales, los pretores y a los principales magistrados y demás personas ilustres. Las gradas (gradus) del podium eran más anchas que las del resto del anfiteatro para poder colocar las subsellias o asientos móviles. Los sitios que mejor dominaban el espectáculo eran los situados a los extremos del eje menor de la elipse, el los cuales había dos palcos; el principal denominado cubiculum, estaba destinado al emperador, y el otro, enfrente de este, era el editoris tribunal, destinado al pretor y a los cónsules que presidían los juegos y al personajes que los pagaba. Estos palcos también se llamaban pulvinar y suggestum, que se conectaban con grandes a lujosos salones.
La parte del muro del podium que daba a la arena presentaba una superficie de mármol perfectamente pulimentada para que resbalaran las fieras que quisieran trepar por ellas, y además se tomaron numerosas precauciones contra posibles ataques, como sobreponer redes y rejas metálicas. Como si toda esta seguridad fuera poca, frente podium había un foso para evitar que las fieras que intentaran atacar al público, no lo volvieran hacer.
El podium estaba separado de las gradas destinadas al público por un muro llamado balteus, que estaba adornado con magníficos mosaicos. Otros dos muros más pequeños, baltei, dividían en tres partes las gradas, , en el sentido de la altura del edificio, formando unas plataformas, o praecinctiones, que facilitaban el paso del público. Cada una de estas tres divisiones se llamaban maenianum; la primera estaba destinada a los caballeros. El segundo maenianum estaban los tribunos y ciudadanos distinguidos, y y el tercero estaba destinado a las clases ploretarias (popularia). Este tercer maenianum se dividía a su vez en dos partes, una al descubierto y la otra cubierta por un pórtico, bajo el cual se colocaban las mujeres y la plebe (pallati). Las mujeres de los grandes personajes debían esperar la autorización del emperador para poder compartir los sitios de las vestales en el pudium.
El balteus, que establece una línea divisoria entre los tribunos y la plebe, estaba provisto de numerosas ventanas y nichos adornados con estatuas. Los vomitoria eran unas aberturas que comunicaban las gradas con las galerías interiores del edificio; eran muy numerosas y bien decorados.
Las gradas del coliseo eran de mármol, piedra y en algunos casos de madera, eran numeradas y en algún momento llegó a existir el asiento numero 83.000, pero dentro del recinto bien se podían entretener 100.000 espectadores, los que debían comprar su billete de entrada (tessera) que indicaba el lugar que debían ocupar, se dirigían a unos empleados llamados locaril o dessignatores, que vigilaban el buen orden y distribución de las localidades, siendo jefe de ellos un funcionario llamado Villicus amphitheatri.
En cuanto a la parte inferior de los anfiteatros, el coliseo tenía en la planta baja cinco galerías (ambularum), paralelas a la elipse dela arena, que conducían a las escaleras y pasos de las diferentes localidades. La primera galería formaba un pórtico con 80 arcos que daban paso a la vía pública. Las cuatro entradas principales estaban situadas en los extremos de los ejes menor y mayor; las dos del eje mayor comunicaban directamente con la arena y las correspondientes al eje menor estaban reservadas para el emperador y los que presidían los espectáculos. La segunda galería daba acceso a las escaleras (scalae) y a los pasos (vine, itinera, aditus), y el tercero, dividía en dos partes la masa de construcción en la cual estaban las escaleras y las carceres o cámaras donde se encontraban las fieras antes de salir a la arena. Este corredor conducía al primer maenianum y recibía la luz por el techo.
En el coliseo, las dos primeras galerías se repetían en pisos superiores, formando un sistema de anchos corredores en el que el público se refugiaba en caso de lluvia. En el tercer piso la escalera ocupada parte de estos corredores. En el cuarto solo había la galería exterior, en la cual se hallaban los pasillos y escaleras que conducían a las gradas superiores.
La fachada del Coliseo descansaba sobre una base de dos gradas y comprendía cuatro pisos; los tres primeros estaban formados por arcos adornados con medias columnas dóricas, jónicas y corintias, y el cuerpo superior los formaba un muro con ventanas rectangulares y adornados con medias columnas corintias. Estos órdenes no sostienen nada. Nos son estructurales, sino ornamentales. Esto no quiere decir que carecieran de importancia. La aplicación de estos órdenes cumplía dos funciones. En primer lugar aludía claramente a la arquitectura griega y de este modo los romanos mostraban su aprecio por esa cultura. El hecho de superponer órdenes griegos en el exterior del Coliseo, equivalía a añadir un peristilo griego a un templo tipo romano, un toque de elegancia griega que no afectaba la estructura básica romana subyacente. De este modo la arquitectura romana está expuesta a dos tentaciones contradictorias: la del ingeniero que persigue un fin puramente utilitario, y la del erudito, que se perfila en lograr arreglos académicos. Así, cada uno de los pórticos de los tres pisos comprendía 80 arcos y 80 columnas intermédiales entre arco y arco, y en cada uno de estos había un pedestal con una estatua o grupo escultórico. En la actualidad no quedan pruebas de tales obras, pero el hecho de que una vez existieran nos da una idea de la inmensa cantidad de esculturas que produjo el periodo del Imperio Romano. Esto hace que el Coliseo alcance un espléndido y magistral equilibrio entre rectas y curvas, muros y bóvedas. Los arcos miden 4.20 metros luz; 7.05 metros de altura la primera hilera y 6.45 metros las otras dos principales. En la parte superior de la fachada del coliseo había una cornisa con una serie de consolas que sostenían unas piezas de madera verticales (mali) destinadas a tender el velarium, inmensa vela con forma de tienda de campaña que resguardaba a los espectadores de los rayos del sol. Practicadas en el espesor del muro había unas pequeñas escaleras que conducían a la plataforma superior, reservada a los encargados de la maniobra del velarium. En la tela de esta gran carpa se diseñaban motivos históricos y mitológicos muy cuidadosamente utilizando finos materiales. La magnificencia de algunos emperadores llego a que desde el velarium cayera una lluvia de pétalos seguido de agua con finos aromas, esto era llamado Sparsiones.
En el Coliseo, como en ningún otro edificio, parecen haberse encarnado la grandeza y majestad del Imperio Romano reflejadas en la imponente fachada exterior, en la grandiosa gradería del ovalo interior que circuye la arena del circo, hasta en las venerables ruinas que hoy exciten.
El Coliseo fue creado para dar a conocer magnificencia, y ha logrado su objetivo muy bien, pues fue un importante medio para que emperadores y personalidades se ganaran el cariño, aprecio y respeto del pueblo romano a cambio del auspicio de una entretención algo morbosa y sangrienta.
También nos muestra es una obra que representa la manía edificadora de un pueblo que lo que quería era que Roma fuera el centro del universo, haciéndolo, en cierto modo, a través de gigantescas y bellas creaciones arquitectónicas. El Anfiteatro Flavio es una clara muestra de ello. Demostrando que los romanos eran una cultura muy vanidosa y con ansiedad de fama, ya que sus preocupación era ser superiores a otras comunidades. Algo parecido, quizás, al nazismo más contemporáneo.
Este edificio también nos muestra que la arquitectura romana se basa en un proceso de síntesis. Hombres nutridos de tradiciones estéticas y técnicas de Grecia supieron resolver los problemas inéditos que planteaba la nueva sociedad organizada por el genio de Roma. Su imaginación, servida del proceso técnico, creo formas nuevas, en las que nunca dejaron de integrar las formas helénicas tradicionales. La posición que adoptan frente a la construcción del Coliseo nos asombra por su acento moderno para la época, pero la ejecución que se caracteriza ordinariamente por el afán de decoración, demuestra que nunca tuvieron conciencia de una ruptura con el pasado. En este sentido, su ejemplo es para nosotros, doblemente fructífero, pues demuestra que la audacia no es incompatible con el respeto a la tradición.
- "El Arte y el Hombre", Huyghe René, Editorial Planeta. 1973, Barcelona – España.
- Enciclopedia del Arte "Summa Artis", Tomo V "El arte romano", José Pijoán, Editorial Espasa-Calpe S.A. 1934, Madrid – España.
- "Historia del Arte", Eugen Th. Rimli y Karl Fisher, Editorial Moreton. 1986, Bilbao – España.
- "Historia Universal del Arte", Gina Pishel, Editorial Noguer. 1967, Barcelona – España.
- "Arte Romano", Bianchi Ranuccio, Editorial Papillon. 1993, Milan – Italia.
- Historia Universal del Arte, José Milicua, Editorial Planeta. 1989, Madrid España.
- Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-americana, Tomo V y XIV. Editorial Espasa-Calpe. 1994, Madrid – España.
- Revista "En Viaje", Mayo 1951. reportaje: "Las sangrientas arenas del Coliseo" por Esther Azocar.
- Enciclopedia multimedia Encarta 2000
- Información Internet
Autor:
José Mateluna Muñoz, Estudiante chileno de la carrera de fotografía profesional Instituto Profesional Arcos. El trabajo incluía imágenes que pueden ser solicitadas vía e-mail mateluna[arroba]tutopia.com